ELLAZZ (.WORLD): NATALIE COLE

Por SERGIO MONSALVO C.

NATALIE COLE (FOTO 1)

EL PESO DEL NOMBRE

Natalie Cole fue la segunda hija de Nat “King” Cole, de un total de cinco, y nació el 6 de febrero de 1950 en Los Ángeles, California. Ella creció en el Hancock Park, una sección exclusiva de Hollywood. Pronto se vio envuelta en la vida de la escena musical impulsada por una madre (Maria, ex cantante de la orquesta de Duke Ellington) que quería proyectar en ella sus ambiciones artísticas, mismas que se habían visto opacadas por los éxitos de su talentoso y lejano marido. Bajo su rígida férula aprendió canto, baile y a tocar el piano.

Nat Cole era conocido como “King” (rey). Título que mantuvo durante todo el tiempo que duró su larga carrera de 20 años. En ellos fue amo y señor de sus dominios: tanto como fino pianista de swing como pináculo de la balada jazz-pop del siglo XX. Su voz cálida, rica e inmaculada fue influencia notable desde Bing Crosby, Frank Sinatra, Mel Tormé y hasta en la actualidad de la célebre ularrella. muerte prematura de Nat, cuatro añospianista-cantante Diana Krall, quien retoma tanto el formato de trío como el estilo de interpretación que tanta fama le diera a Nat.

La muestra de las tempranas aptitudes de Natalie le dio la pauta a Nat para hacerla debutar como cantante a la edad de once años. Se lanzó interpretando “Undecided”, de Ella Fitzgerald, con todas sus pequeñas inflexiones y demás, luego hizo un dúo en vivo con Nat en la canción “It’s a Bore”, de Louis Jordan y Maurice Chevalier, quienes la habían estrenado en la obra musical Gigi.

La unión y el apoyo que sentía de su padre, además de las consideraciones de la otra gente para con ella, pronto se vieron truncadas por la muerte prematura de Nat, cuatro años después, a causa del cáncer. El hecho resultó un duro golpe para toda la existencia de la vulnerable quinceañera, la cual se retrajo hacia sí misma hasta que entró a la Universidad de Massachusetts para estudiar Psicología Infantil, quizá en un intento de explicarse su propia vida y sensaciones.

Al mismo tiempo que esto sucedía, comenzó a frecuentar los clubes y bares universitarios donde volvió a subirse al escenario. El grupo del que se hizo acompañar llevaba el nombre de Black Magic. La libertad en la que se vio, luego de años de sujeción materna, la llevaron a optar por los excesos. Comenzaron las dificultades. Fue arrestada por posesión de heroína en 1973. La vestimenta ya conocida de la adicción, sus escenarios e infiernos la envolvieron por una década. Entraba y salía de distintos hospitales con la intención de desintoxicarse de las drogas y del alcohol.

Los años setenta incluyeron en su catálogo a las fusiones: el rock, la samba, los ritmos africanos, latinos, etcétera, serían visitados y revisitados por el jazz. Algunas expresiones en este sentido serían ejemplares y producirían avances y evolución en el género. Sin embargo, también los buhoneros que siempre se suben al carro de lo novedoso, con el único fin de engrosar sus chequeras, estuvieron presentes con la hechura de un smooth-jazz anoréxico, insustancial, pero muy redituable.

Natalie Cole, una participante habitual de dicho círculo adictivo, entre tales periodos continuaba cantando, bajo las directrices de las modas musicales, que la condujeron a interpretar el soul y el pop más convencional de la época, en una carrera por demás errática y ambivalente. Así sostenía sus hábitos y a sí misma. Durante una de las presentaciones que hizo en Chicago, donde entonces vivía, fue descubierta y grabada por los productores Marvin Yancy (con el cual contraería matrimonio tiempo después) y Chuck Jackson, quien realizara con ella un álbum exitoso. Éste se llamó Inseparable, que produjo dos hits y un disco de oro. Natalie ganó con ello dos premios Grammy.

La crítica la calificó como un sorprendente talento y la comenzaron a llamar la siguiente Aretha Franklin, por el marcado estilo de soul empleado en el álbum, y lamentablemente también comenzaron a compararla con su padre y a citarlo en las entrevistas efectuadas con ella. Esto afectó mucho su endeble carácter y autoestima. Volvió a las andadas. Al principio de los ochenta se divorció de Yancy y se casó con André Fischer del grupo de rhythm and blues Rufus. El cambio no le sirvió de nada y continuó inmersa en las adicciones. Obviamente su carrea sufrió las consecuencias.

En los ochenta, Natalie casi destruye su carrera y su vida bajo el enorme peso de la imagen de su padre, lo cual le acarreó mayúsculos problemas durante muchos años. Parecía el fin. No obstante, en 1990 consiguió quedar “limpia” tras un tratamiento efectivo. Retomó su buena forma vocal y se le presentó la oportunidad de entrar a los estudios de grabación para realizar un disco que llevaría por título Unforgettable. Este álbum, producido por Tommy LiPuma, la volvió a la vida de dos maneras: como artista y como persona. Como persona, le sirvió de terapia para saldar cuentas con su padre, su infancia y los traumas que acumuló durante ese tiempo.

NATALIE cOLE (fOTO 2)

Como artista le significó grandes retribuciones. El disco era su propio tributo al talentoso padre cuyo manto la había envuelto durante años. “Una hija debe llevar a su padre muerto en el corazón solamente. No debe andarlo citando y departiendo con él como si estuviera vivo o atosigar a los demás con tal conducta. Eso es enfermizo. Tardé mucho tiempo en darme cuenta de ello, pero creo que al fin lo conseguí y ambos hemos podido descansar. Ese disco fue nuestro calmante y a otra cosa”.

El “calmante” se convirtió en álbum doble platino (con venta de cinco millones de copias en su lanzamiento). El tema del título fue un momento kitsch del avance tecnológico (lo cantan a dúo). Fue nominada la canción del año y obtuvo varios premios Grammy.

A partir de entonces, Natalie siguió una ruta exitosa y hasta publicó una cruda autobiografía (Angel on My Shoulder). Sus discos continuaron en la vena del jazz-pop, un terreno en el que supo desenvolverse muy bien, y que resaltó las virtudes de su voz y estilo.

En el disco posterior, Ask a Woman Who Knows, el debut de Natalie Cole con el sello Verve que le produjo el mismo Tommy LiPuma, hubo un poco de bossa nova, algo de blues, un toque de pop y algunas baladas de jazz, aunque éstas ya no provenían del consabido repertorio de su padre. Además de standards como el hit de Nina Simone “My Baby Just Cares for Me” o bien “Better Than Anything”, que presentó a dúo con Diana Krall, la cantante también elegió varias piezas menos conocidas.

La mayoría de las piezas seleccionadas provenían de las sugerencias de Dick LaPalm, un italiano amigo suyo que la había acompañado en instantes precisos. Un auténtico aficionado del género, que dirigió su propio sello discográfico y que colaboró con ella desde el álbum Unforgettable.

Para el estreno de Natalie en la compañía Verve, LaPalm hizo la sugerencia de “I Told You So”, una canción que casi nadie parecía conocer.

La versión original de esta pieza se encontraba en el demo de una cantante italiana que la grabó con un estilo de night club de manera no muy exigente. Pero la melodía y el texto son tan sugerentes que Natalie Cole la agregó al álbum. Para éste, el equipo conformado por LiPuma-Cole-LaPalm estuvo interesado en escoger canciones que tuvieran un carácter muy particular y que contaran historias (como “Calling You”, extraída de una película, o “Tell Me About It” de Michael Franks, por ejemplo).

Esas historias encarnaron el cúmulo de experiencias que Natalie Cole acumuló a lo largo de su vida, a la que ella misma comparaba con una montaña rusa por tantos altibajos. “Desde luego me encanta el jazz, pero también otras cosas —dijo Natalie—. Por eso en el álbum se escucha una mezcla de todas ellas, aunque en definitiva en él prevalece el jazz, con todas las referencias que me lo han hecho posible: Sarah Vaughan, Ella Fitzgerald, Billie Holiday y Carmen McRae”.

Los discos de Natalie Cole de su última década suenan muy trabajados y pulidos, bastante sofisticados. No obstante, se salvaron por mucho de ser el pesado esfuerzo desprovisto de encantos que hubiera podido resultar tras el éxito de Unforgettable.  Ella era una buena cantante, al fin y al cabo. Natalie Cole abordaba su material con suavidad.  No tenía una voz muy potente, pero supo cómo inyectar un sentido dramático en las baladas y cómo hacer divertida una pieza con swing. Sus arreglistas no tuvieron miedo de noquear a la cantante con las orquestaciones. Una cantante que resucitó de las tinieblas tras una larga temporada en el infierno.

Lamentablemente las secuelas de todo aquello, por tantos años, le cobraron la factura. Natalie Cole falleció el 31 de diciembre del 2015 de una afección cardiaca. Tenía 65 años de edad.

VIDEO SUGERIDO: Natalie Cole – Tell Me All About It (Ask A Woman Who Knows Concert 2002), YouTube (RoundMidnightTV)

NATALIE COLE (FOTO 3)

Exlibris 3 - kopie (2)

NILS PETTER MOLVAER

Por SERGIO MONSALVO C.

NILS PETTER MOLVAER (FOTO 1)

Y EL PULSO DUB

Hace más de veinte años el trompetista Nils Peter Molvaer llegó de manera discretísima e inspirada a trastornar por completo el mundo del jazz. El músico noruego, que actualmente cuenta con 60 años de edad (nació en Sula, Noruega, en 1960), combinó los impulsos trompetísticos al estilo de Miles Davis con nubes etéreas de ambient y breakbeats.

Creó el jazz electrónico (o Future jazz, como algunos también lo denominan) a través de sus dos primeros álbumes, Khmer (1998) y Solid Ether (2000).

Con ello desató una pequeña revolución musical, llegada desde Europa, que  se recibió con elogios y eufonías, mientras que en los Estados Unidos se topó con la crítica purista y la confusión, al calificarlo algunas publicaciones como new age (¡!).

Después de que a principios del siglo XXI Molvaer realizara una antología con la herramienta del Remix —y elevara éste a la categoría de subgénero —con las aportaciones de DJs y productores tan destacados como Herbert y Bill Laswell—, presenta ahora su tercera aportación a la música, y al jazz en específico, con el disco titulado Nordub, bajo el sello Okeh.

NILS PETTER MOLVAER (FOTO 2)

El álbum se lanza a la diáspora geográfica y climática y convoca a otros monstruos artísticos, Sly Dunbar y Robbie Shakeaspeare, para fusionar el dub jamaicano a la electrónica nórdica. El resultado es aún más minimalista, si cabe, que sus anteriores obras.

Los tracks del nuevo álbum están estrechamente ligados como en NP3 o Switch, los cuales no fueron de ninguna manera una colección de canciones, sino sólidos álbumes conceptuales. Con Nordub el músico (acompañado también de otros aventureros nórdicos: Eivind Aarset y Vladislav Delay, explora en estos terrenos novedosos, afincados en la ciencia del dub, como continuación del trabajo que ya ha realizado desde los años ochenta con la  música de computadora.

En Nordub los beats se han vuelto más maduros, adjetivados con el dejo reggae; están trabajados de manera consciente con las diversas posibilidades sonoras y la certeza de que se está creando una mezcla inédita. Como ejemplo, Molvaer varía con más frecuencia el sonido del bassdrum, al que Dunbar dimensiona y arraiga en la tierra y lo integra audazmente a la línea del bajo de Shakespeare, que lo eleva a lo cósmico.

 Además, el músico noruego descubre al escucha nuevos programas de computación con los que ha podido labrar muy bien la fusión. Uno se llama Reaktor y el otro Absynth, un sintetizador en software. Nordub, el nuevo proyecto del trompetista, junto a tales veteranos músicos, lo coloca por tanto como un auténtico freak de la electrónica.

Es el relato musical de un viaje onírico y atemporal. El título del álbum es la alusión a dicha amalgama, una que sirve de prueba contundente para declarar que no hay barreras ni fronteras en la música, que la definición radica en los oídos de quien escucha con la mente abierta.

VIDEO SUGERIDO: Sly & Robbie meet Nils Petter Molvaer feat. Ervind Aarset & Vladislav Delay Garana Jazz Festival 2018, YouTube (soricantica)

NILS PETTER MOLVAER (FOTO 3)

Exlibris 3 - kopie

BABEL XXI-503

Por SERGIO MONSALVO C.

 

BXXI-503 (FOTO 1)

 

REAL WORLD

ESCUCHAR AL MUNDO

Programa radiofónico de Sergio Monsalvo C.

https://www.babelxxi.com/?p=7948

Exlibris 3 - kopie

BIBLIOGRAFÍA: ELLAZZ (.WORLD) VOL. II

Por SERGIO MONSALVO C.

ELLAZZ (.WORLD) VOL. II (PORTADA)

LA MUJER EN EL JAZZ*

Durante muchos años, las cualidades necesarias para adentrarse en el mundo del jazz se consideraron prerrogativas netamente masculinas. Entre ellas estaba una agresiva confianza en sí mismo, con la disposición a lucir e imponer la capacidad y potencia de interpretación en el escenario. Otra era la concentración exclusiva en la profesión, incluyendo ausencias frecuentes de casa y el derivado abandono de la familia.

A lo ya mencionado se agregaba la capacidad de moverse en ambientes difíciles y peligrosos, como lo eran los clubes nocturnos, infestados de vicios y administrados muchas veces por gángsters. Con frecuencia a las circunstancias mencionadas se sumaba la posibilidad de beber vastas cantidades de alcohol, ingerir drogas duras o las dos cosas juntas, según el caso, sin dejar de tocar de manera coherente hasta el amanecer del siguiente día.

En el pasado, una mujer decidida a formar parte de la comunidad de músicos y a no dejarse intimidar por dicho ambiente duro e impregnado de humo, en el que los compañeros de trabajo solían ser puros hombres, con frecuencia tenía que pagar el precio de su osadía, con costos tendentes a ponerla en su lugar, tales como la pérdida de su respetabilidad, la cual encabezaba la lista, además de la desaprobación social y familiar, y a veces ser relegada al ostracismo.

*Fragmento de la introducción al libro Ellazz (.World) Vol. II, publicado por la Editorial Doble A, y de manera seriada en el blog Con los audífonos puestos.

Ellazz (.World) Vol. II

Sergio Monsalvo C.

Editorial Doble A

Colección “Palabra de Jazz”

The Netherlands, 2020

Contenido

Jesse (Relato)

Esperanza Spalding

Hülsman-Lavergnac

India

June Tabor

Karrin Alyson

Lisa Bassenge

Lynn Arriale

Madeleine Peyroux

Exlibris 3 - kopie

LA MUERTE EN EL ROCK (I)

Por SERGIO MONSALVO C.

LA MUERTE EN EL ROCK (PORTADA)

ELVIS

EN EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS*

En 1956 la muerte entró como tema en las canciones del rock and roll. Y lo hizo a través de quien haría de ese año su año: Elvis Presley. La figura de Elvis, desde el momento de su aparición en la escena musical, se constituyó en un icono cultural generador de tópicos.

El de la muerte fue uno que se sumó a los del peinado, el movimiento de los labios, el uso de la ropa, el micrófono, la postura en el escenario, la guitarra como escudo, lanza y estandarte, los movimientos corporales, la estridencia del rock & roll star, la vida como tal, etcétera, etcétera. Con él comenzó prácticamente todo y de él derivó también prácticamente todo. Las leyendas surgidas del género en uno o varios aspectos lo tienen a él como referencia definitiva. Es el hito y el mito por excelencia.

Well, since my baby left me,

I found a new place to dwell.

It’s down at the end of lonely street

At Heartbreak Hotel

El 10 de enero de 1956, sólo dos días después de haber cumplido los 21 años, Presley entró a los estudios de la compañía RCA en Nashville para grabar sus primeros tracks para un sello importante. Aquella primera sesión produjo un tema que haría época, “Heartbreak Hotel”, uno de los discos más impactantes del rock que se hayan editado jamás. La canción había sido compuesta entre Mae, la madre de Hoyt Axton (cantante y compositor country), Tommy Durden y Elvis, y evocaba una visión de desesperanza sepulcral absoluta.

Nada en el horizonte musical de aquel tiempo insinuaba siquiera un grado de desolación semejante. La interpretación de Elvis resultó extraordinariamente madura y conmovedora, evitando de manera resuelta cualquier actitud histriónica para aceptar, con dolor y resignación, una soledad equivalente a la muerte.

El trabajo escueto pero enfático de Floyd Cramer en el piano enriqueció el ambiente de la pieza, captada por una producción minimalista muy apropiada. El carácter original e intenso de “Heartbreak Hotel” cautivó primero al público de la Unión Americana y lo mantuvo como sencillo en el número uno de las listas de éxitos durante el largo y asombroso periodo de ocho semanas.

En forma independiente a sus logros posteriores, Presley se reservó un lugar en la historia del rock por uno de los mejores discos debut realizados por artista alguno con una disquera de tal magnitud. En el mismo mes que grabó “Heartbreak Hotel”, Elvis apareció por primera vez en la televisión estadounidense, a nivel nacional, para mostrar sus movimientos abiertamente sexuales a un confundido público adulto, cuya supuesta indignación llevó a los productores a realizar tomas de la emergente estrella de la cintura para arriba. Lo demás se volvería historia.

And although it’s always crowded,

You still can find some room.

Where broken-hearted lovers

Do cry away their gloom.

En los dos años siguientes, el rock & roll se consolidó como género y se extendió como una nueva (contra)cultura por todo el mundo. Elvis Presley fue el adalid y la imagen constitutiva del movimiento e impuso sus huellas por doquier. Sin embargo, el status quo no se iba a resignar tan fácilmente ante la avasalladora presencia.

La ideología dominante, el talón de aquiles presleyano, necesitaba someter al héroe y, como en cualquier choque cultural, lo puso en la palestra: fue llamado a filas durante la intervención norteamericana del momento.

Elvis no murió en el frente (el sistema tampoco era tonto y no iba a permitir que un filón de oro como aquél desapareciera sin más del mapa), pero se desvaneció el rockero primigenio, el esencial, que se elevó a la categoría de guía parnasiano y que no volvería a encarnar en él.

De ahí en adelante como personaje mítico sería sacrificado una y otra vez (en otros cuerpos, con otros nombres) en castigo por haber incendiado los espíritus. Mientras, Elvis —el humano— sería domesticado, cuasi rapado y convertido a la larga en un cantante de variedad y películas lastimosas. El hecho se constituiría de forma metafórica en la primera “muerte” ritual dentro del género, pero no del rock mismo. Éste ya había trascendido a los individuos. El año, 1958.

“El rock and roll llegó para quedarse y no morirá nunca”, cantaron Danny Rapp y los Juniors en 1959, luego de las inesperadas y trágicas muertes de Big Bopper, Buddy Holly y Ritchie Valens en un accidente aéreo. Danny Rapp deseaba crear algo parecido a un llamado a cerrar filas, a un himno para la generación. Sin embargo, y aunque no se erigió en tal himno, dentro de su candidez se puede denominar una auténtica declaración de fe, producto de una era caracterizada en igual medida tanto por su inocencia como por su ardor. La muerte era ya una presencia concreta.

Casi un cuarto de siglo más tarde, en 1983, no quedaba nada de aquella inocencia y ardor. Danny Rapp se encerró en la habitación de un motel en Arizona y se dio un tiro en la cabeza. El rock continuó. Rara vez es posible observar una ironía tan rica en dolorosas implicaciones. No tiene caso analizar la muerte de Danny Rapp. Es un tópico. El rock cobró otra víctima y expresó una verdad en forma tan sobrecogedora que se convirtió en un cliché más que evidente.

Además del sexo, las drogas y los cortes de pelo, la muerte ha dado el tono para el rock desde sus comienzos. Y tanto como otras decenas de aspectos cualquiera, vincula a Elvis Presley con los Rolling Stones, los Beatles, los Sex Pistols, Joy Division y Nirvana.

El rock sigue vivo, pero muchos de sus dirigentes puntales no. La mayoría han muerto jóvenes y algunos, tristemente, en condiciones absurdas: víctimas del abuso de las drogas y el alcohol, en accidentes automovilísticos y aéreos, por depresiones severas, suicidios y por otras causas inimaginables. Es ya una tradición añeja.

*Fragmento del ensayo “Elvis en el corazón de las tinieblas”, que forma parte del libro La Muerte en el Rock, publicado por la Editorial Doble A, y por entregas en el blog Con los audífonos puestos.

VIDEO SUGERIDO: Elvis Presley Heartbreak Hotel Live (1956), YouTube (John56517)

LA MUERTE EN EL ROCK (FOTO 3)

La Muerte en el Rock

Sergio Monsalvo C.

Editorial Doble A

Colección “Textos”

The Netherlands, 2020

Exlibris 3 - kopie

PULSOR 4X4-36

Por SERGIO MONSALVO C.

PULSOR 36 (FOTO 1)

EL BEAT DE LA IDENTIDAD

(1989)

En 1989, cayó el Muro de Berlín, y con él la Guerra Fría, el totalitarismo comunista y los motivos de Occidente para mantener una ridícula carrera armamentista.

Después de 16 años de dictadura, el pueblo chileno acudió a las urnas para elegir presidente por vía democrática. Patricio Aylwin ganó por abrumadora ventaja a Augusto Pinochet.

George Bush tomó posesión como presidente de los Estados Unidos.

——-

La nueva Babel se encuentra en el centro del continente europeo. Ahí se dan cita diversos géneros y corrientes, lo cual da como resultado el cruce de ritmos y estilos. De Holanda son los integrantes del grupo Urban Dance Squad, quienes dan fe de lo que se avecina en el mundo musical.

——-

La presencia de David Bowie con cada proyecto suyo había hecho pasar al rock a nuevas eras. Él había redefinido lo contumaz como entretenimiento y a éste como subversión. Con Tin Machine, por ejemplo, cambió otra vez la concepción del público hacia la forma, abriéndola a posibilidades inimaginables. David también celebró el artificio creativo con el heavy metal y el virtuosismo guitarrístico.

PULSOR 36 (FOTO 2)

El bluesero texano Stevie Ray Vaughan consiguió ese año su álbum más maduro, In Step, que contenía composiciones esmeradas que dejaban un gran espacio para que el virtuoso guitarrista remarcara sus evidentes raíces. Con este disco amplió sus horizontes (con teclados, con el R&B, etcétera), evocando las tempestades que rugían bajo su cráneo durante este periodo.

——-

Dos décadas después de fundado, el grupo Aerosmith seguía figurando en las listas de éxitos con el tema «Love in an Elevator» del disco Pump. Se había significado por ser una de las bandas estadounidenses más constantes del hard rock. Su sencilla energía primigenia se había ido transformando en una música sofisticada y sin perder un ápice de su fuerza.

——-

Con el techno ambiental combinado con la música clásica y medieval como punto de partida, el dúo australiano Dead Can Dance construyó sus propias catedrales sonoras etéreas, que sin excepción poseían una belleza prácticamente fuera de este mundo. Tanto así que el sello 4AD donde grababan se convirtió asimismo en cuna de dicho estilo.

PULSOR 36 (FOTO 3)

VIDEO SUGERIDO: Dead Can Dance – Avatar (live) excellent sound quality, YouTube (DeadCanDancePG)

PULSOR 4x4 (REMATE)

BIBLIOGRAFÍA: ELLAZZ (.WORLD) VOL. I

Por SERGIO MONSALVO C.

ELLAZZ (.WORLD) VOL. I (PORTADA)

LA MUJER EN EL JAZZ*

Para escuchar a las mujeres en el jazz no bastan ni las expectativas ni los manierismos en el dibujo de lo esperado. Ellas generan con sus historias ese placer impagable del desarrollo histórico argumentado y cifrado en sus intersticios creativos, en los relatos biográficos, en las obras conseguidas. En líneas generales, las mujeres en el jazz no traicionan la poética del género como muchos pudieran pensar, es más, le insuflan un interés que trasciende las perspectivas habituales.

Uno escucha los discos de las jazzistas no tanto para saber cómo argumentan sino para disfrutar con su transcurso en la construcción del argumento. Esta es una manera de defender un género, desde su esencia Y buscar así el diverso ángulo creativo. Es decir, las mujeres tienen en el jazz el mismo problema que los hombres: la necesidad de un público.

El de las mujeres en este género es el arte de acomodar su música a unas leyes que a muchos oídos parecen infranqueables, tanto como una teoría cibernética. Y justamente es en esa maestría, en ese difícil arte de transitar por lo ignoto (original), tanto como por lo transitado (standard), con la sensación de la singularidad y la brillantez, donde estriba gran parte del atractivo mayor de sus propuestas.

Un tema como el de ellas en el jazz adquiere existencia gracias a la evolución constante de la que han sido capaces. Quienes se han sumergido en tal evolución las han contemplado a sus anchas y encarnado en la concreción de sus músicas, creando con tal circunstancia un armonioso y preciso encadenamiento de evocaciones, de recuerdos, que siempre sorprenden, y en lo que el tiempo pierde toda consistencia y no impone su rígido orden.

La serie Ellazz (.World) ha mostrado la complejidad y riqueza de sus vidas. Con sus ritmos propios y asociaciones entre imágenes, pensamientos, situaciones, sensaciones, amistades, ternuras, amores, nostalgias, y también miedos, ansiedades y a veces el logro del sosiego y la serenidad de lo ejecutado. Y no hay nada en sus discursos particulares que sea indiferente, todo cuanto compone la vida de una jazzista, aun cuando algo parezca nimiedad, adquiere una gran relevancia, cada instante de vida rememorado posee un enorme interés.

*Fragmento de la introducción al libro Ellazz (.World) Vol. I, publicado por la Editorial Doble A, y de manera seriada en el blog Con los audífonos puestos.

Ellazz (.World) Vol. I

Sergio Monsalvo C.

Editorial Doble A

Colección “Palabra de Jazz”

The Netherlands, 2020

Contenido

Aki Takase

Andrea Parker

Anita O’Day

Aziza Mustafa Zadeh

Barbara Dennerlein

Bebel Gilberto

Dee Dee Bridgewater

Diana Krall

Dinah Washington

Eliane Elias

Exlibris 3 - kopie

LA POÉTICA DEL NOMBRE (II)

Por SERGIO MONSALVO C.

POÉTICA DEL NOMBRE (II) (FOTO 1)

“ANNA”

Arthur Alexander fue ejemplo de individuos solitarios, compositores sensibles, pero sin esperanza. Reflejaba el carácter particular del artista natural pero contenido y despreciado por un ambiente espeso, hundido en medio de una población provinciana, rural, con fenómenos sociales añejos, acendrados y quizá insolubles, como el aislamiento (y sus consecuencias culturales), la discriminación racial y de clase, el conservadurismo que permeaba cualquier forma de desarrollo colectivo y, por supuesto, la pobreza.

Alexander nació en un medio infame, en Florence, Alabama, en mayo de 1940. Un estado en el que los negros sólo podían aspirar a ser pobres, ligeramente por encima de la indigencia. Así creció Arthur como hijo de un músico y cantante de blues y góspel, que no quería lo mismo para su vástago. Pero el joven se empapó con aquella música que hacía su padre y con la que escuchaba en la radio (hillbilly y country). Sin estudios, tuvo que ganarse la vida en trabajillos diversos por las mañanas y cantando en bares durante las noches.

De esta manera se encontró un día con Rick Hall, un joven productor independiente que acababa de montar un estudio de grabación (FAME) en un viejo almacén de tabaco en la cercana localidad de Muscle Shoals. Alexander le confesó que tenía algunas canciones y Hall le pidió que le cantara algunas de ellas. Fueron al bar del hotel, Hall les dio una propina a los músicos de la casa para que acompañaran a Alexander. Cuando éste terminó de cantar “Anna” El productor se quedó callado para luego afirmar: “Tenemos un éxito”.

POÉTICA DEL NOMBRE (II) (FOTO 2)

Ahí, en el corazón de Muscle Shouls se acababa de inventar el country soul, el soul sureño. “Anna” fue una de las primeras grandes baladas soul, incluso está más cerca de un tiempo-medio que una balada lenta. Al igual que varias de las canciones de Alexander, llegaría a ser más famosa en versiones  hechas por otros artistas que en su propia interpretación original. Aunque en realidad tuvo cierto éxito cuando se publicó por primera vez en 1962, llegando al lugar 68 en las listas pop y en el 10 en las de R&B.

La derrama artística de Arthur Alexander, sin embargo, va más allá de las versiones que grandes estrellas hicieron de sus canciones, su legado se muestra en la influencia que tuvo en esos grupos y cantantes y en la propia historia del soul sureño. Su estilo era cálido y acogedor. “Sus canciones parece que te arropan como una manta suave durante una noche fría”, dijo alguien sobre él.

Con el uso de esta materia prima, el rock británico aprovechó la oportunidad  para su propia fundamentación. Integró su versión de ambas músicas con base en los conceptos particulares sobre ellas y su cotidianeidad. No habría rock en la Gran Bretaña sin la música negra.

Y esa deuda sus adalides la han pagado con divisas ontológicas en forma de referencias, citas y mágicos cóvers. Históricos, la mayoría de las veces. Que exponen sus raíces, sus emocionados descubrimientos y apegados acercamientos estilísticos para luego encarar su propio desarrollo.

POÉTICA DEL NOMBRE (II) (FOTO 3)

Los Beatles, lo hicieron con esa pieza. “Anna” era uno de los temas favoritos de John Lennon, de tal manera que formaba parte del repertorio regular de sus actuaciones de fogueo tanto en Hamburgo como en Liverpool. Como consecuencia estaba pulida en el estilo beatle y por ello fue grabada e incluida en su álbum debut, Please Please Me.

 La pieza escrita e interpretada originalmente por Arthur Alexander había sido lanzada como single en septiembre de 1962. La versión realizada por el Cuarteto de Liverpool fue grabada en febrero del siguiente año, casi enseguida. Resaltó su valor como un excelente y auténtico cóver. Uno que evidenció con su revisitación el cambio de época.

“Los Beatles estábamos buscando nuestro sonido y ahí apareció el rhythm and blues lleno de soul. Eso es lo que solíamos escuchar entonces y es lo que queríamos hacer. Estábamos fascinados por esa música negra y para nosotros la cima de todo aquello fue Arthur Alexander”, confesó Paul McCartney.

George Harrison se encargó del riff, Ringo lo hizo con un fuerte beat y John Lennon llevó la voz cantante en ella (le añadió un dolor tortuoso que no está en el tema original). El crítico musical Ian MacDonald dijo, a su vez, que sonaba como “un joven apasionado intentando dominar con su voz una canción de hombre”.

POÉTICA DEL NOMBRE (II) (FOTO 4)

Arthur Alexander, el creador de la canción (en la que volcó todas sus influencias), se convirtió en el primer cantante de Alabama en entrar en las listas de éxitos y en un cantautor prestigioso que escanciaría su talento en un sinnúmero de piezas memorables.

Tanto que pocos meses después los Beatles harían su versión, como ya se vio, y con el paso del tiempo infinidad de intérpretes. Entre ellos destaca la que hizo Roger McGuinn (nacido en Chicago como James Joseph McGuinn III el 13 de julio de 1942, y conocido a la postre como Roger McGuinn) para el tributo que el sello Razor & The Music antologó con material del compositor.

McGuinn era un músico de folk formado en su ciudad natal, que antes de intentar una carrera por su propia cuenta interpretaba canciones de los Beatles en los cafés neoyorquinos del Greenwich Village. 

Inspirándose en George Harrison por su innovación en el tema “A Hard Day’s Night”, McGuinn decidió entrar al mundo del rock con una guitarra eléctrica de 12 cuerdas. Y lo hizo con The Byrds, los cuales inauguraron una nueva corriente rockera, el folk-rock, y se constituyeron en una incomparable agrupación que denotaba la influencia evidente de Bob Dylan, el estilo de los Beatles, el country and western y el rhythm and blues, con lo cual originaron lo que se denominaría el nuevo rock estadounidense.

Con la resonancia de la Rickenbancker de 12 cuerdas de McGuinn, también cantante principal, y una compleja armonía instrumental y vocal los Byrds marcaron un nuevo sonido y se dieron a conocer al mundo. La belleza de cuerdas y canto está presente en la versión de “Anna”, el tributo que McGuinn le brindó a Artur Alexander.

VIDEO SUGERIDO: Anna (Go To Him), YouTube (Te Beatles)

Exlibris 3 - kopie

LA POÉTICA DEL NOMBRE (I)

Por SERGIO MONSALVO C.

POÉTICA DEL NOMBRE (I) (FOTO 1)

“GLORIA”

El nombre de una persona dicho por otra siempre será diferente. ¿Por qué?

Porque lo pronunciará de manera distinta, se percibirá de manera distinta, se imaginará de manera distinta y se utilizará de manera distinta. Todo ello constituirá la poética del nombre. Y como ejemplo están las canciones que llevan uno por título, se han vuelto populares y han recibido el honor de la versión en la mejor acepción de la palabra.

La versión es un término (y un campo de acción) muy amplio. A menudo los escuchas piensan, de manera muy reduccionista, que versionar es sólo cantar canciones que otros cantaron antaño. Sin embargo, no es tan simple. En una versión, no se trata de hacer una vil copia, sino de arreglarla de una nueva manera. De deconstruir la pieza original y reconstruirla con otros elementos.

En un mundo en el que la memoria es un valor a la baja, a veces de lo que se trata al hacer una versión es de recuperar un tema olvidado, pero aún reconocible, y se hace por distintas razones. Por ejemplo, si es una pieza que le gusta particularmente al artista y quiere hacer su versión, su interpretación de la misma, rendirle tributo de esa manera.

Por eso mismo nadie puede rebajar a reproche esta declaración tributaria, salvo en el caso de una vulgar fotocopia, pues gracias a dicho tributo nos ha sido dado disfrutar de un nuevo estrato para la canción recurrente. Es un estadio nuevo para una canción previamente grabada, es decir: otro rubro en el quehacer cultural.

Y si la versión funciona, el efecto puede ser muy grande y abrir otros horizontes, nuevos puntos de vista, crear una estética distinta. Si hacer versiones buenas fuera tan poco creativo “Hound dog” sería aún un rhythm & blues lento y no el rock and roll del preludio; “That’s all right mama” se hubiera quedado en el country sin evolucionar hacia el rockabilly y “Louie Louie” hubiera quedado como una canción caribeña que solo conocería un puñado de personas, y no una piedra fundamental del rock de garage, por mencionar algunos ejemplos históricos.

En cuanto a los nombres, una muestra clásica sería la pieza “Gloria” de Van Morrison. Al respecto de ella, convendría primero dar una explicación digamos anatómica sobre su pronunciación: comenzando por el chasquido consonántico al principio del nombre. Ahí la punta de la lengua se encoge bruscamente bajo el paladar y hace un “klo”, como al abrir algo. Puede ser un sonido muy fuerte y atraer la atención de quien lo escucha. Es el llamado chasquido palatino que se hace con toda la lengua en un movimiento casi vertical que acabará con una clara y anhelante exhalación.

POÉTICA DEL NOMBRE (I) (FOTO 2)

Una vez dicho esto, pasemos a la versión original y posteriormente a la poética de la representación. En ese primer ámbito se puede encontrar solaz y certidumbre, avidez y deseo. La satisfacción que puede brindar un encuentro afortunado con una mujer con tal nombre, brinda en el original de Van Morrison ese momento que quema con la exaltación del enamoramiento lascivo ya detectado y la concentración en su disfrute.

Dominando la guitarra y el sax tenor, Van Morrison (Belfast, Irlanda del Norte, 1945) destacó en su ámbito local lo que le permitió integrarse a las bandas más conocidas de la zona. Luego le dio por viajar. Compuso «Gloria» mientras tocaba con The Monarchs en Alemania durante una estancia veraniega en 1963, cuando tenía dieciocho años de edad.

Morrison comenzó a interpretarla en el Maritime Hotel cuando volvió a Belfast y se integró a The Gamblers para  luego formar finalmente el grupo Them, con Billy Harrison (guitarra), Alan Henderson (bajo), Ronnie Milligans (batería) y Patrick John McCauley (en los teclados).

Durante las presentaciones que tenían, Van añadía versos a voluntad, improvisando la letra y alargando la interpretación hasta los quince o veinte minutos. Tras firmar un contrato con el sello Decca, el grupo se trasladó a Londres donde realizaron una sesión de grabación el 5 de julio de 1964 en  el Decca Three Studios de West Gampstead. El grupo grabó «Gloria» junto a otras seis canciones.

A la par de los miembros del grupo, el productor, Rowe contrató a músicos sesionistas como Arthur Greenslade, Jimmy Page y Bobby Graham por considerar que los miembros del grupo eran aún muy bisoños. El sencillo que seleccionaron como debut, y que llevaba por título The Angry Young Them, contenía «Baby Please Don’t Go», por un lado, y «Gloria», por el otro, los lanzó a la fama.

La letra nos habla de una joven que no es muy alta y más bien fiestera, y que cuando llega a la casa de quien narra y sube a su habitación, le muestra todas sus habilidades amatorias, que resultan muy satisfactorias para el protagonista. Lo hace sentir tan bien que lo lleva a la Gloria (Morrison juega todo el tiempo con los significados de esta palabra, incluso en el del latín).

La composición musical es un rock clásico con la guitarra y su legendario riff, un bajo marcando un ritmo pulsante que nunca varía los tres acordes, usando sólo cambios dinámicos para aumentar la tensión, mientras la batería y el órgano Hammod al fondo sirven de acompañamiento a la poderosa voz del cantante.

Like to tell you ’bout my baby,

you know she comes around,
just ’bout five feet four

a-from her head to the ground.
You know she comes around here

just about midnight,
She make me feel so good, lord,

she make me feel all right.
And her name is G-l-o-r-i-a,
G-l-o-r-i-a, Gloria
G-l-o-r-i-a, Gloria

I’m gonna shout it all night: Gloria
I’m gonna shout it every day: Gloria
Yeah yeah yeah yeah yeah yeah.

POÉTICA DEL NOMBRE (I) (FOTO 3)

Debido a su sencilla estructura el tema fue fácil de aprender y la canción se convirtió al poco tiempo en un tema básico del rock de garage y parte del repertorio de otras bandas de rock. Desde entonces ha sido versionada por centenares de grupos, destacando mayormente las interpretaciones de los Doors y la del Patti Smith Group.

Si en el caso de Van Morrison lo que implica la canción es la pulsión y el ardor sexual de un adolescente, el de obtener satisfacción para sus necesidades carnales, en la situación de las versiones hechas por los grupos mencionados el significado de las imágenes de los líderes de ambas bandas tiene una gran importancia su peso icónico: Jim Morrison y Patti Smith.

Hay, en estas figuras, una gran significancia tanto en la voz que canta, la mano que escribe, como en el cuerpo del que interpreta. Si tal hecho se percibe, habrá un par de valores agregados a la versión: el reconocido intelecto de ambos personajes, así como su proyección sexual pública.

Y, si así sucede, el escucha atento no podrá hacer otra cosa que rehacer su propia tabla de evaluación sobre la canción, ya que en la relación con tales figuras entrará el elemento erótico de la reescritura de la pieza, sumado a un tema ya de por sí libidinoso.

El rock forma parte de la tradición romántica que se regocija con el impulso sexual como principal ingrediente de la energía que arroja de sí las limitaciones en su búsqueda del infinito. Muchos de los excesos sexuales retratados por el rock alcanzaron un nivel de extravagancia orgiástica en el caso de Jim Morrison, que en la dirty version que hace de “Gloria” se explaya en ello.

POÉTICA DEL NOMBRE (I) (FOTO 4)

Patti Smith, por su parte, representaba, en el momento de rehacer el tema, una nueva forma femenina, que coqueteaba con la androginia, con la libertad artística, con el poder del rock apoyando la palabra poética escrita y dicha y viceversa. Todo esto mostrado en un nuevo escenario musical: el punk. Una revolución en marcha, que utilizaba con ella la imaginería erótica para fundamentar una estética diferente, poderosa y sensual.

VIDEO SUGERIDO: Patti Smith – Gloria (1979) Germany, YouTube (PretzelFarmer)

Exlibris 3 - kopie