LONTANANZA: LA VIGENCIA DE LO OCULTO

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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El verano pasado, entre vacaciones y trabajo, lo pasé en Estonia, en Tallín su capital y en algunas otras localidades portuarias del mismo país báltico (Haapsalu, Kärdla y Pärnu). En Tallín, durante una caminata por las calles peatonales del centro de la ciudad, plagada de turistas nórdicos principalmente, me detuve en la terraza de un restaurante para tomarme una cerveza Saku.

Mientras leía un poco de la historia del país en el que tendría que estar un par de meses, repasé la cantidad de invasiones y diversas culturas que han participado en su formación que se remonta al inicio del siglo XI a de C., desde grupos y pueblos prehistóricos, pasando por el nazismo, hasta su independencia de los soviéticos en la última década del siglo XX. Toda clase de religiones paganas y cristianas han permeado su cultura, lo mismo que el  comunismo, todo lo cual es manifiesto en su arquitectura, pero no solamente.

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Estaba en esas cuestiones, cuando un tipo joven, vestido de negro y con una camiseta de llamativa imagen impresa se paró junto a mí y me preguntó si quería comprar uno de los discos que vendía. “Mi grupo y yo estamos difundiendo la trascendencia espiritual de nuestra mitología con la música para iluminar al mundo”, me dijo. Podía ser  interesante, así que lo invité a sentarse y a tomarse algo. Lo hizo. Le pidió al mesero un té de eucalipto.

Antes de que me soltara su discurso le dije que tenía que resolverme primero cuatro preguntas: ¿qué? ¿quiénes? ¿cuándo? y ¿cómo? y después hablar de lo que quisiera y, además, le pregunté si podía grabar lo que dijera. Me afirmó con la cabeza y empezamos.

“Somos un grupo de rock independiente –subrayó–. Nos llamamos Illumenium. Es un nombre que surgió de la conjunción de las palabras “Illuminati” y “Millenium”, una inspiración surgida en un momento secreto del universo. Somos los iluminadores del milenio, con un nuevo mensaje. Llevamos lo inexplicable a los no iniciados (esos que sufren la incertidumbre por lo desconocido –me dijo–). Nuestra música es una amalgama de diversas corrientes del rock: hard, metal, punk y post-grunge, unida a lo esotérico

“Al grupo lo formamos seis músicos, pero en realidad hay más integrantes en la Orden, los que producen, los que diseñan y los que enseñan las prácticas espirituales y filosóficas y los que descubren los poderes latentes en el ser humano: Kari Kärner en la voz, Andre Kaldas, en los gritos y gruñidos, Grigori Rõžuk en la guitarra, Kevin Presmann en la batería, Alo Puusepp en el bajo y Artjom Jevstafjev en los demás instrumentos –no aclaró cuáles–.

“La mayoría procedemos de una banda anterior, Defrage, que se fundó en Pärnu en el 2007. Tocábamos básicamente heavy metal. Grabamos un par de EP’s y otros tantos álbumes. Pero uno de nuestros integrantes murió, así, de repente. Pasamos un tiempo de desconcierto, hasta que supimos que practicaba las artes oscuras, por lo que acudimos a un chamán de nuestra ciudad para saber por qué había sucedido aquel fallecimiento.

“Él nos explicó el incidente (cosa que no te puedo decir –afirmó–), pero además con adivinación nos reveló nuestra misión y destino y entonces decidimos cambiar de nombre. Algunos se fueron –no creían ser capaces del cambio– y otros llegaron –para ayudar–. La concepción musical ya no sería la misma, aunque conserváramos parte del material anterior. Agregaríamos géneros y modos distintos. Así surgió Illumenium, en el 2014, en octubre, el mes mágico.

“Procedemos de una milenaria cultura que vivió en Pulli hace 11 mil años, en el momento en que todos los dioses vigentes se reunieron ahí para construir la ciudad más grandiosa y al mejor hombre. Sin embargo, habían dejado de convocar al creador del Mal, que se presentó con sus pájaros de fuego cuando todo aquello estaba en su esplendor. La única manera de evitar la destrucción fue cubrirlo todo con agua y así tal esplendor quedó sumergido en las profundidades del mar.

“Algunos escogidos fueron enviados a divulgar el conocimiento por toda la Tierra. Nuestro clan permaneció cerca del sitio original en un lugar llamado Sinti y desde entonces nos hemos dedicado a hacerlo con la música a través de las épocas. En ésta –inicio de un nuevo ciclo cósmico— lo hacemos como Illumenium.

“Al principio te dije que somos un grupo independiente. Eso quiere decir que no tenemos patrocinadores, no tenemos contrato con ninguna compañía discográfica y todo el trabajo lo hacemos los miembros, desde la concepción de la música hasta la distribución de los discos que llevamos a cabo de ésta manera, acercándonos a la gente y ofreciéndolos por lo que nos quieran dar por ellos. Así sufragamos la gira ininterrumpida en la que estamos inmersos desde el 2015 y con lo ganado por los conciertos que damos reunimos el dinero para la siguiente producción. Hemos publicado dos álbumes, Towards Endless 8 y Gehenna [aquí me anunció que el siguiente sería Underdogs, con otro sonido llamado Hop Hip y aparecería próximamente]. Esa es nuestra historia hasta ahora”.

Le compré los dos discos por el mismo precio que hubiera pagado en una tienda por ellos. No tenía ni idea de cómo sonaran, solo la vaguedad del heavy metal y algunas asociaciones semejantes, pero tenía curiosidad por escucharlos y mi romanticismo quiso colaborar con su espíritu pagano y alternativo, sus legados punk y con su imaginería, un aglomerado de leyendas, regadas con un discurso de vocabulario cuidado y selectivo, que evidenciaba lecturas y conocimientos varios. Ahora sé que en Estonia la historia del rock con lo oculto tiene una secta más, nada clandestina y que, al menos, no busca acabar con el mundo, sino hacer emerger el suyo.

VIDEO SUGERIDO: ILLUMENIUM – MY CHILDREN, YouTube (ILLUMENIUM MUSIC)

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JAZZ: JOHN COLTRANE (II)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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THE CLASSIC QUARTET

Motivo de fiesta es la salida de un buen disco de jazz. Lo es doblemente cuando se reúnen muchos álbumes excelentes y se les compacta en una caja. Además del sonido tenemos una obra de arte del diseño. Esto sucede con la compilación de ocho discos que lleva por nombre Coltrane – The Classic Quartet – Complete Impulse Studio Recordings (1998).

De la asociación con algunos de los mejores y más individualistas músicos de jazz –McCoy Tyner (piano), Jimmy Garrison (bajo) y Elvin Jones (batería)– fue que John Coltrane encontró la perfecta otredad, la tensión y la electricidad que conlleva esta clase de sentimiento, la elevación de esta clase de sentimiento.

Los largos solos, los hetorodoxos lamentos, los tonos duros, los veloces cambios de ánimo, la urgente turbulencia modal y de improvisación indicaban la naturaleza de su espíritu impaciente: «Busco lo que no haya sido tocado antes», dijo en alguna ocasión.

Su exploración y la riqueza de la aventura están plasmadas en esta caja de ocho discos, un auténtico tesoro de sonidos, en mucho la esencia del jazz contemporáneo.

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En estas grabaciones realizadas entre 1961 y 1965, queda asentado gráficamente el cambio de los tiempos. El inicio de la década de los sesenta que revolucionó toda cuestión humana. El jazz tuvo en Coltrane a uno de sus mejores adalides en este sentido. John personificaba al joven músico que, buscando un estilo personal, hizo lo posible por establecer su arte con validez, individualidad y realismo. Se arriesgó al forjar un estilo en el cual desafió las formas tradicionales.

A su labor como instrumentista (enérgico, sensible, vanguardista y siempre experimentador) se une la de compositor y arreglista, con resultados de fuerte impacto emocional. De Coltrane, en ese periodo (el primer lustro de los sesenta), sólo podía esperarse lo inesperado.

Y en esa aventura revolucionaria lo siguieron músicos de talento semejante, auténticos compañeros de viaje. McCoy Tyner, el pianista, proporcionaba a Coltrane la plataforma para emprender el vuelo, además de realizar sus propias exploraciones con técnica soberbia. Elvin Jones, el baterista, con su portentosa habilidad para mezclar y resolver los ritmos. Según Coltrane, «tenía la capacidad de estar en tres sitios a la vez».

Y Reggie Workman, el bajista, cuya imaginación dotaba a cada uno de su individualidad. En el cuarteto clásico de Coltrane, cada miembro desarrollaba su voz propia en el instrumento, sin apoyarse en otro; el grupo actuaba recíprocamente, proyectándose en la música como una ola unitaria.

Coltrane – The Classic Quartet… es un banquete sonoro, la historia documentada de una nueva forma de mirar al mundo, el trazo de una vía hacia una realidad mejor.

VIDEO: John Coltrane Quartet – Ballads – You Don’y Know What Love Is, YouTube (The Pleasure of Jazz)

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ARTE-FACTO: NOTICIAS DEL HYPERIUM (II)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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En 1991, pues, se fundó Hyperium, por medio de un nuevo contrato de distribución con Rough Trade en Alemania. El sello representó un espectro desde el pop etéreo hasta impresionantes sonidos electrónicos. A partir de ahí, editaron centenares de discos. Tuvieron temporadas con muchas producciones. Ello ocurrió por varios motivos, aunque no a que estuvieran ganando dinero.

Debido al hecho de que vendían entre mil y 2 mil copias de cada trabajo y de que invertían dinero en la promoción, los carteles y el diseño, entre otras cosas, no ganaban mucho por cada álbum. Sin embargo, la empresa creció, contrató a más gente y necesitaban mayores ingresos, así que produjeron más discos, para vender más copias de cada uno.

Cuatro años después de fundada, trabajaban seis personas en la compañía y necesitaban dinero para continuar. Como sus grupos no eran comerciales ni populares, había que hacer más ejemplares, en lugar de vender uno solo 20 mil veces (lo cual hubiera sido asombroso). Sus grupos más representativos eran en ese momento Love is Colder Than Death, Stoa y Calva y Nada, que vendieron entre 4 y 8 mil copias por álbum. Los demás títulos se quedaban entre mil y 2 mil.

La agrupación más importante de la disquera a la postre fue Project Pitchfork, que luego se cambió a SPV. Editaron cinco álbumes del grupo, pero no ganaron mucho, porque las licencias eran muy caras, y los costos de promoción, inmensos.

Otra razón por sacar muchos discos era que a Rosch le encantaba producir buena música y se dio la oportunidad de hacerlo, así que lo hizo. Sin embargo, tiempo después volvieron a reducir el volumen editado, porque la imagen de la compañía se comenzó a exportar a todo el mundo y quisieron promover a los grupos para lograr ventas más grandes, ya que habían construido la base.

A la disquera le resultaba sumamente importante editar sonidos muy diversos, saltar de un estilo musical a otro. Al fundar la compañía, Rosch editaba todos los estilos musicales bajo un solo sello, pero ese enfoque fracasó desde el punto de vista del mercadeo, porque nadie pudo identificarse con él. Empezaron a establecer subsellos diferentes para los diversos estilos musicales y así pudieron promoverlos mejor, porque el mercado del techno era completamente distinto del orientado a lo gótico etéreo, etcétera.

El diseño de los álbumes fue particular para cada sello, es decir, el diseño de Hyperium tenía una orientación etérea, el de Hypnotism se inclinaba por lo ambient e intelectual, y el de Hypnobeat, hacia lo electro. Trabajaron con los artistas sobre la base de la confianza. Al recibir demos que les gustaban, le brindaban apoyo pleno a su música. Se metían al estudio solos, sin productor asignado por Hyperium a menos que lo pidieran. Gozaban de plena libertad musical. No buscaban música que les diera buenos resultados comerciales. Sacaban aquello con lo que podían identificarse.

Desde luego pensaban que su material –sobre todo el proyecto Heavenly Voices— sí le podía gustar a mucha gente, no sólo a los de la escena misma, pero costaba mucho trabajo entrar al gran mercado, porque su presupuesto para la promoción era pequeño y no les permitía colocar anuncios en las revistas grandes de música.

VIDEO: CALVA Y NADA – Paradies!? (“Días Felizes” – 1991), YouTube (komakino)

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SIGNOS: ROCK AND ROLL: MITO Y ORIGEN (I)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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Todo mundo sabe que el rock & roll tuvo sus orígenes en África. Los colonizadores saquearon las aldeas de los wolof, los ibo y los yoruba y se llevaron a sus pacíficos habitantes hacia el cautiverio en el Nuevo Mundo. Sobre las orillas del río Mississippi y privados de su cultura nativa, los esclavos recrearon bajo el sudor de la servidumbre la música de la que disfrutaban en el Congo o Senegal o de los territorios de la costa occidental africana.

Era una música de cuerdas y percusiones, de instrumentos exóticos como el balafo, antecedente del xilófono y del tambor de acero. Pero más importante aún es que era una música que combinaba los éxtasis sensuales de sus espíritus puros con los dolores ahogados de la brutal opresión de que eran víctimas.

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El Delta es la raíz y el Mississippi el tronco para el florecimiento de la música africana en los Estados Unidos. Nutrida en el Delta, sí, pero oponiéndose al flujo del río para avanzar hacia el Norte. Adoptada por las clases trabajadoras blancas en el corazón industrial del Oeste Medio, y luego conquistando los gustos populares de la nación.

El rock siguió la misma ruta. Surgió del corazón de los antiguos estados confederados y subió por el río antes de extenderse por todo el mundo. Pero los comienzos fueron espinosos.

VIDEO: Charlie Patton – Spoonful Blues (Delta Blues 1929), YouTube (minutegongcoughs)

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PLUS: MARILYN MONROE (POESÍA EN FRAGMENTOS)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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Al erotismo regularmente se le ha representado con la imagen de una mujer. Pero no cualquier mujer. Debe ser una que, según la época, dé un nuevo sentido, siempre más audaz, a dicha manifestación.

Lo que se valora en esta mujer símbolo es su poder sugerente hacia un público admirador que se recrea en el disfrute de ese ser supremo, el cual pone a funcionar los resortes de la pasión en incansable fuga de las demás cosas.

Un símbolo así es la presencia materializada de Eros. Y todos los adoradores buscarán acercarse a la deidad encarnada para el consumo ilimitado de la imaginación y la fantasía.

Su imagen, entonces, se cultivará tanto de manera externa como en la intimidad, convirtiéndose en objeto de culto del cual cada uno querrá por lo menos apropiarse de una parte.

De entre millones de mujeres surge una sola que es diferente. Como Marilyn Monroe, que es símbolo y excepción en la cultura contemporánea: un icono que pertenece a todos.

Ella fue una criatura extraña e impetuosa que tuvo la capacidad innata de proporcionar una visión fulgurante del placer con su realidad carnal y de proyectar esa imagen de sensualidad que pide la vida ordinaria.

Ella fue el sueño sexual insatisfecho, inalcanzado, que hay en todos y que sólo existe a través de cada uno. Su figura continúa siendo hoy la respuesta por antonomasia del deseo hacia lo que el cuerpo quiere, y su muerte sólo sirvió para perpetuarlo.

El escritor Ricardo Garibay lo dijo atinadamente: “Con la Monroe se nos murió un afán que ella satisfacía puntual desde los calendarios. Era una túrgida sedienta y ahíta realidad vivida dentro de cada uno de nosotros. No acabaremos de llorarla”.

Y así ha sido. La música como la poesía no se cansa de recordarla y de hacerla referencia, proyección o tragedia. En el primer caso va de The Distillers con “Gypsy Rose Lee”, Jay-Z y su “Hollywood” o Billy Joel en “We Didn’t Start the Fire” hasta The Kinks en “Celuloid Heroes”, las Spice Girls con “The Lady is a Vamp” o Lady Gaga con “Dance in the Dark”; en el segundo término con Tori Amos y su “Father Lucifer”, Bryan Ferry en “Goddess of Love”, Madonna en “Vogue” o los Stereophonics con “She Takes Her Clothes Off”.

La parte trágica del mito ha sido asumida por gente como The Misfits con el tema “Who Killed Marilyn?” (incluso tomaron su nombre de una película que ella protagonizó), Michael Jackson en “Tabloid Junkie”, Elton John con “Candle in the Wind” o el grupo Suede en la pieza “ Heroine”.

…se sostuvo a sí misma
se agarró con fuerza durante el vendaval
se quemó en las crepitantes llamas

(“Life”, M.Monroe)

Asimismo, hay tres óperas que versan sobre ella: dos con su nombre, Marilyn (de Lorenzo Ferrero, una, y de Ezra Laderman, la segunda), y una tercera y quizá la más sobresaliente por su gran manejo temático: Anyone Can See I Love You, con textos de la poeta M. Bowering y orquestación del compositor y músico inglés Gavin Bryars.

Entrados ya en la poesía, ha habido muchos bardos que le han dedicado poemas o libros enteros a su trágica vida: Judy Grahan, Delmore Schwartz, Ernesto Cardenal, Steven Berkoff o Norman Rosten, por mencionar algunos.

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Del último señalado es el poema “Who Killed Norma Jean?” (verdadero nombre de la actriz), que a su vez musicalizó Pete Seeger y que Bob Dylan dio a conocer mundialmente: “¿Quién la vio morir? / ‘Yo’, respondió la noche. / ‘Yo y la luz de un dormitorio. Nosotras la vimos morir’/ ¿Quién recogerá su sangre? / ‘Yo’, respondió el fan. / ‘Con mi pequeño caldero, Yo recogeré su sangre’.

De sangre y carne estaba hecha la naturaleza de Marilyn. Y ella lo sabía: «El sexo forma parte de la naturaleza y yo me llevo de maravilla con la naturaleza», dijo.

El sexo era público y la sangre privada. Y ésta quedaba impresa en (lo que ahora se ha descubierto) gran cantidad de poemas también escritos por ella y hoy publicados con el título en español de Fragmentos (en la editorial Seix Barral).

Los editores del libro –Stanley Buchtahl y Bernard Comment– han dicho lo siguiente: «Algunos de estos textos darán lugar a interpretaciones y comentarios. Pero no hay en ellos nada sucio, ni de baja estofa, nada de chismes. Intimidad sin exhibicionismo, medición sísmica del alma».

Marilyn era eso, un mito con alma que escribía sobre sus emociones obsesivamente –depresiones, tristeza o soledad– en todo papel que tuviera a la mano mientras trabajaba o no.

Pero ¿cómo podía sentirse sola la mujer más adorada del mundo?, se pregunta uno. Sin embargo, ella vivía ese sentimiento como una desgracia inexorable: «¡¡¡Sola!!! / Estoy sola-siempre estoy / sola / sea como sea».

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Físicamente, este símbolo sexual era (es) un espectáculo revolucionario en varios sentidos. Por un lado, suntuosa demostración del sex appeal (el guiño de los ojos, la mirada directa, la expresión divina, la voz ardorosa, la turgencia y generosidad de los senos, el movimiento invitante de los labios, los gestos de sus caderas lujuriosas, su vestimenta adherida al cuerpo, el diseño de su boca, el lenguaje de su piel, el imaginado aspecto del sueño libertino…) Y, por otra parte, el apremio de los brazos implorantes, el eterno gesto de avidez, desesperanza e inocencia.

A Sorry Song

I’ve got a tear hanging over
my beer that I can’t let go.
It’s too bad
I feel sad
when I got all my life behind me.
If I had a little relief
from this grief
then I could find a drowning
straw to hold on to.
It’s great to be alive.
They say I’m lucky to be alive it’s hard to figure out –
when everything I feel – hurts!

(M.Monroe)

Tras leer sus escritos surge la razón de Norman Mailer, cuando dijo que Marilyn era en realidad una poeta tratando de recitar acerca de sí misma a mitad de la calle, mientras la multitud lo único que quería era arrancarle la ropa.

VIDEO: marilyn monroe the subway scene (the seven year itch 1955), YouTube (Memories Of Marilyn Monroe)

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ELLAZZ (.WORLD): JULIETTE GRÉCO

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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La mayoría de los standards más populares son canciones de amor. Tratan acerca del amor buscado, del requerido, del encontrado o del que se ha perdido. En tan sólo tres o cuatro minutos, lo que duran, hay verdaderos cuadros dramáticos, muchas veces cargados de ingenio y de sabiduría, al respecto.

En ellos se canta al amor como una cosa con poder y misteriosa a la que todos pretendemos conocer. Dichos temas nos pueden recordar pasajes de nuestras vidas, de nuestras tribulaciones en los malos tiempos o de las alegrías en los buenos.

Tales canciones nos suministran también un lenguaje para expresar nuestras esperanzas y sueños, y también nuestras sombras. Sin embargo, generalmente, a estos temas no se les considera poesía sino letras (lyrics), puesto que tienen otro fin como escenario, pero cuando han sido escritas por un poeta la cosa cambia, como en el caso de “Les Feullies Mortes” (“Autumn Leaves”, en inglés, “Las Hojas Muertas”, en español), hecha por Jacques Prévert.

Éste, fue un poeta, autor teatral y guionista cinematográfico francés (nacido en 1900 y fallecido en 1977) que utilizaba las figuras retóricas o de repetición para trastocar el flujo convencional del lenguaje. Su poesía recurría muchas veces a dobles significados e imágenes insólitas con efectos inesperados, con un humor a veces negro y a veces erótico.

“Les Feullies Mortes” (“Las Hojas Muertas”) es una canción plena de melancolía, un sentimiento que está presente en su melodía escalonada, en su armonía en tono menor y en el ritmo pausado en que se desarrolla esta balada. Su letra habla de un otoño gris, de las hojas muertas que caen de los árboles trayendo el recuerdo de unos besos idos, habla de un amor ausente y de unos días largos y vacíos.

En el campo del jazz, con sus 32 compases los músicos pueden improvisar sin mucha dificultad gracias a que la escala de Mi Menor es constante y fácil de digitar para la mayoría de los instrumentistas o crear la atmósfera para acompañar a cantantes (hombres o mujeres) que la interpreten.

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Debido a ello existen muchas versiones de este tema clásico, de entre las cuales destaca la de una de las mayores embajadoras de la canción francesa, Juliette Gréco, que en su voz se fundían los nombres de los grandes compositores y escritores del siglo XX.

Su estilo era una mezcla de gravedad y ligereza exhibida a lo largo de siete décadas sobre los escenarios. Un estilo que hizo historia. Juliette Gréco falleció el 23 de septiembre del 2020.

La pieza “Les feuilles mortes” (“Las Hojas Muertas”) representa la conjunción de la poesía de Jacques Prévert y la música de Joseph Kosma, la cual dio como resultado una de las cimas de la canción del siglo XX. El tema viajaría en la voz de diferentes intérpretes como canción estandarte, pero Juliette Gréco la acabó de entronizar como gran himno romántico del París de postguerra. Johnny Mercer trasladó los versos de Prévert al songbook estadounidense, como «Autumn Leaves» y la canción se hizo eterna en las voces de los crooners y los músicos de jazz.

La de Juliette Gréco (nacida el 7 de febrero de 1927, en Montpellier) fue una de las voces más señaladas del existencialismo llevado a la música durante fines de los cuarenta y los años de la década siguiente. El jazz y el pop francés se fusionaron aquí para lanzar al mundo los principios de la filosofía nihilista de la posguerra.

La época en la que se ubican la canciones interpretadas por esta cantante está marcada por la estrecha amistad de la intérprete con el padre de dicha filosofía, Jean Paul Sartre. Temas como “Les Feuilles Mortes”, evidencian el acercamiento. Por otro lado, la influencia de Miles Davis, inmerso en esos momentos en el estilo cool (y con quien mantuvo una relación romántica), también es patente en los arreglos musicales.

Por otra parte, la Gréco estuvo siempre en contra las trampas de la nostalgia- «Yo no siento nostalgia, tengo seres vivos que viven junto a mi corazón», dijo-. De esta manera la cantante proclamó y afirmó con vehemencia su presente. Gréco nunca perdió su actitud desafiante y el espíritu insumiso que la caracterizó, y que sobre el escenario acababa rindiendo al público.

Gréco siempre mantuvo su propia revolución personal, desde que en el París que la coronaba como musa del existencialismo y eterna dama de negro, mostró su espíritu inconformista, ese perfume de escándalo que la acompañó desde los primeros tiempos. Como el título de una de sus canciones, «Je suis comme je suis», siempre fiel a un estilo.

Con Gréco “Les feuilles mortes” (Las Hojas Muertas) se armaba de su vestimenta de coraje y de fuerza para interpretar el tema.

VIDEO: Juliette Greco – Les Feuilles Mortes, YouTube (hapasen)

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PRIMERA Y REVERSA: NEIL YOUNG (UNPLUGGED)

Por SERGIO MONSALVO C.

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Sin electricidad, quizá, pero dotado de un máximo de sensibilidad, Neil Young, un veterano íntegro del rock, demostró que «Unplugged» podía ser un sello de calidad.  Desde la selección misma de las canciones, entre ellas nuevos arreglos de clásicos como «The Needle and the Damage Done», «Helpless» y «Like a Hurricane», convirtió esta grabación de un concierto en una fiesta, y no sólo para los fans.

Por otra parte, el carácter de lo extraordinario fue otorgado a esta producción también por el alto nivel musical en el que durante 14 canciones se mueven el inspirado compositor Young y sus compañeros (entre otros, el guitarrista Nils Lofgren y el baterista Oscar Butterworth).

Todos los títulos son interpretados con el mayor cuidado por el grupo: aquí un delicado tono en el piano, allá una nota de bajo casi oculta, luego la cooperación sensible de todo el conjunto acústico.  Desde luego no falta tampoco Neil como solista, o sea, sólo la voz, la guitarra y la armónica.  Este álbum posee un encanto quebradizo al que es prácticamente imposible sustraerse.

VIDEO: The old laughing lady / Mr Soul Neil Young Unplugged, YouTube (David Seyer)

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MIS ESCRITORES MUERTOS: JOSÉ AGUSTÍN

Por SERGIO MONSALVO C.

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José Agustín (Guadalajara, Jalisco/Acapulco, Guerrero 19 de agosto de 1944- Cuautla, Morelos,16 de enero 2024) casi hubiera cumplido los 80 años de edad. Y siendo tan intenso como siempre.

Las técnicas narrativas de este autor desde siempre mostraron preocupación por el quehacer literario, en fases cíclicas que fueron de la sencillez hasta la extrema experimentación temática o estructural sin perder el hilo conductor que conectaba toda la obra. Tomó de la complejidad los mejores elementos para tornar de nuevo a la sencillez con mayor fuerza y compenetración.

En la narrativa y el ensayo de Agustín, el lenguaje fue la espina dorsal; la persecución y el conocimiento de los personajes a través de éste.  Un lenguaje que continúa poseyendo la carga completa de corrosividad, así como sus especiales significados más allá del tiempo, el cual le dio la verdadera carta de naturalización que siempre mereció, con vitalidad determinada y tino histórico vidente.

En una entrevista que le hice a fines de la década de los noventa para el primer número de una nueva publicación (El Perro Salado), le pregunté que le parecía el manoseo que se estaba haciendo, de parte del gobierno, de la historia de México, y esto fue lo que me respondió en aquel entonces:

“Mucha gente se ha dado cuenta, y entre ella también del gobierno, de la importancia que pueden tener no nada más los fenómenos de la cultura en general y cómo pueden incidir en los problemas políticos, sino ya muy específicamente de ciertas cosas que son determinantes, como la recuperación de la memoria y todos los procesos de trabajo histórico. De un tiempo para acá se han conocido gran cantidad de textos de primera línea e importancia que ponen la realidad tal cual es y con todos los hilos de los datos perfectamente establecidos. Esto ha resultado en una visión muy desmitificadora del Estado y del gobierno, lo cual ha incidido de manera directa en una toma de conciencia por parte de sectores muy importantes de la población en nuestro país. Por ende, la respuesta ha sido tratar de manipular más cada vez no sólo los procesos culturales, sino todos aquellos que repercutan en la toma de conciencia o en la posibilidad de actos concretos por parte de la sociedad. Se ha llevado a cabo una suerte de contrarrevolución cultural, para desmantelar, por una parte, toda la libertad de expresión que se había conquistado con sangre, con esfuerzos inauditos, con el objeto de recuperar el control de la información que se les está yendo de las manos a las autoridades, y para poder perfilar las cosas según sus necesidades. Por eso a ellos no les importa para nada maquillar la realidad. Son expertos en hacerlo. Maquillan las cifras electorales, las de la contaminación, las económicas. Hasta ellos mismos se maquillan para salir en la televisión. Por lo tanto, no me parece nada extraño que se hayan metido a manipular la historia, sobre todo a partir de los últimos años en que todo el trabajo de investigación que se lleva a cabo de la historia reciente y antigua ha sido más intenso. No podremos entender lo que está ocurriendo ahora ni lo que va a ocurrir si no sabemos qué nos ha pasado anteriormente”. Les suena a algo…

Ello mostró al escritor preocupado por su tiempo y circunstancia; por la exploración en sus libros del mundo de las clases medias mexicanas, de la adolescencia, juventud, drogas, esoterismos, alcohol, el sentido interno de la identidad, con sus melodramas, ambigüedades, miedos y absurdos; con personajes vivos al igual que el habla que les correspondía.

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Es por todo eso que una venerable anciana (siempre ha sido las dos cosas) lo odió y a sus semejantes (Gustavo Sáinz, Parménides García Saldaña y algunos otros por ahí), y con toda la mala intención del mundo les endilgó un epíteto peyorativo a lo que hacían(“literatura de la onda”), que con el tiempo paso de ser un insulto individual soterrado a un reconocimiento generacional, cuyos miembros desde entonces calificaron a Agustín de Maestro, y así se le saludaba en todos los lugares a los que llegaba.

Es por todo esto que yo, a mi vez, le tomé el gusto a la literatura. Agustín me la hizo reconocible, identificable con su cúmulo de transformaciones.  Su obra ha trascendido y se ha erigido en algo que abarca ya a varias generaciones; en algo que nos pertenece a todos los aparecidos en esta mitad del siglo XX.  El tiempo estuvo de su lado y del nuestro también.

Y si a él se le reconoce la ruptura en varios sentidos a nivel literario, igualmente es justo equiparar su labor en la apertura de nuevas sensaciones a nivel de otra estética que, aunque muy ligada al desarrollo literario y cultural de esta mencionada mitad del siglo, en su país de origen se le sigue viendo mal y negando la existencia por múltiples prejuicios e ideas anquilosadas. Me refiero a la estética rocanrolera que en forma semejante tuvo en Agustín a su precursor primigenio.

Agustín fue el iniciador de todo esto, y no desperdició oportunidad para asentarlo:  «A mediados de los sesenta me soplé mi primera nota roquera.  Fue sobre Dylan y `Like a Rolling Stone’.  De esa maniobra vine a ser el primero que escribía sobre rock en México con cierto enfoque crítico…», indicó en su momento.

Ahí fue cuando lo comencé a conocer y a leer, primero como articulista y, luego, como escritor de libros. En mi primera adolescencia, tenía bien marcados ya mis gustos y filias: el futbol, las chavas, la literatura y el rock and roll. A Agustín lo leía semanalmente en el periódico que mi padre compraba y devoraba lo que hubiera escrito sobre algún grupo o canción. Incorporaba toda aquella información a mi bagaje y lo incrementaba adquiriendo ese disco o los que mencionara, así como la obra de los autores que también citaba.

Así amplié mi mundo y llegué a los beats, a los simbolistas franceses y al nuevo periodismo estadounidense, que señalara, pero también a Gustavo Sáinz y a Parménides García Saldaña, quienes también me enseñaron otras formas de ver, leer y escribir.

Agustín lo hacía de manera intensa, con todo lo que escribía, era contagioso. Y con el tiempo igualmente me dediqué al periodismo literario y cultural, y también escribí libros y de tal suerte lo pude conocer personalmente, en las mesas redondas que compartimos (sobre rock y literatura), en las entrevistas que le hice, en las visitas a lugares de provincia donde nos invitaban a hablar sobre algo, en los conciertos en los que coincidíamos, como cuando vinieron los Rolling Stones por primera vez a México, y él llegó a las gradas de prensa con su computadora y se puso a escribir in situ la crónica de sus pareceres sobre aquello. Sí, era intenso y era contagioso.

Para Agustín era importante entonces comprobar varias cosas por parte del escucha, y edificó ciertas instancias al quehacer crítico sobre el género: que el rock debía sentirse auténtico, tener coherencia y sensibilidad artística; que tratara de expresarse a sí mismo; que existiera en él una verdadera unidad; que su mensaje estuviera en equilibrio con la música.

Pero igualmente, que se advirtieran en él las tendencias hacia una evolución; que su experimentación respondiera a verdaderas necesidades; que hubiera belleza en él (por terrible que fuera), que se percibiera una preocupación humana esencial; y en sus artistas, una visión del mundo, que existiera en ellos la honestidad, la autenticidad, la frescura, la claridad y el vigor necesarios.

Por supuesto, las mencionadas no son todas las condiciones que debe tener el buen rock:  hay muchas más, que surgen del contexto en particular del artista que lo exprese.  Y sobre ello, se extendió:  «El rocanrolero deberá desconfiar y luego mandar al carajo las corrientes en boga y abrirse:  aprender de todo, agarrarle la onda a la cultura porque eso lo eleva y enriquece…  El rock es algo muy complejo y en perfecta evolución:  no está yendo hacia la decadencia ni se ha estancado ni se acabó:  es un ondón que seguirá adelante adaptándose a los cambios tan radicales e imprevisibles de nuestro tiempo”, escribió.

Desde entonces, en Mexicalpán de las Tunetas (como le decía al globero país llamado México), escuchar, hacer o criticar rock constituyeron oportunidades extraordinarias para enriquecernos, para ensanchar nuestra mente, para comprender el sentido de todo lo que nos rodea, para desarrollarnos mejor, al mismo tiempo que reflexionar sobre cosas auténticas, alegres o rabiosas, azotadas o sublimadas, pero siempre verdaderas. Sí, este autor y rockero fue intenso y pegajoso.

Hasta pronto Maestro Agustín y gracias por tu legado y escritos.

JOSÉ AGUSTÍN (FOTO 3)

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BABEL XXI-666

Por SERGIO MONSALVO C.

 

FOTO 

MILES DAVIS – I

CREADOR DE OBRAS MAESTRAS

(BIRTH OF THE COOL)

 

Programa Radiofónico de Sergio Monsalvo C.

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