Con la intención de hacernos olvidar el pésimo trabajo de su disco anterior (Miracle, 1989), cuyo único y exclusivo interés radicaba en el hecho de existir, el grupo Queen sacó a la luz su producción Innuendo (Capitol/EMI, 1991). ¿Cómo presentar entonces un álbum como éste que reunía todos los ingredientes de una alquimia musical desarrollada desde hacía casi 20 años?
Aventurando algo, se podría decir que casi se trató de una antología con «lo mejor de», pero compuesta exclusivamente por títulos originales. Hacía falta algo así para reparar los errores artísticos de sus últimos discos. El grupo había sabido tomarse su tiempo para mostrar un resultado que emocionaría a sus fans antiguos y contemporáneos.
Si a ti te fascinaron los ambientes barrocos de «Bohemian Rhapsody», los toques españoles de «Innuendo» te conmovieron igualmente, ¿o no? La música de esta pieza es una sinfonía completa, llena de dramatismo bombástico a lo largo de seis minutos. No obstante, el tono del disco completo no está determinado por esa pieza que apareció como sencillo, sino por canciones con una decente base pesada de batería, bajo y guitarra.
Si el grupo te pareció comprometido con la canción «39», el tema «All God’s People» te hará sentirte como un guerrillero de grandes causas. Si las aberraciones como «Radio Ga-Ga» o «It’s a Kind of Magic» te hicieron vibrar, la felicidad fue aún mayor con «Delilah» y «I’m Going Slightly Mad», seguro. Composiciones ligeras en donde el humor y la autoparodia compensaron por las debilidades de los textos.
En «The Show Must Go On», Queen todavía adolecía de sus exageraciones características, pero se repuso y con creces en «The Hit Man» y «Ride the Wild Wind», en las que mostró un enfoque sorprendentemente duro, tal vez evidenciando la mayor influencia de Roger Taylor.
Innuendo, pues, ofreció un rock sólido sobre el fondo de los requinteos y los coros precisos y quirúrgicos de siempre. Queen, se nota, repasó todos los conocimientos sobre sí mismo a fin de unirlos en un solo disco. Lo logró. El disco fue lo mejor del grupo desde el ya muy lejano News of the World de 1977.
VIDEO SUGERIDO: Queen Ride the Wild Wind – YouTube (Clepabee)
A pesar de ciertos momentos un tanto kitsch y de una tendencia a la repetición melódica, el grupo Pet Shop Boys merece ser considerado como una ramificación del más puro pop inglés, que tiene a los Beatles como modelo.
La búsqueda de la riqueza armónica, de la experimentación orquestal, de la sencillez perfecta en los temas para lograr un éxito ejemplar (a veces) en materia emocional (háyase o no convertido en un hit la respectiva pieza).
Estos intérpretes del pop siempre han declarado que la dance music (en continua evolución) fue lo que los empujó a tocar. Y en ello radica la razón por la cual aún no han empezado a repetirse de manera incansable (como Depeche Mode, por ejemplo).
El disco del grupo, Behaviour (EMI, 1990), marcó el momento en que abandonaron un Hi-Energy pegajoso, para producir un pop frágil con ligeros toques de house.
De esta manera, en canciones como «To Face the Truth», «Only the Wind», «So Hard» o «Jealousy» probaron que no estaban sordos a lo que pasaba a su alrededor (anteriormente ya habían retomado con eficacia «It’s Allright» de Sterling Void, un magnífico himno pacifista procedente del mero Chicago).
Lo curioso fue observar hasta qué punto se les seguía ninguneando en muchos lados, como si se les reprochara su éxito comercial. Por el contrario, en la Gran Bretaña, donde gozan de una enorme popularidad desde hace años, siguen siendo considerados como extraños y manipuladores: porque no sonríen nunca; porque hacen videoclips diferentes al común denominador y, lo más importante, porque no se han tomado en serio.
Aunque inmersos en el bestial manierismo del pop bailable, estos dos tipos que se hacen llamar Pet Shop Boys producen dentro de esta corriente una música sensible que ha podido sobrevivir a los embates del tiempo.
VIDEO SUGERIDO: Pet Shop Boys – It’s A Sin (Official Video) (HD REMASTERED), YouTube (Pet Shop Boys)
En su álbum, Don’t Explain (EMI Capitol, 1991), Robert Palmer tuvo la idea de sacar canciones ajenas por completo a los intereses comerciales del momento y que además nadie promocionaría en el radio, a excepción del sencillo «I’ll Be Your Baby Tonight».
El proyecto original del L.P. era de puro jazz. Palmer ya tenía grabadas 12 canciones con el veterano jazzista de 65 años Teo Macero cuando se acordó de otra idea más vieja: reunir cóvers de los más diversos estilos en un solo disco. Las piezas de jazz que no fueron incluidas en éste serían presentadas por Palmer en una película de una hora que tenía planeado realizar, con el mismo título de Don’t Explain.
Las interpretaciones de piezas originales de Billy Holiday («Don’t Explain») y de Nat King Cole («You’re So Desirable») significaron para Robert Palmer una especie de regreso a sus propias raíces musicales. Durante su infancia, que transcurrió en la isla mediterránea de Malta, la estación que escuchaba era la de los soldados estadounidenses apostados ahí. En la adolescencia escuchó a Otis Redding y Wilson Pickett y a los 16 años se dedicó a cantar soul.
Para entonces este músico estaba radicado en Suiza y tenía 41 años (1949-2003) y continuaba con su política de no detenerse ante nada. En Don’t Explain efectuó un turismo estilístico atrevido, desde un heavy rock metálico hasta cantos africanos e influencias de los Beatles, pasando por reggae, calypso, jazz y soul. Bob Dylan («I’ll Be Your Baby Tonight»), Mose Allison («Top 40»), Billy Holiday («Don’t Explain»), Marvin Gaye («Mercy Mercy Me»), Otis Redding («Dreams to Remember»)…
Evidentemente, Robert Palmer era un artista aparte. No había hecho nunca caso de las modas, pues con frecuencia él era quien las lanzaba. Después de popularizar el techno-pop, radicalizó su música. Primero suavemente con el grupo Power Station, luego cada vez con mayor violencia hasta su álbum titulado Heavy Nova.
Después de una pequeña autoconcesión con un Best of…, uno lo reencontraba ahora en su ambiente exacto, desde los primeros compases de «Your Mother Should Have Told You». El riff era agresivo; el beat, implacable; y la voz, provocadora. Esto se alargó por cinco canciones y luego de golpe llegaba «Mess Around».
A partir de ahí, cambió radicalmente de orientación. El ritmo se hizo más lento, los sintetizadores resaltaban y las influencias se iban por lo caliente. Del lado de África para una «History» que hacía recordar los coros de Ladysmith Black Mambazo; pasaba por la memoria Otis Redding. Luego se dirigía a las islas del Caribe («Housework»), para terminar en el ambiente lleno de humo de los clubes de jazz.
Un viaje sorprendente porque resumía, de hecho, la naturaleza de alguien que se negaba a encerrarse en las capillas musicales. Y que siempre quiso ofrecernos toda la paleta de sus gustos musicales. Sin necesidad de explicar nada. De ahí el título del álbum.
VIDEO: Robert Palmer – Every Kinda People (Official Video), YouTube (Robert Palmer)
El guitarrista irlandés Gary Moore (abril 1952- febrero 2011) se dio a conocer como virtuoso dentro del campo del rock duro cuando estuvo con Thin Lizzy, así como en su carrera como solista en el heavy metal. Sin embargo, no es sorprendente que el blues también le haya fluido sin problemas.
«Todo mundo tiene su propia versión del blues –dijo–. Todo mundo conoce esa sensación. No creo que haya que ser negro para entenderlo de manera exclusiva. Uno tiene o no el feeling necesario. La música irlandesa le ha dado un sello particular a mi sonido. No obstante, he encontrado semejanzas entre el blues y la música irlandesa. Muchas melodías irlandesas tienen un ambiente muy melancólico y blusero. Puedo sentir esa música. Crecí con ella. A los 13 años yo tocaba en un grupo de blues. Esta música significa más para mí que todo lo que vino después”, explicó el músico en su momento.
El blues es como un espíritu que se manifiesta de repente, incluso después de largos periodos de descanso. Y entonces sale a la luz un disco blusero, como en el caso de Still Got the Blues (EMI/Capitol, 1990). La concepción presentada por Moore en este disco no fue dogmática. Se movió con agilidad por sus diversas tendencias estilísticas.
No fueron tanto los bluseros negros originales como el auge inglés del blues en los años sesenta lo que inspiró a Moore en sus conceptos para el disco. En la portada del mismo aparecen sus gustos de la primera adolescencia por los Blues Breakers de John Mayall y el Fleetwood Mac primigenio, aunque Robert Johnson y Albert, Freddy y B. B. King también figuran.
En la mayoría de las nueve piezas que conformaron el disco original (el CD trajo 12 canciones a la postre), Moore ofreció un blues pulido y elegante que evitó toda aspereza. Cinco de esas piezas fueron de su pluma: «Movin On», «Still Got the Blues», «Texas Strut», «King of the Blues» (homenaje a Albert King) y «Midnight Blues».
Las restantes fueron covers de los grandes maestros: «Pretty Woman» (en la que participa el propio compositor Albert King), «Walking by Myself» (original de Jimmy Rogers; en la hoja de información y en la etiqueta del disco aparece el nombre del músico con la errata «Rodgers»), «Too Tired» (de Johnny «Guitar» Watson, en la que acompaña en la guitarra Albert Collins) y la preciosísima «As the Years Go Passing By» (de Deadric «Dan» Malone).
Para este equilibrado programa grabado por Moore, contó con la ayuda de metales, órgano y piano en las personas de Frank Mead, Nick Payn y Nicky Hopkins, entre otros. Uno de los objetivos de Gary Moore con Still Got the Blues fue alcanzar ‑‑como él mismo lo comentó– al público muy joven que escuchaba el heavy metal, para despertar en ellos el interés por el blues y sus músicos originales.
«Esa sería una buena justificación para mi álbum”, explicó el guitarrista.
VIDEO SUGERIDO: Gary Moore – Still Got The Blues (Live) – YouTube (UndeadKuntiz)
Bobby McFerrin nació el 11 de marzo de 1950. En su familia siempre se fomentó entre sus integrantes el canto clásico. De joven, McFerrin prefirió tocar el piano, aunque siempre se sintió frustrado por la ventaja que Keith Jarrett le llevaba con sus improvisaciones.
Hasta los 27 años escuchó el llamado del canto. Se dio a conocer de golpe en 1982 por su participación en el Kool Jazz Festival de Nueva York, donde se produjo el legendario dueto con el trompetista Wynton Marsalis, grabación que se incluyó en el álbum The Young Lions.
Ese mismo año apareció su primer L.P. llamado Bobby McFerrin. En 1984 insistió en realizar una gira por Europa sin un solo músico de acompañamiento, lo cual puso a temblar a los organizadores, pues nunca se había hecho una cosa así. Él se mantuvo firme en su finalidad casi misionera: poner a girar a todos con el puro sonido de la voz humana.
La canción «Don’t Worry, Be Happy» fue un éxito rotundo comercialmente y también para su fórmula personal de lograr el triunfo. A comienzos de la década de los noventa, la música vocal pura terminó por establecerse completamente.
El siguiente disco de McFerrin, Medicine Music (EMI, 1990), luego de dos antologías, no fue el L.P. más emocionante en su variado repertorio. Después de sus anteriores y atrevidos experimentos con un canto al parecer con diferentes voces e improvisaciones scat sin texto alguno, ahora se ponía a cantar.
Lo hizo en el relax total –a veces acompañado por la Voicestra de diez integrantes–, e interpretó una música con sus propias palabras, como oraciones, las cuales consideró de manera consciente como provechosas para el cuerpo y el espíritu.
El gospel y los pasajes bíblicos desempeñaron el papel principal, y no sólo cuando el padre de Bobby, de 70 años entonces, participó en «Discipline» como primer cantante.
A pesar de ello, no fue posible hablar de un tranquilo tradicionalismo. «Yes, You» trató del amor físico, del sexo; y en «23rd Psalm», de las vibras de una divinidad femenina; hay cantos indígenas («Medicine Man») y auténticos coros tribales («He Ran All the Way»). Este fue un disco ubicado fuera de toda especulación comercial, y debió escucharse como tal.
Mixed Up (Metronome, 1990) del grupo The Cure fue un éxito seguro en cuanto a las ventas se refiere. Las once mezclas no fueron producidas a la ligera, tal como lo demuestran los logrados ejemplos de «Lullaby», «The Walk» o «Lovesong», creados bajo la dirección del triunvirato del sonido formado por Mark Saunders, Robert Smith y Chris Terry.
También es divertida la versión hecha por Paul Oakenfold de «Close to Me», con un ritmo a la James Brown reconfortado con una trompeta jazzística. No obstante, resultan muy enervantes las mezclas de «Fascination Street», «Pictures of You» e «Inbetween Days».
Mixed Up fue un producto obligatorio para los fans, pero no necesariamente para el resto del mundo.
Para promoverlo, Robert Smith tuvo la idea de poner por un solo día su propia estación pirata de radio, Cure FM. Por unas horas la estación trasmitió varias partes del disco.
Smith, quien alternaba entre el micrófono y una botella de whiskey, estuvo muy amable y conversador.
En Grecia, el rock arrancó en la primera mitad de los años sesenta del siglo XX y poseyó un radicalismo esencial, dadas las condiciones políticas en las que vivía el país en aquella época. (por lo que Zeus estuvo en contra). Los primeros grupos originales fueron Formyx, los Beatkins, Juniors y los Dragons.
El movimiento se adjudicó su primer punto culminante en 1965 y los grupos más conocidos del momento eran los Olympians, Charms, los Sounds y MGC, que ya contaban con argumentos de música original. Dicho primer periodo terminó más o menos en 1968. Una de las causas fue el golpe de Estado de 1967, con el cual la milicia subió al poder y reprimió todo movimiento cultural innovador, incluso el pelo largo en los hombres.
Poco antes de la condena a la ilegalidad del género, en plenos aires de fascismo corriente, se fundó la agrupación Aphrodite’s Child en el exilio, cuyos integrantes eran Vangelis Papathanasiou (ex Formyx, en los teclados, la flauta y percusiones), Demis Roussos (verdadero nombre: Artemios Ventouris Roussos, ex The Idols y We Five, en la voz y el bajo), Lucas Sideras (en la batería) y Anargyros “Silver” Kourlouris (en la guitarra y las percusiones).
Orientados inicialmente hacia el jazz-rock, conquistaron los primeros lugares de las listas de éxitos europeos en 1968 con baladas empalagosas y sentimentales como «Rain and Tears», contenida después en su disco debut llamado End of the World (Vertigo, 1969). De esta manera, se crearon la reputación de ser un simple grupo de pop, que gracias a sus melifluas canciones y a la voz quejumbrosa del corpulento Demis Roussos entusiasmaba sobre todo a los corazones románticos de las muchachitas adolescentes, cuestión que se extendió hasta su segundo disco, It’s Five O’Clock (Vertigo, 1970). Tenían el éxito, pero estaban insatisfechos.
A fin de distanciarse de esta impresión superficial, el cuarteto presentó en 1972 un álbum doble, conceptual, progresivo y excéntrico al que denominaron 666 (Vertigo), basado en el apocalipsis bíblico y las letras de Costas Ferris, el cual cuenta la historia de la humanidad con numerosas referencias contemporáneas y críticas (su propia Iliada).
La complicada obra puso de manifiesto los talentos de Vangelis para la composición instrumental y las considerables cualidades vocales de Demis Roussos. Aunque no tuvo ventas extraordinarias, el disco se convirtió en objeto de culto y hasta la fecha es una rareza muy solicitada.
Tras la disolución de este grupo de rock en 1973, probablemente el único de aquel país que haya logrado un éxito internacional (con 20 millones de ejemplares vendidos), la compañía disquera sacó el Best of (Vertigo, 1974) y luego la Mercury otra antología de nombre Aphrodite’s Child en 1975.
Desde entonces Vangelis (nacido el 29 de marzo de 1943, en Volos, y fallecido el 17 de mayo del 2022) destacó como solista con sus imaginativos y extrovertidos experimentos musicales, dándose a conocer principalmente a nivel mundial con su música New age y ambient para soundtracks de películas: Chariots of Fire, Blade Runner o 1942, entre ellas.
Demis Roussous (nacido el 15 de junio de 1946, en Alejandría, Egipto), también se convirtió en un exitoso y aplaudido cantante de pop ligero (con canciones como «Good-bye, My Love, Good-bye» y «Ever For Ever»), capaz de otorgar a temas mediocres un carisma y un peso especiales gracias a su voz característica.
En medio de la batahola que causaron las últimas votaciones en Grecia, en enero del 2015, hubo un hecho que pasó casi desapercibido y le restó trascendencia. Se trató de la muerte de uno de sus iconos musicales del siglo XX: Demis Roussos.
Demis Roussos era un joven inmigrante que había nacido en Alejandría, Egipto, y poseía grandes aptitudes vocales, ensayadas largamente en un coro de la iglesia ortodoxa de su país. El cual abandonó, rumbo a Grecia, junto con su familia tras la frustrada invasión del canal de Suez por fuerzas británicas y francesas.
Como adolescente en Grecia vivió los fuertes movimientos del rock y el pop que ya se extendían por todo el planeta en el primer lustro de los años sesenta.
Admirador de los sonidos del soul emanados de los sellos Atlantic y de Stax, decidió crear su propia banda en ese sentido, aunque la onda proveniente de la isla británica de experimentación lisérgica (rock progresivo) lo sedujo mayormente. Así, en 1967 formó al mencionado Aphodite’s Child que grabó algunos demos, pero la bota castrense se interpuso en su camino.
A la primera oportunidad huyeron hacia el exilio, con Londres como objetivo. Sin embargo, no fueron aceptados por falta de visas de trabajo y tuvieron que viajar a París, donde se instalaron. Orientados inicialmente hacia el jazz-rock, terminaron conquistando los primeros lugares de las listas de éxitos europeos en 1968 con baladas de pop psicodélico como la mencionada «Rain and Tears”.
Tras la disolución del grupo en 1973 (por diferencias musicales), Roussous, se adaptó al mercado convirtiéndose en el más exitoso y aplaudido cantante griego de pop ligero.
Viajó por todo el mundo y grabó canciones en muchos idiomas; engordó excesivamente, fue secuestrado en un avión por terroristas, se salvó, se deprimió e hizo dietas, mientras su fama se diluía con los años y grabaciones de poca monta. Murió en Atenas a los 68 años, el día que paradójicamente la izquierda griega llegó al poder.
Kevin Ayers nació el 16 de agosto de 1944 en Herne Bay, Kent. De músico errante se convirtió en vanguardista esotérico y luego en cantautor con influencias latinoamericanas, incapaz de lograr una difusión masiva. «Siempre fue un caso marginal, para las compañías disqueras, los críticos y los compradores de discos», decía la prensa musical. Sus grabaciones a menudo habían parecido muy indecisas y carentes de concepto.
Ayers debía su reputación de figura de culto al hecho de haber fundado al grupo Soft Machine en 1965, junto con Mike Ratledge, David Allen y Robert Wyatt. El grupo se erigió en el representante más significativo de la escena experimental de Canterbury.
Al año siguiente Ayers llegó a la conclusión de que los «Softs» daban mayor importancia al aspecto intelectual que a la música, se separó de ellos y buscó otras actividades. Realizó dos giras por los Estados Unidos con Jimi Hendrix y descubrió su amor por las playas mediterráneas al componer nuevo material en Ibiza y luego en Mallorca.
El álbum Joy of Toy, intitulado así por una canción incluida en el primer L.P. de Soft Machine, fue creado por él con la colaboración del arreglista y tecladista David Bedford, así como de Ratledge y Wyatt. Bedford formó parte también del primer grupo de Ayers, además de Lol Coxhill en el sax y el guitarrista de 16 años Mike Oldfield, contratados para las grabaciones de The Whole World.
Esta formación produjo dos álbumes, lo cual le valió a Ayers un pequeño círculo de incondicionales, encantados con el «guitarrista deseoso de experimentar y dotado de un humor enigmático», según las reseñas.
Sin embargo, el músico inglés, gourmet y conocedor de vinos, fue incapaz de mantener unidos a sus grupos. Una y otra vez, los excesos alcohólicos obstaculizaron el desarrollo musical continuo de este «candidato a la cirrosis, aunque con el mejor estilo dentro del rock», ahora, según las crónicas del momento. Además, lo acosaba la inseguridad musical, le temía al público y se refugiaba con regularidad, por lo tanto, en un exilio meridional.
En 1973 presentó su «Banana Follies Revue» en el Hampstead Theatre de Londres, con la colaboración de músicos sesionistas. Tal como se plasma en el L.P. Bananamour, la antiestrella mostró una repentina preferencia por el fruto amarillo, que se erigió en su falo musical y desempeñó un importante papel también en producciones posteriores.
Dueño de un estilo de canto profundo, este artista sensible oscilaba entre la accesibilidad melodiosa y la vanguardia afectada. Un sonido difícil de consumir. Además, no se hacía presente, apareciendo rara vez en público.
La reputación de un músico ultra progresivo arriesgado, difícil, tímido e inseguro entorpeció su carrera. Sólo un cambio de compañía, en 1974, despertó cierta esperanza, al dar a Ayers acceso a la escena reunida en torno a Brian Eno. El mismo año grabó June 1st en el teatro Rainbow de Londres, junto con Eno, John Cale y Nico.
En sus trabajos solistas se esforzó por lograr una mayor transparencia mediante el soul-rock, el blues y el reggae. Con todo, fueron deficientes las ventas y Kevin Ayers fue a esconderse a Francia, desapareciendo hasta 1976.
Puso fin a su abstinencia musical con un nuevo conjunto, del cual formaron parte, entre otros, destacados músicos como Zoot Money en los teclados y Andy Summers en la guitarra, posteriormente de Police. Juntos grabaron el disco Yes We Have No Mananas, producido por Muff Winwood. El L.P. resultó más compacto y accesible y derrochó encanto y ligereza en la música y los textos.
Las canciones, ubicadas entre el optimismo y la resignación, mostraron un sonido grato, fueran excéntricas y rebuscadas, complicadas, caóticas o de melodía sencilla. Sin embargo, las ventas fueron igual de decepcionantes que antes.
No tuvieron mejor suerte los proyectos posteriores. Apoyado siempre por músicos de primera fila, entre otros por Ollie Hallsall (sax) e incluso Elton John en Sweet Deceiver (1975), la poesía rocanrolera sin compromisos de Ayers, llena de ambigüedades, y su oposición continua a los mecanismos de la industria y los medios, no le permitieron alcanzar el éxito comercial.
Ayers cantó sobre los sueños del británico, el sosiego meridional; concibió oscuras tierras de ensueño y relató historias amargas sobre el autoengaño y las crisis de identidad. El pronunciado carácter autobiográfico imprimió un sello decisivo en todas las grabaciones.
Este dotado artista demostró ser un excéntrico del rock, una personalidad musical individual que producía una música realmente distintiva y, por lo tanto, creativa. Finalmente, después de That’s What You Get, Babe (1979), Kevin Ayers se retiró al pueblo de artistas Deja, en Mallorca, renunció al negocio musical y se dedicó a organizar un festival de rock anual en un valle de la isla, colaborando en alguna grabación como invitado, o en el cine como actor o componiendo soundtracks. En los años noventa se recluyó en Francia donde falleció el 18 de febrero del 2013 en Montolieu, a los 68 años.
VIDEO: Shouting in a Bucket Blues (2003 Remaster), YouTube (Kevin Ayers – Tema)
Entre el grupo de jóvenes blancos de Chicago que descubrieron un mundo de música en su propio patio estaba Mike Bloomfield (nacido en 1945). Un muchacho zurdo que aprendió rápidamente a tocar la guitarra. Se integró a la corriente rocanrolera de su generación a los 15 años, tocando en grupos para amenizar bailes.
Entonces, con la curiosidad de un tipo que quiere conocer su oficio desde las bases, se dio a la tarea de buscar en los barrios bajos de Chicago a los auténticos intérpretes del blues urbano. Vagó por los bares y los sitios donde se reunían los fanáticos del blues y frecuentó con asiduidad el ambiente de los bluesmen negros.
A partir de ahí, Bloomfield tocó con éstos en lugares para aficionados a la música folk, interpretando desde canciones de Woody Guthrie hasta country blues.
A los 18 años formó The Group, una banda que acompañó a Big Joe Williams por un año aproximadamente. Fue acompañante también de Muddy Waters, Howling Wolf, Buddy Guy, Otis Rush, Big Walter, Junior Wells y varios músicos más: “Había que pegarse a los bluesmen —diría a la postre Bloomfield—, tocar con ellos más y más. Trascender la calidad de blanco, si se quería absorber la música. Toqué en algunos sitios de Chicago donde no se había visto a un blanco desde hacía años”.
Por 1964, Paul Butterfield, otro músico blanco de gran arraigo en Chicago, iba a grabar un disco y necesitaba que alguien tocara la guitarra slide. Bloomfield hizo la prueba y grabó con él. Tras el buen acoplamiento, Paul le pidió que se integrara a la recién formada Butterfield Blues Band.
La presencia de un guitarrista como Bloomfield tuvo mucho que ver con la modernidad de la misma. Al amparo de largas improvisaciones, como en la del disco East-West de 1966, Bloomfield llegó a aportar al grupo un clima muy propio del blues y su eterna preocupación personal por la búsqueda de nuevos sonidos y la utilización de fraseos guitarrísticos novedosos.
De este modo, su manera de tocar la guitarra anunció muchos desarrollos posteriores del blues-rock, como el de la fusión. Un progresismo firmemente cimentado en las vertientes musicales negras.
En la búsqueda de los caminos que su inquietud le marcaba, el ya considerado un genial guitarrista, en 1967 fundó al grupo Electric Flag, que contó entre sus miembros a Harvey Brooks, Nick El Griego, Buddy Miles y Barry Goldberg, entre otros. La tendencia de la banda se inclinó un poco hacia el jazz e inició con ello la corriente de fusión (el blues-rock experimental) que posteriormente se reafirmaría con otros grupos.
Abandonó la banda en 1968. Al año siguiente se integró a la Fathers and Sons para la grabación de un álbum doble con Muddy Waters, Otis Spann, Sam Lay, Donald “Duck” Dunn y Paul Butterfield.
Luego tomó un breve descanso para volver con Triumvirat, trío formado con John Hammond y Dr. John en 1974. Un año después se unió a la KGB con Carmine Appice, Rick Grech, Barry Goldberg y Ray Kennedy. Posteriormente se convirtió en solista grabando el tradicional blues estadounidense. Murió el 13 de febrero de 1981 a la edad de 36 años.
La llamada fusión era en aquella época una combinación de jazz con el rock y/o el funk/soul, aunque a veces también con músicas extraradio (hasta los años ochenta se le denominó jazz-rock).
Para la mejor comprensión de ello, hay que remontarse a este año precisamente, cuando aparecieron los pioneros de esta música. Algunos jazzistas se sentían atraídos artísticamente por el rock, así que de manera cuidadosa empezaron a experimentar con él. El disco Bitches Brew de Miles Davis y la fundación del grupo Lifetime por Tony Williams por lo general se consideran como el principio oficial de la fusión del lado jazzístico.
Por el lado del rock apareció Electric Flag con Bloomfield al frente. Los músicos involucrados en estos proyectos pueden anotarse como la primera camada del género. Todos se convirtieron en líderes de banda tras su paso por el grupo.
El disco A Long Time Comin’, es de una frescura envolvente. Una ventana abierta a un amplio horizonte que trae nuevos vientos. A pesar de haber sido un grupo fugaz, dejó algunas piezas que serían piedra de toque para futuras formaciones bajo dicho signo: “Groovin’ is Easy” (de Gravenites), “Texas” (de Bloomfield y Miles), “Sittin’ in Circles” (de Barry Goldberg) o “Killin’ Floor” (una versión de Howlin’ Wolf).
La fusión combinó, desde entonces, sobre todo la libertad y la complejidad del jazz con el carácter más directo y agresivo del rock (con sus vertientes blueseras, del soul y del funk). La música tuvo éxito entre el público de ambos campos. Bloomfield abandonó la banda ese mismo año en busca de nuevas aventuras musicales.
VIDEO: The Electric Flag (feat. Mike Bloomfield) – “Goin’ Down Slow” & “Killing Floor” 1968, YouTube (Dimitris Koutsiaftis)