BOB MARLEY (3)

Por SERGIO MONSALVO C.

BOB MARLEY 3 (FOTO 1) 

RUDEZA NECESARIA

(40 AÑOS RIP)

El ska era una música rápida que había engendrado un estilo de baile vigoroso y extrovertido. Pero durante los primeros años de la década, ghettos como Trench Town, Greenwich Town y Riverton City estaban llenándose de jóvenes desempleados y sin oportunidades.

Esta juventud no compartía el optimismo general provocado por la independencia del país. Se sentía excluida y prefería un modo más frío de expresión. No bailaba el ska como todos los demás; sus movimientos eran más lentos y su postura más amenazadora, a pesar de la velocidad de la música.

En una sociedad que les negaba no sólo la identidad sino también la existencia, se refugiaban en el carácter grupal de los llamados a sí mismos Rude Boys (los “muchachos rudos»). Pertenecer a éstos era una forma de valer algo, aunque la sociedad en general insistiese en que no eran nadie.

Dichos jóvenes se relacionaron con el conocido «submundo”, un sector de la población que prácticamente vivía fuera de la ley y que siempre se ha sentido inclinado por la música de baile. De ese sector, muchos “muchachos rudos” pasaron a las pandillas manipuladas por los políticos locales y establecidas en distintos ghettos de Kingston. Sentían que dicha música los reconocía e incluso los celebraba. Los Wailing Wailers lanzaron en su momento varios temas con tal corte.

A su vez, la música misma empezó a enfriar el frenético brincoteo del ska. El bajo ya no ejecutaba su boogie, sino que empezó a fragmentarse en patrones más breves de notas. El tiempo débil aún estaba presente, sostenido por la guitarra y la batería; el guitarrista Lyn Taitt encabezó a quienes fijaron este patrón rítmico. Tal desarrollo musical representativo de los “muchachos rudos” derivó directamente en su versión comercial: el rock steady.

La fase del rock steady, promocionada por sonideros y productores como Dodd y Reid duró poco más de un año. La lección extraída de su efímero triunfo fue que no había éxito más grande que el de un ritmo nuevo. Por eso el cambio del rock steady al reggae fue doblemente importante.

Además de marcar el fin del dominio musical de Dodd y Reid, dio inicio a un periodo caracterizado por innovadores métodos de trabajo. La tecnología de los estudios estaba progresando al mismo tiempo. Antes de concluir los sesenta empezaron a operar con pistas múltiples.

Dicho cambio en la técnica de producción fue protagonizado por tres hombres: Edward «Bunny” Lee, Lee “Scratch” Perry y Osborne Raddock, conocido como King Tubby. Los tres habían trabajado para Dodd o Reid, como vendedores, promotores o productores.

BOB MARLEY 3 (FOTO 2)

King Tubby, en especial,  había operado un sonido, el Home Town Hi‑Fi, que poseía efectos únicos de ecos, para manejar la oposición sonora. Cada uno de estos tres hombres habría de hacer una contribución significativa al desarrollo futuro de la música jamaicana y su influencia se sintió durante muchos años.

Los productores nuevos, como Lee y Perry, al juntarse con hombres como Clancy Eccles, empezaron a modificar el ritmo. Eccles afirma haber inventado la designación “reggae” para al nuevo ritmo y si bien parece apócrifa la anécdota -se supone que derivó el término de la designación callejera para una mujer fácil, streggae—, la música no tardó en establecerse.  Los principales productores de ska y rock steady -Dodd, Reid y Leslie Kong- al poco tiempo empezaron a copiar a sus antiguos empleados.

King Tubby, en su posición como técnico principal de Duke Reid, con regularidad había grabado acetatos (discos de cera blanda) destinados exclusivamente a su propio uso y el de otros pocos sonidos. Había descubierto que a los asistentes a los bailes les gustaba escuchar nuevas versiones de piezas de las que conocían la forma vocal completa.

Al omitir partes de la voz en un “dub plate”, el término local para dichos discos de acetato, efectivamente estaba creando una nueva “versión”.  Tubby observó también que el nuevo deejay (DJ) de su sonido, un hombre llamado Ewart Beckford y conocido como U Roy, había comenzado a responder a los sentimientos vocales de los cantantes con su propio estilo de cháchara extravagante, volviendo locos al público y a los bailarines.

Así, Tubby fue precursor del “dub” y del arte del DJ (con el espacio necesario para introducir sus propias letras). Formas que han penetrado en la música popular desde entonces.

El trabajo de Perry y de otros productores jamaicanos, como Leslie Kong, Bunny Lee, Harry Johnson y Clancy Eccles, tuvo un gran impacto en compradores ubicados fuera del mercado afrocaribeño normal.

Perry y las personas a su alrededor empezaron a restar velocidad al ritmo a comienzos de los setenta. En su versión más lenta, el reggae penetró en una bien definida segunda fase de desarrollo.

En el Reino Unido, extensos grupos de jóvenes blancos de la clase obrera se habían aficionado a la música jamaicana. Tal gusto ayudó a la creación de dos compañías nuevas en la Gran Bretaña durante esta época, con el fin de promover la música de la isla caribeña: Trojan, subsello fundado en 1968 por Chris Blackwell de Island Records, y  Pama, de los hermanos Palmer.

BOB MARLEY 3 (FOTO 3)

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ROCK AND ROLL LXX (III-1)

Por SERGIO MONSALVO C.

R & R LXX (III) 1A PARTE (FOTO 1)

 70’s

 (PRIMERA PARTE)

A toda acción corresponde una reacción. Ley de la física que es aplicable a las ciencias sociales. Si los años sesenta se distinguieron por ser la década de las ideologías y la acción, el primer lustro de los setenta se esforzó por vaciar de contenido todo fenómeno social e impulsar la reacción a base de propaganda en los medios de comunicación cualquier cosa a favor de ello.

 

Si el rock fue un gran instrumento para la concientización y la contracultura, y un inventivo recurso expresivo con muchas variantes, el statu quo a través de la industria musical intentó quitarle el papel protagónico en el inicio de una nueva década y asignárselo a otra forma sonora, más controlable, disuasiva y rentable. Con el anzuelo del hedonismo sin cortapisas fabricó uno de sus virus más perniciosos: la música Disco.

 

Tal producto de laboratorio fue creado para satisfacer a un ambiguo y emergente mercado sin brújula. La discothèque (en concepto neoyorquino), buscó satisfacer las expectativas más elementales del desfogue primario, el baile, alimentado por cantidades industriales de cocaína y salsa-funk. Ya no hubo incertidumbres políticas ni utopías, se ofreció el cinismo como alternativa a la fiebre del sábado por la noche. Moda y vanalidad se festejaron bajo el reflejo de los múltiples espejos de la disco ball.

 

Los voceros de la música Disco, por el lado del mainstream (quienes aseguraban que había que regresar al glamour de la pista de baile, a la elaborada peluquería, a la vestimenta de visutería), y el folklórico y solemne dogmatismo maoísta-leninista-trotskista-stalinista del canto latinoamericano, por otro, (que rabiosamente vociferaban contra el rock como “arma del imperialismo yanqui”), fueron los bandos a los que se enfrentó el género durante aquella primera parte de la década.

 

A este último (el canto latino) lo desnudó primero su solemnidad kitsch y, luego, la salida a la luz de la información acerca de los gulags soviéticos, la represión y las criminales purgas propulsadas desde el Kremlin –hacia las esferas de sus dominios, incluyendo Cuba de la que salió la Nueva Trova– en nombre del comunismo; así como el recuerdo generacional de que una idea que inspira a otras ideas se llama intuición y de que una idea que bloquea a otras ideas se llama folklor.

 

La esencia fundamental del rock, su savia, es la intuición. Y a ella se remitió para cambiar las cosas, para innovarlas. En este sentido hubo dos clases de innovación: una que consistió en cambiar de respuesta (o sea: evolución, a través de grupos de resistencia e inclasificables en su momento como Iggy Pop & The Stooges, MC5, The Dictators o New York Dolls y el glam) y, otra, que llevó a cambiar de pregunta (o sea: una revolución). De ambas echó mano el género para responder a aquella reacción. A la síntesis resultante le pusieron cuatro letras por nombre: Punk.

 

Mientras en las discos se bailaba desaforadamente (con el Studio 54 al frente), la ciudad de Nueva York, su epicentro, agonizaba en una crisis económica y de violencia que anunciaba un cercano apocalipsis urbano. El Sida, después, sembró el terror en las despreocupadas pistas de baile, en el momento en que Richard Nixon caía víctima del escándalo Watergate, provocado por sus propias e infinitas truculencias.

 

Vietnam era un caso perdido y las otras crisis; la económica y la identitaria, recorrían la Unión Americana, así que para remediar aquello, primero Gerald Ford y luego Jimmy Carter, a la cabeza de la presidencia se subordinaron a la reforma neoliberal. Es decir: la clase política se hizo vasalla de los poderes económicos y de la oligarquía.

 

El fantasma neoliberal recorrió el Occidente. Se vaciaron las instituciones de todo poder, las desigualdades se incrementaron con grandes consecuencias: se desregularon los mercados, se aseguró la transferencia automática de recursos públicos a manos privadas a expensas de la sociedad, al tiempo que se volteaba hacia otro lado para no ver el fraude fiscal de las grandes fortunas. Creció así la masa de desempleados, la de asalariados empobrecidos al igual que su ira. La fiesta de la Disco se percibió entonces como lo que era: algo aberrante.

 

R & R LXX (III) 1A PARTE (FOTO 2)

 

Mientras tanto en pequeños clubes de zonas marginales neoyorquinas, llamados Max’s Kansas City y CBGB’s, se comenzaron a dar cita los amantes del rock, con el mismo impulso, pero con otra idea: recuperar el espíritu de la música, la autenticidad creativa e interpretativa y la concepción de que ésta podía acompañar los cambios y la realidad.

 

En el escenario del CBGB’s aparecieron grupos como los Ramones, Television, Blondie, Patti Smith y Talking Heads. Los primeros cuatro representes el punk original y los Heads de la new wave consecuente. El Max’s Kansas City fue, a su vez, la guarida del Velvet Underground (con y  sin Lou Reed) y de The Heartbreakers.

 

El punk neoyorkino hacia mediados de la década se caracterizó tanto por la elementalidad de sus planteamientos lírico-musicales y hasta temporales (con los Ramones), como por la sofisticada incorporación intelectual (con la literatura beat, la poesía simbólica francesa, el arte plástico, así como puntos de vista sobre intereses existenciales) unida al fuerte complemento rockero de la Ola Inglesa y estadounidense del que estaban influenciados (con el Patti Smith Group y Television, con sendos artistas a la cabeza).

 

 

VIDEO SUGERIDO: Ramones – Max’s Kansas City 1976 – 2 Songs, YouTube (DanielSegalR)

 

 

R & R LXX (III) 1A PARTE (FOTO 3)

 

 

 

 

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THE ROLLING STONES

Por SERGIO MONSALVO C.

STONES (FOTO 1)

 PIEDRAS DE LA ETERNIDAD

The Rolling Stones, en efecto, el más carismático grupo de rock del mundo desde hace seis décadas, siempre han estado comprometidos con todos los orígenes blueseros del rock (en esencia se puede decir que metafóricamente su cuna fue Memphis, la rítmica negra su partera, el Mississippi su cordón umbilical y Chicago su centro neurálgico).

Siempre, también, han celebrado sus propias fuentes al respecto: desde el uso de tambores africanos que se mezclaban con el público al inicio de sus conciertos (el de Hyde Park es un ejemplo de ello) y con sus cóvers de los clásicos del blues (con el más cercano ejemplo de Blue & Lonesome, del 2016), r&b y soul para un público masivo (tocaron como manifiestos propios temas de Robert Johnson como “Love in Vain” y “Stop Breaking Down”: cuando las grabaron ya tenían bien aprendidas las lecciones del reverenciado músico).

Pero igualmente al escoger su nombre, surgido de un tema de Muddy Waters; con una peregrinación a Chicago, durante su primera gira por los Estados Unidos, para visitar el templo sagrado del blues y del r&b: los estudios Chess Records.

Más en concreto, con el espíritu de tales fuentes en los diez mejores discos de su carrera: The Rolling Stones, The Rolling Stones Vol. 2, Aftermath, Beggars Banquet, Let it Bleed, Sticky Fingers, Exile on Main Street, Goats Head Soap, Black and Blue y Some Girls, y se remonta en el tiempo hasta el seguimiento de su historia como grupo.

El impacto que causó la creación de los Rolling Stones, su big bang, data su origen en el gusto de cada uno de los integrantes por los ritmos negros: Brian Jones y su obsesión por el paganismo joujouka marroquí; Bill Wyman con la diáspora estilística emergida del Delta del Mississippi —la cual ha propagado tanto como solista cuando era miembro del grupo, como con los Rhythm Kings, una vez fuera de él—; Charlie Watts con sus grabaciones de jazz  y sus tributos a los músicos del género y Jagger y Richards con el blues y r&b de Chicago.

Una de las leyendas más preciadas del género cuenta cómo dos jóvenes ingleses que no se veían desde que jugaban juntos en la infancia, se encontraron años después, en una de las estaciones del tren londinense. Uno de ellos, llevaba algunos discos bajo el brazo: de Chuck Berry y Muddy Waters. El otro quedó tan impresionado que inició una amistad, la cual se convertiría en una colaboración para toda la vida. Ellos eran Mick Jagger y Keith Richards.

“Si te metes en un vagón con un tipo que lleva bajo el brazo la grabación de Chess Records de Rockin’ at the Hops de Chuck Berry y The Best of Muddy Waters también, cómo no va a ser amor a primera vista (…) Esa fue una de las razones por las que me pegué a él como una lapa…”, apuntó Richards en su autobiografía Life.

El ritmo negro los unió y sus mitos cimentaron y sirvieron de nutrientes para su transición musical, única y original, como rockeros. Por ello, tras seis décadas de existencia, es tiempo de echarle una mirada al momento en que se crearon y al contexto en el que lo hicieron.

“En la Gran Bretaña todos los músicos descubrieron en algún momento su identidad musical. Y su punto de partida común fue el blues”. Quien dijo esto tiene por fuerza que saberlo. Se trata de John Mayall, el cual conoció a todos los que cayeron presos del blues a comienzos de los años sesenta en Londres. Gente como Eric Clapton, Peter Green y Mick Taylor asistieron a la estricta escuela del blues que Mayall dirigía, los Bluesbreakers.

Otros “tomaron clases” con Alexis Korner, el cosmopolita de ascendencia griega y gurú de la escena musical, como integrantes de su grupo Blues Incorporated. Entre aquella multitud figuraron también unos muchachos de los suburbios londinenses que al poco tiempo se transformarían en los Rolling Stones.

Los álbumes que Mick Jagger (nacido en 1943) traía bajo el brazo cuando en octubre de 1960 volvió a ver en el andén de Dartford a su compañero de juegos infantiles Keith Richards (1943), eran importaciones de la Chess Records, de los ya mencionados Chuck Berry y Muddy Waters, nombres que delimitan con exactitud el sitio musical en el que el dúo compuesto por ambos inició su trabajo conjunto. Mientras a Mick le encantaba el blues de Chicago, Keith sentía una atracción especial por Chuck Berry.

El pop de 1960 era una trivialidad. No significaba nada para la generación de la posguerra y tenía más relación con la nostalgia por el mundo exterior que vivían sus padres, tras haber sufrido el enfrentamiento bélico de la II Guerra Mundial, que con los jóvenes mismos.

VIDEO SUGERIDO: The Rolling Stones in America 1964, YouTube (jaqand)

El fuerte blues de Muddy Waters; el impulso elegante con el que Chuck Berry musicalizaba sus agudas letras sobre la existencia adolescente; y el beat selvático y anárquico de Bo Diddley ya eran otra cosa. En ellos se percibía la verdadera vida, aunque los jóvenes de los tristes suburbios ingleses apenas intuían qué era ésta. No obstante, sentían la autenticidad en esa música. Y la emoción que encerraba.

Apareció entonces Brian Jones. Jagger y Richards lo descubrieron en abril de 1962 sobre el escenario del club Marquee, donde el muchacho de 20 años de edad se presentaba como intérprete de la slide guitar con el seudónimo de Elmo Lewis, al lado de Alexis Korner. Se hicieron amigos y luego Jones se declaró dispuesto a fundar junto con ellos un grupo.

El departamento que los tres empezaron a compartir al poco tiempo se convirtió en un convento del blues donde se vivió el dogma verdadero. Durante meses estudiaron los licks, las armonías y los riffs de sus ídolos estadounidenses. El 12 de julio del mismo año debutaron en el club Marquee, por primera vez bajo el nombre de The Rolling Stones (tomado de la canción de Muddy Waters del mismo título).

Además de Jagger, Jones, Richards y el pianista Ian Stewart, los acompañaron en el escenario el bajista Dick Taylor (posteriormente de los Pretty Things) y el baterista emergente Mick Avory (luego de los Kinks). El repertorio abarcó standards como “Kansas City”, “Hoochie Coochie Man” y “Bright Lights Big City”, y piezas menos conocidas como el r&b “Down the Road Apiece” del repertorio de Amos Milburn.

El núcleo del conjunto ya existía, y al poco tiempo Bill Wyman (1936) reemplazaría a Taylor. En enero de 1963 Charlie Watts (1941) se les incorporó como baterista permanente. En el ínterin el sexteto se había hecho de un grupo fiel de seguidores gracias sobre todo a sus presentaciones fulminantes los domingos por la tarde en el Club Crawdaddy del Station Hotel en Richmond.

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Y un buen día el emprendedor Andrew Oldham reconoció su potencial, contrató al rústico conjunto y les consiguió la oportunidad de grabar. Su primer single fue una versión de “Come On” de Chuck Berry. A partir de ese momento la historia del grupo ha sido documentada en todos sus detalles.

Como sea, en seis décadas los Rolling Stones han creado un cúmulo de música extraordinaria, entrañable, sin igual; influido de manera duradera en varias generaciones del rock y señalado desde siempre que ellos y el género le deben su existencia misma a los músicos negros estadounidenses, que en los inicios del grupo estaban olvidados por completo en su país de origen.

Hasta la fecha, la banda ha editado veinticinco álbumes de estudio y colocado treinta y dos sencillos dentro del histórico Top Ten del Reino Unido y los Estados Unidos. Sus ventas totales se estiman entre los 250  y 300 millones de discos, convirtiéndolos en uno de los grupos más exitosos de todos los tiempos.

(En tal labor también se volvieron riquísimos. En la larga gira “A Bigger Bang Tour” realizada entre los años 2005-2007, y que anunciaron por enésima vez como la última, recabaron cerca de 600 millones –brutos- de billetes verdes en 146 presentaciones con estadios llenos alrededor del mundo. Fue la gira número 38 de su historia, que culminó cuando fueron filmados para la película Shine a Light por Martin Scorsese)

En el devenir de su existencia han colaborado de manera decisiva en convertir “una simple moda pasajera de no más de tres meses” —como calificó Frank Sinatra al rock and roll en sus inicios—, que al principio se consideraba fugaz y puberta, en una auténtica forma de arte, vida y cultura, así como en una industria que produce miles de millones de dólares.

Hoy, de cada nota cantada por Jagger, de cada riff y acorde tañido por Richards y de cada golpe producido por Watts, se cuelgan 60 años de historia del rock, 60 largos, turbulentos y gloriosos años: nada mal para aquel puñado de adolescentes, surgidos del suburbio londinense, fascinados por el blues, ¿verdad?

VIDEO SUGERIDO: Rolling Stones – Brown Sugar – Live ’71 Marquee Club, YouTube (chriss999)

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LIBROS: OK RADIOHEAD (O VICEVERSA)*

Por SERGIO MONSALVO C.

OK RADIOHEAD (PORTADA 4)-trabajada

 OK RADIOHEAD

(O VICEVERSA)*

 El primer humanoide que se dio cuenta del cambio de las estaciones y de la  repetición de las mismas, agregó a sus conocimientos algo determinante: la concepción del tiempo. Desde entonces el homo sapiens ha buscado anticiparse al futuro en nombre de la supervivencia.

Desde entonces, también, todo filósofo, científico, artista o poeta se ha detenido a pensar sobre él y en su definición. ¿Qué es el tiempo? Ha sido la pregunta recurrente y con ella se ha agregado el intento de atrapar tal concepto.

Radiohead ha sido un núcleo artístico persistente en ello, confluyen en él los elementos que le han dado identidad al ser humano en concordancia con el tiempo: su ensimismamiento, su espíritu y su relación con él.

Ese es el vértice en el que se ha movido uno de los grupos más importantes de la cultura rockera de las últimas décadas, que abarcan cambio de siglo, de milenio, de las tecnologías y, tras el 11-S y el Coronavirus, el del mundo tal como se conocía antes y que hoy (iniciada la tercera década del siglo XXI) se ve al borde del colapso.

El ser y el tiempo. Esa es la sensación que provoca su obra y la de que Radiohead es un grupo completamente ensimismado en esa relación, su propia existencia. Y en ella, para el grupo de Oxford, el espíritu de tal confluencia está en lo que en alemán se llama Weltschmerz, una palabra que ha logrado mostrar sintéticamente la negrura de un estado anímico: el espíritu de los tiempos, ese que se ve reflejado en sus canciones.

 

 

*Fragmento del libro Ok Radiohead (o viceversa), de la Editorial Doble A, y publicado de manera seriada en el blog “Con los audífonos puestos”, bajo la categoría “Radiohead”.

 

Ok Radiohead

(o viceversa)

Sergio Monsalvo C.

Editorial Doble A

Colección “Textos”

The Netherlands, 2021

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ROCK Y LITERATURA: ARCHIE RANDOLPH (A. R.) AMMONS

Por SERGIO MONSALVO C.

A. R. AMMONS (FOTO 1)

 LA POESÍA DEL VERTEDERO

(GARBAGE)

La modernidad romántica puso las cosas en su sitio: el hombre frente a sí. Charles Baudelaire inició la cadena poética que daría cuenta de ello en sus Flores del mal, como en las siguientes líneas:

El hombre atraviesa la vida entre bosques de símbolos / Que lo contemplan con miradas familiares. / Como los largos ecos que de lejos se mezclan / Con una tenebrosa y profunda unidad, / Se responden sonidos, colores y perfumes… / Hay perfumes corrompidos, ricos y triunfantes, / Que tienen la expansión de cosas infinitas, / Que cantan los transportes de sentidos y espíritu”.

O como en: “Una carroña asquerosa en el canto rodado de un riachuelo…/ basura cocinándose al sol devolviéndole esa moneda a la Naturaleza.

Con tales textos Baudelaire percibió a los desechos, en el París de mediados del siglo XIX, como una expresión de lo trascendental en lo degradado, de lo vital en lo escatológico; pero también como la advertencia de que, en la era moderna, poeta era, sobre todo, aquel que no apartaba la mirada: que ve lo fundamental en lo que parece insignificante y que se atreve a mirar de frente lo que parece insoportable: el MalA. R. AMMONS (FOTO 2)

Igualmente, el largo poema titulado Garbage (Basura), la gran obra de Archie Randolph Ammons –un poema de 2217 versos estructurado en pareados libres, publicado en 1993 y que recibió el National Book Award, el premio más prestigioso en las letras estadounidenses, es el más reciente eslabón de poemas que tienen al despojo como símbolo y representación del artificio humano.

Ammons (nacido en Whiteville, Carolina del Norte, en 1926, y fallecido en Ithaca, Nueva York, en el 2001) buscaba como materia prima para su trabajo un tema que resultara inagotable, durante el fin de la década de los ochenta del siglo XX, cuando casualmente vio una montaña de desperdicios mientras manejaba por una autopista de la Unión Americana. Su cerebro, entonces, comenzó a fraguar ese poema.

Llegó febril a su casa luego de varias horas de conducción y corrió a mecanografiar lo que había venido martillando. Lo hizo rápida e improvisadamente, en un rollo de papel para calculadora, al finalizar  lo dividió en 18 fragmentos y lo trabajó durante los siguientes años.

Garbage (Basura) fue el nombre con el que llamó a tal texto que es a la vez una visión del vertedero y el vertedero mismo, en la medida en que el poema es capaz de integrar y dar un cierto orden al todo, a lo armónico y lo caótico, al sistema y al acontecimiento; un magma que estalla siendo a la vez la lengua y la conciencia del que habla, el monólogo en el que se replican todas los voces, como un coro de drama griego.

Residuos tóxicos, aire polucionado, pringue de playa o erosión / en los caminos se unen naciones, mientras que la magnánima / perogrullada y la apacible apariencia las aplacan a todas / para que vuelvan a su confort o a su desesperanza: las crisis globales…

Ammons vio en el basurero “la regurgitación de la cultura en la que vivimos, las entrañas de nuestro mundo artificioso, el detritus infernal a ras de tierra:

‘La basura tiene que ser el poema de nuestra época porque la  basura es lo bastante espiritual y creíble como para embargarnos la atención, estorbando, amontonándose, apestando, manchando…’

El crítico Harold Bloom, quien conformó uno de los cánones de la poesía estadounidense, al mencionar al autor de este extenso poema en el mismo, escribió: “Tal vez ningún poeta contemporáneo tenga tantas posibilidades de convertirse en clásico como el creador de Garbage”. A. R. Ammons murió bajo ese halo.

Y con él se cumple el axioma que acompaña a las grandes obras: todo empieza a suceder un poco antes de su comienzo y no se extingue del todo con su fin, es una ola expansiva. El guijarro lanzado al agua proviene de aquel Baudelaire maldito y la cultura del rock, que es una esponja y un proyector en este sentido, retomó el concepto de Ammons para continuar la línea con música y actitud.

El poema Garbage apareció en 1993 y fue leído con avidez y asimilado por jóvenes músicos y productores interesados tanto en la literatura como en el sonido que, inspirados por aquel texto, se pusieron a escribir canciones donde reflexionaban por su cuenta sobre la vida contemporánea de fines del siglo XX, y el estercolero en que se había convertido el quehacer de ésta. El nombre de su grupo sería ése: Garbage.

Garbage es un grupo que tiene la suerte de entenderse en su forma de ver las cosas. Los cuatro se dejan inspirar por libros, como el ya mencionado y películas, pero también por experiencias personales y observaciones del comportamiento humano. Todas sus diferentes influencias han entrado en sus discos (7 hasta la fecha).

Garbage es uno de los mejores grupos emergidos de los años noventa que continúan con vida (con intermitencias) y sorprendiendo con cada nuevo trabajo, para el que se toman todo el tiempo, principalmente porque sus textos deben describir las situaciones desesperadas a las que ha llegado el estercolero contemporáneo.

De acuerdo con sus integrantes, el principal objetivo del grupo Garbage sigue siendo escribir buenas canciones. No se preocupan tanto por el estilo, que de cualquier modo se mantiene contemporáneo y alternativo.

Básicamente les interesa representar el momento en el que el mundo se encuentra en la actualidad. Por ello en términos generales cada uno de sus discos es más oscuro que el anterior.

Los temas más recurrentes son el miedo y el odio ante lo que ven. Las vueltas que le han dado al mundo con sus giras han dejó huellas. Principalmente los textos describen las situaciones desesperadas de las que la gente o el planeta no logran salir.

El grupo no siente la presión de superar el éxito obtenido desde el primer disco. Lo que buscan con cada nueva producción es satisfacerse a sí mismos en cuanto a la expresión de sus intenciones. Son críticos severos y saben manejar la ironía.

“Hay que trabajar en primera instancia para uno mismo. Sentirse congruentes con lo dicho y cantado. Siempre hay que hacer algo de lo que puedas estar orgulloso aunque de lo que hables sea de esas flores del mal de las que escribió Baudelaire o de la basura que describió Ammons. Lo demás corre por cuenta de los escuchas. No deben creer que es en otra dimensión donde se decide y solucionan las cosas”, han declarado.

La póetica expansiva iniciada por Baudelaire y continuada por A.R. Ammons, tiene en Garbage su soundtrack más representativo de los tiempos vividos: un sumidero con acumulación de restos y desperdicios de toda índole, en donde la vida se ha visto degradada por el perverso devenir del mundo.

 

VIDEO SUGERIDO: Garbage live on Letterman – “The Battle In Me” 3/30/13, YouTube (Cathode Roy)

A. R. AMMONS (FOTO 3)

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BABEL XXI – 524

Por SERGIO MONSALVO C.

BXXI-524 (FOTO)

POP BARROCO

UNIVERSO EN EXPANSIÓN

Programa Radiofónico de Sergio Monsalvo C.

https://www.babelxxi.com/524-pop-barroco-universo-en-expansion/

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JIMI HENDRIX: BLUES

Por SERGIO MONSALVO C.

JIMI HENDRIX (FOTO 1)

 EL PACTO REENCARNADO

Las semejanzas entre Robert Johnson (el primer tótem del blues y del rock) y Jimi Hendrix (uno semejante) van más allá de la coincidencia. En 1964, Son House –el bluesman legendario– habló sobre el primero: «Cuando tenía como 16 años Robert se escapaba para tocar conmigo y con Willie Brown. Nos seguía a todas partes, quería ser músico. Trataba de tocar la guitarra, pero no lo hacía bien. Tenía que callarlo porque ponía furioso al público con sus horrorosos sonidos. Un día Robert se fue de su casa y tiempo después regresó tocando la guitarra como un genio».

Son House tuvo una sola explicación para este cambio radical: «Le había vendido su alma al diablo». En la región del Delta del río Mississippi eran comunes estas historias acerca de los bluesmen, quienes en cruces de caminos hacían pactos a la medianoche.

Lo seguro es que nadie concretó ese mito como lo hizo Robert Johnson. Casi todas sus canciones tratan de la venta del alma y de los esfuerzos por recuperarla. Poseen una carga intensa, casi apocalíptica, y una clara conciencia del destino: la errancia con el diablo pisándole los talones.

Ambos —Johnson y Hendrix— se dirigieron hacia su destino de manera inexorable por igual. Johnson fue envenenado el 16 de agosto de 1938 en un congal cerca de Three Forks, Mississippi. Hendrix murió de una sobredosis de somníferos en el departamento londinense de una amiga, el 18 de septiembre de 1970. Ambos tenían 27 años.

Hendrix empezó como un guitarrista titubeante y promedio. Incluso llegó a ser objeto de burla. Al igual que Johnson, de súbito, en un momento dado, irrumpió como el guitarrista más impresionante y heterodoxo del mundo. Fue algo mágico. Johnson eternizó su cruce de caminos en «Crossroad Blues». Jimi cantó acerca de su transformación sobrenatural en «Voodoo Chile».

Partamos, pues, del supuesto de que en Jimi Hendrix reencarnó Robert Johnson.

El blues de Hendrix —y su música en general— fue lo mismo terrestre que sobrenatural. La fuente de muchas de sus composiciones era el Delta del Mississippi. Tanto la mencionada «Voodoo Chile» como la muy hookeriana «Voodoo Child (Slight Return)» eran variaciones evolucionadas del «Catfish Blues», una antigua pieza tradicional. Lo que ante todo tomó prestado del blues rural fue la emoción personalísima.

Al igual que en el caso de Robert Johnson, su estilo constituyó una intensa sublimación de todo lo anterior. Su guitarra funcionó como una orquesta completa y parecía tocar tres partes al mismo tiempo: acordes sostenidos precisos, ritmos penetrantes acompañados de armonías electrostáticas, iluminado todo por flechas danzarinas de fuego.

El resultado fue, en primer lugar, un sonido cargado y apocalíptico; muchas veces atemorizante, como un lienzo sobrecogedor de Goya. Y de nueva cuenta como en el caso de Johnson, el sonido era un reflejo de su alma.  Hendrix llamaba a su nuevo blues “Electric Church Music”.

Con sus canciones, Robert Johnson trataba de salvar su alma. Por medio de su guitarra, Jimi Hendrix quería salvarse y también al resto del mundo. Tan sólo eso basta para identificarlo como un bluesman perfecto. «Ojalá hubieran tenido guitarras eléctricas en los campos de algodón de antaño —dijo en cierta ocasión—. Habría sido posible aclarar muchas cosas. No sólo para negros y blancos, sino para todos”.

JIMI HENDRIX (FOTO 2)

Hendrix experimentó su transformación mágica tras hacer un pacto con el diablo, seguro. Y su crossroad no se hallaba al final de un polvoso camino del Delta, sino de manera probable en las profundidades más oscuras del universo.

A partir de su muerte todos los géneros hicieron explosión, desde el reggae hasta el funk, el blues, el rap y el jazz, la música contemporánea y el ambient, el techno y el punk que uno quiera. Un fenómeno cultural que pudo aparecer gracias a todas las personas mencionadas que tuvieron que ver con él.

Con un simple blues, como el implacable «Once I Had a Woman», Hendrix lo decía todo. Sin embargo, con el blues por sí solo no hubiera logrado el mismo impacto en los ingleses (o en la época misma) que presenciaron su arranque. Demasiado puro. Le hizo falta el oropel de un «Purple Haze» y su número circense del fuego y el feed back con las bocinas para llamar la atención. Hoy, trascendido aquello, hay que deleitarse con uno de sus más grandes discos —y de la historia del rock en general—:

Blues (Polydor/MCA, 1994). Editado casi un cuarto de siglo después de su muerte. Contiene once piezas  grabadas de 1966 a 1970. La compilación cumple con todos los requisitos para ser considerada como un «nuevo álbum de Hendrix», pues incluso las canciones ya editadas eran difíciles de conseguir.  Entre ellas, la brillante versión rural de «Hear My Train A-Comin'», interpretada en una guitarra acústica de 12 cuerdas que formó parte del soundtrack de la película Hendrix: The Original Motion Picture.

Otros momentos destacados son «Red House», «Catfish Blues», «Voodoo Chile» y el instrumental con toque jazzístico «Jelly 292».

Este álbum representa el blues total. La expresión espontánea, absoluta, de toda una ciencia musical. La improvisación sublime. El viaje musical en el que cada nota es una etapa.

Hubo que estar preparados para experimentar todas las emociones que contiene. Once joyas, algunas de ellas inéditas hasta ese momento (y hasta piratas). Como «Voodoo Chile Blues», una pieza «eléctrica” hermosa. «Jimi fue el intérprete más grande del blues del Delta», ha dicho Bob Dylan de él. Para muchos de nosotros fue la reencarnación de Robert Johnson. La continuación de un Fausto bluesero y futurista.

VIDEO SUGERIDO: Jimi Hendrix – Hear My Train Comin’ (Official Audio), YouTube (Jimi Hendrix)

JIMI HENDRIX (FOTO 3)

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BABEL XXI – SINOPSIS (16)*

Por SERGIO MONSALVO C.

BABEL XXI (FOTO 1)

 (76-80)

SINOPSIS 16 (FOTO 2)

 BXXI-76 THURSTON MOORE

Con Demolished Thoughts, Thurston Moore ha roto las estructuras esperadas por los fanáticos primitivos de Sonic Youth, no sólo como un eco de lo que ocurre en el planeta, sino como una reacción natural de continuidad debida a la apertura de sensibilidades hacia su entorno. La suya es, por ello, una osadía creativa y de participación inalterable en la búsqueda y exploración de ideas en su doble faceta: cultural y emocional. Moore sabe, por experiencia y por conocimiento, que el arte salva. Y que la música es salvación por el placer, entendido como reafirmación de la individualidad. La dimensión musical acústica y camarística que el músico expone en este álbum descubre y pone en evidencia su objetivo.

VIDEO SUGERIDO: Thurston Moore, Circulation, YouTube (Matador Records)

 

SINOPSIS 16 (FOTO 3)

BXXI-77 THE BOMBETTES

Las rockeras de garage de la Península Escandinava no son modosas ni elucubran metáforas sobre lo que les interesa. Hablan de sexo explícito, de sus necesidades y gustos en él y hasta de su rechazo: de manera brutal, directa y lo más fuerte posible, cuando algo no les gusta. Si en el garage en general –sesentero, revival, punk (proto o post), alternativo, avant, etcétera– las mujeres han dejado de ser en las canciones los objetos complacientes, para convertirse en quienes exigen a los tipos lo requerido y ponerse a la altura de sus deseos, en el garage punk, como el de estas suecas, todo es más rápido y furioso, con más testosterona femenina, pero sin los manidos dogmatismos feministas.

VIDEO SUGERIDO: THE BOMBETTES i wanna (kick your ass) BRUAR FALLS Brooklin NYC April 8 2010, YouTube (loopyvids)

 

SINOPSIS 16 (FOTO 4)

BXXI-78 GIL SCOTT-HERON

Gil Scott-Heron llegó con su obra escrita y recitada bajo una nueva rítmica: el rap (relato y poesía en igual medida). Y llevó aquella inventiva lingüística un paso más allá: creó un poderosa herramienta basada en la trasgresión del idioma. La cultura del hiphop se expresó, a partir de entonces, mediante ingeniosos juegos de palabras y con su hábil presentación. Al tomar su ira y experiencias y arrojarlas en la cara del sistema, el rap comenzó a contar la historia de una comunidad que había vivido a la deriva, perdida y sin amor propio; inoculó poder a los artistas, que, a partir de entonces, alcanzaron a los jóvenes donde la educación, las iglesias y las organizaciones políticas establecidas habían fracasado.

VIDEO SUGERIDO: Gil Scott-Heron – The Revolution Will Not Be Televised (Full Band Version), YouTube (spuddy83)

 

SINOPSIS 16 (FOTO 5)

BXXI-79 IVAN KRAL

Ivan Kral, un artista y exiliado checo empapado de toda la experiencia energética del punk neoyorkino (del que fuera activo miembro), volvió en los años ochenta a su natal Praga para hacer rock, cine, grabar soundtracks, producir discos, convertirse también en fotógrafo y participar artísticamente en la Revolución de Terciopelo, el deslinde checoslovaco de la Unión Soviética. Mientras tanto, él había vivido la transición como profundo admirador del cineasta Milos Forman, como estudioso de sus compatriotas Franz Kafka y Milan Kundera y como divulgador de la conciencia rockera que pugnaba por un renacimiento espiritual, en la que había participado en la Unión Americana.

VIDEO SUGERIDO: Ivan Kral – Nothing Lasts Forever (1995), YouTube (Vaanek)

 

SINOPSIS 16 (FOTO 6)

BXXI-80 THE WATERBOYS

La poesía del escritor irlandés William Butler Yeats se fundamentó e inspiró básicamente en el panorama, las atmósferas, la mitología tradicional de su país y, de forma puntual, en las leyendas de origen celta. Elementos a los que agregó una constante preocupación por la musicalidad del verso. Mike Scott y sus Waterboys, más artistas que nunca, han logrado con un disco ejemplar el tono romántico y melancólico que Yeats creía característico de aquellos seres míticos. Para ello Scott echó mano del blues, del country, de la psicodelia, de la balada, del folk y por supuesto del rock celta a lo largo del álbum, en una combinación acertada y emotiva, como la ocasión lo merecía.

VIDEO SUGERIDO: The Waterboys – Politics, YouTube (Vicente Luján)

 

 

*BABEL XXI

Un programa de:

Sergio Monsalvo C.

Equipo de Producción: Pita Cortés,

Hugo Enrique Sánchez y

Roberto Hernández C.

Horario de trasmisión:

Todos los martes a las 18:00 hrs.

Por el 1060 de AM

96.5 de FM

Online por Spotify

Radio Educación,

Ciudad de México

Página online:

http://www.babelxxi.com/

 

 

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PULSOR 4×4 – 46

Por SERGIO MONSALVO C.

PULSOR 46 (FOTO 1)

EL BEAT DE LA IDENTIDAD

(1999)

 En 1999 se llevó a cabo la Guerra de los Balcanes, con la intervención de las fuerzas de la OTAN.

 

Un temblor en Turquía cobró la vida de por lo menos 50 mil personas.

 

Ese año murieron Mario Puzo, Joaquín Rodrigo, Joe DiMaggio.

 

Se estrenaron las películas Shakespeare enamorado, Matrix y el Episodio I de La Guerra de las Galaxias.

 

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En 1999, Howie B se fue adentrando casi sin transición a terrenos cada vez más abstractos y centrados en los beats. Armó sus tracks de tendencias funk y con base en sonidos de producción casera. Lo más importante para él era evitar que una cauda de sintetizadores rellenara al funk.

 

PULSOR 46 (FOTO 2)

 

El cuarteto de cuerdas finlandés llamado Apolyptica subrayó el parentesco que existe entre la música clásica y el heavy metal. Extendieron al unísono una alfombra sonora tejida con fibras de acero, sin perder fuerza ni virtuosismo. El sonido de los cellos conectados a los amplificadores otorgó un tono amenazador a las melodías.

 

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El grupo Rammstein, de origen alemán, estableció con su música un equilibrio perfecto en el agudísimo filo entre el metal y el dance electrónico. Los temas de sus canciones, que ya ilustran muchos soundtracks, son el totalitarismo, el fascismo, el sadomasoquismo, la necrofilia, el incesto y algunas otras formas oscuras del erotismo.

 

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Eels, agrupación angelina, brincaron a la fama con su primer disco, Beautiful Freak. Sin embargo, su segundo disco, Electro-shock Blues, fue mejor, con canciones de primera clase, en las que hay una mezcla convincente de acordes distorsionados en la guitarra, ritmos jazzeados, sampleos atmosféricos y ambientes sonoros peculiares.

 

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Tom Waits, hombre y género en uno, lanzó Mule Variations, el regreso de sus excursiones por el cine, el teatro y los discos de otros. El factótum musical del nuevo disco aireó sus raíces en el blues, y descansó en tendencias estilísticas familiares como el country, el jazz, la palabra hablada, el avant-garde y por supuesto los latigazos propinados al alma por sus baladas en el piano.

 

 

VIDEO SUGERIDO: Tom Waits – Com On to the House – Mule Variations, YouTube (Steve D)

 

 

PULSOR 46 (FOTO 3)

 

 

 

 

 

PULSOR 4x4 (REMATE)