BABEL XXI – SINOPSIS (15)*

Por SERGIO MONSALVO C.

BABEL XXI (FOTO 1)

 (71-75)

SINOPSIS 15 (FOTO 2)

 BXXI-71 DAYNA KURTZ

Hasta hace poco, Dayna Kurtz podía haber sido el secreto mejor guardado de la música estadounidense, pero tras cuatro álbumes de estudio y obras sueltas en vivo, cassettes y LP’s, el secreto se ha ido revelando en toda su magnitud al fiel grupo de seguidores que la han descubierto. Lo que situa a esta cantante, compositora y productora en un nivel diferente es que, como en las mejores novelas del profundo Sur de la Unión Americana, puede olerse, saborearse y sentirse. Su obra está impregnada de peligros, de sexo latente y personajes desesperados, que buscan a alguien o algo a lo que aferrarse en época de confusión y crisis. Y todo ello acompañado de los mejores sonidos de la dark americana.

VIDEO SUGERIDO: Dayna Kurtz – Reconsider Me (oficial video), YouTube (Dayna Kurtz)

SINOPSIS 15 (FOTO 3)

BXXI-72 ZAZ

La cantante Zaz estuvo de gira por Europa y Norteamérica. La comenzó en su Francia natal y la continuó en Canadá, Suiza, Bélgica, Alemania, Italia, etcétera. Después de ello encabezó las listas de ventas en todos esos países. Aparecieron entonces las siguientes declaraciones en el periódico galo Liberation: «Se está hablando ahora mucho sobre ella y la gente espera para verla… y la espera lo vale”. Zas actúa en lugares pequeños en los que obtiene el mejor ambiente para su propuesta artística. Ella es una vocalista y compositora popular e intuitiva, que conoce bien la música y que sabe exponer su original canto, rasposo y sensual. Hoy es la artista francesa más escuchada en el mundo.

VIDEO SUGERIDO: ZAZ – “Dans ma rue” acoustique (Edith Piaf cover), YouTube (madmoiZelle.com)

Foals

BXXI-73 FOALS

El math rock, un subgénero cuyo estilo se caracteriza por la complejidad de sus ritmos y la experimentación y rareza de las estructuras, espacios y tempos (y cuyo nombre se debe a que los músicos utilizan las matemáticas para encontrar la creatividad del momento de escribir), era la sustancia de las bandas originales de la mayoría de los ahora integrantes de Foals. Pero ese es tan sólo uno de los ingredientes con los que el grupo ha dotado su rico material. La salida del primer líder, Andrew Mears, provocó que Yannis Philippakis, el guitarrista, se quedara como voz principal y con la directriz del nuevo rumbo. Con él Foals redifiniría el sonido de la banda hacia una mezcla más bailable.

VIDEO SUGERIDO: Foals – Baloons (Live on Later…), YouTube (DonaldVass)

SINOPSIS 15 (FOTO 5)

BXXI-74 JOHN CAGE

John Cage empezó a dinamitar la tradición musical en 1939. Desde entonces, seguirlo fue ir quemando etapas. Del ruido pasó al silencio (la famosa pieza 4′ 33″, uno de los iconos del siglo XX). El salto siguiente consistió en dotar de eficacia al conceptualismo abstracto. Lo hizo a través del sistema de crearse a su propio público. De esta manera cada individuo que escuchara a John Cage sería una obra misma del compositor, hasta el punto de abandonar la posición de autoridad del compositor: “Lo que sucederá es que me habré convertido en oyente”, aseguró. Si Duchamp reinventó la mirada sobre la creación artística, Cage fue quien tomó el relevo y nos llevó hasta la actualidad.

VIDEO SUGERIDO: John Cage: 4’33” for piano (1952), YouTube (Zoomoozophone)

SINOPSIS 15 (FOTO 6)

BXXI-75 CESARIA ÉVORA

Desde que el mundo la descubrió Cesaria Évora se ganó su simpatía. De las Antillas a África (desde Senegal a Burkina-Faso), de Abidjan a Dakar, de Brasil a Japón, de Nueva York a México, la cantante conocida como “La Diva Descalza” (por actuar sin zapatos, cosa que hacía como solidaridad con los desposeídos y contra la discriminación social) se granjeó el afecto de todos los pueblos. ¿Por qué? Quizá por el sentimiento de exilio y de añoranza que trasmitía; tal vez por su estilo de piano-bar; a lo mejor por sus maneras fulgurantes y sosegadas a la vez; por su naturalidad o porque su fama creció por la vía más confiable: de forma oral, de boca en boca a través de los continentes.

VIDEO SUGERIDO: CesariaEvora – Pic Nic Na Salamansa, YouTube (Geniusbeauties)

*BABEL XXI

Un programa de:

Sergio Monsalvo C.

Equipo de Producción: Pita Cortés,

Hugo Enrique Sánchez y

Roberto Hernández C.

Horario de trasmisión:

Todos los martes a las 18:00 hrs.

Por el 1060 de AM

96.5 de FM

On line por Spotify

Radio Educación,

Ciudad de México

Página online:

http://www.babelxxi.com/

Exlibris 3 - kopie

ANOUSHKA SHANKAR

Por SERGIO MONSALVO C.

ANOUSHKA (FOTO 1)

LA CONEXIÓN GYPSY

De la India procede una de las familias más activas, ilustres e importantes de la cultura de aquel país, una que se ha distinguido por establecer puentes sólidos entre la suya y las de otros lugares; por vincular sus raíces a la modernidad: los Shankar.

Ese clan se ha significado, en gran medida, en la puerta de entrada y salida contemporánea de y hacia aquel inmenso territorio por la vía de la música. Un insustituible elemento, éste, para la comunicación, la comprensión y el conocimiento de los otros.

A la cabeza de ésta se encontró hasta su muerte,  Ravi (1920-2012), el virtuoso gran maestro del sitár oriundo de Benarés, a cuya visión, talento y amplitud de miras se debió su amistad con los Beatles y con George Harrison, en particular, y a través de él con la cultura del rock, de la cual se convirtió en gestor y en una de las más fuertes influencias desde los años sesenta del siglo XX.

La expresión musical india constituyó desde entonces el siguiente factor esencial en el bagaje del romanticismo creado por tal género (pero no sólo de éste sino también del crossover de las ragas indias con lo sinfónico académico), nada menos.

Ananda Shankar, originario de Calcuta, a su vez, fue el hijo de los famosos bailarines tradicionales Uday y Amala Shankar y sobrino del legendario Ravi. Aprendió a tocar el sitár y su inquietud juvenil y las experiencias de su tío en el Occidente lo interesaron en el ritmo de su época: el rock. A finales de los años sesenta se convirtió en el pionero de la corriente indo-funk.

VIDEO SUGERIDO: Anouska Shankar & Jeff Lynne – The Inner Light, YouTube (dawid260892)

Por otro lado, el apellido Shankar tiene en la actualidad a Anoushka como representante contemporánea del sitár (ese instrumento de cuerdas, al que muchos consideran el más complicado de todos, tan delicado que requiere de afinamiento constante). Su aprendizaje requiere demasiada disciplina. En principio es difícil de sostener y los dedos se cortan con las cuerdas hasta que se hacen callos.

Pues ese fue el instrumento que Anoushka eligió: el mismo que todo el mundo, literalmente, asocia con Ravi, su padre (el mítico introductor de la música india en Occidente y progenitor también de Norah Jones, la cantante y pianista del pop jazzy).

Anoushka desde el comienzo supo que todo el mundo la compararía, pero no se amedrentó. Para mayor handicap la música clásica india la enseña directamente el maestro a su único discípulo. Así que buscó en el mismo instrumento su propio camino y en Ravi a su maestro.

Ravi Shankar tenía 61 años cuando Anoushka nació en Londres en 1981. Y desde siempre ella se ha movido entre dos mundos. Es originaria de Inglaterra pero desde niña se acostumbró a pasar largas temporadas en Delhi y California.

ANOUSHKA (FOTO 2)

A los nueve años inició sus estudios de la mano de su padre, con un sitár construido especialmente para ella. A los trece debutó en concierto. Tocó con Ravi en el Concerto numéro 1 para sitár y orquesta, con Zubin Mehta al frente de la London Symphony Orchestra (en el que la química entre ambos funcionó a la perfección). De igual manera se unió a Rostropóvich para estrenar una obra para violonchelo y sitár. Sus credenciales, pues, son impresionantes.

Además de sitarista, Anoushka es bailarina, actriz y escritora (publicó el libro Bapi-The Love of My Life). “Me gusta ser creativa en medios distintos porque creces con cada cosa que experimentas», ha dicho.

Tales experimentos le han proporcionado su particular camino, un estilo, dentro de la música y como sitarista en especial. El proceso ha ido evolucionando a través de  sus discos. De Anoushka (1998), Anourag (2000) y Live at Carnegie Hall (2001), en los que tocaba obras paternas, a Rise (2005), Breathing Under Water (2007), Traveller (2011), Traces of You (2013), Home (2015) y Land of Gold (2016), en los cuales junta a músicos de Oriente y Occidente con instrumentos acústicos y electrónicos, y lo hace con las propias composiciones.

Éstas mezclan las raíces hindús con el jazz, el pop, el folk y la world music (de su progenitor aprendió también que no es conveniente apegarse mucho al purismo de las tradiciones). Así que dejó de ser sólo una instrumentista virtuosa de la música clásica india.

Sin embargo, fue con el álbum Rise que encontró la ruta nueva a seguir: descubrió el flamenco. Esto se dio a través del tema Soleá, que interpretó con el joven pianista sevillano Pedro Ricardo Miño. Lo que le atrajo de ese género fue su apasionamiento.

Al acercarse a éste se dio cuenta de que las divisiones rítmicas del flamenco son menos intrincadas que en la música india, pero hay algo igualmente fascinante y similar en la forma de tocarlas y que su empatía no es de ahora sino de siglos. Como en el flamenco, la música india se transmite de padres a hijos. Gitanos e indios viven la música como una experiencia vital. Han nacido con ese sino y conviven con él.

Su disco Traveller, fue todo por ese camino. En el reencuentro con Miño plasma, entre otras cosas, una desbordante bulería, tan frenética como lírica, y que constituyó una de las joyas de dicha grabación. Anoushka también firmó una preciosista granaína con el guitarrista Pepe Habichuela, acompañó a Sandra Carrasco en una seguiriya con la ayuda de las tablas y el cajón de Piraña, y caminó junto a Duquende en unos tangos canasteros. En fin el gran viaje al flamenco de la sitarista.

Ravi Shankar durante 50 años mantuvo como base la música india relacionándola con el rock, el jazz, el minimalismo o la clásica occidental. En el caso de Anoushka, en la segunda década del siglo XXI, se trató de un personal diálogo indo-flamenco. Como compositora fue el reflejo de lo que es actualmente.

Como intérprete del sitár continuó muy relacionada con su tradición y con su padre (haciendo juntos largas giras hasta el fallecimiento de éste), aunque como compositora, en sus discos, busca moverse por otro camino: el suyo. Con éste los nuevos escuchas quizá consigan invertir las cosas, sacudirse la fama paterna y hacerla brillar por sí misma; cambiar el tópico de  perspectiva: de ser “la hija de Ravi”, en ella, por el de “el padre de Anoushka”, en él.

VIDEO SUGERIDO: Anoushka Shankar – Boy Meets Girl (Live Denmark 2012), YouTube (miclu2011)

ANOUSHKA (FOTO 3)

Exlibris 3 - kopie

CANON: JOHN CAGE

Por SERGIO MONSALVO C.

JOHN CAGE (FOTO 1)

 EL ARCÁNGEL ANARQUISTA

Con cencerros y ollas de cocina anunció la nueva era de la música. Al lado de este arcángel anárquico los demás colegas del gremio musical siempre palidecieron como posmodernos. Mucho antes del concepto de los happenings, este vástago de un inventor técnico originario de California ya componía piezas para el tocadiscos y la ametralladora; preparaba pianos de cola con ligas y monedas de cobre y mandaba pasar el arco sobre las cuerdas de los violines en forma longitudinal.

Nada era lo bastante opuesto para este trasgresor. Anotó la parte solista de un concierto para piano en 63 hojas sueltas que podían tocarse a discreción en cualquier orden. Para su obra musical doble Európeras 1 & 2, este crítico mordaz de tal género dividió los pasajes conocidos de 64 óperas y 101 grabaciones operísticas y las tocó en forma sincrónica, creando una compota cacofónica llena de humor inteligente.

Compositor, maestro, teórico. John Cage nació en Los Ángeles, California, el 5 de septiembre de 1912. Fue uno de los personajes más vanguardistas, controvertidos y arriesgados en la música del siglo XX.

Sus comienzos fueron convencionales, al estudiar el piano con Richard Buhlig y Fannie Dillon en Los Ángeles. Durante un periodo en París, tomó clases con Lazare Lévy. Ahí Cage entró en contacto con experimentadores como Henry Cowell, Adolph Weiss y Arnold Schoenberg. De Cowell, Cage adoptó la idea de modificar el mecanismo interior del piano a fin de lograr ciertos sonidos curiosos.

Antes de embarcarse en la carrera de intérprete-compositor, Cage fue profesor en la Cornish School de Seattle, Washington, Mills College de Oakland, California, la School of Design de Chicago, Illinois, y la New School for Social Research, en la ciudad de Nueva York. En esta metrópoli se asoció con Merce Cunningham, para quien compuso varias obras de ballet.

Hacia fines de los años treinta, Cage se había establecido como líder del avant- garde; sus recitales de piano preparado fueron aclamados y condenados por igual. Los tornillos, trozos de metal, ligas y tiras de papel colocados por Cage dentro del piano normal producían sonidos exóticos. La fascinación ejercida sobre él por los ritmos y los instrumentos de percusión también influyó de manera enorme en su obra original.

Otro ascendiente importante en él fue la música del Oriente, sobre todo de la India. Lo que otros pudieran describir como ruido, al igual que el silencio, forman ingredientes de la música de Cage.

Debido a su determinación para romper completamente con el pasado de la música, la obra de este autor desafió todo intento de definición. Rara vez recurrió a formas musicales convencionales, como un cuarteto o un concerto, y cuando lo hizo, su uso de la forma fue muy poco ortodoxa. Sus primeras composiciones se basaron en el método dodecafónico de su maestro Schoenberg; luego descubrió el piano preparado.

En su caso fue excepcional dicho método, pues condujo sus preferencias hacia la exploración de nuevas regiones del sonido valiéndose de instrumentos eléctricos y de este piano preparado, al que aplicó diversas sordinas de variados materiales, las que colocó entre las cuerdas, obteniendo así un amplio, sugestivo y colorido teclado de orquesta de percusión; y organizó sus trabajos en torno a un fascinante germen formal, apto para ser utilizado en cualquier estilo o en cualquier oportunidad.

A través de su fecunda vida como compositor, se puede descubrir que otra característica dentro de sus frecuentes desplazamientos a comarcas desconocidas o escasamente cultivadas fue el empleo de conjuntos de percusión, ya sea solos, como en Imaginary Landscape, en sus Constructions (seriadas) o en la March, o agregados a varios instrumentos eléctricos.  Amores, The Perilous Night, A Book of Music, Three Dances, She Is Asleep, The Wonderful Window of 18 Spring, son sólo algunas de las numerosas piezas de su producción tanto estrictamente musical como para teatro y danza.

A todas ellas siguió la composición aleatoria, o hecha al azar. Hubo gigantescas obras multimediales para instrumentos convencionales, sonidos grabados, películas, transparencias y luces. Cada paso en una composición de Cage podía depender de una imperfección en el papel pautado, en un dado o un volado.

JOHN CAGE (FOTO 2)

Entre otras obras de Cage figura 4’33» para piano en tres movimientos (1954, donde el pianista se sienta al teclado por el tiempo indicado, pero no toca una sola nota, convirtiendo así el silencio en música).  Sin embargo, la «obra maestra» de Cage sin duda es un trabajo de 1962, 0’00», una pieza silenciosa en la que el intérprete puede presentar cualquier cosa, a voluntad (la llegó a presentar en una sala de conciertos licuando verduras y amplificando su absorción). Cage escribió también varios libros, entre ellos Silence (1961), A Year from Monday (1967) y Notations (1969).

De ellos se destaca la teoría de que es inherente al que trabaja un arte creativo, conocer y comprender los materiales que necesita, y crearlos si es que no existen.  En la música, lo sabe Cage, esta característica debe ir más allá de la simple competencia del análisis de la partitura.

Es más difícil para el compositor crear los colores de su interés que a un pintor obtener los colores de la luz que se busca plasmar, pero no es menos importante que el compositor pueda hacerlo igualmente. Las tradiciones musicales van contra su esfuerzo; en nuestra época, sólo se reconoce al que se sienta confortablemente en la seguridad académica.

Pero el acto de rebelión creativa es igualmente tradición, y si el arte de la música quiere ser algo más que una sombra del pasado, debe ponerse constantemente en tela de juicio dicha tradición de hábitos adquiridos, poniéndolos en una encrucijada concreta, sea cual sea.

Y eso hizo John Cage y en ello también se mantienen hasta la fecha sus muchos seguidores dentro de la música (desde la sinfónica hasta el rock en diversas corrientes, desde la progresiva, el Kraut rock,  hasta la del noise o la industrial de mayor experimentación como la de Frank Zappa, por ejemplo, sin contar todas sus influencias sobre la música electrónica actual) y los escuchas que siempre vieron en él a un visionario creativo. Un genio con pasado y con futuro.

«Tengo horror a la idea de que me consideren un idiota», afirmaba este extremista, no sin ironía. Paul Hindemith en algún momento lo rechazó como «criminal del arte» y el propio Arnold Schönberg lo acusó de «falta de sensibilidad para la armonía».

Sin embargo, el genio de Cage, enamorado del papel de compositor, quería ser comprendido como «persona seria». Era inteligente y agudo. Sin importar sus disquisiciones sobre James Joyce; que interpretara como budista zen el libro de oráculos chinos del I Ching o elogiara la alfalfa y las algas, como seguidor de la alimentación macrobiótica, siempre hablaba como el caudillo liberador del sonido que era y al cual lanzó al infinito.

Su propia muerte también le era motivo de bromas: “Supongamos que muera.  Aun así seguiré viviendo como espacio vital para animales más pequeños.  Existiré siempre”.

John Cage murió el miércoles 12 de agosto de 1992 en Nueva York a consecuencia de una embolia, a escasas tres semanas de su cumpleaños número 80 y los homenajes preparados para festejarlo.

VIDEO SUGERIDO: John Cage “Water walk”, YouTube (Nave for Eva)

JOHN CAGE (FOTO 3)

 

Exlibris 3 - kopie

LONTANANZA: ZAZ

Por SERGIO MONSALVO C.

ZAZ (FOTO 1)

LA VOZ FRANCESA DE HOY

Lo primero que hay que saber de mí es que siempre he cantado”. Esta es una de las frases que utiliza la cantante y compositora Zaz para presentarse. Sin embargo, también es clarificador comenzar desde el principio cualquier historia, como la de ella en este caso.

El verdadero nombre de esta joven gala es Isabelle Geoffroy. Nació el 1 de mayo de 1980 en Tours, Francia. Su madre era una profesora de español y su padre trabajaba en una compañía eléctrica. A los cuatro años de edad cuentan que sentenció: “Cuando sea grande seré cantante” y parece que esa frase, dicha con toda la determinación infantil, se ha cumplido.

A los cinco ingresó junto con sus hermanos en el Conservatorio de su ciudad natal y allí estudió violín, piano, solfeo, guitarra y canto coral hasta los once. Entonces la familia trasladó su domicilio a Burdeos.

A los 15 inició sus andanzas académicas más especializadas en el canto, cuya asiduidad combinó con los deportes y con el estudio del kung-fu en específico del que se hizo profesional. Quienes la conocieron por entonces, dicen que en esa época era muy disciplinada a pesar de ser una adolescente.

A partir de los 20 años las cosas empezaron a ir muy deprisa para ella. Consiguió una beca para estudiar en el Centro de Información de Actividades Musicales de Burdeos, donde el canto se lo tomó más en serio. En su solicitud de inscripción escribió que entre sus influencias musicales estaban ‘Las Cuatro Estaciones’ de Vivaldi, cantantes de jazz como Ella Fitzgerald, Bobby McFerrin y Richard Bona, así como los ritmos africanos, latinos y cubanos.

En el 2001 se hizo integrante de un grupo especializado en blues llamado Fifty Fingers. Luego formó parte de un quinteto de jazz (Angoulême) y después se marchó de gira con una orquesta vasca de nombre Izar-Adatz (que en vasco significa “Estrella Fugaz”), compuesta por 16 personas, cuatro de ellas cantantes, que interpretaba todo tipo de éxitos en las fiestas de pueblos y pequeñas ciudades de la zona media de los Pirineos, como Bayona o Carcasona.

Ahí la gente le pedía canciones de Whitney Houston o Beyoncé y ella los complacía. El trabajo era duro y el salario no muy alto pero le sirvió para hacerse de tablas y madurar. También formó parte de un grupo de rap, cantó con unos chilenos en Casablanca, Marruecos, y se ha ido de gira a Egipto y actuado en unas minas de sal en Colombia.

Zaz ha trabajado como corista para grabaciones de estudio en Toulouse y colaborado con muchos cantantes como Maeso, Art Mengo y Serge Guerao.

Igualmente, ha sido la ganadora de concursos artísticos en Francia (la tercera edición del Génération Réservoir) y ha contestado anuncios de ocasión en los periódicos que le han cambiado la vida.

El primero, uno del grupo de variedades Don Diego que buscaba cantante. Ahí acudió ella y se convirtió en Zaz, su seudónimo, al firmar con una Z sus colaboraciones en dicho grupo.

ZAZ (FOTO 2)

Con ellos exploró repertorios africanos, árabes y andaluces, brasileños y latinos en general. En el repertorio de la cantante también estuvieron temas de jazz y de blues, así como grandes hits de la chanson française pertenecientes a Jaques Brel, Charles Aznavour o Serge Gainsbourg.

A mediados de la primera década del siglo XXI Zaz decidió irse a vivir a París y comenzó a actuar, junto a sus amigos, Germain y Mister T, en pequeños locales, piano-bares y en las calles de Montmartre, animando a los miles de turistas que acudían a diario a visitar, por ejemplo, el Sacré Coeur o la Plaza del Teatro.

En 2007 contestó otro anuncio de ocasión. Éste buscaba una nueva voz, grave, con toques jazzísticos y un poco rota. Quien puso el anuncio fue Kerredine Soltani, quien tras escucharla se convirtió en el productor de su primer disco, homónimo: ZAZ.

El álbum salió a la venta en Francia el 10 de mayo de 2010 y enseguida se situó al frente de los más vendidos. Permaneció así durante semanas y consiguió discos de oro, e incluso de platino. Muchas de las canciones del álbum fueron compuestas por la propia Zaz pero también contó con varias colaboraciones.

Entre las canciones que recogió el primer trabajo discográfico de Zaz está la versión de un tema de Edith Piaf, “Dans ma rue” (En mi calle), que habla de una prostituta de la colina de Montmartre. De esta manera la joven artista rindió homenaje al gran tótem de la canción francesa, que también comenzó en la calle, y cuyos temas Zaz ha interpretado en multitud de ocasiones en los pequeños locales y en sus actuaciones callejeras. Hoy es la nueva voz de Francia.

VIDEO SUGERIDO: ZAZ – Je veux, YouTube (WeAreHuntedTv)

ZAZ (FOTO 3)

 

Exlibris 3 - kopie

EL SONIDO CAPTURADO

Por SERGIO MONSALVO C.

MAQUINA (FOTO 1)

 (Y DESECHADO)

En 1877, al inicio de la Revolución Industrial, dentro de un laboratorio privado cerca de Nueva York, el inventor Thomas Alva Edison descubrió que era posible guardar el sonido con cilindros grabados en cera. Bautizó su aparato como «fonógrafo».

Emile Berliner opinaba que la cera de Edison era demasiado blanda e inventó, a su vez (en 1894), el disco más duro de goma laca, con todo y gramófono. Giraba a 78 revoluciones por minuto y guardaba 4.5 minutos por lado. Éste se erigió en el formato de grabación para los siguientes 50 años.

Darle vueltas cada cuatro minutos a la larga daba flojera y provocaba la impaciencia del escucha. La compañía Columbia sacó entonces el Long Play (LP), más robusto y de 33 revoluciones por minuto, con la serie «Gala 101» en 1948. La cantante Dinah Shore inauguró la nueva época; la siguieron la música clásica y Frank Sinatra. Al año siguiente, el sello RCA, por su parte, agregó el formato del single (sencillo) de 45 revoluciones.

En 1966, por fin los fabricantes de hardware quedaron de acuerdo en un formato de cinta para la grabación particular y comienza así la entrada triunfal del cassette. La ventaja es que podía regrabarse muchas veces y funcionaba también en el automóvil y el walkman.

Con el hito del álbum Sgt. Pepper’s Lonely Heart Club Band (de 1967), los Beatles abrieron tres brechas a la vez: el arte de las portadas se volvió eso mismo, un arte, y además reproductivo; en segunda instancia, el grupo utilizó por primera vez la técnica de la grabación en varios tracks; y, en tercer lugar, el disco consiguió establecer al rock como un género artístico serio en el mundo entero.

Casi doce años después, el álbum Bop Till You Drop (1979) de Ry Cooder fue el primer álbum producido exclusivamente con máquinas digitales de varios tracks.

Las compañías Sony y Philips sacaron en 1983 el CD, o disco compacto, al mercado. Gracias al control remoto, al nulo esfuerzo para manipularlo y reproducirlo y a la ausencia de rayaduras molestas, el CD no tardó en hacer parecer muy viejo al vinil.

En 1992, la compañía Philips desarrolló el cassette digital DCC, una combinación accesible de todas las ventajas del CD y el cassette normal con reproducciones compatibles.

La Sony, a su vez, se jactó del mini disc «grabable», un nuevo sistema de sonido (en formatos de 60 y 74 minutos) que era el acoplamiento de los adelantos cibernéticos de disco duro al audio, para eliminar «ruidos» y otros problemillas del CD de los que se quejaban los escuchas quisquillosos.

MÁQUINA (FOTO 2)

En 1993 apareció el «compact disc interactivo». El disco desarrollado por la compañía Philips que combinaba imagen y sonido, pero no ofrecía esta información con un orden fijo. Al contrario, el usuario tenía la jugada. Con el control remoto podía mover el cursor sobre la pantalla de televisión, para provocar las reacciones correspondientes del software inteligente.

El músico Todd Rundgren sin duda entró a la historia del sonido grabado como el innovador. El multiinstrumentista y productor tiene a su nombre el primer CD interactivo de audio (CD-I), titulado No World Order (Philips Interactive Media), el cual contiene aproximadamente 1500 fragmentos de sonidos –ninguno de ellos más largo que ocho segundos– que pueden escucharse en forma interactiva.

Con el CD-I, el escucha podía seleccionar las mejores piezas, programar el orden de los sonidos y modificar la velocidad o adaptar la música al estado de ánimo del momento. Se podía producir una mezcla propia. Era una nueva forma de escuchar.

Dentro del arte ha sido la música el puntal en el uso de tecnificaciones semejantes. La cibernética, y la computadora, como su instrumento y primera máquina de arte valiosa, han sido importantes en el proceso, y no sólo en cuanto al modo de producción sino también en cuanto a la oportunidad de emprender una estética experimental.

Ese mismo año (1993) aparecieron compilaciones especiales de videoclips de Tina Turner, Sting, Bon Jovi, Bob Marley, U2, Lionel Richie, Bryan Adams y Billy Ray Cyrus, entre otros.

Para el CD-I se requería de un aparato especial, que se controlaba ya sea mediante joystick, trackerball, thumbstick o el mouse (ratón). El aparato mismo se conectaba a la televisión y al amplificador.  También los había con pantalla y bafles integrados.

El CD-I 360 portátil, por ejemplo, tenía un monitor LCD a color de alta resolución. En el aparato para CD-I también se podían escuchar CDs normales de audio y ver foto-CDs.

En 1995 aparecieron bajo ese formato interactivo los álbumes The Wall de Pink Floyd (Philips), Ginger Bread Man de The Residents (BMG Interactive), Rock-Guitarre, un curso para interesados en el uso de la guitarra en el heavy metal (Philips), Ten Summoner’s Tales de Sting (Philips), World Beat (New Media World), Headcandy de Brian Eno (BMG Interactive), X-Plora 1 de Peter Gabriel (Digital World) y Outside de David Bowie (ION/Versand). De todo ello, hace tan sólo un cuarto de siglo, ya nada se usa.

MÁQUINA (FOTO 3)

 

Exlibris 3 - kopie

ELI “PAPERBOY” REED

Por SERGIO MONSALVO C.

ELI (FOTO 1)

 MISIONERO DEL SOUL

A finales de los años noventa el panorama era desolador para el rhythm and blues y para el soul de raíces. Las compañías disqueras le habían torcido el rumbo a estos géneros históricos e inventado “representantes” de ambos a la medida de sus intereses comerciales (léase Mariah Carey, Whitney Houston y sucedáneos semejantes).

Mientras tanto, en clubes y tugurios de mala muerte languidecían, física y socialmente, los veteranos de tal escena que aún quedaban vivos: Solomon Burke, Sam Moore, James Hunter, Betty LaVette o Sharon Jones.

Los jóvenes negros de la Unión Americana habían abandonado en masa esas músicas en beneficio del hip hop, el gangsta rap y sobre todo el R&B de fabricación mediática: ése de estilo uniforme, edulcorado, sin pasión y sin sorpresas, muy etiquetado.

A ello habían colaborado los productores afroamericanos, que una vez en las grandes ligas ya sólo tenían la vista puesta en la caja registradora y en la meta de borrar todo vestigio del pasado, ése que exigía el sello de autenticidad.

El poder evocador de aquellas músicas había sido relegado al rincón del coleccionismo o de la marginalidad.

Sin embargo, alguna semilla de la primera siembra había llegado a un lugar insospechado: Boston, donde un muchachito blanco oía una y otra vez la producción del sello Stax para aprender a cantar. Otis Redding y William Bell alternaban con Sam Cooke y Jackie Wilson en las preferencias del adolescente. Música siempre vibrante y joven, contenedora de energía pura.

Con estos elementos en mente, Eli Reed comenzó a aparecer en Harvard Square (donde estudiaba) acompañado de su guitarra para obtener unos dólares extra.

Terminada la escuela se lanzó a un viaje rumbo al Sur, en semejanza a la película Crossroads de Walter Hill. Él no iba a buscar la canción perdida de Robert Johnson sino la atmósfera y el espíritu del Delta del Mississippi.

Al llegar a Clarksdale se dio cuenta de que no iba a ser fácil. El trabajo prometido con una radiodifusora del lugar se había esfumado y no le quedó más que ponerse a cantar en el circuito de bares acompañado por un viejo baterista negro, Sam Carr.

“Me hice un hueco en la comunidad musical. Clarksdale es finalmente un pueblo bastante pobre y te reciben con simpatía. Se agradece la novedad: si sabes cantar o tocar, ya eres uno más. Allí me pusieron el apodo de ‘Paperboy’, por una gorra que me ponía y que se parecía a las que llevaban antes los niños que vendían los periódicos”.

ELI (FOTO 2)

Entre la pobreza y la violencia ambiental obtuvo una gran instrucción musical y confianza en sus propias facultades. Salir vivo de ahí se la proporcionó.

Luego siguió la antigua y mítica ruta del blues hacia Chicago, donde cantó y tocó el órgano en una iglesia evangelista bajo la tutela de la cantante Mitty Collier (ex estrella de la Chess Records).

Tras ello regresó a la universidad en Boston a licenciarse, donde fundó la banda The True Loves y grabó su primer disco Walkin’ and Talkin’ (for my baby). Y siguió trabajando en los márgenes y con fe inquebrantable en aquellos sonidos clásicos.

Fue entonces cuando llegó de Inglaterra una nueva ola, otra invasión (histórica, musicalmente hablando). Esta vez con puras mujeres blancas al frente interpretando el soul de siempre: Joss Stone, Amy Winehouse, Duffy y Adele.

Hubo apoteosis por aquellas voces, por aquel género, y el público estadounidense miró apenado hacia su casa para ver qué tenía. Descubrió ahí, arrinconado, a un tipo que cantaba en estos tiempos el soul con una convicción inusual; que tenía un nombre pegadizo y hasta un apodo; que interpretaba el soul de manera arrolladora y, lo mejor de todo: creíble.

Y supo que este tipo tenía grabaciones como Roll with You, un segundo disco potente, realizado con técnicas analógicas para darle más calor al asunto, con una banda compacta y aceitada, así como una colección de piezas tan buenas y maduras como para hablar del renacimiento de un género que siempre ha estado presente aunque muchos traten de ocultarlo. Eli “Paperboy” Reed se erigió entonces en su misionero.

VIDEO SUGERIDO: Eli “Paperboy” Reed – COME AND GET IT (Official Music Video), YouTube (elipaperboyreed)

ELI (FOTO 3)

 

Exlibris 3 - kopie

NATACHA ATLAS

Por SERGIO MONSALVO C.

NATACHA ATLAS (FOTO 1)

PRELUDIO DEL NUEVO EGIPTO

Los jóvenes de la revolución egipcia, los que hicieron caer al dictador Mubarak, se encuentran en su elemento navegando por las redes sociales y microblogueando a diario contra todo lo que no les gusta del país en el que viven.

Están entre la veintena y la treintena, poseen estudios universitarios y se han mantenido informados de lo que sucede en el mundo exterior. La mayoría han vivido siempre gobernados por un solo presidente bajo una ley de emergencia. Están hartos de ello.

Quieren la libertad, una perspectiva sobre la vida que ven en otras partes gracias a  Internet y a la TV por cable y satélite. Ellos son las raíces de un nuevo movimiento que espera llevar Egipto hacia el futuro. Un futuro que sueñan libre y democrático.

Ellos fueron el público primero de Natacha Atlas, esa cantante designada oficialmente por la ONU en el año 2001 como «una embajadora de buena voluntad» entre Occidente y el mundo islámico. «En Egipto y países vecinos, donde entienden mis letras, sólo me seguía gente educada a la europea. Mis discos no llegaban al público masivo. No hubieran encajado ni por estética visual ni por sonido. Ahora será distinto».

A partir de la revuelta de enero del 2011 se ha convertido en la primera persona a la que se requiere cuando urge una voz oriental y cosmopolita que represente a Egipto, aunque haya pasado más tiempo en el Reino Unido que en ese país y, desde luego, estar muy marcada por su cultura musical.

Su obra refleja la realidad multicultural de cualquier ciudad inglesa. Pero ella se expresa musicalmente en tres o cuatro idiomas (inglés, francés, español), pero preponderantemente en árabe. El cual le parece el mejor lenguaje para el shaggan que canta.

NATACHA ATLAS (FOTO 2)

 La escucha de la musicalidad egipcia es una invitación al descubrimiento de un patrimonio cultural muy complejo, el cual abarca géneros, formas y estilos tanto misteriosos como subyugantes. Dicha música se nos presenta como el espejo de las afinidades entre los temperamentos que la constituyen.

En sus tradiciones musicales se refleja lo vivido por generaciones, que en conjunto representa uno de los patrimonios más ricos del mundo.

El Mediterráneo al que pertenece Egipto es la viva imagen de una serie infinita de intercambios y transformaciones dados en el transcurso de seis mil años de historia.

Asimismo, como el lugar donde conviven músicas que han sabido mantener su personalidad, aun abriéndose a las interacciones con otros mundos, tanto de lo antiguo como de lo más avanzado en cuanto a músicas electrónicas, como en el caso de Natacha Atlas.

El hecho de que la música global haya contribuido a interrelacionar los sonidos de diversas partes del mundo ha logrado este fenómeno, sin quitarle muchas veces lo paradójico o el riesgo de una interpretación errónea por la descontextualización. De cualquier modo es un regalo para los escuchas interesados en los latidos del mundo que vivimos hoy.

La biografía personal y musical de Natacha Atlas se caracteriza por el desplazamiento constante entre culturas, idiomas y estilos.

VIDEO SUGERIDO: Natacha Atlas & Transglobal Underground – Ali Mullah Lament, YouTube (joanofarexxi)

Su padre es belga, su madre inglesa, sus abuelos son de Palestina y Egipto, en alguna parte también hay una rama familiar en Lituania. Creció en el barrio magrebí de Bruselas, luego se trasladó a la provincia inglesa, a Sussex, de ahí regresó a Bélgica, finalmente llegó a Londres y en los últimos años ha viajado una y otra vez “de regreso” a Egipto, con un tío, Esaam Rashad, a quien califica como su padre sustituto.

Con este tío, un maestro del laúd árabe y compositor, Natacha Atlas también conoció las complicadas finezas del sistema musical árabe y recibió su primera instrucción vocal.

En Bruselas ya se había presentado interpretando la danza de vientre, aunque no de manera profesional. En Inglaterra conoció a Jah Wobble, el bajista que estaba formando el grupo Invaders of the Heart, quien la invitó a integrarse al mismo.

El álbum de éste, Rising above Bedlam, de 1990, la dio a conocer por primera vez a un público amplio. Le siguió “Timbal”, un éxito de club con el proyecto de dance “¡Loca!”, que figuró en una compilación del sello Nation.

El grupo insignia de la compañía disquera se llamaba Transglobal Underground, precursor de la fusión world dance, que había producido un poco de viento fresco en el mundo inglés de los raves con su primer sencillo, “Templehead”.

Natacha Atlas se convirtió entonces en la cantante de Transglobal Underground y en la imagen representativa de la escena multicultural de los clubes británicos.

Con esta agrupación aparecieron dos discos, las giras la hicieron dar la vuelta a medio mundo, y entonces nació el britpop.

Se armó un gran alboroto en torno a los nuevos grupos ingleses de guitarras, que retrasaron de alguna manera el crecimiento de la plantita de la música global, prometedora de una cultura musical nueva, abierta en todas las direcciones.

En esta situación, finalmente fue su propio grupo el que la persuadió de sacar un disco como solista. Transglobal Underground quería que explorara su herencia musical sin agregar de forma constante cosas de la India o Bali, por decir algo, y cuando empezó con el proyecto éste la fue emocionando cada vez más. De hecho, “herencia” y “raíces” se convirtieron en sus palabras favoritas.

Lo que sólo se insinuó en su álbum debut Diaspora se expresó ya en pleno en Halim y continuó la tarea en Gedida y Ayeshenti: un alejamiento de la mentalidad del “caldo etnogroove”, de la confusión multicultural sin objetivo, y un acercamiento a lo sencillo, comprensible y personal.

En este sentido su obra no es un postre chillout con condimentos orientales, sino un desarrollo hipermoderno de la chanson árabe.

A través de su discografía se observa un progreso, un desarrollo continuado entre Diaspora, River Man y Mounqaliba:Rising (sus más recientes álbumes de remixes): una profundización en el Oriente, enfocada hacia las estructuras de las canciones son de carácter mucho más árabe.

Realmente Natacha Atlas ha querido llegar a los orígenes musicales para luego llevarlos al futuro, que es hoy. Las palabras clave en su material son etnotrance y world dance, aunque siempre marcadas por la debilidad que siente por las melodías del Medio Oriente. Uno que parece estar renaciendo.

VIDEO SUGERIDO: Natacha Atlas – Moustahil (Live), YouTube (kunoxisback)

NATACHA ATLAS (FOTO 3)

 

Exlibris 3 - kopie

BEIRUT

Por SERGIO MONSALVO C.

BEIRUT (FOTO 1)

 VIENTOS DE MELANCOLÍA

Zach Condon era, en ese momento, un veinteañero multiinstrumentista (nacido en Nuevo México en 1986) que había terminado sus estudios de bachillerato en un instituto de su estado natal y, ante la perspectiva de unas largas vacaciones por delante antes de entrar a la universidad, decidió lanzarse con rumbo a Europa para ampliarse el horizonte, tanto culturalmente como para reflexionar sobre sus expectativas a futuro.

Condon estaba involucrado hasta las cachas con la rítmica de su época. Como quinceañero había realizado ya grabaciones caseras de música electrónica lo-fi con el nombre de Real People (las que en el futuro se conocerían como The Joys of Losing Weights). Sin embargo, dichas cintas no habían visto aún la luz, lo mismo que otras con aires de doo-wop que retomaban su admiración por el malogrado cantante Frankie Lymon y su grupo The Teenagers.

En semejante situación estaba también el EP Small Time American Bats con el misterioso apelativo de “1971”, que permanecería oculto a la espera de su momento.

Zach era un adolescente inquieto y con gustos intelectuales, así que eligió París para permanecer el mayor tiempo de aquellas vacaciones.

En sus andanzas callejeras descubrió a las bandas musicales de inmigrantes balcánicos que tocan durante el verano en las plazas de aquella capital (y del resto del continente). Los sonidos de los oboes, las mandolinas, los acordeones y los instrumentos de viento (trompas, tubas, trombones, etc.) lo impactaron.

Al regresar a la Unión Americana quiso plasmar musicalmente –disciplina artística por la que optó– lo que ya le daba vueltas en la cabeza y pugnaba por salir: todas aquellas influencias de la Boban Markovic Orchestra o de Goran Bregovic, entre otras.

Quería fundir el folklore del sudeste europeo (de los valses a las marchas balcánicas festivas o funerarias), matizado con sonidos agitanados y la pianola, y combinarlo con la canción contemporánea y melancólicas baladas del occidente norteamericano.

Era otro beat de la globalización el que buscaba plasmar. Argumentar con sonidos distintos y palabras familiares las emociones, melodías y ritmos que rebosaban sentimiento en su particular sensibilidad.

El resultado de su trabajo con tal combinación se llamó Gulag Orkestar, un disco del 2006 que marcó el debut de Zach Condon con el nombre de  Beirut.

BEIRUT (FOTO 2)

 

 

La infame leyenda de los “gulags” soviéticos y sus “campos correctivos de trabajo” le sirvió de leitmotiv, al igual que las fotografías de Sergey Chilikov. Esta obra lo dio a conocer a nivel mundial por su originalidad conceptual y sencillez compositiva.

Para la realización del álbum Condon tocó diversos instrumentos en un estudio de Albuquerque, acompañado de músicos de distintas agrupaciones como Neutral Milk Hotel o A Hawk and a Hacksaw (representantes del indie rock y psych folk), a los que convocó para apoyarlo en su proyecto.

A la postre se embarcó en una larguísima gira con otros músicos (los que participaron en el disco ya tenían compromisos con sus respectivas bandas), durante la cual tuvo que ser hospitalizado por fatiga extrema debida a su hiperactividad.

VIDEO SUGERIDO: Beirut – Gulag Orkestar (Live), YouTube (orchardmusic)

En el ínterin la compañía discográfica 4AD reeditó el álbum agregándole las piezas de un anterior EP de Condon titulado Lon Gisland (que ya había publicado en Europa) y que coincidían con el techno pop del tema “Scenic World” del álbum.

En el 2007, Condon regresó curado de sus males. ¿Y de qué manera lo hizo?: con trabajo, ¿qué más? Publicó The Flying Club Cup, su segunda obra, con arreglos de cuerdas a cargo del canadiense Owen Pallett (el compositor, violinista, tecladista, vocalista y miembro único de Final Fantasy, un proyecto individual de pop barroco y música experimental).

En él, Zach trató de evocar el ambiente de diferentes ciudades francesas en una especie de colección de tarjetas postales musicalizadas. A su new folk le agregó el toque de Jacques Brel y de la chanson francesa.

Entraron también en escena los violines, los saxofones y las percusiones, “para lograr la sensación de esperanzadora grandiosidad que su música evoca”, según la crítica. Asimismo, los videos publicados en su página Web reafirmaron la calidez, la sutileza y el cuidado que este conglomerado musical circulante emana.

En esta etapa fue cuando el cineasta estadounidense Cary Fukunaga lo contactó para que le hiciera el soundtrack de la película titulada Sin Nombre, con la cual haría su debut.

El director cinematográfico quería una musicalización semejante a la de Gulag Orkester para su drama migratorio (de personas de Centroamérica rumbo a la Unión Americana vía México), pero Condon ya andaba en otra sintonía y rechazó el trabajo.

A cambio se metió en el proyecto de un nuevo álbum con Beirut, el cual sería grabado bajo su propio sello Pompeii Records, y que finalmente representaría la amalgama de dos EP’s. Uno, la exposición de su aventura sonora por el Istmo mexicano; y, el otro, la de la propuesta del lejano adolescente que busca su identidad musical. Una arriesgada amalgama de la ubicuidad.

Esta última se llamó Holland y fue grabada bajo el nombre de Realpeople, un trabajo del joven precoz producido totalmente en casa. A los 15 años y como fan del pop de sintetizadores, Condon construyó dicha grabación con más de una veintena de tracks (aglutinados en un secretísimo disco llamado The Joys of Losing Weights, el inédito como tal), de los cuales tomó cinco para integrarlos al nuevo lanzamiento.

Con este EP el músico reveló un aspecto más de su personalidad musical (el del doo-wop había sido otro): la huella de los años ochenta en el apogeo de una house party con beats de computadora a la usanza de la vieja escuela. Material al que no tenía acostumbrado a su público.

Como sí lo estaba con el del otro EP titulado March of the Zapotec. Para ello había viajado a México, a Oaxaca para ser preciso, y nutrido su concepto con los instrumentos de viento empleados por la Banda Jiménez de Teotitlán del Valle, de aquel estado mexicano.

Los metales macizos de este grupo folclórico, integrado por artesanos tejedores del lugar, se embarcaron en una excursión con el joven estadounidense y sus colaboradores (entre los que se incluye a Chris Taylor de la afamada agrupación indie Grizzly Bear) hacia un territorio musical más conocido (el beat de los instrumentos de viento). Sin embargo, la novedad estuvo en los detalles.

El disco comienza con una marcha fúnebre y la banda mexicana le agregó el significativo toque de Pathos a la orquesta Beirut, para luego dejar participar en su celebración al ukulele, las trompetas, el acordeón, las cuerdas, las percusiones y la elegante melodía vocal.

Una propuesta sonora amerindia, plena de vientos centenarios, para acompañar el reconocido sentimiento melancólico de Zach Condon, alias Beirut, quien ha seguido publicando álbumes como The Rip Tide (2011), No No No (2015) y Gallipoli (2019).

VIDEO SUGERIDO: Beirut – Nantes (live in the streets of Paris), YouTube (luderpinguin)

BEIRUT (FOTO 3)

 

Exlibris 3 - kopie

ADAGIOS

Por SERGIO MONSALVO C.

ADAGIOS (FOTO 1)

 (PARA EL SIGLO XXI)

Un adagio es la imagen del futuro en el horizonte, con todo lo que representa como metáfora. Ésta siempre irá acompañada de música en la imaginación, de la música que a cada uno le provoque esa fantasía.

Un adagio es un término musical que tiene varias acepciones. Como referencia a una indicación del tempo o al movimiento de una pieza musical, cuyo tempo es lento (por lo general se llama así al segundo o tercer movimiento de una sinfonía o un concierto).

Entre los ejemplos más famosos de tal término en épocas pasadas están, por mencionar algunos: la Sonata para piano Núm. 14 en do sostenido menor de Beethoven; el Concierto para piano núm, 2 en do menor op. 18 de Rachmaninoff o el Concierto para piano en sol de Ravel.

En el rock las muestras de adagios para el presente siglo aparecen en los discos de Chris Isaak, Always Got Tonight; The Raven, de Lou Reed; Illinois de Sufjan Stevens, el primer álbum de los Fleet Foxes; The Rising de Bruce Springsteen, Essence de Lucinda Williams o Some Old Man de John Hiatt, entre muchos otros.

ADAGIOS (FOTO 2)

En el caso del jazz, quienes quisieron expresarse sobre  ello escogieron a tres representantes cuyo talento había superado los límites del género e introducido referencias nuevas en él. Se trató de Bill Frisell, Don Byron y Astor Piazzolla (ya desaparecido), mismos que aportaron a estos adagios elementos como la evolución, los acentos trágicos, la melancolía, redefiniciones de conceptos como “fusión” o “raíces”, y sobre todo la maestría para irradiar luz a la naciente centuria.

Así nació Adagios Siglo XXI, una compilación hecha para el sello Nonesuch en el primer año de tal siglo. En ella aparecen algunos grandes de la música clásica contemporánea como Philip Glass, John Adams, Steve Reich, Samuel Barber o Henryk Górecki, además de los ya mencionados. Están juntos en una producción integrada por obras que serán, para las nuevas generaciones, el estandarte del nuevo milenio.

El material ofrece acentos trágicos, armonizaciones con el minimalismo, el blues, el jazz, así como soundtracks de música majestuosa, envolvente, impregnada de misterio y por un distintivo mosaico sonoro de marcada intensidad, al que se agregan el Kronos Quartet, Gidon Kramer (y su violín vanguardista) o la soprano Daen Upshaw.

Sí, en los albores de la centuria aparecieron todos estos adagios, para el absoluto placer de todos los escuchas.

ADAGIOS (FOTO 3)

 

Exlibris 3 - kopie