PRIMERA Y REVERSA: APHRODITE’S CHILD

Por SERGIO MONSALVO C.

 

Aphrodites Child (foto 1)

 

LA HELÉNICA ROCKERA

 

 

En Grecia, el rock arrancó en la primera mitad de los años sesenta del siglo XX y poseyó un radicalismo esencial, dadas las condiciones políticas en las que vivía el país en aquella época. (por lo que Zeus estuvo en contra). Los primeros grupos originales fueron Formyx, los Beatkins, Juniors y los Dragons.

El movimiento se adjudicó su primer punto culminante en 1965 y los grupos más conocidos del momento eran los Olympians, Charms, los Sounds y MGC, que ya contaban con argumentos de música original. Dicho primer periodo terminó más o menos en 1968. Una de las causas fue el golpe de Estado de 1967, con el cual la milicia subió al poder y reprimió todo movimiento cultural innovador, incluso el pelo largo en los hombres.

Poco antes de la condena a la ilegalidad del género, en plenos aires de fascismo corriente, se fundó la agrupación Aphrodite’s Child en el exilio, cuyos integrantes eran Vangelis Papathanasiou (ex Formyx, en los teclados, la flauta y percusiones), Demis Roussos (verdadero nombre: Artemios Ventouris Roussos, ex The Idols y We Five, en la voz y el bajo), Lucas Sideras (en la batería) y Anargyros “Silver” Kourlouris (en la guitarra y las percusiones).

Orientados inicialmente hacia el jazz-rock, conquistaron los primeros lugares de las listas de éxitos europeos en 1968 con baladas empalagosas y sentimentales como «Rain and Tears», contenida después en su disco debut llamado End of the World (Vertigo, 1969). De esta manera, se crearon la reputación de ser un simple grupo de pop, que gracias a sus melifluas canciones y a la voz quejumbrosa del corpulento Demis Roussos entusiasmaba sobre todo a los corazones románticos de las muchachitas adolescentes, cuestión que se extendió hasta su segundo disco, It’s Five O’Clock (Vertigo, 1970). Tenían el éxito, pero estaban insatisfechos.

A fin de distanciarse de esta impresión superficial, el cuarteto presentó en 1972 un álbum doble, conceptual, progresivo y excéntrico al que denominaron 666 (Vertigo), basado en el apocalipsis bíblico y las letras de Costas Ferris, el cual cuenta la historia de la humanidad con numerosas referencias contemporáneas y críticas (su propia Iliada).

La complicada obra puso de manifiesto los talentos de Vangelis para la composición instrumental y las considerables cualidades vocales de Demis Roussos. Aunque no tuvo ventas extraordinarias, el disco se convirtió en objeto de culto y hasta la fecha es una rareza muy solicitada.

Tras la disolución de este grupo de rock en 1973, probablemente el único de aquel país que haya logrado un éxito internacional (con 20 millones de ejemplares vendidos), la compañía disquera sacó el Best of (Vertigo, 1974) y luego la Mercury otra antología de nombre Aphrodite’s Child en 1975.

Aphrodite's Child (foto 2)

Desde entonces Vangelis (nacido el 29 de marzo de 1943, en Volos, y fallecido el 17 de mayo del 2022) destacó como solista con sus imaginativos y extrovertidos experimentos musicales, dándose a conocer principalmente a nivel mundial con su música New age y ambient para soundtracks de películas: Chariots of Fire, Blade Runner o 1942, entre ellas.

Demis Roussous (nacido el 15 de junio de 1946, en Alejandría, Egipto), también se convirtió en un exitoso y aplaudido cantante de pop ligero (con canciones como «Good-bye, My Love, Good-bye» y «Ever For Ever»), capaz de otorgar a temas mediocres un carisma y un peso especiales gracias a su voz característica.

En medio de la batahola que causaron las últimas votaciones en Grecia, en enero del 2015, hubo un hecho que pasó casi desapercibido y le restó trascendencia. Se trató de la muerte de uno de sus iconos musicales del siglo XX: Demis Roussos.

Demis Roussos era un joven inmigrante que había nacido en Alejandría, Egipto, y poseía grandes aptitudes vocales, ensayadas largamente en un coro de la iglesia ortodoxa de su país. El cual abandonó, rumbo a Grecia, junto con su familia tras la frustrada invasión del canal de Suez por fuerzas británicas y francesas.

Como adolescente en Grecia vivió los fuertes movimientos del rock y el pop que ya se extendían por todo el planeta en el primer lustro de los años sesenta.

Admirador de los sonidos del soul emanados de los sellos Atlantic y de Stax, decidió crear su propia banda en ese sentido, aunque la onda proveniente de la isla británica de experimentación lisérgica (rock progresivo) lo sedujo mayormente. Así, en 1967 formó al mencionado Aphodite’s Child que grabó algunos demos, pero la bota castrense se interpuso en su camino.

A la primera oportunidad huyeron hacia el exilio, con Londres como objetivo. Sin embargo, no fueron aceptados por falta de visas de trabajo y tuvieron que viajar a París, donde se instalaron. Orientados inicialmente hacia el jazz-rock, terminaron conquistando los primeros lugares de las listas de éxitos europeos en 1968 con baladas de pop psicodélico como la mencionada «Rain and Tears”.

Tras la disolución del grupo en 1973 (por diferencias musicales), Roussous, se adaptó al mercado convirtiéndose en el más exitoso y aplaudido cantante griego de pop ligero.

Viajó por todo el mundo y grabó canciones en muchos idiomas; engordó excesivamente, fue secuestrado en un avión por terroristas, se salvó, se deprimió e hizo dietas, mientras su fama se diluía con los años y grabaciones de poca monta. Murió en Atenas a los 68 años, el día que paradójicamente la izquierda griega llegó al poder.

VIDEO SUGERIDO: Aphrodite’s Child – Rain & Tears, YouTube (naima saidi)

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LOS EVANGELISTAS: RADIOHEAD

Por SERGIO MONSALVO C.

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PÉNDULO DEL CONOCIMIENTO

La función de la música de Radiohead en un mundo en que se ha dado la ruptura de la armonía entre el hombre que sabe y el hombre que siente, será siempre doble: expresar al mismo tiempo la alegría y la pena. Hacer lo primero con los medios de la segunda y viceversa, es decir: llorar de alegría y reír de pena.

Es lo que los antropólogos sociales conocen como “estados luminares”.

El grupo que representa mejor esta circunstancia existencial en la música es el ya mencionado Radiohead. Quizá el mejor grupo de la primera década de los años cero.

Radiohead es un quinteto británico con una obra independiente, hipermoderna y luminar, de meditaciones desengañadas, profundas, sobre las expresiones del patetismo y la muerte en la cultura, en lugar de las románticas y tradicionales del pop sobre el sexo y el desenfado.

Radiohead devolvió al género indie a su estado natural, la autocompasión épica, y lo hizo trascender en una secuencia ascendente: Pablo Honey, The Bends, OK Computer, Kid A, Amnesiac, Hail to the Thief, In Rainbows, The King of Limbs, A Moon Shaped Pool …

A pesar de que todo el material es rico y con varios niveles de lectura, son dos las obras, hasta el momento, que los convierten en el grupo bisagra y estandarte del rock indie entre dos siglos: OK Computer e In Rainbows. Una década transcurrió entre ambos, la misma que los convirtió en celebridades.

En 1996, la banda rentó la fantasmagórica vieja mansión de la actriz Jane Seymour cerca de Bath e instaló ahí su flamante estudio móvil. El entorno rústico le inspiró al grupo OK Computer, un álbum casi sacro que con creces cumplió las altas expectativas.

El conjunto supo reunir en un sonido noventero la ambición del rock en progresión, el ambiente desolado de la new wave, el ansia por la experimentación del krautrock y las cualidades del pop beatle para la canción.

OK Computer (que apareció en 1997) despertó una ola de entusiasmo en la prensa y el público. El cantante Thom Yorke dominó toda la extensión de las emociones intensas y la banda continuó presentando baladas extremas y sin igual.

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Un ejemplo luminoso de esta nueva propuesta fueron los primeros sencillos, “Paranoid Android” y “Karma Police”. Y uno de su oscuridad sería “Let Down”, en la que el compositor y cantante va del pathos a la melancolía.

Entre ambos extremos se da el vaivén hechizante del resto del álbum. OK Computer fue el “Álbum del año” y se ganó un lugar entre los “100 mejores álbumes de todos los tiempos”.

In Rainbows (del 2007), por su parte, es una construcción sólida, en concreto, madura, de sonoridad rugosa, afilada y profundamente lírica, que los sitúa como un grupo único, revolucionario, experimental y con el sonido del porvenir.

Su temática ronda las inquietudes del hombre contemporáneo: tecnología, existencia, soledad, amor.

Y no sólo en lo musical revolucionan, sino también en la toma de decisiones sobre cómo la gente puede escuchar su material.

Radiohead no es un grupo convencional que se apegue a las reglas del juego del mercado.

VIDEO SUGERIDO: radiohead “karma police” Glasto, YouTube (viclibertine)

Es una banda que hace pocas giras, elige sus destinos, rechaza presentaciones por motivos ambientales en lugares donde no se respeta a la naturaleza.

Asimismo,  crea sus propias portadas, sus videos con la más vanguardista hi-tech, y ofrece a la discreción del escucha el precio de sus nuevos álbumes por tiempo determinado en la web, contraviniendo los intereses de su disquera. En fin, todo ello lo hace un grupo diferente.

Sus innovaciones tecnológicas y el uso un tanto subversivo de sus ambientes han hecho de Radiohead un icono cultural en el seno mismo de la industria discográfica, el cual con cada disco ha tratado de ofrecer una réplica a los intentos hegemónicos de esta última.

Con su lanzamiento, The King of Limbs su octavo álbum, la noticia surgió y de inmediato se supo en todo el orbe.

El grupo anunció la aparición de su nuevo material en su sitio web y a través de Twitter, el álbum fue publicado con 8 pistas y se presentó en formato digital (WAV y mp3) así como también en una presentación física estándar en CD.

Además, se puso a la venta un pack de lujo denominado «Newspaper album» que contiene varios discos en vinil, CDs, cupones de descarga en formato digital y una gran cantidad de parafernalia (contenido no musical: arte en láminas, pequeñas ilustraciones, etcétera).

Hoy por hoy cada texto, cada acontecimiento, cada track emitido por el grupo reclama de inmediato (tras la ansiosa espera), una interpretación conceptual y una traducción receptiva por parte del público y los medios.

Esto es así porque en la obra de la banda no hay un hilo conductor lineal, los álbumes no pueden ser insertados en una cadena como ejemplares semejantes.

Ninguno de ellos construye un nudo, un eje, un solo trayecto. La calidad estética y visión de Radiohead vuelve singular cada nuevo título.

Por eso, cuando se escucha una composición de cualquiera de ellos se tiende a analizarla, a segmentarla, para encontrar la proyección de cada idea.

El discurso de este grupo de Oxford brilla cada vez más con luz propia. Su estilo no puede ser confinado o reducido a un ámbito único.

El suyo se trata de un fenómeno discursivo que implica y cuestiona lo musical y extra musical, lo conocido y lo nunca escuchado, tanto como las expresiones, bagajes culturales, sociales, subjetivos e ideológicos, imágenes y terrores existenciales de sus miembros —de Yorke en especial por ser el compositor—, sin los cuales no sería posible la comprensión de su trabajo.

Es habitual que se piense que pocas manifestaciones de la música actual participen de todas esas esferas. Sin embargo, la de Radiohead sí lo hace, y en mucho gracias a su manejo dentro del campo indie, que tiene compatibilidad con la percepción e identificación del grupo con el placer y el dolor con que se vive en esta época. Y los expresan sin cortapisas, sin ocultamientos.

La obra de Radiohead no es sólo la del uso de una tecnología, sino que también inyecta en la música un sentido de lo personal y colectivo, de lo político y social, al posibilitar la imaginería y una más profunda comprensión sobre la ruptura de la armonía y de la utilidad de un arte como éste para explicarlas en su conjunto.

Hoy Radiohead es por eso el mejor ejemplo de un grupo hipermoderno que sabe moverse en el vaivén entre el conocimiento y la experiencia.

VIDEO SUGERIDO: Radiohead – House of Cards, YouTube (radiohead)

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BABEL XXI-608

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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1972

(OBRAS QUE CUMPLEN 50)

 

Programa Radiofónico de Sergio Monsalvo C.

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ELLAZZ (.WORLD): PAT BENATAR

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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EN EL CAMPO DE BATALLA

¿Qué clase de estrella rockanrolera puede surgir cuando una anterior estudiante de ópera, con un alcance vocal extraordinario, se endurece y gana experiencia en trabajos cabaretiles y rechazos de parte de productores musicales, adopta la imagen provocativa que a pesar suyo tiene y, finalmente, recibe apoyo para la proyección de su creatividad artística?  Ésta es más o menos la historia resumida del surgimiento de Pat Benatar al mundo del rock.

Cuando una mujer logra el éxito en este difícil terreno, se escuchan las historias de pasadas frustraciones, los problemas que generó la ansiada fama y la cuestión ulterior de la integridad artística frente a la imagen popular. No obstante, el entretenimiento sin calidad no fue precisamente lo que caracterizaría a una heroína del rock and roll, y Pat siempre estuvo consciente de ello desde sus inicios (y hasta la fecha).

La Benatar se convirtió en una superestrella musical primero en los Estados Unidos, de donde es originaria, y después del resto del mundo tras un ascenso meteórico con sus primeros dos discos. Como muchas mujeres guapas, Pat tuvo que considerar en serio también su imagen pública, así como la originalidad dentro del rock duro que interpretaba.

Soportó la gran presión que ejercieron sobre ella los promotores para ser proyectada como un símbolo sexual, después de su primer L.P., In the Heat of the Night, de 1979. Al principio se resistió prefiriendo formar una parte más del grupo de cinco integrantes:  Scott St. Clair Sheets (guitarra), Roger Capps (bajo y coros), Alexander Hamilton (batería) y Neil Geraldo (requinto, acompañamiento, teclados y coros), con el cual se casó e hizo mancuerna en la composición y producción posteriormente.

Sin embargo, después de reveses y cambios en el grupo (Myron Grombacher sustituyó a Hamilton en la batería), decidió arriesgarse y convencida de su buena presencia y duro rocanrolear procedió a labrarse un nombre dentro de la escena musical. El producto de tales deseos fue el disco Crimes of Passion de 1980.

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En cuanto a su capacidad vocal nunca hubo dudas: tenía un alcance increíble de tres escalas y media y técnica en exceso. Quizá como un ejercicio grabó «Wuthering Heights», de Kate Bush, en su segundo volumen. Para una cantante como ella, que puede hacer cualquier cosa con la voz, la gama de posibilidades llega a ser tanto una bendición como una maldición. Pat consiguió lo primero.

La Benatar nació en Brooklyn en 1953, con el nombre verdadero de Pat Andrejewski. En esa ciudad realizó algunos estudios de ópera que con el paso del tiempo le sirvieron para cantar fuerte y sin lastimarse la voz.  Después de salir de una universidad de Long Island se mudó a Richmond, Virginia, donde trabajó como mesera, cantante y cajera de banco.

De vuelta en Nueva York fue descubierta en 1975 por Rick Newman, quien se convirtió en su mánager. Asesorada profesionalmente, Pat logró conmover a los indiferentes críticos de Manhattan con su energía y atractivo.

A la fecha, tras más de 40 años de rocanrolear, Pat recuerda que los tiempos difíciles en el camino, sobre todo una lista sin fin de bares del Holiday Inn, la convirtieron en lo que sería. Lo mismo que las cintas de demostración despreciadas por los ejecutivos de las compañías disqueras: «Todos me decían que era muy sexy, pero de mi talento nada». A todo ello logró imponerse.

El primer disco grabado para Chrysalis, con el éxito «Heartbreaker», proclamó su talento. La potencia y la técnica que han impulsado su voz desde entonces no han sido fáciles de ignorar. A ese sencillo le siguió «Hit Me With Your Best Shot», luego el disco Precious Time, en 1981, y así sucesivamente, hasta su más reciente producción Go, del 2003, aunque sus constantes apariciones públicas, desde entonces, la siguen mostrando llena de musicalidad y de experiencia rocanrolera, y en espera de ser incluida en el Salón de la Fama del Rock.

VIDEO: Pat Benatar “HEARTBREAKER” live, YouTube (Markis Anthony)

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DISCOS CLÁSICOS: 1972 (OBRAS QUE CUMPLEN 50)

Por SERGIO MONSALVO C.

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1972

Desde 1972 han pasado 50 años (¡medio siglo!). Al comenzar los años setenta grupos y solistas como éstos (Rolling Stones, Lou Reed, Neil Young, David Bowie, Deep Purple) grabaron cosas trascendentes, produciendo con ello la mejor materia prima del momento para la elaboración del rock. De tal manera lograron realizar álbumes importantes y memorables. El tiempo ha pasado y los ha reafirmado en ello, en su condición de obras clásicas. Sus mitos se miden desde entonces con tales títulos (entre otros) y, además de las circunstancias en las que forjaron la poética en la que fueron creados, con las canciones de sus discos, con las cuales inscribieron nuevos estándares para el género.

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EXILE ON MAIN STREET

(THE ROLLING STONES)

En 1972, el doble LP Exile on Main Street con su sonido de blues pantanoso alcanzó el número uno de las listas en varios países. A comienzos de los años setenta los Rolling Stones habían de Inglaterra en desbandada. La oficina de Hacienda británica los tenía en la mira y les mordía los talones (como brazo armado del stablishment). Y también tenían detrás de ellos a un mánager que, tras quedarse con los derechos de todas sus canciones de la década anterior, quería zamparse por igual los derechos de temas todavía inéditos.

Entonces, el grupo, disperso por diversos lugares del mundo, fue convocado por Keith Richards para que trabajaran y se refugiaran en la Costa Azul francesa. Fue ahí donde realizaron el esencial Exile on Main Street. Un disco (clásico, inmortal, definitorio) hecho a pesar de la policía francesa, los mafiosos marselleses y, sobre todo, de sus propios desenfrenos.

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El resultado de aquellas grabaciones se convirtió posteriormente en una pieza de gran valor documental sobre el entorno stone y su atmósfera. Sin embargo, Mick asegura que nunca ha entendido por qué a la gente le gusta el álbum. Sin embargo, Richards, por su parte, se enorgullece de su obra. Asegura que, pese a las pocas ventas iniciales por ser un disco doble, Exile on the Main Street se convirtió en poco tiempo en “uno de los mejores de la historia del rock”.

De hecho, su canción favorita del disco es “Happy”, pieza que concibió como autobiográfica en un principio, sentado en el porche de Nellcôte, descalzo, sin camisa y algo intoxicado. Keith Richards en estado puro.

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TRANSFORMER

(LOU REED)

Lou Reed al abandonar al Velvet Underground estaba decepcionado ante la falta de reconocimiento, ante el rechazo, ante la inviabilidad económica. Incluso llegó al extremo de trabajar en una oficina como mecanógrafo. ¡Vaya depresión! Pero un día, cierto ángel caído o un demonio lo puso de nuevo a caminar en la ruta indicada, en el lado salvaje de la vida.

Del trabajo conjunto entre Lou Reed y Mick Ronson, más las salpicadas aportaciones de David Bowie, surgió uno de los discos más impactantes de la historia del rock: Transformer. El cual tras su aparición sería fundamental para el desarrollo de diversos estilos musicales, entre ellos el glam, que tendría al propio Bowie como uno de sus estandartes.

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Con esta obra Lou Reed volvió a darle otra vuelta de tuerca al concepto de la canción en el rock, con la recreación de su mundo de travestis, prostitutos, adictos y seres extraños y marginales de la ciudad. Una obra maestra que se extiende como un fresco, como un paseo visto a través de los lentes del expresionismo alemán, por el reverso del sueño americano.

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HARVEST

(NEIL YOUNG)

Neil Young conoce la música contemporánea al derecho y al revés: el flower power, las groupies, las galeras y el éxito con el álbum Harvest. Con él fue precursor de la melódica balada eléctrica en los años setenta, y ochenta, hasta que lo reconocieron como semejante los jóvenes hacedores del grunge. Anteriormente había sido invitado a integrarse al trío Crosby, Stills & Nash. Continuó en ambas actividades (grupal y solista) de manera simultánea. Con ellos sacó Déjà Vu, mientras él grababa After the Goldrush. Ambas obras le valieron el reconocimiento de sus contemporáneos. Ya encarrerado grabó Harvest, que llegó a disco platino en los Estados Unidos (más de 1 millón de discos vendidos). Esta producción presentaba las baladas eléctricas que mecieron a toda una generación: «Heart of Gold» y «Old Man».

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THE RISE AND FALL OF

ZIGGY STARDUST & THE SPIDERS FROM MARS

(DAVID BOWIE)

 

Al ir pasando por las salas de la exposición Bowie is confirmo, para mí, aquello de que los humanos somos criaturas que se cuentan historias a sí mismas para entender qué clase de entes somos. Relatos como el de este personaje se convierten en lo que conocemos, en lo que entendemos y en lo que somos y, como en su caso, también en lo que nos convertimos y en lo que tal vez podemos llegar a ser.

Hay hombres, decía un filósofo antiguo que sin esfuerzo, mediante su voz y su palabra, con su prestancia, sus obras y sus gestos se imponen como ejemplares ante los demás. Y los demás los contemplamos y admiramos sin envidiarlos porque su condición es incuestionablemente superior. Y, además, benéfica.

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David Bowie fue un alguien semejante, uno cuya figura tardará mucho la historia en poder repetir y disfrutar. Quien no lo haya conocido a través de sus conciertos, discos, videos o alguna de sus formas plásticas, no sabe cuánto se ha perdido. En unos casos más que en otros, pero disfrutando siempre de un nivel superlativo. Porque Bowie era un artista, un esteta.

La condición de ejemplo, de singularidad y excelencia se encuentra casi por todas partes, aunque en dosis muy ínfimas. Sin embargo, se puede disfrutar de ese don en las personas creativas de la disciplina que sea. Son seres que irradian una luz tan insólita que de inmediato deseamos ser incluidos en su resplandor, con Bowie se puede hacer eso en cualquiera de sus instancias, para siempre. Con Ziggy Stardust, por ejemplo.

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MACHINE HEAD

(DEEP PURPLE)

Cuando corría 1972 Deep Purple ya había editado In Rock (1970) y se había convertido en la banda de heavy metal más popular. ¿Serían capaces de superar lo ya conseguido? Sí. Lo hicieron a continuación con el disco Machine Head. Es el álbum donde aparece el riff de guitarra más famoso, quizás, de la historia del rock. El de “Smoke On The Water”.

Pero además de eso hay más, mucho más. Machine Head cuenta, tal vez, con el mejor tema de inicio para un álbum de rock: “Highway Star”, pura adrenalina con insuperables solos en los teclados de Jon Lord) y en la guitarra de Ritchie Blackmore.

“Lazy”, con su aire bluesero, es una pieza realmente arrolladora; “Space Truckin’”, a su vez, es un mensaje para avisar que se han puesto al parejo de  Led Zeppelin en eso de componer buenas baladas de rock… Y así todo el resto. Ian Gillan está es su mejor momento vocal y la guitarra de Blackmore se luce con esa mezcla de estructuras de música clásica, blues y psicodelia.

La gira de este disco se recogió en Made In Japan, uno de los discos en vivo más populares, un álbum con impacto y con tanto éxito que fue difícil de gestionar, poco más de un año después Gillan abandonó la banda por sus continuas disputas con Blackmore. Luego volverían a ser amigos, más tarde se pelearían otra vez… Y así sucesivamente.

VIDEO: The Rolling Stones – Happy (From “Ladies & Gentlemen”), YouTube (Eagle Rock)

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BABEL XXI-606

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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BEATLES

FOR DUMMIES (V)

 

Programa Radiofónico de Sergio Monsalvo C.

https://www.babelxxi.com/606-beatles-for-dummies-v/

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LOS OLVIDADOS: BOSTON

Por SERGIO MONSALVO C.

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(MORE THA A FEELING)

¿Cuántos músicos en la historia del rock han podido darse el lujo de tomarse seis años para elaborar un disco que los haya dejado satisfechos como artistas? Obviamente muy pocos. Entre ellos destacó uno debido a su genialidad técnica y al purismo exagerado:  Tom Scholz.

Scholz nació en Toledo, Ohio, un 10 de marzo de 1947 y se fue al noreste de los Estados Unidos para estudiar en el prestigiado Instituto Tecnológico de Massachusetts. Una vez graduado como ingeniero en la construcción de maquinaria fue contratado por la Polaroid Corporation, con el puesto de diseñador industrial y un sueldo anual de 25 mil dólares.

Así, mientras de día trabajaba en las cámaras automáticas, de noche lo hacía en un pequeño estudio de 12 tracks, construido por él mismo, para pulir sus ideas musicales junto con sus amigos Brad Delp, que tocaba la guitarra, las percusiones y cantaba; Barry Goodreau, la guitarra; Fran Sheehan, el bajo; y Sib Hashian, la batería y las percusiones. Él mismo, tocando la guitarra, el bajo y los teclados.

Actualmente, ni el propio Scholz (hoy de 75 años) ha sido capaz de definir la música que el grupo tocaba concretamente en aquel entonces: «La potencia probablemente derivara de la música clásica, Beethoven y cosas así; el ritmo del rock and roll tempranero y de los Kinks, en sus inicios; y el sonido vocal típicamente armónico, de los Byrds y de los Hollies”.

Un colega de donde trabajaba lo convenció de proporcionarle una cinta grabada por él con su propio material, para mandársela a un pariente inmerso en el negocio de la música, de nombre Charlie McKenzie, quien a su vez estaba asociado con Paul Ahorn. Ambos quedaron encantados con la grabación y bautizaron al grupo formado alrededor de Scholz como Boston.

Cuando en 1976 apareció el primer disco, con el mismo nombre que el del grupo, todos se volvieron millonarios. En siete semanas alcanzaron la marca para el disco de oro, y en once la de platino, la canción «More Than a Feeling» se convirtió en un hit internacional. Y lo más asombroso de todo ello es que lo habían logrado casi sin promoción.

La genialidad de Scholz fue reconocida como autor, arreglista, productor, guitarrista, tecladista e ingeniero de sonido; sin embargo, su tendencia maniática por el perfeccionismo excesivo sometió a todos los involucrados en el proyecto Boston a muy severas pruebas de paciencia. La primera gira del grupo se realizó cuando el disco ya era de oro y el material alcanzaba para cubrir una hora y media de espectáculo.

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A pesar de ello, con las ventas millonarias el grupo se convirtió en uno de los pilares de la compañía Epic/CBS, lo cual proporcionó a Scholz el espacio necesario y un estudio a su disposición. Tras dos años, apareció en el mercado Don’t Look Back, su segundo L.P., con los mismos resultados.

La compañía hizo de Tom Scholz su hijo predilecto y le amplió las concesiones esperando el siguiente producto, y esperó, esperó…  Cuando pasaron seis años se armó una bronca de grandes dimensiones. Pese a los 15 millones de discos vendidos, Epic ya no lo toleró más y lo demandó por incumplimiento. Mientras tanto Boston cambió de compañía grabadora y se fue a la MCA/WEA.

«Después de seis años musicalmente no sabía qué esperar –afirmó Scholz, por entonces–. Mi único deseo era sacar un disco en el que no pudiera ya mejorar nada». En 1986 apareció por fin el tercer L.P., Third Stage, del que fue lanzada como sencillo la canción «Amanda», que alcanzó rápidamente los primeros lugares de las listas del Billboard.

El perfeccionista Scholz pasó más de 10 mil horas trabajando en este disco: “Third Stage era un disco que quería y tenía que hacer», comentó el músico.  «Todo lo que invento, lo que publico, lo hago con convicción, debe corresponder a mis ideales de calidad».

Después de aquello Scholtz ha publicado tres discos más, tomándose su tiempo entre cada uno: Walk On (1994), Corporate America (2002) y Life, Love & Hope (2013).

 

 

VIDEO: Boston – More Than a Feeling (Official Video) – YouTube (BostonVEVO)

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PRIMERA Y REVERSA: KEVIN AYERS

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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UN ERRANTE ESOTÉRICO

Kevin Ayers nació el 16 de agosto de 1944 en Herne Bay, Kent. De músico errante se convirtió en vanguardista esotérico y luego en cantautor con influencias latinoamericanas, incapaz de lograr una difusión masiva.  «Siempre fue un caso marginal, para las compañías disqueras, los críticos y los compradores de discos», decía la prensa musical. Sus grabaciones a menudo habían parecido muy indecisas y carentes de concepto.

Ayers debía su reputación de figura de culto al hecho de haber fundado al grupo Soft Machine en 1965, junto con Mike Ratledge, David Allen y Robert Wyatt. El grupo se erigió en el representante más significativo de la escena experimental de Canterbury.

Al año siguiente Ayers llegó a la conclusión de que los «Softs» daban mayor importancia al aspecto intelectual que a la música, se separó de ellos y buscó otras actividades. Realizó dos giras por los Estados Unidos con Jimi Hendrix y descubrió su amor por las playas mediterráneas al componer nuevo material en Ibiza y luego en Mallorca.

El álbum Joy of Toy, intitulado así por una canción incluida en el primer L.P. de Soft Machine, fue creado por él con la colaboración del arreglista y tecladista David Bedford, así como de Ratledge y Wyatt. Bedford formó parte también del primer grupo de Ayers, además de Lol Coxhill en el sax y el guitarrista de 16 años Mike Oldfield, contratados para las grabaciones de The Whole World.

Esta formación produjo dos álbumes, lo cual le valió a Ayers un pequeño círculo de incondicionales, encantados con el «guitarrista deseoso de experimentar y dotado de un humor enigmático», según las reseñas.

Sin embargo, el músico inglés, gourmet y conocedor de vinos, fue incapaz de mantener unidos a sus grupos. Una y otra vez, los excesos alcohólicos obstaculizaron el desarrollo musical continuo de este «candidato a la cirrosis, aunque con el mejor estilo dentro del rock», ahora, según las crónicas del momento. Además, lo acosaba la inseguridad musical, le temía al público y se refugiaba con regularidad, por lo tanto, en un exilio meridional.

En 1973 presentó su «Banana Follies Revue» en el Hampstead Theatre de Londres, con la colaboración de músicos sesionistas. Tal como se plasma en el L.P. Bananamour, la antiestrella mostró una repentina preferencia por el fruto amarillo, que se erigió en su falo musical y desempeñó un importante papel también en producciones posteriores.

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Dueño de un estilo de canto profundo, este artista sensible oscilaba entre la accesibilidad melodiosa y la vanguardia afectada. Un sonido difícil de consumir. Además, no se hacía presente, apareciendo rara vez en público.

La reputación de un músico ultra progresivo arriesgado, difícil, tímido e inseguro entorpeció su carrera. Sólo un cambio de compañía, en 1974, despertó cierta esperanza, al dar a Ayers acceso a la escena reunida en torno a Brian Eno. El mismo año grabó June 1st en el teatro Rainbow de Londres, junto con Eno, John Cale y Nico.

En sus trabajos solistas se esforzó por lograr una mayor transparencia mediante el soul-rock, el blues y el reggae. Con todo, fueron deficientes las ventas y Kevin Ayers fue a esconderse a Francia, desapareciendo hasta 1976.

Puso fin a su abstinencia musical con un nuevo conjunto, del cual formaron parte, entre otros, destacados músicos como Zoot Money en los teclados y Andy Summers en la guitarra, posteriormente de Police.  Juntos grabaron el disco Yes We Have No Mananas, producido por Muff Winwood. El L.P. resultó más compacto y accesible y derrochó encanto y ligereza en la música y los textos.

Las canciones, ubicadas entre el optimismo y la resignación, mostraron un sonido grato, fueran excéntricas y rebuscadas, complicadas, caóticas o de melodía sencilla.  Sin embargo, las ventas fueron igual de decepcionantes que antes.

No tuvieron mejor suerte los proyectos posteriores. Apoyado siempre por músicos de primera fila, entre otros por Ollie Hallsall (sax) e incluso Elton John en Sweet Deceiver (1975), la poesía rocanrolera sin compromisos de Ayers, llena de ambigüedades, y su oposición continua a los mecanismos de la industria y los medios, no le permitieron alcanzar el éxito comercial.

Ayers cantó sobre los sueños del británico, el sosiego meridional; concibió oscuras tierras de ensueño y relató historias amargas sobre el autoengaño y las crisis de identidad. El pronunciado carácter autobiográfico imprimió un sello decisivo en todas las grabaciones.

Este dotado artista demostró ser un excéntrico del rock, una personalidad musical individual que producía una música realmente distintiva y, por lo tanto, creativa. Finalmente, después de That’s What You Get, Babe (1979), Kevin Ayers se retiró al pueblo de artistas Deja, en Mallorca, renunció al negocio musical y se dedicó a organizar un festival de rock anual en un valle de la isla, colaborando en alguna grabación como invitado, o en el cine como actor o componiendo soundtracks. En los años noventa se recluyó en Francia donde falleció el 18 de febrero del 2013 en Montolieu, a los 68 años.

VIDEO: Shouting in a Bucket Blues (2003 Remaster), YouTube (Kevin Ayers – Tema)

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LOS EVANGELISTAS: THIS IMMORTAL COIL (INFINIDADES)

Por SERGIO MONSALVO C.

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Las únicas certezas que se tienen al escuchar la obra de This Immortal Coil es que la belleza, por necesidad, tiene ancestros. Y que éstos deben ser arropados con las más diversas utopías. ¿Por qué? Porque sólo con ese concepto se puede definir a un supergrupo.

“Supergrupo” es un término que se utiliza para describir a bandas musicales formadas por artistas que habían obtenido fama y respeto en formaciones anteriores o a nivel individual. Este término, correctamente utilizado y fuera de cualquier estrategia mercantil, se refiere a la «arquitectura» de la banda, a su conformación y andamiaje, a la aportación artística de cada uno de sus elementos.

En la música un supergrupo es una utopía, una idea que en el mismo momento de nacer lleva implícitas la fugacidad y la finitud. Es un punto en el tiempo y en el espacio donde confluyen diversas y poderosas fuerzas que tras conglomerarse ser disparan en direcciones divergentes. En ello siempre se esconde un pequeño drama, pero también un momento sublime.

En el caso de This Immortal Coil hay leyendas, una larga ruta de relevantes ancestros, la devoción hacia ellos de unos cuantos utopistas creadores y un culto restringido. Es, pues, un auténtico exponente hipermoderno.

La historia de este supergrupo comienza con las bandas totémicas Throbbing Gristle y Psychic TV (ambas con obra fundamental e influyente y huellas reconocibles en la historia postrera de la música); bandas de las que emergieron músicos y compositores como Jhonn Balance y Peter Christopherson (este último también diseñador, publicista, director de videoclips y parte de la afamada y mítica compañía de diseño Hipgnosis).

Throbbing Gristle sería no sólo el precursor de una visión de la música como estrategia contracultural, sino también uno de los exponentes más interesantes de la música industrial en su fase experimental. Ellos retomaron con más inteligencia el culto maquinista de principios del siglo XX (estrategia de los futuristas italianos, los constructivistas, los suprematistas rusos e incluso los dadaístas), pero lo impregnaron de un aire mórbido y lúgubre. Pusieron el acento en la degradación humana y en la industrialización del cuerpo.

De ahí salió Christopherson para unirse a Genesis P. Orrige y Jhonn Balance para crear Psychic TV, quienes difundieron en su manifiesto artístico que se equivocaba quien creyera que todo puede absorberse y entenderse con sólo cinco sentidos. “Al cerebro hay que expandirlo para conjuntar información, psicología y mística, para que de algún modo encajen en una sola teoría coherente sobre el universo”. De eso trató la música biodélica de este grupo.

Tras estas experiencias Jhonn Balance y Peter Christopherson se unieron para integrar Coil (espiral o bobina inductora), un aglomerado experimental de membresía expansiva, un supergrupo (el primero en esta cabeza de serie) que cultivó varios géneros (industrial, noise, dark ambient, neo-folk, spoken word y minimalismo) y amistades extremas: William Burroughs, Aleister Crowley y Karl-Heinz Stockhausen, entre otros. Su influencia y legado en todas esas músicas ha sido patente, al igual que en la corriente electrónica.

Su trayectoria fue de casi dos décadas y una docena de discos de estudio y soundtracks (donde dieron rienda suelta al esoterismo pagano que caracterizaba a sus integrantes y a las técnicas de experimentación sonora), hasta la muerte de Balance (quien cayó del balcón de un cuarto piso, sin resolver sus problemas con el alcohol) en noviembre del 2004.

Fecha en que Christopherson declaró que la banda había dejado de existir y se fue a vivir a Bangkok, donde fundó un nuevo proyecto musical; editó los siguientes álbumes póstumos de Coil y se sumó a la reaparición de Throbbing Gristle, con grabaciones y giras, pero la muerte lo sorprendió también una madrugada de noviembre del 2010.

Coil fue tributado en los años ochenta por el sello 4AD, que creó el concepto This Mortal Coil, bajo el cual reunió a integrantes de Cocteau Twins, Dead Can Dance y Colourbox, por mencionar algunos. Fue el tiempo en el que las músicas emocionales, el dream pop y el gótico, le abrieron los brazos a la cultura industrial, donde comenzaba a predominar la música de influencia electrónica.

VIDEO SUGERIDO: This Immortal Coil – Ambar Rain, YouTube (pescasciroppataful)

Durante esta era hubo mucha mezcla entre ambos estilos. La principal diferencia consistía en que el sonido del industrial era más duro, y el del gótico más suave, con menos distorsión de voces y guitarras.

This Mortal Coil fue un supergrupo (el segundo) armado para representar de manera etérea y atmosférica temas de Coil, así como de Gene Clark, Roy Harper o Tim Buckley.

El nombre del proyecto surgió de una referencia shakespereana (Hamlet) como metáfora para la condición humana. Tres discos duró el empeño.

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Ambos e ilustres ancestros (Coil y This Mortal Coil) dieron origen y pusieron el ejemplo para la formación de otro proyecto semejante: This Immortal Coil, el cual ha lanzó el disco The Dark Age of Love.

El activo genio musical del primero (Coil) y la capacidad para producir atmósferas del segundo (This Mortal Coil) se amalgamaron bajo la conducción del músico belga Stéphane Grégoire, quien reunió a destacados músicos y compositores con el objeto de interpretar a su manera las canciones de Coil.

 

Grégoire creó a este nuevo supergrupo (el tercero en línea) para la ocasión, formado por Yaël Naim, Bonnie Prince Billy, Yann Tiersen, Matt Elliott, DAAU, Chapelier Fou, Sylvain Chauveau, Christine Ott, Oktopus (Dälek), Nightwood, David Donatien y Nicolas Jorio.

Todos ellos trabajaron durante cuatro años en el asunto, el cual dio como resultado un fascinante álbum. El cual contiene música que hipnotiza por su abundancia de matices.

El propio Peter Christopherson escribió sus impresiones sobre el trabajo Grégoire y todo ese cúmulo de talento llamado This Immortal Coil: “Es la primera vez que alguien (varios) con sensibilidad musical y talento ha hecho versiones de forma magistral con nuestras canciones. No hubo un solo momento durante la escucha de toda la obra en que haya dejado de tener el pelo de punta por la emoción sentida”. Unos meses después de la salida del álbum el homenajeado había muerto.

 

La delicada capa lírica que compone el disco es perturbadora, de un romanticismo frugal, como postal de Pier Paolo Pasolini, que fluye en planos diversos: unas veces expresada, otras adivinada, las más sólo imaginada.

Irrealidad pura, acompañada de sonoridades ad hoc con dimensiones paralelas. The Dark Age of Love es una rica experiencia finita (como la de todo supergrupo) que habla de compenetración genética, sinceridad artística y afecto por sus ancestros, así como de reverencia por esa música mágica, astral y, esa sí, infinita.

VIDEO SUGERIDO: The dark age of love – This Immortal Coil, YouTube (bkfn)

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