LOS OLVIDADOS: NICKY HOPKINS

Por SERGIO MONSALVO C.

 

NICKY HOPKINS (FOTO 1)

LAS TECLAS NECESARIAS

 

El blues forma una parte importantísima de la ecuación de la música de nuestro tiempo. Aportó al rock muchas de sus preocupaciones líricas y de su estilo musical. El impacto del género es más evidente en las fijaciones de la cultura rocanrolera, cuyos representantes trataron de cooptarlo en su totalidad y fueron juzgados críticamente de acuerdo con su capacidad o incapacidad para hacerlo.

En la Inglaterra de comienzos de los años sesenta John Mayall, Alexis Korner y Cyril Davies organizaron verdaderos seminarios en el arte bluesero; lograron resultados duraderos tanto en forma de sus proyectos continuos –los Bluesbreakers, Blues Incorporated y His All Stars, respectivamente– como con referencia a todo lo engendrado por ellos, incluyendo a los Yardbirds, los Animals y los Rolling Stones y un sinfín de grupos y músicos destacados.

Asimismo, se trató de conocer personalmente y actuando a muchos de los artistas originales del género, como Fred McDowell, John Hurt, Furry Lewis, Mance Lipscomb, Willie Dixon, Sonny Boy Williams, Muddy Waters, etcétera. Rescatados para la ocasión, se esperaba siempre de ellos la Revelación auténtica.

Muddy Waters recordaba lo siguiente: «Cuando fui a Inglaterra por primera vez –en 1958, año en que tocó con Chris Barber, Alexis Korner y Cyril Davies– inicié verdaderamente al país en el blues amplificado eléctricamente.  Muchos fans me preguntaron por qué no tocaba la guitarra acústica y les prometí llevar una en la siguiente ocasión, lo que por otra parte hice.

“Para la época de mi segunda visita, a comienzos de los sesenta, todos los grupos de blues ingleses tocaban ya con amplificación y con un feeling increíble. Recuerdo que en uno de los conciertos que hice con Cyril Davies y su banda His All Stars me llamó mucho la atención la forma de tocar de uno de ellos:  ‘Oye, Cyril –le dije–, ¿quién es el hombre del piano?’  Davies volteó y me dijo: ‘Se llama Nicky Hopkins y tiene 17 años.'»

Dicha forma de asimilación desapareció a ratos, pero nunca por mucho tiempo. En 1968, los Rolling Stones también habían absorbido y abandonado el blues, disponiéndose a inventarlo nuevo del todo. Para el fin incluyeron blues «auténticos» en sus mejores álbumes hasta la fecha: Beggars Banquet, Let It Bleed, Sticky Fingers, Exile on Main Street, Goat’s Head Soup e It’s Only Rock ‘n’ Roll (además de la famosa sesión Jammin’ with Edward).

En todos ellos y otros posteriores los acompañó tanto en el estudio como en sus presentaciones en vivo el mismo Nicky Hopkins. Desde sus comienzos los Rolling Stones acogieron acompañantes encargados de tocar en el estudio o en público un tema de órgano, piano o de algún otro instrumento que los miembros oficiales del grupo no utilizaban por sí mismos: Ry Cooder, Billy Preston, Bobby Keys, Jim Price, Ian Stewart y Nicky Hopkins, entre los más destacados.

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Su intervención afectó definitivamente la expresión musical del grupo, según las modalidades que éste había establecido per se. De todos ellos, los constantes y omnipresentes fueron Ian Stewart y Nicky Hopkins en los teclados. Stewart murió en 1985 y Hopkins en 1994, terminando así una estrecha relación de más de tres décadas.

Hoy, muchos de los mejores intérpretes del blues inglés han muerto, entre ellos Alexis Korner, Cyril Davies, Nicky Hopkins, los tres curiosamente sin recibir mayor atención de las agencias noticiosas internacionales.

Nicky falleció un 6 de septiembre en Nashville, Tennessee, aquejado por problemas cardiacos y abdominales. Contaba con 50 años de edad. Este pianista, cantante y compositor nació en Inglaterra el 24 de febrero de 1944.  Recibió una educación clásica en el piano, pero sus instintos lo llevaron hacia el blues, género en el que debutó con la banda de Cyril Davies y con la cual se mantuvo hasta la muerte de éste.

A la postre se integró al Jeff Beck Group, junto con Rod Stewart. También fue miembro de Quicksilver Messenger Service y Sweet Thursday, hasta ser llamado por los Rolling Stones como sesionista y tecladista durante las giras.

Durante su extensa carrera musical colaboró con infinidad de grupos y solistas en diversas grabaciones: Beatles, Jefferson Airplane, Steve Miller Band, Lord Sutch, The Who, John Lennon, New Riders of the Purple Sage, Nilsson, Carly Simon, Donovan, George Harrison, Marc Almond, Joe Cocker, Peter Frampton y Rod Stewart, entre muchos otros.

A pesar de tamaña lista, a mí no me cabe la menor duda de que su mejor trabajo lo realizó con los Rolling Stones, y como ejemplo escúchese con atención su labor en los teclados de piezas como «Rocks Off», «Rip This Joint», «Tumblin’ Dice», «Sweet Virginia», «Torn and Frayed» o «Loving Cup», en esa obra maestra llamada Exile on Main Street.

VIDEO SUGERIDO: “ANGIE” performed by Nicky Hopkins, Charlie Watts, Bill Wyman, YouTube (Mark Korvin Slugocki)

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LOS OLVIDADOS: ARTHUR ALEXANDER

 Por SERGIO MONSALVO C.

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Para dar las posibles coordenadas de un arranque en la historia del rock británico digamos que en el comienzo fueron Chicago y Alabama. Estos paraísos míticos se convirtieron en los epicentros de la nueva forma urbana del blues y del soul llegados del Mississippi bajo el nombre de rhythm & blues (r&b) y country-soul.

La primera era una era música de pequeños grupos, con el ejemplo totémico de Muddy Waters. Reflejaba el carácter de la ciudad industriosa y los fenómenos sociales acarreados por la migración negra. Era agresivo, denso y cargado de tensión, con la slide guitar y la armónica amplificadas como sus características principales.

La otra, en las antípodas, era ejemplo de individuos solitarios, compositores sensibles pero sin esperanza. Representante de ello es Arthur Alexander. Reflejaba, al contrario de los norteños, el carácter particular del artista natural pero contenido y despreciado por un ambiente espeso.

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Artista hundido en medio de una población provinciana, rural, con fenómenos sociales añejos, acendrados y quizá insolubles, como el aislamiento (y sus consecuencias culturales), la discriminación racial y de clase, el conservadurismo que permeaba cualquier forma de desarrollo colectivo y, por supuesto, la pobreza.

Con el uso de esta materia prima, el rock británico aprovechó la oportunidad  para su propia fundamentación. Integró su versión de ambas músicas con base en los conceptos particulares sobre ellas y su cotidianeidad. No habría rock en la Gran Bretaña sin la música negra.

Y esa deuda sus adalides la han pagado con divisas ontológicas en forma de referencias, citas y mágicos cóvers. Históricos, la mayoría de las veces. Que exponen sus raíces, sus emocionados descubrimientos y apegados acercamientos estilísticos para luego encarar su propio desarrollo.

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Con tal idea crecieron los jóvenes que a la postre serían los Beatles y los Rolling Stones. Estos últimos incluso aprovecharían su primera salida a la Unión Americana para hacer el ansiado peregrinaje a aquellos dos lugares con los nombres y santuarios precisos: Chicago/Chess Records, por un lado y Alabama/Muscle Shoals, por el otro.

Y cuando conocieron el ámbito de sus ídolos, de primera mano, al mismo tiempo comprobaron y se sorprendieron del trato que recibían. Tanto Muddy Waters, del que habían extraído gran parte de su repertorio, nombre y sonido, como Alexander, del cual uno de sus temas los había puesto en la palestra y ganado a miles de fans, eran menospreciados en sus sedes en ese momento por “no vender suficientes discos”.

Waters como estaba en la nómina de la compañía discográfica tenía que desquitar el sueldo y entonces fue puesto a pintar el inmueble. De esta forma lo conocieron en las puertas de la Chess Records, con un comando de trabajo y una brocha en la mano.

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Cosa semejante sucedió con Alexander, al que cuando fueron a conocer y grabar en los míticos estudios FAME de Muscle Shoals, supieron que el compositor y cantante había tenido que emigrar debido a la falta de interés por sus canciones. Ahora trabajaba en un pueblecillo de Cleveland como chofer de autobús público.

En el primer álbum que grabaron a su regreso de tal gira, el cual se presentó en abril de 1964, se escucharon varios temas en los que homenajeaban a sus reverenciados artistas estadounidenses y que gracias a estas grabaciones se les conoció a este lado del Atlántico y en muchos otros lugares del mundo: Willie Dixon, Rufus Thomas, Bo Diddley, Chuck Berry y por supuesto Muddy Waters y Arthur Alexander. De este último incluyeron su versión de “You Better Move On”.

Los Beatles, a su vez, habían hecho lo propio con la pieza “Anna” del mismo autor. Era uno de los temas favoritos de John Lennon, de tal manera que era parte del repertorio regular de sus actuaciones de fogueo tanto en Hamburgo como en Liverpool. Como consecuencia estaba pulida en el estilo beatle y por ello fue grabada e incluida en su álbum debut, Please Please Me.

La pieza escrita e interpretada originalmente por Arthur Alexander había sido lanzada como single en septiembre de 1962. La versión realizada por el Cuarteto de Liverpool fue grabada en febrero del siguiente año, casi enseguida. Resaltó su valor como un excelente y auténtico cóver. Uno que evidenció con su revisitación el cambio de época.

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Arthur Alexander nació en un medio infame, en Florence, Alabama, en mayo de 1940. Un estado que tenía como gobernador a uno que en cada discurso vociferaba: “Segregación ahora, segregación mañana, segregación para siempre”. Los negros sólo podían aspirar a ser pobres, ligeramente por encima de la indigencia.

Así creció Arthur como hijo de un músico y cantante de blues y góspel, que no quería lo mismo para su vástago. Pero el joven se empapó con aquella música que hacía su padre y con la que escuchaba en la radio (hillbilly y country). Sin estudios, tuvo que ganarse la vida en trabajillos diversos por las mañanas y cantando en bares durante las noches.

De esta manera (mientras ejercía de botones en un hotel de la ciudad) se encontró un día con Rick Hall. Aquel hecho casual se convirtió en una conversación que acabó cambiando el destino de ambos. Hall, un joven productor independiente acababa de montar un estudio de grabación en un viejo almacén de tabaco en la cercana localidad de Muscle Shoals.

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Alexander le confesó que tenía algunas canciones y Hall le pidió que le cantara alguna de ellas. Fueron al bar del hotel, Hall les dio una propina a los músicos de la casa para que acompañaran a Alexander. Cuando éste terminó de cantar El productor se quedó callado para luego afirmar: “Tenemos un éxito”.

Al día siguiente entraba al estudio de Rick Hall para grabar aquella primera canción. Hall llamó a los músicos de la banda local con la que tocaba y juntos grabaron “You Better Move On”. Rick Hall ganó suficiente dinero con ella para convertir FAME en un estudio de referencia histórica (un sitio por el que pasarían luminarias). Ahí, en el corazón de Muscle Shouls se acababa de inventar el country soul, el soul sureño.

Arthur Alexander, su creador (y en el que volcó todas sus influencias), se convirtió en el primer cantante de Alabama en entrar en las listas de éxitos y en un cantautor prestigioso que escanciaría su talento en un sinnúmero de piezas memorables. Tanto que pocos meses después los Rolling Stones y los Beatles harían sus versiones y con el paso del tiempo infinidad de intérpretes.

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A pesar de aquel inicio fulgurante, a Arthur Alexander todo se le torcería en apenas diez años, tras lo cual terminaría como conductor de autobús en un pueblo de Cleveland. No es difícil entender las causas de ello: las malas decisiones. La falta de asesoramiento a la hora de firmar contratos (y no leer la letra pequeña) lo dejaron sin el amparo de las abundantes regalías producto de sus canciones. El alcohol y las drogas colaboraron mucho en ello. Entre grabación y grabación, también entraba y salía de instituciones mentales y la penitenciaría.

 

Brincó de un sello a otro sin grandes éxitos durante la década de los setenta.

Arruinado y de capa caída, se trasladó con su familia a Cleveland donde dejó de beber y empezó una nueva vida alejado de la música. Se procuró una existencia estable en la que casi nadie lo conociera por su pasado.

Durante los ochenta se dedicó a trabajos de todo tipo como celador o chofer. Pero como se sabe contra el destino nadie la talla y éste lo sorprendió con una segunda oportunidad musical. El autor de algunas canciones de BB King, Jon Tiven, lo encontró en Cleveland. Estaba empeñado en recuperarlo para la música.

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A pesar de las múltiples reticencias de Alexander la tozudez de Tiven lo convenció y accedió a encontrarse con él en Nueva York para una prueba para Elektra Records. Ésta le ofreció un contrato para publicar su comeback más de dos décadas después de su adiós.

De tal forma en 1993 llegaba a las tiendas Lonely Just Like Me, un disco que recuperaba algunas de sus obras e incluía varias versiones de los sesenta. No obstante, y otra vez por una jugarreta del destino el regreso de Alexander no llegó a ser completo. Tres meses después de que su álbum apareciera, Arthur falleció de un infarto al corazón en Nashville en plena gira promocional.

La derrama artística de Arthur Alexander, sin embargo, va más allá de las versiones que grandes estrellas hicieron de sus canciones, su legado se muestra en la influencia que tuvo en esos grupos y cantantes y en la propia historia del soul sureño. Su estilo era cálido y acogedor. “Sus canciones parece que te arropan como una manta suave durante una noche fría”, dijo alguien sobre él.

Eso fue lo que cautivó a aquellas bandas británicas que captaron algo especial en aquella música: “Los Beatles estábamos buscando nuestro sonido y ahí apareció el R&B. Eso es lo que solíamos escuchar entonces y es lo que queríamos hacer. Estábamos fascinados por esa música negra y para nosotros la cima de todo aquello era Arthur Alexander”, confesó Paul McCartney.

A su vez, un franco Keith Richards dijo en su momento: “Cuando a los Beatles y a los Stones nos dieron la primera oportunidad de grabar en un estudio, ellos eligieron ‘Anna’ y nosotros ‘You Better Move On’. Eso debería decírtelo todo sobre Arthur Alexander”.

VIDEO SUGERIDO: Arthur Alexander – Anna – 1962, YouTube (MechFighter)

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LOS OLVIDADOS: THE CARS

Por SERGIO MONSALVO C.

 

Photo of Ric OCASEK and CARS and Greg HAWKES and Elliot EASTON

(EJEMPLO DE LA NEW WAVE)

Tras disolverse sus respectivos grupos en 1977, cinco músicos decidieron reunirse en su natal Boston y conformar una exitosa banda New wave que traspasó una década de existencia (1976-1988), y luego se reagrupo en el siglo XXI (2010-2019): The Cars.

Compuesto por Ric Ocasek (líder, cantante principal, guitarrista, escritor y productor, fallecido en el 2019), Benjamin Orr (bajo y vocalista), David Robinson (batería, percusión y coros), Elliot Easton (guitarra y coros) y Greg Hawkes (teclados, percusión y saxofón), The Cars conformaron un grupo cuya fórmula musical les acarreó buenos dividendos.

De hecho, se convirtió en la agrupación más prometedora de la New wave comercial desde la aparición de su primer disco, con el nombre del grupo, en 1978.

Con él llegaron a las listas de popularidad y a las ventas de platino, donde continuaron hasta su primera disolución. En realidad, The Cars cambiaron muy poco desde que su primer disco estableció sus reglas fundamentales.  Las composiciones de Ric Ocasek incurrieron dentro de la senda del romanticismo irónico y a veces nostálgico, iniciada por Bowie y solidificada por Bryan Ferry.

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Las canciones de «Good Times Roll» hasta «My Best Friend’s Girl» establecieron el contraste entre las superficies frívolas y las nerviosas corrientes de fondo.

Con la producción primera de Roy Thomas Baker y luego la de Ocasek, éste y el bajista Orr, como vocalistas, montaron sobre una palpitante y pulida corriente generada por la escurridiza guitarra de Elliot Easton, los bien trabajados sintetizadores de Greg Hawkes y la estruendosa batería de Robinson.

Desde su primer disco a su última producción (Move Like This, 2011), el atractivo liso sirve de entrada a una subyacente angustia emocional, expresando una vaga ambigüedad que permitió complacer aún a los escuchas más superficiales, pese a la furtiva desesperación que impregnaban las composiciones de Ocasek, quien también siguió una carrera como solista hasta su fallecimiento.

Entre los discos más destacados de este grupo (el cual sobresalió también por sus incursiones pioneras en el video y en la promoción cinematográfica) se encuentran:  Candy-O, Panorama, Shake It Up, Heartbeat City y Door to Door.

VIDEO: The Cars – Drive (Official Music Video), YouTube (RHINO)

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LOS OLVIDADOS: BOSTON

Por SERGIO MONSALVO C.

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(MORE THA A FEELING)

¿Cuántos músicos en la historia del rock han podido darse el lujo de tomarse seis años para elaborar un disco que los haya dejado satisfechos como artistas? Obviamente muy pocos. Entre ellos destacó uno debido a su genialidad técnica y al purismo exagerado:  Tom Scholz.

Scholz nació en Toledo, Ohio, un 10 de marzo de 1947 y se fue al noreste de los Estados Unidos para estudiar en el prestigiado Instituto Tecnológico de Massachusetts. Una vez graduado como ingeniero en la construcción de maquinaria fue contratado por la Polaroid Corporation, con el puesto de diseñador industrial y un sueldo anual de 25 mil dólares.

Así, mientras de día trabajaba en las cámaras automáticas, de noche lo hacía en un pequeño estudio de 12 tracks, construido por él mismo, para pulir sus ideas musicales junto con sus amigos Brad Delp, que tocaba la guitarra, las percusiones y cantaba; Barry Goodreau, la guitarra; Fran Sheehan, el bajo; y Sib Hashian, la batería y las percusiones. Él mismo, tocando la guitarra, el bajo y los teclados.

Actualmente, ni el propio Scholz (hoy de 75 años) ha sido capaz de definir la música que el grupo tocaba concretamente en aquel entonces: «La potencia probablemente derivara de la música clásica, Beethoven y cosas así; el ritmo del rock and roll tempranero y de los Kinks, en sus inicios; y el sonido vocal típicamente armónico, de los Byrds y de los Hollies”.

Un colega de donde trabajaba lo convenció de proporcionarle una cinta grabada por él con su propio material, para mandársela a un pariente inmerso en el negocio de la música, de nombre Charlie McKenzie, quien a su vez estaba asociado con Paul Ahorn. Ambos quedaron encantados con la grabación y bautizaron al grupo formado alrededor de Scholz como Boston.

Cuando en 1976 apareció el primer disco, con el mismo nombre que el del grupo, todos se volvieron millonarios. En siete semanas alcanzaron la marca para el disco de oro, y en once la de platino, la canción «More Than a Feeling» se convirtió en un hit internacional. Y lo más asombroso de todo ello es que lo habían logrado casi sin promoción.

La genialidad de Scholz fue reconocida como autor, arreglista, productor, guitarrista, tecladista e ingeniero de sonido; sin embargo, su tendencia maniática por el perfeccionismo excesivo sometió a todos los involucrados en el proyecto Boston a muy severas pruebas de paciencia. La primera gira del grupo se realizó cuando el disco ya era de oro y el material alcanzaba para cubrir una hora y media de espectáculo.

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A pesar de ello, con las ventas millonarias el grupo se convirtió en uno de los pilares de la compañía Epic/CBS, lo cual proporcionó a Scholz el espacio necesario y un estudio a su disposición. Tras dos años, apareció en el mercado Don’t Look Back, su segundo L.P., con los mismos resultados.

La compañía hizo de Tom Scholz su hijo predilecto y le amplió las concesiones esperando el siguiente producto, y esperó, esperó…  Cuando pasaron seis años se armó una bronca de grandes dimensiones. Pese a los 15 millones de discos vendidos, Epic ya no lo toleró más y lo demandó por incumplimiento. Mientras tanto Boston cambió de compañía grabadora y se fue a la MCA/WEA.

«Después de seis años musicalmente no sabía qué esperar –afirmó Scholz, por entonces–. Mi único deseo era sacar un disco en el que no pudiera ya mejorar nada». En 1986 apareció por fin el tercer L.P., Third Stage, del que fue lanzada como sencillo la canción «Amanda», que alcanzó rápidamente los primeros lugares de las listas del Billboard.

El perfeccionista Scholz pasó más de 10 mil horas trabajando en este disco: “Third Stage era un disco que quería y tenía que hacer», comentó el músico.  «Todo lo que invento, lo que publico, lo hago con convicción, debe corresponder a mis ideales de calidad».

Después de aquello Scholtz ha publicado tres discos más, tomándose su tiempo entre cada uno: Walk On (1994), Corporate America (2002) y Life, Love & Hope (2013).

 

 

VIDEO: Boston – More Than a Feeling (Official Video) – YouTube (BostonVEVO)

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LOS OLVIDADOS: CHEAP TRICK

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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UNA VIRTUD APÁTICA

«Ríndete, pero no renuncies a tu forma de ser». Ésta, quizá haya sido la consigna más sobresaliente lanzada por el grupo Cheap Trick durante sus ya casi 50 años de existencia. Con ella han defendido la apatía y la dejadez como virtudes de continencia y discreción en el enfrentamiento con el mundo.

Dichas virtudes, para los sociólogos estudiosos del rock, se transformaron en una poderosa fuerza de cambio precisamente a causa de la llamada apatía.  Tal mito político rebasó de inmediato los alcances del grupo, que se quedó en la historia musical como un preliminar teórico.

Cheap Trick es un grupo que se formó allá por 1973 en la ciudad de Illinois, Estados Unidos. Su sonido siempre ha sido considerado como una reminicencia pulida y bien explotada de los tempranos Who y Rolling Stones, aunque sus armonías vocales a veces quieren erigirse en remembranza de los también tempraneros Beatles.

Sus miembros originales fueron Robin Zander (cantante principal y guitarra rítmica que sustituyó al muy temprano y circunstancial Randy Hogan); Rick Nielsen (requinto y coros, además de la gorra de beisbolista); Tom Peterson (bajo y coros, que entró por Pete Comita en 1980) y Ben E. Carlos (batería).

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Participante de la New wave, Cheap Trick construyó su reputación muy lentamente con discos como In Colour y Heaven Tonight. Sin embargo, fue hasta la aparición de Live at Budokan donde obtuvieron el reconocimiento mundial.

Sus exitosos sencillos, «I Want You to Want Me», «Ain’t That a Shame» y sobre todo «Surrender», les permitieron el alcance masivo y casi la categoría de héroes en el distante Japón.

Contenedores de un gran atractivo visual durante sus presentaciones en vivo, el grupo ha recorrido muchas veces el mundo, incluyendo el tercero, durante sus ya mencionados casi 50 años de andar en el camino.

VIDEO: Cheap Trick – Surrender (Live from Budokan!), YouTube (Cheap Trick)

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LOS OLVIDADOS: ROD ARGENT

Por SERGIO MONSALVO C.

 

Argent Plays Two Keyboards

 

DE ZOMBIE A MAGO

La voz de Colin Blunstone y las composiciones de Rod Argent (tecladista) se unieron en un grupo llamado The Zombies en 1962 para interpretar canciones de soft rock fluidas y melódicas basadas en el famoso ritmo del Mersey beat y el rhythm and blues. Su título más destacado fue, sin lugar a dudas, «She’s Not There», tras el cual nunca pudieron repetir un éxito. A la disolución de los  Zombies y primeramente con otros dos exmiembros del grupo, Chris White y Hugh Grundy, Rod Argent decidió formar una banda que portara su apellido como nombre:  Argent.

El proyecto finalmente se concretó 18 meses después, con nuevos compañeros en Londres. «Tuve la intención de formar un grupo cuyos músicos no sólo tuvieran dotes técnicas o ideas experimentales, sino que asimismo quisieran crear algo, con entusiasmo y respeto mutuo, que valiera la pena escuchar», anunció Rod Argent en la contraportada de su primer L.P., Argent, editado en 1970 y el cual contaba entre sus integrantes a Russ Ballard (en la voz y la guitarra), Jim Rodford (en el bajo y los coros) y Robert Henrit (en la batería y percusiones).

El cuarteto tocaba un rock clásico inglés: limpio, fuerte y con la evidente ambición de otorgar el mismo espacio a cada uno de los instrumentos, concentrándose en el canto perfecto, armónico, con excelentes arreglos vocales y unos momentos de sonido con dominio de los teclados.

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El segundo álbum, aparecido un año después, se llamó Ring of Hands (Epic, 1971).  El crítico Roy Hollingwort de la prestigiada revista Melody Maker escribió al respecto:  «Existen bandas sobre cuyo futuro no hay que preocuparse.  Argent es una de ellas. Este su segundo disco es mucho más importante que el primero, aunque posee por igual una belleza mística y fuerza de expresión musical».

Pese a que las críticas suscitadas por los proyectos de Argent fueron tan favorables, el grupo se quedó atorado en un nivel medio de popularidad. Hizo falta el sencillo «Hold Your Head Up» para lanzar al conjunto internacionalmente.

Por unos cuantos años aumentó de manera considerable la demanda de sus álbumes.  All Together Now (Epic, 1972), In Deep (Epic, 1973) y Nexus (Epic, 1974) disfrutaron de ventas extraordinarias. Sin embargo, tras este último el grupo empezó a perder vuelo, los arreglos sonaban inflados, ostentosos y demasiado pulidos. El sonido total había dejado de vivir.

Tras sacar un disco doble en vivo, trataron de aliviar el estancamiento musical –como tantos otros grupos– con una nueva formación. Al separarse Russ Ballard, quien buscaba una carrera como solista, el grupo perdió a su pilar musical más importante al lado del mago en los teclados, Rod Argent.

Contrataron a John Verity (voz y guitarra) y a John Grimaldi (guitarra). Con la nueva formación sacaron otras dos producciones, pero ni Circus (Epic, 1975) ni Counterpoint (RCA, 1975, con Phil Collins como invitado especial) pudieron convencer al público ni motivar a los músicos.

Desde entonces, Argent (ahora de 76 años) ha hecho una carrera como solista y reuniones esporádicas con los Zombies.

VIDEO: Argent – Music from the sphers, YouTube (easwee)

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PAT BENATAR (EN EL CAMPO DE BATALLA)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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¿Qué clase de estrella rockanrolera puede surgir cuando una anterior estudiante de ópera, con un alcance vocal extraordinario, se endurece y gana experiencia en trabajos cabaretiles y rechazos de parte de productores musicales, adopta la imagen provocativa que a pesar suyo tiene y, finalmente, recibe apoyo para la proyección de su creatividad artística?  Ésta es más o menos la historia resumida del surgimiento de Pat Benatar al mundo del rock.

Cuando una mujer logra el éxito en este difícil terreno, se escuchan las historias de pasadas frustraciones, los problemas que generó la ansiada fama y la cuestión ulterior de la integridad artística frente a la imagen popular. No obstante, el entretenimiento sin calidad no fue precisamente lo que caracterizaría a una heroína del rock and roll, y Pat siempre estuvo consciente de ello desde sus inicios (y hasta la fecha).

La Benatar se convirtió en una superestrella musical primero en los Estados Unidos, de donde es originaria, y después del resto del mundo tras un ascenso meteórico con sus primeros dos discos. Como muchas mujeres guapas, Pat tuvo que considerar en serio también su imagen pública, así como la originalidad dentro del rock duro que interpretaba.

Soportó la gran presión que ejercieron sobre ella los promotores para ser proyectada como un símbolo sexual, después de su primer L.P., In the Heat of the Night, de 1979. Al principio se resistió prefiriendo formar una parte más del grupo de cinco integrantes:  Scott St. Clair Sheets (guitarra), Roger Capps (bajo y coros), Alexander Hamilton (batería) y Neil Geraldo (requinto, acompañamiento, teclados y coros), con el cual se casó e hizo mancuerna en la composición y producción posteriormente.

Sin embargo, después de reveses y cambios en el grupo (Myron Grombacher sustituyó a Hamilton en la batería), decidió arriesgarse y convencida de su buena presencia y duro rocanrolear procedió a labrarse un nombre dentro de la escena musical. El producto de tales deseos fue el disco Crimes of Passion de 1980.

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En cuanto a su capacidad vocal nunca hubo dudas: tenía un alcance increíble de tres escalas y media y técnica en exceso. Quizá como un ejercicio grabó «Wuthering Heights», de Kate Bush, en su segundo volumen. Para una cantante como ella, que puede hacer cualquier cosa con la voz, la gama de posibilidades llega a ser tanto una bendición como una maldición. Pat consiguió lo primero.

La Benatar nació en Brooklyn en 1953, con el nombre verdadero de Pat Andrejewski. En esa ciudad realizó algunos estudios de ópera que con el paso del tiempo le sirvieron para cantar fuerte y sin lastimarse la voz.  Después de salir de una universidad de Long Island se mudó a Richmond, Virginia, donde trabajó como mesera, cantante y cajera de banco.

De vuelta en Nueva York fue descubierta en 1975 por Rick Newman, quien se convirtió en su mánager. Asesorada profesionalmente, Pat logró conmover a los indiferentes críticos de Manhattan con su energía y atractivo.

A la fecha, tras más de 40 años de rocanrolear, Pat recuerda que los tiempos difíciles en el camino, sobre todo una lista sin fin de bares del Holiday Inn, la convirtieron en lo que sería. Lo mismo que las cintas de demostración despreciadas por los ejecutivos de las compañías disqueras: «Todos me decían que era muy sexy, pero de mi talento nada». A todo ello logró imponerse.

El primer disco grabado para Chrysalis, con el éxito «Heartbreaker», proclamó su talento. La potencia y la técnica que han impulsado su voz desde entonces no han sido fáciles de ignorar. A ese sencillo le siguió «Hit Me With Your Best Shot», luego el disco Precious Time, en 1981, y así sucesivamente, hasta su más reciente producción Go, del 2003, aunque sus constantes apariciones públicas, desde entonces, la siguen mostrando llena de musicalidad y de experiencia rocanrolera, y en espera de ser incluída en el Salón de la Fama del Rock.

VIDEO: Pat Benatar “HEARTBREAKER” live, YouTube (Markis Anthony)

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LOS OLVIDADOS: INXS (ALEGRÍA MELACÓLICA)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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Con Kick (1987), el grupo INXS (fundado en 1977) se afianzó en forma definitiva entre los conjuntos de mayores ventas en el mundo. Para llegar a ello, el sexteto australiano requirió de 13 años de trabajo y siete discos, y no parecía que su producción X (Mercury, 1990) fuera a cambiar la situación. En tanto que Kick fue el álbum más variado en la carrera del grupo, el disco X mostró una mayor unidad.

En este último no hubo canciones abridoras tan martillantes al estilo de “Guns in the Sky”, ni apesadumbradas baladas a la “Never Tear Us Apart”, sino once canciones de arreglos sólidos y bien perfilados, en los que se reconocen claramente algunos elementos de su obra anterior (“The Swing”, “Listen Like Thieves” y de nueva cuenta “Kick”).

Por otra parte X, igualmente producido por Chris Thomas, parecía emanar una tranquilidad que no mostraba ninguno de aquellos discos anteriores; una aceptación del hecho de que Andrew Farris (teclados y requinto) y Michael Hutchence (cantante ansioso e inteligente, quien por cierto recuperado del golpe de no haber podido representar a Jim Morrison en la pantalla, fue elegido para hacerlo con el poeta P. B. Shelley en la película Frankenstein

Unbound), los dos compositores más importantes dentro del grupo, obtenían la inspiración en partes iguales del rock, el funk, el soul y el blues.

INXS (FOTO 2)

La mezcla fue, por lo tanto, muy constante, y las raíces fueron más patentes en la superficie de su música que antaño, lo cual no se debió únicamente a la participación del armoniquista Charlie Musselwhite en piezas como “Who Pays the Price” y “On My Way”.

En el sencillo promotor, “Suicide Blonde”, INXS plagió descaradamente (y en forma redundante) su propia obra; y “The Stairs” se construyó un poco con el estilo de U2, pero las demás canciones son de su particular sello: contagiosas, desbordantes de entusiasmo y llenas de pequeñas sorpresas instrumentales.

Los textos no eran tan alegres como gran parte de la música lo hacía sospechar. Los temas recurrentes fueron la soledad y la enajenación, alternados con el deseo y la esperanza, expresada ésta en forma bastante ingenua, como en “Faith in Each Other”. Un disco de pop puro.


VIDEO SUGERIDO: INXS – Suicide Blone. (1990) Original Video, YouTube (TheJellyBaby1988)

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LOS OLVIDADOS: AMON DÜÜL

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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EL AGORERO GERMANO

En los años sesenta, la revolución practicada por los jóvenes músicos que conformaban el incipiente rock alemán produjo agoreros grupos como Amon Düül, quienes representaron fuertemente el movimiento más teórico e intelectualista de aquel entonces e influyeron de manera significativa en los acontecimientos musicales posteriores de su país.

En 1967, se formó en Munich una comuna de músicos entre los que figuraron los jazzistas Chris Karrer, Ulli y Peter Leopold y Rainer Bauer. Dieron el nombre de Amon Düül a sus presentaciones concebidas como espectáculo multimedia. El apelativo combinaba el nombre de la divinidad egipcia y un término turco para la música.

Sus experiencias vitales y con las drogas psicodélicas les dieron un estilo que los identificó, de manera inevitable, como grupo underground. La ruptura de las leyes musicales y su falta de inhibición con respecto a la instrumentalización les ayudó a darse a conocer, sobre todo con la aparición que tuvieron en el festival de Essen en 1968.

La idea comunal de hacerlo todo juntos desapareció cuando Bauer y los hermanos Leopold incrementaron sus actividades políticas. El grupo se escindió y, mientras Amon Düül I producía su primer L.P., Chris Karrer fundó Amon Düül II.  El primero se disolvió en 1971 por diferencias musicales y personales tras la aparición de cuatro acetatos (Psychedelic Underground, Collapsing, Paradies Warts Düül, Disaster y otros singles).

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Por su parte Amon Düül II, fundado bajo el concepto de círculo de arte y comunicación, se integró originalmente con Johannes Weinzierl (guitarra), Falk Ulrich Rogner (bajo y órgano), Renate Knaup (voz), Shrat (violín y segunda voz), Dieter Serfas (batería, luego sustituido por Peter Leopold que se incluyó de nueva cuenta) y Chris Karrer (guitarra, sax y voz). La orientación musical del conjunto fue encauzada por su posición social y sus innovadores intereses musicales.

A fin de grabar su primer disco, el grupo se reforzó con el bajista Dave Anderson.  Así, en la primera mitad de 1969 apareció Phallus Dei (Sunset), una obra llena de improvisaciones que se erigió en un clásico de la psicodelia alemana.

Al año siguiente, la banda acudió al estudio para realizar Yeti (UA/Liberty, 1970), un disco menos misterioso, más sencillo y melodioso, sin desplegar tanta agresividad como en los acetatos anteriores. Con éste se lanzaron a su primera gira continental y obtuvieron buenos resultados con el público y la crítica.

Para la grabación de Wolf City (UA/Liberty, 1972) hubo nuevos cambios de integrantes y con la producción trataron de deshacerse de su imagen underground con composiciones equilibradas y arraigadas en el art-rock. Su segunda gira europea fue grabada en ese 1972, aunque el L.P. apareció dos años después con el título de Live in London (UA/Liberty, 1974).

Tras otros cambios de personal, el grupo editó Vive La Trance (UA, 1974) bajo la consigna de tocar para el público y no para ellos mismos. Después de la gira promocional se disolvieron por problemas personales.

Un año más tarde intentaron el comeback respaldados por la compañía disquera Lollipop y produjeron Hi Jack (1975), un disco que puso de manifiesto la crisis de identidad del grupo. Por ese tiempo su antigua compañía sacó el L.P. Lemmingmania (UA, 1975), el cual contenía su producción de sencillos.

El mismo año, Amon Düül grabó Made in Germany (Lollipop), una rock ópera que constituía la visión del grupo sobre la historia alemana. En 1976, el disco Pyragony X (Lollipop) no sirvió tampoco para reencontrar el éxito de los años primerizos.

De igual manera se puede calificar Almost Alive (Lollipop, 1977), L.P. que cultivó la música, pero sin la fuerza mística que los había caracterizado.  Luego de un tiempo más de tumbos, el legendario Amon Düül vio el ocaso de su vida junto con la década.

 

VIDEO SUGERIDO: Amon Düül II – phallus dei – DVD video, YouTube (ROCKDRUMMERFULL)

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