BLUEMONK: «P. H.»

Por SERGIO MONSALVO C.

 

BLUE MONK (PORTADA)

 

(POEMA)*

 

p.h.

 

trombón de otro espacio y muerte,

          /sentido y ser

las cosas encuentran su correspondencia

 en tus tonos de resplandor

                                                 /inocente

metal donde padecer es

                    cristal;

                              engaño

                                       caricia

                                                 ensueño/

desde ahí el oído

desde ahí el dolor

          enfrentamos las paredes y

                    /arañamos los brillos

para mirar el soplo del swing

          sus brisas

                    y sus vientos

 

Blue Monk

y otras líricas sencijazz

Sergio Monsalvo C.

Editorial Doble A

Colección “Palabra de Jazz”

México, 1994 (primera edición), 1997 (segunda)

 

 

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LIBROS: TIEMPO DEL RÁPSODA (POEMARIOS)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

TIEMPO DEL RÁPSODA (PORTADA)

 

(POEMARIOS)*

 

 

 

“CC BLUES”

(para Colette Curfs)

Pudiera ser

que una mujer

se nombre en lo íntimo

hongo / agua / humedad

pudiera ser

Pudiera ser

que uno de esos retratos

le saque un cuerpo a la vida

doble / sencillo / único

pudiera ser

Pudiera ser

que evoque sus colores

y responda la comunión

me / myself & I

pudiera ser

Pudiera ser

que la mano libre

ame con su vuelo

esporas / faunos / ángeles

pudiera ser

Pudiera ser

que una rana al fin

transforme en mujer

besos / espejos / transparencias

pudiera ser

 

 

*Texto escogido del poemario Amsterdamas, que integra parte del libro Tiempo del Rápsoda, de la Editorial Doble A, cuyo contenido se ha publicado dentro de esa categoría en el blog Con los audífonos puestos.

CONTENIDO

Amsterdamas

Baladas I

Baladas II

Baladas III

Billie

Blue Monk

Blue Time

Bouquet

Brazada inútil

Miles Ahead

Plegaria al Sax

Polizones de la Piedra Por Amor al Sax

Sólo las Noches

 

 

Tiempo del Rápsoda

(Poemarios)

Sergio Monsalvo C.

Editorial Doble A

Colección “Poesía”

The Netherlands, 2020

 

 

 

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LIBROS: TIEMPO DE SOLOS (50 JAZZISTAS MEXICANOS)*

Por Sergio Monsalvo C.

 

TIEMPO DE SOLOS (FOTO 1)

 

El jazz irrumpió en México allá por las décadas entre siglos XIX-XX a través de la frontera norte y el litoral del Golfo. Inició su travesía como todo lo que sucede en este país: al azar.

No hubo claridad semejante como en la Unión Americana, su lugar de origen, para seguirle el rastro de manera verídica, bien documentada, contextualizada en los devenires económicos, políticos o sociales.

Una vez en México todo fue según soplara el viento. Se convirtió lo mismo en música de cabaret que motivo o banda sonora de las corrientes vanguardistas.

Así ha transcurrido desde entonces la historia de este género aquende el Río Bravo, con una insospechada cantidad de dificultades, al igual que manifestaciones importantes aunque desconocidas para el grueso de la población. Es decir, el jazz existe, aunque a veces no lo parezca…

Al tomar en cuenta lo anterior fue que el fotógrafo Fernando Aceves y yo (Sergio Monsalvo C.) decidimos participar aún más en la tarea de difusión del acontecer jazzístico del país (ya lo hacíamos en los diferentes medios periodísticos en que trabajábamos: él, desplegando sus fotos de los conciertos en revistas, diarios diversos e Internet; yo, en las publicaciones como Sólo Jazz & Blues, en la sección respectiva de los periódicos El Nacional, Crónica, La Mosca o en el portal de Internet esmas.com, entre otras). ¿Cómo? A partir de lo básico: dando a conocer a sus hacedores en aquel momento, fin del siglo XX principios del XXI.

Iniciamos este proyecto con una cincuentena de músicos. Evidentemente no eran todos los que participaban en la escena nacional, pero sí representaban a su instrumento y las diversas corrientes que componían al género, al igual que las variadas épocas por las que había transitado en el siglo XX.

En Tiempo de solos 50 jazzistas mexicanos aparecen pioneros tanto como veteranos, experimentados y noveles. Todos en activo. La intención escritural —mi aportación al proyecto— fue poner en relieve la formación de cada uno de ellos, su génesis como músicos, sus inclinaciones tanto instrumentales como genéricas y, sobre todo, las definiciones que sustentaban acerca de su oficio y del jazz en específico…

Por todo lo dicho, conjuntamente quisimos colaborar con Tiempo de solos en la divulgación de uno de los aspectos de la cultura jazzística nacional, plasmando en retratos y palabras los detalles conceptuales y perfiles que habían hecho de 50 personas músicos de jazz.

Asimismo, como partícipes de la cultura, nos comprometimos con ese presente mencionado. Las generaciones no dejan de nacer y como escribas y fotógrafos involucrados en nuestro tiempo éramos testigos responsables ante ellas de hacer una relación de lo visto, de lo escuchado, de lo vivido en este sentido. Una prueba del jazz mexicano se plasmaba en  la imagen y la palabra…

 

 

*Fragmento de la introducción al libro Tiempo de Solos 50 jazzistas mexicanos.

 

 

Tiempo de solos

50 jazzistas mexicanos

Fernando Aceves y Sergio Monsalvo C.

Edición de autor

México, 2001

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JAZZ: DOCE HITOS DEL SIGLO XX (ORNETTE COLEMAN)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

FOTO 1

 

VIII

«El bebop era ya una cuestión de ‘dame los acordes y yo hago el resto’. Lo que yo hago exactamente es lo contrario: llegar a los acordes desde la melodía. Si lo piensas de lo que trata la labor del músico es de obtener la melodía a partir de un instrumento y nada más. Eso es la música», ha dicho Ornette Coleman con respecto a su oficio.

Sin embargo, el suyo ha estado nutrido y mucho de esa circunstancia, y también de la controversia y de la genialidad inventiva. En todas las épocas desde que el mundo es mundo, a los innovadores o se les sigue o se les ataca, «no hay de otra», como dijera el mismo Coleman. Un lunático o un iluminado. Así ha sido tratado este músico, quien será recordado por siempre por sus conceptos propositivos en la teoría harmolódica y el free jazz.

FOTO 2

Músico y hombre de su tiempo, Ornette ha reflexionado no sólo sobre el arte de la música sino también sobre el arte de ser humano, y el resultado de su pensamiento lo ha definido en breves palabras: «La música es básicamente lo que no está en el papel. No es la palabra ‘música’ la que crea el concepto. Es la gente la que crea la música».

El jazz de Coleman es una música llena de la sustancia de la vida, y el free jazz la contiene más que ninguna interpretación. Las posibilidades polifónicas de Ornette parten de donde Monk las dejó al morir. Eso lo ha convertido en un artista apasionado e imaginativo que utiliza un lenguaje propio, fresco, libre y, por qué no, también fragmentado.

Sus ideas no invitan al caos melódico y armónico sino hacia una música metódica, en combate contra el egocentrismo; en busca de la improvisación modal, inspirada y sobre todo colectiva.

 

 

VIDEO SUGERIDO: Ornette Coleman Sextet – Free Jazz (1 of 3), YouTube (Bob Hardy)

FOTO 3

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LIBROS CANÓNICOS: BELOVED/JAZZ (TONI MORRISON)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

BELOVED-JAZZ (FOTO 1)

 

Hay un aforismo que me gusta mucho recordar: “La libertad es ese lugar donde puedes amar y decir lo que se te antoja, donde no necesitas permiso para desear”. Eso lo plasmó Toni Morrison, la escritora que narró y enseñó con maestría técnica y el mejor lenguaje lo que fue la esclavitud (y la negritud), un segmento esencial y trágico de la historia de la Unión Americana, del que aún continúan las secuelas.

Esa artista, murió a los 88 años de edad en el pequeño pueblo neoyorquino de Grand View-on-Hudson, el 5 de agosto del 2019. Había nacido el 18 de febrero de 1931, con el nombre de Chloe Ardelia Wofford. Luego creció en Lorain, Ohio, una comunidad obrera racialmente integrada. Se agregó el nombre de “Anthony” después bautizarse a los 12 años.

Al convertirse en escritora adoptó el nombre literario de Toni Morrison, usando el apócope de su apodo familiar y el apellido de su marido, el arquitecto Harold Morrison, con quien estuvo casada (de 1958 a 1964) y fuera padre de sus dos hijos. Fue egresada de tres universidades y con una carrera que abarcó más de cinco décadas, fue autora de once obras de ficción, así como de varias colecciones de ensayos y libros infantiles, dedicados a la exploración de la vida afroamericana, y en particular la condición de las mujeres negras, en los Estados Unidos.

Lo hizo desde su primera novela The Bluest Eye (Ojos azules, 1970), hasta la última, God Help the Child (La noche de los niños, 2015). Sin embargo, fueron textos como Beloved y Jazz (de 1987 y 1992, respectivamente), donde alcanzó, con la majestuosidad de su lenguaje la calidad de obras maestras, en las que la trasmisión de su mensaje, emociones y sentir llegaron a todos los confines del mundo. Para luego recibir el Premio Nobel en 1993. Un triunfo para la negritud, para el blues, para el jazz y para los escritores afroamericanos. A todos ellos los elevó con las palabras.

BELOVED-JAZZ (FOTO 2)

 

Beloved (1987), pues, ha sido uno de sus libros más celebrados. La novela está ambientada en la Guerra de Secesión estadounidense, y su trama se basa en la vida de la esclava afroamericana Margaret Garner, que escapó del estado esclavista de Kentucky en enero de 1856 y su fatal periplo.

Con esta obra surgió una leyenda en las letras de la Unión Americana; una que obtendría el máximo galardón de las letras internacionales un lustro después; alguien que hablaba de una noche que crece dentro de la noche; alguien que poblaba el silencio con su voz y asentaba en la literatura el gemido de una raza. Ella fue Toni Morrison.

En el libro Beloved, la narrativa de la escritora deja asentado que en los Estados Unidos –así como en muchas otras partes del mundo–, los negros, además de tener que usar la cabeza para salir adelante, cargan con el peso de toda la negritud. Se necesitan dos cabezas para eso.

Muchos blancos racistas hoy, como en épocas pretéritas, creen que al margen de su educación y modales, debajo de toda piel oscura, hay una selva. El desarrollo de esta idea a través de la vida y fatalidades de un grupo de negros en busca de su razón de ser deja patente el compromiso social y artístico de esta galardonada autora.

El motivo para este texto le surgió a Morrison de un viejo recorte de periódico, en donde una noticia contaba la tragedia de una esclava que había matado a su hija para evitar que también ella fuera objeto de la esclavitud. Con el tiempo, ese viejo recuerdo se convirtió en la idea base, obsesiva y recurrente, que dio sentido a la novela.

 

En el año 2006, el periódico The New York Times recabó la opinión de 200 expertos en literatura, entre los que figuraba un nutrido número de novelistas, pidiéndoles que identificaran los títulos de las obras de ficción más importantes publicadas en los Estados Unidos durante los 25 años anteriores. La novela que obtuvo más votos fue Beloved, de Toni Morrison.

BELOVED-JAZZ (FOTO 3)

A aquella impresionante obra le siguió Jazz (1992), que narra la peculiar historia de amor de una pareja negra que deja atrás los campos de trabajo y los abusos a los que son sometidos por patronos blancos y llega a Nueva York.

“Jazz” es una palabra con legitimidad de tiempo y en él ha sido principio de impulso creativo. Razón de ser y destino de experiencias sabias, crudas y cotidianas, musicales y líricas. Ha estado en el corazón mismo de nuestra época desde un siglo y ha sido testimonio (en lo lírico con la sublimidad de Toni Morrison, que sin plasmarla, está omnipresente en su novela).

“Jazz” ha sido desde su nacimiento una palabra que habla del mito y sus oscuridades en una realidad entonada con la voz, el sax, la trompeta, el piano, los tambores, los teclados, las computadoras o las letras (cantadas o escritas).

Es el sonido de lo cierto en la intimidad de un solo o en la de un texto. Una palabra libre para todos y espontánea; estallido de músicos, DJ’s, mezcladores, ilusionistas, diseñadores sonoros apasionados o escritores iluminados, que derraman su energía frente al micrófono, en los instrumentos, los aparatos, la máquina de escribir o en la computadora buscando la expresión conmovedora en la improvisación.

Melancólica e introspectiva o alegre y danzarina, la palabra centenaria se inspira no sólo en un ideal abstracto, sino en el mismísimo sonido de la voz humana. Con su realidad doliente, relajada o festiva, con su ritmo y sensualidad propias. Así, el latido y la vivencia le dan a esa voz otra posibilidad de difundir su mensaje. Con ello trabajó Morrison siempre.

Alguien improvisa con el relato de su vida y el sonido se alarga interminable, desatando cantos o relatos sucesivos y mezclados con otros terrenos, con otros semejantes, sin distancia. Mientras el instante reclama libertad y la dignidad del ser humano. El sonido de tal palabra se escucha porque simplemente viene de dentro e invade no sólo el espacio, el lenguaje, sino también el tiempo. De Toni Morrison son tales logros escriturales.

El concepto de la negritud, que ella trató incansable y pujantemente en sus libros, surgió en el preciso momento en que el primer ser humano negro fue esclavizado por los blancos colonialistas y arrancado de su lugar de origen: África. Un siglo pasó en ese estado en la Unión Americana, sometido a una brutal servidumbre y sin expectativa alguna.

Hubo robo de vida, de libertad, imposición de trabajo y hacinamiento; hubo latigazos en la espalda, cadenas en los brazos y piernas, carnicera ejecución si disentía; destrucción de su familia; violación de sus mujeres; venta de los hijos; así como otros muchos actos destinados, principalmente, a negarle cualquier derecho, por mínimo que fuera.

Su melancolía, padecimientos y experiencias las expresó a través de la única cosa que pudo llevarse consigo al ser desarraigado: la música. La llevó dentro de sí. Aquellas raíces interiores se fueron entrelazando y fundiéndose en el sitio de implante con la diversidad de otros semejantes hasta convertirse en una manifestación fuerte y concentrada.

La música que contenía la principal esencia de aquella negritud (primero el blues y luego el jazz), nació así durante el turbulento periodo que siguió a la Guerra Civil estadounidense, al enfrentar los negros del sur del país –la mayoría– un cambio total en los fundamentos de sus vidas bajo el duro yugo de la esclavitud, a causa de su repentino cambio de status y sus ajustes con una libertad otorgada sólo en el papel.

En muy poco tiempo, descubrieron que un sistema de opresión simplemente había sido reemplazado por otro, en última instancia no muy distinto de la anterior servidumbre física. En algunos aspectos era mucho peor, al surgir una serie de presiones –económicas, psicológicas y culturales– que no estuvieron presentes, en el mismo grado o con las mismas implicaciones, durante el tiempo de la esclavitud.

En Jazz la historia no es el pasado, sino el presente. El discurso sobre el racismo sigue tiñendo las diferencias en los Estados Unidos. Al igual que ayer, al igual que siempre. Es un país que no aprende. Toni Morrison nunca quitó el dedo del renglón, y lo hizo con la profundidad del verdadero arte.

VIDEO: Remembering Toni Morrison, An Iconic American Author – NYT News, YouTube (The New York Times)

BELOVED-JAZZ (FOTO 4)

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STANDARDS: «I’VE GOT YOU UNDER MY SKIN» (COLE PORTER)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

I'VE GOT YOU UNDER MY SKIN (FOTO 1)

 

STANDARD VI

 

Desde el comienzo del siglo XX, y hasta hoy, el standard es una canción o pieza que constituye parte obligada de todo repertorio; tema ampliamente conocido, al que se re­curre con frecuencia como base para improvisar sobre seguro.

Dentro del repertorio de todos los géneros, pop, jazz, rock, soul, funk, hip hop, etcétera, hay temas que se han incor­porado al idioma de todos ellos, como «Misty», «When the Saints Go Marchin’ In», «Perdido», «Ornithology», «Take Five», «‘Round Midnight», «How High the Moon», entre otras. No obstante en el Top Ten de tales cantos destaca una que ha trascendido todas las épocas: “I’ve Got You Under My Skin”.

I'VE GOT YOU UNDER MY SKIN (FOTO 2)

Hacia comienzos de la década de los veinte del siglo pasado, Cole Porter comenzó a aparecer como figura de primer plano en la llamada “era del jazz” en la Unión Americana. Sus obras habían sido representadas profesionalmente en Broadway mucho antes que las de Gershwin, Henderson o Rodgers, compositores todos de gran prestigio. Sin embargo, esos primeros esfuerzos fueron recibidos en forma desalentadora.

Luego, Porter pasó varios años en Europa. Regresó al final de los veinte e inmediatamente disfrutó de dos exitosos musicals: Fifty Million Frenchmen (o sea, “50 millones de franceses”) y Paris, cuya partitura incluía el tema “Let’s Do It” (“Hagámoslo”). Estas obras y sus partituras reflejaban el propio mundo sofisticado de su autor.

La obra Born To Dance, por su parte, presentaba la innovación, dentro de la comedia musical, de que Irving Aaronson y su banda de diez músicos, los Commanders, aparecían en el escenario en vez de estar en el foso de la orquesta. Born To Dance fue escrita en 1936, y su tema principal “I’ve Got You Under My Skin” se convirtió desde el mismo momento del estreno en una pieza clásica.

El romance y el encanto que desplegó Porter en sus letras quedó a su vez impreso en la mente de generaciones sucesivas, con trazos que evocan una estética con su implícita mezcla de night club y naive.

Muchas canciones han motivado versiones; las menos, su estandarización. Y poquísimas la sublimación de su plumaje blanco al cruzar por dicha estandarización.

El caso de Cole Porter y “I’ve Got You…” es, sin lugar a dudas, un suceso para la canción popular. Ésa que trasciende, evoca y motiva más allá de sus circunstancias.

Cole Porter capturó con sus notas y melodía la ligereza la sencillez de una pequeña obra clásica, que soporta cualquier versión, en cualquier género, como en el caso de la de Neneh Cherry, quien la inscribió en el hip hop dentro del disco Red, Hot & Blue, de 1990.

VIDEO SUGERIDO: Frankie Valli & The Four Seasons – I’ve Got You Under My Skin Subtitulada en español, YouTube (Miguel Mephistopheles)

I'VE GOT YOU UNDER MY SKIN (FOTO 3)

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BLUEMONK: «PLEGARIA AL SAX»

Por SERGIO MONSALVO C.

 

 

(POEMA)*

 

plegaria al sax

 

sax de mi guarda—

          ante ti cavilo y suspiro—

sumiso ante tu voz—

          reconozco el templo de la perdición—

sultán luminoso—

          me conforto en los contornos de tu sugerencia—

y escucho el fragor de tu vanagloria—

          la certeza de tu albor—

lo pesado de tu negrura—

          el llamado de tu fascinante infierno—

no me desampares de la noche con el día.

 

Blue Monk

y otras líricas sencijazz

Sergio Monsalvo C.

Editorial Doble A

Colección “Palabra de Jazz”

México, 1994 (primera edición), 1997 (segunda)

 

 

NuBOX (EL SIGUIENTE GIRO)

POR SERGIO MONSALVO C.

NUBOX FOTO 1

 

El hibridismo y la fragmentación actual de los géneros musicales han traído consigo una pluralidad que pone a prueba constante la capacidad del melómano para estar al tanto de su tiempo.

La palabra que resume la última década, la de los años cero, sería, entonces, fragmentación: el frenesí de la personalidad múltiple, la identidad emulsionada por la Web, el subgénero infinito.

El jazz del nuevo siglo, tal y como lo entendieron los integrantes de nuBox, el grupo alemán asentado en Berlín, no es ya un patrón estándar al que pulirle las aristas con gotitas de acid, sino un relato de final abierto.

Sí, un relato al que sumar elementos de otras tendencias: el blues, el soul, el dub, el breakbeat, el free style, el rock industrial, el e-jazz y, sobre todo, el concepto de DJ, para formar una síntesis creadora y activa.

Gracias a la labor del trompetista Reiner Winterschladen, de Alois Kott (encargado de las cuerdas tanto analógicas como digitales) y de Peter E. Elisold (percusiones de ambos mundos, igualmente), los sonidos y los ritmos de la electrónica se filtraron en la propuesta.

Una propuesta completamente rimbaudiana (“siempre hay que ser moderno”). Así que ellos la presentaron justo a partir de sus veinte años de existencia. Propuesta en que el jazz se mostró abierto –como siempre– a las mezclas y al pulso de la época.

El grupo comenzó su andar en los años ochenta del siglo pasado con el álbum Sweet Machine de 1985, bajo el nombre de Blue Box.

La buena recepción de la crítica a su postulado de jazz en oposición con influencias de la naciente deutsche welle del rock alemán, les atrajeron invitaciones de la mayoría de los festivales europeos y asiáticos a los que concurrieron desde entonces.

Su discografía creció a la par de ello: Stambul Boogie, Capture Dancefloor, Time We Sign, 10, etcétera.

VIDEO SUGERIDO: Nubox en la Plaza de la Constitución Stgo. Chile, YouTube (marchelaa)

En su constante evolución con el género, y del género mismo, sintieron la necesidad de un nuevo instrumentista para ir más allá y enriquecer su oferta jazzística con otra fisonomía, rompiendo lanzas a favor de los estilos como el techno y el hip hop.

Eso significó cambiar de nombre (a nuBox) e incluir las herramientas del sampling, del remix y los derivados de la tornamesa, elementos todos de la nueva corriente a la que se inscribieron.

A ellos se incorporó entonces el DJ Illvibe para aportar toda la riqueza de tales elementos.

NUBOX FOTO 2

 

DJ Illvibe, cuyo verdadero nombre es Vincent von Schilppenbach (hijo del prominente pianista alemán de jazz Alexander von Schilppenbach), contaba en su haber con una carrera sólida dentro de la música como tecladista y DJ integrante de la banda de reggae-dancehall Seeed.

Pero no sólo de éste, sino también de Lychee Lassi y del grupo de hip hop Moabeat. Participaciones que le ganaron discografía, nombre y una reputación en la influyente escena musical berlinesa.

Tanta que la pianista japonesa Aki Takase lo llamó como invitado para la grabación de su álbum Look .03. Una aventura tras la cual creó su propio conglomerado de nombre Das Department, con el que actúa regularmente en clubes europeos.

(Dicografía de DJ Illvibe como solista: Garagenjazz, Speed, Kap Horn, The Alonzo Mosley (EP) y OUT NOW con Lychee Lassi; Dancehall Caballeros y Music Monks con Seeed; Bär auf Speed y Dringlichkeit besteht immer con Moabeat; Stadtaffe con Peter Fox y The Sweetest Hangover con Miss Platnum, entre otros)

En el año 2004 fue invitado a colaborar con nuBox, con el cual ha grabado desde entonces Sonic Screen, Next Twist y Limbic System Files.

Sin duda “fragmentación” es una buena palabra para hablar de los tiempos que corren, pero también interacción, aglutinamiento, hipermodernismo.

El de hoy en la música –y no sólo— es un ciclo incluyente, imponente, próspero, infinito y desmesurado, que cambia sin freno (en muchos ejemplos anárquicamente) y sin temor a su posible futuro. Un futuro, como en el caso de nuBox, en el que los géneros únicos son ya exclusivamente arqueología.

VIDEO SUGERIDO: nu box, DJ Illcvibe and “Paint Art”, Ed Partyka…, YouTube (Claudia Haupt)

NUBOX FOTO 5

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ACID JAZZ A LA CARTE (II): SEGUNDO PLATO (ENTREMÉS DE TORNAMESA)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

FOTO 1

 

El jazzdance, pues, había adquirido una fuerza enorme en Inglaterra. Prueba fehaciente de ello eran los altos ratings de estaciones como Jazz FM y Kiss FM, que figuraban entre las estaciones privadas de mayor éxito en el país.  Cuando Gilles Peterson fue despedido de Jazz FM debido a la transmisión de un programa de canciones pacifistas, las protestas y el boicot alcanzaron tan grandes alcances que la estación se vio obligada a contratarlo de nuevo.

Tratárase de house, jazz, rap, reggae, hip hop, música latina o africana: en la escena de jazz de Inglaterra todos los ingredientes y cualquier mezcla eran bienvenidos. Y nuevos nombres, como Definition of Sound, Young Disciples, Massive, Caveman e Incognito hacían hervir cada vez más la alquimista cocina musical.

No cabía duda, el jazz hablaba fuerte y se presentaba con una variedad de estilos como casi nunca antes. Ya fuera que en París se escuchara un cool jazz al estilo de Shirley Horn, en Londres el jazzdance con todas sus centelleantes variaciones, en Toronto el hip hop jazzeado de los Dream Warriors, en Nueva York el jazz rap de Gang Starr:  la esencia del jazz siempre es, fue y será, el reflejo de su historia.

En este punto se reunieron, en las pistas de baile de los clubes y en la calle, el pasado y la actualidad del jazz, John Coltrane y Gang Starr.

Como en los benditos tiempos de la Motown –toda proporción guardada–, Talkin Loud había revivido la noción de una compañía discográfica como norma de calidad y de éxito. Omar, Galliano, Young Disciples e Incognito eran los protagonistas de ello, innovadores y populares a la vez.

El acid jazz como se le comenzó a llamar en segundo término, había llegado justo a tiempo para revivir un género sofocado por el éxito y la estandardización de las producciones estadounidenses de los últimos años. Sin embargo, ¿qué era el acid jazz exactamente? ¿Cómo había trascendido y había llegado a llamar así en 1992 a todo lo que sonara lento (95/110 BPM) y a todo lo que no era house (120/130 BPM) en la música bailable?

Después de cuatro años esparciéndose por Europa, este apartado musical había sabido crear una de las culturas jóvenes más fraternales y eufóricas, en tanto en los Estados Unidos, atorados en un medio social polarizado y por el estancamiento de la industria musical, aún no se embarcaban en la hipnosis colectiva de los clubes/raves.

Sólo el acid jazz, ese nuevo soul, con base en breaks del rap y gruesas líneas de bajo había sabido sacudir un poco el desolado paisaje musical estadounidense, repartido entre el hardcore rap y el heavy metal hardcore.  Desde Lisa Stansfield hasta Soul II Soul, desde Diana Brown y Barrie K. Sharpe hasta los Brand New Heavies, toda la escena inglesa del rare groove, inspirada en la música negra de los setenta y del sonido «callejero» del hip hop, había sabido introducirse en ese país más acostumbrado, en materia de baile, a exportar que lo contrario.

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Después de años de producciones funk/soul sin un gramo de alma, esta música de profundas raíces negras por fin había recuperado su título de nobleza.  Evidentemente es imposible hablar del acid jazz sin explayarse sobre Gilles Peterson, el responsable de todo ello.

Este joven DJ totalmente loco por el jazz pero también y sobre todo dueño de cierta noción de la música negra (funk, reggae, soul, rap, gospel…) fue quien inventó la expresión en 1988 en el curso de uno de los fines de semana de baile que se organizaban fuera de temporada en las playas para vacacionistas del Mediterráneo.

Un grupo de los mejores DJs londinenses (Holloway, Oakenfold, Fung) acababa de regresar de una fiesta de cumpleaños en Ibiza, convertidos al trance del acid house y a otros ritmos baleáricos. Intrigado por este fuego y su comportamiento extravertido Peterson, quien estaba detrás de ello y, como el resto del mundo, aún no escuchaba hablar del nuevo furor, metió su set a la tornamesa para participar, bajo el término de jazzdance.

Lo que al principio no fue más que una ocurrencia del DJ, pronto se convirtió en una buena forma de referencia a un género de música muchas veces considerado pasado de moda por los ignorantes (el jazz). Procedió a fundar su disquera independiente con la ayuda de un tal Eddie Pillar, ya habituado a distribuir los sencillos de grupos desconocidos.

Poco a poco, la compañía Acid Jazz supo atraer la atención de la crítica (los primeros sencillos de Galliano, de A Man Called Adam…), sobre todo –cabe admitirlo– a causa del nombre mismo que más o menos forzosamente lo metía a la escena del momento, y comenzó a llamarse así, por extensión.

El programa de radio de Peterson (primero con Jazz FM y luego con Kiss FM) y «Talking Loud, Sayin’ Something», la sesión musical que presentaba todos los domingos por la tarde en el Dingwalls de Camden, claramente se ubicaban a mil leguas de los estáticos maratones house organizados por otros clubes.

Desde George Duke hasta Gil Scott Heron, de Public Enemy a Coltrane, una sensación de osmosis poderosa y espiritual unió al grupo de fieles que todos los sábados por la noche podían encontrarse en su lugar de trabajo.  Phonogram, entonces, invitó a Peterson a desarrollar una compañía bajo sus auspicios, y así nació Talkin Loud sello por cuyo contenido muy pocos realmente hubieran apostado algo hacía un año y medio.

Pasar del entusiasmo idealista a las duras realidades económicas de una disquera grande planteó numerosos problemas. Después de un periodo de ingenuidad muy comprensible, Talkin Loud contaba ya con una serie de éxitos internacionales.

Con la ayuda de Norman Jay (otro legendario DJ, precursor inglés del «sonido garage» con sus sesiones «High on Dope», en el mismo Dingwalls), Talkin Loud se convirtió en una verdadera garantía de calidad y una referencia con su catálogo de artistas que incluyó a Galliano, Young Disciples, Incognito y Omar. La historia comenzó a rodar.

Discografía mínima:  Definition of Sound, Love and Life; Caveman, Positive Reaction; Incognito, Inside Life; Galliano, In Pursuit of the 13th Note; Gang Starr, Step in the Arena; Dream Warriors, And Now the Legacy Begins; Frank Morgan, A Lovesome Thing; Massive, Blues lines; 4 Play, Cold Sweat; varios, Talkin’ Loud.

VIDEO SUGERIDO: Apparently Nothin’ – Young Disciples (1991), YouTube (1mistaGROOVE)

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