REZA EL GLOSARIO: ADMIRACIÓN

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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 BREVÍSIMO ACERCAMIENTO

 

La empatía por un intérprete musical es algo tan elemental, tan básico, como respirar, comer, pensar o caminar. Los personajes de tal escena a los que se ha seguido con admiración conforman una parte de la educación sentimental de cada uno, por lo que le han aportado. Por más que se sepa que en todo ello hay un pedazo de verdad y mucho de leyenda, lo cual no es menos importante.

Uno escucha a su cantante favorito(a) y no puede dejar de oír también su biografía, de evocarla, con los vericuetos de su carrera, al ver las huellas del tiempo en el rostro, las muescas dejadas por la vida en el carácter, en la actitud y otras tantas cosas que se intuyen sin conocerlas  realmente.

Uno no gusta, ni quiere imaginarse a Leonard Cohen (mientras vivió), por ejemplo, comprando un billete de lotería; a Bob Dylan  leyendo una revista femenina en la sala de espera del dentista, a John Lennon haciendo pan (¡cómo me ha dolido esa imagen!) o a Patti Smith viendo crecer la hierba sentada en una mecedora. Se requiere siempre que ese personaje heroico sea fiel a la idea que nos hemos forjado de él.

Cualquier creador (literario, musical o del resto de las artes) se encuentra permanentemente expuesto en un escaparate en la relación con su público. Hay miles de fotografías con sus gestos, posturas, maneras de ver o pulsar un instrumento, o grabaciones con las inflexiones de su voz que lo muestran como algo diferente y son un testimonio de doble filo.

En la Web están todos los supuestos datos biográficos que nos llevan a creer que conocemos, y muy bien, al personaje admirado (nada más falso). En esta confusión mediática hipermoderna actual necesitamos (por pura salud mental) identificar a la persona que está detrás de aquello que admiramos. Bajo ese pathos el territorio de la decepción se puede hacer inmenso, como también del otro lado ver crecer el mapa del engaño y la impostura.

Conocer realmente a un artista cuya presencia, opinión y obra nos interesa   es casi siempre un proceso incómodo, en más de un sentido, pero absolutamente necesario. Sin biografía será imposible. Y eso me hace pensar que en tal juego vital, donde el escenario es el escaparate, vale tanto en este sentido la voluntad tanto del que percibe como la del que se muestra. Y para que la admiración sea genuina y veraz los dos deben poner todo de su parte.

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REZA EL GLOSARIO: «MALDITISMO»

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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(EN LOS SERES ROCKEROS)

 

El oscuro hilo del malditismo que teje la música con tragedias y la vida de diversos artistas tiene un rasgo común: mueren jóvenes (relativamente), han sido coetáneos de un tiempo sombrío (como el actual), abren sus respectivos campos estilísticos con hallazgos estéticos, pero también muestran una inquietante inclinación hacia la ira existencial y el conflicto con todo y con todos. Se vuelven insoportables para la gente cercana que convive con ellos y regularmente, también, son víctimas de su conducta.

El asunto (un tópico en el rock desde que el rock es rock, desde Jerry Lee Lewis y Gene Vincent) representa un paradigma entre lo mejor y lo más siniestro del ser humano. Sus protagonistas son puras criaturas paradójicas. Capaces de perseguir lo sublime desde un pozo de tinieblas. Son audaces y pendencieros. Habitantes de un cruce donde se descalabraba el tiempo, y escupen hacia lo alto mientras se intuyen invencibles y a menudo buscan su propia luz en las simas interiores llenas de espesuras.

La creación les sirve de tránsito entre una oscuridad y otra. Y eso es lo más encomiable de sus biografías. Construyen piezas (con canciones) y con ellas arman sus puentes hacia otro lado, con la certeza de que tampoco habrá una salida inmediata ni posterior a sus pugnas.

Aumentará su ira, su conflicto, construirán otros puentes, sólidos, estéticos, sobresalientes, y seguirán sin encontrar la salida para sí y aumentará su ira…y así sucesivamente, hasta que ya no les quede combustible ni nada que quemar y se inmolarán a sí mismos.

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Dejarán atrás una estela formidable de obras admirables y visionarias. Pero igualmente un saco de hechos lamentables, de anécdotas dolorosas, de relaciones rotas y valores mancillados. Serán autores efímeros o no, y originales (tremendamente, en algunos casos), a los que tentarán por igual el arte y el infierno. Crearán su mito a golpe de desafíos y desarrollarán temas referenciales para beneplácito de sus seguidores, que los reivindicarán, una y otra vez, hasta convertirlos en leyenda, si su obra los sostiene o en olvido si no.

Hablamos de genialidad, ejemplos de la incorrección y la corrosión sin ademán de arrepentimiento. Encarnaciones vitales desproporcionadas, con su ingrediente fáustico. Reales e infernales. Gandules que para mal emponzoñaron su vida con el abuso y la tragedia, marcaron por otra parte en gran medida el arte rockero universal.

Ese es el estigma de los seres malditos como rockeros.

VIDEO: The Doors – Love Me Two Times (Live in Europe 1968), YouTube (The Doors)

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REZA EL GLOSARIO: ADAGIOS

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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(PARA EL SIGLO XXI)

Un adagio es la imagen del futuro en el horizonte, con todo lo que representa como metáfora. Ésta siempre irá acompañada de música en la imaginación, de la música que a cada uno le provoque esa fantasía.

Un adagio es un término musical que tiene varias acepciones. Como referencia a una indicación del tempo o al movimiento de una pieza musical, cuyo tempo es lento (por lo general se llama así al segundo o tercer movimiento de una sinfonía o un concierto).

Entre los ejemplos más famosos de tal término en épocas pasadas están, por mencionar algunos: la Sonata para piano Núm. 14 en do sostenido menor de Beethoven; el Concierto para piano núm, 2 en do menor op. 18 de Rachmaninoff o el Concierto para piano en sol de Ravel.

En el rock las muestras de adagios para el presente siglo aparecen en los discos de Chris Isaak, Always Got Tonight; The Raven, de Lou Reed; Illinois de Sufjan Stevens, el primer álbum de los Fleet Foxes; The Rising de Bruce Springsteen, Essence de Lucinda Williams o Some Old Man de John Hiatt, entre muchos otros.

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En el caso del jazz, quienes quisieron expresarse sobre  ello escogieron a tres representantes cuyo talento había superado los límites del género e introducido referencias nuevas en él. Se trató de Bill Frisell, Don Byron y Astor Piazzolla (ya desaparecido), mismos que aportaron a estos adagios elementos como la evolución, los acentos trágicos, la melancolía, redefiniciones de conceptos como “fusión” o “raíces”, y sobre todo la maestría para irradiar luz a la naciente centuria.

Así nació Adagios Siglo XXI, una compilación hecha para el sello Nonesuch en el primer año de tal siglo. En ella aparecen algunos grandes de la música clásica contemporánea como Philip Glass, John Adams, Steve Reich, Samuel Barber o Henryk Górecki, además de los ya mencionados. Están juntos en una producción integrada por obras que serán, para las nuevas generaciones, el estandarte del nuevo milenio.

El material ofrece acentos trágicos, armonizaciones con el minimalismo, el blues, el jazz, así como soundtracks de música majestuosa, envolvente, impregnada de misterio y por un distintivo mosaico sonoro de marcada intensidad, al que se agregan el Kronos Quartet, Gidon Kramer (y su violín vanguardista) o la soprano Daen Upshaw.

Sí, en los albores de la centuria aparecieron todos estos adagios, para el absoluto placer de todos los escuchas.

VIDEO SUGERIDO: Fleet Foxes – White Winter Hymnal (Live at Down The Rabbit Hole, Beuningen – 24-0-2017), YouTube (strangedaysindeed9)

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REZA EL GLOSARIO: SCAT

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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JAZZ JUGUETÓN Y FONÉTICO

Entre las muchas vertientes que el jazz ha creado para interpretarlo está el Scat. Una forma musical fonética que ha cumplido un siglo de existencia. A tal palabra se le define como el estilo de expresar el jazz vocalmente y en el cual se emplean sonidos sin palabras, en una de sus acepciones.

Según declaró el gran músico y enorme mitómano Jelly Roll Morton, al primer artista que oyó utilizarlo fue al cómico de variedades Joe Sims, en Vicksburg, Mississippi.

Al hacerse famoso su acto varios músicos lo copiaron e incluyeron en sus repertorios, entre ellos el propio Morton, para luego hacerse extensivo a toda la escena jazzística de Nueva Orleáns en las primeras décadas del siglo XX.

Las primeras grabaciones con tal estilo de las que se tiene memoria son las de Gene Green, un especialista en ello, que realizó en 1917, al iniciarse tal acontecimiento técnico.

Otra acepción aceptada sobre tal término es el de “imitación improvisada de un instrumento con sílabas de significado musical en el que se muestra el plurifuncionalismo de la voz”. En 1925 Louis Armstrong hizo popular dicho estilo al acompañar su interpretación en la trompeta con tales vocalizaciones, a las que entonces llamó «Heebie Jeebies» en una pieza con el mismo título, la cual le sirvió luego de modelo al director de orquesta, compositor y showman Cab Calloway durante la década de los treinta, en sus presentaciones en vivo como recurso humorístico.

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Elemento esencial e irremplazable para realizar el canto mediante scat es la improvisación. No hay scat sin ella. Dicho elemento incorpora estructuras musicales a su creación, las cuales están compuestas por líneas melódicas que regularmente son variaciones de fragmentos de escalas y arpegios y riffs, al igual que  sucede con los improvisadores instrumentales.

Esta forma de improvisación vocal es una herramienta virtuosa, por lo que requiere habilidad y entrenamiento por parte de los cantantes, ya que es tan difícil de ejecutar como la improvisación con un instrumento.

Tras Armstrong y Calloway, los representantes más destacados hasta la fecha en este sentido han sido Ella Fitzgerald, Mel Tormé, Bobby McFerrin, Al Jarreau, el grupo vocal Manhattan Transfer, Dee Dee Bridgewater y Leon Thomas, entre otros nombres ilustres.

VIDEO SUGERIDO: Ella Fitzgerald: On note Samba (scat singing) 1969, YouTube (diegodobini2)

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REZA EL GLOSARIO: REMIX

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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REMIX

(MODELO PARA ARMAR)

 

«Mi música no posee una estructura general, sino que se genera a sí misma a cada momento», han dicho reiteradamente diversos productores y DJ’s a lo largo de su carrera como “hacedores”.

Con ello han querido decir que la idea convencional de la obra como totalidad ya no es válida, puesto que aquélla constituye un proceso; ya no tiene la función de representar algo fuera de sí, sino sólo de referirse a su propia creación.

En esta abstracción artística, la improvisación y la estructuración  que proviene de ella (sea cual sea su género original) han llevado a dichos hacedores, luego de décadas de experimentación, a generar un presente musical a cada instante. Por eso mismo ponen el énfasis en la importancia del resultado auditivo.

Aquí es donde el pasado del avant-garde y el presente de la sonorización han confluido finalmente. A tal punto de conexión se le llama Remix.

El vanguardismo del Da-Da, del experimentalismo, del minimalismo, entre otros ismos, es retomado por los sutilizadores sonoros de hoy como Coldcut, Howie B, Tranquility Bass, DJ Spooky, Subliminal Kid, Mantronik, Andrea Parker, D’Note o Nabukazu Takemura, para lograr un proceso que acentúe los cambios en las percepciones.

Al remezclar temas clásicos de diversos géneros los DJs o sutilizadores sonoros, canalizan el resultado de sus exploraciones mediante los sintetizadores y máquinas de sonido hacia el oído de las nuevas generaciones de escuchas ya sensibilizadas por la sonorización contemporánea.

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Una de las grandes aportaciones de la globalización ha sido ésta: una forma de conectar a quienes manipulan los sonidos actuales en todo el mundo, ya sea en un disco, en un estudio de grabación (grande o independiente), en un soundtrack, en el diseño sonoro para algún sitio en particular, con aquellos que han estado por años resolviendo los misterios de la música en sus románticos laboratorios.

Tales productores, DJ’s y demás hacedores (me refiero a los creativos, a los artistas del mismo, no a los buhoneros) han sido pioneros de la manipulación sonora y ejemplo concreto de aquel axioma sempiterno: «Sólo es posible ubicarlo todo si se está dispuesto a aceptarlo todo».

El trance en vibración es la suma del encuentro de todos estos artistas en álbumes o tracks, a los que se les puede calificar de maravillas contemporáneas, no únicamente como calificativo sino como adjetivo.

Es una música, que se ha armado y construido, capaz de sacar al escucha de sí mismo y conducirlo a dimensiones estáticas y sensaciones de movimiento hasta ahora ajenas a él.

Es obvio que en medio de todo ello hay una gran influencia ideológica oriental, pero sin misticismos y con el objetivo del goce pagano.

Es como una aventura en el microtiempo, la cual no requiere de profundos enfoques analíticos sino la entrega a un flujo musical que conecta a una nueva expansión en la experiencia auditiva.

La música remix, en sus manifestaciones más avanzadas (lo mismo del experimentalismo que del underground) supone la neutralidad de los valores, como cuestión de principio.

Su intento por usar el material sonoro dentro del contexto de métodos estructurales no occidentales (orientales o de otro punto cardinal, desde la misma esencia humana –su ADN—hasta la recuperación de los sonidos cósmicos) constituye un proceso del intelecto y su sensibilidad en el manejo del tiempo.

VIDEO SUGERIDO: Steve Reich – Come Out (Ken Ishii Remix), YouTube (John Realmann)

Los sutilizadores sonoros de hoy han comprendido la importancia del intento y aportado sus técnicas y estilos para expresar los cambios en la manera de concebir la música. La libertad que se obtiene con ello es un gran paso hacia conceptos que deben desarrollarse como work in progress.

Ese espíritu abrasivo parece encontrarse desde ese punto de vista en cualquier emotivo instante de la interpretación libre, en el manantial de notas que prenden el corazón, como el significativo remix que representa nuestra época fragmentaria.

Igualmente, en el otro extremo de la escala está la revisitación de las herencias musicales a través, y con el regalo, de las nuevas tecnologías y el de diferentes horizontes por descubrir y plasmar.

Es el reto para quienes con el groove, el funk, el dance o el scratchnoise se acercan a él con respeto y curiosidad a la hora de entrar y experimentar en los mundos arcanos.

La cultura de la remezcla ha producido un eclecticismo que es material de disfrute y de disfrute para las generaciones cibernéticas, para quienes la manipulación de los sonidos es parte inherente de su vida cotidiana.

Hoy en día la tecnología juega sus cartas en todos los géneros y la infinidad de mezclas y derivaciones provenientes de ellos.

El productor, travestido en DJ o a la inversa, se ha convertido en un elemento influyente para escuchar nuevas músicas y moldear gustos y modos. Con el paso del tiempo el sector más comprometido con esta ocupación ha logrado incluso volver obsoletas las palabras “músico” y “compositor”. Han asumido esos papeles en formas musicales contemporáneas bajo otros conceptos estéticos.

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La evolución digital ha cambiado la manera en que hoy es hecha la música, puesto que la grabación realizada de este modo hace que miles de bites de información puedan ser manipulados en cada nanosegundo de sonido.

Actualmente, los productores vanguardistas alrededor del mundo trabajan bajo el lema de que la música no posee una estructura general, sino que se genera a sí misma a cada momento, constituye un proceso.

Tal entelequia artística ha llevado a estos hacedores de la experimentación, a crear un presente musical a cada instante. Por eso mismo ponen el énfasis en la importancia del resultado auditivo.

Estos manipuladores sonoros han comprendido la importancia de aportar sus técnicas y estilos para expresar los cambios en la manera de concebir la música. La libertad que se obtiene de ello es un paso hacia conceptos que se han desarrollado desde el inicio del siglo XXI.

VIDEO SUGERIDO: Andrea PARKER // The Four Sections’ after Steve Reich remix, YouTube (monQsurlaKomod)

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