68 rpm/21

Por SERGIO MONSALVO C.

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Lo primero que hicieron fue cambiarse el nombre (dejando el The Golliwogs). La llegada de la psicodelia había transformado la concepción de los nombres de los grupos por algo más significativo, irónico, contestatario, antibélico o en profundidad tras la apertura de las puertas de la mente. En eso coincidieron con los tiempos que corrían.

Y tras jugar con las opciones se sacaron de la chistera un intrincado galimatías: Creedence Clearwater Revival. Creedence (en memoria de un amigo familiar llamado así y apellidado Nuball), Clearwater (salido de un comercial de cerveza) y Revival (que representaba una afirmación o las intenciones del grupo: revivir sonidos).

Querían tocar un rock distinto al británico, uno de raíces, apoyado en el country blues y más fuerte que el folk-rock. Bajo esa iluminación, John Fogerty tomó la batuta, puesto que estaba más que consolidado como guitarrista y cantante del estilo, al que sumaba ya sus dotes como compositor y multiinstrumentista (bajo, armónica y teclados). Igualmente tomó el papel de productor de los demos: sabía cuál era la dirección que quería para el grupo. Todos estuvieron de acuerdo.

“Porterville”, un sencillo grabado cuando eran The Golliwogs, fue relanzado en noviembre de 1967 (primer track del grupo con su nuevo nombre) como tarjeta de presentación en un nuevo comienzo de tocadas y bailes y producción de demos.

Por ese tiempo participaron gratuitamente en un concierto de apoyo a una huelga de programadores de radio de la cadena KMPX, así que cuando John le presentó su material más fresco —una versión del clásico “Susie Q” de Dale Hawkins— al asesor de programación de tal cadena, Bill Drake, éste escuchó la canción y la recomendó a todas las estaciones de radio que atendía a pesar de su larga duración (8’36”). Los DJ’s del conglomerado la programaron sin parar en retribución a su apoyo huelguístico.

Los sonidos distintivos de un poderoso estilo y emergente, tan diferente de lo que se escuchaba por entonces y con un brillante trabajo de producción, permearon los aires de una Bahía de San Francisco acostumbrada al nacimiento de todo lo imaginable y se extendieron vigorosamente por el resto de la Unión Americana.

Tan rápido que el tema llegó al Top Twenty, para sorpresa de los ejecutivos de la compañía Fantasy que no estaban preparados para el acontecimiento. No tenían listo un LP completo del grupo.

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 CREEDENCE CLEARWATER REVIVAL

CREEDENCE CLEARWATER REVIVAL

(Fantasy)

El éxito de «Susie Q» obligó al sello Fantasy a incluirla en el rápido ensamblaje de un álbum en su versión completa, tal como se trasmitía en la radio, y para ello la dividieron entre el lado A y B del mismo.

El homónimo primer disco, Creedence Clearwater Revival (julio de 1968), incluyó —entre sus ocho temas— otro sencillo importante: un cóver de la desgarradora “I Put a Spell on You”, un tema original de Screamin’ Jay Hawkins aparecido en 1956.

Esta seminal balada bluesera daría origen a las puestas en escena del rock y en ella quedaría marcada para siempre la sentencia de que lo importante era el cantante que interpretaba la canción, no al revés. Con ésta John Fogerty dejó huella.

Ambas piezas ayudaron a establecer el estilo del CCR, con el dominio de la ferviente y áspera voz de John, de su guitarra andariega, comunicadora y con el bagaje a tope, sobre un ritmo sólido y frugal armado por el resto de sus compañeros. Hacia el final de ese año obtendrían el disco de oro por este LP.

Y a pesar de lo mucho que se diga por ahí que el grupo era ajeno al rock psicodélico de la Bahía de San Francisco, no es más que una verdad a medias, puesto que el sonido del vibrato extendido en la guitarra está presente en muchos de aquellos temas, al igual que las versiones blueseras largas y reflexivas, donde su largueza recrea atmósferas y permite el viaje mental del escucha. La diferencia del CCR con respecto a su entorno radicaba fundamentalmente en la lírica temática y en los puntos de observación.

John Fogerty (en principio y a final de cuentas el cerebro y alma del grupo) llevó al escucha con sus canciones a un viaje mítico por el corazón de una música con decisivo papel en el destino humano y su insondable profundidad (en este caso sureño-pantanera), representada con el correr de un río legendario, el Mississippi.

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Personal: John Fogerty, guitarra y voz; Tom Fogerty, guitarra rítmica; Stu Cook, bajo; Doug Clifford, batería. Portada: diseño de Laurie Clifford.

 [VIDEO SUGERIDO: Creedence Clearwater Revival – I Put A Spell On You – YouTube (bluearmyfr111)]

 Graffiti: «La vida siempre está más allá«

68 rpm/20

Por SERGIO MONSALVO C.

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El detonante para la proyección de Janis Joplin fue su aparición en el primer festival masivo que hubo, el Monterey Pop Festival de junio de 1967. Fue la inmejorable ocasión para presentarse en plan grande junto a luminarias como Otis Redding, Ravi Shankar, The Who, Animals, The Mamas and the Papas, Jimi Hendrix y vecinos de San Francisco como Jefferson Airplane, Grateful Dead y Moby Grape, entre otros.

La interpretación que hizo ella de “Ball and Chain”, un tema de Big Mama Thornton, con su ruda y áspera voz, hizo polvo a todos los concurrentes. Se erigió en la nueva figura de una cantante de blues con el sexo y las emociones fluyendo hacia el auditorio en forma candente, veraz y profunda. Realizó en ese tiempo la transición de cantante callejera a refulgente estrella del escenario.

Todo mundo se preguntó quién era esa mujer y de esa necesidad comenzó a surgir la información importante: era una vocalista que vivía lo que cantaba; una estudiosa que hacía esfuerzos por poner al día la tradición de la bluesera clásica, tan olvidada en la historia de ese momento, con Bessie Smith como materia prima de la cual abrevar; era una mujer liberada que le entraba duro al alcohol, a las drogas y a la pasión amorosa, dándole con ello un matiz propio a la era psicodélica.

A partir de ahí su nombre se volvió leyenda. Era una bebedora famosa en medio de una cultura consumidora de ácido; usaba el cabello orgullosamente largo y revuelto y ropa de segunda mano, y las emociones a flor de piel la convirtieron en una heroína pre feminista para miles de mujeres.

Sus admiradores opinaban que la expresividad de su voz compensaba cualquier exabrupto que cometiera: su graznido rasposo abarcaba la gama del arrullo al alarido. Con todo, su garganta denotaba un dolor auténtico y el deseo de comunicarse con el público: “Mi canto no es un viaje cerebral sin emociones. No me preocupa si es artístico o no, sino que de verdad le llegue a la gente”, dijo en sus primeras entrevistas.

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 CHEAP THRILLS

THE BIG BROTHER & THE HOLDING COMPANY

(Columbia)

En enero de 1968 Janis y Big Brother firmaron con el famoso empresario Albert Grossman, que por entonces administraba a Bob Dylan. A finales de agosto sus giras habían incluido los más importantes auditorios de la Unión Americana.

Janis era una auténtica matrona bluesera que no dejaba de gritar su doliente herida empapada de whisky, agitando las plumas, los collares y sus otros adornos mientras su voz conectaba con la audiencia frente al micrófono.

Era todo un espectáculo: “Algunas veces me siento tan excitada que dejo de cantar y me pongo a brincar de arriba abajo. No sé cuándo detenerme. Cantar no es solamente dejar salir todo, eso más bien es defecar. Cantar es tomar un sentimiento y convertirlo en algo terminado, bien hecho y que luego, pasado por las cuerdas vocales, trata de crear un sentimiento igual en la gente que te ve y oye”, comentaba al respecto.

Con esa idea fundamental, tal año entró con el grupo al estudio para grabar un disco para la CBS que llevaría por nombre Dope, Sex and Cheap Thrills, sin embargo, por exigencias de la compañía lo dejaron en Cheap Thrills. Su carisma vocal llevó al LP a la cima de las listas de popularidad.

Big Brother and The Holding Company era un grupo de diletantes improvisados muy entusiastas, pero apenas competente. Era más bien un grupo de amigos, festivo y desmadroso, caracterizado por el buen humor producto de la época.

Las guitarras principales tenían un sonido distorsionado pasado por la fuzz-box que tanto les gustaba usar. A pesar de las notables diferencias interpretativas, la voz de Janis los sacaba a flote y los elevaba por encima del nivel de otros grupos.

Gracias a esto, cuatro de los tracks del álbum se volvieron clave para inscribirlo en la historia del rock: “Ball and Chain” (de la que Janis hizo su versión), “Piece of My Heart” (tema original de Ema Franklin), “Turtle Blues” (escrita por Janis con estilo de los años veinte, en la que sólo la acompaña el productor del disco, John Simon, en el piano) y “Summertime” (pieza de George Gershwin y que resultó un triunfo emocional de Janis. Hay que destacar asimismo el original arreglo de Sam Andrew, que aumenta la intensidad del tema clásico).

Cheap Thrills se convirtió en un álbum de oro y número uno de las listas. Janis, por su parte, adquirió el status de superestrella.

En el blues sólo se pueden decir verdades puras sobre lo que se piensa y siente en el mundo de las emociones. En Janis Joplin el blues sonaba en todo su cuerpo, en la torturada canción de su existencia, y con su fuego ardió hasta consumirse.

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 Personal: Janis Joplin, voz; Peter Albin, bajo; Sam Andrew, guitarra principal y voz; James Gurley, guitarra; David Getz, piano y batería. Portada: Robert Crumb.

[VIDEO SUGERIDO: Janis Joplin – Ball And Chain (Amazing Performance ay Monterey), YouTube (RollingStones50yrs)]

Graffiti: «No me liberen, yo me basto para eso«

68 rpm/19

Por SERGIO MONSALVO C.

68 RPM 19 (FOTO 1)

En este álbum, que salió a la venta en abril de 1968, el dúo de Simon & Garfunkel reunió un puñado de canciones con un hilo conductor vital: de la niñez a la vejez (con voces testimoniales).

El tema más destacado del disco,“America”, cuenta la historia de una pareja que, como al final de la cinta El Graduado, viaja en un autobús de línea, devorando en esta ocasión kilómetros camino de América, como si éste fuera un concepto lejano, un mundo remoto o la tierra prometida que abrirá el horizonte y quizá el futuro. La fascinación de tal idea está intacta en ellos, rascando la existencia con la promesa a pesar del vértigo que produce.

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 BOOKENDS

SIMON & GARFUNKEL

(Columbia)

Como la prueba de “Mrs. Robinson” para el joven graduado, “America” (o sea, los Estados Unidos) es para ellos la clave del destino para inmiscuirse en la vida, sea lo que sea que ésta signifique.

Este gran tema del binomio es una obra inconmensurable (de tres minutos y algo) porque ofrece más cuestionamientos que respuestas, incluyendo una preocupación nada común por el proceso de envejecer.

68 RPM 19 (FOTO 3)

Personal: Paul Simon, voz, guitarra y producción; Art Garfunkel, voz y producción. Portada: Fotografía de Jim Marshall.

[VIDEO SUGERIDO: Old Friends + Bookends, Live in Hollywood 1968, Simon & Garfunkel, YouTube (Simon and Garfunkel Bootlegs)]

 Graffiti: «No dormirá tranquilo aquel que alguna vez abrió los ojos«

68 rpm/18

Por SERGIO MONSALVO C.

68 RPM 18 (FOTO 1)

La irrupción de Simon y Garfunkel se dio a mediados de los sesenta con la canción The Sound of Silence” (escrita por Paul Simon como solista mientras vivió en Londres cantando en diversos cafés).

Años después, en 1968, la pareja musical obtuvo sus galardones con la canción “Mrs. Robinson”, tema que apenas había sido esbozado en una película de bajo presupuesto que descubrió el sexo heterodoxo en la confrontación generacional –con el deseo y sus vericuetos–: The Graduate (El graduado). Un gran éxito de taquilla en todo el mundo, con el que la industria comenzaría a prestar atención a los proyectos independientes.

Desde la infancia, una estrecha amistad había unido a Paul Simon con Art Garfunkel, con quien grabaría a la postre como Tom and Jerry. Tras ello el dúo, ya como Simon and Garfunkel, fue considerado la encarnación máxima de las canciones melancólicas, suaves y preciosistas.

Las baladas reflexivas de este binomio se convirtieron en marca de la casa, ofreciendo además un sonido prístino que permitía disfrutar de su armónica conjunción vocal. Ellos formaron parte del mejor cancionero de los años sesenta y de su simbolismo emocional. Igualmente reflejaron algo del optimismo de la contracultura.

Su popularidad representó la cara “aceptable” de la revolución estético-social inspirada por Bob Dylan y los Beatles. Como Dylan, venían del fermento investigador e ideológico de los folk clubs. Y al igual que los Beatles, se convirtieron en maestros del estudio de grabación.

Eran miembros de la intelectualidad bohemia de Manhattan, más interesada por lo que contaba el New Yorker que por el último número de la  Rolling Stone.

Asimismo, en algún tema se declaran contra la guerra de Vietnam sin hacer una canción de protesta, yuxtaponiendo una celestial interpretación de “Noche de paz” con un noticiero repleto de sangrientas imágenes bélicas. Sus aires universitarios atrajeron a Mike Nichols, quien ensayó la idea de reforzar con sus canciones una película de conflicto generacional.

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 THE GRADUATE

SIMON & GARFUNKEL

(Columbia)

Simon & Garfunkel publicaron dos discos en 1968. El primero apareció en febrero y reunía algunas canciones antiguas que se habían convertido en la banda sonora de The Graduate (El graduado), del director Mike Nichols.

Curiosamente, la única pieza escrita para la película, “Mrs. Robinson”, no se incluyó completa en este disco, sino en el segundo LP del mismo año, Bookends.

 El graduado contaba una situación poco usual. Un joven que acaba de terminar sus estudios universitarios se involucra con la señora Robinson, esposa de un amigo de la familia, en vez de hacerlo con su hija, de la que de todas formas terminará enamorándose.

Así que la cinta despertó pasiones, se brincó algunas convenciones y habló de lo complicadas que pueden ser las relaciones humanas, con un soundtrack que quedó impreso en la memoria colectiva.

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 Personal: Paul Simon, voz y guitarra; Art Garfunkel, voz. Portada: Publicidad del filme.

[VIDEO SUGERIDO: SIMON & GARFUNKEL – LIVE 1967 – “The Sound of Silence”, YouTube (Golden GreatsOldies24)]

Graffiti: “En otros tiempos, sólo tuvimos somníferos. Hoy, las calles

68 rpm/12

Por SERGIO MONSALVO C.

68 RPM 12 (FOTO 1)

En la segunda mitad de los sesenta, los aires de cambio propiciados por las revueltas generalizadas y de toda índole exigían lenguajes diferentes tanto para plantear las preguntas como para expresar las propuestas. Así sucedía en innumerables campos, entre ellos el rock. La fusión con otros géneros como método y objetivo de éste cundió: desde la música clásica a la étnica, de la academia al exotismo, del vanguardismo al jazz.

En este último, una forma de fusión estuvo relacionada con las grandes bandas de Duke Ellington, Count Basie y Stan Kenton. Diversas formaciones de rock incluyeron una sección de metales, incorporando de esta manera el sonido de la big band.

La agrupación más destacada en este sentido fue Blood, Sweat & Tears. Lo mismo que Bob Dylan en su momento, supo lo que podía hacerse con el lenguaje de la modernidad sesentera.

En 1965, Dylan había producido el mejor sencillo de la historia, “Like a Rolling Stone”, que trenzó el folk y el blues con el rock. Echó mano de la fusión de géneros para evolucionar y crear algo distinto que respondiera a sus exigencias artísticas.

Entre otros lo acompañó en tal grabación el tecladista Al Kooper. A la postre este músico se convertiría en el principal impulsor del grupo Blood, Sweat & Tears, cuyo nombre provenía de una famosa cita de Winston Churchill.

68 RPM 12 (FOTO 2)

CHILD IS THE FATHER OF THE MAN

BLOOD, SWEAT & TEARS

(Columbia)

Para dar vida a su concepto musical, Al Kooper llamó a compañeros de bien cimentado bagaje musical como Steve Katz y Jim Fielder, y formó además potentes secciones: rítmica y de metales (con los jóvenes hermanos Brecker en esta última). Una big band contemporánea que incluiría en su dieta: blues, rock, pop, soul, psicodelia, música clásica y jazz, nada menos.

Las composiciones y los arreglos fueron en su mayoría de Kooper y Katz, y con ellas impondrían un nuevo estilo. Todas sus incursiones en el terreno clásico, el avant-garde y el jazz muestran claramente que esta parte del rock se dirigía a la parte “culta» del auditorio.

Eran propuestas cerebrales, atractivas para adolescentes mayores y jóvenes con sensibilidad y de variada enseñanza. El rock ya no era sólo una forma sencilla de entretenimiento sino una sofisticada manifestación artística. Efectivamente, los tiempos estaban cambiando.

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Personal: Al Kooper, piano, órgano y voz; Steve Katz, guitarra y coros; Jim Fielder, bajo; Dick Halligan, trombón; Fred Lipsius, piano y sax alto; Jerry Weiss, trompeta y flugelhorn, además de un enorme listado en la sección de cuerdas. Portada: Foto de Bob Cato y Don Hunstein, diseño: Howard Fritzson.

[VIDEO SUGERIDO: Blood, Sweat and Tears – Without Her (1968), HD, YouTube (Vws Vas)]

Graffiti: “No negocies con el patrón. ¡Abólelo!

68 rpm/11

Por SERGIO MONSALVO C.

68 RPM 11 (FOTO 1)

Ese mismo año, tras la aparición de The Birds, The Bees & The Monkees, el grupo The Monkees se embarcó en un imaginativo proyecto cinematográfico titulado Head, película dirigida por Bob Rafelson y producida y escrita por el joven Jack Nicholson.

El mundo de las drogas psicodélicas y la subcultura que empezaba a significar se puso de manifiesto dentro de la música en variadas formas y canciones que, a la postre, se convertirán en un retrato de época. En ello también quedaron incluidos los Monkees (con las contenidas en este disco y las referencias del título).

Monkees

 HEAD

THE MONKEES

(Colgems/RCA)

En el soundtrack de dicha película, protagonizada por ellos y sus peripecias como grupo, la memoria alterada de aquellos días festivos, desmadrosos y de humor anárquico (bajo la influencia musical de Zappa), estuvo más que presente en sus composiciones. La película contó con la participación de Victor Mature y Jack Nicholson (quien también compuso alguno de sus temas), Dennis Hopper y Frank Zappa.

Aunque en aquel momento pasó desapercibida, a la postre formó parte del gran fresco pop documental de la era. Poco después de la aparición de la cinta, Peter Tork abandonó el grupo para iniciar una carrera como solista.

La música de los Monkees, en plena transición, se expandió hacia todos los puntos cardinales de la cultura pop más naive y juguetona. Se enriqueció con todos ellos (incluyendo la psicodelia) y logró con esto la inmortalidad que una generación tras otra renueva con votos de reconocimiento.

68 RPM 11 (FOTO 3)

Personal: Mickey Dolenz, voz y batería; Davis Jones, voz y órgano; Mike Nesmith, voz, guitarra, órgano eléctrico; Peter Tork, voz, guitarra y bajo, y un sinfín de músicos invitados. Portada(s): La original era la ilustración hecha en papel aluminio y debía reflejar la cara y cabeza del escucha; la segunda y alternativa era la foto del cartel cinematográfico.

[VIDEO SUGERIDO: The Monkees – Can You Dig It?, YouTube (Breno Sousa)]

Graffiti: “Proscribamos los aplausos, el espectáculo está en todas partes«

68 rpm/10

Por SERGIO MONSALVO C.

68 RPM 10 (FOTO 1)

En un resquicio temporal del año llegaba a su fin una propuesta musical distinta, original, bien construida entre las paredes de la reputada máquina creadora de hits llamada Brill Building y dentro de la fresquísima cultura pop: The Monkees.

Propuesta surgida del mainstream que se haría de un lugar, a base de calidad compositiva, entre todos los gigantes que nacían en la escena rockera. La historia de este grupo es más que sabida. Un proyecto ideado para enfrentar a los Beatles (con el ejemplo del filme A Hard Day’s Night de Richard Lester) y que la industria estadounidense apoyó con la mejor arma con que contaba: la televisión.

La leyenda dice que no tocaban los instrumentos. La realidad es que a la larga sí lo hicieron. Hoy, cuando se habla sobre ellos se hace como si fuera tan sólo un grupo prefabricado o para derramar nostalgia sobre tiempos idos.

Esto implica tratarlo sin la importancia que merece, no reconocerle la trascendencia cultural que tuvo como parte de la historia del género, de un  cancionero memorable, de los medios y del pop como movimiento estético. Los Monkees fueron el mejor producto de la ficción de la época.

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THE BIRDS, THE BEES & THE MONKEES

THE MONKEES

(Colgems/RCA)

Al tener como punto de referencia las canciones que lograron el primer lugar en las listas de popularidad –una tras otra– durante los años que estuvieron activos (de 1966 a 1968), se debe hablar también del contexto en el que fueron creados otros temas y los discos siguientes al finalizar la serie televisiva de la que fueron protagonistas, ya sin el apoyo mediático, mostrando el sonido que las hizo características tanto en lo lírico como en lo musical. Para ello contaron con sus propias composiciones mayormente, escogido grupo orquestal y arreglistas.

Este álbum, publicado en abril del 68, fue su quinto disco y consiguió entrar en las listas de éxitos. Cuenta con tracks como: «Valleri», la célebre «Daydream Believer» y la formidable «Tapioca Tundra» firmada por Nesmith. Peter Tork, a su vez, llamó a colaborar a su amigo Stephen Stills para la pieza “Lady’s Baby”.

En resumen, la buena cosecha de canciones del grupo hasta este disco representó un impacto potente y directo sobre el sonido sesentero en su continuo flujo de géneros.

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 Personal: Mike Nesmith, voz, guitarra y piano; Mickey Dolenz, voz y batería; David Jones, voz; y Peter Tork, voz, guitarra, bajo y piano. Portada: Diseño de Allan Wolsky and Friends con fotos de memorabilia 1940-1960.

[VIDEO SUGERIDO: Monkees – Daydream Believer – 1967/1968, YouTube (Dave Christian)]

Graffiti: “Votar a favor o en contra, te dejará igual de idiota

68 rpm/9

Por SERGIO MONSALVO C.

68 RPM 9 (FOTO 1)

 Los Rolling Stones enfrentaron de manera explícita la realidad social de entonces. Beggars Banquet, su disco de aquel año, se convirtió en un triunfo artístico. Desde la extasiante “Sympathy for the Devil”, pasando por la energía pura de “Street Fighting Man” y la malevolencia hipnótica de “Stray Cat Blues”, el grupo recorrió su universo musical con pasos llenos de autoridad. Brian Jones, apático, se quedó muy al margen.

Todos esos instantes musicales hablaron de revolución y lo hicieron en un giro constante de la espiral evolutiva de la música popular por excelencia: el rock, como protagonista y como soundtrack de fondo. Con su enfoque estético nuevo e indeterminado se significó como pensamiento comunitario frente a los dogmas de partidos y gobiernos.

Se practicó dentro del contexto social influido por los deseos comunitarios domésticos y globales coincidentes, pero las decisiones del cómo y del porqué quedaron a cargo, por lo general, de los grupos exponentes con sus expresiones artísticas particulares, muchas veces interrelacionadas con otras disciplinas. Como con el cine, por ejemplo.

En aquel tiempo, la cinematografía francesa era la que llevaba la vanguardia. Había dialogado con el free jazz y con el muy fresco estilo de la bossa nova, en tiempos recientes. Pero aún no lo hacía con el rock. El mayo del 68 le proporcionó la oportunidad a través de uno de sus personajes: Jean-Luc Godard.

Éste no era un aficionado al rock ni mucho menos, pero durante el movimiento a nivel mundial se dio cuenta del eco que tenían las acciones y declaraciones de sus artistas más representativos. En sus declaraciones mediáticas sostenían posturas extra musicales.

Siguió con detenimiento el hecho de que Mick Jagger se involucrara ese año en una gigantesca manifestación en el flemático Londres para protestar ante la embajada estadounidense por lo sucedido en Vietnam. Dicho evento terminó en violencia callejera y con una dura represión policiaca.

“Street Fighting Man”, el sencillo que preludiaba al disco, recogió de alguna manera las experiencias de Jagger durante aquel hecho. El tema se convirtió en un himno a nivel global y cada movimiento, independientemente de su particular reclamo, lo usaba como estandarte sonoro: “¿Qué puede hacer un muchacho pobre/ excepto cantar en una banda de rock and roll?/ Porque en el aletargado Londres/ no hay lugar para un manifestante callejero”. Con ello participaban de manera directa en el espíritu del momento.

68 RPM 9 (FOTO 2)

 BEGGARS BANQUET

ROLLING STONES

(Decca)

El grupo estaba por esos días dando los últimos toques a su nueva producción (Beggars Banquet, hoy una obra clásica) y entrarían al estudio a grabar el remate de tal álbum: “Sympathy for the Devil”. Godard vio entonces ahí la posibilidad de apoyar su mensaje. Hizo las llamadas justas para poder filmar al grupo durante la hechura de la canción y tejer con aquellas imágenes su discurso político marxista-leninista. Con tal objetivo llegó para dirigir One Plus One.

Cuando al cine se le asigna una función fuera de su naturaleza (contar historias con una cámara), pierde su valía, su esencia, y languidece. Esto le sucedió a Godard con esta película. Con ella quiso adoctrinar y perdió la excelencia de la que había gozado con Sin aliento, en la que había sido innovador y crítico, libre.

En One Plus One comprometió su cine por la introducción de intereses ajenos a la propia creación. No fue más que propaganda. Sin embargo, la cinta se salvó del olvido gracias a la documentación precisa y minuciosa de la grabación –esa sí, en estado de gracia creativa– de los Rolling Stones. Por eso se le conoce por su otro nombre: Sympathy for the Devil.

La canción ha perdurado como una cuestión de fe rockera en la crítica libre de su entorno. La verborrea con la que Godard quiso envolverla (con un discurso que el tiempo desfasó) sólo sirvió para ponerla aún más en relieve: el NO a la sociedad trasmitido por la imagen cinematográfica sonorizada, frente al “no” del libelo totalitario de su director.

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Personal: Mick Jagger, voz y coros, armónica; Keith Richards, guitarras eléctrica, acústica y slide, bajo, voz (en “Salt of the Earth”) y coros; Brian Jones, guitarras slide y acústica, melotrón, armónica, sitár y coros (en “Sympathy for the Devil”); Charlie Watts, batería, tabla y coros; Bill Wyman, bajo, maracas y coros. Músicos invitados: Nicky Hopkins, Rocky Dijon, Ric Grech, Dave Mason, Watts Street Gospel Choir. Portada: lfotografía de Barry Feinstein y es la imagen de un sanitario público sucio con numerosos graffiti en la pared. Lenne Allik realizó el diseño. Hubo escándalo y censura por todos lados.

[VIDEO SUGERIDO: 1968: “Street Fighting Man” (Rolling Stones), YouTube (OSKAR19141939)]

Graffiti: «Nixon ama a Mao» y «El sueño de Bob Dylan”, de la portada misma.

68 rpm/8

Por SERGIO MONSALVO C.

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 John Mayall llegó a Los Ángeles en ese mismo 1968 y fue arropado inmediatamente por la amistad y el afecto de músicos de la localidad de Laurel, principalmente por los miembros del Canned Heat, baluartes del blues-boogie.

El cambio de aires, las sensaciones derivadas del contacto con la naturaleza en la que quiso integrarse, el tiempo para reflexionar, la revisitación de los standards primigenios del blues acompañado por músicos residentes, además de la cercanía de amigos, seguidores y groupies en aquella zona californiana, constituyeron la inspiración que dio por resultado este disco.

Blues from Laurel Canyon, un muy destacado producto artístico de su nuevo status como solista. Hay temas dedicados a todos aquellos que lo acompañaron en esos momentos, en especial a Frank Zappa (“2401”), a Catherine James (“Miss James”) y a Bob Hite (“Bear”).

68 RPM 8 (FOTO 2)

 BLUES FROM LAUREL CANYON

JOHN MAYALL

(Decca)

Con renovada energía Mayall volvió a entrar al estudio, a su regreso a Londres y a sus diversos tratamientos musicales les agregó un puñado de técnicas experimentales de grabación, como los ruidos ambientales, la disolvencia de un tema en el siguiente o el corte abrupto.

No hubo división entre los surcos en el LP original e incluso, en el último tema “Fly Tomorrow” (adornado con la tabla), el órgano quedó trenzado en un largo solo de guitarra que venía de lejos.

Otro enorme álbum con el sello del maestro bluesero, que volvió a llamar a Taylor a la guitarra. Luego Mayall regresó a aquel terruño angelino un año después para quedarse en él durante una década.

68 RPM 8 (FOTO 3)

 Personal: John Mayall, guitarra, armónica, teclados y voz; Mick Taylor, guitarra principal y steel; Colin Allen, batería, tabla; Steve Thompson, bajo. Portada: Propia foto a cargo de John Mayall. Diseño, Jan Persson.

[VIDEO SUGERIDO: John Mayall – Medicine Man – Blues from Laurel Canyon -1968, YouTube (MaryJaneLouiseBowers)]

 Graffiti: “Bajo los adoquines, la playa