68 rpm/14

Por SERGIO MONSALVO C.

68 RPM 14 (FOTO 1)

 Bob Hite, “The Bear” (sobrenombre debido a su parecido físico y vocal con un oso grizzly), era uno de esos fanáticos del blues dedicados a la eterna búsqueda de álbumes antiguos, y su única ambición en la vida, como coleccionista, era la de poseer su propia tienda de discos.

Ganaba unos cuantos dólares como empleado en una, lo cual le permitió conocer a otro fanático del blues: un muchacho apasionado, tímido y barroso que desde hacía algún tiempo tocaba la guitarra, el cual se sentía solo e incomprendido en un mundo donde un purista del blues era obsoleto. Se llamaba Alan Wilson, apodado “Blind Owl”, el Búho Ciego, debido a su mirada vidriosa escondida detrás de unos gruesos cristales.

Poco tiempo después, en 1965, «El Oso» y «El Búho» fundaron en Los Ángeles, California, al grupo Canned Heat, “Calor Enlatado”. En el inicio fue un trío acústico, una jugband, con el baterista Frank Cook, Al Wilson en la guitarra y la armónica y Hite en los rugidos. Un año más tarde completaron al grupo el bajista Larry “The Mole” Taylor y el guitarrista Henri “Sunflower” Vestine (un ex Mothers of Invention), cuya colección de discos de blues era tan profusa como las de Hite y Wilson.

En Canned Heat, los músicos unieron sus conocimientos sobre la cultura musical negra para dar forma a un estilo que se extendió por los géneros ligados a la tradición del blues y se consagraron a perpetuarlo. Sus adaptaciones se revistieron de un carácter de plenitud único.

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BOOGIE WITH CANNED HEAT

CANNED HEAT

(Liberty)

El primer disco oficial del grupo (Canned Heat, Liberty, aparecido en 1967) contiene un pequeño éxito que los da a conocer: una versión de “Rollin’ and Tumblin’” en la que la guitarra slide del Búho ya hace maravillas. Debido a ello Canned Heat forma parte, entonces, del célebre Festival Pop de Monterey, el primer gran festival de rock de la historia.

A través de él son descubiertos por el gran público. El grupo es bien aceptado por una generación de jóvenes a los que el blues les llega por primera vez de esta manera.

Luego de ello, en 1968, Adolfo “Fito” de la Parra, el baterista definitivo del grupo, reemplaza a Cook y con él en los tambores sale Boogie with Canned Heat, su primer gran logro artístico en el que la identidad “boogie” se revela claramente. En “On the Road Again”, un tema que se volvió clásico, aparece uno de los solos más sublimes de la armónica en la historia del rock. El Búho produjo una joya con esta pieza.

Era boogie, sí, pero un boogie de una refinada delicadeza, al igual que “An Owl Song”, contrapartes de la pesadez en la guitarra de Henri Vestine y del espíritu grueso y cervecero del Oso, en las otras canciones.

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Personal: Bob Hite, voz; Alan Wilson, guitarra slide, armónica y voz; Henry Vestine, requinto; Larry Taylor, bajo; Adolfo de la Parra, batería. Dr. John en los arreglos de viento y piano. Portada: sin referencias.

[VIDEO  SUGERIDO: Canned Heat – On The Road Again, YouTube (Beat-Club)]

Graffiti: “De ahora en adelante, sólo habrá dos clases de hombres: los borregos y los revolucionarios

68 rpm/13

Por SERGIO MONSALVO C.

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El segundo disco de la agrupación Blood, Sweat & Tears fue extremadamente exitoso y no menos emocionante, a pesar de los cambios sustanciales en la formación (salieron Kooper, los Brecker y Weiss, entre otros, en beneficio del cantante canadiense David Clayton-Thomas, los trompetistas Lew Soloff y Chuck Winfield y el trombonista Jerry Hyman).

El LP llevaba la siguiente nota: «El renacimiento, la regeneración y el triunfo. Los ricos tejidos musicales de BS&T lo dejarán pasmado. Este disco representa un regocijo en visión y diseño, la experiencia más fresca de su tipo». Una declaración atrevida y arrogante, pero real.

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BLOOD, SWEAT & TEARS

BLOOD, SWEAT & TEARS

(Columbia)

El álbum contiene momentos memorables y muy bien vendidos (como singles): «And When I Die», «Spinning Wheel» y «You’ve Made Me So Very Happy», sin dejar de mencionar su versión de “God Bless the Child” de Billie Holiday.

Lo más destacado, por supuesto, es un arreglo progresivo de «Trois Gymnopédies» del influyente compositor francés Erik Satie, quien utilizó elementos jazzísticos en sus revolucionarias obras y ayudó a cambiar, para bien, la música «clásica moderna». Blood, Sweat & Tears se mostraron más que adelantados a su época al rendirle este homenaje dentro de la fraternidad del rock.

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 Personal: David Clayton Thomas, voz; Lew Soloff, trompeta y flugelhorn; Bobby Colomby, batería, percusuiones y coros; Jim Fielder, bajo; Dick Halligan, órgano, piano, flauta, trombón y coros; Steve Katz, guitarra, armónica y voz; Fred Lipsius, sax alto y piano; Chuck Winfield, trompeta y Flugelhorn; Jerry Hyman, trombón. Portada: Foto de Harrie George y diseño de John Berg.

[VIDEO SUGERIDO: Blood Sweat & Tears – Spinning whell, YouTube (whatiship73)]

 Graffiti: «Sospecho que Dios no es un intelectual de izquierda«

68 rpm/12

Por SERGIO MONSALVO C.

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En la segunda mitad de los sesenta, los aires de cambio propiciados por las revueltas generalizadas y de toda índole exigían lenguajes diferentes tanto para plantear las preguntas como para expresar las propuestas. Así sucedía en innumerables campos, entre ellos el rock. La fusión con otros géneros como método y objetivo de éste cundió: desde la música clásica a la étnica, de la academia al exotismo, del vanguardismo al jazz.

En este último, una forma de fusión estuvo relacionada con las grandes bandas de Duke Ellington, Count Basie y Stan Kenton. Diversas formaciones de rock incluyeron una sección de metales, incorporando de esta manera el sonido de la big band.

La agrupación más destacada en este sentido fue Blood, Sweat & Tears. Lo mismo que Bob Dylan en su momento, supo lo que podía hacerse con el lenguaje de la modernidad sesentera.

En 1965, Dylan había producido el mejor sencillo de la historia, “Like a Rolling Stone”, que trenzó el folk y el blues con el rock. Echó mano de la fusión de géneros para evolucionar y crear algo distinto que respondiera a sus exigencias artísticas.

Entre otros lo acompañó en tal grabación el tecladista Al Kooper. A la postre este músico se convertiría en el principal impulsor del grupo Blood, Sweat & Tears, cuyo nombre provenía de una famosa cita de Winston Churchill.

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CHILD IS THE FATHER OF THE MAN

BLOOD, SWEAT & TEARS

(Columbia)

Para dar vida a su concepto musical, Al Kooper llamó a compañeros de bien cimentado bagaje musical como Steve Katz y Jim Fielder, y formó además potentes secciones: rítmica y de metales (con los jóvenes hermanos Brecker en esta última). Una big band contemporánea que incluiría en su dieta: blues, rock, pop, soul, psicodelia, música clásica y jazz, nada menos.

Las composiciones y los arreglos fueron en su mayoría de Kooper y Katz, y con ellas impondrían un nuevo estilo. Todas sus incursiones en el terreno clásico, el avant-garde y el jazz muestran claramente que esta parte del rock se dirigía a la parte “culta» del auditorio.

Eran propuestas cerebrales, atractivas para adolescentes mayores y jóvenes con sensibilidad y de variada enseñanza. El rock ya no era sólo una forma sencilla de entretenimiento sino una sofisticada manifestación artística. Efectivamente, los tiempos estaban cambiando.

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Personal: Al Kooper, piano, órgano y voz; Steve Katz, guitarra y coros; Jim Fielder, bajo; Dick Halligan, trombón; Fred Lipsius, piano y sax alto; Jerry Weiss, trompeta y flugelhorn, además de un enorme listado en la sección de cuerdas. Portada: Foto de Bob Cato y Don Hunstein, diseño: Howard Fritzson.

[VIDEO SUGERIDO: Blood, Sweat and Tears – Without Her (1968), HD, YouTube (Vws Vas)]

Graffiti: “No negocies con el patrón. ¡Abólelo!

68 rpm/11

Por SERGIO MONSALVO C.

68 RPM 11 (FOTO 1)

Ese mismo año, tras la aparición de The Birds, The Bees & The Monkees, el grupo The Monkees se embarcó en un imaginativo proyecto cinematográfico titulado Head, película dirigida por Bob Rafelson y producida y escrita por el joven Jack Nicholson.

El mundo de las drogas psicodélicas y la subcultura que empezaba a significar se puso de manifiesto dentro de la música en variadas formas y canciones que, a la postre, se convertirán en un retrato de época. En ello también quedaron incluidos los Monkees (con las contenidas en este disco y las referencias del título).

Monkees

 HEAD

THE MONKEES

(Colgems/RCA)

En el soundtrack de dicha película, protagonizada por ellos y sus peripecias como grupo, la memoria alterada de aquellos días festivos, desmadrosos y de humor anárquico (bajo la influencia musical de Zappa), estuvo más que presente en sus composiciones. La película contó con la participación de Victor Mature y Jack Nicholson (quien también compuso alguno de sus temas), Dennis Hopper y Frank Zappa.

Aunque en aquel momento pasó desapercibida, a la postre formó parte del gran fresco pop documental de la era. Poco después de la aparición de la cinta, Peter Tork abandonó el grupo para iniciar una carrera como solista.

La música de los Monkees, en plena transición, se expandió hacia todos los puntos cardinales de la cultura pop más naive y juguetona. Se enriqueció con todos ellos (incluyendo la psicodelia) y logró con esto la inmortalidad que una generación tras otra renueva con votos de reconocimiento.

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Personal: Mickey Dolenz, voz y batería; Davis Jones, voz y órgano; Mike Nesmith, voz, guitarra, órgano eléctrico; Peter Tork, voz, guitarra y bajo, y un sinfín de músicos invitados. Portada(s): La original era la ilustración hecha en papel aluminio y debía reflejar la cara y cabeza del escucha; la segunda y alternativa era la foto del cartel cinematográfico.

[VIDEO SUGERIDO: The Monkees – Can You Dig It?, YouTube (Breno Sousa)]

Graffiti: “Proscribamos los aplausos, el espectáculo está en todas partes«

68 rpm/10

Por SERGIO MONSALVO C.

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En un resquicio temporal del año llegaba a su fin una propuesta musical distinta, original, bien construida entre las paredes de la reputada máquina creadora de hits llamada Brill Building y dentro de la fresquísima cultura pop: The Monkees.

Propuesta surgida del mainstream que se haría de un lugar, a base de calidad compositiva, entre todos los gigantes que nacían en la escena rockera. La historia de este grupo es más que sabida. Un proyecto ideado para enfrentar a los Beatles (con el ejemplo del filme A Hard Day’s Night de Richard Lester) y que la industria estadounidense apoyó con la mejor arma con que contaba: la televisión.

La leyenda dice que no tocaban los instrumentos. La realidad es que a la larga sí lo hicieron. Hoy, cuando se habla sobre ellos se hace como si fuera tan sólo un grupo prefabricado o para derramar nostalgia sobre tiempos idos.

Esto implica tratarlo sin la importancia que merece, no reconocerle la trascendencia cultural que tuvo como parte de la historia del género, de un  cancionero memorable, de los medios y del pop como movimiento estético. Los Monkees fueron el mejor producto de la ficción de la época.

68 RPM 10 (FOTO 2)

THE BIRDS, THE BEES & THE MONKEES

THE MONKEES

(Colgems/RCA)

Al tener como punto de referencia las canciones que lograron el primer lugar en las listas de popularidad –una tras otra– durante los años que estuvieron activos (de 1966 a 1968), se debe hablar también del contexto en el que fueron creados otros temas y los discos siguientes al finalizar la serie televisiva de la que fueron protagonistas, ya sin el apoyo mediático, mostrando el sonido que las hizo características tanto en lo lírico como en lo musical. Para ello contaron con sus propias composiciones mayormente, escogido grupo orquestal y arreglistas.

Este álbum, publicado en abril del 68, fue su quinto disco y consiguió entrar en las listas de éxitos. Cuenta con tracks como: «Valleri», la célebre «Daydream Believer» y la formidable «Tapioca Tundra» firmada por Nesmith. Peter Tork, a su vez, llamó a colaborar a su amigo Stephen Stills para la pieza “Lady’s Baby”.

En resumen, la buena cosecha de canciones del grupo hasta este disco representó un impacto potente y directo sobre el sonido sesentero en su continuo flujo de géneros.

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 Personal: Mike Nesmith, voz, guitarra y piano; Mickey Dolenz, voz y batería; David Jones, voz; y Peter Tork, voz, guitarra, bajo y piano. Portada: Diseño de Allan Wolsky and Friends con fotos de memorabilia 1940-1960.

[VIDEO SUGERIDO: Monkees – Daydream Believer – 1967/1968, YouTube (Dave Christian)]

Graffiti: “Votar a favor o en contra, te dejará igual de idiota

68 rpm/9

Por SERGIO MONSALVO C.

68 RPM 9 (FOTO 1)

 Los Rolling Stones enfrentaron de manera explícita la realidad social de entonces. Beggars Banquet, su disco de aquel año, se convirtió en un triunfo artístico. Desde la extasiante “Sympathy for the Devil”, pasando por la energía pura de “Street Fighting Man” y la malevolencia hipnótica de “Stray Cat Blues”, el grupo recorrió su universo musical con pasos llenos de autoridad. Brian Jones, apático, se quedó muy al margen.

Todos esos instantes musicales hablaron de revolución y lo hicieron en un giro constante de la espiral evolutiva de la música popular por excelencia: el rock, como protagonista y como soundtrack de fondo. Con su enfoque estético nuevo e indeterminado se significó como pensamiento comunitario frente a los dogmas de partidos y gobiernos.

Se practicó dentro del contexto social influido por los deseos comunitarios domésticos y globales coincidentes, pero las decisiones del cómo y del porqué quedaron a cargo, por lo general, de los grupos exponentes con sus expresiones artísticas particulares, muchas veces interrelacionadas con otras disciplinas. Como con el cine, por ejemplo.

En aquel tiempo, la cinematografía francesa era la que llevaba la vanguardia. Había dialogado con el free jazz y con el muy fresco estilo de la bossa nova, en tiempos recientes. Pero aún no lo hacía con el rock. El mayo del 68 le proporcionó la oportunidad a través de uno de sus personajes: Jean-Luc Godard.

Éste no era un aficionado al rock ni mucho menos, pero durante el movimiento a nivel mundial se dio cuenta del eco que tenían las acciones y declaraciones de sus artistas más representativos. En sus declaraciones mediáticas sostenían posturas extra musicales.

Siguió con detenimiento el hecho de que Mick Jagger se involucrara ese año en una gigantesca manifestación en el flemático Londres para protestar ante la embajada estadounidense por lo sucedido en Vietnam. Dicho evento terminó en violencia callejera y con una dura represión policiaca.

“Street Fighting Man”, el sencillo que preludiaba al disco, recogió de alguna manera las experiencias de Jagger durante aquel hecho. El tema se convirtió en un himno a nivel global y cada movimiento, independientemente de su particular reclamo, lo usaba como estandarte sonoro: “¿Qué puede hacer un muchacho pobre/ excepto cantar en una banda de rock and roll?/ Porque en el aletargado Londres/ no hay lugar para un manifestante callejero”. Con ello participaban de manera directa en el espíritu del momento.

68 RPM 9 (FOTO 2)

 BEGGARS BANQUET

ROLLING STONES

(Decca)

El grupo estaba por esos días dando los últimos toques a su nueva producción (Beggars Banquet, hoy una obra clásica) y entrarían al estudio a grabar el remate de tal álbum: “Sympathy for the Devil”. Godard vio entonces ahí la posibilidad de apoyar su mensaje. Hizo las llamadas justas para poder filmar al grupo durante la hechura de la canción y tejer con aquellas imágenes su discurso político marxista-leninista. Con tal objetivo llegó para dirigir One Plus One.

Cuando al cine se le asigna una función fuera de su naturaleza (contar historias con una cámara), pierde su valía, su esencia, y languidece. Esto le sucedió a Godard con esta película. Con ella quiso adoctrinar y perdió la excelencia de la que había gozado con Sin aliento, en la que había sido innovador y crítico, libre.

En One Plus One comprometió su cine por la introducción de intereses ajenos a la propia creación. No fue más que propaganda. Sin embargo, la cinta se salvó del olvido gracias a la documentación precisa y minuciosa de la grabación –esa sí, en estado de gracia creativa– de los Rolling Stones. Por eso se le conoce por su otro nombre: Sympathy for the Devil.

La canción ha perdurado como una cuestión de fe rockera en la crítica libre de su entorno. La verborrea con la que Godard quiso envolverla (con un discurso que el tiempo desfasó) sólo sirvió para ponerla aún más en relieve: el NO a la sociedad trasmitido por la imagen cinematográfica sonorizada, frente al “no” del libelo totalitario de su director.

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Personal: Mick Jagger, voz y coros, armónica; Keith Richards, guitarras eléctrica, acústica y slide, bajo, voz (en “Salt of the Earth”) y coros; Brian Jones, guitarras slide y acústica, melotrón, armónica, sitár y coros (en “Sympathy for the Devil”); Charlie Watts, batería, tabla y coros; Bill Wyman, bajo, maracas y coros. Músicos invitados: Nicky Hopkins, Rocky Dijon, Ric Grech, Dave Mason, Watts Street Gospel Choir. Portada: lfotografía de Barry Feinstein y es la imagen de un sanitario público sucio con numerosos graffiti en la pared. Lenne Allik realizó el diseño. Hubo escándalo y censura por todos lados.

[VIDEO SUGERIDO: 1968: “Street Fighting Man” (Rolling Stones), YouTube (OSKAR19141939)]

Graffiti: «Nixon ama a Mao» y «El sueño de Bob Dylan”, de la portada misma.