Por SERGIO MONSALVO C.

RAY CHARLES
UN GENIO CREADOR
Programa Radiofónico de Sergio Monsalvo C.
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Por SERGIO MONSALVO C.

RAY CHARLES
UN GENIO CREADOR
Programa Radiofónico de Sergio Monsalvo C.

Por SERGIO MONSALVO C.

EROTIZAR AL ROCK
Con la irrupción de los Doors el rock ya no fue sólo diversión como antaño. Perdió su inocencia. Había una argumentación al hartazgo de la existencia misma; una explicación a la pelea entre el pensamiento y el propio reflejo mundano, sustentada en la intuición pura y heredada del romanticismo, esgrimida con poemas hechos de palabras justas, simbólicas, y lo más notable de todo, adecuadas a la lírica del rock.
Es decir, mostraron los recursos intelectuales de los que eran poseedores como los estudiantes que habían sido y como los lectores que eran. Conocían la poesía beat y el Teatro de la Crueldad de Antonin Artaud y el del absurdo de Beckett y Genet, Los escritos de Aldous Huxley (de una de cuyas obras sacarían su nombre), admiraban a Bertolt Brecht y Kurt Weill y la parte underground de la cultura europea.
Jim Morrison describió al grupo como “erotic politicians”, músicos que usaban el erotismo como forma de conocimiento y ruptura. Miraron dentro de sí, descubrieron a sus demonios y se lanzaron a exorcizarlos. Sus manifiestos fueron: “Break on Trough (To the Other Side)” y “Light My Fire”. Ambos contenidos en el álbum debut The Doors, de 1967.
El álbum se grabó en seis días en los estudios Sunset Sound Recorders, de Hollywood. Apareció bajo el sello Elektra (compañía para la cual habían firmado por un año con opción a dos más).
Paul Rothchild sacó brillo al crédito de productor y mantenedor del orden y Jac Holzman como productor ejecutivo. El ingeniero de sonido fue Bruce Botnick. La fotografía de la portada fue realizada por Guy Webster, y la de la contraportada por Joel Brodsky. El diseño estuvo a cargo de William S. Harvey.
Tanto el disco como el primer sencillo extraído de él (“Break on Through”) salieron a la circulación la primera semana de enero de 1967. Los anuncios publicitarios, conocidos como “espectaculares”, puestos a lo largo de Sunset Strip mostraban sus caras y el mensaje: “The Doors cruzan al otro lado con un disco electrizante”.

En alguna declaración posterior, Morrison apuntó lo siguiente: “La grabación se dio tras casi un año dedicado a las actuaciones. Así que estábamos muy frescos, conjuntados y llenos de energía. En el estudio comenzamos de inmediato y la mayoría de las piezas sólo se llevaron una o dos tomas. La compañía no quería gastar mucho en el álbum, el grupo tampoco, así que por razones de tipo económico y por estar ya preparados la cosa fue muy rápida…”, a lo que yo agregaría: distinta.
John Densmore, el baterista, aportó los patrones del jazz; con el órgano Vox Continental, Ray Manzarek se internaba en la exploración instrumental al igual que con el teclado Fender Rhodes. Por su parte, el guitarrista Robbie Krieger era nítido, lírico, sustancial: tocaba sin “uña” y se evidenciaban sus conocimientos de la guitarra española. Jim Morrison usaba su voz de barítono de forma cálida, sensual, pero con energía, vocalizando con claridad y poniendo su imagen y cuerpo como vehículo escenográfico.
El tema “Break on Through (To the Other Side)” fue lanzado, pues, como sencillo. Los miembros del grupo se entrevistaron con los ejecutivos de la compañía quienes querían cambiar la letra, de manera que la línea “She gets high” (ella se droga) quedara como “She gets” (ella obtiene). Holzman temía que esta pieza causara problemas para su transmisión en la radio. Aceptaron a regañadientes.
“Soul Kitchen” a su vez, fue un tema impresionista con un acendrado sentimiento de no pertenencia. Se trata de la descripción sobre las sensaciones percibidas en el restaurante Olivia´s de Venice, lo mismo que de una metáfora sexual. Jim solía ir ahí para ingerir comida mexicana barata. (“soul kitchen” en slang gringo significa los genitales femeninos).
VIDEO SUGERIDO: The Doors – Break On Through HQ (1967), YouTube (JimJohnRayRobbie)
“The Crystal Ship”: Canción amorosa de matices desapegados con los tonos poéticos de Yeats plagados de impulsos románticos, divididos entre un refinado intelecto y la ejecución de una música hipnótica. “Antes de que caiga en la inconsciencia / me gustaría un beso más / otra brillante oportunidad para la dicha…/ El barco de cristal se está llenando de mil mujeres, mil emociones…”
“Twentieth Century Fox” es la descripción de una joven astuta producto de su tiempo, casi como personaje de Mickey Spillane: “Ella no quiere perder el tiempo / en conversaciones inútiles”. Afinado comentario acerca del entorno femenino que rodeaba a los miembros de los Doors mientras estuvieron en la UCLA, Universidad de California de Los Ángeles.
“Alabama Song (Whisky Bar)” Referencia culterana y homenaje del grupo a Bertolt Brecht y Kurt Weill, quizá los más importantes representantes del teatro cabaretil del Berlín cosmopolita. Existencia sedienta de whisky y mujeres, pregonada en la obra Auge y Decadencia de la Ciudad de Mahogany. El gusto por la teatralidad se manifiesta como ingrediente primordial en la música del grupo.
“Light My Fire”. Los textos de este tema se deben mayoritariamente a Robbie Krieger, quien escribió la letra y la melodía: “Ray tuvo la idea inicial —comentó el guitarrista en su momento—, yo aporté la introducción y la estructura musical. El beat fue cosa de John, y Jim incluyó un verso en ella: “El tiempo de dudar ha pasado / No hay tiempo para revolcarme en el fango / Intentémoslo ahora, únicamente podemos estar equivocados / Y nuestro amor se convertirá en una pira funeraria”.
“Back Door Man”. Como todo buen grupo sesentero los Doors también apreciaban, abrevaban y practicaban sobremanera el blues. Pero a diferencia de sus contemporáneos no se explayaban en la exhibición instrumental sino en el sustrato erótico que contenía. Su admiración recaía en Willie Dixon, del que tomaron este tema para desfogarse y recrearse en su lírica. A la pieza básica le agregaron la complejidad musical y acentuaron el aspecto sexual del mismo. Para revisitarlos y enriquecerlos es que sirven los temas clásicos: “Soy el hombre de la puerta trasera / los hombres no lo saben / pero las muchachitas lo entienden…”
“I Looked at You”. La sencillez no significa simpleza y en este caso hacen alarde de la primera. El valor del tema se finca en ese detalle, en esa elementalidad. Una letra rockera inundada del lenguaje de la emoción. Necesitar, querer y sentir son los ladrillos de los cuales se construye su vocabulario básico: “Te miré / me miraste / Te sonreí / me sonreíste…” Un regodeo en el estilo.
“End of the Night”. A la letra de Morrison inspirada en la novela Voyage au bout de la nuit (Viaje a través de la noche) de Louis-Ferdinand Céline, Krieger le añadió los tonos inquietantes, el sello primordial del grupo. Jim, ávido lector, citó sin tapujo alguno también a William Blake: “Algunos nacen para el deleite / algunos nacen para la noche sin fin…”
“Take It as It Comes”. Una pieza ambivalente. Hay quienes la describen como una dedicatoria de Morrison al Maharishi, del que eran adeptos los demás integrantes del grupo. Otros, como un sarcasmo hacia las prácticas del mismo gurú. El caso es que no se le puede separar de ningún modo de sus acepciones sexuales: “Tómalo con calma, nena / tómalo como viene / No te muevas tan rápido / si quieres que tu amor perdure”.
“The End”. Sobre esta minitragedia musical se podría escribir todo un tratado y hay quienes lo han hecho. Sin embargo, para resumir es indispensable decir que es una de las obras más importantes del rock por todos los elementos que contiene: líricos, musicales (con esquemas del naciente raga rock inspirado por Ravi Shankar), de ambientación, de cultura referencial (fascinación por la India), del tratamiento del tema edípico, de la oscuridad espiritual, de las evocaciones psicoanalíticas y las aportaciones metafísicas, producto de la meditación trascendental de la que eran asiduos. Literatura, contracultura y rock en su máximo esplendor.
El sencillo abridor, “Break on Through”, no llegó a las listas de popularidad. Sin embargo, el siguiente, “Light My Fire”, sí lo hizo. Apareció en ella el 29 de julio de 1967 y permaneció en el sitio número uno durante tres semanas. Para esto la compañía Elektra consideró que la pieza era demasiado larga para editarse como un sencillo de 45 rpm (más de siete minutos).
A pesar de sus deseos de lanzar la versión larga los Doors aceptaron la exigencia del sello de producir una versión corta. Finalmente accedieron a que Rothchild eliminara un considerable trozo del pasaje instrumental. “Light My Fire” cimentó la reputación tanto de los músicos como de Morrison como intérprete (su aparición en el Show de Ed Sullivan, y haber ignorado sus prohibiciones a cantar cierta línea, confirmó todo ello).
El álbum The Doors pasó 121 semanas en las listas y llegó hasta el segundo puesto en su mejor momento. “Light My Fire” se convirtió en el primer éxito del sello Electra, del cual vendió un millón de copias.
El rock, a partir de 1967, reprodujo por todas partes los ecos de sus nuevas liturgias. Desde ahí las letras de las canciones se constituyeron en el mejor modo de comunicación para sus filosofías. No sólo por ser el medio de la expresión de sí mismo, sino porque fueron lo bastante sintéticas para adjudicarse la famosa unidad de impresión romántica (la coherencia emocional del YO que experimenta la obra).
Esos estallidos de palabras y música que componían las canciones se convirtieron en la encarnación popular de una estética distinta: la nueva poética del rock, en la que los Doors estuvieron en la cresta.
VIDEO SUGERIDO: The Doors – Light My Fire (HQ Official Video), YouTube (ProArt)


Por SERGIO MONSALVO C.

CREAR CORRIENTE
Jim McGuinn, un músico de folk formado en Chicago, había tocado la guitarra para Bobby Darin, Chad Mitchell y Judy Collins, antes de intentar una carrera por su propia cuenta interpretando canciones de los Beatles en los cafés neoyorquinos del Greenwich Village.
Inspirándose en George Harrison por su innovación en el tema “A Hard Day’s Night”, decidió entrar al rock con una guitarra eléctrica de 12 cuerdas. En ese tiempo conoció a David Crosby, otro folklorista que rondaba por el mismo circuito musical.
Ambos se trasladaron a Los Ángeles donde Crosby conocía a gente que pudiera ayudarles en sus planes. Ahí se reunieron con Chris Hillman, un bajista, con el cantante y compositor Gene Clark y con el baterista Michel Clark.
Acordaron integrarse en un grupo al que en primera instancia denominaron The Beefeaters para después cambiarlo por The Byrds, con el cual grabarían por primera vez en 1965. En ese entonces también Jim McGuinn cambió su nombre por el de Roger.
El primer álbum de la banda se llamó Mr. Tamborine Man, con el cual inauguraron una nueva corriente rockera, el folk-rock, y se constituyeron en una incomparable agrupación que denotaba la influencia evidente de Bob Dylan, el estilo de los Beatles, el country and western y el rhythm and blues, con lo cual originaron el nuevo rock estadounidense.

Las novedosas armonías vocales y de la distinguidísima guitarra de McGuinn les acarrearon el éxito inmediato. Sus aventuras lisérgicas y la experimentación musical produjeron notables resultados que se pueden paladear en los discos Turn! Turn! Turn! (1966), Fifth Dimension (1966) y Younger Than Yesterday (1967).
Tras estas grabaciones abandonaron al grupo Crosby (quien posteriormente se uniría a Stills y Nash) y Gene Clark. Como trío, editaron The Notorious Byrd Brothers (1968) y Sweetheart of the Rodeo (1968). Hillman y Michel Clark dejaron al grupo también y McGuinn lo reorganizó con nuevos músicos, entre los que destacó Gram Parsons.
En 1972, después de otros siete discos, el grupo desapareció definitivamente. Su estilo e influencia permanecieron tan vigentes como sus canciones, basta recordar: “Mr. Tamborine Man” (de Dylan), “Eight Miles High”, “So You Want to Be a Rock n’ Roll Star” o «My Back Pages», entre muchas otras que los ubicaron entre el canon del rock para siempre.
VIDEO SUGERIDO: The Byrds – All I Really Want To Do (Live 1965), YouTube (TransatlanticMoments)


Por SERGIO MONSALVO C.

RY COODER
(EL OUTSIDER JUSTICIERO)*

I
EL NACIMIENTO DE LAS RAÍCES
Ry Cooder (nacido en Los Ángeles, California, en 1947) es una especie de antropólogo de la música popular contemporánea. Es un explorador que gusta de aventurarse por horizontes ignotos para el mainstream. Busca tesoros ocultos, estudia sus orígenes, se involucra en sus historias, descubre gente, pasados, héroes, leyendas, tradiciones, falsedades, injusticias, epopeyas y desventuras. Y luego de hacerlo reúne, graba, promueve y proyecta sus descubrimientos a través de compañías selectas, independientes, a las que acuden luego hambrientas las gigantescas trasnacionales hastiadas de lo mismo.
Esto lo ha hecho siempre, desde su temprana juventud allá por los años sesenta, cuando se adjudicó el compromiso artístico de la independencia, las causas perdidas y los caminos alternativos. Se forjó como un caminante solitario y justiciero (la cinematografía misma le ha pedido sonorizarla: Paris, Texas, Streets of Fire, Crossroads o Geronimo: An American Legend, como exégesis) al que le gusta poner las cosas en su sitio (acción que conlleva en sí la crítica del observador profundo y la obra fecunda).
Así ha sucedido, como ejemplo, con el blues autóctono, de raíces country, al que casi nadie le prestaba atención en la Unión Americana. En 1964, junto con el intérprete de folk blues Henry St. Claire Fredericks, Jr., que artísticamente se hacía llamar Taj Mahal, formó un grupo al que llamó Rising Sons y grabaron un disco con suerte fatal.
Durante un periodo en que el blues solía ser interpretado principalmente por músicos blancos con solos que duraban horas, Mahal se entregó, con energía chispeante, a diversas formas de blues y del ragtime emanados de los años veinte y treinta del siglo XX.
Sus primeras grabaciones le dieron la reputación de ser el último gran innovador del blues rural. Una comparación de rigor era con Ry Cooder, con el que a mediados de los años sesenta fundó el grupo The Rising Sons.
Esto sucedió en Cambridge, Massachusetts, en 1964. El joven intérprete escuchó a un guitarrista llamado Jesse Lee Kincaid y quedó admirado por su técnica. Kincaid lo convenció de ir con él a California, con la idea de presentarlo a un amigo llamado Ryland Cooder, otro fenómeno de la guitarra. La intención de ambos era tocar el blues rural combinado con las piezas originales de Kincaid.
Al trío se agregó Gary Marker, un bajista de jazz que asistió a la Berklee School of Music de Boston con una beca de la revista Down Beat. Marker a su vez los conectó al baterista de jazz Ed Cassidy, quien participaría en sus primeras sesiones de grabación antes de unirse al grupo que lo haría famoso, Spirit. Lo sustituyó a la postre Kevin Kelly.
Tras varias presentaciones en pequeños clubes y haciendo circular los demos, Allen Stanton de la Columbia Records contrató al grupo en junio de 1965. Las sesiones de grabación se extendieron hasta 1966. Una y otra vez la Columbia pareció a punto de invertir una cantidad fuerte en el grupo, pero esto nunca se materializó.

Todo un álbum fue mezclado y preparado para editarse, cosa que finalmente no sucedió: las cintas fueron a la bóveda de la Columbia, donde permanecieron durante 25 años. Hasta 1992, en que se editó Rising Sons featuring Taj Mahal and Ry Cooder, el cual contiene 18 cóvers de diferentes blueseros (Robert Johnson, Willie Dixon, Jimmy Reed, entre otros) y cuatro temas originales de Kincaid.
Las grabaciones hechas para tal compañía discográfica probablemente nunca hubieran llegado a la luz del día de no representar los Rising Sons los primeros esfuerzos de Taj Mahal y Ry Cooder a la cabeza de un grupo propio, ya que se trata de dos de los artistas más interesantes, excéntricos y eclécticos de la escena musical estadounidense. La ola inglesa y su versión del blues aún no habían despertado de su letargo a los ejecutivos de las compañías discográficas de este lado del Atlántico.
Desde entonces Cooder se pasea entre la periferia y el centro de la música estadounidense y la popular excéntrica de otras partes del mundo, con la devoción de un artesano ilustrado. Trátese de blues, gospel, alt country, rock, son, tex-mex, americana, música hawaiana o clásica hindú, el guitarrista recorre todos los géneros y los toca como propios. No le interesan las tendencias, las modas ni la industria.
En las expediciones sonoras que lo sacaron de los caminos musicales estadounidenses se ha dejado guiar por una certera intuición y gusto musicales. «Algunos artistas emanan una fuerza individual increíble —ha comentado—. Tocan lo que sea y uno queda fascinado al darse cuenta de estar escuchando a un músico único. Así me sucedió con Gabby Pahinui, por ejemplo. Hay muchos buenos músicos en Hawai, pero Gabby es el mejor. Su sentido de la poesía y la belleza se trasmite con su música. No tiene nada qué ver con la técnica”.
Cooder ha colaborado también con el acordeonista de tex-mex Flaco Jiménez en el disco Chicken Skin, del cual salió el tema “Hell Had to Go”, el único que se ha convertido en hit dentro de las listas estadounidenses; con el hindú V. M. Bhatt (guitarrista clásico de Rajasthán en el norte de la India, en una grabación de improvisaciones que se concretó en una iglesia de Santa Barbara en California) y con Ali Farka Touré, de Malí en el occidente africano, entre una larguísima lista de colaboraciones.
VIDEO SUGERIDO: TAJ MAHAL & RY COODER – By & By (Poor Me), YouTube (MoebiusCrononauta)

*El ensayo “El Nacimiento de las Raíces” forma parte del libro Ry Cooder (El Outsider Justiciero) de la editorial Doble A, y ha sido publicado online de manera seriada en el blog Con los audífonos puestos.
Ry Cooder
(El Outsider Justiciero)
Sergio Monsalvo C.
Editorial Doble A
Colección “Ensayos”
The Netherlands, 2022
Contenido
I.- El Nacimiento de las Raíces
II.- Talking Timbuktu
III.- Buena Vista Social Club
IV.- La Trilogía Californiana
V.- Sobre Héroes y Tumbas
VI.- El Observador Comunitario

Por SERGIO MONSALVO C.

EL VOLUBLE MOD
Roderick David Stewart nació el 10 de enero de 1945 en el barrio obrero londinense de Highgate, como hijo del matrimonio escocés formado por Bob y Elsie Stewart. El futbol soccer fue muy importante en su vida adolescente. Fungió como capitán de su equipo escolar y quiso profesionalizarse en 1961, a los 16 años, al firmar un contrato provisional con el club de Brentfort. No obstante, su habilidad con el balón no le alcanzó para llegar a la primera división. Después de eso, Stewart asistió por breve tiempo a una academia de arte en Londres, y luego trabajó como sepulturero; estampando telas de seda y finalmente se lanzó a recorrer Europa como cantante ambulante de folk.
De regreso en Londres en 1963, tocó la armónica con Jimmy Powell and the Five Dimensions; grabó el sencillo «Good Morning Little Schoolgirl» en 1964, para después unirse a los Hoochie Coochie Men de Long John Baldry en 1964 como segundo cantante. Junto con Baldry sacó el sencillo «You’ll Be Mine».
Asimismo, trabajó como músico sesionista, tocando la armónica en «My Boy Lollipop» (Fontana, 1964) de la cantante Millie Small, tema producido por Chris Blackwell y primera pieza jamaiquina en lograr un verdadero éxito comercial en la Gran Bretaña.
En 1965 quiso integrarse al grupo Steampacket, formado por Brian Auger, Mick Waller y Julie Driscoll, pero el grupo se separó poco después debido a la decadencia del rhythm and blues en Londres. En 1966 grabó «Shake» de Sam Cooke (EMI/Columbia), respaldado por el grupo de Brian Auger.
En 1966 también formó el efímero grupo Shotgun Express con Peter Bardens (luego de Camel), así como los futuros miembros de Fleetwood Mac: Mick Fleetwood y Peter Green. Con ellos logró producir el sencillo «I Could Feel the Whole World Turn Round».
En 1967, Rod Stewart se convirtió en el cantante principal del Jeff Beck Group, integrado con Jeff Beck y Ron Wood. Con ello empezó su ascenso irrefrenable hasta convertirse en uno de los cantantes más expresivos de Inglaterra. Su estilo rocanrolero duro, con fuertes influencias del blues, caracterizó dos L.P.s excelentes del grupo (Truth, 1968; Beck-Ola, 1969), en los cuales la dura voz de Stewart reñía con la pirotecnia de Beck en la guitarra. Los conflictos constantes entre ellos condujeron, no obstante, a su salida del grupo.
Junto con su amigo Ron Wood se cambió a los Faces, integrado por antiguos miembros de The Small Faces. La división interna (Stewart tenía contrato con Vertigo/Mercury y los Faces, quienes acompañaron a Stewart en sus primeros discos como solista, estaban con Warner) al principio tuvo un efecto positivo. En forma paralela a este compromiso empezó a realizar sus propios proyectos como solista en 1970.
Con los Faces perfeccionó un sonido rocanrolero bonachón, mientras que en su trabajo solitario reveló un estilo vocal más sensible e introspectivo perfectamente apropiado para los temas autobiográficos que escribió para An Old Raincoat Won’t Let You Down (1969) y Gasoline Alley (1970).
Además, el periodo de Stewart como cantante folk le había dado un repertorio de bases más amplias y una más extensa gama de experiencias que la de sus compañeros en el rhythm and blues inglés. Los primeros dos álbumes incluyeron la canción clásica «Man of Sorrow», «Dirty Old Town» de Ewan MacColl y «Only a Hobo» de Bob Dylan, así como las reflexiones del propio Stewart, «Lady Day» y «Joe Lament». Una característica destacada de estos discos fue la guitarra acústica de Martin Quittenton.
En 1970 Stewart agregó la voz principal a «In a Broken Dream», la cual, cuando por fin salió en 1972 como composición de Python Lee Jackson, resultó un éxito internacional. En poco tiempo las ventas de Stewart superaron a los álbumes de los Faces.
Every Picture Tells a Story (1971) alcanzó el mayor éxito comercial. Además de la autobiográfica pieza del título y «Maggie May», en cuya composición participó Quittenton, incluía una interpretación de «Reason to Believe» de Tim Hardin y una versión apasionada del éxito de los Temptations (1966) «I Know (I’m Losing You)», revivido menos placenteramente un año antes por Rare Earth.
Never a Dull Moment (1972), semejante en su estilo, tuvo casi el mismo éxito, con un par de hits, «Angel» y «You Wear It Well», «Twistin’ the Night Away» de Sam Cooke y el clásico del blues «I’d Rather Go Blind». Sin embargo, los siguientes años no fueron igualmente productivos. La tensión fue creciendo entre Stewart y los Faces y Warner y Mercury se pelearon por el contrato del cantante. Después de un mediocre álbum en vivo y Smiler (1974), Stewart y los Faces se separaron y el cantante se unió a la compañía Warner.
«La voz de lija», como también se le conocía, había reconocido y aprovechado su oportunidad en el mercado, ubicándose entre la balada sentimental y un dinámico rhythm and blues. Stewart poseía un auténtico impulso rocanrolero y un estilo sin complicaciones. En vivo explotaba como un huracán, no temía ningún esfuerzo y con sus demostraciones de fuerza representaba al prototipo del rockero.

En 1972 participó en la ejecución sinfónica de la ópera rock Tommy y empezó a preparar su salida de los Faces, la cual se verificó finalmente en diciembre de 1976. El grupo se despidió con una extensa gira, mientras que al mismo tiempo el solista Rod Stewart ocupaba los primeros lugares en las listas de éxitos de ambos lados del Atlántico con la ultramelosa pieza «Sailing», producto de la pluma de los Sutherland Brothers.
Un éxito siguió a otro, tanto en forma de sencillo como de L.P. «This Heart of Mine», «Tonight’s the Night», «The Killing of Georgie» así como Atlantic Crossing y A Night on the Town continuaron la tradición del número uno. En Atlantic Crossing (1975), producido por Tom Dowd, Stewart fue respaldado por músicos sesionistas (incluyendo a la mayor parte de Booker T. and the MGs).
Con aire clínico, contenía dos hits, una nueva versión de «This Old Heart of Mine» de los Isley Brothers y «Sailing», de Gavin Sutherland, quien con su hermano Ian encabezó uno de los mejores grupos de pub-rock ingleses. Mucho mejor resultó A Night on the Town (1976). Además del éxito número uno en los Estados Unidos, «Tonight’s the Night», incluyó el sombrío «The Killing of Georgie», una crónica del asesinato de un joven homosexual, y «The First Cut Is the Deepest» de Cat Stevens.
Rod «The Mod» había ascendido a estrella de primera fila. Proporcionó titulares no sólo a la prensa musical sino también a la de chismes. Su relación de años con la actriz sueca Britt Ekland daba mucho material a las secciones de sociales de la prensa internacional, además de servir de material, sin asomo alguno de autoparodia, para hits como «Hot Legs» y «Do Ya Think I’m Sexy?» (1978).
En Atlantic Crossing trabajó con el veterano productor Rom Dowd (quien ya lo había hecho con Aretha Franklin y Eric Clapton, entre otros), mientras su «banda de garage» era integrada por formaciones cambiantes de músicos sesionistas.
Tras una larga abstinencia de giras, Stewart formó una banda fija en 1977 a fin de presentar en vivo el material de Foot Loose and Fancy Free (1977). El conjunto contaba con Carmine Appice en la batería (ex Vanilla Fudge, Phil Chen en el bajo, el ex guitarrista de Family Jim Cregan, Gary Grainger, también en la guitarra –el cual colaboró en la composición de varias canciones con Stewart‑‑, John Jarvis en los teclados y Bill Peek en la guitarra. La gira logró un éxito enorme, lo mismo que el sencillo «Hot Legs».
Stewart evidentemente se iba acercando cada vez más a un pop puro orientado hacia los hits. Con todo se conservó el aire siempre algo descuidado de sus respectivos acompañantes en el estudio y su propio estilo incomparable para cantar. Aunque los críticos especializados denostaron todos los L.P.s siguientes, declarando Blondes Have More Fun (1978) «el punto más bajo» de su carrera, se siguieron vendiendo como pan caliente.
En 1978 este volcán del rock se entregó con particular pasión a su afición futbolera. Se mantuvo al tanto de los juegos de la selección escocesa durante el Mundial de Argentina e impulsó a su equipo con el sencillo «Ole, Ola». El mismo año «Do Ya Think I’m Sexy?» se convirtió en el máximo éxito discotequero de la temporada.
En 1980, ya como dueño de una mansión de lujo en Hollywood, sacó el L.P. Foolish Behaviour, el cual puso de manifiesto los cálculos mercantiles que entran en las producciones musicales a cargo de las compañías, como también el de Tonight I’m Yours (1981).
Igualmente decepcionó el contenido del álbum doble Absolutely Live (1982), cuyo título era un engaño. Los cuatro lados de vinil dejaban traslucir muy poco de la increíble mezcla de flema y humor físico propia de sus hazañas en vivo. Dicha combinación no volvió a darse hasta la gira mundial de siete meses realizada por Stewart en 1983. El músico presentó durante ella las canciones de Body Wishes (1983).
El álbum ofrecía una música comercial, fácil de consumir y de digerir, vendió millones de ejemplares y dio el obligatorio hit sencillo de «Baby Jane». El nuevo grupo de acompañamiento reunía a los Babys Tony Brock en la batería y John Cory en la guitarra y los teclados, así como Jay Davis en el bajo, Robin Mesurier en la guitarra, John Savigar en los teclados, Jim Zavala en el saxofón y la armónica y al viejo conocido Jim Cregan.
La mayoría de dichos músicos participó en 1984 en el álbum Camouflage, el cual con excepción del enérgico rock de «Infatuation» sólo ofrecía un pop mediocre. En los años ochenta, figuraron entre sus éxitos internacionales «Passion» (1980), «Young Turks» (1981), la ya mencionada «Baby Jane» (1983) y un éxito número uno en Inglaterra con «Some Guys Have All the Luck» de Robert Palmer (1984), pieza que ya había sido un éxito para los Persuaders (Atco, 1973).
En 1986 Stewart volvió al Top Twenty en los Estados Unidos con «Love Touch» de la película Legal Eagles, y editó el disco Every Beat of My Heart, que junto con los siguientes (Out of Order, 1988; Vagabond Heart, 1991) han hecho olvidar lamentablemente al rocanrolero para dar paso a un veterano baladista (de actuales 75 años de edad), sobre todo encumbrado por el éxito de la larga serie The Great American Songbook, que está para comprobarlo. Y dentro del pop (con tendencia al soul) hasta su reciente Blood Red Roses.
Por supuesto, al canon del rock entra el Rod Stewart de la primera época, con aquellos magníficos álbumes y propuestas.
VIDEO SUGERIDO: Rod Stewart – Hot Legs (Official Video), YouTube (Rod Stewart)


Por SERGIO MONSALVO C.

CONTEXTUALIZACIÓN Y OÍDO
No hay movimiento sin banda sonora. Es decir, ninguna corriente sociopolítica, ninguna acción cultural, ningún levantamiento de voz en el ámbito que sea tendrá significancia o trascendencia si no es acompañado, envuelto y avalado por una música característica.
Toda época histórica, todo ísmo artístico, se apoya en las notas que abstraen sus ideas y lo divulgan con cantos y composiciones que lo definen en el oído.
El contextualismo es una tendencia de vanguardia que surgió con los años ochenta del siglo XX y que buscó, desde el inicio, la integración de nuevos conceptos dentro de un ámbito tradicional ya prestablecido.
Es un movimiento cultural que abarca desde la arquitectura hasta la escultura urbanita, pasando por la plástica, el arte digital, video, cine y literatura. Es un movimiento que cuenta la novedad en función del lenguaje.
La música ha participado de todo ello con muchos ejemplos a través de las últimas décadas. Uno de sus estilos más representativos es el noise rock, que tuvo al grupo Sonic Youth como uno de sus máximos exponentes.
Dicha banda sostuvo su preponderancia con la participación estética de la ciencia del sonido, la cual desarrolló de manera notable con una mezcla de géneros, tecnología y tradición. La tradición del contexto que le dio origen: la ciudad de Nueva York.
El noise es un género derivado de la música experimental que utiliza sonoridades compuestas por elementos musicales heterodoxos, y carece de estructuras como la armonía y el ritmo.
A ello se incorporan todo tipo de elementos no musicales con un volumen fuerte y/o disonante, ruidoso. El noise rock, subdivisión de aquél, suma a su vez elementos del punk y el metal a las calidades abrasivas del noise puro.
El noise rock, emparentado con el no wave, el avant-garde y el progresivo, es descendiente directo del art rock, un género que comenzó sus andares y tradición en los subterráneos de la ciudad de Nueva York.
El primer paso con el grupo Velvet Underground (y el álbum White Light/White Heat) y reafirmó su identidad con Metal Machine Music, el disco como solista de unos de sus integrantes: Lou Reed, entre otros referentes.
John Cale, otro importante elemento del Velvet ha dicho lo siguiente del contexto en el que se materializó dicha música: “Fue una tradición extraña la que surgió en Nueva York. No estuvo basada en la adulación del pasado ni en la interacción con otros hacedores, sino más bien al contrario. El progreso se dio por medio del rechazo. La originalidad de esta propuesta aderezada con la autocrítica despiadada, que distingue la vida de esta ciudad, mantuvo vivo el fuego y lo continuará en el futuro”.
El futuro profetizado por Cale continuó su desarrollo con Sonic Youth en las mismas calles neoyorquinas, en las mismas aulas de sus universidades y escuelas de arte, en el mismo rechazo al mainstream.
VIDEO SUGERIDO: Sonic Youth – Antenna (Live Jools Holland 2009) HQ, YouTube (BillieJeanls)
Sonic Youth nació como descendiente de aquel underground sesentero y como hijo putativo del punk, pero solo en la actitud, ya que en cuestión de sonido no admitió comparación con nada.
Su música como la de sus antecesores, sacudió los cimientos de la escena de manera irreversible.
El fundamento contextualista de esta agrupación neoyorquina se basó en la creación de ambientes aparentemente caóticos, pero controlados en lo absoluto por sus habilidades como instrumentistas.
En sus conciertos se dejaban llevar por la imaginación y usaban desarmadores, alicates, el rasgueo de las cuerdas con materiales diversos, utilizan hasta veinte guitarras con distintas afinaciones.
Todo era necesario en dicho concepto. De esta manera dieron cátedra durante tres décadas.

Cuando la mayoría de los grupos se queda sin nada qué decir o se disuelven por las ansias megalómanas de sus integrantes, en Sonic Youth sucedió lo contrario. No perdieron la frescura porque su éxito artístico no se basó en una innovación puntual, sino en la experimentación constante y las tensiones internas entre sus miembros eran inexistentes: todos tenían uno o varios grupos paralelos y actividades dentro de otras disciplinas.
Las funciones estaban repartidas: Kim Gordon llevaba el peso del apartado intelectual, mientras Lee Renaldo, Thurston Moore y Steve Jay Shelley lo hacían con el complejo aparataje musical.
De esta manera a lo largo de su desarrollo y evolución Sonic Youth encantó y sorprendió, ensordeció y musicó, divertido y polemizado a una audiencia que vio cómo a lo largo de los años muchas agrupaciones se iban alimentado de sus inventivas, como el noise pop, por mencionar alguna.
El noise pop es un estilo musical ubicado dentro del rock alternativo o indie que se caracteriza por el uso que hacen los grupos inscritos en él de la guitarra eléctrica, incorporando ingredientes del experimentalismo, el post punk, el no wave y el noise.
Esto se evidencia en la materialización de sus distorsiones, en las afinaciones disonantes, en los acoples, en el feedback y otros efectos sonoros generados por las guitarras eléctricas.
Las bandas enlistadas en dicho estilo también se caracterizan por emplear una contundente base rítmica heredada del punk y del hard y por la utilización selectiva de melodías inspiradas en el pop clásico y en el arcón de la new wave.
El grupo que dio origen a todo ello, el que puso las pautas, fue Sonic Youth con sus afinaciones originales y hasta entonces nunca empleadas en el rock. Su enfoque conceptual y bases arty, ejercieron y ejercen una influencia que continúa contextualizándose, a pesar de su disolución en el 2011. No por desacuerdos musicales o artísticos, sino paradójicamente por el cliché matrimonial más antiguo del mundo: el cambio por una pareja más joven.
VIDEO SUGERIDO: Sonic Youth – I Love Your Golden Blue (2005/06/03), YouTube (ICAndrei)


Por SERGIO MONSALVO C.

ÍCARO EN PICADA
“El ardiente sol le ablandó las alas y ya no pudo llegar al paraíso”. Al igual que a Ícaro a Robert Wyatt el destino le transformó la vida.
Si su semejante mítico tuvo que morir para convertirse en una metáfora, en Wyatt tuvo lugar un renacimiento para transformar la música (finalmente su vida) en melancolía.
Si el primero quiso volar para llegar al más allá, el segundo lo quiso hacer por sentirse inmortal. Cosas de la juventud.
Ambos son personajes mitológicos y de leyenda en sus respectivos mundos.
Robert Wyatt comenzó su vuelo al inicio de los años sesenta cuando a su casa llegó David Allen con las plumas doradas del jazz, la enseñanza de la batería y otro estilo de vida. Los adolescentes se unieron entonces para formar un trío y a la postre el grupo Wild Flowers. El embrión de un movimiento posterior al que se nombraría como “Escena de Canterbury”.
La Escena de Canterbury (emanada de esa ciudad ubicada al sur de Inglaterra, cerca de Londres) es una parte muy importante de la historia del rock. Con ella se denomina a los músicos y grupos que al final de los sesenta y principios de los setenta tuvieron como denominador común una sonoridad, una manera de entender la música: una inteligente mezcla de rock, jazz y psicodelia.
Entre las bandas más destacadas de dicha escena se encuentran Caravan, Gong, Henry Cow y la brillante Soft Machine.
Soft Machine derivó directamente de las filas de Wild Flowers y también originó a otras agrupaciones, como Nucleus, Soft Works, Isotope, Adiemus, Soft Machine Legacy, Soft Heap, Soft Head, Soft Bonds y Soft Ware.
Robert Wyatt fue un elemento primordial de todo aquel conglomerado. Participó en los tres primeros discos del grupo Soft Machine, que había tomado su nombre de la novela homónima de William Burroughs, y dio la pauta para el desarrollo del rock progresivo y del jazz-rock británicos.
La era de los descubrimientos, el hervidero de ideas, el juego de las fusiones embriagaron a Wyatt, pero también el exceso de alcohol y drogas al que se aficionó junto a su colega, el Sombrerero Loco llamado Keith Moon. Fue despedido del grupo por lo mismo y creó entonces Matching Molle.
VIDEO SUGERIDO: Robert Wyatt – Old Europe, YouTube (fabrizioromano)
En una de aquellas fiestas pantagruélicas en que los aventureros de la nueva música se reunían para celebrarse, Wyatt se sintió con las plumas doradas suficientes para llegar al sol y se lanzó. Cayó de un cuarto piso y quedó parapléjico de por vida.
Una larga convalecencia y la pobreza en la que quedó lo llevaron, junto a su esposa Alfreda Benge, a buscar refugio en rincones apartados de España y la Gran Bretaña. Ya no podía tocar la batería.
Un año después publicaría el disco Rock Bottom como solista. Lo acompañaron en él músicos de la talla de Mike Oldfield, Fred Frith y Nick Mason.

No obstante, su actividad en este sentido se redujo tras la publicación de Ruth Is Stranger Than Richard, para dar cabida al desarrollo de una fuerte actividad política en favor del comunismo en la Gran Bretaña.
Luego de la caída del Muro de Berlín abandonó al partido –tras diez años de militar en él–, ya no le vio sentido a la permanencia. Había superado esa etapa. Sin embargo, se mantuvo como un artista comprometido con la denuncia social.
Su siguiente disco apareció hasta el 2003 con el título de Cuckooland. En el manifestó el desconcierto generalizado ante el nuevo desorden mundial.
Cuatro años después publicó Comicopera, que siguió al álbum recopilatorio de cóvers Nothing Can Stop. Comicopera fue el noveno disco de su carrera como solista y un brillantísimos tratado de jazz pop confesional que sería elegido álbum del año por más de una revista especializada. Las letras originales pertenecen a su esposa, quien también se encargó de la obra gráfica de la obra, como siempre.
Con cada disco (de estudio, en colaboración o recopilación), Wyatt confirma ser un género en sí mismo y su voz (en tres idiomas: inglés, italiano y español), un fenómeno al que el japonés Ryuichi Sakamoto definió como “el sonido más triste del mundo”.
El canto de Wyatt continúa siendo ese lamento ahogado y quebradizo que habla de reflexiones sobre el amor y la pérdida, de la vida y la identidad, de la intimidad del artista. Un raro acontecimiento en el andar cotidiano.
Comicopera es el álbum más relevante de los últimos tiempos por sus letras, por el intrincado tejido musical y por su listado de colaboradores: Brian Eno, Paul Weller, Phil Manzanera y Mónica Vasconcelos, entre otros muchos.
Con esta última artista, realizó un dueto ejemplar de pop perfecto: “Just As You Are”, una pieza que analiza la problemática de la pareja cuyo drama se disuelve en la confesión de las verdades.
Robert Wyatt logró en Comicopera un fresco ejemplar, dividido en tríptico, de la existencia contemporánea plagada de desencuentros, fanatismos religiosos, estupidez política, y lo trata con la misma descarnada sinceridad de siempre, incluyendo el uso de la iconografía de un pasado idealista convertido hoy en parafernalia mercantil, casi un chiste.
La comicópera cotidiana del mundo tratada con arte: el lírico, el instrumental y el que da la experiencia quebrantada. Robert Wyatt es, hoy por hoy, Ícaro describiendo la melancolía en picada.
VIDEO SUGERIDO: Robert Wyatt Strange Fruit, YouTube (PeterMermoz)


Por SERGIO MONSALVO C.

LA SUAVIDAD MELANCÓLICA
Paul Simon nació el 13 de octubre de 1941 en Newark, New Jersey. Su padre era músico en una estación de radio y de él tomó sus primeros conocimientos musicales. Desde la infancia una estrecha amistad lo unió con Art Garfunkel, con quien grabó su primer pieza, «Hey Schoolgirl», haciéndose llamar Tom and Jerry.
A mediados de los años sesenta el dúo, ya como Simon and Garfunkel, era considerado la encarnación máxima de las canciones melancólicas, suaves y bonitas. En 1965 Simon grabó su primer L.P., Songbook, en Londres. Sin embargo, sorprendido por el inmenso éxito del tema «Sounds of Silence» (que incluso fue soundtrack de la película El graduado), olvidó sus ambiciones personales hasta 1970.
Tiempo en que aún en el pináculo de la fama se separaron Simon and Garfunkel, aunque no perdieron el contacto por completo. Simon colaboró después en cuatro acetatos de Garfunkel y en varias ocasiones se ha reunido con su antiguo compañero para realizar espectaculares conciertos multitudinarios.
Simon, un perfeccionista, está considerado como un heredero de la tradición de los grandes compositores populares de la talla de George Gershwin, Cole Porter e Irving Berlin. La aceptación por parte del público pudo comprobarla cuando él y Garfunkel se presentaron en un concierto en el Central Park de Nueva York en 1982, ante un millón de personas.
Su música contiene arreglos semejantes a los de la música de cámara, realizados con oficio sutil y de manera medida. Este compositor plantea una música perfectamente homogénea que exhala todos los perfumes del globo y produce de manera inmediata la impresión mágica de haber reencontrado en lo más recóndito de su ser el ritmo original de nuestro mundo.
Luego de su separación de Art Garfunkel a comienzos de la década de los setenta, este autor continuó su carrera como solista con el disco Paul Simon (1972). Los dos sencillos extraídos del mismo evidenciaban ya fusiones desenvueltas del pop con otros géneros musicales. «Mother and Child Reunion» se fundamentó en el reggae y fue grabada en Jamaica, en tanto que «Me and Julio Down by the Schoolyard» evocaba las tradiciones latinas de Nueva York.
Dicho énfasis multicultural fue subrayado por la gira organizada por él en 1973 con el grupo peruano Urubamba y el coro de gospel Jessy Dixon Singers. «Loves Me Like a Rock», pieza del siguiente acetato, There Goes Rhymin’ Simon (1973), utilizó de nueva cuenta el gospel; de igual forma, el disco incluyó la composición «American Tune», con aire de himno, una síntesis de los intentos del artista por crear metáforas para sus opiniones sobre la orientación moral y política de su país.
La grabación del concierto subsecuente, Live Rhymin’ (1974), fue seguida por la de Still Crazy After All These Years (1975). En éste, la pieza del título presentaba por primera vez una preocupación esencial evidente en la obra posterior de Simon: el intento de explorar la problemática derivada del envejecimiento dentro de un género musical arraigado en los sentimientos y las imágenes de la adolescencia. El disco incluía la irónica y pegajosa canción «Fifty Ways to Leave Your Lover», que ocupó buenos lugares en las listas de popularidad.
La única producción de Simon durante el resto de la década fue «Slip Sliding Away» (1977), éxito sencillo que entró también al Top Ten. Se apartó entonces de la música a favor del cine y actuó en la película Annie Hall (1977) de Woody Allen y escribió el guión, produjo y protagonizó One Trick Pony. El álbum del soundtrack acompañante (Warner, 1980) contenía la poderosa balada «How the Heart Approaches What It Yearns», en tanto que la pieza del título obtuvo un recatado reconocimiento.
La reunión con Garfunkel para un concierto al aire libre en Nueva York (1982) incitó a planear un nuevo álbum como dúo, idea que fue abandonada. La siguiente edición de Simon fue el medido e introvertido álbum Hearts and Bones (1983), cuyo momento más destacado fue «The Late Great Johnny Ace», un homenaje a Lennon y a la música cincuentera que inspiró a Simon de adolescente.

Su proyecto Graceland inició en 1985 con sesiones de grabación en Johannesburgo. Posteriormente éstas se volvieron objeto de intensas polémicas debido al boicot cultural impuesto por la ONU a Sudáfrica. Editado en 1986, el álbum resultante presentó colaboraciones de los músicos Mbaqanga Ray Phiri (guitarra) y el coro Ladysmith Black Mambazo –que luego grabaría un disco para la Warner en 1987–, el grupo angelino de Los Lobos, los representantes del cajun Rockie Dopsie and the Twisters, además de Ralph McDonald, Adrian Belew, los Everly Brothers y Linda Ronstadt.
El sonido y la sensibilidad plasmados en Graceland redundaron en un suceso de popularidad mundial. No obstante, pese a su fuerte dimensión africana (y el indudable interés de Simon en los músicos sowetanos), la orientación esencial de Graceland era definitivamente estadounidense. El sencillo «You Can Call Me Al» retomó algunos de los temas fundamentales de Simon, al igual que la pieza del título.
En 1989, Simon colaboró en el disco Speaking of Dreams de Joan Baez, y en 1990 lanzó el disco más importante de su carrera, musicalmente hablando, The Rhythm of the Saints, un asombroso ejemplo de la llamada world music con el que Paul Simon visitó al mundo.
La década de los noventa el cantautor la dedicó por entero a la creación de su siguiente proyecto, un musical para Broadway que llevaría por título The Capeman (un acercamiento biográfico a la vida de un puertorriqueño sentenciado a muerte. Escribió las canciones, las interpretó él mismo y luego las lanzó como álbum con el nombre de Songs From The Capeman.
Lamentablemente ninguno de los dos, obra y disco, tuvieron aceptación pública y dicho proyecto causó más pérdidas que ganancias. El monto de las primeras llegó a rebasar los 11 millones de dólares. A fin de resarcirse económica y artísticamente, llevó a cabo una gira que resultó exitosa junto con Bob Dylan al final de la década.
Con el siglo XXI llegaron nuevas grabaciones: de You’re the One al reciente In the Blue Light. Una decena de álbumes, a los que ha promocionado individualmente con extensas giras internacionales, acompañado en algunas ocasiones por Brian Wilson. De igual manera lo ha hecho con su antiguo compañero Art Garfunkel.
Su querencia por el cine tampoco la ha olvidado y ha escrito algunas canciones para la pantalla grande como “Father and Daughter” para la película The Wild Thornberrys, que fue nominada para el Oscar. Mientras tanto su compañía discográfica ha lanzado sendas recopilaciones, con ediciones extendidas, rarezas y canciones inéditas para coleccionistas.
VIDEO SUGERIDO: Paul Simon – 50 Waya To Leave Your Lover – Live ay iTunes Festival, YouTube (ratuldhaka)


Por SERGIO MONSALVO C.

UN NUEVO EMBRUJO
En época de magos y brujos no es raro que unos homenajeen a los otros. Como en el caso de Jeff Beck (un brujo mayor) que festejó el cumpleaños de Les Paul, quien nació con el nombre de Lester William Polfuss en Wisconsin en 1915 y fue conocido como «El Mago de Waukesha» (su pueblo de origen).
Les Paul fue un guitarrista muy influyente en el desarrollo de la música popular. Aparte, fue el inventor de la legendaria guitarra eléctrica de cuerpo sólido que lleva su nombre y pionero del uso de la técnica del over-dubbing (grabación múltiple). Asimismo fue un guitarrista virtuoso con influencias de Django Reinhardt y Eddie Lang.
En 1938 formó el trío que le dio fama internacional (con Jimmy Atkins al piano y Ernie Newton en el bajo) y continuó imparable con sus experimentos electrónicos hasta el día de su muerte, en agosto del 2009.
Recientemente, pues, Jeff Beck celebró por todo lo alto el que hubiera sido su aniversario de nacimiento número 95. El brujo mostrando las raíces de su aprendizaje en la sabiduría del mago.
El lugar de tal acontecimiento fue en un club de Times Square en Manhattan, concretamente, en el que el propio Les Paul tocó cada lunes durante catorce años antes de su fallecimiento: el Iridium Jazz Club.
Para tocar la música de uno de sus maestros el guitarrista británico convocó como banda de soporte a la de la vocalista Imelda May (la estrella del rockabilly vintage) lidereada por Darrel Higham (cantante, guitarrista y arreglista). Beck mismo tocó el famoso modelo “Clunker” de Paul.
Entre otros invitados al escenario estuvieron: Gary US Bonds, Brian Setzer y Trombone Shorty (un virtuoso de tal instrumento). El ambiente logrado por el conjunto en general recordó ampliamente el sonido característico que le dio lustre al homenajeado.
Fueron poco más de una veintena de canciones y piezas instrumentales, interpretadas en las voces de dichos invitados y por los solos de Beck. Un guitarrista mítico que nunca ha dejado de sorprender a lo largo de sus cinco décadas en el candelero.
VIDEO SUGERIDO: Jeff Beck – “Sleep Walk” (LIVE) (HD), YouTube (agf1405)
Los rumbos estéticos por los que ha transitado este músico sólo él los ha dirigido, sin mirar jamás a las listas de popularidad o a las modas consuetudinarias.
En el sonido conseguido en la actuación dedicada a Les Paul radica en mucho la esencia de este músico fantástico: a Beck no le interesa tocar rápido ni presumir su magisterio, aunque tendría la capacidad y el derecho legítimo de hacerlo.

En el entarimado, la guitarra ocupa, desde luego, el centro de la atención, pero como intérprete se pone al servicio de las canciones del homenajeado. Su técnica y virtuosismo nunca se convierten en un fin en sí mismo.
Jeff, prefiere experimentar en cada tema con estructuras y ritmos contemporáneos a Paul, más que con escalas y efectos especiales. A Beck le importan finalmente, y sobre todo, las texturas sonoras. Ésas que Paul legó y que han transitado por varios géneros.
La mejor expresión de ello queda asentada en el álbum Rock ‘N’ Roll Party (Honoring Les Paul), extraído de dicha presentación, y en el DVD homónimo que recoge todas las imágenes de la misma.
Con tal actuación y álbum, Jeff Beck concluyó una década, la primera de los años cero, que comenzó con la publicación en 2003 de Jeff (en el que fundió sin complicaciones la influencia electrónica con su pasado de blues/jazz). Estilo que fue laureado por la crítica y le brindó su cuarto Grammy.
Y luego, tras siete años de silencio, apareció Emotion & Commotion, álbum que descubrió a Beck en un modo más contemplativo, interpretando en la guitarra, con su tono inimitable, melodías que toman su inspiración en la música clásica, y en el que el poderoso riff es ejecutado junto a una orquesta de 64 integrantes.
Y finalizó tal decena con su rememoranza a Les Paul, a sus avances técnicos y a su herencia en el instrumento. El nuevo embrujo del genio británico llamado Jeff Beck.
VIDEO SUGERIDO: Rock N Roll Party – Jeff Beck (Tribute Les Paul) – Parte 2, YouTube (kmiavila22)]

