CANON: SONIC YOUTH

 

Por SERGIO MONSALVO C.

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CONTEXTUALIZACIÓN Y OÍDO

No hay movimiento sin banda sonora. Es decir, ninguna corriente sociopolítica, ninguna acción cultural, ningún levantamiento de voz en el ámbito que sea tendrá significancia o trascendencia si no es acompañado, envuelto y avalado por una música característica.

Toda época histórica, todo ísmo artístico, se apoya en las notas que abstraen sus ideas y lo divulgan con cantos y composiciones que lo definen en el oído.

El contextualismo es una tendencia de vanguardia que surgió con los años ochenta del siglo XX y que buscó, desde el inicio, la integración de nuevos conceptos dentro de un ámbito tradicional ya prestablecido.

Es un movimiento cultural que abarca desde la arquitectura hasta la escultura urbanita, pasando por la plástica, el arte digital, video, cine y literatura. Es un movimiento que cuenta la novedad en función del lenguaje.

La música ha participado de todo ello con muchos ejemplos a través de las últimas décadas. Uno de sus estilos más representativos es el noise rock, que tuvo al grupo Sonic Youth como uno de sus máximos exponentes.

Dicha banda sostuvo su preponderancia con la participación estética de la ciencia del sonido, la cual desarrolló de manera notable con una mezcla de géneros, tecnología y tradición. La tradición del contexto que le dio origen: la ciudad de Nueva York.

El noise es un género derivado de la música experimental que utiliza sonoridades compuestas por elementos musicales heterodoxos, y carece de estructuras como la armonía y el ritmo.

A ello se incorporan todo tipo de elementos no musicales con un volumen fuerte y/o disonante, ruidoso. El noise rock, subdivisión de aquél, suma a su vez elementos del punk y el metal a las calidades abrasivas del noise puro.

El noise rock, emparentado con el no wave, el avant-garde y el progresivo, es descendiente directo del art rock, un género que comenzó sus andares y tradición en los subterráneos de la ciudad de Nueva York.

El primer paso con el grupo Velvet Underground (y el álbum White Light/White Heat) y reafirmó su identidad con Metal Machine Music, el disco como solista de unos de sus integrantes: Lou Reed, entre otros referentes.

John Cale, otro importante elemento del Velvet ha dicho lo siguiente del contexto en el que se materializó dicha música: “Fue una tradición extraña la que surgió en Nueva York. No estuvo basada en la adulación del pasado ni en la interacción con otros hacedores, sino más bien al contrario. El progreso se dio por medio del rechazo. La originalidad de esta propuesta aderezada con la autocrítica despiadada, que distingue la vida de esta ciudad, mantuvo vivo el fuego y lo continuará en el futuro”.

El futuro profetizado por Cale continuó su desarrollo con Sonic Youth en las mismas calles neoyorquinas, en las mismas aulas de sus universidades y escuelas de arte, en el mismo rechazo al mainstream.

VIDEO SUGERIDO:  Sonic Youth – Antenna (Live Jools Holland 2009) HQ, YouTube (BillieJeanls)

Sonic Youth nació como descendiente de aquel underground sesentero y como hijo putativo del punk, pero solo en la actitud, ya que en cuestión de sonido no admitió comparación con nada.

Su música como la de sus antecesores, sacudió los cimientos de la escena de manera irreversible.

El fundamento contextualista de esta agrupación neoyorquina se basó en la creación de ambientes aparentemente caóticos, pero controlados en lo absoluto por sus habilidades como instrumentistas.

En sus conciertos se dejaban llevar por la imaginación y usaban desarmadores, alicates, el rasgueo de las cuerdas con materiales diversos, utilizan hasta veinte guitarras con distintas afinaciones.

Todo era necesario en dicho concepto. De esta manera dieron cátedra durante tres décadas.

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Cuando la mayoría de los grupos se queda sin nada qué decir o se disuelven por las ansias megalómanas de sus integrantes, en Sonic Youth sucedió lo contrario. No perdieron la frescura porque su éxito artístico no se basó en una innovación puntual, sino en la experimentación constante y las tensiones internas entre sus miembros eran inexistentes: todos tenían uno o varios grupos paralelos y actividades dentro de otras disciplinas.

Las funciones estaban repartidas: Kim Gordon llevaba el peso del apartado intelectual, mientras Lee Renaldo, Thurston Moore y Steve Jay Shelley lo hacían con el complejo aparataje musical.

De esta manera a lo largo de su desarrollo y evolución Sonic Youth encantó y sorprendió, ensordeció y musicó, divertido y polemizado a una audiencia que vio cómo a lo largo de los años muchas agrupaciones se iban alimentado de sus inventivas, como el noise pop, por mencionar alguna.

El noise pop es un estilo musical ubicado dentro del rock alternativo o indie que se caracteriza por el uso que hacen los grupos inscritos en él de la guitarra eléctrica, incorporando ingredientes del experimentalismo, el post punk, el no wave y el noise.

Esto se evidencia en la materialización de sus distorsiones, en las afinaciones disonantes, en los acoples, en el feedback y otros efectos sonoros generados por las guitarras eléctricas.

Las bandas enlistadas en dicho estilo también se caracterizan por emplear una contundente base rítmica heredada del punk y del hard y por la utilización selectiva de melodías inspiradas  en el pop clásico y en el arcón de la new wave.

El grupo que dio origen a todo ello, el que puso las pautas, fue Sonic Youth con sus afinaciones originales y hasta entonces nunca empleadas en el rock. Su enfoque conceptual y bases arty, ejercieron y ejercen una influencia que continúa contextualizándose, a pesar de su disolución en el 2011. No por desacuerdos musicales o artísticos, sino paradójicamente por el cliché matrimonial más antiguo del mundo: el cambio por una pareja más joven.

VIDEO SUGERIDO: Sonic Youth – I Love Your Golden Blue (2005/06/03), YouTube (ICAndrei)

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RADIOHEAD – 15

Por SERGIO MONSALVO C.

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 OK RADIOHEAD O AL REVÉS

(PARTE FINAL)

 Radiohead es el grupo más representativo del rock en el último cuarto de siglo. ¿Por qué? Porque su temática ha rondado desde la primera hasta la última obra en las inquietudes del hombre contemporáneo: tecnología, existencia, tiempo, soledad y amor.

Porque ha estado a la cabeza del avant-rock alternativo con cada uno de sus discos. Ha innovado en cuestiones musicales y líricas; ha usado las mejores herramientas tecnológicas a su alcance (tanto sonoras como visuales) y ha modificado la manera de hacer y difundir la música (puro art-rock).

Para todo ello se ha tomado el espacio necesario entre un trabajo y otro, sus propios paréntesis. Y no sólo en lo musical revoluciona cada vez que aparece un nuevo álbum, sino también en la toma de decisiones sobre cómo la gente puede escuchar su material.

No es un conglomerado convencional que se apegue a las reglas del juego del mercado. Es una banda que hace pocas giras, elige sus destinos (incluso a contracorriente de lo aceptado o rechazado por la comunidad internacional, arriesgando imagen y prestigio).

Rechaza presentaciones por motivos ambientales en lugares donde no se respeta a la naturaleza, diseña sus propias portadas, crea sus videos con la más vanguardista hi-tech, e igualmente ha ofrecido a la discreción del escucha el precio de un nuevo álbum por tiempo determinado en la web, contraviniendo los intereses de su compañía disquera. En fin, todo ello lo ha hecho un grupo diferente.

Sus innovaciones tecnológicas y el uso un tanto subversivo de sus ambientaciones han hecho de Radiohead un icono cultural, en el seno mismo de la industria discográfica, el cual con cada disco ha tratado de ofrecer una réplica a los intentos hegemónicos de esta última.

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Hoy, cada texto, cada pieza emitida por él (convertida al instante en acontecimiento sonoro global) reclama de inmediato una interpretación, una traducción receptiva, por parte del público y de los medios de comunicación a nivel mundial.

Así ha sucedido con el ejemplo de “I Promise”, pero también con aquél álbum reclamado como su obra maestra: Ok Computer, que ha cumplido ya los 20 años. Las novedosas “I Promise” y “Man of War” son los singles y parte de su celebratorio Oknotok (del 2017) que remasteriza el material de dicha creación en una especie de autotributo.

Sí, autotributo, porque en aquel entonces hubo un conjunto en un castillo, sin murallas de mebrillo y sin torres de turrón. Era de piedra y estaba encantado. Sus vibraciones procedían de la última década del siglo XV. Su nombre St. Catherine’s Court y todavía se encuentra en el sur del territorio inglés. Ahí se decidió grabar el disco: por intuición, por emoción, por ventura. Por eso actualmente lo celebran.

La época era freudiana, por llamarla de alguna manera, Radiohead, el quinteto de Oxford, había surgido de la ola britpop, de la cual ahora renegaba y buscaba ejecutar la simbólica “muerte del padre”. En 1997 ya eran una banda con misión estética, con palabras selectas y discursos definidos. Era tiempo de metamorfosis y de encumbrar lo indie.

VIDEO SUGERIDO: Radiohead – Paranoid Android, YouTube (Raiohead)

Curiosamente, un álbum de un cuarto de siglo anterior fue el leitmotiv e influencia para la agrupación, de forma destacada para Tom Yorke. Éste quería evocar la sonoridad del Bitches Brew de Miles Davis (aparato experimental y de texturas) como objetivo a conseguir. “Tiene un sonido increíblemente denso y genial. El mismo que sentía en mi cabeza”, dijo.

Para colaborar en dicho objetivo también estuvo el ingeniero Nigel Godrich, un traductor nunca mejor escogido para la tarea. El resultado que obtuvo Radiohead condujo al oyente a territorios inexplorados. Una aventura que encendía la imaginación entre sus muchas cualidades.

En ese disco elaborado en un castillo hubo misterio y descubrimiento acústico. La aportación sonora desde el enigma pétreo y sus fantasmas hacia lo avanzado. Una épica llena de riesgos, de bellos matices y detalles que preludiaban cambios.

Escuchar era ver en medio de la deslumbrante elegancia instrumental; de la abstracción lírica y la atmósfera distópica, que entretejen una red para captar (o capturar) al  signo de los tiempos. Una obra maestra a perpetuidad.

En los años treinta surgió en los Estados Unidos un organismo público que ha sido una joya por el servicio que brinda. Se trata de la Biblioteca del Congreso de la Unión Americana, una institución que desde entonces reconoce, entre otras cosas, la importancia de la música y de su legado en el desarrollo cultural del país. Lo recolecta todo.

Asimismo, desde el comienzo del siglo XXI, incluyó dentro de sus tareas seleccionar anualmente los 25 álbumes que sean “cultural, histórica o estéticamente más significativos”. Elaboran un canon con ello. Es un trabajo de extrema lucidez para preservar la esencia de la música de todos las épocas.

Hace un par de años lo hicieron con Ok Computer, al que destacaron por “su experimentación e impacto”. Los méritos de tal disco fueron confirmados así, con su asimilación al acervo de una institución cuyo único interés es el de la preservación de la cultura con reconocimiento internacional. Una institución de ambición cosmopolita.

En un apartado diferente, pero dentro de la misma tónica, la pieza “Paranoid Android”, contenida dentro de aquél, fue elegida como la mejor canción de los últimos lustros por diversos medios especializados. Incluyendo a las paradigmáticas revistas Rolling Stone y New Musical Express.

Al escuchar Oknotok (la remasterización de todo el álbum) queda en claro que la suya es otra dimensión, única. Y lo que permanece son las imágenes que propicia y reverberan, como muescas vivenciales que no se cierran, que no están estáticas, que se mueven bajo la piel, a discreción.

Las preguntas generales de la obra siguen vigentes, no son nuevas, como suele suceder con las cuestiones importantes que siempre retornan (la existencia, el tiempo, la soledad, el amor y la tecnología omnipresente), que siempre estarán ahí tanto para los primeros escuchas como para los recién llegados.

Radiohead ha dirigido su “actual” álbum con un ritmo fenomenal, sin forzar nada, dejando que los temas crezcan de nuevo ante nuestros oídos y con sutileza, haciendo que adivinemos su andanza emocional por el impacto en los oídos de quienes las escuchamos con el reciente tratamiento digital.

A mí, en lo particular, me sigue gustando por su melancolía adulta y particular desazón, acorde con el Zeitgeist contemporáneo, apuntalado aún más con los nuevos y perturbadores singles.

Al disco OK, Computer lo disfruto cada vez que lo escucho. Lo he hecho un sinnúmero de ocasiones a lo largo de 20 años y me sigue sorprendiendo y conmoviendo. En su momento (tiempo y espacio) fue imposible hacer algo mejor. Eso lo ha convertido en un álbum clásico, en una promesa de gozo reiterado.

Hoy, cuando la capacidad de concentración es tan pobre y limitada, totalmente fragmentaria, discos como éste (y su espejo digital Oknotok) resultan un desafío y, por igual, el premio recibido por la atención sostenida y alerta tras su escucha completa. Es un placer profundo que no se agota en un instante ni en decenas de años.

Ok, Computer ha expandido su destello durante 20 años y creo que (con el añadido de Oknotok) lo seguirá haciendo en las décadas por venir, como corresponde a las obras ejemplares, que al parecer son la única asignatura en la agenda de un grupo como Radiohead.

VIDEO SUGERIDO: Radiohead – I Promise, (YouTube (Radiohead)]

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RADIOHEAD-10

Por SERGIO MONSALVO C.

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UN LIBRO CERRADO

Los integrantes de Radiohead reaccionan con cierto disgusto cuando se les dice que su música es una especie de rock progresivo moderno. “En realidad no creo que seamos ‘progresivos’ —ha señalado Yorke al respecto—. Uno recorre cierto camino por haberlo escogido, así de simple. Y si en realidad amas la música no querrás repetirte. El trabajo de otra gente te inspira y te hace intentar cosas nuevas. Si eso es lo que significa ‘progresivo’ entonces sí lo somos”.

Amnesiac fue el quinto álbum para el sello Parlophone/EMI. Después del sexto vencía su contrato. No obstante, no tenían planes para vender su música a través de Internet en el futuro. Querían seguir contando con un pretexto para imprimir portadas y arte gráfico.

Para ellos —y sobre todo para Yorke—, la envoltura es una parte integral de cualquier disco. Si la música no inspira imágenes no se sienten a gusto. La portada de Amnesiac, por ejemplo, parece un libro cerrado. Tenían la idea de que el disco debía ser como si alguien estuviera revisando el desván de otra persona, abriera una caja y encontrara anotaciones sobre un viaje que el autor realizó.

Hay una historia pero sin una verdadera trama, el intruso debe acomodar los fragmentos para sí. Éste sospechará que la persona vivió algo significativo que la cambió por completo, pero nunca establecerá con claridad qué fue.

En el verano del 2001 Radiohead realizó una gira por los Estados Unidos con la Beta Band y Amnesiac recibió una nominación para el prestigiado premio Mercury.

“Con Kid A tenía tantos esqueletos en el clóset que ya no podía entrar al estudio —ha confesado Yorke—. Cada vez que se trataba de sacar un nuevo disco el asunto se volvía pesadillesco, lleno de estrés para mí, porque tenía que enfrentar otra vez toda la oscuridad de mi clóset. Con ese disco y Amnesiac me resultó increíblemente difícil expresar las emociones que vivía por medio de letras.

“No era un verdadero bloqueo creativo, porque sufría una diarrea de palabras, ¡pero nada servía! Había perdido toda la confianza en mí mismo. Regresó cuando grabamos ‘I Might Be Wrong’. Ese track me encanta. También ‘Knives Out’. Estoy orgulloso de la sensación de desorientadora levedad que captamos ahí. ‘Pyramid Song’ sigue siendo una canción bastante buena. En cuanto a territorios nuevos, ‘Like Spinning Plates’ me parece la mejor pieza de ese álbum de estudio”.

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I Might Be Wrong – Live Recordings es un miniálbum de la banda aparecido en el 2002 que restringe la selección de piezas a sus dos últimos discos. Tres temas son de Kid A (“National Anthem”, “Idioteque” y “Everything in its Right Place”) y cuatro de Amnesiac (“I Might Be Wrong”, “Morning Bell”, “Like Spinning Plates” y “Dollars and Cents”), a los que se agrega el hasta entonces inédito “True Love Waits”, con Thom Yorke en la guitarra acústica.

Radiohead con esta obra recopilada en vivo demostró, una vez más, que era una agrupación muy sólida que no sólo se dedicaba a reproducir lo que ya había hecho en el estudio, cosa que podría parecer imposible dada la estructura de los álbumes recientes. Cada canción en los Live Recordings puso de manifiesto una identidad distinta y desarrolló un dinamismo más allá de lo ya conocido. “Idioteque” en versión electrónica es aún más seca e imponente que la original, por ejemplo.

VIDEO SUGERIDO: Radiohead – Idioteque (Glastonbury 2003), YouTube (Zedetnik)

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AEROSMITH

Por SERGIO MONSALVO C.

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 AÚN VIVE, DA VOCES Y SANGRA

Como parte de la primera ola de los llamados «grupos duros» (hard rock) estadounidenses, Aerosmith también ha resultado figurar entre las bandas más constantes, con 50 años de presentaciones y grabaciones. A lo largo de este periodo, la alta y sencilla energía de sus primeros trabajos se ha ido transformando en un hard rock sofisticado, sin perder un ápice de su fuerza.

Con la clara influencia de los Rolling Stones (Tyler se preció siempre de parecerse a Mick Jagger) y de los Yardbirds, Aerosmith fue fundado en 1970 en New Hampshire por el cantante Tyler y el guitarrista Whitford. Con Joe Perry en la guitarra, Tom Hamilton en el bajo y Joey Kramer en la batería, el grupo tocó en los bares y clubes de Nueva Inglaterra y fue contratado por Columbia en 1972.

Tras editarse un álbum con el mismo nombre del grupo, coescrito por Tyler y Perry, el productor Jack Douglas se encargó del siguiente Get Your Wings (1974). Los frecuentes conciertos dados en toda la Unión Americana impulsaron las ventas de Toys in the Attic (1975) a más de un millón de copias; «Sweet Emotion» fue un éxito menor, mientras que «Dream on» (del primer álbum) alcanzó el Top Ten en 1976.  «Walk This Way» y «Last Child», de Rocks (1976), también fueron muy populares.

Después de grabar Draw the Line (1978), el grupo apareció en la película Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band, en la que interpretó «Come Together» de los Beatles, versión que logró penetrar en los primeros 30 lugares de popularidad en 1978. El álbum Live Bootleg, grabado en vivo, salió en 1979. Al poco tiempo de aparecer Night in the Ruts, Perry abandonó al grupo para fundar el Joe Perry Project, con el que grabó Let the Music Do the Talking (1980) y I’ve Got the Rock’n’Rolls Again (1981).

Debido a la renuncia de Whitford, quien grabó un disco con Derek St. Holmes, el antiguo cantante de Ted Nugent, y un grave accidente de motocicleta sufrido por Perry, el siguiente álbum de estudio de Aerosmith, Rock in a Hard Place, no apareció hasta 1982. La relativa falta de éxito del álbum dio lugar a la reunión de la alineación original en 1985, cuando el grupo fue contratado por Geffen para grabar Done with Mirrors, un éxito comercial.

Aerosmith tuvo un hit sospresa al año siguiente, cuando el grupo de rap Run DMC resucitó «Walk This Way»; Perry y Tyler participaban en la nueva versión.  El siguiente álbum del grupo fue Permanent Vacation (1987), producido por Bruce Fairbairn, que incluía el exitoso sencillo «Dude (Looks Like a Lady)» y una versión de «I’m Down» de Lennon y McCartney. Después de cambiar de compañía disquera, a Geffen, figuraron en las listas de éxitos de 1989 con «Love in an Elevator», del álbum Pump.

Ya en una nueva década, la de los noventa, se puso a la venta la caja compilatoria Pandora’s Box.  Una atingente retrospectiva sobre la carrera del grupo a lo largo de diez años (1973-1982). Y en 1993 sacaron a la luz Get a Grip, álbum que con los meses se proclamó en uno de los de mayores ventas en el mundo. De él se extrajeron sencillos como «Livin’ on the Edge» y «Crazy».

A pesar de su inclusión entre los millonarios estrellas del rock and roll, estos elementos del mundo musical continúan siendo escandalosos y rebeldes, negándose a ingresar al círculo de los ricos respetables. La música de su álbum, Get a Grip, desbordó agresividad.  El contenido sorprendió con la mordacidad de los reprimidos.

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Desde entonces y tras otros cuatro álbumes (Nine Lives, Just Push Play, Honkin’ on Bobo y Music from Another Dimension) Tyler, autor de las letras, sigue observando al mundo con los ojos del hombre de la calle.  «Cuando veo a otra gente de mi edad, calva y gorda, me da miedo. A esos codiciosos les da flojera ir a los conciertos. Usan traje para ocultar sus cuerpos feos. Hay millones de desempleados, pero esos asquerosos yuppies acaparan el dinero en lugar de crear empleos. Canciones como ‘Eat the Rich’ tratan sobre ellos. Comérselos es lo mejor que uno pudiera hacer.»

Afortunadamente Tyler no ha perdido nunca la actitud juvenil: él y su banda contra el mundo astringente.  Con cada nuevo álbum quieren demostrar al planeta cuánto aún pueden dar de sí. Al escuchar el resultado se sienten como el Dr. Frankenstein que observa a su hombre artificial y grita: “¡Vive, grita, sangra!”.

Si de algo además el cantante se siente orgulloso en su carrera de medio siglo, es de la colaboración que tuvo con Rap DMC.  Si bien Tyler dice no escuchar nada de música mientras está grabando, a fin de no dejarse influir, este originario de Massachusetts es un fanático absoluto del rap el resto del tiempo. Para él, los negros lo lograron de nuevo: crearon una nueva forma de arte. Cantan de cosas de las que nadie quiere saber nada, como de los pobres en el arroyo y del junkie con la aguja en el brazo, cantan sobre la realidad.

Los miembros de Aerosmith no sólo se limitan a hablar, sino que también hacen otras cosas de carácter social. Apoyaron una exposición fotográfica alternativa, por ejemplo, con una generosa donación, después de que el gobierno estadounidense canceló los fondos para la misma puesto que las fotos, además de otros temas, también mostraban órganos sexuales. El quinteto se manifestó también a favor de la conservación de los derechos de la libertad civil, que en su opinión peligran bajo el nuevo gobierno estadounidense.

Asimismo han solicitado a sus fans en la Unión Americana que lleven alimentos a los conciertos. En Boston, por ejemplo, reunieron de esta manera 20 toneladas de comida –principalmente latas y otros abarrotes no perecederos–, las cuales fueron repartidas entre los pobres y las personas sin hogar de todo el estado de Massachusetts.

Según Steven Tyler, «La gente que vive en la calle me da muchísima lástima.  Cuando andamos de gira, muchas veces visitamos los asilos para personas sin hogar y repartimos comida. Eso ayuda a no reprimir la realidad, como gustan de hacerlo las corbatas instaladas en el piso 23 de alguna torre de oficinas. No es posible soslayar estos problemas”.

Con su llamada nueva época (la cual se puede decir empezó cuando el grupo volvió a juntarse en 1985 o en otra reunión posterior), Aerosmith está tratando de tocar un rock más duro y de hacer buenas baladas. Eso es todo. Su sonido está volviendo al origen. Después de grabar Just Push Play, les pareció que varias piezas se habían alejado demasiado de sus raíces.  Eso lo quisieron prevenir con ocasión de Honkin’ on Bobo, y eso se debió la influencia más clara del blues y del rhythm and blues.

Hoy 50 años después, Aerosmith suma y sigue evangelizando…

VIDEO SUGERIDO: Aerosmith – Road Runner – Yokohama – 27-07-2004, YouTube (LiveAerosmith)

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RADIOHEAD/6

Por SERGIO MONSALVO C.

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EL STATUS DE LA CELEBRIDAD

Tom Yorke aprovechó su nuevo status de celebridad para respaldar al nuevo grupo indie Drugstore (al que apoyó con su voz en “El President”, pieza lanzada en 1998), mientras que Radiohead en conjunto colaboraba con Massive Attack, que desde hacía mucho pretendía realizar un remix de todo el álbum OK Computer.

El triunfo del disco fue seguido por una frenética gira mundial, de la que se recibe una impresión bien lograda en el video Meeting People Is Easy de comienzos de 1999.

La película de Grant Gee permite echar un vistazo sobrio al mundo en el que vive Radiohead: el grupo es perseguido de forma incansable por los ejecutivos de las disqueras, los fans, los fotógrafos y sobre todo los periodistas.

En gran parte de 1999 los integrantes de la banda se retiran a Francia para trabajar con dedicación en el sucesor de OK Computer. Sólo se difunden noticias esporádicas del grupo, por ejemplo cuando se presentó como parte de los conciertos en beneficio de War Child de Amnistía Internacional y cuando se dio a conocer que trabajaban en la música para una nueva serie de televisión de la BBC, Eureka Street.

En junio del mismo año, Yorke y el guitarrista Jonny Greenwood dieron una actuación acústica en el marco del Concierto por la Libertad Tibetana en el auditorio Rai de Ámsterdam. Fue uno de los mejores momentos del evento.

De manera lenta pero segura se pone de manifiesto que Radiohead ha sufrido cambios. Las giras y las actividades de promoción exhaustivas son cosa del pasado y, también en lo que se refiere a la música, Yorke y sus compañeros quieren emprender otro rumbo.

Thom Yorke von Radiohead

Una vez de regreso en casa después de la gira para promover OK Computer, Yorke volvió a entregarse a un viejo amor —la música electrónica muchas veces abstracta de los grupos producidos por el sello Warp de Sheffield (Autechre, Aphex Twin)– e hizo constar que la verdadera renovación musical tenía lugar principalmente en ese género.

Asimismo, dijo que Radiohead se había quedado atrás en el tiempo, al contrario de lo que él deseaba. “De repente me di cuenta de que nos equivocamos –sentenció Yorke—. Después de regresar a casa compré todo el catálogo de Warp y redescubrí ese gran salto de la música, incluso cuando ésta consiste sólo en estructuras cambiantes y sin voz. Caí en la cuenta de que eso despertaba semejantes emociones en mí que la música común de guitarras”.

Así supo cómo quería que sonara el siguiente disco de Radiohead. “Me distancié por completo del canto y las melodías. Sólo quería ritmos y sonidos”, explicó el músico.

Yorke estaba convencido de que la música electrónica era el único medio para describirse a sí mismo y al grupo. “La electrónica ahora es nuestra herramienta. Se ha convertido en parte de nuestro mobiliario. Las guitarras ya no significan nada para mí.

“También se ha modificado por completo el proceso de escritura de las canciones. Es más, ya no se puede hablar de ‘escribir’. Lo que ahora hacemos es montarlas: reunimos material y luego lo pegamos. Lo único raro es la obligación de ponerle voz. La música que me ha inspirado últimamente no contiene voz. Y la que escucho en la cabeza no son canciones redondeadas. Son sonidos inconexos y fragmentados”.

VIDEO SUGERIDO: Radiohead – the National Anthem live at the BBC studios, YouTube (RadioheadSnatcher)

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CANON: THE BYRDS

Por SERGIO MONSALVO C.

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 CREAR CORRIENTE

Jim McGuinn, un músico de folk formado en Chicago, había tocado la guitarra para Bobby Darin, Chad Mitchell y Judy Collins, antes de intentar una carrera por su propia cuenta interpretando canciones de los Beatles en los cafés neoyorquinos del Greenwich Village.

Inspirándose en George Harrison por su innovación en el tema “A Hard Day’s Night”, decidió entrar al rock con una guitarra eléctrica de 12 cuerdas. En ese tiempo conoció a David Crosby, otro folklorista que rondaba por el mismo circuito musical.

Ambos se trasladaron a Los Ángeles donde Crosby conocía a gente que pudiera ayudarles en sus planes. Ahí se reunieron con Chris Hillman, un bajista, con el cantante y compositor Gene Clark y con el baterista Michel Clark.

Acordaron integrarse en un grupo al que en primera instancia denominaron The Beefeaters para después cambiarlo por The Byrds, con el cual grabarían por primera vez en 1965. En ese entonces también Jim McGuinn cambió su nombre por el de Roger.

El primer álbum de la banda se llamó Mr. Tamborine Man, con el cual inauguraron una nueva corriente rockera, el folk-rock, y se constituyeron en una incomparable agrupación que denotaba la influencia evidente de Bob Dylan, el estilo de los Beatles, el country and western y el rhythm and blues, con lo cual originaron el nuevo rock estadounidense.

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Las novedosas armonías vocales y de la distinguidísima guitarra de McGuinn les acarrearon el éxito inmediato. Sus aventuras lisérgicas y la experimentación musical produjeron notables resultados que se pueden paladear en los discos Turn! Turn! Turn! (1966), Fifth Dimension (1966) y Younger Than Yesterday (1967).

Tras estas grabaciones abandonaron al grupo Crosby (quien posteriormente se uniría a Stills y Nash) y Gene Clark. Como trío, editaron The Notorious Byrd Brothers (1968) y Sweetheart of the Rodeo (1968). Hillman y Michel Clark dejaron al grupo también y McGuinn lo reorganizó con nuevos músicos, entre los que destacó Gram Parsons.

En 1972, después de otros siete discos, el grupo desapareció definitivamente.  Su estilo e influencia permanecieron tan vigentes como sus canciones, basta recordar: “Mr. Tamborine Man” (de Dylan), “Eight Miles High”, “So You Want to Be a Rock n’ Roll Star” o «My Back Pages», entre muchas otras que los ubicaron entre el canon del rock para siempre.

VIDEO SUGERIDO: The Byrds – All I Really Want To Do (Live 1965), YouTube (TransatlanticMoments)

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RADIOHEAD/4

Por SERGIO MONSALVO C.

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 EMBELSO POR LOS RASGOS

The Bends no tenía un sencillo tan significativo como “Creep”. No obstante, Ed O’Brien se mostraba optimista. “Estoy convencido de que nuestro nuevo álbum suena mucho mejor y más maduro que el debut. Por el momento no hay nada que me agrade más que tocar en un grupo. Viajas mucho, te pagan por ello y tus fans te regalan muchas cosas. ¿Qué más pudiera pedir? Si el asunto saliera mal a pesar de todo, podría ponerme a dar clases de Politología”.

La nueva obra demostró que Radiohead no era un “One hit wonder”: el sonido ligeramente nervioso de la voz de Yorke despertó gratos recuerdos de Bono y los músicos se transformaron en un grupo maduro que con igual facilidad manejaba un noise durísimo o una balada sutil. Los sencillos “High and Dry”, “Planet Telex”, “Fake Plastic Trees”, “Just” y “Street Spirit” se convirtieron en éxitos, y el álbum tuvo ventas platino en el Reino Unido.

Con la delicada “High and Dry” (número 17 en la Gran Bretaña) como abridora del álbum, The Bends engendró reseñas embelesadas por su mezcla de acordes de poder al estilo de Queen, arte épico en las baladas y guitarras estremecedoras.

Siguió una larga estancia en las listas (número 6 en la Gran Bretaña/número 88 en los Estados Unidos), promovida por los sobresalientes hits “Fake Plastic Trees”, “Street Spirit (Fade Out)” y “Just” (un tema célebre de MTV en los Estados Unidos gracias al confuso video de un hombre tendido sobre el pavimento).

En conclusión, este segundo álbum del grupo de Oxford no incluyó una sola canción débil. El quinteto había presentado doce perlas rítmicas y llenas de energía que extendieron un calidoscopio muy extenso del pop y del rock británicos.

Resultaba evidente que sus bisabuelos, abuelos y padres eran los Beatles, David Bowie y los Smiths, y sus hermanos mayores The Jesus and Mary Chain. Con todo, Radiohead sonaba posmoderno, joven y con un estilo más definido que Suede, con quienes se les comparaba.

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En The Bends, el cantante Thom Yorke domina todas las canciones de manera soberana. Cuando su voz característica llega a los registros superiores el escucha siente fuego en la médula de los huesos y se le pone la carne de gallina. El complemento ideal son las guitarras variadas que se entregan ora a riffs de glam rock, ora a un suave acompañamiento acústico o bien al uso hipnótico del pedal del volumen.

Si las canciones de su debut Pablo Honey aún podían evaluarse como respetables reverencias ante Clash o al U2 de su primera época, el disco que le siguió demostró que Radiohead era mucho más que el triunfo musical de un solo día, y que sus integrantes habían aprendido a dominar de manera satisfactoria sus instrumentos.

Cuando le sirvieron de abridores a R.E.M. en julio de 1995, Yorke se hizo amigo de Michael Stipe, uno de sus héroes personales. En septiembre ayudó a organizar, junto con Brian Eno, un álbum que se grabó y lanzó en cinco días en beneficio del trabajo realizado en Bosnia por la asociación de beneficencia War Child. La épica pieza “Lucky” de Radiohead fue un momento destacado del álbum Help! que resultó de ello.

El grupo anduvo de gira de manera continua, incluyendo apariciones como banda abridora en los Estados Unidos para Soul Asylum y Alanis Morissette (quien presentaba un cóver de “Fake Plastic Trees”). Estas giras le valen a Radiohead la reputación de “grupo abridor ideal”. Luego, después de que Yorke y Jonny Greenwood colaboraran en el soundtrack de la película de glam rock de Stipe, Goldmine, se pusieron a preparar su siguiente álbum.

VIDEO SUGERIDO: Radiohead – Just, YouTube (Radiohead)

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LED ZEPPELIN

Por SERGIO MONSALVO C.

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 AL BLUES POR ELECTROSHOCK

El blues le ha brindado al intérprete del rock, a través de la historia la ruta musical hacia lo primitivo, ese hito que consistentemente ha permeado su romanticismo esencial. De ahí se desprende de manera atingente la mitología que atribuye al blues el origen del rock.

No obstante, el blues no concuerda a la perfección con dicha noción romántica de lo primitivo; por lo tanto, el rock ha hecho al blues de acuerdo con su propia imagen. Uno de tales momentos se dio a finales de los sesenta cuando surgió una nueva propuesta en este sentido: el heavy blues a cargo de Led Zeppelin.

Led Zeppelin se fundó en 1968 con Jimmy Page, afamado guitarrista de estudio y miembro de los Yardbirds hasta la disolución del mismo, el vocalista Robert Plant, el baterista John Bonham y el bajista John Paul Jones.

El nombre del grupo surgió cuando le comentaron a Keith Moon, de The Who, su integración y éste en son de broma dijo que fracasarían y caerían como un “Zeppelin de plomo”. El presagio no se cumplió y se convirtieron en una de las bandas más influyentes de la historia del rock.

Bajo un contrato excepcional con Atlantic Records, que no permitía a la compañía ninguna injerencia en su material musical, ni sobre las portadas, promoción o conciertos, el Zeppelin sacó su primer disco en enero de 1969. En él mostraban su amplio espectro musical y formas y composiciones muy estructuradas, con blues, rock and roll clásico, soul, música celta, india, árabe, folk y country. Y aunque la prensa lo calificó como heavy metal, el propio grupo lo denominó como “heavy blues”.

El blues y el rock trabajan en parte con los mismos materiales, pero su enfoque es diferente. El deseo sexual, el alcohol, la pasión y el dolor son elementos compartidos por ambos. El blues los trata con ironía y desapego; el rock, con urgencia y exageración.

El Led Zeppelin adaptó el blues a su propia noción de lo musical. Al control que necesariamente implica la idea del primero, ellos le abrieron las compuertas para que no fuera incompatible con su propuesta de energía eléctrica pura.

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El segundo álbum del grupo se realizó en plena gira y se lanzó el 22 de octubre del mismo 1969. Cada canción se grabó en un estudio distinto, pero siempre bajo la cuidadosa producción de Jimmy Page y la asistencia de Eddie Kramer, productor de Jimi Hendrix.

El Zeppelin retomó las ideas del primer disco, pero más desarrolladas y reveladoras. Mezclaron el blues con el hard rock (que tenía de antecedente a los Yardbirds) y la psicodelia. Con él sentaron las bases del heavy metal de los años setenta.

En la música de los británicos la combinación de lujuria, patetismo y humor presentada por el blues original se volvió tornado. Su composición «Whole Lotta Love», por ejemplo, se apartó del tradicional refinamiento bluesero y fue reemplazado por la intensidad: «Muy adentro te daré mi amor,/ te daré cada pulgada de mi amor..

De esta forma, el blues urbano se transformó por la vía del electroshock en un caballo salvaje, gracias a la fuerza de la propia naturalización zeppelinesca.

Led Zeppelin fue una agrupación seminal que allanó el camino al heavy metal de los setenta y lo continuó haciendo con el hard rock que sería la fuente del grunge noventero. Su influencia es tal que en el rock de garage abarca desde Wolfmother a Stone Temple Pilots o Rage Against the Machine.

Tienen canciones clásicas consideradas entre las mejores de todos los tiempos. Marcaron una huella perenne y fueron catalizadores para la transformación del rock en su momento.

En los noventa se editaron dos álbumes dobles del grupo señero, los cuales vienen a conformar un panorama bastante completo de la injerencia de la formación dentro de las páginas de oro del género: Led Zeppelin Remasters (1992, Warner) y Led Zeppelin BBC Sessions (1997, Atlantic).

En el primero, con las grabaciones realizadas en estudio, queda patente cómo este grupo inglés marcó su huella perenne al utilizar al blues de la misma manera como Picasso y Jackson Pollock usaron las máscaras tribales en su arte: como catalizador para completar la transformación de las ideas románticas sobre lo primitivo en un nuevo arte universal.

El catalizador, como se sabe, es siempre necesario para inducir la reacción, aunque no constituya un auténtico elemento del resultado. Los británicos del dirigible utilizaron el catalizador bluesero para proyectar su nuevo sonido al mundo.

De esta forma, el Willie Dixon de «You Shook Me» y «I Can’t Quit You, Baby» se transformó por la vía del electroshock en un caballo salvaje, gracias a la fuerza de la propia naturalización ledzeppelinesca.

Todo ello queda explicado de manera clara y directa en ese álbum que contiene 26 temas, de «Communication Breakdown» a «In the Evening», producido atingentemente por uno de sus principales protagonistas, Jimmy Page. Mismo que se encarga de trabajo semejante en el segundo álbum, Led Zeppelin BBC Sessions.

El alcohol destruye más de lo que uno quisiera. Los integrantes de Led Zeppelin se enteraron de eso cuando el baterista John Bonham sucumbió a la bebida en 1980. 17 años más tarde apareció una edición especial en la cual el grupo de nueva cuenta parecía subrayar la importancia de éste para la posteridad, BBC Sessions (Atlantic, 1997). El guitarrista Jimmy Page evaluó con oídos muy críticos las grabaciones realizadas por el conjunto entre 1969 y 1971 para diversos programas de la BBC inglesa.

En esta antología escuchamos a un grupo al que le valen los millones de escuchas pegados a sus radios en aquel momento e improvisa de manera rica, pesada e intensa con el blues, además de presentar varias canciones aún inéditas en ese entonces. Entre ellas, una que entretanto se ha convertido en un clásico de todos los tiempos: «Stairway to Heaven».

Fue la época en que Robert Plant aún alcanzaba sin problema alguno los tonos más altos, con una aspereza sin par. Ambas colecciones estupendas e imprescindibles para el legado de este grupo canónico (a las que han seguido: How The West Was Won, Mothership, Celebration Day, además de los dos recopilatorios de Latter Days).

Tal legado se mantiene vivo y rentable, sin importar lo que los integrantes hayan hecho luego. Plant ha logrado realizar con éxito una carrera como solista bajo sus mismas consignas aventureras. Page, por su parte y como detentador de todos los derechos, no ha logrado nada como creador y, desde que comenzó el siglo XXI, se ha entretenido cuidando los materiales de Led Zeppelin, con reediciones muy cuidadas (como las mencionadas) así como  hurgando en sus archivos inéditos para armar nuevos testimonios sonoros.

VIDEO SUGERIDO: Led Zeppelin – Whole Lotta Love (1997 Promo), YouTube (ledzeppelin)

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Por SERGIO MONSALVO C.

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 INDIE Y LA CAJA DE PANDORA

Las transformaciones en el rock significan la desestabilización de viejas formas musicales y de pensamiento, extinción de informaciones anticuadas o su reordenamiento en contacto con los nuevos saberes y tecnologías, que confluyen en nuevas agrupaciones y senderos. Ahí es de manera precisa donde brotan los artistas independientes (indies) y las compañías disqueras que canalizan sus expresiones al margen de lo comercial.

No obstante, de manera paulatina y con el paso del tiempo, la palabra indie empezó a referirse menos a la industria que al estilo. Los investigadores, estudiosos y analistas serios de la música se mantuvieron fieles a la primera definición, pero la percepción pública, la vulgarización, promovida en mucho por las grandes disqueras que vieron en ello un lucrativo negocio, habló ya de indie como de un rock quejumbroso apoyado por retumbantes guitarras, y ese es el uso común que se le da hoy en día.

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En 1984, Thom Yorke fundó al grupo On A Friday con su compañero de escuela Ed O’Brien. Colin Greenwood más Phil Selway y el hermano de Colin, Jonny, se unieron a la postre. Originarios de Oxford, Inglaterra, los cinco miembros de la banda provenían de familias de clase media. Se conocieron a mediados de los años ochenta en la Abingdon School, centro educativo de una pequeña ciudad cercana a Oxford.

Thomas Edward Yorke (nacido el 7 de octubre de 1968) se convirtió en el vocalista, compositor, guitarrista, tecladista y con el tiempo en el realizador del trabajo artístico de las portadas de sus discos y videos. Fue a la Universidad de Exeter donde estudió Bellas Artes y Literatura Inglesa. Ahí tocó la guitarra en un grupo de techno —su primer amor en realidad— llamado Flickemoise.

Jonathan Richard Guy Greenwood (5 de noviembre de 1971), a su vez, estudió Psicología en Oxford Poly (sin graduarse). Ejecuta toda clase de instrumentos de cuerda, percusión y demás. Cuando entró al grupo tenía 14 años y ya era multiinstrumentista. Tocaba los teclados y podía escribir arreglos para cuerdas. Incluso sabía leer partituras (de hecho todos lo saben hacer). Jonny crea música con todo lo que toca. Su guitarra preferida es la Fender Telecaster.

Por su parte, Edward John O´Brien (15 de abril de 1968) estudió Ciencias Políticas en Manchester y se erigió en la segunda guitarra y segunda voz del grupo. Colin Charles Greenwood (6 de junio de 1969) tomó para sí el bajo y se licenció en Literatura Inglesa en Cambridge. Y Philip James Selway (23 de mayo de 1967), se hizo cargo de la batería y estudió Literatura Inglesa e Historia en el Liverpool Polytechnic.

Durante los primeros cuatro años sólo tocaron en ocasionales conciertos durante las vacaciones de la universidad. En aquel entonces el grupo interpretaba un pop pulido y durante algún tiempo incluso mantuvo una sección de metales. No obstante, después de graduarse se presentaron en julio de 1991 en un pub de Oxford lleno de cazatalentos de las disqueras.

Para septiembre del mismo año ya habían firmado con Parlophone y cambiado el nombre a Radiohead, sacado del título de una canción de los Talking Heads que aparecía en el disco True Stories. Sus primeras piezas con tintes de grunge, “Drill EP” y “Creep” (ambas de un EP de 1992), tuvieron poco impacto, mientras que el sencillo “Anyone Can Play Guitar” y el disco Pablo Honey de 1993 se hicieron notar apenas en las listas británicas.

Sin embargo, hay que señalar que en Pablo Honey el grupo halló un buen equilibrio entre un indie-pop frágil y un rock alternativo exorcista, con los textos misántropos y melancólicos de Yorke como marca distintiva. Las críticas, es cierto, fueron positivas, pero el grupo, por no estar “a la moda”, prácticamente no impactó a la prensa musical británica. Los sencillos “Anyone Can Play Guitar” y “Pop Is Dead” entraron a las listas de éxitos de su país natal en posiciones muy modestas.

No obstante, durante una gira por los Estados Unidos “Creep” se convirtió en un todo un fenómeno. En la Unión Americana el público se volvió loco por el tema. Era un track perfecto para los lánguidos escuchas llenos de conmiseración por sí mismos, adicionado con las cantidades justas de angustia y ruido.

Era la canción perfecta acerca de la sensibilidad de una generación, aderezada con elementos del grunge, nostalgia por la lejanía y guitarras emotivas. MTV tocó tanto “Creep”, al derecho y al revés —así como las demás canciones del álbum debut—, que en un dos por tres Radiohead se convirtió en un grupo respetado y solicitado en la tierra del Tío Sam. No obstante, el éxito también conllevó  problemas.

VIDEO SUGERIDO: Pop is Dead Radiohead, YouTube (jerollen)

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