HAMBRE

Por SERGIO MONSALVO C.

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(KNUT HAMSUN)

El autor noruego Knut Hamsun (nacido como Knud Pedersen en Lomnel Gudbrandsdal, 1859 y fallecido en Grimstad, en 1952) se presentó en la redacción del periódico Politiken en el otoño de 1888 con un manuscrito incompleto, y lo ofreció al editor de folletines Eduard Brandes.

Cuando éste comenzó a leer, comprendió que tenía una joya literaria entre sus manos, una obra que superaba a todo lo escrito hasta entonces y quizá única en su género en cuanto a su construcción total. Al día siguiente entregó las hojas a la revista Ny Jord, que las publicó en forma anónima en noviembre de 1888 bajo el título de Hunger (Hambre), produciendo una enorme sensación con cada entrega. La edición como libro apareció en 1889.

Fue un texto que surgió como una tromba para descubrirle al mundo insospechadas rutas para la literatura. ¿Cómo? El autor escandinavo le dio voz y grandes monólogos interiores a un hombre camino a la locura, debida al hambre omnipresente que lo atosiga, mitigada sólo en contadas situaciones, como cuando consigue que le publiquen algún artículo en un diario. En el ínterin deambula sin ton ni son por las calles de la ciudad.

Esa es la trama. Un individuo, que es escritor, abandona su miserable habitáculo y se echa a la calle sin saber si ese día tendrá algo que llevarse al estómago, bajo el prurito de la pura sobrevivencia y confesándose a sí mismo, con pasmosa futilidad, sus desaventuras y contratiempos.

LIBROS KNUT HAMSUN

La atmósfera que Hamsun consigue tiene una vibración única, donde las circunstancias terribles que impactan in crecendo al lector, son paliadas por la levedad de espíritu y sinceridad del protagonista.

Al narrador lo apreciamos por ser un justiciero de sus principios, que discute consigo por lo que siente que está bien hasta el cansancio, enfrascándose en una lucha dialéctica ante la desesperanza. Porque, desde su perspectiva, todo es trivialidad, tonterías, situaciones incómodas, dentro de una estructura narrativa circular (genialmente resuelta en obsesivos y magníficos monólogos) y sin ningún tapujo emocional.

Hambre es, asimismo, un testimonio de la psicofisiología de la conducta humana o, como lo expresaría más tarde el mismo Hamsun (protagonista de la misma), se trata del «misterio de los nervios en un cuerpo famélico».

Este último ya no es un sistema intacto, de acción, capaz de valorar situaciones y de responder a ellas en el sentido de las expectativas del ambiente; en efecto, ese “yo” parece que ya no se halla en el mismo mundo de los demás. Mientras tanto a su alrededor se han colocado barreras invisibles que lo mantienen cercado dentro de un aislamiento que ya no comprende y confunde aún más (la soledad en medio de la multitud).

VIDEO SUGERIDO: George Harrison – “Bangladesh”, YouTube (mac3079b)

Hamsun, cuando lo escribió, ya había pasado hambre como  hijo de una familia campesina, y anteriormente sufrido el fracaso y la soledad. Antes de cumplir la treintena ya había rodado por el país y laborado como zapatero, vendedor ambulante y picapedrero, entre otros oficios para ganarse la vida.

Cuando se le presentó la oportunidad emigró hacia los Estados Unidos en 1882, pero la nostalgia, el apego al terruño y su provincianismo lo hicieron volver a Noruega en 1888. Definitivamente las grandes ciudades no eran para él. Por otro lado y sin lugar a dudas, la obra tiene otro mérito a contracorriente del romanticismo implícito: la recuperación.

Con la reflexión y contra toda experiencia desalentadora le concede a la vida en sí misma una supremacía esencial frente a la muerte. Lo que planteó un pensamiento nuevo en la naturaleza del arte: la novela psicológica.

Este autor noruego obtuvo en 1920 el Premio Nobel de Literatura. La herencia de verdad profunda que emite esta obra, influyó enormemente en escritores tan disímbolos como, Henry Miller, Ernest Hemingway, Franz Kafka, Charles Bukowski o Isaac Bashevis Singer, por mencionar a algunos que lo nombraron entre sus más ricas filias, así como la admiración de otros (Thomas Mann, Paul Auster), que a pesar de su desbarres políticos, que son otra e infame historia, se mantuvieron intactas.

El rock, por su parte, tiene con Hamsun la misma deuda que cualquier lector. Sin embargo, la cuestión del hambre casi no la ha tratado de manera individual, pero sí lo ha hecho en sus implicaciones colectivas. Y lo viene haciendo desde que Bob Dylan puso a Woody Guthrie como su referencia.

El folk retrató con las letras de este cantautor las miserias y penurias de los desposeídos, de los miserables, de los pobres expulsados de la maquinaria del desarrollo, de los marginados por el sueño americano y el capital.

El folk rock, primero, y las corrientes del heartland rock y de la dark americana e indie, a la postre, han puesto estas consideraciones en la lírica de su temática (el country y la canción de protesta lo han hecho por su parte). Infinidad de músicos han hablado de la cuestión.

Desde el ya mencionado Dylan, Bruce Springsteen, Los Lobos, JJ Cale, los Klezmatics, Wilco, Anti-Flag, Meat Puppets, Fleet Foxes, Iron & Wine, Bon Iver, Ani DiFranco, Elliott Smith, Billy Bragg,  y un largo etcétera.

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A través de este canto rockero se manifiesta el hombre sin mayor cosa que su propio trabajo, la voz de aquél al que ni el destino, ni su medio han podido sacar de la cuneta, pero cuya voluntad férrea lo lleva a sobrevivir.

De esta manera el género ha sabido llegarle a la gente hablándole de sus problemas, de sus esperanzas y de sus luchas. Es la música que primeramente ha elevado al mundo sus cantos por la paz, su compromiso con el otro y de ayuda para el necesitado.

Y lo ha hecho no sólo con su materia prima sino también de facto con los festivales benéficos que él mismo ha generado, comenzando con aquel Concierto para Bangla Desh, país que padecía el azote del hambre, las epidemias y la indiferencia del mundo, excepto la de los rockeros que se reunieron con ese propósito solidario, organizados por George Harrison.

Para continuar hasta el modelo que creó la épica de Bob Geldof: el Live Aid a beneficio de Etiopía. Un macro concierto simultáneo en el Reino Unido y en la Unión Americana, televisado en vivo a (prácticamente) todo el mundo, con diez horas de actuación y con figuras de primera línea.

Desde varios puntos de vista fue un éxito: en el musical con momentos inolvidables, en el mediático-planetario (por la trasmisión vía satélite) y marcó, además, una fórmula a futuro (el Farm Aid, el Live 8 o el Live Earth, de la actualidad, son un derivado de aquello). Y desde la perspectiva de la movilización, puso su grano de arena para concientizar sobre la lucha contra la pobreza, el hambre y la desigualdad dentro del capitalismo salvaje.

Lo que queda demostrado, con ambos ejemplos, es la capacidad del rock para unir esfuerzos por motivos sociales y humanitarios, el único género capaz de hacerlo. En la cauda quedan aquellos esfuerzos que enseñaron al mundo lo que los individuos y su voluntad son capaces de hacer; lo que un puñado de músicos en plan generoso pueden realizar y finalmente la pública toma de conciencia sobre una realidad lamentable e inadmisible: el hambre.

Al rock le duele el mundo. Y como sugiriera Hamsun en su libro canónico, busca el alivio con la reflexión y el acto.

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VIDEO SUGERIDO: LIVE AID 1985 (El mejor Concierto de la historia del Rock), YouTube (mrJalmore)

 

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MORPHINE

Por SERGIO MONSALVO C.

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 UNA ODA ESPARTANA

El sonido realmente especial de Morphine fue inherente a su instrumentación como trío, que pudo serlo todo menos ordinaria, con un bajo slide de dos cuerdas, a cargo de Mark Sandman (también en la voz); saxofón barítono de Dana Colley y la batería de Billy Conway.

A este trío de la Unión Americana le agradaba el sonido del sax, el ulular de sus vientos, al cual le otorgó el mismo destacado lugar que en los grupos convencionales de rock ocupaba la guitarra. Así, el entorno se llenó con su presencia, la sobredosis de metales hipnotizó los nervios.

En los tiempos del punk y la new wave, ese sonido se describía como No wave o punk-jazz, géneros de los que se ocupaban bandas como The Lounge Lizards y James White & The Distortions, aunque el grupo mismo lo denominó como “low-rock”. Hoy a eso se le conoce como rock alternativo,

Su combinación del rock de vanguardia con mucho ambiente, erótico y con influencia jazzística de garage, llevó a compararlos con Tom Waits (por la voz cálida, llena de humo, de Sandman), los Lizards, Chris Isaak, Chet Baker, Roxy Music, Angelo Badalamenti y Nick Cave, entre otros.

Morphine fue fundado en 1989 en Cambridge, Massachusetts, como un experimento ligero en cuestiones de oscuridad. El grupo no tardó en llamar la atención dentro de la fértil escena musical local, misma que anteriormente alimentó el grupo de punk blues de Sandman y Conway, Treat Her Right.

Agrupación formada en 1985 que tocaba un punk bluesero y se presentaba con frecuencia ante el público, aunque no logró darse a conocer fuera de los Estados Unidos. Esto cambió cuando se integró a ellos Dana Colley en el sax (ex Three Colors) y cambiaron su nombre por el de Morphine.

Su primer disco, Good, editado con Accurate/Distortion y reeditado por Rykodisc, entró al Top 40 de la influyente radio universitaria estadounidense, cosechó reseñas favorables en toda la Unión Americana y fue nombrado «Álbum independiente del año» en la versión 1992 de los Boston Music Awards.

El disco se caracterizó por sus grooves impulsados por el bajo, extrañamente insulares y serpenteantes, que criptaban pero nunca ardían con llama abierta. Era un rock duro, aunque no tuviera guitarra, teclados ni sampleadores.

En 1993 sacaron Cure for Pain, también con Rykodisc, álbum que encabezó en esta ocasión el Top 20 de la radio alternativa durante más de seis meses.

Morphine pudo convencer a los escuchas igualmente con sus presentaciones en vivo.

Incansables giras intercontinentales y varias apariciones en televisión (en MTV News, The Conan O’Brien Show y con Beavis and Butthead) impulsaron las ventas del este segundo álbum. Además, cinco canciones del mismo ocuparon un gran lugar en el soundtrack de un filme importante.

VIDEO SUGERIDO: Morphine – Honey White (live 1995), YouTube (icyxxx)

Se trató de la aclamada película independiente Spanking the Monkey (escrita y dirigida por David O. Russell), que ganó el Premio del Público en el Festival de cine Sundance de 1993.

Después del éxito internacional (modesto) logrado con los primeros álbumes los miembros de Morphine ya no tuvieron necesidad de demostrar de lo que eran capaces en su tercer disco Yes (de 1995). El cual fue otra vez producido por Paul Q. Kolderie (quien ya había trabajado con Hole, Radiohead y Dinosaur Jr., entre otros).

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Sin abandonar ni por un momento el carácter improvisado de la música, en tal disco tocaron con mayor soltura. Las doce canciones de jazz-rock con aire punk disfrutaron de más espacio y se explayaron con mayor comodidad en su confección instrumental que en los mencionados álbumes anteriores.

Con su voz cavernosa y cálida, Mark Sandman –también coproductor– conservó su puesto como carismático cantante principal y como el compositor único del material, ya que sus textos poéticos de origen beat de nueva cuenta tenían un alto contenido rocanrolero.

La música del disco Yes resultó verdaderamente arrolladora con sus ecos metálicos del rhythm and blues primigenio, callejero, de garage o bar, como en «Scratch», «Radar» y «Whisper». Quizá de manera un tanto distinta a la de Cure for Pain o Good, pero sin faltarle nunca eso que distingue a los grupos buenos de los malos: la capacidad de sorprender.

En Yes desarrollaron ese espíritu minimalista del primer á álbum con más instrumentos, mayor dinámica y unas cuantas jugadas artísticas, pero con el mismo groove ardiente. De esta manera, para hablar entonces de Morphine se debió empezar por la reducción como concepto estilístico, arte que practicaba el trío en forma soberana.

Y, al igual que en los álbumes anteriores, también en su cuarta obra, Like Swimming (de 1997), el grupo bostoniano se las arregló con el slide bass de sólo dos cuerdas, el sax barítono y la parca batería, instrumentos de los que continuaron extrayendo oro de una profunda intensidad espartana.

 Like Swimming fascinó con su sonido minimalista, poco convencional y sumamente voluntarioso, entre el jazz de garage y el rock alternativo sin guitarras. Si bien Sandman, Colley y Conway apenas habían modificado su parsimonioso concepto sonoro, su low-rock no aburría nunca. Logró la hazaña de producir un sonido pleno con el magro formato del trío.

Y así continuó el trabajo, reducido a los recursos mínimos necesarios y no obstante dotado de una gran carga emocional. Lo que otros conjuntos no consiguen con todo un arsenal de instrumentos, se le dio a Morphine en su frugalidad: estructuras cautivadoras, ideas sonoras contagiosas y sobre todo atmósferas irresistibles.

Con todo este bagaje se salieron de gira a Europa en el verano de 1999. El 3 de julio, mientras interpretaban un tema sobre el escenario de Los Jardines del Príncipe, en la localidad de Palestrina, cerca de Roma, Sandman cayó fulminado cuando cantaba la cuarta pieza de la noche junto a su grupo.

Éste participaba en el festival Nel Nome del Rock (En el nombre del Rock), que se celebraba (y sigue celebrándose desde los ochenta) todos los años en Palestrina.

La repentina caída de Sandman fue interpretada por el público -unas 2.000 personas- como un acto escenográfico del cantante para impresionar a sus seguidores. Sin embargo, a los pocos segundos los compañeros de la banda se dieron cuenta de que algo grave le había sucedido.

Pese a la inmediata intervención de un médico, que le practicó un masaje cardiaco y la respiración boca a boca, Mark Sandman falleció cuando era trasladado en ambulancia al hospital de Palestrina, a medio kilómetro del parque donde se celebraba el festival.

Las fuentes policiales señalaron el fallo cardiaco como la causa más probable de la muerte. Sandman tenía entonces 47 años. Durante el funeral alguno de sus compañeros rememoró la frase de Joe Strummer, el líder de Clash, quien les había comentado que si había que irse, “el mejor modo era haciendo lo que amabas”. Así lo hizo Mark.

Morphine se disolvió tras un póstumo quinto álbum, The Night,  para dar paso a la formación Twinemen, con el que Conway y Colley han grabado varios discos desde el 2002, no sin antes haber sacado una caja con todas las grabaciones inéditas de Sandman, titulada Sandbox, acompañadas de un DVD.

En dicho material se muestra a ese hombre que tenía una facilidad enorme para los idiomas: francés, italiano… Había Vivido en Brasil y en Portugal fue profesor de literatura. Navegó en un pesquero por el Pacífico y trabajó como taxista antes de llegar a Morphine, con su lado lacónico y misterioso, con el margen justo para desarrollar su imaginación artística.

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VIDEO SUGERIDO: Morphine – A Good Woman Is Hard To Find, YouTube (alex2null)

 

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EMILIO

Por SERGIO MONSALVO C.

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NATURALEZA DE LA EDUCACIÓN

Jean-Jacques Rousseau escribió en 1762 el libro Emilio o De la educación, un tratado filosófico sobre la naturaleza del hombre cuyos novedosos conceptos causaron fuertes polémicas en la Europa de aquellos tiempos, en que la instrucción era un asunto rígido y para unos pocos. Hasta la fecha las secuelas de tal escrito aún  perviven dentro de la cultura de Occidente en general. Tanto que las celebraciones por los 300 años del onomástico de su autor, como los 250 de dicha publicación, fueron por todo lo alto en diversas partes del planeta.

Suele citarse a Rousseau (nacido el 28 de junio de 1712 en Ginebra, Suiza) como el más grande entre quienes celebraron la fuerza inocente de “lo natural”, de los instintos. Lo que hizo este ilustrado fue arropar lo primitivo con el vestuario sentimental que se ha usado desde entonces. A su época se remite la veneración por los niños, los (nobles) indígenas, los animales y otras formas de vida consideradas como más cercanas al origen mismo del ser humano.

El Noble Salvaje (indígena) rousseauniano sigue con vida en crudas popularizaciones por demás exitosas, como en las novelas sobre Don Juan de Carlos Castaneda, y en reputadas obras de ficción antropológica, como Coming of Age in Samoa de Margaret Mead y Tristes Trópicos de Claude Levi-Strauss.

La vulgarización del mito de lo primitivo (sabio, pacífico, digno), antes propiedad exclusiva de poetas e intelectuales, dio a luz cien años después también a encarnaciones del Noble Salvaje como el Uncas de James Fenimore Cooper (en El último de los mohicanos) hasta Tarzán de Edgar Rice Burroughs y el héroe de cómic Conan el Bárbaro.

Los animales, por su parte y también desde Rousseau, consiguieron mantener su status literario y en las fabulas didácticas. En lo popular, el comic y los dibujos animados más mediáticos siguen la pauta de sus directrices.

Su herencia de pensador radical está probablemente mejor expresada en sus dos más célebres frases, una contenida en el libro El contrato social: “El hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado; la otra, expresada en el citado Emilio: “El hombre es bueno por naturaleza”. De ahí su idea de la posibilidad de una educación en libertad y lejana de atávicos formalismos.

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Hoy, este último volumen se considera el primer tratado sobre filosofía educativa en el mundo occidental. La obra del enciclopedista fue revolucionaria, con la intención expresa de que sus propuestas fueran aplicables a todos a fin de formar “buenos ciudadanos”, lo que la convirtió en el primer texto que expresara abiertamente las concepciones liberales de la época (una monarquía absolutista) en materia educativa. Dado eso, no sorprende que la obra fuera quemada en público tras su aparición.

 Emilio sirvió como inspiración para los siguientes sistemas educativos de diversas naciones. La sugerencia de que los padres en general, y las madres en particular, deben participar en la educación de sus hijos –en lugar de tutores o profesores privados, como era la costumbre– fue revolucionaria, al igual que hablar de la perfecta relación entre profesor y discípulo o de esa técnica que se puede ver hoy como antecedente del Método Montessori, de aprender a través de los juegos.

El rock, como cultura viva siempre en evolución, tomó en los años cincuenta del siglo XX algunos postulados de Rousseau para su propia concepción y los electrificó.

VIDEO SUGERIDO:  Jerry Lee Lewis – High School Confidential (High School Confidential movie – 1959), YouTube (John1948SixC)

El anarquismo romántico de aquel pensador se imagina un universo en el que sabiduría es sinónimo de energía; y en el rock, lo mismo que en el suizo, la energía y la sabiduría no se fomentan por medio de la educación restringente sino a través de la abolición de la misma. En la mitología del género, las escuelas mutilan el instinto y matan por igual a la energía y a la razón. Ergo: El rock enseña mejor las realidades de la vida que la academia.

Se trató, pues de la segunda confrontación entre la autoridad condicionante y la naturaleza rebelde e instintiva de la juventud (la primera fue contra los padres).

Los supuestos en los que el rock and roll basó su etapa clásica estuvieron bien establecidos en aquella primera época: glorificación de la juventud, rechazo al tedio, celebración de la energía y odio hacia la educación formal e impositiva (a mediados de los años sesenta aquella perspectiva se transformaría).

En la película High School Confidential de 1958, la toma inicial pinta un ambiente de ordenada actividad adolescente ante el telón de fondo de una ordinaria preparatoria estadounidense, en la que las simetrías de su arquitectura construida en ladrillos rojos encarnan la razón sólida. De repente pasa un camión de plataforma con Jerry Lee Lewis cantando «¡Vamos a sacudir las cosas esta noche!».  Jerry Lee no vuelve a aparecer en el resto de la cinta.

En lo que a la lógica de la trama se refiere, su aparición es completamente gratuita. No obstante, de acuerdo con los cálculos metafóricos de la cinematografía, su paso por ahí puso en movimiento, mejor que páginas enteras de diálogos, el conflicto entre la disciplina con la cual la sociedad somete a los instintos y el impulso juvenil el cual, a su vez, quisiera ver consumida aquella reserva entre “Grandes bolas de fuego”.

Señalada su entrega ontológica a lo instintivo, la hostilidad del rock hacia la educación en tales sentidos fue una consecuencia natural. En una película filmada en 1955, Blackboard Jungle (donde se escuchó por primera vez el sonido del rock en la pantalla), ya aparecían los desaguisados entre ambos y se mantendrían así hasta su punto culminante en la cinta The Wall (de Pink Floyd). El cine comprendió rápidamente la antipatía que existía entre el sistema educativo restringente y el rock.

Las canciones de Chuck Berry, Jerry Lee Lewis y The Coasters, entre otros, le pusieron letra a todo aquello. En el rock de los años cincuenta, al igual que en la prédica de Rousseau, el sentimiento debía prevalecer ante la razón, que era un freno del sentimiento mismo. El filósofo se lamentaba de que la sociedad occidental invirtiera los papeles naturales de los elementos mencionados, asignando a la imaginación un papel subordinado a lo restrictivo.

“Todo es bueno al salir de las manos de la Naturaleza; todo degenera en las manos del hombre”, escribiría tal autor. Vivir no significa respirar sino actuar, usar nuestros órganos, nuestros sentidos y facultades, todas las partes de nosotros mismos que nos dan el sentimiento de nuestra existencia, reflexionaría Rimbaud, su legatario (y lengua postrer del género musical), cien años después.

Por lo mismo, el rock and roll también respetaba la razón, pero en el lugar que le correspondía. El respeto que muestró hacia el pensamiento no contradijo su energía particular. La aversión primaria de tal música a la educación no constituía una sustitución bárbara de la razón por el caos. El rocanrolero supo desde el principio apreciar la razón, tal como lo hizo Rousseau, pero asignándola a «la circunferencia exterior de la energía», esa fuerza vital enarbolada por tal generación, para que no la constriñera.

Al igual que aquel ideólogo europeo, el rock odió en sus primeros años el sueño en el que querían alojar su energía las cortapisas paternas y académicas, y acusó a sus educadores y maestros de inducirlo con todas sus reservas. La energía, que lleva a la razón de sí misma, duerme cuando el sentimiento que le inspira vida es atado por las estrechas categorías de un orden educativo inconveniente.

De ahí el grito liberador en “High School Confidential” o “”Great Balls of Fire” de Jerry Lee Lewis; del hartazgo en “Too Much Monkey Business” o “Almost Grown” de Chuck Berry o las emociones contenidas en “Yakety Yak” o “That’s Rock & Roll” de los Coasters.

Expresiones que se extenderían en el tiempo hasta el “School’s Out” de Alice Cooper; el testimonio del «No Surrender» de Springsteen o la exclamación estentórea de: «Oye, maestro, ¡deja en paz a esos niños!» por Roger Waters (Pink Floyd), traducciones culturales más que elocuentes de aquel Emile canónico de Jean-Jacques Rousseau.

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VIDEO SUGERIDO: Pink Floyd – Another Brick in the Wall Official Music Video (Lyrics in Description), YouTube (xGunsSaysBAANGx)

 

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BRUCE SPRINGSTEEN

Por SERGIO MONSALVO C.

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 THE BOSS

En un paisaje poblado por nuevos dioses y pocos héroes, Bruce Springsteen no optó por el camino de estos últimos para asumir su papel en la historia. No. Él fue señalado como tal por sus compañeros de aventura. De ahí su sobrenombre: The Boss. Y, a pesar de no querer serlo, desde el principio se encarriló con tal suerte en su propia narración dentro de la música y, eso sí, a ésta la volvió homérica.

Unas veces lo ha hecho desde la Iliada (con la responsabilidad), otras desde la Odisea (con el compromiso), con esa voluntad eterna por instalar al ser humano más común u olvidado en el centro de su épica, trasladarlo al escenario de sus canciones e insuflarle el gran reto de la ilusión a pesar de todos los obstáculos que tiene la vida. En los libros de Homero está el origen de la historia humana, de su relación atávica con la mitología, de su papel enfrentado al victimismo del destino.

Es importante por ello escuchar la voz de Bruce, escarbar en sus temas, las historias que hay en medio de tanta villanía empleada y creada por los poderes políticos o financieros de hoy. Su canto nos sirve para reflexionar juntos sobre quiénes somos y ante qué nos enfrentamos, y la forma de actuar o sentir en la búsqueda de una Ítaca personal y colectiva.

Su voz, desde los primeros tracks con la legendaria E Street Band, ya abrazaba como una fuego inquieto en el cuerpo. Sólo basta escuchar “Growin’ Up” o “Spirit in the Night”, por ejemplo, con la introducción in crescendo, crepitante, que da paso a un incendio, a un flamear de guitarras, en su desafío encendido, para sentir que el mundo se inflama hasta el infinito, explota en pedazos y empieza a recomponer el/tú/nuestro horizonte.

Por eso es fácil identificarse con el personaje de Nick Hornby que lo trae a colación en High Fidelity (en el libro o la película correspondiente), el Boss siempre tendrá las palabras necesarias, la pieza para curar y el aliento del colega solidario que da el impulso hacia adelante, sin claudicar.

Pero también Bruce da voz a los marginados y a los abandonados por la sociedad. Es un autor de lo cotidiano, de su poética. Sus personajes se ensucian, visten ropa de trabajo o jeans de marcas plebeyas y hablan sencillamente. En esto el cantautor se parece a John Steinbeck, uno  de sus preceptores. Por muy sobrias y objetivas que parezcan las descripciones que haga, siempre serán compasivas y llenas de simpatía por los «perdedores”, por los “solitarios» y sus momentos, donde juega la honestidad, serán aptos para conmover y hacer de sus álbumes algo extraordinario.

Con sus temas hay que emocionarse al escuchar que tras la espesura de los problemas y el quiebre o falta de valores hay una luz o muchas, que existen dentro y gracias al espíritu rockero, y eso es algo que hay que cuidar entre todos, como comunidad.

Por eso, Bruce asume que tiene un compromiso con dicho espíritu y nunca lo olvida (“Cuidar de los nuestros…”). En ello radica su poder de convocatoria y la fuerza del enlace resultante. Siempre se ha hecho eco de su entorno, late en él, y ahí encuentra el fondo de su obra conceptual. Por eso sus canciones tienen nervio y maravillan por su voluntad artística.

Él ubica al rock en un nivel de nexo grupal, en el de himno interpretado a modo personal o en estadio, en el grito intenso que es de una colectividad entera, de una unión que se necesita reconocer en dicha voz conjunta, en el vínculo espiritual que busca instalar su razón de ser en el andar hacia su horizonte, hacia la promesa inexplicable de esa música. Por eso el hombre que nunca quiso ser “el jefe” se ha elevado por encima de las categorías y se ha erigido también en el Clint Eastwood del rock.

Y como icono mundial siente la responsabilidad, igualmente asumida, de estar a la altura del acontecimiento social que representa; de su propio discurso, planteamiento y convicciones frente a su público, sin dobleces, como desde hace cuatro décadas.

Bruce Springsteen And The E Street Band

 

 

Es un arte que ha mantenido el enfoque en la vida de sus personajes con la habilidad de un maestro en el cuento corto. Y que como tal tiene muchas influencias y experiencias como el lector que es y ha sido. Con los libros, la palabra y la poesía, el rock se volvió vigoroso y neuronal desde la década de los sesenta –de la que Bruce es beneficiario–, además de energético e instintivo. Él es un conocedor de ello.

Cada artista construye su propia tradición sin obedecer más límites que los de sus capacidades personales, sus afinidades o sus azares de identidad. El poeta T. S. Eliot escribió que “un creador influye en sus antecesores, porque fuerza a mirarlos a través del ejemplo que él ha establecido”. Efectivamente, en la razón (o sinrazón) de sus mentores está contenido el sentimiento que le inspira vida al rock desde que éste tuvo a sus pensadores como representantes: Bob Dylan, los Morrison (Jim y Van), John Lennon, Lou Reed, Leonard Cohen, Neil Young, Patti Smith, Nick Cave, David Byrne, Thom Yorke, Jarvis Cocker, Damon Albarn, Bruce Springsteen…

VIDEO SUGERIDO: Bruce Springsteen – Prove It All Night – Largo live 1978 (Blu-ray), YouTube (Brucetapes)

Su Yo dinámico es fruto de selecta literatura (desde los primeros escritos homéricos, pasando por el romanticismo decimonónico o la líbido freudiana y el viaje beat exterior e interior del siglo XX, el género puede adoptar estas apariencias o cualquier otra, según las lecturas de su autor.

No se puede ser un músico trascendente sin una tradición. Cada exponente del género, más o menos, ha ido eligiendo la suya. De este modo Homero, Herman Melville, Walt Whitman, Richard Ford, John Cheever, William Blake, Herman Hesse, J.D. Salinger, Aldous Huxley, George Orwell, J. R. R. Tolkien, Jack Kerouac, entre otras docenas de escritores, se han vuelto grandes rockeros sin haber escrito una sola canción o haberse armado con una guitarra eléctrica. Es otra de las cosas grandes que posee el género.

Sus textos han tenido que ver con la ontología genérica, con su andadura existencial y la hondura en su pensamiento. Y los rockeros gigantes (los mencionados, la intelligentsia, pues) han influido en ello como dijo Eliot, las nuevas generaciones los leen a partir de la obra del músico que los ha mencionado, influenciando a su vez a aquellos, sus mentores.

Por eso es muy importante conocer y saber qué han leído y leen esos músicos, de qué o quienes se han nutrido para llenar sus necesidades o crear su obra o ambas cosas a la vez. Cuando esos rockeros alcanzan una edad provecta, antes inconcebible, la necesidad de tales conocimientos es aún mayor, puesto que su experiencia de vida los ha dotado de sabiduría y ésta debe iluminar al resto de la comunidad.

Debido a ello, cuando leí la entrevista que el New York Times le hizo a Springsteen al respecto a finales del 2015, mi alegría fue enorme por el legado que ello significa y que será un referente de ahora en adelante para calibrar sus obras y su autobiografía, escrita de su puño y letra, y que ha sido todo un acontecimiento para la cultura del rock tras su aparición.

Por dicha entrevista sabemos que el músico tiene en su mesita de noche en estos momentos: Moby Dick, la cual le parece una hermosa historia de aventuras, la cual no quiere que termine nunca. Y junto a ella, El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez. “Simplemente porque trata muchos aspectos del amor humano. Luego vendrán Las aventuras de Augie March y Henderson, el rey de la lluvia de Saul Bellow”).

Sabemos que le gustan los escritores rusos: “los relatos cortos de Chejov, las novelas de Tolstoi y Dostoievski, me parecen totalmente modernos desde un punto de vista psicológico. Mis favoritas son Los hermanos Karamazov y, naturalmente, Ana Karenina”. Sabemos que leyó Las uvas de la ira “que es como esperaba que fuera”.

Igualmente hemos descubierto que lee mucho sobre el béisbol (la autobiografía de Mariano Rivera, el más reciente de ellos), cosmología (Corazones solitarios en el cosmos, de Dennis Overbye, fue uno de sus primeros libros en este sentido: “La lucha de los hombres y de las mujeres por contestar las preguntas más profundas que podemos plantearnos, me parece liberadora. También me hace ver en su justa medida los pequeños problemas que pueda tener a diario”).

Y, en buena medida, volúmenes sobre filosofía: “El libro que hizo orientarme hacia ello fue Historia de la filosofía occidental, de Bertrand Russell. Los más recientes, Vidas en examen, de Jim Miller, y Cómo vivir. Una vida con Montaigne, de Sarah Bakewell”.

Sabemos que el primer libro que leyó de niño fue El Mago de Oz: “Recuerdo que el libro y el hecho de poder leer me entusiasmaron”. Y que sus autores preferidos actuales son Philip Roth “por su humor escandaloso y subido de tono, por su excelencia y por su longevidad. Es difícil superar Pastoral americana, Me casé con un comunista y El teatro de Sabbath”; al igual que Cormac McCarthy (Meridiano de sangre y The Road ocupan un lugar destacado en sus estantes), lo mismo que Richard Ford (sus favoritos: “El periodista deportivo, El día de la independencia y Acción de gracias).

Siente especial afecto por Walt Whitman: “El verano siempre hace que quiera hojear Hojas de hierba durante un rato y sentarme en el porche delantero de mi casa. Al dejarlo, me siento más contento. Sé algo más sobre la democracia y eso de cuidarnos los unos a los otros”.

 Sabemos quiénes influyeron en su decisión de volverse músico y compositor y contribuyeron a su desarrollo artístico: “Fui muy poco a la universidad porque me convertí en músico y me eché a la carretera, pero por aquel entonces leía a Flannery O’Connor, James M. Cain, John Cheever, Sherwood Anderson y Jim Thompson. Estos autores influyeron mucho en el giro que dio mi música en torno a los años 1978 y 1982. Aportaron un sentido geográfico y la vena oscura a lo que escribía, ampliaron mis horizontes sobre lo que se podía lograr con una canción de rock y siguen siendo literalmente la base de lo que intento lograr hoy en día”.

Nos enteramos que los libros que lo han puesto furioso sobre el presente son Too Big to Fail, de Andrew Ross Sorkin; La gran apuesta, de Michael Lewis, y Someplace Like America, de Dale Maharidge, con fotografías de Michael S. Williamson y Someplace Like America, para el que escribió el prólogo. Libros sobre el reciente hundimiento financiero. “Los escándalos delictivos y la insensatez que se describen me llevaron directamente a crear mi álbum Wrecking Ball”, ha dicho.

Y, sobre todo, sabemos que si tuviera que nombrar un libro que lo haya convertido en quien es, le sería difícil nombrar sólo uno, pero que los cuentos cortos de Flannery O’Connor lo impactaron mucho: “Se puede sentir dentro de ellos la impenetrabilidad y los misterios intangibles de la vida que confunden a sus personajes, y que encuentro frente a mí todos los días”.

Gracias Boss.

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VIDEO SUGERIDO: Bruce Springsteen – Born to Run (Live Glastonbury 2009), YouTube (AL SEN)

 

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LA MUERTE Y SUS CRIATURAS

Por SERGIO MONSALVO C.

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 (FRAGMENTO)*

 “Desde hace siglos, la melancolía ha proyectado una sombra gigante sobre el arte. La poesía, escultura, pintura, novela, música han creado monumentos impresionantes a tal sentimiento, con toda una corriente subterránea dirigida a exaltar la tristeza de este mundo: el weltschmerz romántico, como lo atestigua el concepto estético que declaró al dolor espiritual como parte esencial de lo poético.

“Hoy en día, quizá ellos —los hacedores de los géneros musicales del dark wave, ethereal, illbient, gótico, bluepop, spiritual trance, ambient retro, simphonic metal o alguna variedad de la música atmosférica, entre otras— se asuman en el eco, en la súplica poética por la vida extraterrena, en el anhelo irrestricto y exigente de otra realidad sobrenatural.

“Quizá ellos lo perciban, y lo hacen por esa sombría avenida donde como músicos deambulan mascullando sus tristezas. Quizá de cualquier manera tengan que emprender la vagancia imaginaria alrededor de sus desiertos cotidianos, gritando su desesperanza. A veces juegan a la música distrayendo la pena. La certeza de que la vida no significa nada, de que todas las cosas hechas por ellos en el intento de parecer productivos no tienen ningún valor en la vida, los llevó, armados de un fuerte nihilismo, a una búsqueda interior, para explorar quiénes son y quiénes desean ser…”

*Fragmento del libro La Muerte y sus Criaturas, publicado en la Editorial Doble A. El CD que acompaña este texto se compone de la versión sonora que hizo Will Lagarto sobre el mismo, con su proyecto musical Las Brujas.

 

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La Muerte y sus Criaturas

Sergio Monsalvo C.

Las Brujas/Will Lagarto

Editorial Doble A/ISY Records

Colección 2×1 (Words & Sounds)

Título número 1

The Netherlands, 2007

 

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EL SEÑOR DE LOS ANILLOS

Por SERGIO MONSALVO C.

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 OBRA MAGNA

Al Señor de los Anillos, su obra magna situada en el mundo mitológico, épico y fantástico, el escritor británico J. R. R.Tolkien la desarrolló en un principio para intentar expandir la historia previa de El Hobbit, aunque adquirió características propias y canónicas.

La concepción de la obra parte de la erudición del escritor en la época medieval, y en su profundo estudio de las leyendas, religiones y mitos diversos.

En su esencia, este libro es una fusión épico-heroica medievalista de valores católicos y mitología nórdica (productos de la educación de su autor). También son claras las influencias literarias de dramas históricos de William Shakespeare, desde sus recorridos monárquicos de Ricardos y Enriques hasta el Macbeth escocés.

A tales influencias habría que añadir una capacidad suprema en cuanto a pulso narrativo, riqueza lingüística y alta creatividad en la imaginería, y tenemos la consecuencia materializada en los tres libros imprescindibles que componen la obra.

A través de ellos nos sumergimos en una épica absorbente y fascinante, que derrocha imaginación en un rico e influyente universo de multiplicidad de personajes y escenarios, en donde confluyen asuntos universales y atemporales como la muerte, el valor, el honor, la amistad, la corrupción, la avaricia y su principal asiento: la lucha entre el bien y el mal. El Señor de los anillos está considerado como el mejor libro del siglo XX de las letras británicas.

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EL SEÑOR DE LOS ANILLOS

J. R. R. TOLKIEN

La influencia de este libro dentro de la literatura ha sido grande y con el tiempo se ha ido ampliando. Los autores que han asimilado su herencia en la ficción fantástica van de Ursula K. Le Guin a E.R. Eddison, pasando por Terry Brooks y Stephen R. Donaldson, Frank Herbert y Arthur C. Clark, entre otros.

Sagas cinematográficas, series de televisión, adaptaciones radiofónicas, teatrales, audiolibros, sitios de Internet, comics, posters, calendarios y videojuegos, han señalado su huella en la cultura popular.

Sin embargo, ha sido en el cine donde El señor de los anillos se ha enseñoreado. En algunos casos, sobre todo por el rechazo de los guiones por parte de Tolkien, los filmes no se llevaron a cabo en los cincuenta y en los sesenta.

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No obstante, en 1978 apareció por primera vez en dibujos animados y rotoscopio. Pero no fue sino hasta el siglo XXI cuando de la mano del director Peter Jackson el clásico literario adquirió notoriedad cinematográfica en tres partes, con las que ganó varios premios Oscar.

La relación de El señor de los anillos con la música comenzó en los sesenta de manera fallida. En 1967 el director cinematográfico Stanley Kubrick quiso llevar el libro a la pantalla protagonizado nada menos que por los Beatles. George Harrison sería el mago Gandalf, Paul McCartney y Ringo Starr encarnarían a los hobbits Frodo y Sam y John Lennon sería Gollum. Pero Tolkien rechazó el guión por los cambios propuestos sobre el libro original.

En aquel entonces, Kubrick venía del gran éxito obtenido por su película antibélica Dr Strangelove y se encontraba en la posproducción en pleno de la que sería su obra maestra 2001: Una odisea espacial. Mientras que los Beatles acababan de lanzar el álbum Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band y estaban preparando la película Magical Mystery Tour y el soundtrack (excelente) de la misma. Qué hubiera salido de tal combinación y en esos momentos de creatividad es aún un jugoso tema.

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En el transcurso de las décadas varios han sido los géneros musicales que se han involucrado con la obra del autor británico: el folk alternativo con el grupo danés The Tolkien Ensamble; el new age con la cantante irlandesa Enya y con el teckadista sueco Bo Hansson; el jazz con el saxofonista noruego Jan Garbarek; el rock progresivo con la inflamada imaginería que va de Can a Yes (y Glass Hammer, en específico)

El heavy metal y su relación con Tolkien merece párrafo aparte comenzando con Led Zeppelin y sus famosas piezas: “Ramble On”, “The Battle of Evermore”, “Over the Hills and Far Away” y “Misty Mountain Hop”. Seguidos de Blind Guardian, Battlelore, Burzum o Summoning (alemanes, finlandeses, noruegos y austriacos, respectivamente. El de la literatura y el metal ha sido un maridaje ejemplar, uno que asocia la negrura de la materia tolkiana y el camino mítico y espectacular de personajes heroicos.

J. R. R. Tolkien falleció el 2 de septiembre de 1973 a los 81 años de edad. Tras su muerte se editaron diversos libros suyos que agrandaban su legado dentro de la fantasía heroica, entre ellos los de La Historia de la Tierra Media y El hijo de Húrin, editado por uno de sus hijos en el 2007. Hoy, estamos celebrando los más de 125 años de su nacimiento.

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VIDEO SUGERIDO: led zeppelin the battle of evermore, YouTube (zosozm69)

 

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WOODY GUTHRIE

Por SERGIO MONSALVO C.

Woody Guthrie

BOUND FOR GLORY

(SENDEROS DE GLORIA)

El aspecto famélico de Woody Guthrie representaba la crisis concreta en la que los Estados Unidos, su país, estaba sumido durante la Gran Depresión y con él recorrió todo aquel territorio a bordo de interminables trenes de carga o caminando por sus polvorientas carreteras.

Guthrie fue un tipo noctámbulo, bohemio y desordenado. Quiso ingresar al Partido Comunista de la Unión Americana, pero sus posturas heterodoxas y nada dogmáticas no se lo permitieron, aunque siempre estuvo ligado a él.

En más de un millar de canciones contó cuanto vio, vivió y pensó a lo largo de su agitada vida. Fue el primer cantautor contemporáneo en el amplio sentido que hoy le damos, un artista que por regla general es autor de la letra y la música de sus canciones, en las cuales incorpora temáticas sociales, políticas, personales y filosóficas, es decir un género que aborda cualquier tipo de temática. Fue producto de una larga tradición proveniente de la cultura europea (Lawrence Sterne, James Joyce).

Woody Guthrie nació en 1912 en Oklahoma y desde siempre se le ha considerado un cantante de protesta por su fuerte compromiso político y social de izquierda. Fue continuador de una labor emprendida por el inmigrante anarco sindicalista sueco Joe Hill, creador de tal género musical en la Unión Americana.

Utilizó la canción como modo de lucha y difusión de consignas políticas y reivindicaciones sociales y por su activismo sindicalista fue condenado a muerte.

Guthrie prosiguió lo emprendido por Joe Hill, pero también fue más allá con su obra. Hizo canciones contra la guerra y el desempleo, cantó a favor de los obreros y de los vagabundos, recuperó las historias de los bandidos generosos y también la de los anarquistas asesinados por el Estado.

En su guitarra escribió la frase “Esta máquina mata fascistas”. Pero también cantó con su voz rasposa a los niños, a los viejos y a la naturaleza.

Mientras haya naufragios, desastres, tornados, huracanes, linchamientos, precios altos y salarios bajos; mientras existan los policías corruptos y que combatan a los huelguistas, las canciones y las baladas del pueblo seguirán adelante”, dijo en su autobiografía Bound for Glory (Con destino a la gloria). En ella relató su vida desde que nació hasta 1942 y cómo se convirtió en escritor de canciones y cantante de folk y luego de country.

En Bound for Glory Guthrie describió sus viajes a través de los Estados Unidos como un hobo –la subcultura de la gente sin techo— a bordo de los ferrocarriles durante la época de la Depresión y del llamado Dust Bowl, aquella tormenta de arena y sequía que duró varios años y obligó la emigración de campesinos en busca de trabajo hacia California.

VIDEO SUGERIDO:  Woody Guthrie – This Land Is Your land, YouTube ( wildlife and music and some comedy)

Él observó  y vivió en carne propia los sufrimientos y las penalidades de los desplazados y las describió en sus canciones.

Woody Guthrie fue un prolífico escritor de canciones y de prosa diversa y de poesía que estuvo mucho tiempo inédita. Al conocer todos estos pormenores durante las sesiones de grabación para el Congreso estadounidense de American Folksong and Folklore en 1942, el importante etnomusicólogo Alan Lomax –considerado uno de los grandes recopiladores de cantos populares del siglo XX— le sugirió a Guthrie que escribiera su biografía.

Bound for Glory apareció por primera vez en 1943 en una edición de E. P. Dutton Publisher, un sello independiente fundado en 1852 que desde entonces no ha parado de reeditar la autobiografía de Guthrie para varias generaciones.

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La lectura de un libro valioso debe conectar con otros semejantes e influir en muchas otras cosas. Bound for Glory conduce en la literatura a The Grapes of Wrath (Las uvas de la ira), una novela del premio Nobel John Steinbeck, y a On the Road de Jack Kerouac, entre otras.

En el cine lleva a la adaptación que hizo Hal Ashby con título homónimo y con David Carradine como protagonista; en la fotografía a la obra de Dorothea Lange, en la danza a las Dust Bowl Ballads coreografiadas por Martha Graham.

En la música Woody Guthrie ha sido influencia de los cantantes de protesta desde Pete Seeger hasta Joan Baez  pasando por Phil Ochs.

En 1959 a Harry Weber, un estudiante de la Universidad de Minnesota, le presentaron a un tal Robert Zimmerman, que había abandonado los estudios recientemente para intentar realizar sus sueños de convertirse en un músico de rock and roll como Little Richard, su ídolo.

Zimmerman quedó fascinado por la colección de libros de cantantes folk que tenía Harry y le pidió prestados dos de ellos, uno era Bound for Glory de Woody Guthrie.

La primera vez que se le vio en público después de aquello fue seis semanas más tarde. Zimmerman llevaba una guitarra acústica y se había reinventado a sí mismo como cantante de folk llamándose ahora Bob Dylan y quería irse a Nueva York. Huelga decir que nunca le devolvió los libros.

Guthrie murió en octubre de 1967 pero su legado dentro del rock ha permanecido tan fresco como el primer momento en que Dylan lo presentó a una nueva generación.

Y ésta supo que el nuevo rock ahora era posible porque Guthrie había sabido llegarle a la gente con la música hablándole de sus problemas, de sus esperanzas y de sus luchas.

Desde entonces la lista de quienes le han rendido tributo no ha parado de crecer: Byrds, Donovan, Bruce Springsteen, U2, Klezmatics, Wilco, Anti-Flag, Meat Puppets, etcétera. Guthrie entró en el Salón de la Fama del Rock en 1988.

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VIDEO SUGERIDO: Mungo Jerry – Dust Pneumonia Blues, YouTube (Mungo Jerry)

 

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HUNGRY HEART

Por SERGIO MONSALVO C.

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PARÍS POR SIEMPRE

Rue Vieuville era la calle donde vivía Diego en París. A su departamentito, ubicado en un antiguo caserón, sólo se podía llegar subiendo por una criminal escalera metálica de caracol. En el comedor-sala-estancia-estudio-dormitorio tenía una mesa redonda donde solíamos beber y charlar largamente.

Hablábamos sobre poemas y mujeres, con la liberación que proporciona el vino bebido en compañía. Hoy, con los recuerdos más lentos, puedo remachar el valor que le dábamos a la bebida, recuperando su sentido comunitario, de congregación; narrativo y de reencuentro.

Vislumbro siempre, asomándome a aquel tiempo, el vino Beaujoulais encima de la mesa, las cervezas Kronenberg o algún whisky escocés. Eran líquidos con los que comíamos, en los que creíamos y con los que dialogábamos.

Vivíamos en “La Ciudad Luz”, en la literatura y en la música, acompañados por mililitros de ironías y cinismos. Hablando se veían las cosas y nos invitábamos otro trago escuchando “Idiot Wind” de Dylan. Ese era el rito.

Como ese día, que con la presencia de un amigo brasileño, Roberto, nos curábamos de los olvidos, de los descubrimientos en este país mítico. La sed como síntoma y exaltación de una vida intercambiada. Comíamos aquellas coles de Bruselas bañadas en mantequilla, algún pescado de nombre raro o un guiso inventado por la fantasía de la pobreza.

Bebíamos porque el misterio estaba ahí, en las calles, en el río Sena, en las trampas al tiempo, en las copas que levantábamos por ese día que no llegaba nunca, pero que era el único del que realmente disponíamos, y por cuyo optimismo voceábamos para llamar a la vida y meternos en ella y arrojar algo de luz sobre sus dudas.

El tema de ese día era un retrato de Rimbaud que yo había conseguido por 30 francos en una tienda de antigüedades. Perorábamos sobre su quehacer andariego, sobre la juventud sublimada.

Aquella foto hecha por Carjat en 1871 nos dio paso a soltar nuestro Yo rimbaudiano, ése que se redefinía constantemente, según lo dictaran los sentimientos, la experiencia dinámica, la apoteosis de una pureza instintiva como la de él. Su meta era abrazar el universo y volverse Dios.

Rimbaud definió a la juventud no en años sino en emociones. Su poesía nació en el esplendor juvenil y se propuso permanecer ahí por siempre. Conserva su plenitud al renacer todos los días. La lucha que engendra el cambio es su elixir vital, porque sólo el cambio eterno garantiza la juventud eterna. Y en eso Rimbaud fue único; en eso Rimbaud vibró con la armonía universal; en eso …se acabaron las cervezas. Diego quitó la música y los tres salimos a buscar el antídoto para nuestras gargantas secas.

En la calle el ocaso era testigo del ir y venir cotidiano de todos esos franceses que habían perdido la capacidad de sorprenderse con su entorno: París.

Nosotros lo admirábamos y recogíamos hasta en los mínimos detalles: bon soir, madame, huit demis, s’il vous plaît. Y ahí estaban repuestas y bien frías las cervezas, para el buen retorno a casa, en donde ya nos esperaban nuestras respectivas compañeras.

Luego de bebernos esa dotación y escuchando a los Rolling Stones (a cuyo concierto en el Parque de los Principes habíamos asistido unos días antes), seleccionamos el bar al que acudiríamos esa noche para celebrar que Monique, la compañera de Diego, no estaba embarazada, que todo había sido una falsa alarma y que el amor seguiría fluyendo sin contratiempos, sin accidentes, en el mismo sitio de la libertad sin ataduras.

Nos encaminamos pues al bar escogido de nombre Rendez-vous des Amis. Bajamos por Abesses hasta Pigalle y de ahí a la Rue de la Bruyére. Roberto tenía ganas de oír una canción especial en la rockola de ese lugar y por ello el motivo de la decisión. En realidad le había echado el ojo a la mujer que atendía la barra y nos convenció de que ésta sí sería su noche.

En el trayecto nos detuvimos a comprarles ramos de lilas a nuestras acompañantes, y Roberto uno de claveles rojos para regalarle a la mencionada fuente de sus suspiros.

La noche era tibia, el verano daba sus últimos descolones y el ambiente citadino en general mantenía una calma inusual. Las prostitutas y los padrotes de Pigalle mostraban menos agresividad y los gritos de los jaladores para los espectáculos nudistas repercutían con moderada estridencia.

En aquel noveno quartier las manifestaciones interculturales eran ricas, fascinantes y aterradoras. Recientemente el gobierno galo había endurecido su política migratoria, sobre todo contra los inmigrantes árabes y la respuesta de éstos no se había hecho esperar: los bombazos terroristas contra los inmuebles oficiales de la zona eran la noticia diaria.

La Rue de la Bruyére a la que íbamos, unos días antes había permanecido cerrada a causa de uno de estos atentados. Afortunadamente la disposición fue revocada y pudimos llegar hasta el bar esperado.

VIDEO SUGERIDO: PARIS JE T’AIME – I LOVE PARIS – COLE PORTER & ELLA FI…, Youtube (rosabinenbojn)

La noche parisina comienza a las diez, así que llegamos al lugar justo a tiempo para encontrar mesa. La mujer que atendía el bar tomó nota de nuestra llegada y con una ligera sonrisa e inclinación de cabeza saludó a Roberto, que ni tardo ni perezoso se dirigió a la barra. Le entregó las flores y se quedó ahí parado platicando con ella. Nosotros mientras tanto nos sentamos y especulamos sobre la bebida que pediríamos.

Roberto se acercó luego de un rato a la mesa para preguntarnos qué tomaríamos. Todos escogimos el kir para esa noche. Champaña y vino para festejar. Diego fue a la rockola y seleccionó varias canciones. La primera de ella la anhelada por Roberto: «Strangers in the Night» con Frank Sinatra.

Llegaron las copas y brindamos por la ciudad, sus recovecos y sus humedades. Desde lejos, la mujer del bar lo hizo también con nosotros. El trago que cobija y hermana. El bar aquél se pobló de gente heterogénea y familiar. La mujer de la barra nos invitó varias rondas de cervezas entre los kirs y Roberto estaba feliz junto a ella.

Diego y yo descubrimos que aquella rockola contenía una de las mejores canciones del mundo entero, si no es que la mejor: «Hungry Heart» de Bruce Springsteen.

Así que abusivamente retacamos con monedas la ranura del aparato aquél, y escuchamos y obligamos a los demás a oír la pieza un sinnúmero de veces, sin que nadie chistara o pusiera reparo al hecho. Quizá todos éramos de alguna manera corazones hambrientos.

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Cuando llegó a su fin la aparentemente interminable repetición de aquel tema hubo silencio. En todos quedó la reverberación de las notas, de las palabras y el éxtasis inundó el ambiente. Tras unos momentos un clochard -un teporocho parisino– que bebía una copa de vino barato, se acercó a nuestra mesa y con un gesto regio nos ofreció otra moneda para que pusiéramos de nueva cuenta la canción de Springsteen. Cosa que hicimos en el acto y a nuestra vez le preguntamos cuál quería oír: «La número 20…‘Aprè l’Orage‘…», dijo.

Un clochard, de esos que duermen donde pueden, temblando de frío, bajo la nieve, la helada o la lluvia, sin nada en el estómago, vestido de andrajos en aquella ciudad de los grandes contrastes. Ese viejo borracho, generoso, ahora con la nueva copa que le invitamos en la mano, al oír la canción golpea fuertemente las puertas del Paraíso, contando con ser recibido gracias a la protección de todos los bebedores de la antigua y la nueva historia.

Satisfechos de vino, de música, de comunión, emprendimos el camino de retorno. Al llegar a la casa nos dimos cuenta de que ya no había cervezas. Dejamos ahí a las mujeres y fuimos en busca de una tienda que estuviera abierta. Nada. Por la orilla del Sena nos dirigimos entonces a Saint Germain de Prés. A un bar del Barrio Latino. Entramos a uno de ellos y pedimos de beber. El lugar estaba atiborrado y la música sonaba fuerte.

Diego se puso a observar a una rubia perfecta que con toda delicadeza llevaba la copa de vino blanco a los labios. Extendió el brazo para tocarla. El índice y anular de su mano derecha se apoyaron ligeramente en el hombro desnudo de aquella belleza. La mujer volteó sin inmutarse y le dedicó a Diego una sonrisa celestial, invitante, pero él no se movió, no habló, sólo se le quedó viendo como hipnotizado…Lo que sucedió después es motivo de otra historia.

Pero lo que sí puedo decir es que con el tiempo aquellos corazones hambrientos, aquellos sedientos partieron hacia otros lares, otras latitudes. París quedó entonces como una orgía de recuerdos, un sitio donde vivir puede ser una odisea, una canción, una poesía o las tres cosas a la vez.

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VIDEO SUGERIDO: Bruce Springsteen – Hungry Heart, YouTube (RenaiSpirits)

 

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THE CATCHER IN THE RYE

Por SERGIO MONSALVO C.

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J. D. SALINGER

(El guardián entre el centeno)

Ninguna acción resume mejor el delicado equilibrio de la adolescencia que el hecho de fugarse. Quienes han practicado este desafío saben, como cualquier náufrago, que la huida es un salvavidas que permite desafiar la gravedad y la ley y significa el primer mandamiento de la autodefinición: lo peor que te puede pasar cuando huyes es encontrarte con tus fantasmas y finalmente contigo mismo.

La huida es la búsqueda de la propia identidad. Y esa es precisamente la aventura de Holden Caulfield en la novela The Catcher in the Rye (El guardián entre el centeno) de J. D. Salinger, quien pasa por esa edad tan crítica llena de confusión y desfogues.

Holden es un joven iracundo cuya confusión es más que nada clarividencia. Con ella se rebela contra los valores de la sociedad que le ha tocado vivir, contra la educación que le ha tocado recibir y contra los adultos y sus reglamentaciones. Ante todo ello siente un asco existencial y rechazo ante el vacío y el conformismo que lo rodea.

En los tres días que dura la fuga hacia ninguna parte reflexiona sobre su total desilusión, su incapacidad para saber qué hacer con su vida, su insatisfacción perenne y su aburrimiento apocalíptico. Dicha experiencia conformará uno de los libros más entrañables de la literatura.

En eso radica gran parte de su status como libro de culto, en el lenguaje de un narrador que supo inscribir con lucidez magistral los angustiosos avatares de un muchacho con sentido del humor irónico y mordaz.

Es un gran plano-secuencia que sigue al protagonista hombro con hombro para mostrar de primera mano ese mundo de la temprana juventud, con desparpajo y sin intención de dar ejemplo. Todo es cotidiano, con miedos y sin heroicidades. Verosímil. El arte del equilibrismo adolescente como una forma de educación sentimental.

Por eso se le pone en la línea de los mejores textos de formación, porque cuando se elige la autoconfesión con la fuerza de la sangre en el fondo se está hablando de la propia fragilidad. Al usar el bisturí del cinismo y exponerse uno mismo, como lo hace Holden, al mismo tiempo se expone al otro. Porque quien actúa así es “un loco que dice la verdad, cargado de miedo y de furia”, en palabras shakespeareanas.

El guardían entre el centeno es un libro que abrió ojos y oídos. Eso es algo que pasa pocas veces. Ilumina con sus pasajes, con su personaje y con la obra entera. Es una obra que ensancha el corazón. Por eso se le ha traducido a infinidad de idiomas. Por eso se ha escrito tanto sobre el libro y su autor y se han publicado cientos de cartas enviadas a Salinger por admiradores, críticos y escritores.

Por eso el rock ha hecho de este texto parte de su canon. En él se encuentran los mismos dragones contra los que ha luchado quijotescamente el género desde sus fundamentos: las categorías opresivas de la moral, la historia, la educación, la clase, la tábula rasa, la religión y el orden. La rebeldía de ese interior contra dicho exterior castrante y abismal necesita un guardián.

Si la canción “Helter Skelter” de los Beatles fue exorcizada por U2 del maleficio mediático que de facto había lanzado sobre ella el psicópata Charles Manson (desde 1968, la fecha de sus salvajes asesinatos, hasta 1988, cuando el grupo irlandés la interpretó), muchas agrupaciones en diferentes épocas han intentado hacer lo propio con The Catcher in the Rye en la Unión Americana.

Este libro fue azotado primero por la censura (que lo prohibió por considerarlo inmoral, grosero y hasta pornográfico), luego por el sistema educativo (que lo borró de sus acervos bibliotecarios y como motivo de estudio literario en preparatorias y universidades, agregando el de “mala influencia” y “denigrante uso del lenguaje” a los anteriores epítetos)

Y, finalmente, por la policía que después de sonados casos puso el texto dentro de los perfiles que acompañan a ciertos criminales, ya que una sarta de perturbados han esgrimido el libro para argumentar sus fechorías.

Empezando por Mark David Chapman, enfermo mental y frustrado suicida quien en 1980, al ser arrestado tras asesinar a John Lennon, llevaba entre sus pertenencias un ejemplar del libro. Por el estilo se puede mencionar a John Hinckley Jr, otro obseso de dicha lectura, quien intentó acción semejante contra el entonces presidente Ronald Reagan. O Robert John Bardo o Asmodi Acevedo, tipos semejantes.

[VIDEO SUGERIDO: KARAOKE.Des fleurs salinger – Indochine, YouTube (kevin andy Caqui Cochachin)]

Como se ha visto, la obra de Salinger ha propiciado lecturas diversas e incluso perversas; de estas últimas los archivos policiacos tienen las fichas que hablan de pobreza y retorcimiento en el análisis de las palabras, de las emociones, de los comportamientos.

De las primeras y más edificantes están las de esos grupos que han vivido la lectura de la obra con intensidad, como una aventura total, en la que se han metido bajo la piel del personaje y en su propia interpretación van de la intimidad, de aquello que le sucede y pertenece a un individuo, a la profundidad que se extiende hasta lo colectivo y universal.

Los años ochenta tuvieron entre sus representantes a Indochine, una banda del país galo que inició sus andares con la década y con el estilo que preponderaba en aquel entonces: la new wave. Para festejar sus diez años de existencia y a sus influencias literarias lanzaron al mercado el álbum Le Baiser, el cual contiene la pieza “Des Fleurs Pour Salinger”, en la cual hablan con respeto de la tendencia ermitaña del escritor y critican la estupidez mundana por tratar de conocer sus entresijos.

En 1989, Billy Joel presentó al público su L.P. Storm Front, un energético trabajo en el que destaca la canción «We Didn’t Start the Fire», una lista de acontecimientos y personajes desde el año de su nacimiento (1949) en la cual subraya cómo el mundo ha cambiado con ellos, incluyendo en dicha lista la novela de Salinger. Se trata de un collage sobre el lado mezquino y estrecho de miras del American way of life, con muchos juegos de palabras y un rock de fuertes raíces urbanas.

De la misma época es el disco Paul’s Boutique de los Beastie Boys, cabeza del emergente hip hop. Dejan atrás al punk para ensamblar un todo heterogéneo: melodías sesenteras, drum‘n’bass, triphop, el funk, el rap al estilo de la vieja escuela y la psicodelia.

En esta mezcla, de las más complejas obras de la era del sampling, está inscrito el tema “Shadrach”, cuya lírica refleja su simbólica visión sobre la vida urbana. Ahí aparece una frase (“Got more stories than J. D. got Salinger, I hold the title and you are the challenger”) dedicada al escritor. Un capricho musical que le habla a la imaginación y al futuro.

La década de los noventa la festejó con el indie, que se consolidó como un movimiento de opinión en voz de jóvenes músicos que conformarían grupos representativos como: Too Much Joy, The Offspring y Green Day.

Ello significó la fusión del punk con el pop en diversos niveles y sus letras hablaban de temas ligados a la adolescencia (identidad, amor, sexo, desmadre, escuela, relaciones familiares, autoridad, actitudes rebeldes e irreverentes, la ciudad), con el ambiente sociopolítico como telón de fondo.

Es decir, su música hablaba no sólo de sacudir las cosas sino también de liberalizar costumbres, combatir prejuicios, derribar tabúes, desacralizar instituciones, censurar guerras y enarbolar alguna causa mundial.

Los tres grupos mencionados tuvieron a Salinger como una de sus principales influencias y a él o a The Catcher in the Rye le dedicaron alguna de sus piezas. Too Much Joy lo hizo en el disco Cereal Killers; The Offspring en su álbum Ignition. Mientras que Green Day lo hizo en su segunda obra llamada Kerplunk!.

Con el nuevo siglo surgió la heterogeneidad y una vocación “natural” por el exceso como destino del arte. La imagen del futuro musical en el horizonte de la misma, con todo lo que representa como metáfora, irá acompañada de literatura en la imaginación, de la música que a cada uno le provoque esa fantasía amalgamada. En el caso del rock, tres de sus representantes escogieron a Salinger y a The Catcher in the Rye para introducir nuevas referencias en él.

Se trata en primer lugar de The Divine Comedy, un grupo irlandés en cuyo concepto estético primigenio (el pop de cámara por demás barroco, en el que caben todos los instrumentos sinfónicos) la literatura fue fundamental; con él le dedicó al personaje de Holden Caulfield el tema “Gin Soaked Boy”, con influjo romántico y decadente.

En segunda instancia se encuentra Bloodhound Gang, antítesis del anterior al utilizar el humor y la comedia, que lanza agudezas sobre la sociedad actual y sus desatinos sobre el individuo. “Magna Cum Nada” parafrasea al autor neoyorquino.

Y en tercer término, más la obra (Chinese Democracy) que el conjunto (Guns’n’Roses) ejemplifica aquello del monumento al exceso, sí, pero también a la voluntad creativa. Y por ahí aparece “Catcher in the Rye”, pieza que, como los tiempos lo piden, es una anabolización, una reinterpretación en clave de hipérbole donde todo parece supurar demasiada intensidad y demasiada trascendencia, pero contra todo pronóstico la operación de Axel Rose funciona.

Lo cual representa una paradoja, justo cuando J. D. Salinger combatía a favor del anonimato que lejos de representar una exclusión social, se había convertido en una estrategia que se oponía a la lógica del control por parte de una sociedad del consumo que sólo favorece hoy por hoy la exhibición absoluta.

Jerome David (J. D.) Salinger fue el guardián incólume de la intimidad hasta su muerte el 28 de enero del 2010, a los 91 años de edad y a uno de celebrarse los 60 de la publicación del libro: su legado para todas las generaciones.

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[VIDEO SUGERIDO: Green Day – Who Wrote Holden Caufield? Live 11/23/2009 Los Angeles, YouTube (nozaintintla)]

 

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