LONTANANZA: THE DO

Por SERGIO MONSALVO C.

THE DO (FOTO 1)

ENCANTADOS DE CONOCERSE

Olivia Bouyssou Merilahti (de origen finlandés) y Dan Levy (francés) son la dupla detrás de The Dø y los responsables de crear discos interesantes, frescos y divertidos. Son obras innovadoras, hipermodernas absolutas, por el hecho de estar plagadas de influencias musicales perceptibles, así como de alardes de imaginación a la hora de realizar las mezclas con los géneros y estilos.

Merilahti, la encargada de la lírica –con una profundidad que va del romanticismo al realismo urbano–, además de tocar la guitarra, los teclados y el ukulele, es poseedora de una voz dúctil con distintos registros, emotiva y ejecutora de una vocalización distintiva. Es capaz de pasar de la suavidad a la rudeza con toda naturalidad.

Levy, de formación clásica a su vez, es el responsable de las composiciones orquestales y arreglos musicales de todos los temas. Toca diversas percusiones, la batería, el bajo, la guitarra, la armónica, el sax, la flauta, el piano y otros teclados, el xilófono el glockenspiel y las programaciones.

The Dø se formó en Francia a en el año 2005. Cantante y multi-instrumentalista se conocieron en París durante la grabación de la banda sonora original de la película francesa Empire of the Wolves y posteriormente colaboraron en The Passenger y Camping sauvage. Congeniaron y él la invitó a que conociera su estudio.

La primera vez que ella fue empezaron a experimentar un poco con los instrumentos y les pareció gozoso. Luego, las visitas se hicieron regulares. Al principio, discrepaban en absolutamente todo. Levy sólo escuchaba jazz y música clásica. Olivia, rock y pop. Ella le prestó sus discos y él los suyos. Así, ella empezó a conocer a John Coltrane y él se familiarizó con David Bowie. Levy jamás había escuchado rock o pop. Todo eso era nuevo para él. Hasta que la conoció no tenía idea de quiénes eran Radiohead o PJ Harvey, por ejemplo.

Al cabo de un tiempo, algunos amigos escucharon los temas que habían grabado como divertimento y los animaron a grabar un CD. Lo hicieron y decidieron también presentarse en vivo. A pesar de que Levy siempre había estado relacionado con la música, nunca había formado parte de un grupo ni pisado un escenario. En aquellos primeros conciertos iniciaron la venta de los discos y los agotaron todos.

El dúo comenzó a componer e interpretar temas de indie rock y folk rock (en inglés) y a mezclarlos con otros estilos musicales. El divertimento resultó ser un soplo de aire fresco para el panorama indie francés, algo estancado a principios del siglo XXI.

Y fue precisamente esa combinación de sonoridades lo que hizo tan atractivos sus discos. Cada track de los tres álbumes que han publicado hasta la fecha, A Mouthful, Both Ways Open Jaws y Shake Shook Shaken, tiene algo distinto y sorprendente para ofrecer al escucha.

Desde “Playground Hustle”, “Song for Lovers”, “Queen Dot Kong” o “Unissasi Laulelet” (una extraña canción con letras en finlandés y percusiones que hacen pensar en un jolgorio tribal) hasta “Dust it Off”, “Smash Them All”, “Quake, Mountain, Quake” o “Moon Mermaids”, la acertada mezcla de estilos da como resultado un sonido elaborado y único donde los créditos se reparten por igual: los arreglos se deben al talento de Levy, mientras que la particularidad vocal y el encanto emanan de la finlandesa Merilahti.

VIDEO SUGERIDO: The Dø – The Bridge Is Broken (Southern Soul Sessions), YouTube (ogatomartin)

La inclinación por realizar arreglos (intrincados, barrocos, de cámara o avant-garde) que evoquen imágenes, está en directa relación con la vinculación de Levy con la música sinfónica, pero el hecho de que cada track sea tan característico tiene más que ver con que, según él, cada canción es un cortometraje independiente y exclusivo.

Después de escuchar A Mouthful (el primero, del 2009) o Both Ways Open Jaws (el segundo, del 2011) queda claro que, para lograrlo, se sirvieron de cuanto instrumento y sonido pudieron encontrar. Por eso en ambos se pueden escuchar la fusión, el crossover o la mezcla de indie rock y folk rock con influencias que van desde la música clásica hasta el jazz, blues, rhythm & blues, bebop, hip-hop, por no mencionar el rock & roll, el post punk, el art-rock, la electrónica e infinidad de cosas más.

THE DO (FOTO 2)

The Dø se reinventa en cada giro. Su propuesta es de una complejidad técnica notable y llena también de sabores electrónicos y una rica orquestación. Sin embargo, en ambos discos el dúo se las ingenia para mantener esa sensación de ligereza y la inmediatez del pop: esto se debe, sin duda, a la cautivadora voz de Olivia y a su capacidad como compositora, así como al  multiinstrumentismo de Dan. Y, por otro lado, gracias a haberse autoproducido.

En los discos ellos lo han hecho todo: componer, arreglar, grabar, producir… Y, según han manifestado, no es que no confíen en nadie más, sino que realmente disfrutan con todo el proceso, por lo que no quieren dejarlo en manos de nadie más. Por eso en cada disco se percibe una sensación de libertad, de polo a polo.

“Lo que más me gusta de todo esto es que hay millones de formas de acometer una canción. Cuanto más aprendes, más opciones tienes. Puedes tocarla como quieras y eso enriquece mucho el perfil de la banda. Creo que se nota en cada disco que no nos hemos limitado a la hora de hacer experimentos con las canciones”, ha dicho Dan Levy.

El nombre del grupo, que se ha prestado desde el comienzo a la especulación, se supone deriva de la primera nota de la escala musical (Do). Nota que, a su vez, también es la última; representando así lo que es nuevo y lo que es antiguo. Eso les da a estos artistas las posibilidades para reinterpretar cualquier género. Aunque también se ha manejado que es un juego de palabras formado por las iniciales de sus nombres propios (Dan y Olivia).

En la tremenda variedad de su propuesta se nota una magnifica cultura musical en ambos integrantes, tanto en la compleja instrumentación de Levy como en los diferentes registros vocales de Merilahti, quien además ha aportado las influencias de The Knife, Bat of Lashes, Björk, Beck, The Cardigans, CocoRosie o The Fiery Furnaces, entre otros.

The Dø presenta de esta manera discos llenos de giros sonoros y, sin miedo a probar, por lo que se alza como una propuesta atractiva y renovadora de la oferta musical del mundo.

En la obra de esta dupla es tangible que la actitud y la atmósfera engendrada tanto por la academia como por la escena popular han despertado las imaginaciones expresivas de ambos artistas.

Como se ha visto, las sonoridades latentes en las composiciones de ella, provocan en él la utilización de arreglos sinfónicos al mismo tiempo que el uso de la improvisación. Muestras las hay de sobra y, al parecer, el crossover en este sentido resulta en una circunstancia creativa en pleno desarrollo (Work in Progress), mientras que quien los escucha sabe que los purismos, por fortuna, ya son lacras en extinción.

Incluso los del uso del idioma inglés en las canciones populares, que en tantos nacionalismos trasnochados provoca escozor y hasta la estulticia idiosincrática. Un asunto que recalcitrantes antiimperialistas, como Fela Kuti por ejemplo, zanjaron de la manera más pragmática y razonable. El africano cantó sus manifiestos en inglés desde el origen mismo de su obra, pues la consideró como la mejor lengua para ser conocida, entendida y difundida, a través de las fronteras de todo el mundo.

Con la misma postura estética de The Dø en tal sentido, este francés y esta finlandesa se han impuesto en sociedades tan reticentes como la francesa, que los ha elevado, a pesar de ello, a la cima en sus listas de popularidad.

“Desde el principio supimos que Olivia iba a cantar en inglés. No hubo dudas al respecto. La cultura del rock sólo se expresa verdaderamente en ese idioma. Por eso fue una decisión, natural de ambos”, ha dicho Levy.

Con dicha música y su expresión, The Dø se ha convertido en todo un acontecimiento cultural de los años cero del siglo XXI.

VIDEO SUGERIDO: The Dø – Quake, Mountain, Quake (Teaser Album), YouTube (ogatomartin)

THE DO (FOTO 3)

Exlibris 3 - kopie

“A HORSE WITH NO NAME”

Por SERGIO MONSALVO C.

AMERICA (FOTO 1)

(AMERICA)

De armonías eléctricas y acústicas suaves de folk rock, el grupo América siempre se ha constituido como una débil imitación de Crosby, Stills, Nash and Young.

Fundado en Londres en 1969 por Dewey Bunnell, Gerry Beckley y Dan Peek (todos hijos de militares estadounidenses apostados en el Reino Unido), el primer hit del trío fue «A Horse With No Name» contenido en el disco debut  América de 1971.

«A Horse With No Name» fue llamada primeramente «Desert Song». Había sido escrita por Dewey Bunnell en el estudio de la casa de Arthur Brown. En los primeros demos sobre la misma se buscó propiciar la sensación del desierto seco y caluroso que aparecía en una pintura de Salvador Dalí, que decoraba el estudio, así como la presencia de un extraño caballo plasmado por M. C. Escher, en otro cuadro del mismo sitio.

Tras su lanzamiento, el tema fue censurado en algunas estaciones de radio de la Unión Americana por sus supuestas referencias a las drogas. De cualquier manera, llegó al primer lugar de las listas de popularidad ahí y en otros lugares.

La semejanza de la pieza con algunas de Neil Young motivó discusiones. “Sé que prácticamente todo el mundo, en una primera audición, asumió que era de Neil”, afirmó Bunnell al respecto. “Nunca escondí el hecho de que me haya inspirado. Creo que está en la estructura de la canción tanto como en el tono de su voz. Dolió un poco, porque nos atacaron de forma bastante violenta. Siempre lo he atribuido a que la gente protegía a su héroe más que a que me quisieran atacar a mí”.

Paradójicamente «A Horse With No Name» sustituyó a “Heart of Gold”, de Young, en el número uno de las listas en la tierra del Tío Sam. Por otro lado, la canción ha sido criticada por su letra pleonásmica y simplista: con fragmentos como «The heat was hot» (el calor estaba caliente), como ejemplo.

Tras el éxito millonario volvieron a los Estados Unidos para iniciar una sólida y muy redituable carrera con acetatos como Homecoming, Hat Trick y Holiday.

Sus composiciones pintorescamente místicas, aunque insípidas, sobre temas amorosos les valieron muy buenos lugares en las listas de popularidad de ambos lados del océano Atlántico, con sencillos entre los que se incluyen «Ventura Highway», «Tin Man» y «Don’t Cross the River», temas de melancólico romanticismo de fogata.

Después de 1974 sus discos fueron producidos por George Martin, cuyo perfeccionismo reflejaba el de las armonías vocales. Aparecieron entonces los álbumes Hearts, Hideaway, Harbor y Live.

En 1977, Dan Peek se separó del grupo y América siguió como dúo, disfrutando de un éxito continuo pero disminuido hasta fines de la década, antes de cambiar de compañía disquera (de Warner a Capitol) en 1980 y producir los discos Silent Letter, Alibi y View From the Ground, coproducido por Russ Ballard y del cual se desprendió el tema «You Can Do Magic» (1982).

Your Move, The Last Unicorn –un soundtrack–, Perspective y el disco en vivo America in Concert (1985) fueron sus últimas señales de vida antes de ser resucitados  a  la postre para servir de grupo abridor para gran cantidad de nuevos y viejos grupos. “A Horse With No Name” es un tema clásico en cualquier antología genérica.

VIDEO SUGERIDO: America – A Horse with no name (clip HQ), YouTube (vlaad27)

AMERICA (FOTO 2)

 

Tornamesa

GRACE

Por SERGIO MONSALVO C.

GRACE (FOTO 1)

 (JEFF BUCKLEY)

A través de las épocas ha habido en la cultura del rock (en todas sus vertientes, recovecos y rincones) algunas historias que parten con el promisorio inicio de una caminata –al parecer larga— para luego detenerse tras del primer paso, dejando perdido para siempre el resto de su andanza, atónitos a todos los esperanzados y abierta la leyenda.

Esos momentos, dejan latentes infinidad de dudas y sólo la certeza de un encuentro fugaz con un émulo prometéico. Tales instantes ocupan un sitio quebradizo en dicha cultura musical dando lugar a lecturas superficiales, cuando en la realidad esas apariciones tenían un pozo profundo. Esos flashazos de intensidad, de genialidad se dejan ver y algunos no tardan tiempo en ser identificados.

Ciertas veces son un one hit wonder, otras un hito discográfico, o un fantasma del camino. Metafóricamente son como tardes imprecisas, pedazos de un collage fantástico o los restos de un paraíso no identificado. En fin, son espacios del instinto donde habita una intimidad (como la de Jeff Buckley, por ejemplo), con la que se llenan conexiones a contratiempo.

En eso se ha convertido su único ábum, Grace (de 1994), en un paréntesis musical que cumple 35 años ya, y que ha tenido mucho qué ver con esa idea de ensalzar la vida, contrariarse con la muerte prematura de su autor, contener una versión superlativa de una canción canónica (“Hallelujah” la  más aclamada de todos los tiempos, al conseguir hacer suya y competir incluso con la original del propio Leonard Cohen), y propiciar una pequeña revolución genérica con su publicación.

GRACE (FOTO 2 )

Ese disco, al que indudablemente se le pueden aplicar distintas acepciones al adjetivo de único, trae a colación aquella máxima musical de que un momento decisivo siempre está en transcurso. Es un work in progress artístico en movimiento cuya explicación se expande con el tiempo, con sus influencias e inspiraciones a través de los años.

Su importancia radica tanto en lo que es en concreto como en el número de interrogantes sobre cómo se ha escrito su historia. Y como en una de las buenas, todo parte de quien lo creó para poder definir su más entera presencia. La de Jeff Buckley es una que siempre puede explicarse de otra forma, según la nueva arista que se le descubra o en una diferente revisita.

El caso es no olvidar su nombre y lograr que en la memoria vaya adoptando un perfil más diáfano. El de un cantautor que puso en conexión a variadas generaciones de artistas que se les cruzó en el camino con un solo trabajo, con ese único y ejemplar paso y con una decena de piezas vitales que derraman su savia entre los surcos de una música sin mácula.

Buckley fue un cantante destacado por haber sido un intérprete virtuoso, por su potente paleta vocal de cuatro octavas y media. Y su disco, Grace, “como obra maestra de todos los tiempos, especialmente por su sensibilidad interpretativa única, siendo reconocido tanto por la crítica como por músicos adalides” como Bob Dylan, Tom Yorke (de Radiohead) o Matthew Bellamy (de Muse), por mencionar algunos.

Es decir, en él muchos encontraron la experiencia teórica más importante de su vida, con esas diez canciones que son lecciones duraderas para la sensibilidad. Con ellas el eco creció y se retroalimentó en las últimas tres décadas, hasta convertir el nombre de su compositor en una figura clave para la transición entre algunas genealogías de la historia musical contemporánea: el folk y el rock alternativo.

La exposición de su obra responde a una forma de tributo, a un catálogo de cabecera. Decisivo y cómplice. Y en ello radica también su proeza. Hacer extensiva su estética. Ciertos artistas en los que ha influido desde entonces, saben que cada icono como él tiene dos seres en sí: uno entero y otro roto, y que se debe conocer al primero, su obra, para poder llegar al segundo, su esencia.

Jeffrey Scott «Jeff» Buckley nació en Anaheim. California, el 17 de noviembre de 1966 y lo hizo como hijo de otro legendarios músico, Tim Buckley (1947–1975, versátil compositor de folk y jazz, soul y psicodelia muy destacado y muerto por sobredosis a la edad de 28 años). Es decir, nació con el estigma del padre desaparecido, pero también con el gen artístico.

Su infancia transcurrió en la vida itinerante de su madre y padrastro por varias urbes californianas antes de trasladarse a Los Ángeles para estudiar en el Musician’s Institute de la ciudad. Ahí aprendió los rudimentos de la música y formó parte de grupos variopintos, que le proporcionaron alguna experiencia escénica.

Cumplidos los veinte viajó a Nueva York para asentarse en dicha urbe, meca para los cantautores.  Su debut público lo hizo en la iglesia de St. Ann y lo dedicó a honrar la memoria de su padre. A la postre se afanó en tocar en principio cada lunes en el café Sin-é. Un diminuto y acogedor lugar bohemio del Village, en el que no había ni siquiera un escenario. Lo hacía mientras el público platicaba y bebía café. Algunos comensales le prestaban atención, otros no, la audiencia se podía contar con los dedos de las manos.

Sin embargo, aquellos que sí lo escuchaban lo hacían interesados. Y no sólo eso, sino que comenzaron a difundir oralmente su nombre acompañado de los mejores calificativos. De esta manera el conglomerado que formaba parte de tal escena empezó a crecer y a sentirse afortunado por presenciar el nacimiento de un talento singular al inicio de los años noventa.

Ante dicho clamor se presentaron algunos buscadores de la compañía Columbia Records, quienes lo instaron a grabar un Ep durante sus actuaciones en dicho café. Ante el resultado decidieron que lo hiciera con un disco completo y con piezas de su autoría. De esta manera, acompañado de su amigo el guitarrista Gary Lucas y su banda Gods & Monsters.

Así apareció en 1994 el disco Grace. De inmediato adquirió notoriedad por su atmósfera de calidez, por el maleable registro vocal de Buckley y sus conmovedores falsetes, así como por su expresión emotiva, tanto como por su sensibilidad en las composiciones y particular y novedosa manera  interpretativa. Todo ello elevó al disco a la categoría de obra magna.

De “Mojo Pin” a “Dream Brother”, los diez temas se encuentran entre lo más selecto del subgénero indie y desde su aparición los músicos no han dejado de mencionarlo como una de sus grandes inspiraciones. Dylan, por ejemplo, le dedicó la pieza “Mississippi” de su álbum Love And Theft, en donde Bob maneja la idea de pasear con él un día antes de su muerte, por ahogamiento en el Wolf, una vertiente de dicho río. Bono, a su vez, dijo que  «Jeff Buckley era una gota pura en un océano de ruido».

El caso es que Buckley por todos esos motivos parecía señalado a erigirse en un referente generacional (decenas de músicos lo citan como influencia), no obstante, se truncó su destino con una  extraña muerte por ahogamiento en aquel río de Memphis, lugar al que había ido para la realización de un segundo álbum, que nunca se llevó a cabo.

Al anochecer del 29 de mayo de 1997 fue a dicho río junto con un miembro de su banda para tocar la guitarra y escuchar música. Para pasarla bien. Sin embargo, Jeff se metió al agua mientras entonaba una pieza del Led Zeppelin. Instantes después, su acompañante lo perdió de vista y hasta ahí. Su cadáver apareció días después y el forense no encontró rastros de alcohol ni de drogas. Con ello dejó abierta la posibilidad para la leyenda.

VIDEO SUGERIDO: Jeff Buckley – So Real, YouTube (Jeff Buckley Music)

GRACE (FOTO 3)

 

Exlibris 3 - kopie

BOUND FOR GLORY

Por SERGIO MONSALVO C.

SENDEROS FOTO 1

 (WOODY GUTHRIE)

El aspecto famélico de Woody Guthrie representaba la crisis concreta en la que los Estados Unidos, su país, estaba sumido durante la Gran Depresión y con él recorrió todo aquel territorio a bordo de interminables trenes de carga o caminando por sus polvorientas carreteras.

Guthrie fue un tipo noctámbulo, bohemio y desordenado. Quiso ingresar al Partido Comunista de la Unión Americana, pero sus posturas heterodoxas y nada dogmáticas no se lo permitieron, aunque siempre estuvo ligado a él.

En más de un millar de canciones contó cuanto vio, vivió y pensó a lo largo de su agitada vida. Fue el primer cantautor contemporáneo en el amplio sentido que hoy le damos, un artista que por regla general es autor de la letra y la música de sus canciones, en las cuales incorpora temáticas sociales, políticas, personales y filosóficas, es decir un género que aborda cualquier tipo de temática. Fue producto de una larga tradición proveniente de la cultura europea (Lawrence Sterne, James Joyce).

Woody Guthrie nació en 1912 en Oklahoma y desde siempre se le consideró un cantante de protesta por su fuerte compromiso político y social de izquierda. Fue continuador de una labor emprendida por el inmigrante anarco sindicalista sueco Joe Hill, creador de tal género musical en la Unión Americana.

Utilizó la canción como modo de lucha y difusión de consignas políticas y reivindicaciones sociales y por su activismo sindicalista fue condenado a muerte.

Guthrie prosiguió lo emprendido por Joe Hill, pero también fue más allá con su obra. Hizo canciones contra la guerra y el desempleo, cantó a favor de los obreros y de los vagabundos, recuperó las historias de los bandidos generosos y también la de los anarquistas asesinados por el Estado.

En su guitarra escribió la frase “Esta máquina mata fascistas”. Pero también cantó con su voz rasposa a los niños, a los viejos y a la naturaleza.

Mientras haya naufragios, desastres, tornados, huracanes, linchamientos, precios altos y salarios bajos; mientras existan los policías corruptos y que combatan a los huelguistas, las canciones y las baladas del pueblo seguirán adelante”, dijo en su autobiografía Bound for Glory (Con destino a la gloria, según su traducción al español). En ella relató su vida desde que nació hasta 1942 y cómo se convirtió en escritor de canciones y cantante de folk y luego de country.

En Bound for Glory, Guthrie describió sus viajes a través de los Estados Unidos como un hobo –la subcultura de la gente sin techo— a bordo de los ferrocarriles durante la época de la Depresión y del llamado Dust Bowl, aquella tormenta de arena y sequía que duró varios años y obligó la emigración de campesinos en busca de trabajo hacia California.

VIDEO SUGERIDO:  Woody Guthrie – This Land Is Your land, YouTube ( wildlife and music and some comedy)

Él observó  y vivió en carne propia los sufrimientos y las penalidades de los desplazados y las describió en sus canciones.

Woody Guthrie fue un prolífico escritor de canciones y de prosa diversa y de poesía que estuvo mucho tiempo inédita. Al conocer todos estos pormenores durante las sesiones de grabación para el Congreso estadounidense de American Folksong and Folklore en 1942, el importante etnomusicólogo Alan Lomax –considerado uno de los grandes recopiladores de cantos populares del siglo XX— le sugirió a Guthrie que escribiera su biografía.

Bound for Glory apareció por primera vez en 1943 en una edición de E. P. Dutton Publisher, un sello independiente fundado en 1852 que desde entonces no ha parado de reeditar la autobiografía de Guthrie para varias generaciones.

Woody Guthrie

La lectura de un libro valioso debe conectar con otros semejantes e influir en muchas otras cosas. Bound for Glory conduce en la literatura a The Grapes of Wrath (Las uvas de la ira), una novela del premio Nobel John Steinbeck, y a On the Road de Jack Kerouac, entre otras.

En el cine lleva a la adaptación que hizo Hal Ashby con título homónimo y con David Carradine como protagonista; en la fotografía a la obra de Dorothea Lange, en la danza a las Dust Bowl Ballads coreografiadas por Martha Graham.

En la música Woody Guthrie ha sido influencia de los cantantes de protesta desde Pete Seeger hasta Joan Baez  pasando por Phil Ochs.

En 1959 a Harry Weber, un estudiante de la Universidad de Minnesota, le presentaron a un tal Robert Zimmerman, que había abandonado los estudios recientemente para intentar realizar sus sueños de convertirse en un músico de rock and roll como Little Richard, su ídolo.

Zimmerman quedó fascinado por la colección de libros de cantantes folk que tenía Harry y le pidió prestados dos de ellos, uno era Bound for Glory de Woody Guthrie.

La primera vez que se le vio en público después de aquello fue seis semanas más tarde. Zimmerman llevaba una guitarra acústica y se había reinventado a sí mismo como cantante de folk llamándose ahora Bob Dylan y quería irse a Nueva York. Huelga decir que nunca le devolvió los libros.

Guthrie murió en octubre de 1967 pero su legado dentro del rock ha permanecido tan fresco como el primer momento en que Dylan lo presentó a una nueva generación.

Y ésta supo que el nuevo rock ahora era posible porque Guthrie había sabido llegarle a la gente con la música hablándole de sus problemas, de sus esperanzas y de sus luchas.

Desde entonces la lista de quienes le han rendido tributo no ha parado de crecer: Byrds, Donovan, Bruce Springsteen, U2, Klezmatics, Wilco, Anti-Flag, Meat Puppets, etcétera. Guthrie entró en el Salón de la Fama del Rock en 1988.

 VIDEO SUGERIDO: Mungo Jerry – Dust Pneumonia Blues, YouTube (Mungo Jerry)

SENDEROS FOTO 3

 

Exlibris 3 - kopie

St. Valentine’s Day Tarjetas musicales

Por SERGIO MONSALVO C.

ST. VALENTINE FOTO 1

La efeméride del día de San Valentín se presta para llevar a cabo una particular disertación sobre el amor. Éste es un concepto polisémico y nadie puede definirlo de una forma única. Llamamos “amor” a cosas tan diferentes como la dependencia, el deseo, el cariño, el sometimiento, la pasión, la fascinación, la idealización, etcétera, además de alguna (o muchas) de sus formas malévolas.

Entonces ¿a qué se le puede llamar amor? ¿Cómo se distingue de todo lo demás ese sentimiento que nos provoca otra persona? Quizá por medio de la poesía, “un idioma que invita a perseguir la emoción y la reflexión” y el cual también tiene múltiples formas, como la fotografía, por ejemplo.

ST. VALENTINE FOTO 2

Van las muestras: Los músicos son personas absolutamente narcisistas. Siempre cuidan su imagen y lo que proyectan con ella. Así que cuando alguno de ellos elige para una de sus portadas salir fotografiado con la mujer que ama en ese momento es porque junto a ella se produce una sublimación de sí mismo.

Algunos de ellos se han hecho eco de tal convicción, invitando al escucha a ver y sentir ese instante en la cubierta de su disco más reciente, el cual se convierte paradójicamente en una peregrinación hacia la profundidad audible tanto de un  corazón ajeno como del propio.

ST. VALENTINE FOTO 3

Y con esta manera de hacerlo se adentran con mirada penetrante en el anhelo por un amor eterno y palpable. Cada detalle de la composición en estas portadas tiene la precisión no sólo de lo que se sentía en aquella ocasión, sino también de lo que no puede compararse con nada más, ni repetirse.

Es el caso de obras que han pasado a formar parte de la historia, como las de Bob Dylan, de Miles Davis o Nick Waterhouse.

ST. VALENTINE FOTO 4

THE FREEWHEELIN’

Se conocieron cuando ella tenía 17 años y el 20. Ella había nacido en Brooklin y sido criada en Queens, bajo la férula de unos padres afiliados al Partido Comunista de los Estados Unidos. Él venía huyendo prácticamente de su natal Minnesota, donde cualquier horizonte era inconcebible.

Se reunieron en una noche de 1961, cuando él iniciaba su carrera como cantautor de folk en el Geenwich Village neoyorquino, ese barrio de la Urbe de Hierro que se erigía como el bastión de una emergente cultura artística y bohemia.

ST. VALENTINE FOTO 5

Ambos se influenciaron entre sí a base de libros, discos, cine, intercambio de ideas y voluntad de cambiar las cosas. Ambos asimilaban de todo aquello que sucedía en su entorno. Y en éste florecía la lucha por los derechos civiles y la actitud contestataria.

Ella lo plasmaba en ensayos y pintura. Él en sus canciones. Todo era emoción, todo era pulsión y las preguntas, más que las respuestas, estaban en el aire. Ellos estaban enamorados y subían y bajaban juntos por los acontecimientos.

ST. VALENTINE FOTO 6

Paseaban largamente por esas calles con calor o con frío celebrando su viveza y sentimiento. Así los plasmó Don Hunstein (el fotógrafo destinado por la compañía de discos para seguirlo a él) en 1963, en la Jones Street, casi en la esquina con la Calle 4.

Se separaron un año después. Cosas de la vida. Ella apostó por la utopía totalitaria y en algún paréntesis crepuscular escribió su autobiografía en la que puso esa misma foto como portada. Él se inspiró en su relación para componer piezas como “Don’t Think Twice, It’s All Right”, entre otras.

El lugar es ahora centro de peregrinajes para los fans del músico. La fotografía apareció en la portada de su segundo disco, The Freewheelin’, a petición suya. Ambas cosas son actualmente iconos de la cultura rockera. Ella (Suze Rotolo) murió en el 2011. Él es el Premio Nobel del 2016.

[VIDEO SUGERIDO: Bob Dylan – Suze Rotolo, YouTube (21JumpStreetKid)]

“PFRANCING”

Lo cuenta el propio Miles Davis: “Lo más importante que me ocurrió en aquella primavera fue que Frances Taylor volviera a entrar en mi vida. Era una mujer maravillosa. Sólo con estar a su lado me sentía feliz. Solté a todas las demás con las que salía y durante aquel periodo me quedé sólo con ella.

“Éramos totalmente compatibles. Era una persona súper. Alta, de un color moreno con un toque de miel, hermosa, la piel lisa y suave, sensible, artista, gentil, elegante. La describo como si fuera perfecta, ¿no? Bueno, casi lo era.

ST. VALENTINE FOTO 7

“Frances y yo empezamos a vivir juntos Cambié mi Mercedes Benz por un Ferrari blanco convertible que me costó algunos miles de dólares. Así que imagínanos circulando por la ciudad en aquel coche espectacular.

“Cuando ella se bajaba de aquel auto parecía ser toda piernas, porque tenía aquellas piernas largas, espléndidas, y se movía con aquel porte típico de bailarina. Algo excepcional. Cuando vino a vivir conmigo era una estrella, probablemente la principal bailarina negra del mundo.

ST. VALENTINE FOTO 8

“Tendrías que haber visto a toda la gente pararse en seco y mirarla con la boca abierta. ¡Guau, cómo me encantaba aquello! Y yo, me mostraba siempre en público pulcro y elegante como un príncipe. Frances me hizo mucho bien porque me indujo a sentar cabeza y consiguió que me concentrara más aún en mi música.

“La relación con Frances tuvo sobre mí otra influencia importante, aparte de la música. Despertó en mí el interés, primero por el baile y después por el teatro. A principios de 1961 entré al estudio a grabar Someday My Prince Will Come.

ST. VALENTINE FOTO 9

“Fue para este disco cuando exigí a la Columbia Records que utilizara mujeres negras en las fotos que ilustraban las fundas de mis álbumes. Eso me permitió poner a Frances en la portada de aquel disco. O sea, era mi disco y yo era el príncipe de Frances, y ‘Francing’, una de las piezas del mismo, fue escrita para ella”.

[VIDEO SUGERIDO: 5 MILES DAVIS – PRANCING, YouTube (EPO JAZZFAN)]

“HOLLY”

Especulemos: ¿Qué puede ser de ti si naces en los años ochenta, en el seno de una familia amante del rock clásico, del soul de la Motown, de Stax o de Fame Records? ¿Si creces en California con pinta de Buddy Holly, incluyendo gafas, y tu mundo es totalmente vintage?

Supongo que irías a San Francisco a estudiar música. Que solidificarías tu gusto por el soul y el rhythm and blues de la época dorada, que te pondrías a escribir canciones pensando en los discos de 45 rpm. Y que buscarías formar un grupo con gente afín a ti.

ST. VALENTINE FOTO 10

Pues así lo hizo Nick Waterhouse. Y como buen científico de la música pasó por el experimento y el fracaso hasta encontrar su estilo. Armó un demo y acertó. Entró a grabar un disco con la compañía independiente Innovatie Leisure y acertó. Se lanzó a una gira por Europa. Un rotundo fracaso económico. Pagó el noviciado.

Y lo hizo con todo su dinero, sus ahorros, su coche, etcétera. En la ruina lo acompañó el alcohol, la depresión y el sillón de la sala de unos amigos donde podía dormir, cuando lo hacía. En ese mismo sillón, durante una cena con ellos le presentaron a Holly y se enamoró de inmediato. Acertó.

ST. VALENTINE FOTO 11

Ella le recetó mucha lectura (T.S. Eliot, Hart Crane) y la escucha de George Gershwin. Dejó de lamentarse por las deudas. Vendió una canción para un anuncio de autos. Y volvió a entrar al estudio. Se lo dedicó a ella y la puso en la portada e interiores con fotos de Naj Jamai.

Así, un joven blanco, con voz de blanco, pero alma de sureño negro se afincó en la corriente retro. Esa que anota entre su contingente nombres como JD McPherson, Nathaniel Rateliff & The Night Sweats, James Hunter, St. Paul & The Broken Bones, Charles Bradley, y Eli “Paperboy” Reed, entre otros.

ST. VALENTINE FOTO 12

Entonces Nick, con tres discos en su haber se lanzó de nuevo a la carretera,  con Holly y a Europa. Se llevó consigo todo su compendio de sucio y refrescado Rhythm & blues, soul y jazz de los años cincuenta. Y Acertó.

Lo dicho: el amor proporciona el combustible de ilusión a los enamorados, que aunque sean músicos y tremendos narcisistas, son incapaces de soñar mayor felicidad que la de un recuerdo compartido. Una foto expuesta en una portada es una evocación mayor para ellos. Con fibras de eternidad.

[VIDEO SUGERIDO: Nick Waterhouse performing “Holly” Live on KCRW, YouTube (KCRW)]