LIBROS: DOCE HITOS DEL SIGLO XX (JAZZ)*

Por SERGIO MONSALVO C.

 

DOCE HITOS (PORTADA)

El jazz ha prosperado de forma constante, desde hace más de un siglo, al adquirir nuevas técnicas y nuevos conceptos y, con cada cambio legítimo  sigue ampliando sus alcances y extendiendo su creatividad. Las transformaciones periódicas en su historia han implicado rupturas, pero han sido las rupturas inevitables de un crecimiento orgánico, señal indudable de vitalidad.

El jazz, surgido a principios del siglo XX, representó con Louis Armstrong, una de las primeras reflexiones fundamentales sobre el procedimiento y materiales básicos del jazz hasta las siguientes innovaciones de Duke Ellington, Count Basie, Charlie Parker, Thelonious Monk, Charles Mingus, Miles Davis, John Coltrane, Ornette Coleman, Bill Evans, John Zorn y Brad Mehldau, sucesivamente. Y tras la pasión y profundo convencimiento con que la hicieron sus representantes más vanguardistas ya no hubo vuelta atrás.

Hubo desde el comienzo la irrupción del deseo en la liberación de las frases musicales; el empeño en buscar nuevas formas de tocarlo y de cantarlo: sin estereotipos, sin fórmulas previsibles en la manera de interpretar y proceder. Se abolieron las limitaciones armónicas y se consolidó una actitud anti academicista.

No tanto con la idea de hacer desaparecer la academia sino de crear caminos alternativos para el desarrollo de músicos, cantantes y artistas interdisciplinarios. El jazz se volvió una aventura loca y emocionante. Se improvisó colectiva, salvaje y duramente, con líneas que se cruzaban y friccionaban entre sí.

Los únicos límites hacia el futuro se fijaron en aquello a partir de lo cual algo distinto empezara a manifestar su esencia. Nuevos sonidos, nuevas voces, diferentes lenguajes inscritos más allá de cualquier cosa conocida. Ahí es precisamente donde surgieron, trabajaron y crearon los «Hitos del Siglo XX». En el sentido musical de manera específica fueron aquellos que buscaron, que exploraron, que descubrieron nuevos modos, nuevas formas de la experiencia artística.

Es indiscutible que quienes ha sacado mayor provecho de ello ha sido el escucha. A través de la historia de estos músicos se comprueba que es a las figuras que provienen del terreno de lo revolucionario, de lo ignoto, de lo alternativo, a quienes se debe la riqueza de ideas y propuestas que ensanchan los horizontes y proveen de sustento a todos los demás.

Las transformaciones significan la desestabilización de viejas formas musicales y de pensamiento, extinción de informaciones anticuadas o su reordenamiento en contacto con los nuevos saberes, técnicas y tecnologías, que confluyen en nuevas agrupaciones y senderos. Ahí es precisamente donde brotan los artistas novedosos que canalizan sus expresiones al margen de lo netamente comercial. Se evaden de lo acostumbrado, de lo convencional, y mantienen en forma constante la difusión de sus innovaciones, distanciamientos y propuestas estéticas, todo lo cual los convierte en hitos.

*Introducción al libro Doce Hitos del Siglo XX (Jazz) de la Editorial Doble A, que ha sido publicado de manera seriada en el blog Con los audífonos puestos.

 

Doce Hitos del Siglo XX

(Jazz)

Sergio Monsalvo C.

Editorial Doble A

Colección “Palabra de Jazz”

The Netherlands, 2022

 

 

Contenido

Louis Armstrong

Duke Ellington

Count Basie

Charlie Parker

Thelonious Monk

Charles Mingus

Miles Davis

John Coltrane

Ornette Coleman

Bill Evans

John Zorn

Brad Mehldau

Exlibris 3 - kopie

LIBROS: JAZZ (OBRA PUBLICADA)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

LIBROS - JAZZ (PORTADA)

 

Melancólica e introspectiva o alegre y danzarina, la palabra Jazz se inspira no sólo en un ideal abstracto, sino en el mismísimo sonido de la voz humana. Con su realidad doliente, relajada o festiva, con su ritmo y sensualidad propias. Así, el latido y la vivencia le dan a esa voz otra posibilidad de difundir su mensaje.

“La libertad es ese lugar donde puedes amar y decir lo que se te antoja, donde no necesitas permiso para desear”. Alguien improvisa y el sonido se alarga interminable. Alguien improvisa y desata cantos sucesivos y mezclados con otros terrenos, con otros semejantes, sin distancia. Alguien improvisa mientras el instante reclama dicha libertad, y su fugacidad extiende cada momento…

 

(OBRA PUBLICADA)

 

ANA RUIZ (PORTADA)

ANA RUIZ

 

 

 

AVE DEL PARAÍSO (PORTADA)

AVE DEL PARAÍSO

 

 

 

BALADAS VOL. 1

BALADAS VOL. I

 

 

 

BALADAS VOL. 2

BALADAS VOL. II

 

 

 

BALADAS VOL. III (PORTADA)

BALADAS VOL. III

 

 

 

BILLIE (PORTADA)

BILLIE

 

 

 

BLUE MONK

BLUE MONK

 

 

 

CINE Y JAZZ

CINE Y JAZZ

 

 

 

CLAZZ (FOTO 1)

REVISTA CLAZZ

ELLAZZ (.MX) (PORTADA)

 ELLAZZ (.MEX)

 

 

ELLAZZ (.WORLD) VOL. I (PORTADA)

ELLAZZ (.WORLD) I

 

 

 

ELLAZZ (.WORLD) VOL. II (PORTADA)

ELLAZZ (.WORLD) II

 

 

 

ELLAZZ (.WORLD) VOL. III (PORTADA)

ELLAZZ (.WORLD) III

 

 

 

Imágenes sincopadas

IMÁGENES SINCOPADAS

 

 

 

IRAIDA NORIEGA (PORTADA)

IRAIDA NORIEGA

 

 

 

JAZZ Y CONFINES POR VENIR (PORTADA)

JAZZ Y CONFINES POR VENIR

 

 

 

JOHN COLTRANE (PORTADA)

JOHN COLTRANE

(EL SONIDO QUE VIENE DE LO ALTO)

 

 

 

JOHN ZORN (PORTADA)

JOHN ZORN

 

 

 

MARIO RUIZ ARMENGOL (PORTADA)

MARIO RUIZ ARMENGOL

 

 

 

Miles Ahead

MILES AHEAD

 

 

 

MILI BERMEJO (PORTADA)

MILI BERMEJO

 

 

 

OLIVIA REVUELTAS (PORTADA)

OLIVIA REVUELTAS

 

 

 

PLEGARIA AL SAX (PORTADA)

PLEGARIA AL SAX

 

 

 

POR AMOR AL SAX

POR AMOR AL SAX

 

 

 

TIEMPO DE SOLOS

TIEMPO DE SOLOS

 

 

 

SOLO JAZZ (FOTO 5)

SÓLO JAZZ

(REVISTA)

 

 

 

 

 

 

Exlibris 3 - kopie

LIBROS: ELLAZZ (.WORLD) – VOL. III

Por SERGIO MONSALVO C.

 

ELLAZZ (.WORLD) VOL. III (PORTADA)

 

LA MUJER EN EL JAZZ*

 

Durante muchos años, las cualidades necesarias para adentrarse en el mundo del jazz se consideraron prerrogativas netamente masculinas. Entre ellas estaba una agresiva confianza en sí mismo, con la disposición a lucir e imponer la capacidad y potencia de interpretación en el escenario. Otra era la concentración exclusiva en la profesión, incluyendo ausencias frecuentes de casa y el derivado abandono de la familia.

A lo ya mencionado se agregaba la capacidad de moverse en ambientes difíciles y peligrosos, como lo eran los clubes nocturnos, infestados de vicios y administrados muchas veces por gángsters. Con frecuencia a las circunstancias mencionadas se sumaba la posibilidad de beber vastas cantidades de alcohol, ingerir drogas duras o las dos cosas juntas, según el caso, sin dejar de tocar de manera coherente hasta el amanecer del siguiente día.

En el pasado, una mujer decidida a formar parte de la comunidad de músicos y a no dejarse intimidar por dicho ambiente duro e impregnado de humo, en el que los compañeros de trabajo solían ser puros hombres, con frecuencia tenía que pagar el precio de su osadía, con costos tendentes a ponerla en su lugar, tales como la pérdida de su respetabilidad, la cual encabezaba la lista, además de la desaprobación social y familiar, y a veces ser relegada al ostracismo.

 

 

 

 

*Fragmento de la introducción al libro Ellazz (.World) Vol. III, publicado por la Editorial Doble A, y de manera seriada en el blog Con los audífonos puestos, bajo ese rubro.

 

Ellazz (.World) Vol. III

Sergio Monsalvo C.

Editorial Doble A

Colección “Palabra de Jazz”

The Netherlands, 2021

Contenido

Cassandra Wilson

Doris Day

Lena Horne

Melody Gardot

Mindi Abair

Mosaic Project

Natalie Cole

Sabina Hank

Viktoria Mullova

Exlibris 3 - kopie

LIBROS: ELLAZZ (.WORLD) VOL. III

Por SERGIO MONSALVO C.

 

ELLAZZ (.WORLD) VOL. III (PORTADA)

 

LA MUJER EN EL JAZZ*

 

Durante muchos años, las cualidades necesarias para adentrarse en el mundo del jazz se consideraron prerrogativas netamente masculinas. Entre ellas estaba una agresiva confianza en sí mismo, con la disposición a lucir e imponer la capacidad y potencia de interpretación en el escenario. Otra era la concentración exclusiva en la profesión, incluyendo ausencias frecuentes de casa y el derivado abandono de la familia.

A lo ya mencionado se agregaba la capacidad de moverse en ambientes difíciles y peligrosos, como lo eran los clubes nocturnos, infestados de vicios y administrados muchas veces por gángsters. Con frecuencia a las circunstancias mencionadas se sumaba la posibilidad de beber vastas cantidades de alcohol, ingerir drogas duras o las dos cosas juntas, según el caso, sin dejar de tocar de manera coherente hasta el amanecer del siguiente día.

En el pasado, una mujer decidida a formar parte de la comunidad de músicos y a no dejarse intimidar por dicho ambiente duro e impregnado de humo, en el que los compañeros de trabajo solían ser puros hombres, con frecuencia tenía que pagar el precio de su osadía, con costos tendentes a ponerla en su lugar, tales como la pérdida de su respetabilidad, la cual encabezaba la lista, además de la desaprobación social y familiar, y a veces ser relegada al ostracismo.

 

 

 

*Fragmento de la introducción al libro Ellazz (.World) Vol. III, publicado por la Editorial Doble A, y de manera seriada en el blog Con los audífonos puestos, bajo ese rubro.

 

 

Ellazz (.World) Vol. III

Sergio Monsalvo C.

Editorial Doble A

Colección “Palabra de Jazz”

The Netherlands, 2021

Contenido

Cassandra Wilson

Doris Day

Lena Horne

Melody Gardot

Mindi Abair

Mosaic Project

Natalie Cole

Sabina Hank

Viktoria Mullova

Exlibris 3 - kopie

LIBROS: PLEGARIA AL SAX

Por SERGIO MONSALVO C.

 

PLEGARIA AL SAX (PORTADA)

 

(POEMARIO)

 

 

 

Plegaria al sax*

Sax de mi guarda—

ante ti cavilo y suspiro—

sumiso ante tu voz—

reconozco el templo de la perdición—

sultán luminoso—

me conforto en los contornos de tu sugerencia—

y escucho en el fragor de tu vanagloria—

la certeza de tu albor—

lo pesado de tu negrura—

el llamado de tu fascinante infierno—

no me desampares de la noche con el día

*Texto extraído del poemario de igual nombre. En la publicación original, en papel y en forma de booklet de disco compacto, los poemas fueron acompañados por las improvisaciones musicales respectivas que realizó el saxofonista Arturo Escalante para ellos, y que formaron parte del CD que acompañó al libro. Algunos textos del volumen han sido publicados online en el blog Con los audífonos puestos.

 

 

Plegaria al sax

Sergio Monsalvo C./

Arturo Escalante

Colección (Words & Sounds)

Editorial Doble A/ISY Records

The Netherlands, 2007

Exlibris 3 - kopie (3)

LIBROS: JOHN COLTRANE (EL SONIDO QUE VIENE DE LO ALTO)

Por SERGIO MONSALVO C.

John Coltrane PORTADA

JOHN COLTRANE

“EL SONIDO QUE VIENE DE LO ALTO”*

Los músicos que trasmiten la verdad esencial del Ser y de las cosas, proyectan una corriente dinámica invisible y a ellos se debe la continuación de esta cultura. En sus obras habla el Espíritu Eterno. Mientras se mantenga viva la fuerza de su poesía, el jazz irá por buen camino. ¿Cómo uno no va a soñar con ello?

El “free jazz” libera las frases de los compases conocidos, los temas de interpretaciones habituales; asume y provoca riesgos. “Puedes hacer cualquier cosa con los acordes”, dice John Coltrane. Los esquemas rítmicos deben ser tan naturales como la respiración.

La improvisación es la voz con sus solos turnados y sus comentarios libremente expresados por los músicos. Se hacen patentes las posibilidades técnicas de la polifonía implícitas en la música. El jazz llena de sustancia fresca su vida. Free. Para comprender a Coltrane hay que saber esto.

Cada compás tiene un ritmo diferente al anterior, esto causa al oyente desasosiego e inquietud. Las estructuras musicales adquieren otro concepto, otra conciencia. La movilidad continua y fluidez deslizante. La maestría que guía.

Coltrane improvisa mientras su instantaneidad reclama y su fugacidad extiende el momento. El sonido se oye porque viene de lo alto simplemente.

El Sonido invade no sólo el espacio, también el tiempo. Trane fue un hombre de consagración mágica que penetró en dichos secretos y corrió los riesgos con tal de apoderarse de ése su Amor Supremo.

*Fragmento de»John Coltrane: El sonido que viene de lo alto», ensayo de Sergio Monsalvo C., incluido en la publicación colectiva John Coltrane de la Editorial Doble A.

John Coltrane:

“El sonido que viene de lo alto”

Sergio Monsalvo C.

John Coltrane

Colección “Palabra de jazz”

Editorial Doble A

México, 1995

Exlibris 3 - kopie

ELLAZZ (.WORLD): VIKTORIA MULLOVA

Por SERGIO MONSALVO C.

ELLAZZ (.WORLD) VOL. I (PORTADA)

 CRUCE DE MUNDOS

VIKTORIA MULLOVA (FOTO 1)

 Los mundos del jazz y de la música clásica a veces se cruzan, a veces se rechazan, pero han caminado de manera paralela durante el último siglo. Son mundos con sus propias historias, leyendas, mitología y obras maestras; con personajes que han vivido el éxito y la aclamación lo mismo que el nulo o tardío reconocimiento por su quehacer en tal labor de mezcla llamada Jazz Progresivo. Hablar de este fértil campo musical resulta apasionante y aleccionador.

Representante de ello es Viktoria Mullova, una auténtica estrella como intérprete del violín clásico contemporáneo, quien ha traído a dicha escena musical aires frescos y renovados entusiasmos así como caminos y puentes hacia otros géneros, como el pop y el jazz.

Los aficionados de los géneros clásico y jazzístico al incursionar por primera vez en dichos terrenos reciben impresiones fuertes, determinantes para toda la vida. Si se les llega a preguntar sobre sus acercamientos a dichas músicas, juran y perjuran que esa primera vez les causó una emoción tan fuerte que sienten que lo que habían experimentado hasta aquel momento no había sido nada comparado con ésa.

En los escuchas de ambos géneros el gusto les ha dejado una huella mucho más profunda que cualquier cosa que hayan oído antes. Y seguramente es verdad, porque así deben ser las aficiones: definitivas y siempre en incremento. Estas sensaciones vuelven cada vez que se presenta la oportunidad de escuchar la música.

Conforme el jazz se ha ido estableciendo de manera firme en los círculos académicos y en las salas de conciertos en distintos lugares del mundo –al igual que los compositores del departamento clásico han ido contando con las facilidades para integrar a su gusto agrupaciones orquestales y arreglos al estilo jazzístico, para una danza o la dirección musical en una obra de teatro —, muchos de los resultados obtenidos con la libertad creativa se han aproximado entre sí: adaptando los cartabones de la música clásica a los del jazz de formato extendido.

Existen ya ejemplos tanto espectaculares como sutiles —ocultos estos últimos en subterfugios de la más variada índole— de compositores clásicos que incorporan las formas e influencias del jazz en sus obras sinfónicas y de cámara. Ambas cosas son un hecho.

¿Se tratará acaso de que los dos géneros musicales se han acercado hasta el punto de tocarse constantemente, conforme pasa el tiempo? ¿Existirá ya alguna especie de herencia genética para enriquecer sus respectivos campos del uno con el otro? Los puristas de los dos bandos ya han acusado síncopes y desmayos por esta sospecha.

Sin embargo, es tangible que la actitud y la atmósfera engendrada por la academia y por la sala de conciertos  han despertado las tendencias “clásicas” latentes en algunos compositores de jazz y, al mismo tiempo, la envidia por el blues, el swing y la improvisación en los compositores clásicos. Muestras las hay de sobra y al parecer la fusión en este sentido, al igual que con otros muchos géneros y corrientes, es una circunstancia estética e histórica irreversible y en pleno desarrollo, mientras los purismos son lacras en extinción.

Según el saxofonista noruego Jan Garbarek, el jazz cerró un círculo junto al siglo XX y abrió otro con el nuevo. Don Cherry fue quien en su momento indujo a este músico a integrar el folclor y la música académica escandinava en su música. “Eso cambió mi relación con ella de manera radical y determinante —ha dicho Garbarek—. Las influencias más importantes en la música sincopada de hoy no proceden de ella; sin embargo, el jazz posee la fuerza suficiente para asimilar dichas influencias y mantenerse fiel a sí mismo”.

Ralph Towner, uno de los músicos más respetados del medio y fundador del grupo Oregon, cuenta con una formación clásica sólida como compositor y guitarrista, y la aplica al jazz progresivo sin empacho alguno. Este proceder es muy fructífero y con todo un mundo nuevo por recorrer. La autenticidad no se pierde, al contrario, aumenta la interrelación de los sonidos. Con ello surgen nuevas categorías y la positiva sensación de que las cosas, como debe ser, se encuentran en movimiento.

La intérprete rusa Viktoria Mullova forma parte de ese movimiento. Es una violinista extraordinaria que aporta un estilo muy particular a sus interpretaciones. Se ha distinguido en sus conciertos por su capacidad para establecer un vínculo de empatía con el público. Egresada del Conservatorio de Moscú ha colaborado como solista con las mejores orquestas y directores del mundo con una lista interminable de referencias (la Sinfónica de Montreal, de San Francisco y de la Radio Bávara, entre otras). Y, además, es líder de su propio grupo de cámara.

VIKTORIA MULLOVA (FOTO 2)

Mullova realizó sus estudios iniciáticos en la ya mencionada Escuela Central de Música de Moscú y en el Conservatorio de la misma ciudad, de donde es originaria.

Su virtuosismo instrumental, dinamismo y curiosidad artística la han llevado a explorar todas las posibilidades que le brinda el violín (es poseedora del famoso Stradivarious conocido como “Julius Falk”, construido en 1723), diversificando su repertorio a través de grupos formados por ella: el Mullova Chamber Ensemble (dedicado a Bach) y la Orchestra of the Age of Enlightenment (que tiene como proyecto la obra de Mozart al igual que del pop, con la de los Beatles, sobre todo, y el jazz).

La dirección de Mullova en estos grupos es ejemplar, grácil, animada y proporciona una versión “moderna”, en términos de sonido y estilo. Su trabajo con la Orchestra, como solista y directora en la ejecución de las obras de Mozart, por ejemplo, ha resultado muy exitoso.

La Ice Queen, como se le conoce en el medio musical, atrajo la atención cuando en 1980 obtuvo el Primer Premio en el Concurso Sibelius realizado en Helsinki. Un par de años después se hizo acreedora a la Medalla de Oro en el Concurso Tchaikovski de Moscú, el cual incluye interpretaciones originales tanto de compositores barrocos (Bach) como clásicos (Mozart).

Junto a otros músicos jóvenes que comparten sus mismas ideas musicales fundó como ya se apuntó el Mullova Chamber Ensemble, formación con la cual debutó durante una gira por Italia en 1994. El disco dedicado a los conciertos para violín de Johan Sebastian Bach, por parte de éste corroboró las capacidades para dar nueva vida a música antigua.

Asimismo, inquieta por naturaleza, Viktoria Mullova fundó también otra agrupación en el año 2000, con la cual se presenta como directora y solista. Se trata de la ya mencionada Orchestra.

El primer disco de la Orchestra bajo su influjo retomó los Concertos 1, 3 y 4 de Mozart, quien los escribió en Salzburgo entre 1773 y 1775. Escuchados con sus versiones, estos Concertos adquieren una enjundia inusitada, fantasía, flexibilidad rítmica y expresividad. La Orchestra les proporciona un tejido transparente y detallado con un acabado final de sorprendente y delicada ligereza.

Posteriormente la violinista exploró un nuevo camino en su universo musical mediante un concepto al que tituló “new classical”, el cual quedó plasmado en el álbum Through the Looking Glass, en el que incluyó arreglos de obras de Miles Davis (“Robot 415”, con sus cinco movimientos), Duke Ellington (“Ad Lib on Nippon”), Joe Zawinul (“The Pursuit of the Woman with the Feathered Hat”), Erroll Garner (“Misty”) y Jaco Pastorius (“Teen Town”), entre otros.

 

El jazz está cambiando y en el curso del proceso de abrirse a otros estilos ha dejado de ser jazz, según los apocalípticos, pero para los integrados ha expandido sus horizontes y es más jazz que nunca. En la música vivimos ya en el tiempo de las mezclas.

Nadie en su sano juicio saldría a batirse para defender la virginidad y pureza de ningún género. La confrontación entre las músicas del mundo (populares y académicas) y la presencia constante de éstas, ha redundado en una relación muy diferente con la música en general.

Resultaría inconcebible en la práctica que alguien decidiera no escuchar otra cosa durante toda su vida que un solo tipo de música. Sería como una autodestrucción. Oír la obra de la Mullova, en este sentido, es brindarse la oportunidad de ensanchar las referencias personales.

Para la realización de Through the Looking Glass, Viktoria Mullova invitó a colaborar al jazzista británico Julian Joseph (pianista, clarinetista, baterista, cantante), un egresado de Berklee que ha trabajado con gente como Branford Marsalis, Courtney Pine y George Coleman, por mencionar algunos.

Los arreglos de todos los temas fueron escritos en especial para ella por el compositor y cellista Matthew Barley (su actual esposo), combinando la pureza de su sonido, su vitalidad rítmica y su afamada técnica con una muy buena y calculada espontaneidad.

VIDEO SUGERIDO: Viktoria Mullova – Garner: Misty, YouTube (Viktoria Mullova)

VIKTORIA MULLOVA (FOTO 3)

Exlibris 3 - kopie

LIBRO: AVE DEL PARAÍSO

Por SERGIO MONSALVO C.

Ave del paraíso (portada 2)

 (RELATO)*

 I

«Ando solo entre una multitud de amores, gozoso del amor, de sus lluvias; del amor, del ruido, de sus propios suspiros y los placeres de sus propios padecimientos«, decía Dylan Thomas, el poeta favorito de Charlie Parker.

Charlie era un Buda que desafiaba las leyes de los conservadores: «El sujeto parece tener alrededor de 65 años», escribió uno de ellos en la revista Squire. Pero la verdad era que sólo tenía 34 cuando murió.

Charlie era un creador, un artista, una excepción. Vestía a su antojo y no padecía por las leyes de la moda, las impuso. Tanto si se ocupaba en no hacer nada como si improvisaba en el sax una obra maestra de tres minutos. Siempre fue la expresión de un talento elevado que poseyó vida propia.

Charles Christopher Parker abandonó su cuerpo el 12 de marzo de 1955 en Nueva York, riéndose a carcajadas mientras veía la televisión.

II                                                             

Querida Martha-Maga: La poética del jazzista, como actitud filosófica, es una forma de rebeldía y tiene su particular repertorio de valores. El jazz como cualquier arte es amoral. Lo único que importa en él es el genio, el talento y la capacidad para mostrarlo.

La seriedad, el convencionalismo, la sobriedad, son correlatos imprescindibles en una concepción moral, pero frente al arte pierden su razón de ser. La frivolidad, la paradoja, los vicios, la contradicción son en él valores tan distinguidos como los anteriores.

Bird fue presencia y presagio. Un poder sin timing que sopló como un viento vivificante para todos. A través de sus labios sonó el sax de la profecía.

Una vez muerto Charlie, los conservadores se sintieron seguros. No sabían lo que les esperaba. Lo que siguió a su fallecimiento trajo consigo el sonido de John Coltrane, LeRoi Jones como defensor de la cultura y los derechos de los negros, el free jazz; a Little Richard y el descubrimiento del rock como arquitectura universal; los talleres creativos de Charles Mingus; el hito narrativo-filosófico-literario-musical de Jack Kerouac y los beats.

III

Querida Martha-Maga: Te escribo esto para ver si su largueza te conecta a mí por un dejo de nostalgia, debo admitirlo. De ésa que no duele mucho pero que hace que el cuerpo por evoque ciertos latidos. Te escribo porque estoy escuchando “Bird of Paradise” de Charlie Parker. Un tema y un nombre colmados de significados. Llenos de París para ti y para mí.

¿Recuerdas cómo nos gustaba el departamento donde vivías porque a pesar de ser pequeñito guardaba muy bien nuestros encuentros? Siempre llegábamos a aquella habitación de la rue de Louis Blanc riéndonos de lo que nos había ocurrido a cada uno como extranjeros en aquella ciudad. Tú quitándote el abrigo ruso que protegía todos tus encantos de ese invierno desconocido y yo frente al aparato de sonido buscando junto a él algún disco para ponerlo en la tornamesa.

Ibas hacia el espejo a peinar ese cabello corto que tan bien te sentaba y a prender un cigarrillo Stuyvesant, para luego con música de fondo echarte sobre la estrecha cama boca abajo y hojear el cuaderno con la reciente lección de francés aprendida en el Centro Georges Pompidou:

Une chambre avec salle de bains, s’il vous plaît, repetías una y otra vez imaginándote la tina con agua caliente que cubría tu piel hasta el cuello. Imaginándote con las manos acariciando tu entrepierna. Sintiendo las humedades y el despertar de un tímido deseo.

Yo, mientras tanto, por el reducido pasillo llegaba a la cocineta para buscar el sacacorchos y cerrar las cortinas de las ventanas. Te daba las copas y encendía las velas que iluminaban nuestro vino. Tú hurgabas en la revoltura del improvisado librero tratando de encontrar el libro de Julio Cortázar, y lo abrías donde cayera por azar.

A la par que el sax del buen Charlie iniciaba su vuelo hacia el paraíso, nosotros leíamos Rayuela para planear nuestro paseo vespertino o nocturno, marcando las calles mencionadas por él y buscando en el Plan de Paris los modos de acceso en el Metro.

Cortázar fue un excelente guía que nos llevó con su aliento fantástico por el Metro parisino a las crepas de l’Odéon, al restaurante universitario de Parc Montsouris, a los bares de la rue des Lombards, a los hoteles alrededor de Abbesses, a los cafés del Pont des Arts donde vimos nevar como niños encantados, tras nuestro primer encuentro.

Sentados en un café reconstruíamos minuciosamente los itinerarios. Luego venían por teléfono los bruscos cambios de hora y lugar que se te ocurrían, con la intención de que nos encontráramos telepáticamente, fracasando la mayoría de las veces en ese laberinto de calles. A pesar de todo nos gustaba desafiar el peligro del desencuentro, pasar el día solos, enfurruñados en un café o un banco de jardín, leyendo un-libro-más. Cuando sí lográbamos encontrarnos reíamos como locos, seguros de un poder que nos enriquecía.

La música que querías escuchar era el jazz, porque «el jazz es un pájaro que migra o emigra o transmigra, saltabarreras, burlaaduanas, algo que corre y se difunde. Es la lluvia y el pan y la sal, algo absolutamente indiferente a los ritos nacionales, a las tradiciones inviolables, al idioma y al folklore«.

IV

Querida Martha-Maga: La música que querías escuchar era solamente la de Charlie Parker, después de leer «El Perseguidor». «Lo quiero conocer todo», dijiste, y así tuvo que ser. Acudimos al Pompidou para hurgar en las biografías que se pudieran consultar. Tardes enteras revisando los libros, haciendo anotaciones, acudiendo a la fonoteca del mismo Centro para escuchar alguna rareza.

Salíamos de ahí, y mientras tomábamos una cerveza en algún bar cercano hacías tu lista de los discos de Bird que había que conseguir a toda costa. Ése fue otro modo de conocer la ciudad: a través de las tiendas de discos y de los lugares donde Charlie tocó cuando estuvo en París:

La Salle Pleyel en el 252 de la rue du Faubourg-Saint-Honoré. Llegó como invitado al Festival Internacional de Jazz de París de 1949. Representaba a la vanguardia musical y lo hizo patente. Pero antes recorrió los bares de Montmartre, donde se atiborró de bocadillos franceses, vino y heroína. Hizo buenas migas con todo el mundo, recitó el Rubaiyat de Omar Khayyam y siempre fue tratado como un artista, no como en los Estados Unidos.

En correspondencia, durante su presentación, les interpretó “Bird of Paradise”, un tema “puro, definitivo e íntimo” dijeron los escribas. Charlie se pudo solazar en sus innovaciones técnicas, hizo evidente su ampliación del alcance emocional del blues, porque Charlie a final de cuentas era eso, un gran músico de blues, su revalorizador fresco e inigualado. “Soy un músico devoto”, le contestó a un reportero cuando le preguntó cuál era su religión. La fiesta por el éxito. La jam session de despedida fue en el recién inaugurado Club Saint-Germain, en el número 13 de la rue Saint-Benoit.

Ahí, sentados frente al lugar en el cofre de un coche estacionado, te leí la crónica de aquel momento. Charlie conoció a Boris Vian, quien a su vez le presentó a Jean-Paul Sartre. “Charlie le dijo a Sartre: ‘Encantado de conocerlo, señor Sartre. Me gusta mucho como toca usted’. El santón existencialista del nivel teórico sonrió con la broma del santón a nivel práctico. A continuación, Charlie se comió uno por uno, lentamente, los pétalos de una rosa que una admiradora le había regalado.

El jazz de Bird, en los discos que fuimos comprando en FNAC y en tiendas de discos usados, nos arropó durante nuestros abrazos que parecían interminables. Cortázar y Parker nos acompañaron también esa tarde después del pic-nic en el Jardín de Luxemburgo. Era tiempo de alejarse de París. Yo no quería ir a España. Tú sí. A ti te llamaban la atención Madrid e Ibiza. Yo quería conocer el Rhin, la Selva Negra, el Munich de Fassbinder. Te encaprichaste y los intereses hicieron irreconciliables las distancias, mayores las mentiras.

Otros países y otros abrazos para cada uno. Sin embargo, Julio y Charlie quedan en la memoria de aquella habitación, instalados con sus voces vivas, gozosos del amor y los placeres de sus propios padecimientos. La palabra y el sax. ¿Lo recuerdas?

Querida Martha-Maga: Bird voló finalmente. Se llevó el amor con él. La única verdad con que quiero recordarte.

*Relato Ave del Paraíso, publicado por la Editorial Doble A.

 

 

VIDEO SUGERIDO: Charlie Parker – April in Paris, YouTube (νταλιές)

AVE DEL PARAISO (FOTO 2)

 

Ave del Paraíso

Sergio Monsalvo C.

Editorial Doble A

Colección “Palabra de Jazz”

 México, 1998

Exlibris 3 - kopie

LIBROS: ANA RUIZ

Por SERGIO MONSALVO C.

ANA RUIZ (PORTADA LA BUENA)

 SUEÑOS EN TRANSICIÓN*

(ENTREVISTA)

El jazz (en su forma más free) es aquello que permanece de un sueño en la vigilia. Es una reverberación mental completamente afectiva que se anida en la memoria. Si no, ¿cómo explicar que podamos captar, de manera precisa, el eco de una música de la cual no se escribe ni una sola nota, ni se pinte su color?

Es un desdoblamiento poético que se fija en el espíritu como un goce fugaz de recuerdo imperecedero. Algunos mortales son capaces de recrearse en ello. Uno de éstos lleva por nombre Ana Ruiz. Es una pianista, pionera del género en un país reacio, que nació en la Ciudad de México el 2 de agosto de 1952.

Ella sabe que sólo equivale a la intimidad de un pianista la voluntad de comunicación. Una paradoja. Una sublime paradoja. Más aún cuando los aplausos estallan a causa del silencio tras su música. Los polvos mágicos que se disuelven en el fondo de un licor divino.

Ella sabe que su sueño jazzístico es forma pura y virgen, al que va levantándole sus arquitecturas sobre tinieblas frescas y significativas de las que surgirá flora y a veces lienzos alegóricos. Como el personaje de la Cantante Calva de Ionesco, que siempre se apresura a recomenzar.

Ana alguna vez fue calva. Por lo tanto, comprende que el más hermoso de los ejercicios físicos y espirituales es la peregrinación por esas formas territoriales de circulación personal, secreta, de virginidad en los signos.

El viaje con todos los sentidos despiertos, con el cuerpo aligerado por la marcha: estado en el que todos los dispositivos de la intuición funcionan. La tarea es dejarlos despertar, flotar, emerger de sí misma, como un desprendimiento astral.

Ella sabe que tales formas se convierten en manos sobre las teclas, con intenciones conmovedoras, ardientes, frágiles o fuertes. En libertad plena. Y lo sabe por sus ojos obsesivos, brillantes órganos de la adivinación.

La posibilidad de vidas múltiples y simultáneas, en notas diversas, como mundos en metamorfosis. Modalidades rítmicas, armónicas, melódicas. Cada una como objeto único que busca cabalgar en la imaginación. Pasa de uno a otro paisaje. El éxtasis está en la forma que los reúne: el free.

Todo cede ante su facultad de verse, de ver esas manos, de pasar de una vida a otra, de no consumirse en una sola. Ella lo sabe.

S.M.: Ana, ¿cómo se dio en tu caso el aprendizaje de la música?

A.R.: “En mi familia hay muchos músicos. Mi abuela era pianista, ella estudió el instrumento con [Alba Herrera] Ogazón y le encantaba tocar. Yo de muy chiquita le daba vuelta a las hojas mientras ella tocaba, iba leyendo la partitura y la disfrutaba con ella. Tocaba cosas maravillosas y las gozábamos. Un tío por parte de mi abuela era Carlos Chávez. Yo estudié música con Otilia, su esposa, y ésta nos dio clase a todos mis primos y hermanos. Yo aprendí a tocar con un teclado mudo. En él recibí toda la técnica. Una vez con estos elementos nos pasaba al piano, al piano acústico, nos daba solfeo y enseñaba a mover los dedos. Después me metí al Conservatorio Nacional junto con mi hermana Citlali, ella estudiaba viola. Mis otros hermanos estudiaron guitarra y oboe respectivamente. En la familia siempre oímos música clásica. La popular estaba vetada, aunque yo la escuchaba a escondidas”.

S.M.: ¿Cómo fuiste de niña, cómo fue la relación con tus padres?

A.R.: “Muy buena, muy amable. Siempre fui rebelde, siempre quise hacer cosas y todas mis emociones y demás iban a parar al piano, las volcaba en él. Mis padres gozaron mucho esta situación, siempre les gustó que tocara”.

S.M.: ¿Tu padre a qué se dedicaba, a qué se dedica?

A.R.: “Mi papá ya murió. Era campesino y fue compositor de boleros, de guarachas, etcétera. Le encantaba hablar sobre su pueblo, sobre el campo, las mujeres, el amor por Jalisco”.

S.M.: ¿Cuáles fueron tus discos favoritos primero como niña y luego como adolescente?

A.R.: “Beethoven me gustaba muchísimo, Dave Brubeck, lo mismo que los Rolling Stones. Los Beatles nunca fueron de mi agrado, no eran algo que me emocionara, como los Doors, por ejemplo. En la casa teníamos que oír otro tipo de cosas, pero en una recámara nos escondíamos todos los hermanos y poníamos el radio para oír a los Doors y cosas así, que eran raras o muy nuevas”.

S.M.: ¿Tienes algún disco entrañable para ti que haya causado cambios en tu vida?

A.R.: “Sí, claro. Los de Ornette Coleman y de Cecil Taylor. A este último lo entendí desde muy joven. La gente me decía: ‘Es un loco que nada más aporrea el piano’. Pero yo realmente siempre lo entendí. Tenía una estructura y un desarrollo. Había un juego y se reía del mundo, gozaba al hacerlo. A mí Cecil Taylor me cambió muchísimo. Sus primeros discos me hicieron decir: ‘¡Guau!, ¿qué es esto?’. Desde entonces he oído mucha música, pero ya no hay un disco que me llame la atención, en el que me haya clavado, ya no”.

S.M.: ¿Cuál es tu definición particular de la palabra jazz?

A.R.: “Es la forma que tienes para platicar sobre ti. Desde cómo te despertaste ese día hasta cuál es tu dolor más grande en el mundo. Es la manera de expresarlo y de decir ‘aquí estoy’”.

 

*Fragmento de la entrevista, publicada originalmente en el blog Con los audífonos puestos, bajo el rubro Ana Ruiz de la Serie Ellazz (.mex), que realicé el día 20 de febrero del 2001. Tras la publicación del libro Tiempo de solos (que edité junto al fotógrafo Fernando Aceves) quería continuar el proyecto de hacer más perfiles de los jazzistas mexicanos, Ana era parte de esa continuación. Sin embargo, los planes cambiaron. Vine a vivir al extranjero y aquello quedó trunco. Desde entonces no había tenido noticias de ella hasta que me encontré con una muy breve referencia online en la revista número 17 del Instituto de Estudios Críticos y de la cual hago referencia a continuación:

“Pianista y compositora mexicana dedicada a la improvisación y el free jazz desde 1973. Ha formado parte de los grupos Jácara, Baile y Mojiganga, Atrás del Cosmos, La cocina, Radnectary La Sociedad Acústica de Capital Variable. Ha compuesto música para películas, coreografías, y documentales. Desde febrero de 2015 comienza, con el auspicio de la Fonoteca Nacional, la recuperación de la música del grupo Atrás del Cosmos para editar varios discos compactos con el interés de dejar una constancia histórica y dar a conocer este grupo al mundo”.

 

Ana Ruiz

Una entrevista de

Sergio Monsalvo C.

Editorial Doble A

Colección “Palabra de Jazz”

The Netherlands, 2020

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