ELLAZZ (.WORLD): MINDI ABAIR

Por SERGIO MONSALVO C.

MINDI ABAIR (FOTO 1)

PRINCESA DEL CROSSOVER

El pop, el rhythm and blues y el jazz son las influencias musicales básicas de la saxofonista estadounidense Mindi Abair, quien creció rodeada de música: su abuela era cantante de ópera, su padre un saxofonista y tecladista profesional. Acompañó a este último en sus giras hasta los cinco años de edad (1985), cuando empezó a aprender a tocar los teclados. Con el saxofón comenzó tres años después.

De niña escuchaba las listas de éxitos del Top 40. Se introdujo en el jazz a través de músicos como David Sanborn, los Yellowjackets y los discos tardíos de Miles Davis, como Amandla y Tutu. Después de conocer Kind of Blue empezó a explorar el trabajo de artistas como Wayne Shorter y Maceo Parker.

 “Aproveché todas las oportunidades que el sistema escolar me brindó para tocar, por ejemplo en la banda de la preparatoria y, finalmente, ingresé a estudiar el instrumento en la escuela Berklee de Boston bajo la tutela del gurú del sax Joe Viola –ha contado–. Por las noches participaba activamente en las eternas jam sessions que los alumnos de la escuela realizábamos en nuestras habitaciones.

 “Después de graduarme me mudé a Los Ángeles, donde aún vivo, y empecé a darme a conocer en las jam de los bares y clubes locales de jazz crossover, género por el que terminé inclinándome con el tiempo. Con tal exposición no tardé en amarrar mis primeros compromisos profesionales, con músicos como Jonathan Butler, Adam Sandler y luego con los Backstreet Boys, interpretando entre otras cosas un dueto con Kevin Richardson.

 “¿Por qué mi inclinación por el crossover? Quizá porque formo parte de una generación que creció junto a tal estilo. Sé que es muy kitsch, pero qué quieren me identifico con él. Tanto, que incluso me sé su historia y desarrollo.

 “El surgimiento de la música electrónica en los ochenta representó una nueva fuente de inspiración para muchos grupos. Conjuntos como Yellowjackets y Pat Metheny la emplearon, igual que Mike Stern, Bill Frisell, John Scofield y el bajista Daryl Jones, quien adquiriría renombre con un público masivo mediante sus posteriores colaboraciones con Sting, Madonna y los Rolling Stones.

“Otra corriente también incursionó dentro del término desde mediados de los setenta en adelante, al convertirse en una forma de ganar adeptos fácil y rápidamente al simplificar al mínimo el nivel de sus elementos musicales, con el objeto de llegar a un público masivo y engancharlo al jazz.

“Gran parte de lo que se denominó ‘fusión’ entonces, de hecho ya era una combinación de jazz muy ligero y otros estilos —tomados de diversas partes del mundo, principalmente de Brasil, Latinoamérica y el Caribe—, o sea, crossover. Mismo en el que me incribí.

“Me gusta tocar en las pistas de baile y para mucha gente, sin pretensiones de ninguna clase. Sólo la diversión y pasar un buen rato. El arte en la música se lo dejo a los artistas. Yo, como parte de la generación X, me conformo con lo light. Los squares somos así.

MINDI ABAIR (FOTO 2)

“Los productores y algunos músicos que buscaron estas combinaciones de estilos tuvieron bastante éxito en volver su interpretación del jazz más accesible para el consumidor promedio. A lo largo de las últimas décadas se han probado muchas mezclas distintas, y a los promotores y publicistas les agrada utilizar el término ‘jazz contemporáneo’ para describir estas ‘fusiones’ del jazz con otros elementos. No obstante, la palabra crossover resulta la más apropiada para señalarlo.

 “El crossover y la fusión han servido para incrementar el público del jazz (que en muchos casos termina por explorar otros estilos). En ocasiones la música vale mucho la pena, mientras que en otras instancias el contenido jazzístico constituye una parte relativamente reducida de los ingredientes.

“Cuando el estilo es en realidad pop adicionado con sólo una cantidad insignificante de improvisación (ubicándose, por lo tanto, casi por completo fuera del jazz), el término «pop instrumental» sería el más adecuado.

 “El crossover es una combinación de jazz con pop, soul o funk, adicionada sobre todo con ritmos latinos, reggae y música africana, aunque a veces también con música española, india y clásica, de manera muy ligera en todos los casos. Algunos ejemplos son Spyro Gyra, Bob James, George Benson, los Crusaders, David Sanborn, el melcochoso Kenny G, Rippingtons, etcétera.

 “Sé que la promesa original de la fusión hasta cierto punto se ha diluido, si bien sobrevive en la actualidad en grupos como Tribal Tech, la Elektric Band de Chick Corea y el avant-garde neoyorkino: sin embargo, una gran cantidad de músicos como yo ha servido para introducir a jóvenes y nuevos escuchas al género, así como para integrar los instrumentos electrónicos al mismo. Eso ha sido muy satisfactorio para mí.

 “La oportunidad de debutar para una disquera importante se me presentó en el 2002, lo cual me permitió dar a conocer mi propia música como compositora e intérprete. El álbum al que llamé It Just Happens That Way siento que ilustró mis habilidades como saxofonista.

“El título del álbum lo tomé de las palabras que Cannonball Adderley dirigió al público reunido en el Village Vanguard según se plasma en su disco en vivo Live New York de 1962. Mi intención con el álbum era plasmar un concepto semejante”.

La producción del disco de Mindi Abair dirigida por Matthew Hager, un amigo suyo de Berklee que ha trabajado con Mandy Moore y John Taylor, se distingue por su jazz contemporáneo aderezado con ritmos de rhythm and blues,  soul y melodías de pop.

Ella colaboró en la composición de todas las piezas excepto el cóver de “Save Tonight” de Eagle-Eye Cherry, en la que revela un estilo vocal anhelante y sensual con el apoyo de John Taylor de Duran Duran.

VIDEO SUGERIDO: Mindi Abair – Save Tonight, YouTube (Wiktor G)

MINDI ABAIR (FOTO 3)

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BIBLIOGRAFÍA: JOHN ZORN

Por SERGIO MONSALVO C.

JOHN ZORN (PORTADA)

PROYECTOR DEL HIPER-COLLAGE*

Escuchar a John Zorn es como hojear una pila de cómics trash en una tienda de aparatos eléctricos funcionando, o ver una proyección infinita de series de televisión estadounidenses tratadas por un editor loco en un televisor en el que el brillo y el contraste están a tope de intensidad.

Zorn no es el primer músico posmodernista engendrado por el jazz, pero definitivamente sí el más concienzudo y reconocido. Más que cualquier otro, parece marcar el punto de transición entre un periodo de gran virtuosismo técnico y una nueva síntesis artística que no pretende elevarse por encima de la cultura del desecho y reciclable, en la que todos los gustos son identificables.

John Zorn nació en Nueva York el 2 de septiembre de 1953 y desde muy joven se le conoció como un aventurero explorador de los instrumentos de lengüeta, y como un ecléctico compositor que usa el método del cut-up (recorte o collage al estilo de William Burroughs) para sus creaciones. A los diez años de edad cambió el piano por la guitarra y la flauta, y en el curso de sus estudios autodidactas de música clásica contemporánea empezó a componer introduciendo elementos improvisatorios en sus partituras debido a la influencia de John Cage. Esto sucedía a los 14 años.

En la Universidad de St. Louis conoció el free jazz gracias al impresionante disco For Alto hecho por Anthony Braxton como solista en el sax. Después de desertar de la escuela, Zorn trabó amistad con varios improvisadores estadounidenses del free, entre ellos con los guitarristas Eugene Chadbourne y Fred Frith, el cellista Tom Cora (Corra en aquel entonces) y el intérprete del sintetizador Bob Ostertag.

A la postre, el músico y compositor regresó a Nueva York, donde se dedicó a trabajar con muchos improvisadores y grupos de rock, a componer y a tocar música free, aunque cuando quiere este particular intérprete es un excelente saxofonista con toque bebopero.

En la actualidad, su arsenal de instrumentos incluye saxofones y clarinetes desarmados así como silbatos de caza con graznidos de pato y de otras aves, que a veces toca dentro de cubetas llenas de agua a manera de puntuación irónica, en semejanza a la forma en que Rahsaan Roland Kirk, otro músico no debidamente valorado y experto surrealista, quien solía finalizar algunos solos con estridentes toques de sirena.

Los métodos de composición de Zorn desde joven con frecuencia han incluido reglas casi lúdicas por medio de las cuales guiaba las respectivas intervenciones y papeles de varios músicos. Como aficionado a los sistemas de juegos (así como a otros aspectos más tradicionales de la cultura y el arte del Japón: la bidimensionalidad, la falsa perspectiva, la simultaneidad, la violencia como estética), Zorn con frecuencia ha basado algunos trabajos en los juegos y los deportes.

*Fragmento extraído del libro John Zorn, publicado por la Editorial Doble A

John Zorn

Sergio Monsalvo C.

Colección “Cuadernos de Jazz”

Editorial Doble A

The Netherlands, 2005

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BIBLIOGRAFÍA: JOHN COLTRANE

Por SERGIO MONSALVO C.

John_Coltrane_Portada

JOHN COLTRANE

“EL SONIDO QUE VIENE DE LO ALTO”*

Los músicos que trasmiten la verdad esencial del Ser y de las cosas, proyectan una corriente dinámica invisible y a ellos se debe la continuación de esta cultura. En sus obras habla el Espíritu Eterno. Mientras se mantenga viva la fuerza de su poesía, el jazz irá por buen camino. ¿Cómo uno no va a soñar con ello?

El “free jazz” libera las frases de los compases conocidos, los temas de interpretaciones habituales; asume y provoca riesgos. “Puedes hacer cualquier cosa con los acordes”, dice John Coltrane. Los esquemas rítmicos deben ser tan naturales como la respiración.

La improvisación es la voz con sus solos turnados y sus comentarios libremente expresados por los músicos. Se hacen patentes las posibilidades técnicas de la polifonía implícitas en la música. El jazz llena de sustancia fresca su vida. Free. Para comprender a Coltrane hay que saber esto.

Cada compás tiene un ritmo diferente al anterior, esto causa al oyente desasosiego e inquietud. Las estructuras musicales adquieren otro concepto, otra conciencia. La movilidad continua y fluidez deslizante. La maestría que guía.

Coltrane improvisa mientras su instantaneidad reclama y su fugacidad extiende el momento. El sonido se oye porque viene de lo alto simplemente.

El Sonido invade no sólo el espacio, también el tiempo. Trane fue un hombre de consagración mágica que penetró en dichos secretos y corrió los riesgos con tal de apoderarse de ése su Amor Supremo.

*Fragmento de»El sonido que viene de lo alto», ensayo de Sergio Monsalvo C., incluido en la publicación colectiva John Coltrane de la Editorial Doble A.

John Coltrane:

“El sonido que viene de lo alto”

Sergio Monsalvo C.

John Coltrane

Colección “Palabra de jazz”

Editorial Doble A

México, 1995

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BIBLIOGRAFÍA: IMÁGENES SINCOPADAS

Por SERGIO MONSALVO C.

 IMÁGENES SINCOPADAS

CINE Y JAZZ

 El cine y el jazz se desarrollaron como géneros artísticos desde los primeros años del siglo XX. Entre el final de la I Guerra Mundial y el inicio de la era sonora en el cine la época estuvo marcada por el jazz y otras músicas sincopadas, que desempeñaron un papel persuasivo e influyente en el trastorno social que sacudió la cultura estadounidense. 

Su terreno eran los speakeasies, clubes nocturnos que pertenecían a los gangsters y eran frecuentados por ellos, además de los casinos, tabernuchas, burdeles y salones de baile baratos. Se le consideraba bajo en lo social y lleno de implicaciones eróticas, vulgar, agresivo y poco estético. Pero igualmente  fresco, liberador y desinhibido.

Asimismo se le veía como un aspecto fundamental del nuevo espíritu de la época y se convirtió en el perfecto acompañamiento musical de los años veinte, que al poco tiempo se conocieron como la «era del jazz».  Por lo tanto, resultaba natural que el cine se remitiera al género a fin de corresponder al nuevo estado de ánimo de su público. Hollywood percibió de inmediato el potencial de las películas que lo reprodujeran…

 

 

*Texto extraído de la contraportada del libro Imágenes Sincopadas.

 

 

 

 

Imágenes Sincopadas

Cine y Jazz

Sergio Monsalvo C.

Times Editores

México, 1999

 

 

BIBLIOGRAFÍA: BILLIE

Por SERGIO MONSALVO C.

BILLIE (PORTADA)

 LADY DAY REMIX*

Actualmente, la cultura del remix ha creado llaves distintas para hacer uso de la música. Sus alcances en la última década han ejercido una influencia definitiva en las hechuras y generado la tolerancia y la pluralidad ilimitadas.

El remix es un estilo que se ha enriquecido con todo lo contemporáneo: en el cumpleaños número 100 de Billie Holiday la fusionó con la electrónica sin prejuicios, usando la voz de la cantante como un elemento más (aunque central) para las bases de diversos remixers, como los convocados para hacerlo en las antologías  Remixed and Reimagined, Verve Remixed, et al.

La propuesta fue, por lo menos, interesante. Porque remezclar y reimaginar a Billie de esta manera perdió en nostalgia, pero ganó en actualidad. Y tratar de acercar la voz de la Holiday a la generación 2.0, afincada tras el paradigma electrónico y el chill out, no fue una cuestión fácil (pero hizo que los más curiosos fueran a la fuente original y descubrieran otras emociones).

Una de las grandes ventajas del remix es su flexibilidad. Las exposiciones individuales, tanto de la intérprete como del productor que la trata, se pueden escuchar juntas en un número infinito de combinaciones –que además se pueden seguir reescribiendo–, dando origen a sonidos colectivos nuevos. Una tarea cultural hipermoderna.

*Fragmento del texto Billie (La Magia del Estilo), publicado en la Editorial Doble A.

 Billie

La Magia y el Estilo

Sergio Monsalvo C.

Editorial Doble A

Colección “Textos”

The Netherlands, 2019

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BIBLIOGRAFÍA: ELLAZZ (.MX)

Por SERGIO MONSALVO C.

ELLAZZ (.MX) PORTADA

 LAS MEXICANAS*

 A pesar de todas las restricciones que impidieron por mucho tiempo el acceso mayoritario de las mujeres a la escena jazzística mexicana, el amante de esta música puede encontrar una lista sobresaliente de féminas que han participado en el jazz desde la última parte del siglo pasado. Actualmente, ellas interpretan el jazz, lo graban, dirigen a grupos, componen, hacen arreglos musicales, producen álbumes, administran grupos y presentan conciertos, es decir, están involucradas en todo el proceso creativo.

Ejecutantes y compositoras. Aparecieron desde la segunda parte del siglo XX, pero, ¿quiénes son esas mujeres a las que desde entonces se reconoce dentro de la escena?

El jazz con ellas como protagonistas ha estado en el corazón de nuestro tiempo, en una realidad entonada con la voz o el piano primordialmente. Es el estallido de artistas apasionadas que han derramado su energía en tales instrumentos buscando la expresión conmovedora en la improvisación.

Uno escucha sus discos no tanto para saber cómo argumentan, sino para disfrutar con su transcurso en la construcción del argumento. Esta es una manera de defender un género, desde su esencia, que en general debe enfrentarse al anodino gusto mayoritario por otras músicas más conservadoras. Y buscar en él diversos ángulos en el panorama creativo. Es decir, las mujeres tienen en el jazz el mismo problema que los hombres en México: la necesidad de un público.

¿Quiénes son esas mujeres? Seres tratando de expresar sus emociones y sentimientos. Si hay algo que las haya caracterizado en él es su pronunciado individualismo, su dedicación y su deseo de que se les trate como lo que son: músicos profesionales. Las representantes contemporáneas siguen pidiendo que simplemente se les escuche.

La incertidumbre del fin de siglo y comienzos del nuevo, parece afectarlo todo. El jazz, por supuesto, no se abstrae de ello. En este periodo han cambiado radicalmente las condiciones económicas, sociales y hasta ambientales del mundo. Las artísticas también, por supuesto. Ante la dispersión de los elementos y la mediatización de los gustos, se impone un cambio en la forma de entender al jazz, con la mente abierta a los nuevos sonidos. Ellazz (.mx) es un libro que reúne sus palabras, conceptos sobre el género, sus iniciaciones, su devenir, sus historias, y con él he buscado participar en la divulgación de dichos conceptos.

 

 *Ésta es parte de la introducción al libro Ellazz (.mx), de la Editorial Doble A, y cuyo contenido seriado he publicado periódicamente en este blog: Con los audífonos puestos, bajo tal categoría.

 

 

 

Ellazz (.mx)

Entrevistas de

Sergio Monsalvo C.

Colección “Cuadernos de Jazz”

Número 16

Editorial Doble A

The Neherlands, 2018

 

 CONTENIDO:

Sandra Arán

Mili Bermejo

Patricia Carrión

Géraldine Célérier

Magos Herrera

Verónica Ituarte

Laura Koestinger

Elizabeth Meza

Iraida Noriega

Yekina Pavón

Olivia Revueltas

Ana Ruiz

 

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JAZZ: SIDNEY BECHET

Por SERGIO MONSALVO C.

SIDNEY BECHET (FOTO 1)

 LA ELOCUENCIA FUNDAMENTAL

El mismo año en que Sidney Bechet hizo sus primeras grabaciones (1923), el jazz negro de Nueva Orleáns comenzaba a ser grabado con regularidad, pero el estilo de Bechet en el sax soprano ya representaba para entonces un importante paso dentro de esa música.

Su trabajo en el instrumento se basaba en una combinación del papel solista desarrollado por la trompeta o la corneta y el de las partes obligadas del clarinete en el estilo conjunto de Nueva Orleáns.

Por lo tanto, Bechet necesitaba llevar la voz cantante en el conjunto polifónico y ello causó problemas a los trompetistas a lo largo de toda su carrera. En una sesión de grabación que tuvo lugar en 1938, la voz solista de Bechet se vio complementada por la del sax barítono de Ernie Caceres, que tocaba las partes obligadas.

La pieza «What a Dream» fue uno de los mejores logros de esta asociación. Aunque algunos trompetistas trataron de competir con él, la mayoría mostró la suficiente prudencia como para no intentarlo, y tenemos una prueba de ello en algunos dúos grabados por Bechet con el cornetista Muggsy Spanier en 1940.

Spanier no forzó los límites de sus recursos, sino que permaneció fiel a sí mismo, logrando que parte de la relación establecida entre los dos instrumentos resultara excepcionalmente efectiva.

En la pieza «Blues of Bechet» puede escucharse una expresión única de la integrada polifonía de Nueva Orleáns. Aunque aún no existían las cintas magnetofónicas, una técnica muy rudimentaria de doblaje de pistas en la que empleaban sucesivos discos de acetato para cada toma posibilitó a Bechet grabar todos los instrumentos que intervienen en el tema: clarinete, sax soprano y tenor, piano, bajo y batería.

Debemos la grabación de «Blues of Bechet» a la colaboración de Bechet durante 1940-41 con la compañía discográfica RCA Victor y con sus diversos grupos eventuales, llamados, sin más distinciones, los New Orleans Feetwarmers.

Existen algunas grabaciones realizadas por los Feetwarmers en 1932, pero en ellas derrochan más energía que swing, conjunto o calidad musical. Sin embargo, es evidente que Bechet encontró con ellos la atmósfera adecuada, al menos en la primera mitad de “Maple Leaf Rag”, “Shag” y “I Got Rhythm”.

La serie de grabaciones de los Feetwarmers realizada entre 1940 y 1941 contribuyó en la reelaboración del tema “Nobody Knows the Way I Feel This Morning”.

Y también a la de «Blues in Thirds», pieza en la que Bechet es acompañado por Earl Hines, un pianista cuya relativa sofisticación no suponía ningún problema, por supuesto. Entre los dos elaboraron un hermoso arreglo del breve tema de Hines.

En cuanto a los conjuntos instrumentales, la serie de los Feetwarmers ofrece al menos uno que funciona gracias a un trompetista sometido: «I Ain’t Gonna Give Nobody None of This Jelly Roll», con Gus Aiken.

SIDNEY BECHET (FOTO 2)

Puede que no todos los temas de Ellington grabados por Bechet para la RCA («The Mooche», «Stompy Jones», «Old Man Blues», «Mood Indigo») estén entre lo mejor de la serie, pero nos recuerdan una de las grandes pérdidas en el repertorio grabado: fue la apasionada presencia de Bechet en la orquesta Kentucky Club, de Ellington, la que ayudó al pianista a encontrar su camino como compositor y líder, y no ha sobrevivido ninguna grabación de esa histórica asociación.

Bechet grabó esporádicamente para el sello Blue Note en 1939, y regularmente en 1944 y 1945. Los resultados incluyen una versión excelente y conmovedora de «Summertime» y «Blue Horizon», una obra maestra del clarinete.

Como es lógico, Sidney Bechet no era siempre el sublime solista de sus mejores momentos y había en él una vena del trivial sentimentalismo típico del cambio del siglo que, a veces, se manifestaba en su selección de repertorio o en los trillados y fogosos finales de los que tan orgulloso estaba.

Y no habría por qué esperar que, en general, sus ornamentaciones e invenciones mostraran la continuada originalidad de las de Armstrong, por ejemplo, ni la de sus mejores sucesores. Conocía los límites de su estilo y era verdaderamente creativo dentro de ellos.

Bechet había nacido el 14 de mayo de 1897 en Nueva Orleáns, como el séptimo hijo de la familia de un zapatero remendón, que en sus ratos libres tocaba el clarinete como diversión. De esta forma Sidney aprendió los rudimentos de tal instrumento a la edad de 6 años, y a partir de ahí sorprendería a todos los que lo rodeaban por sus facultades y genio.

A las órdenes de su hermano Leonard, formó parte de un grupo familiar llamado The Silver Bells. Queriendo ampliar sus horizontes se integró a la postre a una serie de bandas de su ciudad natal. Cuando supo que el jazz ya se estaba grabando se trasladó a Chicago para tocar con Joe King Oliver, y comenzar sus andanzas en tal registro. Su talento pronto lo colocó en otras buenas bandas con las que salió de gira hacia Europa y para empezar a extender su leyenda.

Era un músico elocuente, un músico cuyo alcance abarcaba la pasión fundamental de «Blue Horizon», la elegante sencillez de «What Is This Called Love?», la ligereza de «Sleepy Time Down».

Y fue un pionero del jazz que más tarde pudo colaborar muy eficazmente con Martial Solal, sobre todo en «It Don’t Mean a Thing Rose Room» y «The Man I Love».

En una época en que los saxofonistas tendían a ser superficiales, ligeros de digitación y virtuosos del slap-tongue, el trabajo de Bechet llegó como una revelación de elocuencia, profundidad y elegancia de fraseo. Cualidades que mantuvo hasta su muerte en París, el mismo día de su cumpleaños en 1959. A los 62 años de edad.

VIDEO SUGERIDO: Sidney Bechet – What Is The Thing Called Love (1941), YouTube (Overjazz Records)

 

SIDNEY BECHET (FOTO 3)

 

 

 

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TIEMPO DEL RÁPSODA: «MARÍA»

Por SERGIO MONSALVO C.

BALADAS VOL. 1

(POEMARIO)

MY FUNNY VALENTINE*

Las baladas son: un paseo por instantes de vida: lugares de encuentro que a la larga forman una inigualable paleta de añoranzas: inspiración para ese inquietante secreto que sólo conocen los soñadores: llave de la felicidad de todos los infelices: secreto paseo que se disfruta más imaginando que con la realidad misma. Música como ésta nos habita, desquicia, enerva: toda música así, nos consume con sus voces, con sus letras nos turba el aire: mátame suavemente con tu canción: una que me deje recorrer tu abecedario, una que me diga lo que necesito saber de ti: porque en ella se recluirán los deseos, tu cuerpo se atersará y se atizará, se reconstruirá el placer y el desamor. Ni hablar.

*Texto que forma parte del poemario Baladas I, de la Editorial Doble A

Baladas I

Sergio Monsalvo C.

Editorial Doble A

Colección “Palabra de Jazz” Núm. 8

The Netherlands, 2006

MARIA (FOTO 2)

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BIBLIOGRAFÍA: CLAZZ

Por SERGIO MONSALVO C.

CLAZZ (FOTO 1)

(REVISTA)

 EDITORIAL # 1*

Los mundos del jazz y de la música clásica a veces se cruzan, a veces se rechazan, pero han caminado de manera paralela durante el último siglo. Son mundos con sus propias historias, leyendas, mitología y obras maestras; con personajes que han vivido el éxito y la aclamación lo mismo que el nulo o tardío reconocimiento.

Hablar de ambos resulta apasionante y obsesivo. Los aficionados de uno y otro reciben impresiones fuertes, determinantes para toda la vida. Si se les llega a preguntar sobre sus acercamientos a dichas músicas, juran y perjuran que la primera vez que la oyeron les causó una emoción tan fuerte que sienten que lo que habían experimentado hasta aquel momento no era nada comparado con éste. En los escuchas de ambos géneros el gusto les ha dejado una huella mucho más profunda que cualquier cosa que hayan oído antes.

Y seguramente es así, porque así deben ser las aficiones: definitivas y siempre en incremento. Estas sensaciones vuelven cada vez que se presenta la oportunidad de escuchar la música. La intención de esta revista es precisamente ésa: brindar otra oportunidad para que cada uno se solace con su afición, que se acerque a nuestras páginas para escuchar más y más, para recibir información al respecto. Los mundos del jazz y de la música clásica a veces se cruzan, a veces se rechazan: en CLAZZ se reúnen.

Sergio Monsalvo C.

Director

*La revista Clazz, especializada en el jazz y en la música clásica, se publicó del mes de junio del año 2002 a junio del 2003. En la portada del primer número apareció la artista Emma Shapplin.

CLAZZ

Dirección, edición y textos

Sergio Monsalvo C.

Arte y diseño

Armando Buendía V.

Bernabé Méndez V.

CLAZZ se imprimió en los Talleres de

Prisma Editorial, S.A. de C.V.

Progreso #40 Col. Escandón

11800 México, D.F.

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