LIBROS: ANA RUIZ

Por SERGIO MONSALVO C.

 

 

SUEÑOS EN TRANSICIÓN*

(ENTREVISTA)

 

El jazz (en su forma más free) es aquello que permanece de un sueño en la vigilia. Es una reverberación mental completamente afectiva que se anida en la memoria. Si no, ¿cómo explicar que podamos captar, de manera precisa, el eco de una música de la cual no se escribe ni una sola nota, ni se pinte su color?

 

Es un desdoblamiento poético que se fija en el espíritu como un goce fugaz de recuerdo imperecedero. Algunos mortales son capaces de recrearse en ello. Uno de éstos lleva por nombre Ana Ruiz. Es una pianista, pionera del género en un país reacio, que nació en la Ciudad de México el 2 de agosto de 1952.

 

Ella sabe que sólo equivale a la intimidad de un pianista la voluntad de comunicación. Una paradoja. Una sublime paradoja. Más aún cuando los aplausos estallan a causa del silencio tras su música. Los polvos mágicos que se disuelven en el fondo de un licor divino.

 

Ella sabe que su sueño jazzístico es forma pura y virgen, al que va levantándole sus arquitecturas sobre tinieblas frescas y significativas de las que surgirá flora y a veces lienzos alegóricos. Como el personaje de la Cantante Calva de Ionesco, que siempre se apresura a recomenzar.

 

Ana alguna vez fue calva. Por lo tanto, comprende que el más hermoso de los ejercicios físicos y espirituales es la peregrinación por esas formas territoriales de circulación personal, secreta, de virginidad en los signos.

 

El viaje con todos los sentidos despiertos, con el cuerpo aligerado por la marcha: estado en el que todos los dispositivos de la intuición funcionan. La tarea es dejarlos despertar, flotar, emerger de sí misma, como un desprendimiento astral.

 

Ella sabe que tales formas se convierten en manos sobre las teclas, con intenciones conmovedoras, ardientes, frágiles o fuertes. En libertad plena. Y lo sabe por sus ojos obsesivos, brillantes órganos de la adivinación.

 

La posibilidad de vidas múltiples y simultáneas, en notas diversas, como mundos en metamorfosis. Modalidades rítmicas, armónicas, melódicas. Cada una como objeto único que busca cabalgar en la imaginación. Pasa de uno a otro paisaje. El éxtasis está en la forma que los reúne: el free.

 

Todo cede ante su facultad de verse, de ver esas manos, de pasar de una vida a otra, de no consumirse en una sola. Ella lo sabe.

 

S.M.: Ana, ¿cómo se dio en tu caso el aprendizaje de la música?

A.R.: “En mi familia hay muchos músicos. Mi abuela era pianista, ella estudió el instrumento con [Alba Herrera] Ogazón y le encantaba tocar. Yo de muy chiquita le daba vuelta a las hojas mientras ella tocaba, iba leyendo la partitura y la disfrutaba con ella. Tocaba cosas maravillosas y las gozábamos. Un tío por parte de mi abuela era Carlos Chávez. Yo estudié música con Otilia, su esposa, y ésta nos dio clase a todos mis primos y hermanos. Yo aprendí a tocar con un teclado mudo. En él recibí toda la técnica. Una vez con estos elementos nos pasaba al piano, al piano acústico, nos daba solfeo y enseñaba a mover los dedos. Después me metí al Conservatorio Nacional junto con mi hermana Citlali, ella estudiaba viola. Mis otros hermanos estudiaron guitarra y oboe respectivamente. En la familia siempre oímos música clásica. La popular estaba vetada, aunque yo la escuchaba a escondidas”.

 

S.M.: ¿Cómo fuiste de niña, cómo fue la relación con tus padres?

A.R.: “Muy buena, muy amable. Siempre fui rebelde, siempre quise hacer cosas y todas mis emociones y demás iban a parar al piano, las volcaba en él. Mis padres gozaron mucho esta situación, siempre les gustó que tocara”.

 

S.M.: ¿Tu padre a qué se dedicaba, a qué se dedica?

A.R.: “Mi papá ya murió. Era campesino y fue compositor de boleros, de guarachas, etcétera. Le encantaba hablar sobre su pueblo, sobre el campo, las mujeres, el amor por Jalisco”.

 

S.M.: ¿Cuáles fueron tus discos favoritos primero como niña y luego como adolescente?

A.R.: “Beethoven me gustaba muchísimo, Dave Brubeck, lo mismo que los Rolling Stones. Los Beatles nunca fueron de mi agrado, no eran algo que me emocionara, como los Doors, por ejemplo. En la casa teníamos que oír otro tipo de cosas, pero en una recámara nos escondíamos todos los hermanos y poníamos el radio para oír a los Doors y cosas así, que eran raras o muy nuevas”.

 

S.M.: ¿Tienes algún disco entrañable para ti que haya causado cambios en tu vida?

A.R.: “Sí, claro. Los de Ornette Coleman y de Cecil Taylor. A este último lo entendí desde muy joven. La gente me decía: ‘Es un loco que nada más aporrea el piano’. Pero yo realmente siempre lo entendí. Tenía una estructura y un desarrollo. Había un juego y se reía del mundo, gozaba al hacerlo. A mí Cecil Taylor me cambió muchísimo. Sus primeros discos me hicieron decir: ‘¡Guau!, ¿qué es esto?’. Desde entonces he oído mucha música, pero ya no hay un disco que me llame la atención, en el que me haya clavado, ya no”.

 

S.M.: ¿Cuál es tu definición particular de la palabra jazz?

A.R.: “Es la forma que tienes para platicar sobre ti. Desde cómo te despertaste ese día hasta cuál es tu dolor más grande en el mundo. Es la manera de expresarlo y de decir ‘aquí estoy’”.

 

 

 

*Fragmento de la entrevista, publicada originalmente en el blog Con los audífonos puestos, bajo el rubro Ana Ruiz de la Serie Ellazz (.mex), que realicé el día 20 de febrero del 2001. Tras la publicación del libro Tiempo de solos (que edité junto al fotógrafo Fernando Aceves) quería continuar el proyecto de hacer más perfiles de los jazzistas mexicanos, Ana era parte de esa continuación. Sin embargo, los planes cambiaron. Vine a vivir al extranjero y aquello quedó trunco. Desde entonces no había tenido noticias de ella hasta que me encontré con una muy breve referencia online en la revista número 17 del Instituto de Estudios Críticos y de la cual hago referencia a continuación:

“Pianista y compositora mexicana dedicada a la improvisación y el free jazz desde 1973. Ha formado parte de los grupos Jácara, Baile y Mojiganga, Atrás del Cosmos, La cocina, Radnectary La Sociedad Acústica de Capital Variable. Ha compuesto música para películas, coreografías, y documentales. Desde febrero de 2015 comienza, con el auspicio de la Fonoteca Nacional, la recuperación de la música del grupo Atrás del Cosmos para editar varios discos compactos con el interés de dejar una constancia histórica y dar a conocer este grupo al mundo”.

 

 

 

Ana Ruiz

Una entrevista de

Sergio Monsalvo C.

Editorial Doble A

Colección “Palabra de Jazz”

The Netherlands, 2020

 

 

ENTREVISTA: TONGOLELE: HITO DEL EROTISMO (ARTURO GARCÍA HERNÁNDEZ)*

Por SERGIO MONSALVO C.

 

 

El mundo del espectáculo ha repartido a lo largo de este siglo ecos de su liturgia cultural y filosófica. El sentimiento primordial de este mundo es producto de una doctrina del pensamiento romántico liderada por el escritor Waldo Emerson, quien expresó en su momento que propiamente dicho no hay historia, sólo biografía. La biografía, o sea, la quintaesencia del estudio del yo, se convierte así en la realidad del universo en la era del espectáculo.

 

De esta manera lo entendió el periodista Arturo García Hernández al realizar el libro No han matado a Tongolele (La Jornada Ediciones, 1998), un reportaje biográfico sobre uno de los hitos femeninos que permearon una época en Latinoamérica (entre finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta) e hicieron de esta misma un punto de referencia obligado para la descripción y explicación de un México y de su capital que daban sus primeros pasos y tumbos en la modernidad.

 

García Hernández, al hablar sobre las intenciones del libro, dice ser un nostálgico de lo no vivido. “Añoro aquella ciudad, su disposición para la fiesta, el placer y la diversión, y aunque era una urbe de grandes contrastes, se daba la oportunidad también para ver nacer a personajes como Tongolele [Yolanda Montes Farrington, bailarina, vedette y actriz, nacida en Washington 3 de enero de 1932 y fallecida el 16 de febrero del 2025 en en Puebla, México]”.

 

¿El enamoramiento por este personaje surgió durante la elaboración del libro o fue anterior a él?

“Fue anterior, aunque se fue modificando. Antes había una idealización, era aquella leyenda, aquel mito del espectáculo en México. Al conocerla en su dimensión carnal, humana, resultó menos fascinante, pero sí hubo seducción y encantamiento. Hoy adivino en ella a una mujer muy valiente que no hace alarde de ello; a una mujer lúcida que supo sortear y afrontar los obstáculos y disyuntivas que le salieron al paso de su vida. En ese sentido se incrementó mi admiración por ella. Nunca fue mi intención, por otro lado, develar el mito, tratar de explicarlo, pero sí ubicarlo en un contexto social, económico, político y cultural, y que eso permitiera al lector hacer su propia interpretación de por qué había surgido un personaje como Tongolele justo en esos momentos, y qué había hecho que trascendiera su tiempo en la memoria de mucha gente.”

 

 

¿Crees que la censura sobre personajes públicos como Tongolele se sigue ejerciendo, continúa la hipocresía moral?

“Siento que sí, creo que es recurrente en cualquier época de una sociedad, y justamente hay personajes populares como Tongolele que contribuyen a suscitar discusiones sobre moral pública y esas historias. Una aportación social de Tongolele sería ésa. Ella con su baile y su presencia fomentó dicha discusión, en la que por cierto los sectores conservadores siempre salieron perdiendo. Fue la misma condena a la que estos sectores sometieron a Madonna cuando actuó en México. Sin embargo, creo que cada vez es más difícil que los criterios que los rigen —conservadores, retrógradas— se impongan, sobre todo por la dinámica de comunicación que hoy existe y que no hubo en aquel otro tiempo.”

 

¿Qué opina Tongolele del libro?

“Le gusta. Y por razones diferentes que a mí. Le gusta porque ve armado el rompecabezas de su vida. No creo que deje de vanagloriarle saber hoy con plena conciencia el impacto que causó y del cual en su momento no tuvo una idea firme. Fue como ofrecerle el espejo de su vida y hoy lo disfruta aunque haya cosas que no le gusten de ella, como la asociación eterna que se le atribuye con las exóticas, o las mismas discusiones sobre moral pública que temía tergiversaran su imagen.”

 

Antes del libro, ¿cómo hubieras definido a Tongolele?

“Como un icono erótico surgido del espectáculo.”

 

Y después de escribirlo, ¿cómo la conceptualizas?

“Hoy la definiría como un personaje de gran impacto social que no se quedó tan sólo en la dimensión erótica, lo cual de ninguna manera sería negativo si hubiera ocurrido así, pero la trascendió sin saberlo siquiera. Es un personaje social, impactante a varios niveles que la convierten —y dada también la coyuntura histórica— en un emblema de su época.”

 

¿Existe actualmente una figura como Tongolele en el medio de la farándula, con todas las implicaciones que a ella la revistieron?

“Creo que no. Casi categóricamente diría que no. Una tesis es que el gusto se ha pulverizado, se ha atomizado. Las figuras del espectáculo en ese tiempo convocaban a una variedad más diversa de personas y generaciones. Hoy no ocurre eso. Difícilmente el público de un artista destacado es el de otro de las mismas condiciones o género. Alguien que pudo aportar algo en este sentido fue Gloria Trevi, que en determinado momento convocó atenciones variadas, pero… Por otro lado, antes los ídolos surgían del pueblo, eran detectados por los medios (prensa y cine) y éstos se hacían eco a través de los distintos nichos. La ecuación se ha invertido, sobre todo con la aparición de la televisión y su consolidación en el mercado que propone e impone, y la sociedad y sus comunidades se hacen eco. Por lo mismo, dichas figuras carecen de la autenticidad, más allá de cualquier valoración.”

 

*Texto publicado originalmente en la revista La Mosca en 1998)

 

 

 

RIZOMA: WIM MERTENS

Por SERGIO MONSALVO C.

 

FOTO 1

Descender por la Rue de Boucher. Decidirse por un bocadillo griego, uno de arenque holandés, una salchicha con chucrut y meerrettich o un bosna yugoslavo. Degustarlo en la barra de cualquier puesto ubicado en esa calle del exceso culinario y continuar la ruta hasta llegar finalmente a la Grand-Place, en el centro de Bruselas.

Sentarse en cualquier café al aire libre alrededor de ella y pedir un kir.  Después del primer trago al helado líquido esperar a que la luz se apague y de comienzo el espectáculo de luz y sonido en medio de aquellas construcciones góticas, barrocas y renacentistas.

Wim Mertens, el personaje al que espero para entrevistar seguramente apreció tal espectáculo mientras estudiaba en el conservatorio de esta ciudad, no una sino mil veces. Aquí, en el cruce de todas las culturas, en el crisol del Benelux, en la sede de la Comunidad Económica Europea y demás instituciones multinacionales, surgió en él la semilla de la vanguardia, la búsqueda constante de nuevos lenguajes, para luego incendiarlos y crear otros.

La utilización del silencio. El concepto de que la música en sí misma no es importante, sino como medio para expresar ideas y experiencias que le nacían desde el interior. Mertens, con su introspección que parece timidez, avizorando el futuro, seduciéndose el corazón con lo que escucha. Así creo que nació la Nueva Música Europea, ni culta ni popular sino todo lo contrario.

De tal forma y con el espíritu siempre joven, Mertens formó, creó y proyectó su manifiesto artístico.  Este virtuoso pianista de la voz de contratenor dejó siempre en claro que no es el objeto del new age que le han hecho creer a los despistados.  Es un contestatario de lo culterano y académico, eso sí, un trabajador del tempo, del ritmo, de las frecuencias y las intensidades.

Uno de los máximos experimentadores de hoy en la búsqueda de los sonidos atemperados y un abolicionista del fraseo en el sentido tradicional. Un arquitecto, sin panza, del sonido multidimensional y un profundo conocedor de la música barroca, renacentista y del canto gregoriano. Trinidad a la que otorga la bendición de su manifiesto artístico.

A Mertens lo he escuchado así en una sala llena, frente a un auditorio al que expuso su variado repertorio: de «Multiple 12» a «Watch over Me», pasando por «Humility» e «Iris». Las piezas del concierto y las tres de los dos encores hicieron llorar al cielo.

La lírica se enfundó en belleza y de aquel piano, solo, solitito, emergieron siglos de tradición a través de las manos y los conceptos, sin una gota de improvisación, de Mertens El Elegido, quien elaboró su ofrenda a tal música con la realización de nuevos formatos.

Así de sencillo. Los ojos vagabundos de su interior proveyeron a la imaginación creativa de la fantasía. Y sus criaturas en formatos de tres a quince minutos expresaron nuevas frases con lenguajes extraídos de las cenizas de otros, inmolados por el fuego de un creador censado en el futuro.

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Wim Mertens es el ejemplo más característico de la Nueva Música europea. Nacido en un país como Bélgica (el 14 de mayo de 1953, en Neelpelt) –cruce de muchas influencias culturales, y punto central geográfico en donde muchas instituciones de índole política y económica se han asentado– este músico es en la actualidad uno de los más importantes de la vanguardia no sólo musical sino también teórica.

-¿Wim, cuál crees que sea el papel de tu música en la sociedad contemporánea?

-«No hay que sobreestimar nunca el papel de la música en la sociedad. Gente como yo o quienes me escuchan quizá exageren su concentración en ella, pero es nuestra forma de percibir al mundo, así como lo es también buscar un equilibrio y hacer patente que hay otras concepciones para la música y no sólo como elemento de consumo. El efecto que se logra a través de la música es simultáneamente absoluto y muy limitado, según quien la cree y según quien la escuche.

“Yo busco despertar las sensaciones y la fantasía en el público, pero igualmente manifestar mis emociones y expandir las concepciones del sonido hacia otros horizontes. Si en ello se produce también la belleza creo que he cumplido con mi momento histórico», dice.

– ¿Te gusta ser un provocador?

– «Soy un provocador, pero no me gusta serlo necesariamente. Cuando alguien formula un nuevo lenguaje musical o de cualquier índole, siempre eso conlleva cierto rompimiento o agresividad hacia lo ya establecido. Lo cual está bien para mí. Como creador de nuevos lenguajes, sí, soy un provocador», asegura.

– ¿Sigues en busca de la expresión total?

– «Yo no me considero un músico, ni la música es lo que más me interesa. La utilizo para llegar a cosas que no se pueden describir, y el público debe entrar en mi música de un modo intuitivo, no objetivo. No debe ser escuchada con una actitud intelectual sino simplemente sentirla», comenta.

– ¿Es cierto que detestas la comunicación verbal y te pasas la vida diciendo mentiras, según tus propias declaraciones?

– «Creo que siempre hay que desconfiar de un compositor cuando hable de su música. Para un compositor el lenguaje verbal también funciona en términos de contradicciones, lo cual no sería aceptable, por ejemplo, dentro de la filosofía seria, pero para los músicos la contradicción verbal es de suyo una forma de expresión», confiesa antes de despedirse.

Wim Mertens ha evolucionado constantemente hacia propuestas musicales, que sin renegar de sus principios fundamentales, significan nuevas formas de expresión. Estas son capaces de embelesar al público y ofrecerle siempre distintos caminos hacia la belleza.

VIDEO: The fosse – Wim Mertens, YouTube (Wm Mertens Official)

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LIBROS: JAZZ (OBRA PUBLICADA)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

LIBROS - JAZZ (PORTADA)

 

Melancólica e introspectiva o alegre y danzarina, la palabra Jazz se inspira no sólo en un ideal abstracto, sino en el mismísimo sonido de la voz humana. Con su realidad doliente, relajada o festiva, con su ritmo y sensualidad propias. Así, el latido y la vivencia le dan a esa voz otra posibilidad de difundir su mensaje.

“La libertad es ese lugar donde puedes amar y decir lo que se te antoja, donde no necesitas permiso para desear”. Alguien improvisa y el sonido se alarga interminable. Alguien improvisa y desata cantos sucesivos y mezclados con otros terrenos, con otros semejantes, sin distancia. Alguien improvisa mientras el instante reclama dicha libertad, y su fugacidad extiende cada momento…

 

(OBRA PUBLICADA)

 

ANA RUIZ (PORTADA)

ANA RUIZ

 

 

 

AVE DEL PARAÍSO (PORTADA)

AVE DEL PARAÍSO

 

 

 

BALADAS VOL. 1

BALADAS VOL. I

 

 

 

BALADAS VOL. 2

BALADAS VOL. II

 

 

 

BALADAS VOL. III (PORTADA)

BALADAS VOL. III

 

 

 

BILLIE (PORTADA)

BILLIE

 

 

 

BLUE MONK

BLUE MONK

 

 

 

CINE Y JAZZ

CINE Y JAZZ

 

 

 

CLAZZ (FOTO 1)

REVISTA CLAZZ

ELLAZZ (.MX) (PORTADA)

 ELLAZZ (.MEX)

 

 

ELLAZZ (.WORLD) VOL. I (PORTADA)

ELLAZZ (.WORLD) I

 

 

 

ELLAZZ (.WORLD) VOL. II (PORTADA)

ELLAZZ (.WORLD) II

 

 

 

ELLAZZ (.WORLD) VOL. III (PORTADA)

ELLAZZ (.WORLD) III

 

 

 

Imágenes sincopadas

IMÁGENES SINCOPADAS

 

 

 

IRAIDA NORIEGA (PORTADA)

IRAIDA NORIEGA

 

 

 

JAZZ Y CONFINES POR VENIR (PORTADA)

JAZZ Y CONFINES POR VENIR

 

 

 

JOHN COLTRANE (PORTADA)

JOHN COLTRANE

(EL SONIDO QUE VIENE DE LO ALTO)

 

 

 

JOHN ZORN (PORTADA)

JOHN ZORN

 

 

 

MARIO RUIZ ARMENGOL (PORTADA)

MARIO RUIZ ARMENGOL

 

 

 

Miles Ahead

MILES AHEAD

 

 

 

MILI BERMEJO (PORTADA)

MILI BERMEJO

 

 

 

OLIVIA REVUELTAS (PORTADA)

OLIVIA REVUELTAS

 

 

 

PLEGARIA AL SAX (PORTADA)

PLEGARIA AL SAX

 

 

 

POR AMOR AL SAX

POR AMOR AL SAX

 

 

 

TIEMPO DE SOLOS

TIEMPO DE SOLOS

 

 

 

SOLO JAZZ (FOTO 5)

SÓLO JAZZ

(REVISTA)

 

 

 

 

 

 

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LIBROS: JAZZ (OBRA PUBLICADA)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

LIBROS - JAZZ (PORTADA)

 

Melancólica e introspectiva o alegre y danzarina, la palabra Jazz se inspira no sólo en un ideal abstracto, sino en el mismísimo sonido de la voz humana. Con su realidad doliente, relajada o festiva, con su ritmo y sensualidad propias. Así, el latido y la vivencia le dan a esa voz otra posibilidad de difundir su mensaje.

“La libertad es ese lugar donde puedes amar y decir lo que se te antoja, donde no necesitas permiso para desear”. Alguien improvisa y el sonido se alarga interminable. Alguien improvisa y desata cantos sucesivos y mezclados con otros terrenos, con otros semejantes, sin distancia. Alguien improvisa mientras el instante reclama dicha libertad, y su fugacidad extiende cada momento…

 

(OBRA PUBLICADA)

 

ANA RUIZ (PORTADA)

ANA RUIZ

 

 

 

Ave del paraíso (portada)

AVE DEL PARAÍSO

 

 

 

BALADAS VOL. 1

BALADAS VOL. I

 

 

 

BALADAS VOL. 2

BALADAS VOL. II

 

 

 

BALADAS VOL. III (PORTADA)

BALADAS VOL. III

 

 

 

BILLIE (PORTADA)

BILLIE

 

 

 

BLUE MONK

BLUE MONK

 

 

 

CINE Y JAZZ

CINE Y JAZZ

 

 

CLAZZ (FOTO 1)

 CLAZZ

(REVISTA)

 

 

ELLAZZ (.WORLD) VOL. I (PORTADA)

ELLAZZ (.WORLD) I

 

 

 

ELLAZZ (.WORLD) VOL. II (PORTADA)

ELLAZZ (.WORLD) II

 

 

 

ELLAZZ (.WORLD) VOL. III (PORTADA)

ELLAZZ (.WORLD) III

 

 

 

Imágenes sincopadas

IMÁGENES SINCOPADAS

 

 

 

IRAIDA NORIEGA (PORTADA)

IRAIDA NORIEGA

 

 

JAZZ Y CONFINES POR VENIR (PORTADA)

JAZZ Y CONFINES POR VENIR

 

 

 

John Coltrane PORTADA

JOHN COLTRANE

(EL SONIDO QUE VIENE DE LO ALTO)

 

 

 

JOHN ZORN (PORTADA)

JOHN ZORN

 

 

 

MARIO RUIZ ARMENGOL (PORTADA)

MARIO RUIZ ARMENGOL

 

 

 

Miles Ahead

MILES AHEAD

 

 

 

MILI BERMEJO (PORTADA)

MILI BERMEJO

 

 

 

OLIVIA REVUELTAS (PORTADA)

OLIVIA REVUELTAS

 

 

 

POR AMOR AL SAX

POR AMOR AL SAX

 

 

PLEGARIA AL SAX (PORTADA)

PLEGRIA AL SAX

 

 

 

TIEMPO DE SOLOS

TIEMPO DE SOLOS

 

 

 

SOLO JAZZ (FOTO 5)

SÓLO JAZZ

(REVISTA)

 

 

 

ELLAZZ (.MX) PORTADA

ELLAZZ (.MEX)

 

 

 

 

 

 

 

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BIBLIOGRAFÍA: REVISTA BEMBÉ

Por SERGIO MONSALVO C.

 

BEMBÉ (FOTO 1)

 

(REVISTA)

BEMBÉ

Director Responsable:

Ernesto Márquez G.

Revista periódica de divulgación

Científica y cultural

México, D. F.

Año de inicio 1997

 

Algunas colaboraciones de Sergio Monsalvo C.

Emilio Ballagas

“El Gozo de la Expresión”

 

Steve Coleman

“El Tam Tam de la Esotería”

 

Ry Cooder

“Nunca olvidaré esos días en la Habana”

(Entrevista)

 

Junkanoo

“El ulular de las Bahamas”

 

Nueva Orleans

“Leyendas de una ciudad con nombre”

 

Nuyorican Soul

“El alma de la Urbe de Hierro”

 

Planet Soup

“Nuevos sonidos para el caldo planetario”

 

Les Tetes Brules

“Exotismo Bikutsi”

 

 

 

 

 

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ENTREVISTA: RY COODER: «NUNCA OLVIDARÉ ESOS DÍAS EN LA HABANA»*

Por SERGIO MONSALVO C.

 

RY COODER (FOTO 1)

 

La compañía disquera británica World Circuit grabó tres discos en Cuba, los cuales ha ido lanzando poco a poco a nivel internacional [estoy hablando desde 1998]. En el proyecto participó el guitarrista Ry Cooder (Los Ángeles, 1947), cuyo trabajo con músicos como el malinés Ali Farka Touré, el indio Vishwa Mohan Bhatt, el chicano Flaco Jiménez o los Pahinui Brothers de Hawai, ha sabido despertar el interés por los tonos del mundo ubicados fuera del mainstream.

No obstante, en Cuba este músico cosmopolita experimentó una revelación, como él mismo lo ha afirmado. Por eso el angelino, que supuestamente odia las entrevistas, se ha mostrado dispuesto a hablar al respecto. Durante unos días estuvo en México, se presentó ante la prensa –y así tuve la oportunidad de entrevistarlo–, colocándose él mismo a la discreta sombra del resultado final del «proyecto cubano», y promoviendo a unos músicos veteranísimos a la par que portentosos.

Un poco de historia. En 1975, un crucero estadounidense tocó puerto en La Habana por primera vez desde la revolución. Fidel Castro había incluido entre sus condiciones para el hecho la de que el buque llevara a algunos jazzistas conocidos para alegrar a su pueblo. De tal manera, miles de fans cubanos por fin pudieron escuchar en vivo a Earl Hines, Stan Getz y Dizzy Gillespie. Ry Cooder venía en la embarcación con la intención de escuchar la música original de la isla en su mismísimo lugar de nacimiento.

Ahí conoció a Ñico Saquito (Benito Antonio Fernández Ortiz), el famoso compositor de varios cientos de trovas. «Desde entonces había querido volver para trabajar con los músicos cubanos –ha dicho–. Estuve allá con los Chieftains y durante la grabación de su álbum Santiago conocí al bajista Cachaíto López y a la cantante Omara Portuondo, pero no tuve hasta hace poco la oportunidad de realizar algunas ideas musicales con ellos y otros artistas. Cuando Nick Gold me preguntó si quería formar parte de su proyecto cubano acepté de inmediato».

El jefe de la compañía disquera londinense World Circuit contaba con buenos contactos y Cooder aportó una lista de músicos que había hecho a lo largo de los años. «No sabía si seguían trabajando o vivos siquiera –declara–. Me enteré de que el dios del tres, Nino Rivera, acababa de morir, pero localizamos a los demás y el asunto funcionó. Nunca olvidaré esos días en La Habana. Para mí fue la máxima experiencia musical de mi vida. Todos esos grandes viejos músicos estaban en la ciudad. La gente ahí parece llegar a edades muy avanzadas. No sé a qué se deba. Quizá sea la dieta baja en grasas o la falta de estrés en su forma de vida. Gente como Rubén González, Compay Segundo e Ibrahim Ferrer mejoran cada vez más con la edad. De Rubén algunos decían que había muerto. Otros, que ya no podía tocar. Los rumores me daban igual. ‘Llévenlo al estudio –dije–; hagan hasta lo imposible por encontrarlo’. Fue algo asombroso».

Cooder se refiere así a una leyenda viva. El pianista Rubén González, ahora de 77 años de edad, formó parte del grupo de Arsenio Rodríguez en los años cuarenta. Este intérprete ciego del tres e ídolo manifiesto de Cooder colaboró con Mongo Santamaría en la Orquesta de Los Hermanos y luego trabajó durante años con el jefe del cha cha cha, Enrique Jorrín. Al poco tiempo de morir éste, Rubén González se retiró. Atormentado por la artritis, regaló su piano. Desde entonces han pasado diez años. Ahora no sólo ha recuperado su vieja forma, sino que su toque demuestra más inspiración que nunca. «Es como un milagro», comenta Ry conmovido.

«Fue un golpe de suerte encontrar al cantante Ibrahim Ferrer ‑‑prosigue el guitarrista–. Ese hombre se la pasa recorriendo diariamente las calles de La Habana en busca de algún trabajo. No obstante, Juan de Marcos González, el director de los Afro-Cuban All Stars, averiguó dónde estaba. En realidad esa ciudad de dos millones de habitantes es un pueblo. Los músicos se conocen entre sí y se consiguen tocadas mutuamente. La franqueza y generosidad de estas personas es impresionante». El sonero Ibrahim Ferrer «apenas» tiene 70 años (nació en 1927).

Otro de los convocados, Compay Segundo, le lleva a Ferrer 20 años de edad. Este cantante e intérprete de la «trilina», según él denomina su instrumento punteado, en realidad se llama Francisco Repilado. Su nombre artístico –Compay significa compadre– remite a su papel como segunda voz baja de armonía, la cual ejerce desde los gloriosos viejos tiempos con Lorenzo Hierrezuelo, como parte de Los Compadres. Antaño ya había sido integrante de los Cuban Stars, del Cuarteto Hatuey y del Conjunto Matamoros.

RY COODER (FOTO 2)

Cuando tales músicos se reúnen, entre ellos la cantante Omara Portuondo en el bolero «Veinte años», el resultado es una atmósfera de ensueño, como queda comprobado en las grabaciones. «Nos juntamos en el famoso estudio Egrem, donde se han grabado casi todos los discos cubanos importantes de los últimos 50 años ‑‑explica Cooder–. Ninguno de ellos tenía referencias mías ni tenía por qué saberlas. Es gente que no sabe nada de lo que sucede musicalmente en otros países, es gente del campo que sale con relatos y gestos maravillosos. Nick (Gold) tenía una lista de canciones que quería que interpretáramos, y yo también. No obstante, después de juntarnos con los músicos tiramos las hojas a la basura. Esa gente conoce su material. Su riqueza tiene un calibre y una madurez impresionante, y la tradición del son es enorme. Compay no sólo tiene un repertorio de cientos de sones, sino que conoció a cada uno de los compositores personalmente. También él ha compuesto muchos».

Cooder se encargó con mucho respeto de la tarea de realizar una selección entre ese fondo musical. Grababa las sugerencias de Segundo en un cassette, las escuchaba por la noche y a la mañana siguiente tomaba junto con ellos la decisión de cuáles grabarían. El resultado de todo ello se llama Buena Vista Social Club (World Circuit/Discos Corasón, 1997). El estilo del canto a varias voces es a veces reservado y melancólico o bien, por el contrario, hay un dramatismo interpretado a viva voz y con un bello juego entre los instrumentos de cuerdas.

Ry Cooder indica a manera de explicación que el estilo de los tríos del instrumento tres, surgido en Cuba en los años veinte y que posteriormente se convirtió en los famosos sextetos, rebasó rápidamente las fronteras cubanas para llegar a México, además de ingresar en los Estados Unidos. «Pero las canciones cubanas, con sus cambios de acordes rítmicos y armonías, suenan más complejas que los ejemplos mexicanos. Por otra parte, encontramos los mismos temas en todas las regiones y algunos refranes famosos son idénticos. El segundo tema del disco, ‘De camino a la vereda’, está emparentado, por ejemplo, con ‘Cielito lindo’, canción popular también en los Estados Unidos».

Además de Compay y Cooder, el líder del Cuarteto Patria, Eliades Ochoa, y Barbarito Torres interpretan la guitarra y el laúd, respectivamente. En algunas piezas, Cooder compara el estilo de Rubén González con los músicos del siglo XIX así como con pianistas clásicos y con Jelly Roll Morton. En el danzón «Pueblo nuevo» el pianista ejecuta una improvisación muy emocionante. Da a los guitarristas tiempo para una descarga, una jam session sobre un tema, y uno cree escuchar un antiquísimo y majestuoso predecesor de «La Bamba».

En «Candela», Ibrahim Ferrer cita varios viejos éxitos, mientras que la trompeta inclinada de Manuel «Guajiro» Mirabal se siente muy a gusto igualmente en el conocido repertorio de los compositores europeos clásicos.

«Los músicos se comunican de esta manera –comenta Cooder‑‑. Hacen demostración de sus conocimientos musicales con gran dignidad. Me impresionó ante todo la facilidad con la que se sacan el material de la manga de día y de noche. Lo conocen todo y por eso pueden tocar con tal libertad. Y el hecho de que Rubén (González) haya recuperado sus dedos fue un gran obsequio para todos nosotros».

Nick Gold por supuesto también quedó arrebatado por las interpretaciones del pianista y sugirió grabar un álbum que no se había planeado originalmente. Introducing Rubén González (World Circuit, 1997) se realizó en dos días. El viejo maestro llegaba al estudio primero, temprano por la mañana, ejecutaba algunos ejercicios para soltar los dedos y luego elegía clásicos del repertorio de sus amigos y compositores muertos, interpretaba danzones tradicionales y regocijaba a los otros músicos participantes cuando se entregaba a largas descargas con ellos. Cooder no es el único en opinar que este álbum –el primero grabado por Rubén como solista– es una obra maestra.

El guitarrista estadounidense no participó en dicha grabación, pero interpreta su slide en el otro álbum del proyecto cubano, Afro-Cuban All Stars, A toda Cuba le gusta (World Circuit, 1997), con el tema «Alto songo». «Los Afro-Cuban All Stars desafortunadamente ya habían terminado sus grabaciones cuando llegué –explica Ry–. Sólo pude agregar un overdub a una de las canciones. Es una lástima, porque esa orquesta de metales es un conjunto de primera, y no sólo por Rubén. Me hubiera gustado trabajar con ellos en vivo».

En A todo Cuba le gusta, la big band cubana bajo la dirección de Juan de Marcos González revive en los noventa el sonido de las buenas orquestas de los cincuenta, mediante arreglos claros y la participación de seis soneros de primer calibre: Ibrahim Ferrer, Pío Leyva, Manuel «Puntillita» Licea, Raúl Planas, José Antonio «Maceo» Rodríguez y Félix Valoy, además del piano de Rubén González.

Las cuatro generaciones de artistas que participaron en el «proyecto cubano» mantienen con vida una música que habrá de permanecer por mucho tiempo, según lo espera Ry Cooder. No obstante, antes de que la primera abandone el escenario en forma definitiva hace falta que mucha gente la conozca. «Hice el proyecto cubano no sólo por interés propio sino también por mi hijo Joachim, quien colaboró como percusionista –dice el angelino–. Quería que conociera a la generación más vieja de los músicos cubanos, que tuviera una experiencia inigualable en ninguna otra parte. Cuba ha estado aislada desde hace años y durante mucho tiempo no conocimos en el extranjero a los viejos talentos que sin preocuparse por las modas han tocado libremente. Creo que el contacto directo con algo tan insustituible y único como estos sabios tiene que enriquecer realmente la vida de un joven de 18 años. Al regresar de Cuba tocábamos mucho mejor que antes.

«Me encanta Cuba –añade el guitarrista–. De por sí era maravilloso despertar en La Habana. Sin embargo, el trayecto diario al estudio formaba una experiencia adicional. Durante esa media hora vimos más cosas locas que en cualquier otra parte del globo. Para mí, Cuba es un tesoro viviente lleno de cosas extrañas y bellas, pese a toda la pobreza que hay en el país. Tocamos con verdaderos maestros y no la hubiéramos podido pasar mejor. Cuando regresé a Los Ángeles ya no soportaba la urbe. Aborrecí estar nuevamente en casa».

*Esta entrevista la publiqué en la sección “Son del mundo” de la revista Bembé, en 1998. Desde entonces la historia de este hecho musical ha conmovido al mundo, se ha filmado su desarrollo, se han vendido millones de ejemplares y ya quedan muy pocos sobrevivientes de dicho fenómeno musical y cultural, que actualmente festeja el aniversario 25 de haber aparecido. La entrevista también forma parte del volumen Ry Cooder (El Outsider Justiciero), de la Editorial Doble A, en su colección “Ensayos”, y aparecido de manera seriada en el blog Con los audífonos puestos.

RY COODER (FOTO 3)

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LIBROS: TIEMPO DE SOLOS (50 JAZZISTAS MEXICANOS)*

Por Sergio Monsalvo C.

 

TIEMPO DE SOLOS (FOTO 1)

 

El jazz irrumpió en México allá por las décadas entre siglos XIX-XX a través de la frontera norte y el litoral del Golfo. Inició su travesía como todo lo que sucede en este país: al azar.

No hubo claridad semejante como en la Unión Americana, su lugar de origen, para seguirle el rastro de manera verídica, bien documentada, contextualizada en los devenires económicos, políticos o sociales.

Una vez en México todo fue según soplara el viento. Se convirtió lo mismo en música de cabaret que motivo o banda sonora de las corrientes vanguardistas.

Así ha transcurrido desde entonces la historia de este género aquende el Río Bravo, con una insospechada cantidad de dificultades, al igual que manifestaciones importantes aunque desconocidas para el grueso de la población. Es decir, el jazz existe, aunque a veces no lo parezca…

Al tomar en cuenta lo anterior fue que el fotógrafo Fernando Aceves y yo (Sergio Monsalvo C.) decidimos participar aún más en la tarea de difusión del acontecer jazzístico del país (ya lo hacíamos en los diferentes medios periodísticos en que trabajábamos: él, desplegando sus fotos de los conciertos en revistas, diarios diversos e Internet; yo, en las publicaciones como Sólo Jazz & Blues, en la sección respectiva de los periódicos El Nacional, Crónica, La Mosca o en el portal de Internet esmas.com, entre otras). ¿Cómo? A partir de lo básico: dando a conocer a sus hacedores en aquel momento, fin del siglo XX principios del XXI.

Iniciamos este proyecto con una cincuentena de músicos. Evidentemente no eran todos los que participaban en la escena nacional, pero sí representaban a su instrumento y las diversas corrientes que componían al género, al igual que las variadas épocas por las que había transitado en el siglo XX.

En Tiempo de solos 50 jazzistas mexicanos aparecen pioneros tanto como veteranos, experimentados y noveles. Todos en activo. La intención escritural —mi aportación al proyecto— fue poner en relieve la formación de cada uno de ellos, su génesis como músicos, sus inclinaciones tanto instrumentales como genéricas y, sobre todo, las definiciones que sustentaban acerca de su oficio y del jazz en específico…

Por todo lo dicho, conjuntamente quisimos colaborar con Tiempo de solos en la divulgación de uno de los aspectos de la cultura jazzística nacional, plasmando en retratos y palabras los detalles conceptuales y perfiles que habían hecho de 50 personas músicos de jazz.

Asimismo, como partícipes de la cultura, nos comprometimos con ese presente mencionado. Las generaciones no dejan de nacer y como escribas y fotógrafos involucrados en nuestro tiempo éramos testigos responsables ante ellas de hacer una relación de lo visto, de lo escuchado, de lo vivido en este sentido. Una prueba del jazz mexicano se plasmaba en  la imagen y la palabra…

 

 

*Fragmento de la introducción al libro Tiempo de Solos 50 jazzistas mexicanos.

 

 

Tiempo de solos

50 jazzistas mexicanos

Fernando Aceves y Sergio Monsalvo C.

Edición de autor

México, 2001

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LIBROS: SÓLO JAZZ & BLUES*

Por SERGIO MONSALVO C.

 

SOLO JAZZ (FOTO 1)

 

(REVISTA)

 

La década de los noventa tuvo renovados sentimientos sobre lo que debía ser la improvisación y las estructuras básicas del género jazzístico. Se fincaron futuros planteamientos. Apareció el acid jazz, que luego se convertiría en jazz-dance y a la postre en el jazz electrónico o e-jazz.

Era también un hecho que la influencia de las ideas no occidentales en la música le dio una saludable revolcada global a lo contemporáneo, además de permitir algunos injertos variados: estilos, tradiciones, nuevos instrumentos, técnicas, vanguardias y tecnología avanzada.

SOLO JAZZ (FOTO 2)

El lenguaje compartido recurrió a la polirrítmica africana, a tonalidades orientales y a otras formas de pensar extra occidentales. El jazz y la world music compartieron de cara al futuro la flexibilidad armónica y rítmica, al experimentar con esencias de diversos lares.

 

El jazz, pues, se reafirmó como una palabra con legitimidad de tiempo y en él siguió siendo principio de impulso creativo. Razón de ser y destino de música sabia, que habla del desarrollo, del mito y sus oscuridades en una realidad entonada con la voz, el sax, la trompeta, el piano, los tambores, los teclados o las computadoras. El sonido de lo cierto en la intimidad de un solo o en lo lúdico representado por las orquestas.

SOLO JAZZ (FOTO 3)

Una música libre para todos y espontánea; estallido de músicos, DJ’s, mezcladores, ilusionistas o diseñadores sonoros apasionados, que derramaban su energía frente al micrófono, en los instrumentos o los aparatos, buscando la expresión conmovedora en la improvisación.

La revista SÓLO JAZZ & BLUES, que dirigí y en la que colaboré, le dio a esa voz, con añejamiento centenario, otra posibilidad de difundir su mensaje durante un lustro (1996-2000) y 47 números publicados.

 

SOLO JAZZ (FOTO 4)

 

 

 

 

 

SÓLO JAZZ & BLUES

Dirección: Sergio Monsalvo C.

Edición: G. E. N., S.A., de C.V.

Fecha de aparición: 1 de abril de 1996 en México, D.F.

Periodicidad: mensual

Tiraje: 7 mil ejemplares

Formato: 21.5 X 33 cm

 

SOLO JAZZ (FOTO 5)

 

 

 

*El primer número de la revista apareció en blanco y negro y los siguientes fueron a color. El último de ellos, el 47, apareció en abril-mayo del año 2000. Obtuvo el Premio Edmundo Valadés los años 1996 y 1997 otorgado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, (Conaculta).

 

 

 

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