ROCK AND ROLL LXX – 70’s (II)

Por SERGIO MONSALVO C.

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 (70’s/II)

 SEGUNDA PARTE

La aventura allende el Atlántico de los proto punks como New York Dolls, primero, y de los Ramones, después, sembraron el germen de lo que en muy poco tiempo explotaría por las tierras de Albión: el punk británico, que encontraría en dicha geografía el mejor caldo cultivo dado el contexto social, político y económico que se vivía por entonces en tal lugar.

La victoria electoral de Margaret Thatcher al final de la década fue la culminación de una estrategia de marketing político de un conjunto de publicistas muy bien financiados por el partido de tal señora, que lograron desplazar el sentido común de la mayoría social hacia la defensa del neoliberalismo, con el resultado de una clausura ideológica completa.

La campaña orquestada por el Partido Conservador se impuso como objetivo destruir la cultura obrera que desde el fin de la Segunda Guerra Mundial había apoyado el Estado, con la solidaridad necesaria en los años de racionamiento. Los sindicatos eran fuertes y los subsidios y el proteccionismo habían creado una sociedad menos injusta y desigual, pero lastraban la competitividad de los productos ingleses, según los políticos.

El neoliberalismo acabó con todo eso. También destruyó la cohesión social. Dicha sociedad se convirtió en una de las más desestructuradas de Europa. El recorte de impuestos a los ricos, la venta de recursos públicos, las trabas a la seguridad social, el debilitamiento de los sindicatos, etcétera, todo eso se quiso hizo pasar como “la normalidad”, pero los entendidos hablaron de la desigualdad como una epidemia que devastaba el cuerpo social.

En sus orígenes el punk británico fue un fenómeno musical y social que se manifestó a mediados de los setenta como reacción contra el pop artificioso, la vacua moda Disco y el onanismo del rock progresivo y metalero, emparejado con el descontento social de una nueva generación, en un país atormentado por la conciencia de clases y por el retroceso económico.

Con orgullo y la capacidad para burlarse de sí mismos, los punks adoptaron tal término para denominarse. Así como la decisión de no permitir que los ricos se apropiaran del mundo, comenzando por el rock, el vehículo de la identidad, cuyo espíritu había dejado de pertenecer a los Rolling Stones, Genesis o Led Zeppelin. Descubrieron que era mucho más divertido tocar en el bar de la esquina: Hacerlo uno mismo (con el ejemplo del Pub rock, con Dr Feelgood o Eddie & The Hot Rods).

El movimiento punk fue un combate contra el sistema, la sociedad y el orden establecido (por ello se afirmó como el heredero más directo del dadaísmo). Sin embargo, en lugar de salir a la calle para vociferar y pelearse con la policía, prefirieron empuñar las guitarras. A eso se le llamó provocación. Con su insistencia en los estándares bizarros y desdeñosos el punk despedazó la máscara de la cultura dominante e implantó la suya: la de quienes padecen una economía destructiva.

Dicha reacción se expresó a través de una música que partió de su forma más sencilla: el rock and roll (al igual que en 1951 y en 1963). Salvaje, enardecido, enérgico y provisto de textos contra la autoridad y la opresión, y distanciados de la industria discográfica.

En el pasado, los fans del rock and roll, en el contexto exclusivo de la revuelta juvenil, siempre consideraron al género como un fin en sí mismo (denunciando la educación, la brecha generacional, la unidimensionalidad de la vida, la guerra, las prohibiciones al sexo, a las drogas, la censura a los actos libertarios e individualistas). No enfocaban, aún, cuestiones de justicia económica, igualdad social, tiranía estatal o de rechazo estético.

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De ahí la condena expresada por los punks  contra lo establecido y puesto que eran creyentes del género tocaron rock, pero reduciendo la música a los elementos primarios, esenciales, de velocidad y ritmo, con un regocijo enloquecido de ruido y furia al que nadie había llegado anteriormente. Utilizaron el rock como antídoto contra su estrellismo.

Desde luego no faltó la imagen “escandalizadora”.  El  slogan “No Future” fue una queja muy realista durante esta era punk que comenzó por cortarse el cabello para no ser confundido con un fan de Pink Floyd o Black Sabbath; se le tiñó de colores y se moldeó cruelmente a tijeretazos para no serlo con los de los Bee Gees, Travolta o de la Disco. La zanja quedó abierta.

Fue su señal de un pensamiento libre, así como la ropa desgarrada, el cuero negro, las insignias, los seguros, los piercings y la parafernalia sadomasoquista, pero mayor importancia revistió la mentalidad prevaleciente del “Hazlo tú mismo” (DIY), que por medio de expresiones tangibles como fanzines, antros alternativos y disqueras independientes tuvo consecuencias enormes en aquel entonces y para la posteridad, los cuales a la larga constituyeron la verdadera fuerza de esta explosión de caos y rebelión.

Este aspecto del punk devolvió un poco de poder a los artistas, echó a andar la descentralización de la industria musical, la democratizó y estimuló el trabajo autónomo y la creatividad. De esta manera, la corriente aseguró su permanencia y transformación en la contracultura activa con muchas vertientes posteriores, antes de que su primera ola se hiciera pedazos por su propio carácter anárquico, descontrolado y por ello sumamente vulnerable.

Los pioneros de la primera hora (The Damned, Sex Pistols, The Clash, Buzzcocks, The Stranglers, The Adicts, Sham 69, entre otros) se convirtieron en los emblemas de un movimiento que, en forma subterránea y a través de coloridas etapas (que incluyeron al reggae en principio), continuó su desarrollo hacia una subcultura dentro de la cual han podido subsistir, una al lado de la otra, con interpretaciones variadas y muy distintas entre sí del concepto punk.

Éste reveló rencores, temores, odios y deseos tan intensos que su aparición amenazó la legitimidad del orden social y descubrió su tiranía. ¿A dónde quería llevar la revuelta preconizada por él? A destituir a la reina Elizabeth y su régimen, que privilegiaba a los ricos. Nunca se le difundió por la radio ni por la televisión.

Dejaron muy en claro que su ataque musical representaba sólo un medio instintivo que contenía otro mucho más perturbador: contra todo lo institucional, contra el sistema de clases como mixtificación tras el capitalismo y, finalmente, contra la noción misma del progreso como la mixtificación última tras la sociedad occidental de la era postindustrial.

El rock (a través de sus distintas manifestaciones) nunca ha pretendido sostener una verdadera revolución, aunque a menudo exhorta a la insurrección. Como todo arte, no es más que el reflejo, la expresión de una realidad. Un medio. Una voz. Un instrumento, que como el punk, en este caso, lo hizo en los años setenta.

VIDEO SUGERIDO: Sex Pistols – Anarchy In The U.K, YouTube (Canal de BoPTePegar)

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PUNK / 8

Por  SERGIO MONSALVO C.

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 EL LEMA DEL DÍA: NO FUN

¿En qué radicó, pues, el espíritu punk, su actitud? Digamos que fue en la del pequeño que decidió no dejarse impresionar ya más por los grandes. El diccionario inglés intentó explicarlo así: “Punk: persona sin valor”. Pero lo que le faltó a esa acepción oficial fue que esa persona, a la que aludía con tal definición, estaba consciente y orgullosa de serlo.

Con ese orgullo y la capacidad de burlarse de sí mismos, los punks adoptaron para ellos este término familiar. Con sentido del humor. Y con la decisión de no permitir que los ricos se apropiaran del mundo, comenzando por el rock —su bien más preciado— como vehículo de identidad.

El espíritu del género desde tiempo atrás había dejado de pertenecer a los músicos progresivos, a los virtuosos y a los rockeros institucionales. Para los punks dicho espíritu había que buscarlo o crearlo en el bar de la esquina. Hacerlo uno mismo.

El movimiento punk fue uno de combate contra el sistema, la sociedad y el orden establecido. Sin embargo, en lugar de salir a la calle para pelear, prefirieron empuñar las guitarras. Fue mucho más divertido e identitario. Por primera vez tuvieron la impresión de que cualquiera podía hacer un grupo, salir al escenario, tocar como fuera y escapar de esta manera del desempleo o del hooliganismo futbolero. Eso fue lo mejor. Y se le llamó provocación.

Con su insistencia en los estándares bizarros y desdeñosos de la decencia, el punk despedazó la máscara de la cultura oficial dominante; su misma falta de naturalidad dio al naciente movimiento el aspecto de una mascarada, como personaje resultante de una economía sadomasoquista: el cabello cruelmente teñido y tijereteado, los rostros mutilados, perforados, los atuendos s&m (tomados, por supuesto, de los estantes de McLaren, como era justo) y la ropa desgarrada —un estilo lumpen que emuló con su propia estética La noche de los muertos vivientes—.

Así trazaron límites, separaron a los jóvenes de los viejos y a los jóvenes entre sí, obligaron al establecimiento de nuevas alianzas, forjaron nuevas identidades y, al anunciar que estaban cerradas todas las posibilidades, despejaron vías de negación y afirmación que un año antes no existían ni siquiera como fantasías.

Fue una revuelta estilística y el estilo de la revuelta. Centrado totalmente en Londres, el punk se expandió por el Reino Unido y luego su exigencia por la atención mundial no conoció restricciones: en el sentido musical y político se manifestó como heraldo de las cosas por venir, de todo lo temido y de lo que ni siquiera podía imaginarse.

La estética de los colores fluorescentes, el kitsch, las baratijas, lo ridículo, adquirió la calidad de símbolo en 1977. Y el “NO FUN» fue una queja muy realista durante esta era. Se comenzó por cortarse el cabello para no ser confundido con un fan de Pink Floyd; se le tiñó al mismo de colores y se le moldeó a tijeretazos para no serlo con los Bee Gees, Travolta o el fenómeno superconformista de la música Disco (aparecieron al mismo tiempo, sí, pero este último con raya de lado y vaselina los sábados por la noche).

La zanja quedó abierta. Los punks se cuidaron mucho de no dejarse confundir con esos acicalados. Ni con los skinheads. Ni con los teddy boys (rockeros reaccionarios que ya fastidiaban a los mods en Brighton en 1966 y que atacaron a los punks con batallones formados sobre la King’s Road en 1977). Fue el signo poseedor de un pensamiento libre.

 Por entonces, Bob Marley se instaló en Londres después de sufrir un atentado en Jamaica. Inmediatamente grabó Punky Reggae Party con Lee “Scratch” Perry, como muestra de solidaridad. Entre revolucionarios había que ayudarse. Brillantes grupos de New wave surgieron por todas partes.

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Lemmy, expulsado de Hawkwind, fundó Motörhead, que tocó un hard rock que los punks adoptaron. Aparecieron en escena los Heartbreakers de Johnny Thunders, quienes atrajeron a otros neoyorkinos. Los Cramps dieron conciertos salvajes en esa ciudad.

El trasvesti Wayne County fundó a The Electric Chairs en Londres y surgieron también Richard Hell & The Voidoids, los Dead Boys y los atípicos Talking Heads. Television trató de adaptar la revolución musical modal de John Coltrane al rock. Los Dead Kennedys nacieron en Los Ángeles. Los Saints, por su parte, llegaron de Australia.

En Francia, los Dogs, Little Bob Story y particularmente el diabólico festival de Mont-De-Marsan en 1977, con Abject, Dentiste y unos cuantos más. De Manchester salieron los Buzzcocks. Después de X-Ray Spex, aparecieron Police y Jam.

Una segunda ola brotó en Londres con cientos de grupos como los Pretenders, Sham 69, Cockney Rejects, Angelic Upstarts, los Boomtown Rats de Bob Geldof, los Rich Kids, Penetration, Private Vices, Bethnal, Doctors of Madness, Undertones, Killing Joke. La industria disquera se sintió amenazada, y con razón, por los sellos independientes que prosperaban. La industria y su marketing tomaron cartas en la partida y comenzaron a vampirizar al movimiento.

VIDEO SUGERIDO: The Cramps – Psychotic Reaction, YouTube (TheManus02)

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EL BEAT DE LA IDENTIDAD

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(1979)

En 1979, el Ayatollah Jomeini regresó a Irán tras 14 años de exilio y con él la prehistoria mental.

Las fuerzas armadas de Tanzania invadieron Uganda para derrocar al ínclito dictador Idi Amín.

Margaret Thatcher fue la primera mujer que alcanzó el cargo de Primer Ministro en la Gran Bretaña. Las consecuencias aún no terminan.

Se estrenaron las películas Alien, El francotirador y Manhattan.

En 1979, el punto central de Blondie, un sexteto de estilo New wave de Nueva York, era la atractiva cantante Debbie Harry, quien junto con el guitarrista Chris Stein había fundado al grupo. Mucho antes de ganar popularidad en la Unión Americana, hizo su aparición en el mercado británico con un álbum producido por Mike Chapman, que alcanzó un lugar dentro de los diez primeros gracias al hit «Picture This».

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En la siempre creciente descendencia de la nueva ola británica, Siouxsie and The Banshees figuraron entre los grupos que más hicieron notar su presencia en las listas de favoritos; éstos comenzaban a reflejar los cambios musicales y a poner en primer plano a sus futuras estrellas.

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The Knack era un grupo pop de Los Ángeles cuyo primer álbum, Get the Knack, voló hasta el número uno, donde se mantuvo por cinco semanas. El sencillo «My Sharona» encabezó a su vez las listas durante un poco más de tiempo. Su espectacular irrupción fue igual de sorprendente que su desaparición.

La corriente del blue beat sentó sus reales en la Gran Bretaña bajo los auspicios del sello 2 Tone, con dinero aportado por un hombre de negocios de la localidad de Coventry. Madness, junto a otros grupos como Specials o The Beat, contribuyeron con su música para hacer de dicha marca uno de los más sólidos sellos discográficos británicos.

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De los grupos que saltaron a la fama en aquel año estaba Police, un trío poderoso y dinámico que incluía al percusionista Stuart Copeland; al guitarrista Andy Summers y al bajista-compositor-cantante Sting, quien después de fracasar en varios conjuntos de Newcastle había llegado a Londres en busca de compañeros más idóneos.

Aunque durante el apogeo de la nueva ola lograron atraerse una considerable audiencia, no fue sino hasta 1979 que su perseverancia triunfó internacionalmente. Police se convirtió de la noche a la mañana en un conjunto de estrellas, con especial énfasis en Sting.

VIDEO SUGERIDO: The Police – Message In A Bottle Video, YouTube (ThePoliceVEVO)

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EL BEAT DE LA IDENTIDAD

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(1978)

En 1978 nació en la Gran Bretaña el primer bebé de probeta.

Karol Wojtyla, un polaco, se convirtió en Juan Pablo II, el tercer Papa en funciones en tan solo dos meses.

Anatoly Karpov derrotó al disidente soviético Viktor Korchnoi y conservó el título de campeón mundial de ajedrez.

Se estrenaron las películas Vaselina, El señor de los anillos y Superman.

En 1978, Kiss, un cuarteto de heavy metal formado un lustro antes, adoptó unas señas de identidad inmediatamente reconocibles, usando un maquillaje diferente para cada uno de los miembros del grupo, de acuerdo con sus particulares características faciales. Además, desarrollaron un espectáculo muy elaborado y brillante, posiblemente para compensar el hecho de que su música era de extrema simplicidad. Con estos lineamientos, el grupo se lanzó a la conquista del mundo. El plan les funcionó a las mil maravillas.

Tom Petty Playing Guitar

En ese mismo año, Tom Petty se presentó con una música que tenía sus raíces en los sesenta, con Dylan como su gurú. Pese a ello, el artista había desarrollado un estilo propio y distintivo ya antes de firmar con el sello Shelter Records de Los Ángeles.

Originario de Florida, Petty se trasladó al Oeste de la Unión Americana y los éxitos comenzaron a aparecer junto con los problemas hacendarios, que lo dejaron oficialmente en bancarrota. Sin embargo, fue capaz de reordenar su carrera y encumbrarse a la fama.

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Por otra parte, un grupo del punk primigenio llamado Sham 69 y encabezado por Jimmy Pursey, triunfó con el primero de varios hits populistas: «If the Kids Are United». Un año después, algunos de sus agresivos seguidores crearon auténticas batallas campales invadiendo el escenario durante sus actuaciones y cometiendo actos violentos; Pursey entonces disolvió el grupo y se unió a los supervivientes de los Sex Pistols, pero el fracaso de la mencionada coalición provocó la rápida resurrección de Sham 69 en espera de contar con una audiencia más razonable.

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En 1978, el mejor viaje que se podía realizar era con Nina Hagen; para ello era necesario estar listo para deambular en los abismos del rock, la política, la naturaleza, la energía y el lugar que ocupa el hombre en el sistema divino.

Provocación y fantasía eran las constantes de esta joven alemana de voz descomunal, reina y madre del punk europeo. La lírica de sus composiciones era la muestra pura del avant-garde musical. Nina Hagen era un espectáculo salvaje de brujería electrónica que atraía y excitaba la imaginación. Una rockera esotérica, filósofa y budista-cristiana, que producía la música más excéntrica, pintoresca, vanguardista, audaz y teatral de aquel año.

VIDEO SUGERIDO: NINA HAGEN – Natüretrain “Live” 1978, YouTube (Onkel Michel)

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EL BEAT DE LA IDENTIDAD

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(1977)

En 1977, la reina Isabel II de la Gran Bretaña celebró el 25º aniversario de su llegada al trono.

El legendario ferrocarril Orient Express realizó su último viaje a través de Europa.

Se celebraron en España las primeras elecciones democráticas en 40 años.

Fueron estrenadas las películas Annie Hall, Rocky y La guerra de las galaxias.

En 1977, el punk abrió violentamente un camino musical que derivó en lo que entonces fue conocido como New wave, aportando energía, controversia y sangre nueva. Entre los exponentes del género se encontraba Television, dirigido por el creativo cantautor y guitarrista Tom Verlaine. Su primer álbum tuvo mucho éxito en la Gran Bretaña gracias al sencillo «Marquee Moon».

VIDEO SUGERIDO: Television – Marquee Moon, YouTube (SpaceOdysseeO)

The Clash, al frente de los cuales se encontraban el guitarrista y vocalista Joe Strummer y el requintista Mick Jones, presentaron una carismática imagen que representaba la rebelión punk del proletariado inglés y de los inmigrantes caribeños. Debido a ello, su primer álbum homónimo fue estandarte de aquel año.

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El primer artista del new wave que logró éxitos significativos a nivel internacional fue Elvis Costello, cuyo material críptico y excepcional, así como su excéntrica apariencia, lo pusieron en la visión del mundo. Bajo la dirección del dueño del sello Stiff, Costello lanzó discos importantes y señeros. Se le consideró como una de las promesas a futuro.

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La sutileza no era precisamente la característica fundamental de ZZ Top. Este potente trío texano lanzó su blues abstracto colmado de visiones urbanas y pulposo sexismo. Su éxito fue inmediato y su calidad fue creciendo con cada álbum. La guitarra de Bill Gibbons se ha convertido en clásico, mientras tanto, y la imagen del grupo y espectaculares shows, en objeto de fanatismo.

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El estilo new wave fue un movimiento básicamente urbano que reflejaba los cínicos y violentos tiempos que se vivían. Quizá el grupo que mejor supo leer la época y expresarla fue el de los Talking Heads, quienes a través del concepto y la lírica de David Byrne mostraron el estrés, la depresión y sus manifestaciones en el individuo. El grupo se ganó rápidamente la reputación de art rock. Su estética multimodal: teatro, cine y rítmica diversa, fue señera para muchos otros.

VIDEO SUGERIDO: Talking Heads – New Feeling – Live CBGB’s 1977, YouTube (Tlking Heads)

 

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PUNK / 5

Por  SERGIO MONSALVO C.

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 MALCOLM BAJO EL VOLCÁN

En aquellos momentos (el primer lustro de los años setenta), la demencia, la violencia y la decadencia estadounidense del sublime Iggy Pop, de Lou Reed y su frío realismo, así como el glam de Alice Cooper apenas asomaban en los cerebros británicos.

Sin olvidar a Johnny Thunders y sus New York Dolls, que fracasaron después de una visita a Wembley. Los Dolls encontraron a un nuevo manager, Malcolm McLaren, un inglesito pelirrojo que no encontró nada mejor que hacerles que disfrazarlos con vestuario de látex rojo y tender una gigantesca cortina “soviética” como telón de fondo en los conciertos. Sin embargo, esos Dolls seudo comunistas no llamaron la atención mayoritaria, como pretendía su mánager. Regresaron a la Tierra del Tío Sam y McLaren se quedó en Londres.

Ahí decidió interpretar en vivo la primera película de Mel Brooks, Producers. Al igual que Byalistock y Blum, los protagonistas del filme, McLaren reclutó en el fondo de su boutique de ropa, Sex, ubicada en King’s Road, a los peores colaboradores posibles, a los que provocaban de la manera más inconsciente, a fin de que la prensa escandalizada los acusara de nazismo —o lo que fuera— y les hiciera publicidad.

Enseguida, la nulidad de sus pupilos le permitiría embolsarse el adelanto pagado por las casas de discos sin haber tocado una nota, porque eran incapaces de ello, y ahí debía acabar el embuste.

Sin embargo, como en el cine, el producto tuvo éxito, contra su voluntad. Y el embuste arrojaría una fortuna. McLaren había localizado a dos buenas nulidades, Steve Jones y Paul Cook, dos fans de Rod Stewart que querían dedicarse al rock. Para el bajo, alguien insípido, Glen Matlock. Les agregó al barroso John Lydon, un histérico adolescente que se volvería cantante bajo el elegante nombre de Johnny Rotten («el podrido”). Y así nacieron los  Sex Pistols.

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El punk, tal como fue interpretado, inspirado y conducido a una conclusión formal (aunque no histórica) por McLaren y los Sex Pistols, se transformó en la Gran Bretaña en una inesperada revuelta estética y política, basada en una suma de contradicciones que al principio lo sostuvieron en el sentido estético y lo condenaron a la ambigüedad en el aspecto político.

McLaren, sin pretenderlo, llegó a la prístina conclusión de que el rock era la cultura más importante para los jóvenes, quizá la única que realmente les interesaba; comprendió, como agregado colateral de su desbocada ambición, que para los jóvenes todo lo demás (la moda en el vestir, la jerga, los estilos sexuales) emanaba y estaba sujeto a sus parámetros o extraía su validez de él y que el rock, por lo tanto, no representaba sólo el ineludible principio de toda revuelta juvenil (como en sus inicios genéricos), sino el imprescindible primer blanco de ésta en una nueva etapa.

Con dicha iluminación le fue posible trazar conexiones: la industria del rock se había convertido en esos momentos en la pieza más reluciente y redituable del establishment; quizá entonces —pensó— su desmistificación desembocaría, como por arte de magia, en un éxito de mercado. Pero resultó que también a la postre se convirtió en un crack para el sistema.

El primer concierto de los Sex Pistols fue en noviembre de 1975 en el St. Martin College of Art de Londres. Fueron abucheados. Los acompañó un grupo de gente rebelde del sur de Bromley. Los modelos de la tienda Sex lucían las vestimentas extravagantes de Vivian Westwood, la mujer de McLaren: cuero, látex, arneses sadomasoquistas, motivos obscenos, cruces gamadas, playeras con fotos de la ciudad bombardeada de Berlín, mal gusto, kitsch y escándalo. Entre ellos iban Siouxsie Sioux y también Billy Idol, posterior fundador de Generation X. Este contingente sería el primer público de los Pistols.

El punk fue en su origen una cultura artificial, producto del sentido de la moda de McLaren (puso a su tienda Let It Rock, Too Fast to Live, Too Young to Die y Sex antes de quedarse con Seditionaries), de sus sueños de gloria y la corazonada de que la comercialización de fantasías sadomasoquistas pudiera conducir al siguiente fenómeno mercadotécnico.

No obstante, cuando Cook, Jones, Matlock y Rotten —lúmpenes y desempleados nacidos a mediados de los cincuenta— introdujeron sus propias fantasías de evasión y saqueo a los clubes de Londres, donde al principio invadían los conciertos de otros grupos para lograr la oportunidad de ser escuchados, el punk se transformó en una cultura auténtica.

En el contexto del apabullante desempleo juvenil, la creciente violencia callejera entre neofascistas, inmigrantes variopintos, policía y socialistas y la enervante escena musical establecida, el punk cuajó en pocos meses como suma de signos visuales y verbales: signos que eran al mismo tiempo opacos o reveladores, dependiendo de quién los observara.

VIDEO SUGERIDO: Sex Pistols – Anarchy In The UK, YouTube (Sex Pistols Official)

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PUNK (REMATE) (2)

EL BEAT DE LA IDENTIDAD

Por SERGIO MONSALVO C.

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(1976)

En 1976, el autonombrado “Gran Líder” chino Mao Tse Tung murió en Pekín.

Ese mismo año James Carter se convirtió en presidente de los Estados Unidos.

El avión Concord comenzó los vuelos regulares entre Londres y Washington.

Se estrenaron las películas Todos los hombres del presidente, El resplandor y Taxi Driver.

Bob Seger, a su vez, quien fuera una estrella local en Detroit durante más de diez años, no significaba gran cosa a nivel nacional y menos internacional. Su falta de éxito lo deprimió tanto que llegó a abandonar la música durante dos años. En 1976, sin embargo, un álbum doble titulado Live Bullet lo colocó en los primeros sitios y su rock and roll comenzó a ser reconocido.

VIDEO SUGERIDO: Bob seger Natbush city “Live Bullet”, YouTube (jimmej955)

Tom Scholz trabajaba como técnico investigador de la compañía Polaroid, y eso le permitió el capricho de hacer un disco. Después de completar el álbum, en el que él mismo tocaba y cantaba todos los temas, buscó un sello para editarlo, y Epic lo firmó de inmediato, seducido por la sofisticación e ingenuidad de su heavy metal, así como por la brillantez técnica del trabajo.

Scholz entonces reclutó a algunos amigos y fundó al grupo Boston. El álbum compuesto con las grabaciones originales fue lanzado en 1976 y se convirtió en el disco debut más vendido de todos los tiempos con 6 millones de ejemplares.

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Aerosmith era un grupo de Massachusetts formado en 1970. Rocks, su quinto álbum, de 1976, fue uno de los mejores en los niveles de venta, obtuvo un disco de platino y fijó un modelo musical por el resto de la década para el hard rock. Steven Tyler, el vocalista del mismo, se convirtió en estrella, al igual que el guitarrista Joe Perry.

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Los Ramones fueron un modelo que tuvo cientos de imitadores. Este grupo de punk desarrolló su particular estilo en los clubes neoyorkinos antes de firmar un contrato con Sire Records en 1976. Su primera gira por los Estados Unidos y la Gran Bretaña causó una gran impresión, y la cauda de todo ello sigue hasta la fecha, pese a su tosquedad y economía de movimientos.

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Mientras Abba, Demis Roussos y Glen Campbell se convertían en los más vendedores entre la candidez mundial, en las profundidades del underground londinense fermentaba un movimiento que pronto causaría estragos en los valores establecidos y revolvería la industria del rock.

Emergieron los Sex Pistols como los pioneros del punk. La reacción inicial fue de horror y repulsión, pero un creciente sector de la audiencia rockera los celebró como si fueran ídolos, resultando que un grupo ruidoso, arrogante y desordenado no solamente desafiaba a la autoridad, sino que triunfaba con los recursos más limitados. Una revolución en todos los sentidos.

VIDEO SUGERIDO: Sex Pistols – God Save The Queen, YouTube (Sex Pistols Official)

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EL BEAT DE LA IDENTIDAD

Por SERGIO MONSALVO C.

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(1973)

En 1973 comenzó el escándalo Watergate en los Estados Unidos, mismo que terminaría con la renuncia de Richard Nixon a la presidencia.

Un golpe militar encabezado por Augusto Pinochet derrocó, en Chile, al gobierno democráticamente elegido de Salvador Allende, quien murió durante el hecho.

En uno de los actos más absurdos de la historia, Henry Kissinger recibió el Premio Nobel de la Paz.

En 1973, exuberancia y ambientes siniestros son los que proyecta con su música Thin Lizzy, un grupo dublinés que arrasó de la noche a la mañana con el mercado de los sencillos en Inglaterra. Conducidos por el bajista y cantante Phil Lynott, se convirtieron en una de las agrupaciones más importantes de la Gran Bretaña.

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Por esta época, Status Quo decidió llevar a cabo un cambio radical, tanto en su imagen como en su música, sustituyendo sus atuendos mod por los omnipresentes jeans, el pelo largo y las canciones de boogie desatado. La industria discográfica los rescató del olvido y de la nada su convirtieron en banda representativa de los festivales ingleses.

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Queen fue un grupo que se formó a partir de los restos de Smile, con Brian May y Roger Meadows. Éstos reclutaron al cantante y diseñador de modas Freddie Mercury y al bajista John Beacon. Se apuntaron en el glam rock, pero abarcando el heavy metal con mucha sutileza. Lograron captar a los grandes públicos con su estilo vocal y ambiguas actitudes en el escenario.

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Grand Funk Railroad fue el arquetipo de los grupos de heavy metal de la Unión Americana durante esta época. Lidereado por el guitarrista Mark Farner, este trío oriundo de Michigan se erigió en representante del llamado «white noise». Una banda explosiva y populista que se mantuvo en el candelero hasta finales de la década, cuando desaparecieron del mapa luego de vender millones de discos.

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1973 fue un año flojo para el rock, especialmente en los Estados Unidos, donde se llevaba a cabo un atracón de autosuficiencia. No así en la Gran Bretaña, donde la escena continuaba sacando buenos grupos. Una combinación muy afortunada, con David Bowie como productor y la lírica del ex Velvet Underground Lou Reed, dio a luz uno de los discos más importantes del rock de todos los tiempos: Transformer. Con él, Reed se confirmó como uno de los poetas más significativos del género y con una repercusión que aún permanece vigente.

VIDEO SUGERIDO: Lou Reed – Walk On the Wild Side (Live), YouTube (yosh95wilde)

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PUNK / 3

Por  SERGIO MONSALVO C.

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 LA FURIA REFERENCIAL

Llegó 1975. Les tocó portada en las revistas especializadas a Paul McCartney, Led Zeppelin, Santana y otros tantos símbolos con los que una nueva generación se había dejado de identificar. El grupo Doctor Feelgood tuvo un éxito, “Back in the Night”, un boogie danzante, el título más efímero de su repertorio. La monarquía no tembló. Sin embargo, la estética del rock volvió a sus principios. El pub rock representado por este grupo fue ganando adeptos. Regresaron las piezas cortas, la energía y muy pronto la subversión total.

Finalmente, en 1976-1977, en las grandes metrópolis, toda una generación explotó, como una fuerza retenida por demasiado tiempo: los punks metieron sus problemas cotidianos en la música. El sonido de la ciudad, un lugar de violencia y energía pura, les sirvió de inspiración.

Descartaron por estériles muchos instrumentos por ser los atavíos elitistas del profesionalismo y del culto a la técnica. Y sólo con la guitarra, el bajo y la batería se volvieron hacia el sonido más adecuado para expresar ira y frustración, para enfocar el caos, dramatizar la vida cotidiana y compendiar todas las emociones en la angosta brecha comprendida entre una mirada fija y vacía y la sonrisa burlona.

El guitarrista produjo entonces una línea de fuego para cubrir al cantante, mientras que la sección rítmica los enclaustraba a ambos en una cabina de baja presión y, en respuesta a lo que se percibía como el congelamiento total y final del mundo moderno, la música mostró su versión de ello.

Fue en Nueva York donde nació el punk, y eso no hay que olvidarlo. Desde la Urbe de Hierro llegó Patti Smith con su poesía alucinatoria y visceral, inspirada por igual en los beats, los simbolistas franceses y los Rolling Stones. Procedía de una tradición de poetas, artistas y bohemios y siempre trató de tender un puente entre la literatura y el rock.

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Esta tradición tuvo comienzo con los beatniks y se desarrolló por medio de folkies como Bob Dylan, cantautores como Leonard Cohen y el expresionismo del Velvet Underground, hasta la llegada de Patti a la cabeza de su grupo. Sus letras mezclaban oscura poesía mística y visionaria, imaginería sexual y política populista, y las interpretaba con una voz rasposa que contenía más furia y abandono de los que cualquier rocanrolera se hubiera atrevido a manifestar jamás.

Plagada de referencias a Arthur Rimbaud y a MC5, uno de los raros grupos “revolucionarios” de la Unión Americana, brotó su primera obra, Horses. En su funda en blanco y negro giraban el tono y el espíritu del punk neoyorkino. En él estaba contenido el Velvet Underground y los devastadores Stooges. Letras y música que asombraban a una nueva generación.

Los efectos de la explosión punk se multiplicaron polarizándose y dando la bienvenida a otras voces, sonidos e ideas. Nueva York contribuyó, además, con el fuego de grupos como Television, quienes con el transcurrir de su desarrollo hicieron olvidar las definiciones genéricas hasta convertirse en bandas de características abiertas.

Television poseía un estilo distintivo provocado por el entrelazamiento de las guitarras y voces de Tom Verlaine, Richard Lloyd y Richard Hell. El grupo tuvo su centro de operaciones en el club CBGB’s donde fue el primero en tocar y darle fama al lugar. En 1977 lanzaron el álbum Marquee Moon —hoy clásico— que enfatizaba el trabajo de ambos guitarristas y compositores comprometidos entre el punk, la New wave y el art-rock.

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