68 rpm/12

Por SERGIO MONSALVO C.

68 RPM 12 (FOTO 1)

En la segunda mitad de los sesenta, los aires de cambio propiciados por las revueltas generalizadas y de toda índole exigían lenguajes diferentes tanto para plantear las preguntas como para expresar las propuestas. Así sucedía en innumerables campos, entre ellos el rock. La fusión con otros géneros como método y objetivo de éste cundió: desde la música clásica a la étnica, de la academia al exotismo, del vanguardismo al jazz.

En este último, una forma de fusión estuvo relacionada con las grandes bandas de Duke Ellington, Count Basie y Stan Kenton. Diversas formaciones de rock incluyeron una sección de metales, incorporando de esta manera el sonido de la big band.

La agrupación más destacada en este sentido fue Blood, Sweat & Tears. Lo mismo que Bob Dylan en su momento, supo lo que podía hacerse con el lenguaje de la modernidad sesentera.

En 1965, Dylan había producido el mejor sencillo de la historia, “Like a Rolling Stone”, que trenzó el folk y el blues con el rock. Echó mano de la fusión de géneros para evolucionar y crear algo distinto que respondiera a sus exigencias artísticas.

Entre otros lo acompañó en tal grabación el tecladista Al Kooper. A la postre este músico se convertiría en el principal impulsor del grupo Blood, Sweat & Tears, cuyo nombre provenía de una famosa cita de Winston Churchill.

68 RPM 12 (FOTO 2)

CHILD IS THE FATHER OF THE MAN

BLOOD, SWEAT & TEARS

(Columbia)

Para dar vida a su concepto musical, Al Kooper llamó a compañeros de bien cimentado bagaje musical como Steve Katz y Jim Fielder, y formó además potentes secciones: rítmica y de metales (con los jóvenes hermanos Brecker en esta última). Una big band contemporánea que incluiría en su dieta: blues, rock, pop, soul, psicodelia, música clásica y jazz, nada menos.

Las composiciones y los arreglos fueron en su mayoría de Kooper y Katz, y con ellas impondrían un nuevo estilo. Todas sus incursiones en el terreno clásico, el avant-garde y el jazz muestran claramente que esta parte del rock se dirigía a la parte “culta» del auditorio.

Eran propuestas cerebrales, atractivas para adolescentes mayores y jóvenes con sensibilidad y de variada enseñanza. El rock ya no era sólo una forma sencilla de entretenimiento sino una sofisticada manifestación artística. Efectivamente, los tiempos estaban cambiando.

68 RPM 12 (FOTO 3)

Personal: Al Kooper, piano, órgano y voz; Steve Katz, guitarra y coros; Jim Fielder, bajo; Dick Halligan, trombón; Fred Lipsius, piano y sax alto; Jerry Weiss, trompeta y flugelhorn, además de un enorme listado en la sección de cuerdas. Portada: Foto de Bob Cato y Don Hunstein, diseño: Howard Fritzson.

[VIDEO SUGERIDO: Blood, Sweat and Tears – Without Her (1968), HD, YouTube (Vws Vas)]

Graffiti: “No negocies con el patrón. ¡Abólelo!

CRANBERRIES: RAÍZ IRLANDESA

Por SERGIO MONSALVO C.

(A Dolores O’Riordan In Memoriam)

Cranberries foto 1

The Cranberries eran (¿son?) de un remoto rincón irlandés (Limerick, el medio oeste del país) y producían un introvertido rock alternativo de guitarras, encabezados por la soñadora cantante Dolores O’Riordan. El hecho de ser de la provincia irlandesa los marcó. Según el guitarrista Noel Hogan: «Uno empieza con desventaja porque, en cuanto a la música, toda Irlanda se agota en Dublín. Si uno no es de ahí, tiene más sentido probar suerte primero en Londres».

Así que enviaron demos a varias compañías discográficas londinenses. Fueron contratados por la Island Records. Se trasladaron a la capital inglesa y su canción «Where’s Me Jumper?» se convirtió en un éxito y en tema de culto. Ahí fue su despegue. Tras editar en Inglaterra su debut con Everybody Else Is Doing It, So Why Can’t We (1993) también se les tomó en serio en su patria.

Conquistaron al público casero mediante giras con The The, Suede, Duran Duran y luego solos. En un concierto Dolores subió al escenario envuelta con una bandera estadounidense. ¿Humor o provocación? Seguro una provocación. Si tal público había sido reticente para aceptarlos, los Estados Unidos no. Ella quiso mostrarles que estuvieron allá y les fue muy bien.

Lo que The Sundays habían sido para Inglaterra, The Cranberries lo eran para Irlanda. La pieza «Sunday» fue muy elocuente en este sentido. Al igual que en el caso de David Gavurin, una influencia obvia del guitarrista Noel Hogan fue Johnny Marr, cuando estaba con los Smiths. Por su parte, la cantante  O’Riordan, a pesar de resultar conmovedora, en sus interpretaciones parecía sufrir una ligera esquizofrenia (por su voz torturada), al sonar a veces tan nerviosa como Sinéad O’Connor y luego tan serena como Harriet Wheeler.

Cranberries foto 2

Tampoco los Cocteau Twins ni los Sugarcubes pasaron desapercibidos en Limerick, por lo cual Everybody Else Is Doing This, So Why Can’t We? sonaba como un popurrí del rock indie inglés (y con gotas de otros lares). Aunque suene paradójico, esto no afectó la belleza de canciones como «Not Sorry», «Linger» (su himno primario, con el tema del rechazo y el desamor adolescente), «Still Can’t» y «How», lo cual sólo prueba de nueva cuenta que originalidad y calidad son dos cosas diferentes. Los Cranberries salieron bien parados con este debut, pero debieron también superar sus influencias para ganarse el derecho a la permanencia.

Hubiera tenido que sufrir la burla general quien a fines de 1993 vaticinara que este grupo vendería un total de dos y medio millones de ejemplares de su debut a nivel mundial. Sin embargo, los estadounidenses –el mayor mercado para la música– abrazaron a Dolores O’Riordan como a una Sinéad O’Connor (aún sin romper las fotos del Papa).

Después de convertirse en estrellas con Everybody Is Doing It, So Why Can’t We?, el grupo trató un año después de consolidar el éxito con No Need to Argue (1994). Este nuevo disco sin duda no resultó tan accesible como el anterior para el público masivo. Al escucharse la primera vez no se encontraba nada que lo acercara realmente al oído popular.  Sin embargo, no había otro grupo que poseyera la misma capacidad de introducirse poco a poco en la conciencia, de jugar con los sentimientos del escucha.

Cranberries foto 3

No Need to Argue fue un digno sucesor y causó polémicas. Las debilidades corrieron por cuenta de las poses afectadas de Dolores, que se empeñaba recordar  las cabriolas vocales de la O’Connor (por su tratamiento del yodel y del góspel irlandés). Mientras tanto, los demás Cranberries, en primera instancia el guitarrista Noel Hogan, progresaban a grandes pasos.

El indie guitarrístico del debut, estrechamente emparentado con el estilo de los Sundays –como ya apunté–, adquirió profundidad y variación, desde el pesado muro de guitarras en temas como «Zombie» –la pieza elegida como sencillo– hasta los capullos folk de «Dreaming My Dreams» y «Daffodil’s Lament».

Por otro lado y juzgando sus llamativos textos, Dolores O’Riordan siempre fue una letrista especial. Escribía sobre la violencia de la guerra, el terrorismo y las armas (la mencionada «Zombie», un single coreado por los jóvenes en los noventa, compuesto en la estela del atentado del IRA que mató a dos niños, de tres y 12 años de edad), la poesía y el suicidio («Yeat’s Grave») y su juventud de dudosa felicidad («Ode to My Family»).

Las letras contra el terrorismo resultaban comprometidas, pero no se trataba, propiamente dicho, de una condena. No era un discurso político, sólo la puesta en perspectiva de un grave problema doméstico. Cuando se le preguntaba cómo elegía las palabras, por su significado o por sus asociaciones emotivas, Dolores decía que nunca se planteaba esa pregunta. Cantaba como solía hablar. Las palabras se le daban en función del debate interno con el resto de los integrantes del grupo. De ahí derivaba el ambiente de la pieza. Era una escritura casi automática.

Cranberries foto 4

No era una mezcla desagradable. Después de sumar y restar los puntos favorables y desfavorables de No Need to Argue, esta producción de los Cranberries quedaría con una buena calificación. Para esta entrega decidieron volver a trabajar en la producción con Stephen Street.

Después del éxito del primer álbum, les pareció evidente la ventaja de prolongar la colaboración.  «Trabaja bien y sobre todo rápidamente –dijo Noel Hogan–. Eso es lo que buscábamos. No sirve de nada encerrarse varios meses en el estudio. Claro, se sale con un sonido perfecto, pero muchas veces se pierde el feeling. Es contraproducente.»

Tras componer otros tres álbumes de estudio (To The Faithful Departed, de 1996; Bury the Hatchet, de1999 y Wake Up and Smell the Coffee, del 2001) el grupo decidió dejar las cosas ahí detenidas, por un tiempo. Buscaron que las desavenencias internas, sobre todo creadas por la actitud un tanto errática de O’Riordan, se calmaran. Ésta última editó entonces dos álbumes como solista: Are You Listening? (2007) y No bagagge (2009).

Se volvieron a reunir en el 2009 con el único objetivo de actuar en vivo. No obstante entraron a los estudios y realizaron un par de álbumes más: Roses, que apareció en el 2012, con giras y presentaciones eran intermitentes. Y Something Else (una antología de versiones acústicas mezclada con algunos temas nuevos), que vio la luz en el 2017, al mismo tiempo que el anuncio de una tour por Europa y Estados Unidos. Sin embargo dicha gira tuvo que ser suspendida por la mala salud de la cantante: “Razones médicas asociadas con un problema de espalda”.

A fines de año ella misma animó a los fans a asistir a los pequeños conciertos que haría el grupo a principios del 2018. Deseo que no llegó a realizarse. Lo que llegó fue un comunicado de la policía confirmando la información de que el cadáver de Dolores O’Riordan había sido hallado el 15 de enero en el hotel Park Lane de la capital británica a las 9:05 horas. «La familia de Dolores está devastada por la noticia y ha pedido privacidad en este momento tan difícil», anunció el representante del grupo. La agencia de la BBC acotó, a su vez, que la cantante padecía de trastorno bipolar.

Cranberries foto 5

VIDEO SUGERIDO: The Cranberries – Linger, YouTube (TheCranberriesVEVO)

SHIBUSASHIRAZU ORCHESTRA

Por SERGIO MONSALVO C.

Shibusashirazu Orchestra (foto 1)

 UNA FASCINACIÓN SALVAJE

La ShibusaShirazu Orchestra (SSO) es otro concepto del espectáculo musical. Se torna en escena en un auténtico cuadro viviente, como si fuera la representación de El jardín de las delicias de El Bosco o incluso una delirante pintura surrealista. Ésta es una banda de geometría variable que pugna por el libérrimo avant-garde progresivo.

El esclarecedor nombre de la agrupación nipona puede significar algo así como “Nunca seas cool”, y su andamiaje cuenta regularmente con 25 personas sobre el entarimado cuando aterrizan en sus giras mundiales (35 cuando están en su país). Tocan instrumentos 17 de ellas y el resto realizan diversas actividades, incluyendo bailarinas, un pintor y un VideoJockey.

Shibusashirazu Orchestra (foto 2)

No hay nada parecido a sus actuaciones, donde se mezclan la música (magnífica) con el baile, el performance, el anime (dibujos animados) o diferentes tipos de danzas ancestrales concebidas en insólitas coreografías que rompen con todas las convenciones. El tamaño de la orquesta por eso es tan variable, para adaptarse a cualquier escenario y ubicar a decenas de personas de manera simultánea sobre las tablas, lo cual la hace inclasificable.

Su estética es inusual, mágica, y la sorpresa puede saltar en cualquier forma, tanto como disciplina artística o como “simple” explosión de fuegos artificiales. La orquestación es variada (metales a granel, baterías, guitarras eléctricas, melotrones, tambores…) e incluye instrumentos tradicionales japoneses como la biwa, una especie de laúd de mástil corto.

Shibusashirazu Orchestra (foto 3)

La música se basa en la improvisación jazzística y puede tomar elementos del rock, funk, ska, ritmos latinos, balcánicos o de las canciones románticas de aquella tierra del Sol Naciente, conocidas como kayo.

Es decir, beben de diferentes fuentes para enriquecer su actuación. Los instrumentistas son energéticos, con un swing y un desparpajo arrolladores y cuentan, además, con un repertorio ecléctico y creativo.

Shibusashirazu Orchestra (foto 4)

La Shibusashirazu Orchestra fue fundada en 1988 y acoge a músicos japoneses de alto nivel. Saltó a la fama internacional en el Festival de Glastonbury de 2002 y desde entonces sigue asombrando a públicos de todo el mundo.

En dicho festival aún contaban con un director escénico que ordenaba las canciones y los desplazamientos de los integrantes. Pero vieron que tanto encorsetamiento limitaba su expresividad, así que prefirieron continuar sin él.

Shibusashirazu Orchestra (foto 5)

Etiquetados como “free-jazz”, tienen más de lo primero que de lo segundo (improvisan buena parte de sus piezas) y con sus bailes y actuación visten los incendiarios solos ubicados en la tradición del free más combativo o con pegajosas melodías.

Son un vitaminado brebaje en el que se degusta el indie guitarrero, el pop, el punk, la new wave, la no wave, el rap, la música tradicional japonesa, el cabaret y el misticismo de Ornette Coleman y el Art Ensemble of Chicago, en una suerte de huracanada big band underground alimentada con ácido lisérgico.

Shibusashirazu Orchestra (foto 6)

En la SSO todo viene marcado desde su nacimiento por el carácter art que la distingue, cuando fue formada para ponerle música y movimiento a una obra de teatro experimental. Y como les gustó la idea y el resultado, decidieron seguir adelante. Su alma mater es el bajista Daisuke Fuwa, el maestro de ceremonias que arenga a la gente arriba y abajo del proscenio.

Pero, como apunté al principio, la SSO no es sólo música, también es un espectáculo donde se da cita el baile, o mejor dicho los bailes, de las más diversas referencias, pues por el escenario se mueven dos bailarinas con gracejo parisino u otros tres elementos, pintados de blanco y semidesnudos, que interpretan los ritos de la danza butoh con total concentración a pesar del delirio que los rodea, a la par que otros se dedican a moverse estéticamente en una escalera o corren y saltan por el espacio de representación como buscando algo que han perdido.

Shibusashirazu Orchestra (foto 7)

Y mientras todos cantan y bailan, uno de tantos se dedica a dibujar tranquilamente mientras dura el show y uno más diseña in situ las proyecciones visuales que acompañan y contrastan a cada solista en su turno.

Y por si todo eso fuera poco, al final del espectáculo irrumpe por sorpresa el dragón (inflable, plateado), una enorme mascota que habla metafóricamente del espacio a la imaginación que el inusual grupo construye cada vez que se presenta.

Shibusashirazu Orchestra (foto 8)

Las referencias de esta banda pudieran ser, desde un punto de vista escénico: Funkadelik, Parliament, los Flaming Lips y los gitanos de Emir Kusturica. Un espectáculo extraño, divertido y único, formando una especie de Cirque du Soleil bizarro.

Su CD Shibu-Yotabi celebró los 20 años de existencia y recogió algunas de sus más famosas composiciones hasta ahora sólo interpretadas o grabadas en vivo. Es algo normal, no hay más que verlos para saber que son una formación que nació para actuar, que explota en sus conciertos.

Pero este álbum ha sido grabado con más tranquilidad: una experiencia muy disfrutable. Tanto como lo es el reciente disco con el cuarteto de Yoshiyuki Kawaguchi: Up On A Moon Hill Keirin Wo Kudatte Tuki No Oka Ni Noboru.

Discografía mínima: Something Differenece (1994), Be Cool (1995), Shibusai (1997), Shiburyu (1999), Shibu-Hata (2002), 2 (2004).

[VIDEO SUGERIDO: TJF 2015 – Shuza Shirazu, YouTube (Torino Jazz Festival)]

ROJO DE PROFANA GALERÍA

Por SERGIO MONSALVO C.

 (FOTOGRAFÍAS)

 Rojo de profana galería I (foto 1)Rojo de profana galería I

 Rojo de profana galería II (foto 2)Rojo de profana galería II

 Rojo de profana galería III (foto 3)Rojo de profana galería III

 Rojo de profana galería IV (foto 4)Rojo de profana galería IV

 Rojo de profana galería V (foto 5)Rojo de profana galería V

 

 

 El rojo invade como un licor de evocaciones oportunas.

Las cuestiones esenciales se manifiestan a través de él:

En el grosor de su (ir)realidad,

como mensajero de su propia revelación.

Uno debe afrontarlo por sí mismo.

“SEX & DRUGS & ROCK & ROLL”

Por SERGIO MONSALVO C.

Sex & Drugs & Rock & Roll (foto 1)

El poeta visionario William Blake afirmó que “el sendero del exceso conduce al palacio de la sabiduría”. Tras estas palabras, que han sido grabadas en piedra, 200 años de romanticismo establecieron finalmente los lineamientos propios en la ruta para el personaje rockero.

El rocanrolero universal, al transitar por el carril de alta velocidad de la vida, como establecen los cánones, aplica dichos lineamientos de manera escrupulosa con cada generación. Este tipo sabe que tales lineamientos no le permiten el estado sobrio, y que sus principales medios de intoxicación son el sexo, las drogas y el rock and roll. Embriagado por cualquiera de estos elementos –o con todos ellos– se encuentra listo para su heroico viaje.

SEXO

En una de las ilustraciones que hizo para el libro El Paraíso Perdido de Milton, el mismo poeta iluminado William Blake retrató a Lucifer, el “Gran Yo” de su mitología. El susodicho está en medio de la oscuridad visible del Infierno, increpando a un enviado del represivo Dios que lo condenó al Averno. Aparece como un personaje poderoso, intimidante, desnudo y desafiante. El rock transformó dicha ilustración de idea literaria en la materia de su vida popular.

El deseo de ocupar el trono de Dios, luego de 18 siglos de dominio completo por parte de éste, y de sustituirlo por el “Yo” en su lugar, posee una fuerte carga de erotismo natural. El impulso sexual del rock es el ejemplo más obvio de la expansión de sus límites. Esta música forma parte de la tradición romántica que se regocija con el impulso sexual, como principal ingrediente de la energía que arroja de sí las limitaciones en su búsqueda  del infinito. Y esta energía puede ser revolucionaria o perversa, a discreción del artista.

Sex & Drugs & Rock & Roll (foto 2)

Así lo entendió Ian Dury, un músico que supo unir el humor con la música, y el cual como buen personaje contracultural mostró menos reverencia hacia las convenciones del género que sus contemporáneos de los Sex Pistols.

“El Quasimodo del Rock”, como se le conoció a Dury, debido a los problemas físicos que padeció desde la infancia a causa de la polio, siempre se burló de todos y de todo, empezando por él mismo, desde su aparición climática en el mundo de la música en 1977 al frente del grupo The Blockheads.

Era un tipo con una cabeza grande sobre un cuerpo deforme que escribía canciones agudas, certeras y cáusticas sobre el mundo que le había tocado vivir. Bob Dylan, con quien alguna vez compartió actuación en una película, dijo de él: “Dury es un auténtico clown (un payaso), que domina a la perfección el juego entre la risa y el patetismo”.

Sex & Drugs & Rock & Roll (foto 3)
Muchos de los excesos sexuales del rock fueron retratados por él en piezas que alcanzaron el nivel de sátiras por sus extravagantes observaciones. La comedia incita al destrozo de barreras, primero mediante su rompimiento y luego al llevar dicho rompimiento a tales extremos que tanto los límites como las perversiones parecen ridículos a un “yo” que ha adquirido una perspectiva más amplia.

Ian Dury, al igual que el Divino Marqués De Sade, llevó el asunto del exceso más allá del escándalo. Muchas veces hasta la comedia, tanto así que la primera vez que se presentó en la televisión inglesa cantó, a pesar de que el productor le pidió que no lo hiciera, un tema que ya circulaba como un himno en el underground británico: “Sex & Drugs & Rock & Roll”.

Dicha pieza se convirtió en ese mismo instante en una canción emblemática y filosófica para la historia completa del género. Dury estaba consciente de que el impulso sexual resulta una estrategia de autoexplotación de lo más natural y que todo el rock lo ha celebrado desde sus inicios, al traducir los intrincados aspectos espirituales del arte erótico en crudas demandas de carne palpitante. El rock restituyó la adoración pagana por el falo en Occidente.

DROGAS

Por otro lado, el rockero al emprender su excursión hacia el infinito requiere de infusiones constantes de energía cósmica. “Sexo, drogas y rock and roll son lo único que necesita mi cuerpo y mi cerebro”, afirmó Dury en la canción, generando así la máxima ley en la dieta del rock.

Las drogas forman también una parte natural del régimen romántico, al que pertenece este género musical, porque alteran al “yo” de maneras conducentes a una afinidad con lo eterno. Los compuestos como las anfetaminas y la cocaína, que producen estados eufóricos de fuerza, son las drogas de preferencia mítica para los músicos, que quisieran ubicarse en el centro de un universo constituido de energía pura. Los narcóticos, como lo apunta Dury en su receta, proporcionan un medio para llevar a cabo el rito de la autoaniquilación y han gozado de popularidad entre todas las generaciones modernas.

“Sex and drugs and rock and roll/ Is all my brain and body need/ Sex and drugs and rock and roll/ Are very good indeed/ Keep your silly ways or throw them out the window/ The wisdom of your ways, I’ve been there and I know/ Lots of other ways, what a jolly bad show/ If all you ever do is business you don’t like/  

Sex and drugs and rock and roll/

Sex and drugs and rock and roll/

Sex and drugs and rock and roll/

Is very good indeed. 

Every bit of clothing ought to make you pretty/ You can cut the clothing, grey is such a pity/ I should wear the clothing of Mr. Walter Mitty/ See my tailor, he’s called Simon, I know it’s going to fit/ Here’s a little piece of advice/ You’re quite welcome it is free/ Don’t do nothing that is cut price/ You know what that’ll make you be/ They will try their tricky device/ Trap you with the ordinary/ Get your teeth into a small slice/ The cake of liberty. 

Sex and drugs and rock and roll/

Sex and drugs and rock and roll/

Sex and drugs and rock and roll…”

Wilco Johnson and Ian Dury & The Blockheads

El personaje de Dury en su canción-hito es uno cuyo destino le exige acabar con las tediosas imposiciones de la normalidad, aunque paradójicamente corra por ello el riesgo de la autodestrucción.

Los héroes del rock no tienen que ser valientes, leales, nobles o buenos, como en todas las historias. No. En él resultan ser aquellos cuyas emociones han reventado los límites pre escritos y alcanzado la novedad en su más alto grado.

El héroe del rock –y esto lo supo muy bien Ian Dury– no tiene que morir envuelto en la pasión o en la gloria para merecer las loas eternas. Una muerte vulgar en la alberca por una congestión mezcla de alcohol y otras sustancias, o con una aguja clavada en la vena es una vía hacia la eternidad tan creíble y legendaria como los heroicos actos de una personalidad histórica: Sex & Drugs & Rock & Roll.

Sex & Drugs & Rock & Roll (foto 5)

Ian Dury nació en Londres en mayo de 1942 y murió el 27 de marzo del 2000. Fue un cantante y compositor de rock and roll, uno de los pocos verdaderamente originales de la escena musical de las últimas décadas. Tuvo la mala suerte de ser atacado por la poliomielitis luego de tragar agua en una piscina cuando tenía 10 años, lo que lo dejó con problemas de motricidad permanente. Eso lo obligó a utilizar un bastón y un aparato en la pierna (una especie de calibrador).

Luego de estudiar pintura en la Royal Academy con Peter Blake, el artista pop que trabajó con The Who y The Beatles, Dury se metió en la música y llegó a la fama durante los años setenta, como pionero del punk y de la New Wave. Con sus aretes de hojas de afeitar, ropaje y su poderosa imagen arriba de un escenario, fue el músico que muchos quisieron seguir.

Anduvo de gira en Europa con Elvis Costello y por los Estados Unidos junto a Lou Reed, influenciando nada menos que a The Clash, The Pretenders y a los Sex Pistols. Su primer álbum, New Boots and Panties!!, vendió aproximadamente un millón de copias, y tuvo varios éxitos con sus singles, por ejemplo:”What a Waste”, “Hit Me With Your Rhythm Stick”,  y los dos títulos de sus canciones que entraron como frases del habla popular en el lenguaje inglés y popular global: “Reasons to be Cheerful” (Razones para estar alegre) y, sobre todo, el himno musical: “Sex and Drugs and Rock and Roll”.

Sex & Drugs & Rock & Roll (foto 6)

CODA

En el 2010, para conmemorar el décimo aniversario de su fallecimiento, se estrenó el biopic que narra la ajetreada vida del músico: Sex & Drugs & Rock & Roll: The Life Of Ian Dury. Andy Serkis, más conocido por su papel de Gollum en el Señor de los Anillos fue el encargado de dar vida a Ian, y lo hizo desde dentro: cantando con The Blockheads, la banda que acompañaba a Dury en sus salvajes conciertos (resultó ganador en el Evening Standard Film Awards por este protagónico). La dirección estuvo a cargo de Mat Whitecross, con un guión de Paul Viragh. Para empezar estuvo nominada para otros dos premios el British Independent Film Award (por Mejor Actor) y el de la Academy Film británica (por Mejor Música).

[VIDEO SUGERIDO: Ian Dury and the Blockheads – Sex and Drugs and Rock and Roll, YouTube (Jtdrock)]

68 rpm/11

Por SERGIO MONSALVO C.

68 RPM 11 (FOTO 1)

Ese mismo año, tras la aparición de The Birds, The Bees & The Monkees, el grupo The Monkees se embarcó en un imaginativo proyecto cinematográfico titulado Head, película dirigida por Bob Rafelson y producida y escrita por el joven Jack Nicholson.

El mundo de las drogas psicodélicas y la subcultura que empezaba a significar se puso de manifiesto dentro de la música en variadas formas y canciones que, a la postre, se convertirán en un retrato de época. En ello también quedaron incluidos los Monkees (con las contenidas en este disco y las referencias del título).

Monkees

 HEAD

THE MONKEES

(Colgems/RCA)

En el soundtrack de dicha película, protagonizada por ellos y sus peripecias como grupo, la memoria alterada de aquellos días festivos, desmadrosos y de humor anárquico (bajo la influencia musical de Zappa), estuvo más que presente en sus composiciones. La película contó con la participación de Victor Mature y Jack Nicholson (quien también compuso alguno de sus temas), Dennis Hopper y Frank Zappa.

Aunque en aquel momento pasó desapercibida, a la postre formó parte del gran fresco pop documental de la era. Poco después de la aparición de la cinta, Peter Tork abandonó el grupo para iniciar una carrera como solista.

La música de los Monkees, en plena transición, se expandió hacia todos los puntos cardinales de la cultura pop más naive y juguetona. Se enriqueció con todos ellos (incluyendo la psicodelia) y logró con esto la inmortalidad que una generación tras otra renueva con votos de reconocimiento.

68 RPM 11 (FOTO 3)

Personal: Mickey Dolenz, voz y batería; Davis Jones, voz y órgano; Mike Nesmith, voz, guitarra, órgano eléctrico; Peter Tork, voz, guitarra y bajo, y un sinfín de músicos invitados. Portada(s): La original era la ilustración hecha en papel aluminio y debía reflejar la cara y cabeza del escucha; la segunda y alternativa era la foto del cartel cinematográfico.

[VIDEO SUGERIDO: The Monkees – Can You Dig It?, YouTube (Breno Sousa)]

Graffiti: “Proscribamos los aplausos, el espectáculo está en todas partes«

RELATOS PARA NIÑOS ORDINARIOS

Por SERGIO MONSALVO C.

(EXTRACTO)

“ÉSTE ERA UN GATO…”

Relatos para niños ordinarios (Foto 1)

Tardaron una semana en descubrir el cadáver de la anciana. Un iracundo comité de vecinos de aquel vetusto edificio se quejó ante los tripulantes de una patrulla —quienes hicieron todo lo posible por zafarse del asunto— del fétido olor que salía de ese departamento. El cuerpo de esa mujer, a la que ninguno visitaba y tampoco conocía, estaba en avanzada descomposición.

Luego de cierto ajetreo se llevaron los restos. Tardaron en definir su situación, con eso de la simplificación administrativa, los ires y venires de los policías a la radio de la patrulla; los agentes judiciales que también se presentaron y quisieron sacar provecho del asunto; los interrogatorios que se centraron sobre todo en las jóvenes del edificio, en los sospechosos —casi todos—, la tardanza del Agente del Ministerio Público y de la ambulancia que transportaría el cuerpo, al que finalmente se le  diagnosticó «muerte natural».

Relatos para niños ordinarios (Foto 2)

Sí, se llevaron el cadáver al igual que las cosas de valor que tenía la anciana en su casa: «Son pruebas», dijo uno de los agentes. A Lucio, el gato, nadie le hizo caso.

El felino todavía pasó dos o tres días por ahí antes de decidirse a abandonar el hogar. Cosas del instinto, la soledad y el hambre. Durante ese tiempo salió y entró por la ventana del baño para contemplar a la gente y escuchar el estruendo de la calle…

Relatos para niños ordinarios

Sergio Monsalvo C.

Editorial Doble A/IZY Records

Colección 2×1 (Words & Sounds)

The Netherlands, 2008

 

ÍNDICE

El cocodrilo del Capitán Garfio

Éste era un gato…

Duelo al atardecer

Caminito de la escuela

 

“BIRD” Y EL ADN PRIMIGENIO

Por SERGIO MONSALVO C.

BIRD (FOTO 1)

 (1945)

En el germen mismo de la concepción del Rock & Roll se puede ubicar el primer nombre en la lista de la leyenda de sus ascendientes y paternidades (que son muchas). Uno al que no se le ha brindado el debido reconocimiento en ese sentido, aunque un riguroso examen de su ADN musical lo comprobaría a todas luces.

Se trata de Charlie Parker, genial saxofonista y forjador de conceptos. Por ese lado se puede establecer que Bird —su sobrenombre— puso los genes del rock, le proporcionó el riff  primigenio (frase musical breve y característica, ejecutada como acompañamiento que se repite a lo largo del tema).

Y lo hizo en una fecha y lugar exactos: el 26 de noviembre de 1945, en los estudios de la compañía Savoy Records, en Nueva York, en la que estéticamente se considera una de las más grandes sesiones de grabación del jazz moderno.

BIRD (FOTO 2)

En esos momentos Parker podía conseguir de la fuente bluesera, en la que abrevaba, más melodías e ideas originales que ningún otro músico. De esta manera creó improvisadamente para dicha sesión el tema “Now’s the Time”, un título premonitorio.

En ella lo acompañaron Max Roach en la batería, Dizzy Gillespie en el piano (de incógnito, por cuestiones contractuales), Curly Russell en el contrabajo y el joven Miles Davis, de 19 años de edad, en la trompeta. Un quinteto. Era el formato musical del futuro, el combo que sería prototípico en el jazz de ahí en adelante.

La sección rítmica respaldaba al sax, a la trompeta y al golpe básico: el beat, el cuatro por cuatro surgía del contrabajo. Era recogido luego por el baterista en el platillo superior y se convertiría así en el pulso de una nueva música, en el eje sobre el que giraría todo lo demás.

BIRD (FOTO 3)

Parker utilizó para la composición del tema el concepto del riff de Kansas City (ciudad donde nació y luego se asentó la vanguardia del jazz en la década de los treinta), para establecer una muestra de fuerza rítmica y melódica.

Esa sesión, liderada por Parker, dio fin a una época e inició otra. En la superficie flotaban las inflexiones del blues, como una capa grasosa sobre el agua, y contenía esa calidad extra dimensional que distingue a las obras definitivas, aunque sólo dure tres minutos. Estaba perfectamente equilibrada y era fresca.

Por otro lado, cuenta la anécdota que Charlie Parker vendió en ese estudio los derechos a perpetuidad de tal pieza por 50 dólares a un distribuidor de droga. Una práctica común del saxofonista, siempre necesitado de algún combustible para quemarse en el aquí y ahora: la esencia del bebop.

BIRD (FOTO 4)El tema “Now’s the Time” se convirtió al instante en una melodía clave de la década por varios motivos: en primer lugar, era el mayor logro musical del bebop, su mejor muestra; y en segundo término, porque preludió otro género, el rhythm and blues, que a la vuelta del tiempo se convertiría en el rock and roll sobre sus mismas bases.

A unos meses de su aparición, y gracias a la avidez con que los músicos esperaban las grabaciones de Charlie para aprenderse las melodías, la pieza fue pirateada por Slim Moore, un saxofonista que la haría aparecer bajo el nombre de “The Hucklebuck”, un tema seminal de la corriente del jump blues, y de la cual se vendieron cientos de miles de copias por toda la Unión Americana. A Charlie Parker no le reportó más que aquellos 50 dólares, que apenas pasaron por sus manos.

A la postre, aquel riff primigenio hizo un viaje a la inversa del blues a través del Mississippi. Desde Nueva York hasta Nueva Orleáns. Los músicos de los distintos estados de la Unión Americana por donde pasó lo retomaron e hicieron su versión del mismo y lo llevaron por todo el país al auditorio negro.

La corriente se tornó en un movimiento y éste culminó en un género, varios años después, gracias a las aportaciones de gente como Joe Liggins, Johnny Otis, Joe Turner, Louis Prima, T-Bone Walker, Charles Brown, Amos Milburn, Fats Domino y Ike Turner, entre otros muchos.

El número de compradores de discos de todos esos personajes crecía constantemente, tanto que la gran industria discográfica (en manos de los blancos) decidió que era hora de participar en el fructífero negocio de la race music, término con el que se denominaba por entonces a la música hecha por negros y para público negro.

En 1949, la revista Billboard, la oficiosa biblia de la industria musical, a través de uno de sus editores —Jerry Wexler— eligió el nombre de “Rhythm and Blues” para denominar a la categoría, diferenciarla del antiguo término de significado más folklórico (y racista) e incluirla en sus listas de los discos más vendidos, al fin y al cabo el dinero que fluía no era negro ni blanco sino de un precioso verde, en el que hasta Dios confiaba.

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Por otra parte, al terminar la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos se encontraron, por primera vez en la historia, con el concepto «adolescencia».

Una enorme masa juvenil que nunca había sido tomada en cuenta, y que ahora estaba desocupada debido a que los puestos de trabajo eran cubiertos por los soldados desmovilizados tras la contienda; además, ese sector tenía gran poder adquisitivo gracias a trabajitos esporádics o a las aportaciones familiares.

Esa juventud empezó a crearse un universo propio. Tenía otros códigos de comportamiento, otros gustos, otras modas, otras formas de relacionarse. Y a la vez se negaba a aceptar los valores establecidos por la generación de sus padres.

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La música blanca era cantada entonces por Frank Sinatra, Patti Page y las Andrews Sisters. Emanaba de una industria de consideración promovida de manera eficiente por una red internacional de medios centralizada en la ciudad de Nueva York.

La música negra era cantada por Howlin’ Wolf, Wynonie Harris y Louis Jordan. Se trataba de un producto orgánico compuesto de acción, sexo e historias cotidianas.

Al comienzo de la década de los cincuenta, las baladas y los cantantes melódicos dominaban la escena estadounidense. Sin embargo, los adolescentes blancos estaban dispuestos a oír una música que expresara cómo se sentían. El rhythm and blues les sirvió de estimulante sonoro. Charlie Parker había inoculado su semilla.

[VIDEO SUGERIDO: Now’s the Time – Charlie Parker. YouTube (arc3391)]

CACHIRULO: CUENTOS Y CHOCOLATE

Por SERGIO MONSALVO C. y EMILIANO PÉREZ CRUZ

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Trabajar en el periodismo tiene cuotas insospechadas. Esto lo comprobamos después de entrevistar a uno de los personajes que semanalmente había irrumpido en nuestra vida durante la infancia y cuya presencia nos acompañó durante muchos años: primero como parte importante de nuestros fines de semana; después como blanco de nuestras bromas adolescentes; luego como sujeto de interés por su legado conceptual y contextual en la cultura popular  de varias generaciones, hoy como recuerdo conmemorativo.

Este personaje es nada menos que Cachirulo, alias Enrique Alonso. Él formó parte del imaginario infantil mexicano del siglo XX, de esos fines de semana que tenían cono colofón al “Cuento”, aquel Teatro Fantástico del Canal 2 de Telesistema Mexicano (hoy Televisa), que daba por terminada la diversión dominguera para dar paso a la angustia del lunes inmediato: por no haber hecho la “tarea” que malévolos maestros dejaban a granel sin consideración alguna.

¿Cómo no recordar las aventuras en blanco y negro de ese personaje surrealista con pelo color zanahoria y su estrafalario vestuario arlequinesco multicolor (esto sólo se imaginaba, no había TV a color), que se alimentaba el cuerpo y el valor con espumosas tazas de un espeso chocolate Express, para continuar la perenne batalla contra Fanfarrón y Escaldulfa, quienes gozaban de antemano con sus fechorías para terminar llorando su derrota a manos del buen Cachirulo; mientras éste reía después de haber rescatado a la princesa y rechazado estoicamente la recompensa del agradecido rey, o disponiéndose a descansar en su casa acompañado de sus tías Altagracia y Altamira?

El recuerdo de aquellos cuentos permanece como parte del bagaje de varias generaciones. Lo que sigue es la entrevista que Emiliano Pérez Cruz y yo –Sergio Monsalvo– le hicimos allá por 1980 para la revista Su Otro Yo. Es el propio perfil de un artista de larga trayectoria, preocupado siempre por la situación del teatro infantil de México y por (aquel entonces) su labor dentro del SAI (Sindicato de Actores Independientes. Gremio que se escindió de la ANDA en 1977 con el objeto de mejorar las condiciones laborales de sus miembros y que tuvo una vida fugaz).

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 “PARA LOS PAPÁS DE LOS PAPÁS DE LOS NIÑOS”

Enrique Alonso (cuyo verdadero nombre era Enrique Fernández Tellaeche) nació en Mazatlán, Sinaloa, el 9 de septiembre de 1924, de donde casi inmediatamente se trasladó con su familia a la Ciudad de México. Su padre era dueño en el Distrito Federal (D.F.) de una casa de artículos fotográficos cerca del jardín de San Fernando, junto al (ya desaparecido) cine Monumental. Ahí pasó sus primeros años. “Yo era rubio, rubio, muy dinámico y con un perfecto hablar desde los dos años y una continuidad que hasta la fecha conservo”. En su casa hubo solamente dos hermanos: él y Carlos, a quien posteriormente se conocería como el terrible Fanfarrón.

Un hecho acontecido durante la infancia fue decisivo para su vida posterior: “Nunca estudié teatro, pero sí lo vi desde los cuatro años y todos los escenarios me fueron familiares gracias a María Conesa –“La Gatita Blanca”–, a quien considero como mi segunda madre (de la cual escribió su biografía en 1987). La conocí un día que me perdí en el teatro y de repente estaba ya en su camerino. Le caí bien a la señora y desde entonces estuve con ella en los foros, en los camerinos y así tuve la oportunidad de conocer a muchos artistas. Ahí se forjó mi aprendizaje. Entrando y saliendo del teatro con María Conesa me acostumbré a todo lo que envuelve este arte: creatividad, miseria, problemas económicos, las angustias de  una mala entrada, los éxitos, aplausos, etcétera. Conocí todo eso desde que tuve uso de razón”.

No hubo antecedentes artísticos en su familia: “El único artista (y muy bueno por cierto) era un tío político llamado Manuel Bernal, el ‘Tío Polito’, quien también se dedicó a los niños (es la voz que narra las historias de Cri-Cri en las grabaciones respectivas). Mi primer año en la televisión coincidió con el último suyo; los dos estuvimos en una terna para un premio de la AMPRyT en aquel entonces… me abrazó y dijo: ‘Qué bueno que quedó entre familia; estás continuando lo que yo empecé’. Fue un detalle muy bonito de su parte y aunque únicamente fue tío político lo quise muchísimo”.

Enrique recuerda que el gusto por el teatro infantil le surgió en la infancia: “Yo también fui niño, aunque no lo crean. Lo era cuando vino a México una compañía española, la de Pepita Díaz y Manuel Collado, a hacer drama y comedia. Sin embargo, posteriormente montaron unos ‘Pinochos’ escritos por Alejandro Casona, que venía en la compañía, basados en los famosos ‘Pinochos’ de Salvador Bartolozzi y Magda Donato, a los cuales asistí una y otra vez, quedando profundamente impresionado”.

¿Y cuándo te planteaste como meta hacer teatro infantil?

– “Empecé a hacer teatro desde la escuela, con títeres, que eran mis juguetes preferidos. Escribía obras para los festivales que yo mismo organizaba; en fin, estaba metidísimo con la cosa del teatro. Recuerdo que hasta en el garage de la casa organizaba funciones y llevaba a mis vecinos, entre los cuales, por cierto, se encontraban los Romano: Sergio Guillermo (muy amigo mío desde entonces), Carmen y Margarita (ambas hoy de infausta memoria por su acontecer durante el gobierno de José López Portillo). Ellos fueron mis ‘víctimas’, mis espectadores. Deben de haber sufrido mucho con eso.

“Con el tiempo cobré cierto nombre como actor de teatro experimental. En agosto de 1948 María Conesa y Lupe Rivas Cacho iniciaron una temporada, y un periodista que me conocía le preguntó a María: ‘¿Por qué no meten a éste?, está loco por hacer teatro, contrátenlo’. Así lo hicieron y comencé desde abajo para poco a poco volver a subir. Sin embargo, al mismo tiempo que hacía zarzuela y opereta me dedicaba al teatro  infantil, porque traía la espinita clavada por la carencia de este tipo de teatro en México.

“Escribir obras para niños, de alguna manera, me sirvió para convertirme en el escritor de la serie de Manolo Fábregas en la televisión, cuando el primer estudio estaba en el edificio de la Lotería Nacional. Hice comedias para Manolo durante todo el tiempo que duró su famoso programa. Entonces, cuando me llamaron para hacer Teatro Fantástico ya ni chiste tuvo; por un lado escribía cuentos y por otro continuaba con mis comedias para Manolo. Fue algo muy fácil”.

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 ¡CHOCOLATE, MOLINILLO!

¿Cómo surgió la idea de hacer Teatro Fantástico?

– “De manera un poco cómica. Como les decía, yo escribía las obras para Manolo Fábregas y tenía un sueldo que cobraba en la agencia de Augusto Elías, quien era el productor, pero al mismo tiempo que cobraba les dejaba el siguiente guión en donde estaba anotado mi nombre. También hacía teatro infantil por mi cuenta. Resulta, pues, que un día el señor Elías fue con sus hijos a ver la obra en la que yo actuaba, no me reconoció porque salía vestido de gato. El caso es que le gustó mi trabajo y me buscó para contratarme y hacer un programa en TV para niños. Pero como ese día me despedía de la temporada, él no pudo encontrarme y así pasaron tres meses antes de que descubriera que yo era su empleado desde hacía mucho tiempo. Cuando lo supo me propuso realizar ese programa y me contrató por tres meses para la promoción especial de un refresco. Los tres meses luego se prolongaron a 17 años, a partir de 1955”.

¿Y Cachirulo cuándo nació?

– “Eso también fue producto de la casualidad. Cuando decidí hacer teatro infantil fui a ver a Magda Donato, que decía ser amiga mía, para pedirle una de sus obras, pero me dijo que como yo era un principiante no me la podía dar. Lo mismo sucedió con otros autores. Decidí entonces escribir una yo mismo a la que titulé “La Princesa Encantada”, en la cual aparecía un personaje llamado Cachirulo. A los televidentes les cayó bien y empezaron a llamarme así en la calle. Me di cuenta del filón que eso representaba y continué con él, agregándole poco a poco cosas y los personajes que conformaron después el programa: Fanfarrón, Escaldufa, las tías Altagracia y Altamira, Pocholo…”.

¿Qué autores te motivaron para iniciarte en el teatro infantil?

– “Puedo decir que definitivamente Bartolozzi, el creador de Pinocho. Creo que Cachirulo tiene mucho de él. Un héroe invencible y amistoso. Nada más que yo le di un poco de la socarronería mexicana. Para mí los otros clásicos estaban un poco anquilosados, por eso en mis representaciones trato de darles algunas variantes para ponerlos un poco más al día”.

¿Cuál era básicamente la filosofía del programa?

– “Era muy sencilla: vender chocolate. En cuanto me salía de ella se me arrancaba con el patrocinador. Hice varios programas donde salía de malo, llegaron cartas reprochándomelo y el patrocinador me dijo que ya no podía hacerlo, lo mismo nada que fuera a romper el encanto de aquello que vendía tanto y tanto chocolate al mes. Por eso no pude desarrollar mucho de lo que hubiera querido en esa serie”.

¿En qué consistía tu participación en el Teatro Fantástico?

– “Escribía los guiones, dirigía, actuaba, hacía el diseño del vestuario y algunos comerciales”.

¿Qué actores aparecieron durante el tiempo que duró el “Cuento”?

– “Entre las princesas estuvieron: Marcelina Cervantes, Mary Castel, Aurora Alvarado, Jacqueline Andere y Elsa Cárdenas. De niñas buenas y malas: María Rojo y María Antonieta de las Nieves. Como Pocholo estuvo Carlos Méndez. Fanfarrón, el sempiterno, fue representado por mi hermano Carlos. Como rey, Roberto Antúnez. Príncipes fueron Rafael del Río, Guillermo Aguilar, Enrique Aguilar, Sergio Zuani. La bruja Escaldufa estuvo personificada por Alicia Montoya, Mónica Miguel, Rosa Fourman y Ángela Villanueva, que también la hizo de Cuquí la Ratita (¿la recuerdan?). Las Tías siempre fueron las mismas: dos comadres mías, Arcelia Zamora y Zoila García (de veras), como Altagracia y Altamira, respectivamente”.

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“¡ADIÓS AMIGOS!”

¿Por qué causa desapareció el Teatro Fantástico después de 17 años?

– “Me corrieron. Emilio Azcárraga (el dueño de la televisora) pensó que el programa ya había llegado a su término y me traía ganas desde tiempo atrás, sólo que no me podía correr porque estaba contratado directamente por La Azteca, la fábrica orgullosamente mexicana. Un día la fábrica fue orgullosamente americana y entonces los gringos pensaron que era mejor Tarzán que Cachirulo y fue el momento que Emilio aprovechó para decirme que me fuera. Recuerdo que fue acompañado de Luis de Llano, César Barrientos y otros de los ejecutivos de Televisa. Me dijo que yo era una de las partes más importante de la televisión, pero que el programa llegaba a su fin y que no me preocupara porque él estaría en contacto conmigo. Dijo que me llamaría a principios de año… pero no de qué década”.

¿Cuál crees que sea la influencia de la TV en los niños mexicanos?

– “Negativa absolutamente. Trata de imponerles cosas que les son totalmente ajenas. Publicidad absurda que hace desear al niño cosas que muchas veces no puede tener, y aunque lo pudiera hacer no le haría ningún bien. Aparte de eso lo satura de violencia, por lo que el niño viven en una angustia constante provocada por la televisión”.

Y en cuanto a tu trabajo ¿cómo la consideras?

– “Siempre la he tomado como algo secundario. Te da publicidad, mucho nombre, pero eso es todo. Yo prefiero definitivamente el teatro, porque se hace con cuidado, se corrige y perfecciona en cada actuación. Considero que la cuestión artística está en lo vivo, es la única que vale la pena intentarse seria y formalmente”.

¿Qué opinas de los programas infantiles de TV actuales?

– “Aunque veo muy poco la televisión, creo que se ha llegado al acabose con las barbaridades en el idioma. Tantas palabras absurdas y dicharajos nos dan la apariencia de un país salvaje, de retardados mentales y eso sí es horrible. Sin embargo, de alguna manera lo entiendo porque yo también me vi presionado por el dizque ‘éxito’ (entre comillas), que te ponen como un cartabón cuyo único objetivo son las ventas. Por lo menos deberían darle una ayudadita al idioma y enseñar cómo se habla el español”.

¿Cómo ves el teatro infantil en México?

– “Cuando empecé se hacía muy esporádicamente y por temporadas muy breves, casi siempre hecho por compañías extranjeras. Cuando me decidí a hacerlo todo mundo decía que estaba loco y nadie me quiso ayudar. Empeñé todas mis pertenencias para producir la obra que yo mismo escribí. Ahora, en cambio, te puedes encontrar en la cartelera con ocho o diez. Existe gente que tiene deseos de hacer teatro infantil porque le gusta, como Magdalena del Rivero, Manuel Lozano, Arturo Espinoza y recientemente el Grupo Dragón.

“Sin embargo, también hay otra gente que ha pensado que si yo, siendo tan mal actor, he montado obras y ganado dinero, ellos, siendo mejores, pues ganarían muchísimo más y se han aventado a hacer teatro infantil con el único fin del lucro, pero producen cosas espantosas, horribles, porque están hechas sin cariño, sin amor y sin el menor conocimiento. Pero con todo y todo hay teatro infantil en México”.

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UN MUNDO FELIZ

¿Cuál ha sido la respuesta del público infantil a través de los años?

– “Sorprendentemente es la misma de ahora que la de antes. Creo que me convertí en algo así como una leyenda, porque los papás les cuentan a sus hijos de un ser muy raro que salía en la televisión. De repente el niño se tropieza con él en el teatro o nuevamente en la tele y ya lo quiere por los testimonios orales que recibió.

“Cuando salí de la televisión creí que mi buena estrella se había acabado, se los juro. Hice una gira con la idea de despedirme del mundo, en eso surgió un lugar en el sur de la ciudad llamado Mundo Feliz y me contrataron. Estuve ahí muchos meses y luego me seguí a los teatros de toda la república. Puedo decirles que gano en el teatro lo mismo o más de lo que ganaba en la televisión. Eso quiere decir que el público me ha seguido y apoyado, lo cual me ha dado una gran satisfacción porque lo más bonito para el artista es prolongar lo más posible su vida dentro del arte.

“Yo siempre hablo con optimismo de cuando me corrieron de la televisión, porque cuando lo hicieron me salvaron. Si hubiera seguido ahí unos años más, probablemente hubiera reventado como ser humano y como artista. La patada me la dieron en el momento más oportuno y tengo todavía que agradecerla”.

¿Nunca has tenido la inquietud de escribir un libro de cuentos?

– “Fíjense que no. Todos mis cuentos los he tenido que escribir muy rápidamente, así que ninguno de ellos me gustaría que se quedará a perpetuidad. Me gustan para lo que sirven, para lo que están creados, para divertir una temporada. Cuando tengo la inquietud de montar uno de mis viejos cuentos, casi los vuelvo a escribir, lo reconstruyó. Si escribiera un libro seguramente cada tercer día tendría que ir a la librería a cambiar alguna frase que ya no me gustó”.

¿Alrededor de cuántas obras has escrito?

– “Para televisión como 800; para teatro tengo 32, de las cuales conservo en repertorio veintitantas, porque las otras fueron sonoros fracasos. También escribí algunas comedias y, recientemente, una obra sobre La Llorona, a la que considero un trabajo importante. Tomé la leyenda y la convertí en algo contemporáneo sobre la problemática actual de México: el agachismo, el conformismo, antes éramos Caballeros Águila y ahora no somos nada.

“Como ven, he escrito de todo y estreno bastante. No hago más porque realmente no tengo tiempo. Las obras de teatro las produzco, dirijo, superviso el vestuario, etcétera”.

Sinceramente, ¿qué piensas ahora cuando ves en repetición alguno de tus antiguos programas de TV?

– “Les va a parecer algo así como horrible, pero lo que hago es juzgar exclusivamente el trabajo profesional. En ningún momento me dejo llevar por la nostalgia, trato de ver si eran tan malos para los niños como decía alguna gente. Creo que hice buenos programas bastante bien hechos y otros verdaderamente detestables. Los juzgo, veo y analizo fríamente para ver si hay mejoría o salvación de algo de lo que se hizo, no me han inspirado otra cosa realmente”.

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 TOMA CHOCOLATE, PAGA LO QUE DEBES

¿Crees que en la actualidad choque la fantasía con la realidad?

– “Sí, pero no podemos olvidar que los libros de más venta siguen siendo los mismos: la fantasía. El adulto tiene derecho a la fantasía lo mismo que el niño. La necesita para salir un poco de la cotidianeidad, al igual que el niño. La fantasía es una fuga que empieza en la niñez y termina en el momento que uno quiera, es uno de los factores importantes dentro de cualquier espectáculo”.

¿Y la realidad social?

– “Actualmente hago obras de ese tipo, desgraciadamente son poco taquilleras todavía. Pero sí he podido darme el gusto de escribir cosas de más importancia, de más impacto, donde señalo los problemas actuales de nuestro México”.

Políticamente, ¿cómo se define Enrique Alonso?

– “Mexicanista, cien por ciento. Ni comunista, ni derechista, ni racista. Creo mucho en este país, en sus jóvenes que están preocupados por la problemática de México, de la ciudad en que viven y eso para mí es algo excepcional. Por eso la única definición política tiene que ser el mexicanismo. Creer que todos juntos sí podemos hacerla, solidarizándonos sin izquierdismos, ni derechismos, sin tonterías de esas, únicamente con amor a nuestro país y con un política justa, nada más”.

¿Cuál es tu idea de un mundo feliz?

– “Creo que mientras no se haga justicia y se actúe con comprensión, la felicidad no podrá existir más que en los idiotas. Mientras se siga actuando con injusticias, transas (como clavarse el vuelto de una persona, las cotizaciones de los socios, como se hizo tanto tiempo en la ANDA), nunca podremos lograrla”.

¿Eso motivó tu salida de ese organismo y posterior ingreso al SAI?

– “Sí. Pude darme cuenta del sindicalismo caduco que se aplicaba, el cual no debe existir en ningún país del mundo. Me salí –al igual que un gran número de mis compañeros- porque me convencí de que éramos comparsas en un movimiento que no nos gustaba y que nos explotaba terriblemente en lo económico, para beneficio personal de alguna gente. Ahora todos los que nos salimos cooperamos activamente con nuestro movimiento independiente”.

¿Qué representa para ti el SAI?

– “Un camino hacia lo que debe ser el movimiento obrero del país. Un lugar donde se tiene el derecho a decir no o sí ante tal o cual circunstancia, sin padecer el régimen policíaco para ver cuánto ganaste, cuánto no, etcétera. Nosotros, sin ningún tipo de presión damos lo que podemos al sindicato para irnos haciendo de un fondo de reserva. Ahí hay respeto y solidaridad. Y es debido a todo esto que mucha gente, de todas las ideologías y clases sociales, nos ha ayudado en nuestra lucha”.

¿Cuál sería entonces la moraleja para los chavos, para los que fuimos chavos?

– “Lo único que creo es que todos debemos seguir un camino, pero que éste sea con una meta superior para lograr la superación de nuestro país, no demagógicamente sino en forma real. Si cada uno de nosotros piensa que puede hacer algo para la mejoría de los demás nuestro país llegará a ser lo que tiene derecho a ser”.

Enrique Alonso murió el 27 agosto del 2004 en la Ciudad de México. Se le sigue recordando como personaje destacado de la cultura popular.

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(VIDEO SUGERIDO: Teatro Fantástico: Opening e Instante con Cachirulo!, YouTube (2lapyap1)