LIBROS CANÓNICOS: THE DOORS OF PERCEPTION (ALDOUS HUXLEY)

 

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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(ALDOUS HUXLEY)

Aldous Leonard Huxley fue un escritor británico que nació en julio de 1894 en el condado de Surrey. Era miembro de una familia de prominentes intelectuales que emigró a los Estados Unidos. Estudió en la Universidad de Oxford donde se graduó en Medicina, aunque nunca la ejerció debido a una enfermedad visual que lo dejó ciego durante algún tiempo. Entonces comenzó a escribir poesía y a colaborar con diversas revistas hasta que pudo vivir por completo de la literatura.

La obra literaria de Huxley fue inmensa y variada. Escribió cuentos, libros de viajes, tratados filosóficos, guiones para cine y narrativa. Numerosos libros que revelan una vasta cultura y gran curiosidad intelectual. En sus comienzos poéticos influyeron los simbolistas franceses (Rimbaud, Baudelaire y Lautréamont). Igualmente ejerció como crítico social y se interesó por la parapsicología y la filosofía mística. Se le considera hoy un puntal del pensamiento moderno.

Huxley se atrevió a explorar en lo que no percibimos de la realidad cotidiana. A principios de los años cincuenta del siglo XX, se entregó a la experimentación con la mescalina, un alcaloide psicoactivo del peyote. El nuevo paisaje perceptivo que amaneció en su mirada lo intentó recrear luego en su trascendental obra de 1954: The Doors of Perception (Las puertas de la percepción).

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Huxley ya había iniciado el camino en pos de la realidad que es y nos rodea a través de la imaginación literaria. En los años treinta, escribió la célebre novela Un mundo feliz en la que la droga denominada soma es virtualmente el personaje crucial de la obra.

Huxley sospechaba que la farmacología se acercaba a la elaboración de una sustancia que liberaría al hombre de sus miedos. Pero a la vez presentía que el Estado se opondría a tal sustancia emancipadora, reemplazándola por un mecanismo capaz de perfeccionar el control estatal y universal sobre libertad la individual y particular. Esta hipótesis aflora en Un mundo feliz, obra cercana en sus visiones futuristas de hipercontrol social a 1984 de George Orwell.

En su última obra La isla, su pluma talló una atmósfera cultural apabullada por la neurosis de la guerra. Sólo una aislada minoría que vive en una isla cultiva una sabiduría trascendental. Sus miembros practicaban la costumbre de ingerir unas setas durante la experiencia de la muerte. Según Huxley, en el instante del tránsito al otro lado, el ser humano debe hallarse especialmente lúcido. Fiel a esta prédica, cuando le llegó el tiempo de morir (en 1963), Huxley le pidió a su esposa que le suministrara 100 mg de LSD.

En Las puertas de la percepción, Huxley expandió su poder sensitivo ante la rica creatividad del mundo que en silencio nos acompaña. Fuente inspiradora de su travesía exploratoria fue William Blake, el visionario poeta y grabador inglés del siglo XVIII. El nombre del ensayo vivencial de Huxley procede de un conocido verso de Blake perteneciente a Las bodas del cielo y el infierno: “Y cuando las puertas de la percepción se abran entonces veremos la realidad tal cual es: infinita”.

VIDEO SUGERIDO: 13th floor Elevators – Levitation (1967), YouTube (sirPUNKsir)

Tras abrir estas puertas, Huxley meditó en la experiencia visionaria y en el arte creador como una fuerza que nos restituye la urdimbre iridiscente y polimorfa de la realidad que nos abraza. El viaje que la inteligencia sensitiva de Huxley trazó en el libro ejerció una fuerte influencia en el movimiento contracultural de la generación beat de Jack Kerouac y Allen Ginsberg, apadrinada por William Burroughs,  y  a la postre en la de los años sesenta con la experiencia psicodélica y en el interés por explorar los estados alterados de la conciencia.

En las temáticas del texto Huxley construye su nueva percepción de lo cotidiano bajo el efecto de la mescalina, la transfiguración de lo habitual en pliegues más profundos y completos de vitalidad. Expone la recuperación de las cosas como irradiación de Eternidad y del otro mundo. Reflexiona sobre Oriente y Occidente y sus formas de fusión con el espacio. Y, finalmente, traza una aguda crítica de la tendencia de nuestra cultura a reducir lo real al ámbito de lo verbal, de lo decible.

El autor asume que la mente humana, el acto de la reflexión y las conexiones del sistema neurológico que dan forma a la lucidez —para muchos una de las drogas más poderosas, sin lugar a dudas— son los filtros para asumir la realidad, evitando de tal suerte el arduo trabajo de procesar todas las imágenes e impresiones que nos llegan. Para Huxley la droga neutraliza ese cedazo, y funciona para abrir las puertas de la percepción. De este modo se puede relativizar el espacio y el tiempo y hacer maleables las impresiones.

La experiencia de Huxley dará nuevos bríos a aquellos que sospechan o perciben que la realidad es un valle extraño y enigmático, que siempre huye de nuestra estrecha mirada humana. En la música sus ensayos y visiones fueron columna vertebral del rock psicodélico, caracterizado por su misticismo, improvisación compositiva y relación con las drogas alucinógenas como el cannabis, la psilocibina, los hongos, el peyote  y sobre todo con el LSD.

Iniciado en la década de los sesenta, la larga sombra de dicho estilo de rock (Jefferson Airplane, Grateful Dead, Pink Floyd, Donovan, Electric Prunes, 13th. Floor Elevator, etcétera.) llega hasta nuestros días (pasando por la bisagra de Psychic TV) con el reggae, el triphop, el dub, el soul psicodélico, el acid folk y en la electrónica con el trance, el space rock, new age, psybient, ethereal wave y breakbeat psicodélico, entre otros derivados a los que se han agregado la ketamina y el éxtasis.

(Actualmente un racimo de grupos continúa en el ejercicio de emparentar al rock occidental con la psicodelia –que hunde sus raíces en el Oriente–, el surrealismo o el misticismo. Una alucinante etapa —nunca mejor dicho— de estos años recientes en las que estas bandas, ofrecen nuevas sensaciones a un público sediento de experiencias: Animal Collective, Tame Impala, Grizzly Bear, MGMT, The Paperhead, White Fence, Ariel Pink’s Haunted Graffiti, Temples, Maston, Foxygen o Melody’s Echo Chamber, por mencionar algunos cuantos ejemplos.)

Personaje sobresaliente de aquella primera escena sesentera fue Jim Morrison, un joven Apolo, culto, complejo, incandescente, lector ávido, egresado de la Universidad Estatal de Florida y de la UCLA de Los Ángeles, que leyó los oráculos de Huxley como parte de su formación como poeta, cineasta y dios rockero. Fue integrante de los Doors, grupo que tomó su nombre del escrito de Huxley, y un experimentador con los psicotrópicos para “pasar al otro lado y que todo apareciera ante el hombre tal cual es”.

El espacio en el que se desarrollaron las canciones y los libros de Morrison representa el punto de fuga, el devenir, el hallazgo, al cabo de una elección que sólo es auténtica si va la vida en ella. El suyo es un nihilismo creativo que incendia al ser en medio de un clima de orgasmo místico y tanático. La muerte inevitable llegará bailando al ritmo de la música y más allá no habrá nada, pero la vida tendrá sentido precisamente incendiándola sin esperanzas.

VIDEO SUGERIDO: Tame Impala – Feels Like We Only Go Backwards (Official Video), YouTbe (Tame Impala)

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NEOPSICODELIA

Por SERGIO MONSALVO C.

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 LA SONORIDAD ALUCINADA

La experiencia sesentera con la lectura de Aldous Huxley (Las puertas de la percepción) dio nuevos bríos a aquellos que sospechaban o percibían que la realidad es un valle extraño y enigmático, que siempre huye de nuestra estrecha mirada humana.

En la música sus ensayos y visiones fueron columna vertebral para el surgimiento del rock psicodélico, caracterizado por su misticismo, improvisación compositiva y relación con las drogas alucinógenas como el cannabis, la psilocibina, los hongos, el peyote  y sobre todo con el LSD.

Iniciado en aquella década, la larga sombra de dicho estilo de rock (Jefferson Airplane, Grateful Dead, Pink Floyd, Donovan, Electric Prunes, 13th. Floor Elevator, etcétera) llega hasta nuestros días (pasando por la bisagra de Psychic TV) con el reggae, el triphop, el dub, el soul psicodélico, el acid folk y en la electrónica con el trance, el space rock, new age, psybient, ethereal wave y breakbeat psicodélico, entre otros derivados a los que se han agregado la ketamina y el éxtasis.

La corriente neopsicodélica actual (y underground) no es simplemente un subgénero sustancioso, así como tampoco es un término artificial para reunir estilos divergentes bajo un solo rubro. No.

El underground neopsicodélico contemporáneo es ante todo una corriente cuya concientización ha hecho posible el ensanchamiento de los horizontes, la continuación de la libre experimentación, que tuvo sus antecedentes teóricos en el científico Abram Hoffer, en el ya mencionado literato Aldous Huxley, en el filósofo Gerald Heard, en el teólogo Alan Watts y en el profeta ciberdélico Timothy Leary.

En las últimas décadas, en otra vuelta de tuerca, en otra espiral evolutiva, esta ramificación de la música contemporánea ha creado una conciencia nueva y comprendido cabalmente su tradición destinataria. La mentalidad se ha tornado tan importante como la certidumbre física.

Cuando se consigue percibir las contribuciones aportadas por esta corriente a las formas de pensamiento, la experiencia subterránea no parece ya tan curiosa como impresionante. Es el potencial de la contracultura enfrentado al sacrificio superfluo de los deseos que exige todavía la sociedad del individuo.

La música electrónicamente reforzada y las hipnosis neopsicodélicas han sido uno de los medios para sonorizar la contracultura y crear una nueva sensibilidad. Esta avanzada del underground ha sentado bases divisorias en la cultura musical contemporánea.

Actualmente un racimo de grupos continúa en el ejercicio de emparentar al rock occidental con la psicodelia (que hunde sus raíces en el Oriente), el surrealismo o el misticismo.

Una alucinante —nunca mejor dicho— etapa de estos años recientes en las que estas bandas, ofrecen nuevas sensaciones a un público sediento de experiencias: Animal Collective, Tame Impala, Grizzly Bear, MGMT, The Paperhead, White Fence, Ariel Pink’s Haunted Graffiti, Temples, Maston, Foxygen o Melody’s Echo Chamber, por mencionar algunos cuantos ejemplos.

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Las inducciones sonoras de este subgénero se trasmiten a través del cuerpo de la racionalidad, para ponerse al servicio del lamento en la intensidad vital.

La capacidad para liberar emociones es la mayor fuerza erótica de la neopsicodelia. Ha tenido tales efectos, ya que promete un mundo sin renuncia a los impulsos y sin coacciones, la inocencia de una sensibilidad diferente.

Pese a que ha surgido durante un periodo de transición musical, no hay un instante preciso que marque el inicio de esta nueva era subterránea.

La neopsicodelia surge como un testimonio propio inspirado en la rebelión hacia un mundo empecinado en el conservadurismo y las fórmulas programadas.

La sola idea de «música underground» ha sentado desde los inicios de la corriente las bases divisorias de la cultura del rock. Los grupos han coexistido como científicos que en forma paralela ponen a prueba alucinantes experimentos (literalmente).

En el sur de California la verdad de la neopsicodelia ha recibido la constante confirmación de credibilidad por parte de algunos locos, tan arrebatados con la imagen de nuevas sensibilidades, que el ácido siempre resulta un valor al alza.

VIDEO SUGERIDO: Animal Collective – My Girls (Official Video), YouTube (Domino Recording Co.)

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