Por SERGIO MONSALVO C.
NAVIDAD XV
(DISCOS CLÁSICOS)

Programa Radiofónico de Sergio Monsalvo C.
https://e-radio.edu.mx/Babel-XXI/766-Navidad-XV-Discos-clasicos

Por SERGIO MONSALVO C.
NAVIDAD XV
(DISCOS CLÁSICOS)

Programa Radiofónico de Sergio Monsalvo C.
https://e-radio.edu.mx/Babel-XXI/766-Navidad-XV-Discos-clasicos

Por SERGIO MONSALVO C.

NO UNA SINO DIEZ
Al llegar la revisión estilística de la New wave, en la que los teclados de nueva cuenta fueron admitidos, la música sinfónica paulatinamente volvió a salir de la profundidad del olvido para una nueva generación de intérpretes y escuchas.
Entonces, en 1986, Emerson y Lake se unieron con el baterista Cozy Powell, excolaborador de Richie Blackmore, Jeff Beck y Michael Schenker, para grabar Emerson, Lake and Powell, que incluyó una versión roquera de «Mars, the Bringer of War», de la Planets Suite de Gustav Holst.
Luego, con otro baterista más, Robert Berry, Emerson y Lake editaron el álbum To the Power of Three (en 1988), que no fue muy bien recibido, y se volvieron a separar.
Para 1992 se reagruparon otra vez los miembros originales y lanzaron Black Moon. La pregunta clave era si aún tenía significado en esa época la reencarnación de Emerson, Lake & Palmer. ¿Justificaban el virtuosismo, un pasado glorioso y tres voluntades el regreso del rock sinfónico pesado? La respuesta se dio, creo, en los primeros 20 minutos del disco.
Ese tiempo fue suficiente para sorprenderse con la introducción fresca, moderna y bien producida de la pieza del título; encantarse por el bien desarrollado y poderoso lenguaje roquero y los apasionados solos del Hammond.
La respuesta pública los motivó: se embarcaron los siguientes seis años en giras faraónicas y en la producción de discos en vivo (Works Live, Live at the Royal Albert Hall, Then and Now y la reedición de su mítico concierto en la Isla de Wight).
La cultura dance los recogió y cuts de sus temas aparecieron en todos los clubes del planeta. En medio de aquello Emerson enfermó del brazo (fue sometido a una operación), por lo que no importó tener que sacar el muy gris In the Hot Seat, un collage de laboratorio, por requerimientos contractuales. Egos y carreras se habían engrosado lo suficiente para mantener el buen ánimo.
En ese estado los registra 1998, reunidos y preparando un nuevo disco de estudio. Sin embargo, la discusión por quién de ellos lo produciría acabó (¿definitivamente?) con la comunión y el estado de gracia.

Palmer organizó una banda con su nombre y se dedicó a tours cluberas desde entonces; en el 2006 se juntó con los otros miembros de Asia para celebrar una gira mundial por el 25 aniversario del grupo.
Emerson, mientras tanto, se reunió con sus ex compañeros de Nice y retornaron a sus querencias, y luego integró un grupo bajo su apelativo con el que sale de gira.
Y Greg Lake se paseó por el mundo con la banda de Ringo Starr, luego grabó algo con los Who y finalmente también formó su propia agrupación, con su nombre, por supuesto.
No existieron visos de reunión entre ellos después. Así que pudo darse por concluida la época de este trío entregado a atmósferas y panoramas fabulosos, tan maravillosos como la música que destilaron; dar fin al estruendo creado por las luces y el sonido en pleno que cortaba las respiraciones.
Fin a su épica con dioses y héroes, aventuras y protagonismos, ensalzamientos de valores y virtudes; fin a las epopeyas de nobleza, ideales próximos y remotos.
Sólo los grandes espíritus son capaces de preservar por siempre el don de la dádiva. Menos aún son aquellos que lo despliegan incondicionalmente. Místicos en estado salvaje, diría el poeta Paul Claudel de individuos así. A éstos perteneció Keith Emerson, un hombre y nombre entregado a mundos de atmósferas y panoramas fabulosos, de fantasías tan predilectas y maravillosas como la música que destiló a lo largo de su vida.
Sin embargo, con las alas deterioradas por tanto volar (acto que literalmente le causó la minusvalía en ambas manos y la secuela depresiva), el callejón que es la vida se le hizo entonces demasiado doloroso y decidió ponerle punto final.
Emerson fue un artista al que a los 71 años de edad se le quebraron las vastas latitudes de la imaginación para seguir explorando. Murió el 10 de marzo del 2016 en Santa Mónica, California. A él le siguió Greg Lake en el mismo año.
Emerson Lake & Palmer fueron una piedra fundamental que ofreció mundos evolucionados con mitos e historias que formaron unidades indisolubles reflejados en sus fantásticas portadas. Esa fue la motivación de ese tríptico humano que jamás se dio por satisfecho con una sola nota si en su lugar podía sacar diez.
VIDEO: Emerson, Lake and Palmer – From the beginnen – Live, YouTube (Local Global)


Por SERGIO MONSALVO C.

EL TRIÁNGULO DE LAS FÁBULAS
El rock sinfónico, también conocido como rama del rock progresivo, nació en la segunda mitad de los años sesenta, cuando por primera vez los grupos del género trataron de integrar temas de la llamada música clásica a sus terruños.
Una de las primeras alineaciones basadas en este principio fue The Nice. El tecladista Keith Emerson (1944-2016), veterano del rhythm and blues inglés, se erigió en el miembro clave de dicha agrupación. Originalmente habían sido la banda de acompañamiento de la ex Ikette P.P. Arnold, con la cual aparecieron en su éxito de 1967 «The First Cut Is the Deepest».
Al dejar a Arnold, Nice desarrolló una intensa mezcla de briosa fusión y teatro: durante sus interpretaciones de la pieza «America» de Leonard Bernstein, por ejemplo, Emerson le prendía fuego a la bandera estadounidense (la guerra de Vietnam estaba en pleno). Los álbumes del grupo en Inglaterra salieron bajo la etiqueta de Charisma e incluyeron Ars Longa Vita Brevis (1968) y Five Bridges Suite (1970).
Luego de disolverse Nice, junto con el exbajista de King Crimson, Greg Lake (1947-2016), y el anterior baterista de Arthur Brown y Atomic Rooster, Carl Palmer (1950), Emerson fundó un grupo en 1970 que llevaba sus apellidos como estandarte, además del prurito de super trío.
Tras las expectativas levantadas, su primera presentación pública tuvo lugar en el Festival de la Isla de Wight en el mismo año, con la versión creada por Emerson de Pictures at an Exhibition del compositor ruso Módest Moussorgski.
A partir de ahí ELP se tornaría la quintaesencia del rock progresivo de los años setenta, combinando el rock con sus influencias de la música sinfónica a la par de grandiosas ejecuciones histriónicas.
El desarrollo sucesivo del género se encontró estrechamente relacionado con la introducción y evolución de los teclados (y a la postre del sintetizador). El uso abundante del Hammond le otorgó un carácter mayor y con frecuencia más bombástico a las piezas. Con dichos elementos ELP hicieron furor.

Contratados por la compañía Island grabaron su disco epónimo, el primero (1970), el cual fue seguido por Tarkus, Pictures at an Exhibition y Trilogy. ELP logró el éxito en Inglaterra con su versión de «Fanfare for the Common Man», de Aaron Copland.
En los Estados Unidos, con la subsidiaria Cotillion de la Atlantic Records, consiguieron dos hits con las composiciones de Lake «Lucky Man» y «From the Beginning» (ambas de 1972). Estas piezas, aunadas a sus extensas y vistosas giras, convirtieron sus álbumes en best‑sellers en ambos lados del Atlántico.
Al año siguiente fundaron su propia compañía disquera, Manticore, para editar los discos del compañero de Lake y exmiembro de King Crimson, Pete Sinfield; los del conjunto italiano PFM (Premiata Forneria Marconi) y su propio álbum Brain Salad Surgery.
La gira mundial de 1973-1974, con todo y espectáculo láser y sistema de sonido cuadrafónico, atrajo a dos millones de espectadores. Dicha gira fue plasmada en el álbum triple Welcome Back My Friends, to the Show That Never Ends.
Sin embargo, el show sí había terminado. El grupo se dispersó tras la tour y cada integrante se dedicó a sus proyectos. Emerson tuvo un hit en Inglaterra con el clásico del boogie-woogie «Honky Tonk Train Blues», en tanto que Lake se relacionó con Johnny Marks para componer una canción navideña que se haría tradicional («I Believe in Father Christmas»).
Sin embargo, un soplo avivó los rescoldos y ELP resurgieron con un álbum doble, Works Vol. I (1977), pero tres caras del mismo estaban dedicadas a esfuerzos solistas y al trabajo individual: el Concerto No. 1 de Emerson; Palmer con el exguitarrista de los Eagles, Joe Walsh; y Lake con sus propias canciones. Sólo el último lado era conjunto. De cualquier forma, emprendieron otra gira gigantesca con una orquesta sinfónica completa.
No obstante, los tiempos habían cambiado y la respuesta fue desilusionante. La asoladora ola punk relegó las actividades de la mayoría de los grupos de rock sinfónico al segundo plano. Ningún otro género musical era tan opuesto a las tradiciones de éste como el punk.
Todo fue arrasado por el vendaval, y a fines de la década a nadie se le hubiera ocurrido escribir piezas de más de tres minutos de duración, compuestas por más de dos acordes y que requirieran teclados para su ejecución.
A pesar de todo el grupo sacó Love Beach (1978), realizó la gira del adiós, un álbum en vivo en 1979 (In Concert), y se despidió. Keith Emerson entonces se dedicó a la composición de soundtracks (Inferno y Nighthawks).
Lake, por su parte, grabó un disco como solista y Palmer sacó un álbum con PM antes de unirse al guitarrista de Yes, Steve Howe, para formar un nuevo supergrupo, Asia, cuyo primer álbum permaneció en el lugar número uno de las listas durante nueve semanas en 1982.
VIDEO: Emerson, Lake And Palmer Peter Gunn Theme, YouTube (Menna Marcelo)


Por SERGIO MONSALVO C.

EL OLIMPO (METIENDO MANO)
A comienzos de los años setenta la música de Velvet Underground adquirió otro significado. Los personajes esquivos y andróginos de las canciones de Lou Reed, propios del entorno de Warhol, y la sexualidad no del todo definible del cantante, resultaron ser afines con una nueva moda, el glam rock.
Al poco tiempo fue cosa común ver tiempo fue cosa com, y la sexualidad no del todo definible del cantante resultaron ser afines con una nueva moda, el glaa hombres con maquillaje y a estrellas de rock con traje de travesti. Los New York Dolls, los Spiders from Mars de Bowie, Roxy Music, Iggy y los Stooges, Mott the Hoople: por doquier los grupos recorrían los escenarios así.
A los pocos años se produjo la reacción: el punk. El nuevo manifiesto dictaba: apréndete un acorde y funda un grupo. Muy bien, pero ¿qué canciones se han de tocar? Desde luego los viejos éxitos del Velvet, cosas como “White Light/White Heat” y “Sweet Jane” o en ese estilo interpretativo: Sex pistols.
En el polo intelectual del punk su luz irradió los discos de Patti Smith y Television; con el new wave a los Talking Heads, Blondie. Joy Division, que dio inicio a la época del postpunk “industrial”, incluso se atrevió a realizar un cóver de “Sister Ray”.
Llegaron los ochenta. Para R.E.M., con su actitud optimista y políticamente comprometida, el repertorio de Velvet Underground no parecía ser el adecuado. No obstante, a Michael Stipe le gustaba cantar “Femme Fatale” y “Pale Blue Eyes” al término de sus conciertos, y ambas piezas aparecieron en el álbum Dead Letter Office.
En el otro extremo del espectro, The Jesus & Mary Chain atacaron los gustos y los canales auditivos con una amalgama de rock de garage y el feedback, lo cual trajo a la memoria la estrategia del shock seguida por Exploding Plastic Inevitable.
Nunca fue un secreto para nadie que Birthday Party le debía mucho al Velvet Underground, pero el hecho acabó de revelarse cando Nick Cave interpretó “All Tomorrow’s Parties” en su álbum como solista Kicking against the Pricks. De Sonic Youth se puede decirlo mismo.
Desde luego uno de los muchos tributos que salieron a la venta en los ochenta se dedicó a Velvet Underground. En Heaven and Hell las canciones del grupo corrieron a cargo de Echo and The Bunnymen, Bill Nelson, Fatima Mansions y Shelleyan Orphan, entre otros, quienes resultaron incapaces de mejorar el material.
En la década siguiente la escena del indie se hundió en la moda de la tristeza. Conforme a esta evolución de repente cobró importancia el tercer álbum de Velvet Underground.
La falta de energía es la característica más destacada que en él se comparte con los sonidos desganados de agrupaciones como Galaxie 500, Spiritualized, Spacemen o The Cure. ¿Y qué siguió? La vuelta al mainstream: Billy Idol hizo un cóver de “Heroin”, Bryan Ferry interpretó “All Tomorrow’s Parties”. Al comienzo de la primera década del siglo XXI los Strokes no niegan la cruz de su parroquia. Y el listado continúa…(agregar aquí los nombres de quienes se irán sumando al paso de los años).

Realmente hizo falta el apoyo de todos los dioses y demonios para que un día se reunieran bajo el apelativo de Velvet Underground —con la intención genial de lo que este nombre, extraído de una novela de pacotilla recogida de la acera de la calle, pudiera sugerir en cuanto a negrura, voluptuosidad, perversidad, cinismo, dulzura, provocación, inquietud, mezcla perfecta de miedo, asco y deseo— cinco personajes que no contaban con más que el pretexto del lugar y del momento para hacerlo.
Aunque la formación clásica sólo permaneció unida por tres años, su halo se ha extendido como uno de los grupos de rock más influyentes de todos los tiempos.
La combinación del temperamento vanguardista de John Cale con la dura poesía callejera de Lou Reed, sobre temas tabú como el sexo y las drogas, se erigió en una alternativa corrosiva al optimismo «flower power» enarbolado por muchos contemporáneos suyos.
El Velvet Underground ha proyectado una larga sombra sobre el rock y sus diversos estilos, desde los conjuntos neoyorquinos de comienzos de los setenta hasta el glam y el punk británicos y el new wave de los ochenta, el noise, el garage y el dark noventeros.
Y como curiosidad fue posible apreciar su importancia en 1985, cuando el disco VU (Polydor), una colección de tracks inéditos grabados entre 1967 y 1968, vendió más copias que los cuatro álbumes del grupo en sus primeras ediciones. Lo mismo sucedió con Another View, su continuación.
La lista completa de los grupos para los que el icono (artístico) llamado Velvet Underground ha sido referencial a lo largo de la historia, desde los años sesenta (sobre todo su primer álbum, The Velvet Underground & Nico), sería inabarcable e infinita, puesto que con el paso del tiempo se siguen agregando nombres tanto de bandas como de solistas, así como tributos a su obra.
El grupo neoyorkino, su discografía y sus miembros (Lou Reed, John Cale y Nico, de manera preponderante) han sido una importante fuente de inspiración para la cultura rockera (y con ella abarco todo su espectro rizomático) desde hace más de medio siglo.
¿Y cuál era la punta de lanza para tal convencimiento?: aquel primer disco de 1967. Un hito en la historia del rock, el cual se adelantó por años luz a su época. La obra se basa en material excelente; las guitarras rítmicas escandalosas, la viola atonal de Cale, la batería minimalista de Tucker y el canto frío de Nico se encargan de producir la atmósfera única de este álbum: destructiva y melancólica.
De todas las críticas que llovieron tras las primeras presentaciones del Velvet en 1966, al poco tiempo de su fundación, en el club Dom de Nueva York y posteriormente en el Trip de Los Ángeles (y esa fue otra histora) –críticas que el grupo tuvo el placer perverso de reproducir en la funda de su primer álbum, y de las que realizaron su selección entre las más virulentas, y definitivamente tuvieron de dónde escoger–, la de Los Angeles Magazine fue la que más se acercó a la verdad: “Después de que el Titanic se estrelló contra un iceberg no se conoció un choque semejante hasta que el show Exploding Plastic Inevitable explotó sobre los espectadores en el Trip”.
La mano del destino, movida por los dioses, aún continúa suelta y vivos, aún, dos de los protagonistas de la leyenda que siguen forjándose la propia (sobre todo John Cale) y con ello la de muchos otros que a su sombra se acogen.
VIDEO: Michael Stype – Sunday Morning (Audio), YouTube (MichaelStypeVEVO)


Por SERGIO MONSALVO C.

(761-765)

BXXI-76I CROONERS, ROCKERS Y VICEVERSA
En los genes del hipermodernismo hay un gusto esencial por la cultura vintage, es decir, por la primacía de un tono emocional melancólico, que ya se encuentra por doquier (en el cine, en lo culinario, en la moda, en las artes plásticas, etc.). La música ha reclamado también esa experiencia para sí, pero con algunas condicionantes: un nuevo orden para interpretar los valores conocidos y la ruptura de la linealidad temporal que lleva implícita, por mencionar algunas. A la vista y escucha de los ejemplos de Paul Anka y Rod Stewart, que han intercambiado el rock por el swing y viceversa, no queda más que aplaudir espontáneamente sus expresiones. Aplaudir lo que ya se conocía pero parece nuevo bajo su estética.
VIDEO: You Go To My Head – Rod Stewart, YouTube (AndreaGarridoLive)

BXXI-762 THE ROLLING STONES (XI)
Finalmente, muchos bluesmen negros reconocieron el andar Stone, y con el álbum Paint It Blue se enlistaron en el nexo cultural que se concatena época tras época en beneficio de tal música. Participan en él, Luther Allison (“You Can’t Always get What You Want”), Johnny Copeland (“Tumblin’ Dice”), Taj Mahal y James Cotton (“Honky Tonk Women”), Lucky Peterson (“Under My Thumb”), Wendell Holmes (“Beast of Burden”), Junior Wells (“Satisfaction”), entre otros. Todos ellos retoman las temáticas, al igual que el sonido áspero de lo Rolling Stones. Hay un manifiesto estético implícito con respecto al blues (el que los unió, el que los instaló en la escena musical, el que los llevó al éxito y en el que vertieron toda su experiencia genérica).
VIDEO: Junior Wells – I Can’t Get No) Satisfaction, YouTube (JIMBLUESROCK CHANNEL)

BXXI-763 ROCK Y LITERATURA
Existen instantes en la formación de la cultura personal que significan una especie de conversión, cuando la materia que se está estudiando, leyendo, escuchando, investigando, deja de ser una cuestión ajena y se convierte por un tris cósmico en una revelación, en una nueva forma de estar en el mundo. Eso pasa cuando se leen algunos libros que son parte de la biblioteca particular (la formativa que te construyó), y se descubre que a través de ellos se ha leído la obra de diversos escritores, que a la intelligentsia rockera también ha influenciado. La cultura del rock, a través de sus cantos y las voces de sus mejores representantes, reconoce la valía e influencia de las obras literarias en el arte sonoro de la actualidad.
VIDEO: Nirvana – Scentless Apprentice (MTV Live And Loud, Seattle – 1993), YouTube (DrainedNirvana)

BXXI-764 E-JAZZ
Los hacedores europeos se pusieron a trabajar de forma intensa en las últimas décadas y, luego de permear el continente, lanzaron al mundo en general una paleta musical novedosa que ha sabido consolidar una de las culturas más interesantes y propositivas del presente siglo: el jazz electrónico. En el discurso de esta música contemporánea, con todos sus derivados, el componente tecnológico ha sido fundamental para su quehacer y desarrollo. Ante tal ingrediente los nacientes estilos ponen a su servicio los cimientos del clasicismo tanto como la actualidad global del género. Es una tarea histórica que se ha realizado tanto en los estudios particulares como en los clubes dance o en los bares lounge.
VIDEO: St Germain – Rose rouge, YouTube (TheCosmicInterlude)

BXXI-765 THE ROLLING STONES (XII)
“Los grandes grupos [como el de los Rolling Stones] siempre son una cuestión de química. Vista de cerca, la química que hay entre estos músicos es única. La guitarra de Keith Richards toca siguiendo la batería de Charlie Watts, generando un cimbreo que devuelve el ‘roll’ al ‘rock’. Ésta es la última de las bandas de rock and roll. Combínalo con el más infravalorado repertorio en la historia del género y verás por qué los Stones siempre han estado por delante de sus competidores. Y todavía lo están”.
VIDEO: The Rolling Stones – Come On (Saturday Club 26th October…), YouTube (TheRollingStonesVEVO)
*BABEL XXI
Un programa de:
Sergio Monsalvo C.
Equipo de Producción: Pita Cortés,
Hugo Enrique Sánchez y
Roberto Hernández C.
Horario de trasmisión:
Todos los martes a las 19:05 hrs.
Por el 96.5 de FM
Online por Spotify
Radio Educación,
Ciudad de México
Página Online:

Por SERGIO MONSALVO C.

Las aventuras de los Kingsmen, con “Louie Louie”, despertaron las ansias de los grupos de la zona noroeste de los Estados Unidos que se convirtió en un hervidero tras su aparición a comienzos de los sesenta. Surgieron así los Sonics, una banda de Tacoma, Washington, que se puso en el mapa con un rock and roll crudo, primitivo y sin florituras, con la voz potente y composiciones de su cantante Gerry Roslie. Sus influencias además de los Kingsmen: Chuck Berry y Little Richard.
Tras numerosos cambios en la formación, a la postre quedaron como quinteto, el cual se convertiría en una auténtica máquina de rock sucio, frenético y aullante. Es así como los escucha el productor Buck Ormsby que graba con ellos un disco de 12 piezas en una consola de dos pistas y en una sola toma. Hacen versiones de sus temas preferidos del rock y las combinan con composiciones propias como “Psycho”, “Strychnine” y el que sería su sencillo más exitoso: “Witch”.
Los integrantes que grabaron estos doce temas fueron el mencionado Roslie (voz y composición), Bob Bennett (batería), Rob Lind (sax) y los hermanos Parypa, Andy (en el bajo) y Larry (en la guitarra). Con el disco bajo el brazo realizaron el circuito de clubes, antros, fiestas y demás, antes de que aparecieran en la radio local. Una vez realizado esto, se convirtieron en un suceso y no hubo banda de aquella zona norteamericana que no quisiera tocar como ellos.
The Sonics fue desde entonces ejemplo de ejecuciones potentes, intensas, desquiciadas y con un sax distorsionado. Circunstancia que lo convertiría con el paso del tiempo en referente y abanderado del proto punk, del 60’s punk, del frat rock, del rock de garage o del Northwest Sound (escójase el derivado preferencial que más guste y en todos tendrá cabida e importancia). La temática trataba de muchachas muy muy liberales, coches rápidos y bien pintados, estricnina y uno que otro psicópata.
La distorsión y sobresaturación de sus discos se hizo famosa y fue reivindicada por gente como Iggy Pop, Pearl Jam, Rolling Stones, R.E.M., The Dictators, a muchos años de la disolución de grupo (1967). Larry (el guitarrista), gustaba de manipular los amplificadores y también desconectaba las bocinas para agujerarlas con un picahielo. Y hacerlos sonar como un tren desenfrenado. Obviamente los Sonics habian oído a los Kinks, a quienes tenían como guías.

Mientras tanto, en la zona de Minneapolis se gestaba otra forma del garage y proto-punk, cuya vida y originalidad tuvieron que esperar más de una década para ser revaloradas. El arribo de la ola inglesa y de la siguiente era psicodélica no le darían cabida hasta sincronizar con los nuevos intereses de una juventud poco dada a las utopías. Entre los adalides de este sonido marginal estaba un grupo llamado The Trashmen.
La época justa entre el asesinato de John F. Kennedy y la presentación de los Beatles en el Show de Ed Sullivan, que marcaría el incio de la British Invasion, vio nacer a los Trashmen, un cuarteto formado por Tony Andreason (guitarra), Dan Winslow (guitarra rítmica y voz), Bob Reed (bajo) y Steve Waher (batería y voz). El grupo tocaba surf rock, a pesar de su lejanía de las playas, pero incluía en él muchos elementos del rock de garage.
La demanda creció. Las presentaciones en clubes aumentaron y Diehl les pidió un segundo track. Así que mientras estaban en el camerino del Chubb’s Ballroom decidieron grabarlo ahí. Al baterista se le ocurrió juntar dos temas que le gustaban mucho de otro grupo llamado The Rivingtons, los mezcló, aceleró y anexó su voz, una risa de loco y algunas onomatopeyas. El grupo se encargó de distorsionar el sonido, saturar las bocinas y ponerle dinámica y estamina al asunto.
Un hit instantáneo. “Surfin’ Bird” llegó a las listas de popularidad y no hubo grupo amateur o fiesta estudiantil que no la tocara o exigiera en todos los rincones de los Estados Unidos. Un surf-rock caracterizado por su velocidad, experimentalismo lo-fi y primitivismo rítmico. Otra piedra angular para el rock de garage y proto-punk que desde entonces no ha dejado de coverearse como por los Beach Boys, The Cramps, Sodom o los Ramones, por ejemplo.
Estos grupos tocaban en los circuitos juveniles de su localidad, pero su originalidad al matizar los temas con efectos sonoros, riffs y la frescura en las voces, además de su ímpetu, les atrajo una audiencia fiel y creciente. Creció la popularidad del garage.
VIDEO: The Trashmen – Surfin’ Bird – Bird is the Word 1963 (ALT End…), YouTube (VDJ Mickey Mike)


Por SERGIO MONSALVO C.

EL MILAGRO SOCIAL
La Orquesta Baobab representa una especie de milagro social. Uno que se repite cada vez que sus integrantes se suben al escenario con sus timbales, maracas, tambores, tumbadoras y saxofones.
El milagro social entonces se transforma en fiesta. Una en la que se funde la salsa con los ritmos africanos. Entonces todas las noches de cualquier lugar donde aparezcan serán noches dakarianas. Los aires de Senegal flotan en el aire.
Cuando el guitarrista Barthelmy Attisso, líder de la banda, llegó a Dakar en los años sesenta para estudiar la carrera de abogado, en la ciudad sólo se escuchaba música cubana.
El son, el mambo, la guajira y el chachachá entraron con los marineros por el puerto, situado a unas pocas millas de Goree, la isla desde la que se embarcaron rumbo a América millones de esclavos.
Encadenados en bodegas viajaron con su música, echaron raíces en los lugares de destino y luego en una vuelta de tuerca del tiempo la devolvieron a su sitio de origen con nuevas referencias, una parte importante de la historia de la música.

La Orquesta Baobab mezcla música africana, cantada en wolof, diola o mandinga, con salsa caribeña, tiene un catálogo muy amplio, tanto que fácilmente puede llenar cuatro horas seguidas de actuación o más, si se lo propone. Rudy Gomis, uno de sus vocalistas, entona boleros también en español, algo habitual en los salseros africanos.
Nick Gold, el aventurero musical responsable del sello World Circuit, les ha producido sus discos y es el hombre que fue capaz de cumplir el sueño de reagrupar a la orquesta tras su disolución en 1987.
Gold, que antes ya ha triunfado con el Buena Vista Social Club, ha repetido la hazaña y el modelo de producción con la Orquesta Baobab: sonidos limpios y canciones populares, el tipo de música que a él mismo le gusta escuchar.
Reagrupar de nuevo a la orquesta requirió de tiempo. Para ello tuvieron que ser primero desbancados por el ascenso del sensual mbalax en el gusto popular, con Youssou N’Dour a la cabeza.
VIDEO SUGERIDO: Orchestra Baobab – Live, Hutru horas, YouTube (ziggolo77)
La Baobab pasó cerca de dos décadas separada antes de que Gold consiguiera juntarlos, un trabajo que no hubiera sido posible sin la ayuda del propio N’Dour.
Pero el tiempo transcurrido no parece haber influido en su manera de tocar, la química entre ellos sigue funcionando. Todos sus integrantes rabasan el medio siglo de edad. La identidad musical se ha mantenido.
Fue importante copiar el antiguo estilo para mantener la originalidad del trabajo y que el público lo reconociera. Para conseguirlo fue algo fundamental que el sax de Issa Cissoko siguiera levantando pasiones. Lo hace.
Sin embargo, el regreso no fue igual para todos. Para algunos fue difícil recuperar el tono después de tanto tiempo. “Me llegaban las ideas pero expresarlas era muy difícil; no me había olvidado de tocar la guitarra, pero los dedos y las manos no respondían igual”, ha rememorado Atisso, el último en reincorporarse a la banda en su segunda etapa.
A Atisso lo localizaron en Togo, donde trabajaba como abogado, y no fue fácil convencerlo. El mismo Nick Gold le envió una guitarra desde Londres. Y por segunda vez en su vida, Atisso consiguió involucrarse con el instrumento.
En su caso no se puede hablar de una vocación clara, pero sí de una especial disposición para tocar. Había entrado a la música para pagarse los estudios. Aprendió a tocar con un manual que se compró en un mercado callejero para poder actuar en un cabaret llamado Baobab.
A la orquesta de casa se fueron sumando músicos llegados desde Mali, Guinea y distintos puntos de Senegal, un multiculturalismo que ha impregnado su sonido.
Casi todos los músicos poseían antecedentes familiares como griots, hombres que cantaban o recitaban las noticias de la tribu; tradición que se ha trasmitido de padres a hijos y muestra la importancia de la música en África.
Eran los años de la independencia del país —1960— y en Dakar se respiraba un ambiente de libertad desconocido. En Baobab, el Jefe elegía cada noche el repertorio que tenía que sonar para un público de empresarios, políticos y diplomáticos.
De sus viajes por el mundo regresaba con discos de vinil que incluía en la jukebox para que los músicos se fueran haciendo de los nuevos sonidos que ellos fusionaban con canciones de su repertorio. “El público era muy variado y había que dar a cada uno lo que esperaba; el abanico musical iba desde el rhythm and blues al tango, mezclados con los sonidos de Guinea y Ghana. Aquello nos convirtió en especialistas de todos los estilos”, recuerda Atissa.
El club acabó por cerrar sus puertas y la orquesta emprendió su camino solitario, decididos los integrantes a ser sus propios empresarios. Eso sí, mantuvieron el nombre de un árbol que, dicen, está dotado de propiedades mágicas y es símbolo de resistencia, tolerancia y vitalidad.
La Orquesta Baobab llegó a grabar más de 20 discos. Sus LP’s todavía se venden en el mercado de CD de Dakar junto con las producciones actuales.
Tras firmar con la discográfica World Circuit, parte del patrimonio de la banda pudo ser recuperado con la edición de compactos como Pirat’e choice (1989), que reúne sus sesiones históricas.
Posteriormente, grabaron un nuevo disco con material inédito, en el que colaboró Ibrahim Ferrer, ese fenómeno vocal especialista en todos los estilos, con el que recorrieron medio mundo como un acontecimiento.
Made in Dakar, el álbum procedente, siguió el mismo camino y la orquesta no ha parado de hacer giras desde entonces y hacer sonar a Dakar por las cuatro esquinas del globo.
VIDEO SUGERIDO: Orchestra Baobab – Ndongo Daara (Live Womad 2003), YouTube (MuddyBoy61)


Por SERGIO MONSALVO C.
THE ROLLING STONES
(MEJORES DISCOS-XII)

Programa Radiofónico de Sergio Monsalvo C.
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Por SERGIO MONSALVO C.

¡YO SOY LA RUMBA!
Esta compilación, en la que la orquesta de Machito presenta doce tracks, se muestra de manera por demás prístina el aspecto crossover que caracterizó al percusionista, cantante y director por muchos años.
En la mayoría de las piezas aparecen solistas como la cantante Graciela, así como Flip Phillips (en la legendaria «Tanga» compuesta por Mario Bauzá), por mencionar algunos.
El resto del material incluye boleros, rumbas, mambos y piezas de latin jazz con algunos arreglos de Chico O’Farrill. Machito se mantuvo al frente de su orquesta por más de cuarenta años, desde que se mudó de Cuba –donde se crió– a Nueva York durante la década de los cuarenta, hasta su muerte en Londres en abril de 1984.

Apoyado en la composición y organización por su cuñado Mario Bauzá, la de Machito fue una agrupación sólida que permitió el flujo de diversos géneros musicales y la implantación de la rítmica afrocubana como elemento primordial en las orquestaciones.
Machito fue una influencia definitiva en la creación del jazz latino, así como un puntal en el despegue mundial del mambo (en el que puso énfasis en la sección de metales).
Inspiró las excursiones latinas de respetados jazzistas como Dizzy Gillespie, Charlie Parker y Stan Kenton, entre otros. Siempre abierto a diferentes tendencias estilísticas, se hizo de un público heterogéneo, el cual con este disco puede regodearse en la música de dicha leyenda.
VIDEO: Dizzy Gillespie & Machito – Exuberante, YouTube (Felix Offenbach)

