Por SERGIO MONSALVO C.
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La influencia que tuvo Bill Evans en el jazz traspasó los límites de su instrumento. Aparte de fundar una escuela, creó un universo musical con parámetros estéticos nuevos que abarcaban elementos tanto rítmicos como armónicos por donde sus seguidores, lo mismo colegas como escuchas, podían moverse libremente.
Estableció dichos parámetros en su propia expresión pianística como solista y también a través de sus diferentes grupos, el mejor de los cuales estuvo integrado con Paul Motian en la batería y Scott LaFaro en el contrabajo.
Con la muerte prematura de este último, los distintos cambios de su personal indican una actitud de tanteo a fin de establecer una telepatía equivalente, misma que se dio hasta la llegada de Eddie Gómez. Época que coincide con la primera grabación como solista de Evans, Alone.
Ésta y su ciclo de las Conversations le permitieron al pianista colaborar consigo mediante el sistema de múltiples tracks. La insistencia en el soliloquio se convierte para el Evans de tal periodo en sinónimo de exploración intensa y de enfatización de una de sus características personales: la introspección.
Las obras de Evans se manifestaron como un maravilloso compendio de su poética. Representan ocasión de seguirle el paso en el devenir de su dramática vital y musical. Cascadas de acordes, quedos acentos, cambios inéditos, paráfrasis imposibles, dorada madurez musical. Evans era puro estilo por donde se le viera, aunado a una mística personal, emotiva e ilimitada.
VIDEO SUGERIDO: Bill Evans Trio – Autumn Leaves, YouTube (JazzTuna)