PULSOR 4×4 – 53

 

 Por SERGIO MONSALVO C.

PULSOR 2006 (FOTO 1)

EL BEAT DE LA IDENTIDAD

                                                                    (2006)

El del 2006 fue primeramente un gran año de aniversarios: el 400 del nacimiento de Rembrandt, el 150 de Nikola Tesla, el 250 de Mozart y el quinto de Wikipedia en español.

Fue el año también en el que murió el tecladista y cantante Billy Preston, uno más de los tantos personajes considerados como el “quinto beatle”.

Algunos datos obtenidos por satélites indicaron que los hielos de Groenlandia y de la Antártida estaban moviéndose mucho más rápidamente de lo que se sospechaba al comienzo de la década, como respuesta a una subida de la temperatura global. La Tierra mandaba más avisos.

La inyección de una enzima que bloqueaba el mantenimiento de enlaces neuronales hizo desaparecer ciertos recuerdos en ratas de laboratorio. Un descubrimiento importante en al avance hacia la comprensión de la memoria (tema que luego retomarían hasta el cansancio las series de televisión y cine de ciencia ficción de los siguientes años)

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Jarvis Cocker, el ex Pulp, explicó su trabajo y el motivo de su disco debut Jarvis, como solista: “Me llamaba la atención la enorme divergencia entre cómo se describían las relaciones en las canciones que escuchaba por la radio y mi experiencia en la vida real (supongo que también podía ser culpa de mi propia técnica). Así que decidí intentar equilibrarlo, introduciendo en ellas la torpeza y todos los momentos incómodos por los que había pasado.

“A lo mejor las letras no eran tan importantes para el éxito de una canción, pero me di cuenta de que para mí sí importaban. Siempre estaba buscando algo en ellas que generalmente no encontraba. Había amado al rock desde una edad muy temprana y ahora quería que me acompañara en mi carrera como solista, así que acabé documentando mi adolescencia a través de la música”.

PULSOR 2006 (FOTO 2)

The Arctic Monkeys fueron la banda de rock de aquel año al batir récords de ventas tras editar su debut: Whatever people say I am, that’s what I’m not. Pero la historia del rock está llena de grupos que subieron tan rápido como cayeron después, cual soufflé, así que con la sorpresa también aparecía el escepticismo lógico; sin embargo, y para beneficio de la mencionada historia, no fue el caso de esta banda británica. Hoy por hoy un referente de la cultura rockera.

Al ser aún muy jóvenes sus integrantes cupo la esperanza de que no hubieran brindado todo lo que tenían. Estos primates árticos eran cuatro músicos ingleses de Sheffield, fueron una brillante revelación con su rabiosa exposición discográfica, y su forma de utilizar el mercado se consideró un ejemplo para la industria del siglo XXI. Fue el primer grupo interconectado (en la actualmente abandonada plataforma MySpace), debido a que movieron masivamente su material en las redes sociales antes de lograr el, en este caso, merecido éxito. Hoy no hacer tal uso de la Web se considera un suicidio artístico, además de una estupidez.

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Gran ejemplo de lo que en el origen se conoció como indie (y que hoy ha degenerado en cualquier cosa), es decir, un grupo sin patrocinios, sin nexos discográficos, sin imposiciones del mercado, libres y creativos para realizar lo que su imaginación estética, falta de recursos materiales y gusto musical mostrara. Eso fueron The Black Keys (Dan Auerbach, guitarrista, cantante, y Patrick Carney, batería y percusiones) en sus cuatro primeros discos: primitivos, lo-fi y de gran riqueza estilística para el blues-rock y el rock de garage.

El álbum Magic Potion (2006), es el último producto de dicha etapa. Cuando surgieron, en el año 2001, nadie, y menos ellos, hubiera imaginado que aquel dúo de Akron (Ohio), y que hacía una música tan cruda sólo con guitarra, batería y voz, llegaría a la cima y se haría de un nombre destacado en la escena rockera. Sin embargo, desde el principio fueron evangelistas del rock, tipos para quienes tal género es el principio y fin de todas las cosas. Magic Potion es una parábola importante en la divulgación de su Palabra. Bienaventurados los independientes, aquellos jóvenes…

VIDEO SUGERIDO: The Black Keys – Modern Times – Manchester 2006, YouTube (tomaspinall)

PULSOR 2006 (FOTO 3)

PULSOR 4x4 (REMATE)

BABEL XXI-474

Por SERGIO MONSALVO C.

BXXI-474 (FOTO 1)

 THE BLACK KEYS

(LET’S ROCK!)

Programa radiofónico de Sergio Monsalvo C.

http://www.babelxxi.com/?p=7430

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LET’S ROCK

Por SERGIO MONSALVO C.

THE BLACK KEYS (FOTO 1)

 (THE BLACK KEYS)

 Los nombres en el rock siempre varían, los detractores no. Siempre son los mismos. Es una tara que han pasado de abuelos conservadores a hijos conservadores y nietos conservadores. Así que ahora les toca a estos últimos decir que el género vive una crisis, aunque nadie, ninguno de ellos, define con certeza de qué tipo.

Económica no puede ser, porque los estadios se siguen llenando, sus grupos aparecen en todos los carteles de los festivales alrededor del mundo, siguen grabando discos, así que tampoco es una crisis de creatividad. De ninguna manera.

Y así como peroran sobre ello, sin argumentos, tampoco a lo largo de los años han sabido realmente definirlo: un género musical “degenerado”, una moda, una costumbre… en fin, la necesidad de definirlo les urge porque lo que digan de él, en general, buscarán que repercuta en todo aquello que se le parezca, que pretenda serlo o lo que algún neocon defina como tal. Y lo que haga uno de los individuos mezclados en él de cualquier manera, buscarán que tenga eco en el rubro entero.

Cuando eso sucede, principian los prejuicios, los desconocimientos, el rechazo, la descalificación, no ya por los atributos creativos sino por lo público. Se habla más de la vida personal de los intérpretes que de sus aciertos artísticos.

Por lo tanto hoy, al final de la segunda década del siglo XX, al rock hay que definirlo teóricamente, desde esa plataforma, y recurrir a ella como un concepto que no dé lugar a equívocos; recurrir a su historiografía y desarrollo hasta la actualidad, como labor artística, como industria y como cultura viva.

Una actualidad en la que en ha logrado convertir algunas de sus obras en discos del año (Alabama Shakes, Courtney Barnett, Vaccines, Ty Segall, et al) con todas las cualidades intrínsecas que eso conlleva. Tapando con ello las bocas que hablan de crisis cada vez que aparece la palabra “rock” en el horizonte.

Entre dichas obras está la que cerró los años del 10 al 20, a cargo de The Black Keys, uno de esos grupos evangelistas que no han cejado en su labor: Let’s Rock. Una cita de los orígenes mismos del género, que tuvo a Chuck Berry como su hacedor. Toda una declaración de principios a cargo del binomio constituido por Dan Auerbach y Patrick Carney.

La expansiva y omnipresente cultura del rock –desde su ontología centenaria, hasta su amplio tenderete sociológico– comenzó con el rock & roll primigenio, el cual fincó los cimientos. Una verdad de Perogrullo pero que hay que repetir una y otra vez porque la actualidad pasa por un ignorante negacionismo.

Airar dicha verdad y el ambiente que la rodea a fin de investigar en sus fundamentos no es de ninguna forma una mala idea y sirve para informar y formar a las noveles oleadas de escuchas que tanto lo necesitan.

La revaluación de la importancia que tiene el rock & roll es quizá el compromiso cultural con mayor sentido en estos tiempos, cuando todo impulso musical parece relegado al criterio de intrascendentes DJ’s, a los raperos sin bagaje, a las coreográficas boy bands y vedettes urban del pop y al flagelo de lo transitorio.

Por supuesto el rock and roll no se ha modificado como forma –como el blues del que proviene–. Es como un libro, un artilugio perfecto al que no importa que agregados se le hagan, siempre mostrará su forma original, pero precisamente por ser tan natural deja mucho espacio al quehacer de la imaginación y al conocimiento. De ahí el reto para los músicos, tanto bisoños como veteranos, que deben aprender a tocarlo desde sus raíces e impulsarlo constantemente a lo largo de su carrera.

THE BLACK KEYS (FOTO 2)

Por eso la reincorporación de The Black Keys al mundo discográfico y al escénico hace que la esperanza del viaje a la semilla del género brote gloriosamente de nuevo. Este grupo, desde su fundación en el 2001, se ha convertido en adalid de una avanzada del siglo XXI que sabe que origen es destino. Y, como la vida misma que tal ritmo representa, lo que uno encuentra en este grupo es riesgo, voluntad y actitud.

Actitud es una palabra clave y sus integrantes siempre lo han sabido: que el r&r es un lugar increíble para hacer todo tipo de preguntas, precisamente porque nadie espera encontrárselas ahí (“Eagle Birds”, “Walk Across the Water”). Dicha música sigue planteándose las mismas cuestiones esenciales. Como la de su identidad, por ejemplo.

The Black Keys, con Let’s Rock, han vuelto a echar mano de su sonido primigenio, pero también del rhythm and blues y del blues procedente de los lodos del Mississippi y hasta de las lumbreras del eléctrico de Chicago (“Get Yourself Together”, “Sit Around and Miss You”, “Fire Walk With Me”); lo han hecho para rendir tributo también a los emblemas del género y a la escuela del blues-rock británico (“Shine A Little Light”) y del rock de garage (“Go”).

Este grupo, que ha transitado desde el circuito de clubes hasta los grandes festivales, probándose como músicos y forjándose un sonido particular y una presencia escénica, han puesto el summum de su fogueo en tal álbum que marca su retorno (su última grabación databa del 2014, Turn Blue), así como el limado de asperezas entre sus integrantes). Y en el cual, a través de las doce canciones (número clásico en un antiguo disco de vinil) que lo componen, dan cuenta de sus saberes, de sus certezas y de su compromiso rocanrolero.

Cuatro años después de aquella abrupta separación, el beat totémico volvió a reunir a The Black Keys, banda que con discos como Brothers o El Camino, se convirtió en la última década en un gigante musical como los de antaño. Un grupo que lo acaparaba todo: las portadas de las revistas, los llenos de auditorios y estadios y era cabeza principal de todos los festivales internacionales de su momento. Una historia de éxito, sin lugar a dudas, que necesitaba un receso, abrir las ventanas, distraerse en otros proyectos, para luego retornar recargados y extra vitaminados.

Escuchar Let’s Rock es oír el latido vital de la libertad y la excitación de un género que desde hace casi siete décadas es un disparador contra la uniformidad cotidiana. Todo dentro de una exposición implacable. Así es la propuesta de estos tipos. Su presencia es ejemplo y estímulo para muchos grupos noveles que buscan modos de salir a escena y de florecer.

Tras la impactante sorpresa de la primera escucha del álbum vienen la segunda y la tercera y así, una y otra vez, hasta dilucidar cómo ha sido su paseo por la genealogía del r&r para llegar a lo que hoy viven: la experiencia sonora del origen, entendida como una concatenación hipermoderna. Experiencia que, repetida a lo largo de las épocas por unos y otros semejantes, es paradójicamente única (una vez más): Let’s Rock!

VIDEO SUGERIDO: The Black Keys – Go (“Let’s Rock” Tour Rehearsals), YouTube (The Black Keys)

THE BLACK KEYS (FOTO 3)

 

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