LA AGENDA DE DIÓGENES: ROBBEN FORD AND THE BLUE LINE

Por SERGIO MONSALVO C.

 

En vivo, Robben Ford & The Blue Line suenan más sólidos que en algunos de sus discos. Sin restricciones, el trío se deja arrastrar por su propia música.  El guitarrista y cantante Ford, el bajista Roscoe Beck y el baterista Tom Brechtlein han acumulado tal reserva musical a lo largo de sus extensas carreras que su interpretación del blues, del rhythm and blues y del jazz es completamente única. 

 

Al público no le interesa que este estilo les caiga mal a muchos críticos. Si algo prueban Ford y sus compañeros, es el hecho de que el blues no tiene que cumplir con clichés como sencillo y tradicional o bien, peor aún, negro y pobre, para que se pueda disfrutar. 

 

Robben Ford lleva más de 50 años en los podios, al principio en un conjunto de blues con sus hermanos Mark y Patrick, y posteriormente en los grupos de la leyenda de la armónica Charlie Musselwhite y del cantante Jimmy Witherspoon.  Hizo sus primeras grabaciones con estos artistas. 

 

Su nombre no tardó en adquirir una sólida reputación en la costa occidental de los Estados Unidos y diversos artistas (desde Joni Mitchell hasta Miles Davis) recurrieron a él. El debut de Ford como solista, The Inside Story (1981), fue una consecuencia directa de dos años de trabajo intenso en la escena regional de jazzrock.  

 

Aunque con el disco nació el trascendente grupo Yellowjackets, enseguida de la edición del acetato, Ford dio un paso hacia atrás, hacia sus raíces. «Mientras Yellowjackets se perfilaba como formación independiente, yo me puse a cantar y tocar otra vez blues. Sin embargo, estaba buscando de manera consciente una dirección clara, a fin de poder distanciarme de nueva cuenta de todo el movimiento de la fusión. Lógicamente no me gané los aplausos de la disquera que acababa de sacar mi primer disco. Por lo tanto, mi trabajo con los Yellowjackets se conservó como mi principal medio de comunicación”.

 

 

En 1988, cuando Ford ya había dejado a los Yellowjackets atrás desde hacía varios años, apareció su segundo álbum como solista, Talk to Your Daughter.  Los puristas del blues destrozaron la obra, pero el público que conocía a Ford por The Inside Story y los Yellowjackets no lo olvidó. 

 

Con Robben Ford & The Blue Line continuó esa –digamos– línea. «No es posible discutir con alguien aferrado a cierta idea –afirmó–.  Si un purista del blues decide que el género debe sonar de cierta manera y uno lo toca en otra forma, entonces no es blues, desde su punto de vista. Por supuesto que son maravillosas las grabaciones antiguas hechas por Muddy Waters en Chess.  Pero eso no significa que nosotros tres no nos estemos esforzando por tocar de la manera más sincera posible, con el corazón.

 

«Durante todos los años que colaboré con bluesmen negros no noté nada de purismo. También los músicos de blues son ante todo músicos, no historiadores. Luther Tucker, el guitarrista de blues de Chicago que tocó por mucho tiempo con James Cotton, fue el primer gran nombre con el que compartí un podio. Y le parecía excelente lo que yo hacía. Mis hermanos y yo fuimos teloneros de muchos grupos en el Keystone Corner de San Francisco, donde abrimos para gente como Freddie King, Junior Wells y Muddy Waters.  Y la gente gustaba de oírnos, aunque no tocáramos el blues de la misma manera que éstos”.

 

VIDEO: Robben Ford – Robben’s Blues (live) 2015, YouTube (Robben Ford)

 

 

JAZZ: HERBIE MANN

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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(DE ILUSIÓN FLAUTISTA)

 

Herbie Mann (nacido en 1930 y fallecido en el 2003) fue un astuto director de grupo con mucho oficio que supo anticiparse a las modas musicales y beneficiarse de ellas en forma consistente por varias décadas. Su ejecución de la flauta casi siempre fue el elemento menos interesante de sus discos, organizados meticulosamente en torno a conjuntos armados con los mejores músicos de estudio disponibles.

Durante los años cincuenta y sesenta, Mann encabezó un excelente grupo de música afrocubana y ayudó a difundir el género mediante la inclusión de músicos de primera, sobre todo de grandes percusionistas como Carlos «Potato» Valdés, Ray Barretto, Michael Olatunji, Ray Mantilla, Willie Bobo y Armando Peraza.

Los discos de Mann siempre fueron interesantes durante este periodo y mucha gente, incluyendo a varios músicos de rock, conocieron el jazz a través de estos acetatos.

Desafortunadamente sólo dos álbumes en verdad representativos de dicho periodo clásico de Mann están disponibles todavía:  Mann at the Village Gate y The Common Ground.  El resto de su primer material sólo se consigue en compilaciones y en reediciones deficientes. De éstas búsquese en caso de curiosidad los clásicos como Flautista, Brazil Blues y Standing Ovation at Newport en las mesas de descuentos, si es que alguna tienda de discos hace tal cosa o si existe todavía alguna tienda de discos cercana o lejana.

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El intento hecho por Mann desde fines de los sesenta y durante los setenta por actualizar su repertorio fue menos convincente, aunque en varios momentos ejecutó un rhythm and blues excepcional, al contar con los músicos de respaldo correctos.

El mejor disco de este periodo, Memphis Underground, fue por mucho el más vendido de Mann y por lo tanto aún se pudiera conseguir. Con el guitarrista Larry Coryell, Roy Ayers en el vibráfono y una sección rítmica de Memphis, Mann armó un groove tupidísimo que enlazaba el jazz con el rhythm and blues y algunos elementos del rock. La pieza del título también tuvo gran éxito como sencillo.

Los álbumes siguientes de Mann, muchas veces realizados con los mejores músicos de estudio neoyorquinos, se distinguieron por su técnica depurada y su total falta de interés. Grabaciones como Reggae y Discotheque ponen de manifiesto cuán superficiales fueron los intentos de Mann por crear una versión estereotipada de dichos estilos, en beneficio propio, y en conjunto parecía estar tirando el anzuelo ciegamente para ver si algo pegaba.

Por ejemplo, en uno de sus discos más interesantes de los setenta, Push Push, destacó la participación de Duane Allman en la guitarra slide.

VIDEO: Herbie Mann – Sunny, YouTube (ivanoe)

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JAZZ: AL DIMEOLA

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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Al DiMeola (nacido en 1954 en Jersey City, Nueva Jersey) dedicó los años setenta a la velocidad e intensidad en la guitarra eléctrica. Dotado de una técnica sorprendente, fue un héroe de este instrumento. A los críticos les chocaba su aplicación comercial del jazz, pero al público no.

Su salto a la fama empezó en 1974 con el grupo Return to Forever. Tenía 19 años al subirse a ese tren y 25 al culminar la década con su obra de fusión Splendido Hotel (un álbum doble reeditado luego en CD como parte de la colección «Contemporary Jazz Masters» de la Columbia).

Un poco de esa energía de los setenta se transmitió a sus ardientes álbumes Friday Night in San Francisco (grabación acústica de 1980 con John McLaughlin y Paco De Lucía. Los tres figurones se presentaron: hombres famosos, de ademanes nobles. Ninguno le pedía nada al otro, todos querían lucirse ante las expectativas del escucha. Giros, fintas, acrobacias con garbo y elegancia. Los magos de las cuerdas alcanzaron alturas heroicas, el oficio entró en relieve, una marea intoxicó a los oídos, un alborozo irracional se apoderó de todo. Tanto ejercicio de estilo resultó en buen espectáculo, con instantes grandiosos que causaron conmoción. Repetirían la dosis con The Guitar Trio, tiempo después, en 1996) y Electric Rendezvous (1982), así como a la gira correspondiente, la cual resultó en el disco en vivo Tour de Force (1983).

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La segunda mitad de la década fue un periodo de ablandamiento. Para cuando firmó con Manhattan Records de Bruce Lundvall en 1985, contaba ya con treinta y tantos años. Tenía otro enfoque musical y los tres discos que entregó a la compañía reflejaron esta actitud más amable y suave ante la guitarra.

«Me cansé de vivir una eterna explosión musical.  Quería dejarme hechizar por la música.  Siento la necesidad de profundizar en un área con más calidez», explicó el guitarrista.

Hizo precisamente eso en tres álbumes —Cielo y Tierra de 1985, una introspectiva grabación acústica sin acompañamiento, inspirada por 20th Century Guitar de Julian Bream; Soaring Through a Dream de 1986, en el que exploró los sonidos y las texturas brindadas por la técnica del sampling y la síntesis musical; y Tirami Su de 1987, un álbum que sutilmente introducía a la guitarra eléctrica nuevamente.

En 1991, después de cuatro años sin compañía disquera, Al volvió contratado por Tomato Records. Grabó dos proyectos para esa compañía ecléctica y ferozmente independiente: Kiss My Axe y World Sinfonia.

Al igual que su mentor Chick Corea, de Return to Forever, quien mantenía a dos grupos separados, uno eléctrico y uno acústico, en GRP, los dos proyectos de DiMeola también fueron autónomos.

La integración World Sinfonia fue un sofisticado conjunto acústico con énfasis en los ritmos latinos y afrocubanos. El sonido característico del grupo fue la combinación entre la guitarra de DiMeola y el bandoneón de Dino Saluzzi, instrumento relacionado normalmente con el tango argentino.

World Sinfonia, por otra parte, es un grupo único, además, debido a la presencia de dos percusionistas (Arto Tuncboyaci y Gumbi Ortiz) en lugar de un baterista.  Asimismo, cuenta con el guitarrista Chris Carrington. Existe una intensa interacción entre los integrantes del grupo en vivo y en su debut vinílico, editado en 1991 por Tomato.

En enero de 1992 apareció su proyecto eléctrico Kiss My Axe. Básicamente se trató de una vuelta al héroe guitarrístico de los años setenta con una década de maduración adicional.

Destacan los solos de Al con su vieja Les Paul amplificada por un aparato Marshall, el sonido clásico de la época de oro de la fusión. «Era algo que necesitaba otra vez –afirmó Al–.  Creo que es el mejor disco eléctrico que he sacado en diez años».

Kiss My Axe fue una obra dinámica que reunió a DiMeola con sus compañeros de mucho tiempo Anthony Jackson, en el bajo eléctrico y Barry Miles en los teclados. Miles y el propio DiMeola también se encargaron de la producción.

A partir de ahí, DiMeola ganó una gran serie de premios, incluyendo la de «Mejor Guitarra del Jazz» otorgado por la revista Guitar Player, durante cinco años consecutivos (1977-1981).

VIDEO SUGERIDO: Al Di Meola 1991 Kiss My Axe Live, YouTube (Gumbi Ortiz)

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