Por SERGIO MONSALVO C.
Marrakesh, por algunos momentos de los años sesenta y luego en los noventa, se convirtió en la ciudad capital de lo primitivo en el rock. Veamos el asunto. El orientalismo, por mucho que concuerde con la ideología romántica de la que deriva el rock, sigue siendo el producto de miles de años de introspección y devoción religiosa. Sin embargo, se volvió trascendente para el rock, cuando éste volteó sus ojos hacia allá.
A partir del mito de sus orígenes negros (los ritmos africanos, y el blues que procedió), el rock creó su propia religión politeísta. Por un lado, estaba la surgida del espíritu del río Mississippi, y por otro, una de cuyas vertientes estaba bajo la deidad tutelar de un dios Pan negro, más primitivo, más popular y por lo tanto más atractivo que cualquier oferta filosófica que los puritanos pastores evangelistas, los cultos swamis o los maharishis hindús hubieran podido ofrecer, por ejemplo.
El difunto Brian Jones, el primer líder de los Rolling Stones, de hecho descubrió a Pan para los rockeros, el cual no había muerto a pesar del obituario del filósofo Plutarco y dos mil años de monoteísmo. Pan vivía en los sesenta, entre la tribu marroquí de los joujouka en la provincia de Ksar‑el‑Kebir, donde las faldas del monte Atlas descienden al encuentro de la cultura occidental en la conjunción de los litorales Atlántico y Mediterráneo.
En lo alto de sus refugios de la sierra, la tribu nominalmente musulmana continuó venerando durante siglos a Bou Jeloud, Padre de las Pieles, sin padecer la interrupción de una intrusión civilizada. Una vez al año, a lo largo de ocho noches iluminadas por la luna, los nativos adoraban a Pan con flautas, tambores y cantos incesantes:
«¿Quién es Bou Jeloud? / ¿Quién es él? / El muchacho tembloroso elegido para ser desnudado en una cueva / y cubierto con las pieles tibias y ensangrentadas,/ disfrazado con un viejo sombrero de paja atado sobre su rostro./ Él es Bou Jeloud cuando baila y corre…/ Es el Padre del Miedo. / Es también el Padre de los Rebaños… / La música impulsa a la histeria, el miedo y la fornicación. / Una pelota de risa y lágrimas obstruye la garganta./ Las cosquillas del pánico entre las piernas».
La descripción forma parte de los apuntes que acompañan Brian Jones Present The Pipes of Pan at Jajouka (Point Music, 1995), la grabación del festival jajouka hecha in situ por el músico, y que fueron escritos por el británico-canadiense Brion Gysin, pintor, escritor, poeta del sonido y colaborador de William Burroughs.
Brian Jones agregó una breve introducción al texto de Gysn: “No sé si posea la resistencia necesaria para soportar la presión increíble y constante del festival. La civilización occidental ha convertido a muchos de nosotros en unos débiles en nuestra constitución psíquica. No obstante, el Pan negro nos salvará de nosotros mismos. Es suyo el mensaje esencial del rock”, escribió entonces.
Lo que atrajo a Brian Jones al festival jajouka es lo que, según el mito, juntó a los Rolling Stones y a todos los demás grupos de rock. Desde mucho tiempo antes de descubrir a Bou Jeloud, los Stones habían encontrado para sí este primitivismo en la música negra del Delta.
La leyenda de su integración posee una perfección mítica. Dos rebeldes de la clase baja (en la vida real eran de clase media) se descubren el uno al otro en medio de una multitud anónima, mientras la tecnología moderna los transporta a toda velocidad bajo tierra, a través del laberinto de la capital más civilizada de Occidente. Lo primitivo los une. Forman una conspiración panteísta a fin de derrocar el orden establecido.
El legendario viaje de Brian Jones a Marrakesh forma parte del folclor de la contracultura. En julio de 1968, el aún integrante de los Stones se plantó en Yahyuca, con su novia Suki y un ingeniero con micrófonos y un magnetófono Uher. Como guía fungió el mencionado Gysim, amigo también de Paul Bowles y gran personaje del underground de la época.
El objetivo era grabar los ritos paganos de aquel pueblo del Rif. Dos días alucinados que generaron unas cintas que, manipuladas en Londres, se publicaron, cuando Brian ya había fallecido. Y colocaron en órbita a los músicos de Yahyuca. Eran, en una feliz ocurrencia de William S. Burroughs, “una banda de rock ‘n’ roll con 4.000 años de edad”.
A partir de ese disco, Timothy Leary, Ornette Coleman y otros muchos personajes hicieron la peregrinación hasta Yahyuca. Los ya conocidos como Master Musicians of Jajouka grabaron con Bill Laswell y con los Stones en la memorable pieza “Continental Drift”, del álbum Steel wheels. Jagger y compañía convocaron a los músicos en el Palacio Ben Abou de Tánger, donde visitaron también a Paul Bowles.
Lo que atrae del mito de Pan es lo que atrajo a los integrantes de los Stones al formar a su grupo. Bajo la tierra, en los cimientos de las cosas, incluso en nuestro mundo civilizado, se preserva una energía primitiva que une a todos los hombres y todas las cosas en una liga universal que rebasa el tiempo y el lugar. El rock recurrió a esta energía primaria desde sus orígenes.
VIDEO: The Pipes of Pan at Jojouka – Take Me with You My Darling, Take Me with You (Dinamaak A…), YouTube (The Masters Musicians of Jojouka – Tema)