LA AGENDA DE DIÓGENES: CONTRA LA CORRIENTE (JOSÉ AGUSTÍN)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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Llegando a los cincuenta años, José Agustín (1944) comenzó a voltear hacia el pasado (Who, me? Yes, You), puesto que además de su imprescindible literatura, que abarcaba (en ese momento) desde La tumba (1964) hasta Tragicomedia mexicana (1991), este autor tenía un cúmulo grande de anécdotas personales que forman parte de la crónica de una época fundamental de nuestro acontecer cultural:  los años sesenta y setenta.

Contra la corriente (Editorial Diana, 1991) es una recopilación de crónicas sabrosas sobre el mundo juvenil, que sólo adquirió carta de presentación hasta aquella época.  El rock, los cuates, el lenguaje, la onda, la moral de un gobierno anquilosado, etcétera.

La mirada de Agustín es una «visión autorizada» para hablar de todo ello:  de la génesis de corrientes literarias; el eterno estigma del nonato para el rock mexicano, con sus absurdeces y tragedias particulares.

Pero también unos retratos absolutamente rescatables de autores y personajes de toda esta microhistoria nacional que han dejado su huella patente en el quehacer de las letras, la pintura y la música.

El libro es un recuento de momentos clave en el desarrollo urbano y comunitario, de ahí que una temática aparentemente juvenil trascienda esos límites iniciales y expanda sus fronteras para incluir a varias generaciones.

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LA AGENDA DE DIÓGENES: OuLiPo

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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PALABRAS EN JUEGO

Hace un poco más de sesenta años, en un restaurante parisino, se reunió un grupo de escritores y matemáticos por iniciativa del teórico del ajedrez François Le Lionnais, para debatir la fundación de un «Seminario para literatura experimental».

Con la nominación Ouvroir de Littérature Potentielle (Taller de Literatura Potencial) o simplemente OuLiPo, se constituyó pronto en una comunidad de trabajo muy dinámica, cuyo objetivo era el de elaborar en forma enciclopédica el mayor número posible de recursos literarios sustraídos al azar, tal como habían sido trasmitidos desde la antigüedad griega y romana, la Edad Media latina, el barroco alemán y el romanticismo europeo, además de ensayarlos de manera práctica con base en el material lingüístico contemporáneo.

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A partir de ello, debían desarrollarse nuevas técnicas para la producción de textos –tomando en cuenta el método de pensamiento matemático, la teoría de juegos y la de los símbolos–, así como formas de lectura para su manejo adecuado.

Los textos oulipoístas no poseen contenido ni significado; no tienen el carácter de un signo sino de una cosa; no comunican un mensaje sino forman el medio para mensajes potenciales que el lector, al contrario de la usanza acostumbrada, no tiene que interpretar sino aportar a su vez al respectivo contexto.

Es decir, que sólo la lectura creativa produce el significado, «liberado» a su vez de las intenciones del autor, radicalizando así el concepto del realismo al no adjudicarle «realidad» al mundo sino a la literatura, al concebir como «realista» no el arte del autor sino el trabajo del lector.

Los integrantes de OuLiPo comparten con Lautrémont la convicción de que la literatura no puede ser asunto del individuo, sino debe ser «hecha por todos»; y con Maurice Blanchot que «el poeta no puede adjudicarse lo que escribe, puesto que lo que escribe, aunque lo haga bajo su propio nombre, a fin de cuentas, carece de nombre».

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Después de años de trabajo teórico y práctico que se expresó por medio de publicaciones individuales como Cien billones de poemas (1961/1982) de Raymond Queneau, 41 sonnets irrationnels (1965) de Jacques Bens, Zinga huit (1967) de Jacques Duchateau y E de Jacques Roubaud, el colectivo OuLiPo (entretanto engrosado con nuevos miembros como Georges Perec, Harry Mathews e Italo Calvino, por mencionar a algunos) publicó en 1973 una amplia recopilación y obra de referencia sobre la «literatura potencial».

Se reunieron las experiencias y los logros del grupo dentro de un amplio contexto, permitiendo así su estudio, citas y uso (La littérature potentielle  Créations/Récréations/Récréations).

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Al año siguiente salió el primer número de la revista Bibliothèque Oulipienne que se ha publicado irregularmente desde entonces; y también desde 1981 está disponible el Atlas de la littérature potentielle, el cual incluye, además de varios estudios de Queneau y sobre él, una selección de textos «sintoulipoístas» de diversos autores, así como varios ensayos sobre el tema «OuLiPo y la informática».

La poética elaborada por este grupo se basa en su mayor parte en la manipulación alfabética, fonética, numérica, sintáctica y semántica de textos existentes; su objetivo práctico consiste en revelar y fijar las modalidades técnicas por medio de las cuales es posible generar textos a partir de textos.

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Entre ellas se encuentran los anagramas, lipogramas, tautogramas y palíndromos. Desplazar, sustituir, combinar y variar son las operaciones oulipoístas fundamentales. Ejemplo de esto han sido los lipogramas de Queneau (La disparition, 1969) y los anagramas por permutación de Georges Perec (Ulcérations, 1974). Y en la narrativa de este último también La vida instrucciones de uso (1978) y de Italo Calvino, Si una noche de invierno un viajero (1979).

El juego literario, artístico colectivo y la alborozada ciencia del oulipoísmo son idóneos, como ningún otro concepto literario, para estimular el intelecto, el placer y la acción del lector por igual. La literatura potencial tiene este objetivo por encima de cualquier otro: transformar las ideas en actividades y las intenciones en intensidades.

VIDEO SUGERIDO: A documentary saga of the Oulipo – part 1, YouTube (mshlom)

 

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BRIAN JONES Y EL MITO DE PAN

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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Marrakesh, por algunos momentos de los años sesenta y luego en los noventa, se convirtió en la ciudad capital de lo primitivo en el rock. Veamos el asunto. El orientalismo, por mucho que concuerde con la ideología romántica de la que deriva el rock, sigue siendo el producto de miles de años de introspección y devoción religiosa. Sin embargo, se volvió trascendente para el rock, cuando éste volteó sus ojos hacia allá.

A partir del mito de sus orígenes negros (los ritmos africanos, y el blues que procedió), el rock creó su propia religión politeísta. Por un lado, estaba la surgida del espíritu del río Mississippi, y por otro, una de cuyas vertientes estaba bajo la deidad tutelar de un dios Pan negro, más primitivo, más popular y por lo tanto más atractivo que cualquier oferta filosófica que los puritanos pastores evangelistas, los cultos swamis o los maharishis hindús hubieran podido ofrecer, por ejemplo.

El difunto Brian Jones, el primer líder de los Rolling Stones, de hecho descubrió a Pan para los rockeros, el cual no había muerto a pesar del obituario del filósofo Plutarco y dos mil años de monoteísmo. Pan vivía en los sesenta, entre la tribu marroquí de los joujouka en la provincia de Ksar‑el‑Kebir, donde las faldas del monte Atlas descienden al encuentro de la cultura occidental en la conjunción de los litorales Atlántico y Mediterráneo.

En lo alto de sus refugios de la sierra, la tribu nominalmente musulmana continuó venerando durante siglos a Bou Jeloud, Padre de las Pieles, sin padecer la interrupción de una intrusión civilizada. Una vez al año, a lo largo de ocho noches iluminadas por la luna, los nativos adoraban a Pan con flautas, tambores y cantos incesantes:

«¿Quién es Bou Jeloud? / ¿Quién es él? / El muchacho tembloroso elegido para ser desnudado en una cueva / y cubierto con las pieles tibias y ensangrentadas,/ disfrazado con un viejo sombrero de paja atado sobre su rostro./ Él es Bou Jeloud cuando baila y corre…/ Es el Padre del Miedo. / Es también el Padre de los Rebaños… / La música impulsa a la histeria, el miedo y la fornicación. / Una pelota de risa y lágrimas obstruye la garganta./ Las cosquillas del pánico entre las piernas».

La descripción forma parte de los apuntes que acompañan Brian Jones Present The Pipes of Pan at Jajouka (Point Music, 1995), la grabación del festival jajouka hecha in situ por el músico, y que fueron escritos por el británico-canadiense Brion Gysin, pintor, escritor, poeta del sonido y colaborador de William Burroughs.

Brian Jones agregó una breve introducción al texto de Gysn: “No sé si posea la resistencia necesaria para soportar la presión increíble y constante del festival. La civilización occidental ha convertido a muchos de nosotros en unos débiles en nuestra constitución psíquica. No obstante, el Pan negro nos salvará de nosotros mismos. Es suyo el mensaje esencial del rock”, escribió entonces.

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Lo que atrajo a Brian Jones al festival jajouka es lo que, según el mito, juntó a los Rolling Stones y a todos los demás grupos de rock. Desde mucho tiempo antes de descubrir a Bou Jeloud, los Stones habían encontrado para sí este primitivismo en la música negra del Delta.

La leyenda de su integración posee una perfección mítica. Dos rebeldes de la clase baja (en la vida real eran de clase media) se descubren el uno al otro en medio de una multitud anónima, mientras la tecnología moderna los transporta a toda velocidad bajo tierra, a través del laberinto de la capital más civilizada de Occidente. Lo primitivo los une. Forman una conspiración panteísta a fin de derrocar el orden establecido.

El legendario viaje de Brian Jones a Marrakesh forma parte del folclor de la contracultura. En julio de 1968, el aún integrante de los Stones se plantó en Yahyuca, con su novia Suki y un ingeniero con micrófonos y un magnetófono Uher. Como guía fungió el mencionado Gysim, amigo también de Paul Bowles y gran personaje del underground de la época.

El objetivo era grabar los ritos paganos de aquel pueblo del Rif. Dos días alucinados que generaron unas cintas que, manipuladas en Londres, se publicaron, cuando Brian ya había fallecido. Y colocaron en órbita a los músicos de Yahyuca. Eran, en una feliz ocurrencia de William S. Burroughs, “una banda de rock ‘n’ roll con 4.000 años de edad”.

A partir de ese disco, Timothy Leary, Ornette Coleman y otros muchos personajes hicieron la peregrinación hasta Yahyuca. Los ya conocidos como Master Musicians of Jajouka grabaron con Bill Laswell y con los Stones en la memorable pieza “Continental Drift”, del álbum Steel wheels. Jagger y compañía convocaron a los músicos en el Palacio Ben Abou de Tánger, donde visitaron también a Paul Bowles.

Lo que atrae del mito de Pan es lo que atrajo a los integrantes de los Stones al formar a su grupo. Bajo la tierra, en los cimientos de las cosas, incluso en nuestro mundo civilizado, se preserva una energía primitiva que une a todos los hombres y todas las cosas en una liga universal que rebasa el tiempo y el lugar. El rock recurrió a esta energía primaria desde sus orígenes.

VIDEO: The Pipes of Pan at Jojouka – Take Me with You My Darling, Take Me with You (Dinamaak A…), YouTube (The Masters Musicians of Jojouka – Tema)

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