ELLAZZ (.WORLD): MARTA DIAS

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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NEOFADO

 

El fado nunca tuvo la exposición que tiene en estos momentos. Y en mucho se debe a la imagen y proyección internacional de las nuevas intérpretes del género. Se sabe que hay más de cien tipos de fados. Cada uno con un nombre y una estructura musical diferente. Se puede elegir cualquier melodía y ponerle una letra inédita. Hacerlo es patrimonio de los fadistas, que tienen una enorme libertad para improvisar o “estilar” como se dice en su jerga. Marta Dias ha hecho uso de esa libertad y no sólo ha impuesto una lírica distinta, sino también el beat de nuestro tiempo. “No quería quedarme en el lado mórbido tradicional, ni en la tristeza de su fatalismo. Aquella cosa atávica con la cual se relaciona al fado. Ése, sinceramente, no es el mío”, ha dicho la joven cantante.

La dictadura militar que gobernaba Portugal en los años setenta, al ver la popularidad del canto lo institucionalizó y vigiló sus contenidos, mientras se lanzaba a guerras colonialistas contra Angola y Mozambique.  Los fadistas que continuaron cantando sobre las miserias quedaron en condiciones precarias cuando les cerraron las casas donde trabajaban. La radio no lo trasmitía ya y casi no se hacían discos. Incluso mucha gente consideró al fado como un brazo de la dictadura.

Llegó la Revolución de los Claveles, el país se democratizó, pero el fado continuó a la baja durante un par de décadas más. No obstante, en los noventa la cosa cambió. Coincidió con el surgimiento de una nueva generación de cantantes que a las raíces de la música tradicional le fusionaron el rock, el pop y los elementos de la escena electrónica. El fado salió de las catacumbas para entrar de lleno en la cultura mundial gracias a Mísia, Cristina Branco, Dulce Pontes, Joana Amendoeria, Mariza y Marta Dias, entre las intérpretes más destacadas.

El fado mostró tener ciclos, y ahora le había llegado uno esencialmente de mujeres. Quizá el hecho tuvo que ver con una “liberación” de la sombra y estilo de Amalia Rodrigues, la cual por cierto falleció al finalizar esa misma década (1999). La nueva generación de fadistas no tenía el trauma de la dictadura y abordó el género sin complejos y sin apego a las ortodoxias. Su la vista estuvo puesta en la world music, un fenómeno contemporáneo cuyos festivales siempre piden mujeres, escuchar su voz y sus sentimientos. Un resultado positivo de la globalidad.

“Los cantantes tradicionales mantuvieron vivo al fado para que gente como yo pudiera llegar hoy y disfrutar de su sabiduría. Me merecen admiración y respeto. Sin embargo, debemos trascender ese espacio tan reducido en el que se movieron. Hoy tenemos nuevos sonidos, pensamientos, experiencias y formas de hacer la música. Eso lo tenemos que aprovechar para dar a conocer lo nuestro, la vida que hay en él, pero inscrito como parte de lo contemporáneo y no como visita a un mausoleo. Los tradicionalistas que se queden en sus cuevas, añorando el pasado. Nosotros tenemos al mundo por delante”, ha dicho Marta Dias.

El nombre de Marta Dias ha entrado ya en el espacio de la globalidad musical, en ese círculo de la cultura común del mundo contemporáneo, y con muchos merecimientos. Esto es excepcional de por sí para una mujer que canta algunos de sus temas en portugués, lengua que, como proclamó irónicamente el escritor Machado de Assis, “puede ser sepulcro inviolable de quien ose servirse de ella”. Sin embargo, este sentir cambió gracias a la constancia de sus poetas, porque Portugal a fin de cuentas es un país de poetas con un canto particular.

Nadie hubiera podido imaginarse que, tras esa cara regordeta y vestidos por demás pintorescos la cantante Marta Dias revelaría una voz diferente a lo acostumbrado del país lusitano. Marta, además, es bilingüe, pues el inglés de su aculturación se le quedó como lengua de elección, y asimismo de oficio esperántico. Ella explica lo siguiente: “El fado es una canción narrativa. Cuenta una historia que empieza en el primer verso y termina en el último. Tiene sentido si la historia es narrada de una forma sintética, objetiva, hermosa, y eso tengo que exponerlo tanto con mi propia lengua como con la que maneja el mundo en general».

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Si en un tiempo el fado fue el canto por antonomasia de aquella península europea, bajo el nombre de la gran Amalia Rodrígues, ese mismo fado trascendió el siglo XX al abrir las fronteras, tras la directriz de la generación a la que pertenece esta joven artista. Ella demuestra un estilo particular muy de acuerdo a los tiempos que corren. Las vertientes del soul, del acid, del jazz, se han unido en una corriente singular en las interpretaciones de esta cantante portuguesa.

Ciertamente, más allá del agudo comentario de Machado de Assis sobre la no identidad, hay mucho de lúdico en la manifestación artística de Marta Dias. Hay posmodernismo y también hambre de mundo en la lírica, de parte de quien vive en un área hasta hoy un tanto marginal. “La Lisboa de la mitología sórdida y de la acuarela fácil está cada vez más distante. Yo quiero mostrar la luz especial de la capital portuguesa, única en el mundo. Una luz que tiene alma y una canción para cantar”, ha señalado.

En Portugal, el posmodernismo del house, del dance, del lounge no surge al unísono del resto de Europa, sino que es etiqueta adaptada para semantizar fenómenos musicales de la última década del siglo y la fecundidad de su estética. Marta Dias ha dicho al respecto: “Desde el primer instante en que comencé a cantar con estos ritmos sentí la complicidad del público joven. Y eso fue muy importante. Para hacer llegar tu mensaje, tu sentimiento, debe haber conexión eléctrónica para iluminar el triángulo mágico: entre quien canta, quien toca y quien escucha”.

La primera característica de este posmodernismo portugués es a la vez la nota que le confiere al género su doliente singularidad heredada del fado, de su música popular, y el efecto de la eterna melancolía. En esa característica matizada bellamente por Marta, parece postularse la coralidad expresiva de dicho pueblo. Ella, a través de los temas que componen sus álbumes, se dedica a tejer, con imágenes rarefactas, ecos verbales distribuidos cada uno en un diverso y sucesivo estado anímico.

Tacks como “Mouraria”, “Flores do Verde Pinho” o “Segredos”, por ejemplo, muestran cómo la cantante llega a la visualización fádica del paisaje actual, con la intersección del paisaje interno (campo y mar, tierra y navíos, sol y lluvia, presente y pasado, mundo externo y yo interior), a la reflexión de este último en el mundo. En fin, los mejores frutos del acid jazz, del nu-soul, del canto popular lusitano, enmarcados con instrumentaciones límpidas, con sábanas sonoras, con ritmos sofisticados de club y metales discretos.

Marta Dias, se sabe, estudió canto en la ciudad de Colonia, Alemania, y luego en su tierra natal, “vislumbrando una vaga expectativa de formarse como cantante de ópera”, según cuenta ella. Al mismo tiempo mantenía el aprendizaje de Lenguas y Literatura del que resultó con una maestría. Tras presentarse en cafés universitarios y escenarios amateurs semejantes interpretando el fado, se involucró en proyectos más profesionales y colaboró con gente de la escena portuguesa contemporánea del hip hop y del house, como General D, Ithaka y Coolhipnoise.

Los conocimientos y experiencias con el fado, y sus contactos a la postre con la escena electrónica, condujeron a Marta Dias a grabar el disco debut Y·U·É, en el sello que ha trabajado de manera estrecha con Madredeus, la carta musical portuguesa de más renombre. Marta Dias abrió las fronteras del fado a otros géneros, a otros instrumentos (sintetizadores, cajas de ritmos, loops, teclados y guitarras eléctricas), a otros elementos, y con ello ha incluido su nombre en la comunidad de artistas en busca de la globalidad musical.

VIDEO: Marta Días – Mouraria (oficial audio), YouTube (Farol Musica)

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ELLAZZ (.WORLD): BARBARA DENNERLEIN

Por SERGIO MONSALVO C.

BARBARA DENNERLEIN (FOTO 1)LA CHICA DEL HAMMOND

 Barbara Dennerlein, con mucho la mayor representante del órgano europeo en el jazz contemporáneo, nació en Munich, Alemania, en septiembre de 1964. A los cuatro años se inició en el estudio del piano clásico, pero el descubrimiento que hizo en la discoteca de su padre de un álbum del organista Jimmy Smith, Peter & The Wolf, la enloqueció y se decidió por el mismo.

Comenzó a tocar dicho instrumento a los once de edad y cuatro años más tarde ya actuaba en los clubes locales y se labraba una reputación como intérprete original. A los veinte fundó su propio sello discográfico llamado Bebap y desde entonces produce álbumes exitosos que distribuyen los sellos Enja y Verve.

Barbara Dennerlein difiere de los demás ejecutantes actuales del Hammond B-3 (el modelo que toca) ya que su estilo ha llevado más allá el experimentado por Jimmy Smith, el padrino moderno del instrumento dentro del género jazzístico.

Ella utiliza un sintetizador MIDI, que opera a través de los pedales, para que su órgano logre una línea de bajo muy particular. Todos sus discos, desde 1984, tienen ese sonido que la ha hecho destacar y también ser acompañada por grandes figuras del jazz internacional.

El instrumento que ella ejecuta fue inventado por Laurens Hammond en 1933. Inició el desarrollo de un órgano basándose en un motor síncrono. Sus objetivos eran claros: conseguir un órgano eléctrico barato, pequeño y que imitara fielmente el sonido de los gigantescos órganos de tubos.

Wild Bill Davis, con sus grabaciones de 1949 en el sello Okeh, introdujo el órgano Hammond al jazz. Su estilo tenía todos los rasgos del incipiente rhythm and blues, haciendo largos crescendos de acordes y dando gran énfasis al pedal de volumen. Reflejó una fuerte influencia de la big band.

El surgimiento del Hammond en Europa se produjo sobre todo a raíz de las actuaciones y grabaciones de este músico y de Lou Bennett a partir de 1960, que causaron sensación entre los jazzmen locales. La culminación de ello se dio cuando apareció el álbum de Jimmy Smith llamado Peter & The Wolf.

Todo lo que se podía hacer con el instrumento se encontraba ahí. El organista Jimmy Smith, reconocido en el medio como «el rey del soul-jazz» se había erigido en el máximo representante del órgano Hammond como instrumento del jazz.

De la plétora de intérpretes surgidos desde entonces, el nombre de Barbara Dennerlein es uno de los que merece destacarse. Esta organista alemana fue la única que con sus frecuentes grabaciones logró atravesar el Atlántico y forjarse un sitio destacado en el gusto estadounidense. La compañía Verve la contrató de inmediato para su distribución en el resto del mundo, situación que a la larga la ha hecho muy popular incluso en el Lejano Oriente, donde se ha vuelto un músico de culto para los tecladistas.

Aunque la tradición del órgano en el jazz sigue firmemente anclada en Jimmy Smith, no faltan quienes se ubiquen en la estela de la experimentación musical, como el caso de la Dennerlein, quien ha seguido las vías del bebop y del postbop para su propia obra.

Lo que llama la atención es que todos los recientes intérpretes del instrumento son caucásicos, circunstancia que no deja de ser curiosa en una parcela dominada tradicionalmente por músicos negros a través de la historia. Otro efecto de la globalización cultural, que ha diversificado las cosas.

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A principios de los ochenta, Barbara Dennerlein era un secreto sólo conocido por los músicos de la escena del jazz de Munich. A los 15 años ella cultivaba a una entusiasta audiencia con su impresionante técnica con el Hammond B-3. Ya entonces era capaz de interpretar desde swing hasta bebop y postbop, desde blues hasta funk, y muchas celebridades locales se disputaban un sitio junto a este prodigio sobre el escenario. Una personalidad nada común en el mundo del jazz, un mundo asimismo plagado de personalidades sobresalientes.

A pesar de ello, pocos de sus allegados auguraban que se convirtiera en el mayor éxito del jazz alemán de los noventa, con proyección hacia el siglo XXI. Año tras año, desde entonces, ha estado entre las favoritas de las listas de popularidad entre los críticos de revistas especializadas, y ha acaparado galardones en todo el Viejo Continente.

Su primer disco para el sello estadounidense Verve, Take Off, supuso su reconocimiento internacional, y el segundo, Junkanoo, su consolidación como una de las organistas de jazz más completas y llenas de energía, capaz de aunar estilos y facetas con una técnica brillante.

El trabajo de Barbara Dennerlein en sus discos (una docena desde los ya mencionados) no es del tipo que pudiera atraer al público del pop. Para eso su sonido B3 en el Hammond está arraigado de manera demasiado firme en el jazz e incluso en el neoclasicismo.

El tema «Andre’s Mood» es un ejemplo de ello. Dennerlein hace caso omiso de todos los estereotipos del órgano, hasta del inevitable groove funky. En sus discos se trata sobre todo de jazz latino y bebop. Además, colaboran con ella en sus diferentes proyectos un grupo selecto de músicos, lo cual les hace tanto bien a sus composiciones que los álbumes se elevan muy por encima del nivel promedio de un disco contemporáneo del instrumento.

Entre sus invitados se cuentan Don Alias en las percusiones, Randy Brecker en la trompeta y el fluegelhorn, Thomas Chapin en la flauta, Howard Johnson al sax barítono y la tuba, David Murray en el sax tenor y el clarinete bajo, David Sánchez en los saxes tenor y soprano, Dennis Chambers en la batería, Frank Lacy en el trombón, Lonny Plaxico en el bajo eléctrico y Joe Locke en el vibráfono. Músicos de distintas áreas que enriquecen el trabajo de la organista alemana.

Las décadas anteriores han hecho patente un marcado movimiento retro de insospechada amplitud con el viejo órgano Hammond, convertido en todo un icono de la cultura popular a nivel mundial. El denominado “sonido Hammond” vuelve a gozar del favor de músicos y escuchas y ya es muy común en estos tiempos encontrarnos con su electrificante, sensual y bello sonido, de digna herencia religiosa, en todo tipo de música.

Una nueva generación de organistas, que llevan a Barbara Dennerlein como una de sus principales líderes, conserva este rejuvenecido instrumento, al que ya le aseguraron la buena salud entrado el siglo XXI.

VIDEO SUGERIDO: Barbara Dennerlein – Outhipped Live Performance, YouTube (hans1970)

BARBARA DENNERLEIN (FOTO 3)

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