ARTE-FACTO: EL VEZ (UN REY MESTIZO)

Por SERGIO MONSALVO C.

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Después de salir de la preparatoria en 1978, Robert López (un mexico-americano de segunda generación nacido en San Diego, California, en 1960) no quiso convertirse en un matoncito más de alguna banda callejera y se trasladó a Los Ángeles con la intención de integrarse como músico a la ola punk de aquella zona, que encabezaban grupos como X, Blasters o The Plugz (estos últimos también de origen chicano).

En las alforjas llevaba su colaboración, mientras fue estudiante, con el destacado grupo local The Zeros. Su acomodo en el vecindario de Hollywood, donde llegó a residir, no le resultó difícil.

En los siguientes tres años tocó con varias agrupaciones, entre ellas Catholic Discipline y los Boneheads. Sin embargo, intereses extra musicales llamaron más su atención. El arte folclórico captó su quehacer imaginativo y el punk quedó como una herramienta estética.

Durante un tiempo se dedicó a la importación de dicho arte procedente de México y Centroamérica. En esta labor se mantuvo hasta 1988, cuando recibió la oferta de convertirse en curador de tales materiales de la galería La Luz de Jesús, ubicada en la famosa avenida Melrose de Los Ángeles.

Y ahí, entre la obra bizarra de pintores como Robert Williams, la pantomima estrafalaria de Gary Panter y las lecciones de pragmatismo aprendidas del coronel Tom Parker (mánager de Presley), se comenzó a fraguar un modelo de artesanía viva: El Vez.

Una especie de traducción cultural al más puro estilo hipermoderno que incluía el mestizaje, el arte plástico, la iconografía prehispánica, el kitsch, la religión, el tributo musical bien informado, el espectáculo pospunk y el activismo sociopolítico. Todo ello mezclado (y resuelto el asunto de los tópicos) con mucho sentido del humor, en lo musical y en lo lírico.

A El Vez, su producto, Robert López lo autonombró “el Elvis mexicano”. Y con él dio rienda suelta a una imaginería sincrética que se ha plasmado en más de una decena de discos vibrantes y en cientos de sorprendentes conciertos por todo el mundo.

A la plasticidad pictórica, que fue su embrión, el artista ha agregado ingredientes de diversa procedencia para sintetizar un personaje carismático, tan internacional como intercultural.

EL-VEZ (FOTO 2)

 

Cada día es Día de Muertos para Robert López al encarnar a su impersonado Elvis, del cual no es un imitador convencional.

Toda la parafernalia que se utiliza en tal celebración tradicional mexicana es incluida durante las actuaciones del mismo, al igual que en sus fotografías, portadas y DVD’s, las esculturas de papel maché, las delgadas calaveras de azúcar y las fotos de sus queridos difuntos (dándole preponderancia a la figura de Elvis, por supuesto), entre otras muchas cosas.

Todo comenzó en aquella galería donde como promoción en las inauguraciones mensuales montaba performances con boxeadores y luchadores sobre un ring y auténticos happenings.

Lo mismo que actuaciones temáticas sobre la magia tradicional, la obra culinaria, el gusto cinematográfico underground o exposiciones de libros sobre ocultismo y devociones estrambóticas. De lo absurdo a lo surrealista, del esoterismo folclórico a lo popular mundano.

Fue en una de estas presentaciones que decidió hacer un show sobre Elvis Presley, pero a su manera y respetando al objeto de su homenaje. Sintió que él mismo podía hacerlo y le puso creatividad a la construcción.

Su experiencia como músico y como curador le ayudaron a amalgamar la puesta en escena. El muestrario de la cultura popular mexicana, empapada de patrioterismos, referentes religiosos católicos y de emigración a la Unión Americana.

VIDEO SUGERIDO: El Vez Suspicious mind Kids in America, YouTube (Malmoeman)

Todo esto combinado con la asimilación de los elementos locales y acrisolada en estanterías de cerámica en barro, juguetes de hoja de lata, miniaturas de héroes en plástico y mucho papel picado, vistieron al imitador del rey del rock como si fuera un acrílico o una acuarela surgida del propio arte pictórico de East L.A.

Un rey del rock envuelto en la raza de bronce, con espumoso copete negro y bigote de latin lover, finamente recortado; enfundado en un traje de naco juarista iluminado por los colores de la bandera mexicana ostentando el escudo del águila y el nopal en la bragueta.

A eso se agregaron los crucifijos, escapularios y medallitas guadalupanas colgados en el pecho descubierto y la camisola con el cuello retro que recordaba al Elvis de Las Vegas.

Las letras de sus canciones reelaboradas en un spanglish puntilloso, coloquial y lleno de alusiones a las vivencias de los pochos en los Estados Unidos.

El evento resultó un éxito y lo animó a presentarse en La Semana Internacional de Tributo a Elvis que se realiza anualmente en Memphis. Su preparada actuación se llevó de calle a los amateurs —faltos del timing y de habilidad en el canto— que desfilaron por el escenario.

Ese triunfo le valió un contrato para actuar en el club Bad Bob’s de la ciudad. Se puso a escribir toda la tarde en el cuarto de hotel las letras de su repertorio y a diseñar el show de 20 minutos que haría esa noche como karaoke.

Recibió muy positivas reseñas en la prensa durante su temporada y luego fue invitado a la radio angelina y a la televisión nacional en la NBC. Decidió profesionalizar el asunto y armó una banda para que lo acompañara, incluyendo coristas y cambios de vestuario.

Para eso necesitaba primero ponerse a componer y no salir hasta que escribiera algo trascendente, canciones representativas, paródicas, repletas del 4 por 4, de ese sonido que escuchó por primera vez siendo niño del barrio. De ese sonido que lo invadía y ocupaba su mente a todas horas. Terminó las canciones como quería. Luego, reclutó a unos buenos y sólidos músicos y    comenzaron las giras.

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El siglo XXI lo ha proyectado internacionalmente y siempre son esperados sus conciertos, donde se presente. Su espectáculo es fruto de la unión y conciliación de culturas distintas, resaltando su carácter de fusión y asimilación de factores diferentes.

Junto a sus Memphis Mariachis o los Spiders from Memphis (según la ocasión) y a sus Lovely Elvettes (Priscilita, Gladysita, Lisa María y Qué Linda Thompson), arma un show tan sincrético como variado y sorprendente.

Sus collages musicales abarcan más de 200 canciones (no todas de Elvis, aunque sí fundamentadas en el rock and roll: The Jam, U2, Aerosmith, por mencionar algunos) que combina en el más puro remix  para obtener el impacto deseado —un brillante pastiche de pop cultural que recoge más de 50 años de música en un estilo de revista de enormes proporciones—: “In the Ghetto” con “Losing My Religion”, “Black Magic Woman” versión Santana con “Maggie Mae” de Rod Stewart para recrear “It’s Now or Never”, o las paráfrasis latinizadas de “Lust for Life” de Iggy Pop, “Viva las Vegas!” (“Viva la Raza”), “Graceland” convertida en “Aztlán”.

Con ellas canta, entre otras cosas, sobre el “diabólico” presidente de los Estados Unidos, Quetzalcóatl, los conquistadores españoles, Emiliano Zapata, los “espaldas mojadas” en la Unión Americana, el sexo seguro o la erradicación de las “gangs” y proyectos de integración.

Porque El Vez no es una estrella cualquiera, quiere hablar de los sentimientos de su comunidad, de los problemas que la aquejan, de los gustos de los jóvenes, de las raíces culturales, del habla sui géneris, de la personalidad dividida, de los líderes comunitarios, de lo que a diario se vive. Ser como un periódico musical rocanrolero y chicano.

Sus canciones no son panfletos ni propaganda, sino sátiras finas y parodias inteligentes. Son, si se quiere, documentos informativos para acercarse al fenómeno chicano, inmersos en un teatro musicalizado de activismo social con estilos que van del rock and roll a lo alternativo, pasando por el rock de garage y el revival.

Política sin límites en teoría y práctica, en donde la obviedad de las letras actúa como pasajero del mejor vehículo: el humor. “El Vez has entered the building”.

Igualmente, Robert López lidera desde el comienzo de la primera década del XXI un proyecto paralelo llamado Trailer Park Casanovas, un cuarteto oriundo de Hollywood de rhythm and blues, rockabilly y un estilo texano de country alternativo, que ha grabado ya un EP y los compactos End of an Era, Livea at Caesar Palace (compuesto de cóvers) y So Charmin’, y es colaborador ocasional también del grupo The Straitjackets.

Discografía selecta: Fun in Español (1994), Graciasland (1994), G.I. Ay, Ay! Blues (1996), Pure Aztec Gold (2000), Boxing with God (2001), Está bien Mamacita, está bien (2005). Todos con Sympathy For the Record Industry. DVD: Elvez/Gospel Show in Madrid (2007, Munster Records), God Save The King (2013).

VIDEO SUGERIDO: El Vez “Chuhuahua” Monterey 2008, YouTube (jessen88)

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BABEL XXI-SINOPSIS (6)*

Por SERGIO MONSALVO C.

BABEL XXI (FOTO 1)

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SINOPSIS 6 (FOTO 2)

BXXI-26 ZUCO 103

La diáspora brasileña ha extendido por el mundo su gran manto a través de la música. La dispersión de esta nacionalidad ha repartido sus notas en todos los ámbitos del globo terráqueo. En los Países Bajos, por ejemplo, ha sido especialmente bien recibida y asimilada dando lugar a transformaciones de la misma para ubicarse en la hipermodernidad. Su mejor representante se hace llamar Zuco 103, un trío de hipnotizantes rítmicas y coloridos que no descuida la lírica. La música de este grupo multicultural es una combinación también de tres elementos: jazz (y funk en menor medida), la corriente electro y la música brasileña en sus manifestaciones neo de la samba, el pop y la bossa nova.

VIDEO SUGERIDO: Zuco 103 – Treasure (2002) –Stereo-, YouTube (nvv)

SINOPSIS 6 (FOTO 3)

BABEL XXI-27 ELVEZ

A Elvez, su producto, Robert López lo autonombró “el Elvis mexicano”. Y con él dio rienda suelta a una imaginería sincrética que se ha plasmado en más de una decena de discos vibrantes y en cientos de sorprendentes conciertos por todo el mundo. A la plasticidad pictórica, que fue su embrión, el artista ha agregado ingredientes de diversa procedencia para sintetizar un personaje carismático, tan internacional como intercultural. Hace un show sobre Elvis Presley pero a su manera y respetando al objeto de su homenaje. Las letras de sus canciones están reelaboradas en un spanglish puntilloso, coloquial y lleno de alusiones a las vivencias de los mexico-americanos en los Estados Unidos.

VIDEO SUGERIDO: El Vez Live in Toronto 2001-04, YouTube (TObeSCENE)

SINOPSIS 6 (FOTO 4)

BXXI-28 THIS IMMORTAL COIL

La música de un supergrupo como This Immortal Coil es una utopía, una idea que en el mismo momento de nacer lleva implícitas la fugacidad y la finitud. Es un punto en el tiempo y en el espacio donde confluyen diversas y poderosas fuerzas que tras conglomerarse ser disparan en direcciones divergentes. En ello siempre se esconde un pequeño drama, pero también un momento sublime. En el caso de This Immortal Coil hay leyendas, una larga ruta de relevantes ancestros, la devoción hacia ellos de unos cuantos utopistas creadores y un culto restringido. Es, pues, un auténtico exponente hipermoderno. La única certeza que se tiene tras escucharlo es la de la belleza sonora.

VIDEO SUGERIDO: This Immortal Coil – Tattoed Man, YouTube (criniquemusicale)

SINOPSIS 6 (FOTO 5)

BXXI-29 NATACHA ATLAS

Las palabras clave en la obra de Natacha Atlas son etno-trance y world dance y representan un desarrollo hipermoderno de la chanson árabe. En su material se observa un progreso en la profundización con el Oriente, con las estructuras de las canciones de ese carácter, sin perder la sonoridad del siglo XXI. Ella ha querido llegar a los orígenes musicales para luego llevarlos al futuro, que es hoy. A partir de la revuelta de enero del 2011, ella se ha convertido en la primera persona a la que se requiere cuando urge una voz oriental y cosmopolita que represente a Egipto, aunque haya pasado más tiempo en el Reino Unido que en ese país y, desde luego, haber sido marcada por su cultura musical.

VIDEO SUGERIDO: Natacha Atlas – Amulet, YouTube (bullmastiff85)

SINOPSIS 6 (FOTO 6)

BXXI-30 ALI FARKA TOURÉ

Ali Farka Touré desde muy joven tuvo inclinación por la música y ese fue el oficio que escogió para expresarse desde los diez años de edad. Se enroló desde entonces como interprete y creador dentro de la corriente de raíces ancestrales malienses, una de las tradiciones más antiguas del país africano, del cual con el paso del tiempo se convirtió en su mayor representante (hoy un género denominado como Mali Blues, por simplificación). Touré, el llamado padre de ese blues, que tenía 67 años al morir, dedicó el tema central de su último disco a contar la historia de un hombre de la sabana africana del siglo XXI que debió abandonar su tierra para probar fortuna en la Europa urbanita.

VIDEO SUGERIDO: Ali Farka Touré – Amandrai live at Segou Festival, YouTube (WORLD CIRCUIT)

*BABEL XXI

Un programa de:

Sergio Monsalvo C.

Equipo de Producción: Pita Cortés,

Hugo Enrique Sánchez y

Roberto Hernández C.

Horario de trasmisión:

Todos los martes a las 18:00 hrs.

Por el 1060 de AM

96.5 de FM

On line por Spotify

Radio Educación,

Ciudad de México

Página On line:

http://www.babelxxi.com/

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