Por SERGIO MONSALVO C.
IX
Mingus ordena. Por eso fue un líder nato de diversas agrupaciones. Por eso siempre se ofreció a sí mismo con tanta vehemencia como a su música. Y no exigía menos de sus acompañantes, de su medio, de su vida, de sus pensamientos. Carácter semejante lo colocó siempre en el centro de las turbulencias con las volubilidades propias de un artista.
Estuvo consciente en todo momento del papel que debía jugar un creador: ser parte del jazz, sí, pero también de la existencia cotidiana, de su problemática, de sus luchas constantes por la reafirmación. Por eso fue compositor e intérprete.
Como compositor fue importante en la evolución del jazz por su ineludible compromiso experimental. Poseyó la ambición para crear obras extensas, para construir y desarrollar líneas melódicas, motivos y pasajes luminosos de llamada y respuesta entre las diferentes secciones de la banda, riffs y variantes que huían del cliché, de los límites conocidos.
Charles Mingus
Mingus ordenaba. Lo mismo inexorables texturas que los gritos, pero también fue un virtuoso de su instrumento: el contrabajo. En él se dieron cita la polifonía y la voluntad de trascendencia con grandes cuadros de improvisación.
Complejidades que mostraban su personalidad como parte de la música. Un ser contradictorio y genial, talentoso y creativo, que ordenaba los pensamientos con bajos de fondo al compás de cuerdas iluminadas.
VIDEO SUGERIDO: Charles Mingus – Devil’s Blues – Live At Montreux (1975) (1-2), YouTube (Julio Cortázar)