ELLAZZ (.WORLD): JULIA HÜLSMANN AND ANNA LAUVERGNAC

Por SERGIO MONSALVO C.

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 CELEBRANDO A NEWMAN

 En el jazz las cosas pueden ser distintas. No hay lugar para maledicencias, frivolidades o respuestas acomodaticias. No. Las mujeres reunidas ahí por lo regular crean y recrean, comunican algo sincero de manera voluntaria. Es el caso de dos féminas inscritas en él: Julia Hülsmann y Anna Lauvergnac, ambas de lengua alemana. Ellas se han reunido para contarnos a través de historias musicales su descubrimiento, vivencias y lecturas de Randy Newman.

Habla Julia Hülsmann:

“Mi nombre es Julia Hülsmann y empecé con la música desde niña. A los diez años me invitaron a dar un concierto de piano que se trasmitió por televisión. Uno de los cantantes famosos por esa época en mi país cantó varias piezas junto conmigo. Le gustó tanto cómo lo hice que me recomendó para entrar en una exclusiva escuela de música. Así que realicé estudios de piano y composición clásicos, en los que me gradué.

“Pero mis inclinaciones eran hacia el jazz y a él me dedicaba por las noches. Tocaba en los clubes de Munich. Ahí conocí a dos de las cantantes con las que he trabajado: la noruega Rebekka Bakken y la austriaca Anna Lauvergnac.

“Con Rebekka grabé mi primer disco como solista, Scattering Poems, al lado de mi trío, formado por dos amigos: Marc Mulbauer, en el bajo, y Heinrich Köbberling, en la batería. Me gustó. Sin embargo, quería hacer algo también con Anna. Ella ha sido por muchos años la vocalista de la Viena Art Orchestra. O sea, es una perfeccionista. Tiene un gran temperamento. A veces tempestuoso. Eso le ha ayudado a interpretar el jazz y el blues. Es una cantante con muchos matices finos. Es muy delicada y precisa en los énfasis.

“Así que un día le comenté que quería realizar algún proyecto con ella, pero teníamos que saber si congeniábamos para ello. Eso era muy importante. Lo mismo que tener puntos de encuentro, cosas en común. Y qué mejor manera de conocer a alguien que comiendo y bebiendo. Nos citamos en un restaurante italiano y comimos y bebimos, pero lo mejor de todo fue que conversamos.

“Siento que al otro día de la cena ya éramos amigas y las amigas se invitan a sus casas. Primero fuimos a la mía e hizo que pusiera los discos que a mí más me gustan. Mientras tomábamos una copa de buen Bordeaux recorrió mi discoteca con gran detenimiento.

“Un par de días después visité su casa. Pedimos comida china y bebimos un vino blanco del Rhin. Ahora me tocó el turno a mí de conocer su música. Destacaba sobre todo la sección de los clásicos, el blues y el pop. En un momento dado, mientras revisaba esa parte, me preguntó cuál era mi compositor preferido de tal género. Pensé en Cole Porter, en los Beatles, en Burt Bacharach. Sin embargo, pronuncié otro nombre: el de Randy Newman. “¡tor preferido de tal gsa parte, me pregunt pero sobre todo conversamosiaca Anna Lauvergnac.

Exacto!”, dijo ella. Al parecer habíamos encontrado el punto común sobre el cual trabajar.

“Comenzamos a hacerlo. Sugerí que pusiéramos cada una en el papel el por qué nos gustaba Randy Newman y nuestras doce canciones preferidas del compositor estadounidense. Algunas semanas después —debido a que los compromisos de ambas se habían interpuesto— pudimos reunirnos de nuevo.

“Cada una había hecho su tarea. Ella incluso fue más allá. Hizo un recorrido por varias tiendas de discos para corroborar que no le faltara ni uno, por más rara que fuera su edición. Consultó enciclopedias especializadas para asegurarse de tenerlo todo. Además de escribir lo solicitado, armó un disco compacto antológico con sus temas favoritos. Me regaló una copia.

“Comparamos notas y coincidían en la mayoría de las piezas. Ésas entrarían sin pensarlo más. Sobre el resto defendimos nuestras posiciones. Quizá fue la parte más importante de ese work in progress. El carácter de cada una se manifestó con las preferencias particulares. Incluso para aderezar nuestras posturas nos relatamos algunas anécdotas personales.

“Después de ello le concedí dos temas y ella hizo lo mismo conmigo. Logramos tal empatía luego del experimento que compusimos un tema al unísono para el disco producto de las sensaciones conjuntas. Uno que habló del papel de la música en nuestras vidas: ‘Come Closer’. Newman había sido el gran motivador.

“Optamos por interpretar en nuestro proyecto la música de Randy Newman por varios motivos. En primer lugar por su postura confesional como cantautor. Es decir, en él encontramos las vivencias necesarias. En segunda instancia por su enorme acierto al contar siempre historias en cada una de las canciones. Con ello ha llenado un nicho dentro del género pop, tan poco dado a las franquezas. Sus narraciones son un magnífico ejemplo del uso del humor. El suyo es irónico, profundo y cortante. Tiene agudeza.

“Newman habla del racismo, de la esclavitud a conceptos añejos, de las perversidades de la vida, con introspecciones sensibles, cercanas, sobre diversos tipos de personalidades. Y lo hace mezclando la forma lírica más tradicional con muy buenas orquestaciones. Quizá también por eso tiene tanto éxito como compositor de soundtracks. Rememora al famoso Brill Building de la cultura popular estadounidense. En él hay blues, cierta crueldad como en los cuentos férricos y un manejo ‘comercial’ de las desilusiones. Su pop es así de intenso y así de cercano a la realidad.

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“Nosotros describimos a Newman como una especie de chubasco que te sorprende mientras paseas por una feria. Tienes que refugiarte en algún sitio y esperar a que pase. Así que sólo te queda observar a los personajes que deambulan por ahí, sin el contexto de la diversión. Tanto los que trabajan como los que visitan el lugar. Siempre hay un dejo de acidez en ese panorama. Incluso uno de sus temas habla en esencia de lo mismo, creo que es ‘Davy the Fat Boy’.

“En esa canción hay su buena porción de humor negro, un ingrediente que lo caracteriza. Trata acerca de que un amigo de la familia está presente en el momento de la agonía de la madre de Davy, un jovencito víctima de una disfunción hormonal que hace que engorde de manera fenomenal. La madre le pide que por favor cuide a su hijo cuando ella ya no esté.

“El amigo se compromete ante el lecho de muerte a velar por el desvalido muchacho. Así que tras el fallecimiento de la madre mete a trabajar al chico como parte de un espectáculo de fenómenos humanos. ‘Su vida está asegurada’, se dice a sí mismo el amigo satisfecho. Así son las canciones de Newman.

“Anna me contó una anécdota personal con la pieza ‘You Can Leave Your Hat On’, quizá una de las más populares de Randy. Resulta que cierta vez, durante una gira por la Unión Americana de la Viena Art Orchestra, estaba cansada de tanto ensayo y de ver a la misma gente. Así que una noche salió con la intención de pasear y tal vez tomarse un trago por ahí. Estaba en Nueva York, así que las opciones eran múltiples. Se decidiría por el camino.

“Se dejó llevar por las luces y por el bullicio de una avenida cercana. Caminó sin objetivo, sólo mirando el neón de los anuncios y las fachadas de los distintos comercios. Había estado tanto tiempo rodeada de los músicos de la orquesta y de los relacionados con ellos, que la gente noctámbula de aquella ciudad le parecía de otro planeta. Los gritos, las risas, las conversaciones, hasta el modo d caminar los veía raros y misteriosos. Cuando concluyó que ya estaba fantaseando demasiado entró al primer bar que se encontró.

“Instalada en el bar ordenó un Manhattan y una cajetilla de cigarros. El mesero del concurrido lugar le llevó el coctel y lo demás y le dijo que ya estaba pagado. Un tipo sentado en la barra la estaba invitando. Lo vio. Tenía buena pinta. Quería hablar algo diferente con gente diferente, así que aceptó la invitación. El tipo se trasladó a su mesa y platicaron largo y tendido. Ella se tomó otros dos Manhattans y se sintió de lo mejor. El caso es que terminaron en un hotel cerca de Washington Square y él le pidió que le hiciera un streap tease con la canción que estaba en el sonido ambiental del lugar.

“Ella siempre había sido tratada como una diva en los encuentros amorosos, es decir todos se habían plegado a sus gustos y prácticas, nunca se presentaron las cosas a la inversa. Y tampoco ella se había detenido a pensar en ello siquiera, así que la petición le resultó tan contrastante que aceptó. Y por primera vez en su vida deseó ser una profesional del burlesque. Por su mente pasaron las escenas conocidas, pero el ritmo fue el que captó su atención, y a él se aferró para hacer su encueramiento. Todo un debut.

“Escuchó de forma atenta las palabras de la canción y siguió las instrucciones al pie de la letra. La música la acariciaba lujuriosamente y le hizo sencillo y urgente el despojo de cada prenda. Se sintió distinta, otra y el instante le gustó. Cuando tiempo después vio la película 9 y ½ semanas y escuchó de nueva cuenta el tema, se dijo a sí misma que no lo había hecho tan mal, comparada con Kim Bassinger. Desde entonces el tema siempre le recuerda cosas agradables y cierto perverso placer.

“Finalmente el proyecto se concretó en algo: hicimos un disco de nombre Come Closer que nos motivó enormidades. Confrontamos nuestras agendas, consultamos a los representantes y todo fue viento en popa. La compañía ACT se interesó en lo que pretendíamos y nos señaló estudio, tiempos y productor. No obstante eso fue lo de menos, lo importante fue que la música fluyó. Cada canción se convirtió en un guiño entre nosotras. La preparación había sido una auténtica charla entre amigas, con Randy Newman de pretexto”.

VIDEO SUGERIDO: Sandman’s Coming – Julia Hülsmann & Anna Lauvergnac, YouTube (Julia Hülsmann Trio – Tema)

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