REZA EL GLOSARIO: PIERCING

Por SERGIO MONSALVO C.

 

PIERCING (FOTO 1)

 

EL GOLF CÁRNICO

 

Hay quienes recurren al body piercing para enfrentar la realidad. Los últimos estertores del posmodernismo descubrieron este “nuevo” simbolismo placentero. Se trata de elegantes anillitos y astillas de oro que prácticamente sin dolor se colocan en las partes más diversas e íntimas del cuerpo. Las orejas, las cejas, la nariz, la lengua, el ombligo, el pezón, la vulva, el glande, el clítoris, el escroto, el ano. Donde sea.

Mucha gente conoció el piercing a través de los tatuajes, ya que antes solía realizarse al margen de esta última práctica. Sin embargo, tardó en popularizarse. Literalmente significa «perforación del cuerpo» y se puso de moda con la nueva ola del black power en el mundo del rap. Los raperos más influyentes se pusieron a buscar sus raíces africanas. Los aros en la nariz pronto se convirtieron en algo normal. Así se rompió el hielo y el asunto se propagó rápidamente como un shock cultural.

Sin embargo, la práctica del piercing es tan vieja como Matusalén. En la antigua Roma, los hombres se ponían aros en las tetillas como señal de valor. A sus mujeres les pareció tan excitante que también se los pusieron. Asimismo está la historia del príncipe Alberto, la cual tuvo lugar en la pudibunda Inglaterra de la reina Victoria.

A la reina le molestaba sobremanera el “bulto” visible en el pantalón del príncipe Alberto. Por eso diseñó la «construcción del príncipe Alberto», una intervención que ha conservado el nombre en el body piercing actual: introducir un arito por la uretra al interior del glande, saliendo por detrás. El pobre Alberto tenía que pasar un cordón por el aro para amarrarse el pene al cuerpo, tranquilizando así a la reina.

En todo caso está claro que el piercing es una necesidad o un impulso profundamente arraigado en el ser humano. El deseo eterno de dar forma al cuerpo de acuerdo con la propia voluntad. Se trata precisamente de una expresión de anarquismo corporal, en este sentido, además de que perforar alguna de sus partes puede brindar mucho placer al dueño.

La astilla horizontal a través del glande, por ejemplo, parece garantizar que se anima o incluso se salva la vida sexual del portador y de su pareja. Nada más hay que imaginarse lo que eso puede aportar en cuanto a fricción. También para las mujeres con los pezones hundidos el piercing muchas veces resulta ser la solución.

PIERCING (FOTO 2)

Por otro lado, sería ingenuo negar que el piercing tiene lugar entre agujas, sangre y genitales.  Una operación irresponsable puede tener consecuencias serias.  Sólo hay que pensar en las infecciones e incluso la propagación del por todos temido virus del VIH.

Y como en todo es posible encontrar a profesionales de mucha experiencia y a otros que sólo se aprovechan de la moda para hacer negocio. En Europa ya existe la European Professional Piercers Association, que otorga certificados profesionales y así protege a los consumidores. También exige, por ejemplo, que utilicen autoclaves para esterilizar sus instrumentos, en lugar de sólo alcohol.  El verdadero peligro son los negocios clandestinos, que no pueden ser revisados.

Como se puede ver, el simbolismo visual es dinámico. Las ideas permanecen o se eclipsan, son ellas o su eco, pero están ahí para servir de recio armazón a quien rescata de esta forma la poesía de lo cotidiano, ya sea de manera íntima, bizarra o estridente. Las voluptuosidades de la investidura corporal.

PIERCING (FOTO 3)

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REZA EL GLOSARIO: ONOMATOPEYAS

Por SERGIO MONSALVO C.

 

ONOMATOPEYAS (FOTO 1)

 

¡CRASH!

 

Hay veces en que la realidad debe parecerse a un comic, o serlo, para ser escuchada. Si no fuera así, de qué otra manera nos daríamos cuenta de que algo se rompe al oír gráficamente un ¡Crash!: o que alguien llora (¡Sniff Sniff!) o aplaude (¡Clap Clap Clap!).

Desde niño uno recibe educación en ese sentido, tanto los padres como los primeros libros van formulando vocablos cuya sonoridad recrea algo que al escucharlo cobra el significado requerido. Pero no solamente puede ser algo, del entorno, sino igualmente un acto, una acción, a la cual representar.

Existen miles de ejemplos al respecto y cada idioma posee los suyos o los adopta o adapta de otros a sus necesidades. Los hay tan elementales como los que imitan los ruidos de los animales (Guau, Miau, Oink), de los humanos, como la tos (¡Coff, Coff!), los besos (¡Mua!), el que se hace para llamar la atención de alguien (¡Psst Psst!), o los artificiales, como el de los disparos (¡Bang! ¡Bang!), una explosión (¡Boom!) o una cerradura que se abre (¡Click!).

Asimismo, están los vocablos de las personas para darle significado al dolor (¡Ouch!), al desprecio (¡Bah!), a la risa (¡Ja Ja Ja!), etcétera. Sin embargo, hay otros de esos vocablos utilizados por la gente que se usan para evocar, trasmitir, definir una situación, un sentimiento, un estado anímico. En el rock  esta herramienta lingüística ha encontrado un fértil campo de cultivo, un lugar para la exposición y hasta una razón de ser.

ONOMATOPEYAS (FOTO 2)

En el comienzo de su tiempo se encuentra una y sólo una expresión que retrata la emotividad y la salvaje energía que posee el género: “¡A-womp-bomp-a-loom-op-a womp-bam-boom!”, que abre el tema clásico “Tutti Frutti” de Little Richard. A partir de entonces, las onomatopeyas han acompañado al rock para nombrar subgéneros (Doo-wop), canciones (“Do-do-do-da-da-da”), grupos (Chk Chk Chk!!!) o ilustrar portadas de discos, entre otras manifestaciones.

La inspiración para hacer de ello además un arte proviene de la raíz dadaísta del género, movimiento vanguardista que tomó a la onomatopeya e hizo de ella teatro, pintura, canto, poesía, anti arte en general y declaración de principios. Dicho movimiento lanzó, entre su infinidad de propuestas, la poesía fonética que influiría a otras corrientes artísticas en el futuro.

El poema fonético estaba inspirado, en su origen, en los lenguajes africanos más básicos (producto de la reciente relación estética con dicho continente a través del fauvismo y el primitivismo). Y fue creado como rechazo radical del uso de la palabra que tenía el sistema contra el que luchaba el movimiento. Tenía un carácter de revuelta contra el lenguaje mismo (finalmente, la herramienta de la que se vale el poeta para ejercer su oficio), al que considera alienado e incapaz de producir significación en la sociedad capitalista.

Los dadaístas lo consideraron el reducto último de la individualidad. No aspiraba más que a comunicar un simple sonido primigenio, aquel que posibilita toda lengua, todo discurso, pero del que nadie puede ser propietario. En este sentido, la poesía fonética supone para tales artistas tanto la destrucción del lenguaje como su salvación, pues en su renuncia al significado, la voz encuentra una tierra libre donde cantar.

ONOMATOPEYAS (FOTO 3)

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REZA EL GLOSARIO: MTV

Por SERGIO MONSALVO C.

 

MTV (FOTO 1)

(DOS PREGUNTAS)

 

1.- ¿Qué representó MTV en su mejor momento para la música?

No creo que haya habido un “mejor momento” de MTV para la música, al contrario, creo que todas sus acciones desde el comienzo han actuado en contra de la misma.

Si al principio la influencia y el uso del lenguaje cinematográfico adaptado para una TV musical parecía abrir muchas posibilidades para el ideal artístico, una nueva forma de expresión (incluyendo el contracultural), muy pronto se comprobó, sin embargo, que el medio y el fin eran iguales: la incitación al consumo.

Privó, a pesar de su alarde de novedad, la función primaria de la TV en la que estaba anclada: producir demanda y fabricar consumidores. Es decir, la imagen (la forma) fue puesta al servicio de esta función en detrimento del contenido (la música). Dejó de lado el componente sonoro y sólo tuvo en cuenta lo relacionado con el aspecto visual (el más aséptico).

Se puede comprobar que de contenido significativo ha habido muy muy poco. Lo que ha prevalecido ha sido la homogeneización de los gustos (manipulación pura y dura a partir de la repetición o el favorecimiento de la prevalencia del single sobre el disco completo y su lucrativa descomposición, entre otras cuestiones), la estandarización de “valores” impuestos (sus sospechosos premios, el mejor ejemplo) y hasta la conservadora y perversa intención de descafeinar las manifestaciones de resistencia social que habían gozado de gran importancia y popularidad, como el punk o el grunge, a través del Unplugged, es decir, buscó la neutralización del “ruido” (a la que en su “mejor momento” no lograron escapar ni las bandas más radicales), por mencionar algunas cosas.

La relación música/imagen que encarna MTV es muy compleja para abordarla con profundidad en este poco espacio, pero sí creo en lo que expuso Bruce Springsteen al respecto: “La música no debe ser la banda sonora de la publicidad televisiva. MTV ha suprimido la distinción entre hacer y vender música. Ésta debe ahora, más que nunca, definirse contra la lógica corporativa”.

MTV (FOTO 2)

2.- ¿Qué significa para mí que MTV haya dejado atrás su característica de canal de videos para transformarse en un canal de reality shows para adolescentes?

El en origen, las compañías discográficas no utilizaron los videos promocionales, el videoclip, simplemente porque existían. Sino que existían porque fueron necesarios para incrementar el número de ventas de dichas compañías en una época de crisis (fines de los setenta).

Para eso les sirvió MTV. Con el tiempo, ante la saturación y omnipresencia (no había lugar dónde escapar de ellos: bares, restaurantes, discotecas y hasta en los conciertos, los videos dejaron de funcionar como escaparates), los ejecutivos de esta cadena tuvieron que buscar nuevos caminos para producir de manera simultánea demanda y consumo.

Rebajaron aún más su oferta con el culebrón esperpéntico del reality de la familia de Ozzy Osborne, y ahora, ante la nueva crisis (¿terminal?) de la industria discográfica, recurren otra vez a la fragmentación con realities encapsulados, breves, excitando la bárbara “petición” de diversión constante de una nueva generación de consumidores, a quienes forman de esta manera, con estos gustos impuestos, para fabricarse un futuro probable a base de imberbes recursos humanos que sin criterio recibirán y aceptarán los lenguajes que los formarán y conformarán y cuyos efectos se reflejarán en su manera de ser y comunicarse en la vida cotidiana.

MTV (FOTO 3)

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REZA EL GLOSARIO: HASTÍO

Por SERGIO MONSALVO C.

 

HASTÍO (FOTO 1)

 

FORMA DE ESTAR

Desde hace siglos, si no es que desde siempre, el hastío ha proyectado una sombra gigante sobre los humanos y su arte. La poesía, escultura, pintura, novela, música, han creado monumentos impresionantes a tal sentimiento, una corriente subterránea dirigida a exaltar esa forma de estar en el mundo, como lo atestigua la estética que declaró el hartazgo espiritual como parte esencial de lo poético.

Hoy en día, en ya pleno siglo XXI, quizá ellos, los hacedores de esta proyección se asuman en el eco, en el anhelo de otra realidad.

Quizá ellos lo perciban, y lo hagan por esa avenida donde como escritores deambulen mascullando su fastidio. Quizá de cualquier manera tengan que emprender la vagancia imaginaria alrededor de sus desiertos cotidianos, gritando su desesperanza. A veces juegan a la poesía distrayendo la pena. La certeza de que la vida no significa nada los lleva, armados de un fuerte nihilismo, a una búsqueda interior, para explorar quiénes son y quiénes deseaban ser, y el cansancio por ambas cosas.

El flujo de pensamiento en sus obras equivale a la exploración continua por la comprensión personal de la propia realidad. Un escritor piensa que todo ello es muy cierto en nuestra sociedad y que analizar el origen de dichas creencias puede conducirnos a un mayor conocimiento del vacío en el que vivimos.

La premisa de los surrealistas, que se consagra a desgarrar la fachada de la realidad a fin de revelar las verdades interiores, tal vez sea afín a su propósito. Es dentro del sutil reino subterráneo de la intuición, la pasión y la comprensión que será posible conectarse con él.

En el hastío es manifiesto que no es preciso el mal físico para sufrir por el quebranto. El agobio espiritual puede resultar mucho más insoportable que el dolor orgánico. En el caso de su poesía este hecho es evidente, y su entendimiento es fundamental para percibir los lenguajes de la invisibilidad que duele.

El terrible ángel que despierta tal entendimiento y otorga el don de la mirada interior es el del agobio, en este caso canalizado hacia el hartazgo. A éste desde tiempos inmemoriales se le considera como una cuita que tortura a los afectados por los lazos con el mundo.

El hastío es un estado anímico al que conducen muchos caminos, de los cuales el más seguro es el de la pena vivencial. Un mundo afectado por la aflicción trata de curarse en la obra, que en este caso se realiza dentro de la poesía. Y ésta, como ninguna otra, ofrenda el mayor lujo del arte: el sufrimiento. La voz del hastío es la poesía del dolor plasmado y no sólo vivido.

Muchos seres han tomado al hartazgo como pauta para su manifiesto, es hijo de la época, de la duda y de la incredulidad. Un fenómeno recurrente en la actualidad, una erupción desesperada, un potente grito en el que se juntan todos los gemidos de la especie. El ojo del que padece es el que está más abierto para la verdad, han dicho los filósofos.

La comprensión de la vida es una tragedia inserta como misterio. Los griegos pusieron al hombre desdichado en el centro del mundo y lo condenaron al protagonismo. Homero lo escribió: “No hay cosa de cuantas respiran y andan sobre la Tierra, más lamentable que el hombre”.

Los artistas, como exponentes de esta situación, crean una atmósfera en que la aspiración no consiste en vivir dentro de la sociedad de la que forma parte, interrelacionarse con los otros, sino conseguir un paliativo a su desprecio por el mundo y sus normas, a través del éxtasis provocado por un agobio muy bluesero.

HASTÍO (FOTO 2)

Con el hastío se puede hablar de hombres y mujeres con los sueños rotos; del vislumbre de la vida cotidiana como una sombra, la sombra de todos los días. Tantas sombras que parece que un tipo apenas tiene la oportunidad de mantenerse erguido.

La humanidad lleva la sombra como capa y la vida como un costal en sus espaldas, más grande que ella misma. Como si el gordo dedo de la divinidad (cualquiera) estuviera a punto de aplastar sus pequeñas miserias para hacerle saber que está viva.

La única vez que tiene una oportunidad de erguirse es cuando las sombras se convierten en noche. El peso de un hombre normal al abrigo de la oscuridad —oscuridad donde ninguna sombra puede encontrarlos— es la libertad. Y la libertad aquí enarbola un letrero que dice: “Estoy asqueado y aburrido: harto”.

Todos nos hemos hartado alguna vez de todo. Sin embargo, lo desquiciante es estarlo todo el tiempo. Y ahí es donde radica el quid. Nada ni nadie ha logrado encontrar una guía determinante que ayude a encontrarle lo positivo, ya no a una mala época, sino a la existencia. De tal manera que a cada quien le llega el momento de la claridad en este sentido y regularmente se tiende a explotar, a vociferar o a deprimirse –el espectro es amplio—, sin encontrarle razón al laberinto.

En esa circunstancia es donde radica la épica personal, en la tragedia que nos enfrenta al cosmos. Siendo razonable se intuye que es una lucha imposible de ganar, aunque a veces, muy escasas, se salga bien librado de una batalla. La historia, las estadísticas, los hechos consumados, registran minucias en este sentido. En la balanza hay una desigualdad definitiva.

Sobreviene entonces una reacción natural, el tedio existencial y en cierto instante te das cuenta de que ya pasaste por eso cuando eras joven y creías saberlo todo y, entre otras cosas, que los adultos no tenían ni la más mínima idea de lo que era la vida. Y pasan los calendarios y descubres que efectivamente no tenían ni idea, ni tú tampoco, ni nadie jamás, nunca, ni antes ni después de ti. Y que siempre todos hemos andado perdidos.

Hay paréntesis en el tiempo –días, meses, años— en que lo único claro es que las cosas se reducen a un combate entre el mundo y tú, en una pelea callejera, sin reglas, en donde las artimañas únicamente las conoce el otro bando. Y otra vez, gritas y vociferas harto de semejante injusticia, y vives como un basilisco cada segundo, cada minuto, cada hora…para esperar el enfrentamiento final, y entonces recuerdas aquella atinada canción que irónicamente dice que no debes preocuparte, para luego explicar que la vida es únicamente sobrevivir y luego, nada: te mueres.

Te das a la tarea de resumir a disgusto: ¿sirven de algo las rebeliones o las actitudes airadas? ¿Sirven de algo el retraimiento o la depresión, al respecto? Y te contestas que no, que todo ello es absurdo y no lleva a ningún lado, pero como buen espécimen de la raza humana nunca desaprovechas la ocasión para equivocarte de nuevo y te apuntas a uno de esos casilleros. Tratas de sobrellevarlo con entereza, pero es inútil.

Te llega la evocación de aquello que leíste en algún lado acerca de que hay mucha gente a la que le cuesta encontrar su lugar. “Pasan la vida dando muestras de sus intereses, pero cargan consigo el castigo de lo intermitente. Es como si su razón de ser llevara incorporado un mecanismo de autodestrucción, que garantiza que cuando al fin las cosas se vean bien, empezarán a ir mal de nuevo”. El agobio y el hastío, again.

No podemos controlar lo que la vida nos hace. Lo hace sin darnos cuenta, y cuando lo hacemos ya es demasiado tarde. ¿O no?

HASTÍO (FOTO 3)

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REZA EL GLOSARIO: HYBRIS

Por SERGIO MONSALVO C.

 

HYBRIS (FOTO 1)

 

LA DESMESURA ROCKERA

 

El vocablo “Hybris” presenta habitualmente varias acepciones en los diccionarios contemporáneos e incluso se le señala como un síndrome (al que los psiquiatras han tratado). En esos compilados se le menciona como una falta de comedimiento, algo que califica aquello descomunal o inmenso, fuera de los límites. Es decir, representa lo exagerado, lo excesivo y siempre relacionado con la conducta humana.

Tal palabra es griego puro (ὕβρις) y usualmente se le puede encontrar en tratados o ensayos sobre tal literatura. En sus escritos, el filósofo ateniense Higinio la retrató en varias de sus fábulas éticas. Por ello los estudiosos han dedicado tiempo a descifrar el concepto. En su transcripción más acertada se le interpreta como “desmesura”, un sustantivo que incluye todo lo que sobrepasa una justa medida.

En las vidas griegas un principio que regulaba la ética en aquella cultura era el de un término medio para todo y nada, ni el amor, ni el dolor, ni las aspiraciones, ni el poder, ni cualquier otra cosa, debían sobrepasar una medida razonable, expresado con en la máxima (medém agan: “nada en exceso”) que predicaba la moderación como valor vital.

La hybris, pues, era (es) algo que genera un desequilibrio y, sobre todo, que atrae la cólera de los dioses, siempre dispuestos a propiciar la ruina del que la muestra. Por lo tanto, la soberbia o el orgullo por lo que se ha logrado, eran (son) machacadas por los dioses en historia trágicas (con la llegada del romanticismo cambió la actitud y el hombre enfrentó a las deidades para tomar el timón de su propia vida).

La hybris humana, de manera general, era el tópico de toda tragedia griega en que la que un héroe, que solía ser un ser mitológico, se oponía al destino que le había sido marcado, lo cual era hybris porque sobrepasaba las capacidades humanas, desmesuras que iban a ser las causantes de su ruina y desgracia, que al final se desencadenarían provocando el desenlace trágico y la catarsis en el público. Se trata desde entonces de un tópico literario.

Y si eso era en el teatro, en lo musical tal conducta era representada en las paredes o en las piedras de los escenarios y hasta en los templos, con la figura de cuatro bailarines en posturas irregulares cada uno, en las cuales se les veía danzar y gesticular de manera incontrolada, salvaje, como reflejo de tal actitud. Lo contrario a ello era la frónesis (que designaba al pensamiento y a la conducta prudentes).

En términos contemporáneos, la mitología de la que se nutre la cultura del rock (y aquí cabe recordar que la historia del mismo está cimentada por sus mitos) le otorga el mayor crédito a toda desmesura (uno de sus elementos esenciales) y a las explosiones del genio individual, sobre todo a aquello que refleje el barullo mental y emocional que se transpira siendo de naturaleza airada, contestataria y románticamente enfrentada al destino.

Y su constante desde siempre (desde su comienzo hace setenta años) ha sido la necesidad de expresarse, del descubrimiento de cómo hacerlo, de lo dinámico y de lo bárbaro, salvaje, y muchas veces extremo, que dicha necesidad conlleva y que se ha manifestado en diversas formas. Así ha sido desde la aparición de Little Richard hasta la última presentación (en Nueva Zelanda) y acción (suicidio) de Keith Flint de The Prodigy, por ejemplo.

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La necesidad existencial expresiva como misión para hacer visible la intuición absoluta, la emoción de vivir el aquí y ahora para siempre sin mediar control de los dioses, con el regalo del fuego en la mano, heredado de aquel titán llamado Prometeo y su revelación, no acepta más que la libertad expresiva también, sin limitación o menoscabo alguno. Así se ha nutrido tal mitología y la de los subgéneros en igual medida.

En cuanto a la imagen en el género, que sustenta mucho de lo anterior, las fotos que trascienden arrojan luz sobre la construcción extrema de un personaje, como en la vestimenta de Steven Tyler de Aerosmith o la de Dee Snider de Twisted Sister, quien incluso se mandó afilar los dientes para enfatizarla. Trascienden por señalar un momento importante o sobre un aleteo del alma humana, en este caso a través de su expresión musical.

El fotógrafo que busque eso debe mantener la realidad a distancia. En eso consiste su tarea y cuando lo consigue se consagra. Como en el caso de la portada del disco London Calling del grupo británico The Clash. Tal fotografía ha sido reconocida como la imagen emblema del punk y se considera, hasta estos momentos, como la mejor foto de la historia del rock, por representar la emoción desbordada del intérperte.

La desmesura en el género aporta entre sus anaqueles las grabaciones de los grupos o solistas, por supuesto. Son la prueba concreta de su labor y de su manifiesto artístico. Tres ejemplos clásicos de ello son los de los Beatles y su obra magna Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, donde todas la extravagancias, vanguardias y ocurrencias tuvieron cabida y han sido contadas meticulosamente en infinidad de libros y documentales.

La segunda muestra es la de Brian Wilson, quien tras Pet Sounds de los Beach Boys pensó en un proyecto aún más ambicioso, Smiley Smile (en 1967). Quizá la prueba mayor de todas las exageraciones: en talento, en recursos de producción, en sofisticación musical y en el consumo de ingentes cantidades de marihuana, anfetaminas y LSD. Brian no lo aguantó y se olvidó de la obra que quedó inconclusa y quemada en parte, por él mismo.

Smile quedó como el más famoso álbum inacabado. Su autor tuvo que pasar por un infierno psicológico, la manipulación criminal del doctor que lo atendía y la indiferencia general ante su estado mental. Sin embargo, en el 2004, Wilson retomó el proyecto como solista, grabándolo de nuevo y editándolo como Brian Wilson presents Smile casi 40 años después, en una una labor titánica.

Y en tercer término, el disco Chinese Democracy con el que el grupo Guns’n’Roses (básicamente una operación a cargo de Axel Rose) ejemplifica aquello del monumento al exceso, sí, pero también a la voluntad creativa. El álbum está considerado como la producción musical más cara de todos los tiempos en el género, con un costo total de 13 millones de dólares, la cual se llevó una década para su realización (1997-2007).

Pero el hybris rockero no se limita a la imagen y a las grabaciones, abarca cada uno de los aspectos en los que tiene qué ver: en las actuaciones (ahí están las heridas autoinflingidas de Iggy Pop; la quema y destrucción de instrumentos (Jerry Lee Lewis, Jimi Hendrix, The Who); la realización de megaconciertos con más de un millón de espectadores (Rolling Stones en Brasil o Cuba, el Live Aid en dos continentes al mismo tiempo, etcétera) y hasta en los funerales (como el de Johnny Halliday)

Asimismo, están las vidas autodestructivas de algunos exponentes, quizá las más divulgadas sean las del club de los 27, pero también está la de Keith Richards (que es la representación viva del retrato de Dorian Gray), o la existencia de la dieta tópica por excelencia: sex & drugs & rock & roll… En fin, el hybris tiene la particularidad de atraer la deriva de quienes la practican, de quienes buscan no arder sino consumirse y explorar hasta el límite toda desmesura (la catarsis), que es a la larga la savia de la que se alimentan los mitos y encolerizar así a los dioses, a todos los dioses.

VIDEO SUGERIDO: The Rolling Stone – (I Can’t Get No) Satisfaction (Live) – OFFICIAL, YouTube (The Rolling Stones)

HYBRIS (FOTO 3)

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REZA EL GLOSARIO: GLOCAL

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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El hipermodernismo –la era en la que estamos viviendo– no tiene un arte de formas fijas, de estilos definidos, si no de inflexiones que se van produciendo a base de modelos remotos en el ámbito de las urbes excéntricas, principalmente.

Y sus músicos creadores tienen la ventaja de abrevar en fuentes de una larga tradición, dotada de caracteres propios que a ellos corresponde universalizar. Por eso en dicha era la música es glocal (global-local).

Son nuevas maneras de sentir y de pensar. En el caso de Centroamérica en criollo, en mulato, en mestizo, en lengua indígena o jerga negruna, asimilándose al habla o hablas (español, inglés) de razas que capitalmente contribuyeron a la formación –en este caso– de las culturas en el Nuevo Continente. Lo mismo sucede con Medio Oriente, Asia o África.

La música glocal (el paso más allá de la World music y del World beat) en sus diversos caracteres han ido invadiendo al mundo con sus ritmos, sus instrumentos típicos, sus ricos arsenales de percusión, sus modos de cantar o tañer los instrumentos, su lirismo venido de adentro.

Son músicas que ya se escuchan en todas partes y con los contextos de ejecución actualizada que son, en realidad, lo verdaderamente importante.

Por fortuna los músicos inscritos en esta órbita ya no se conforman con nacionalismos trasnochados, cursis o victimistas, sino que enfrentan tareas de búsqueda, de investigación, experimentación, y son los que en todo momento hacen avanzar el arte de sus propios sonidos abriendo nuevas veredas. Pero en tal tarea el profundo conocimiento del ámbito propio puede ser de suma utilidad.

El instrumento eléctrico o electrónico, adaptado por el género, no tiene ubicación geográfica, pero quien lo maneja lleva la suya en las manos.

VIDEO: Afro Celt Sound System, YouTube (Trad TG4)

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REZA EL GLOSARIO: MALDITISMO

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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(EN LOS SERES ROCKEROS)

 

El oscuro hilo del malditismo que teje la música con tragedias y la vida de diversos artistas tiene un rasgo común: mueren jóvenes (relativamente), han sido coetáneos de un tiempo sombrío (como el actual), abren sus respectivos campos estilísticos con hallazgos estéticos, pero también muestran una inquietante inclinación hacia la ira existencial y el conflicto con todo y con todos. Se vuelven insoportables para la gente cercana que convive con ellos y regularmente, también, son víctimas de su conducta.

El asunto (un tópico en el rock desde que el rock es rock, desde Jerry Lee Lewis y Gene Vincent) representa un paradigma entre lo mejor y lo más siniestro del ser humano. Sus protagonistas son puras criaturas paradójicas. Capaces de perseguir lo sublime desde un pozo de tinieblas. Son audaces y pendencieros. Habitantes de un cruce donde se descalabraba el tiempo, y escupen hacia lo alto mientras se intuyen invencibles y a menudo buscan su propia luz en las simas interiores llenas de espesuras.

La creación les sirve de tránsito entre una oscuridad y otra. Y eso es lo más encomiable de sus biografías. Construyen piezas (con canciones) y con ellas arman sus puentes hacia otro lado, con la certeza de que tampoco habrá una salida inmediata ni posterior a sus pugnas.

Aumentará su ira, su conflicto, construirán otros puentes, sólidos, estéticos, sobresalientes, y seguirán sin encontrar la salida para sí y aumentará su ira…y así sucesivamente, hasta que ya no les quede combustible ni nada que quemar y se inmolarán a sí mismos.

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Dejarán atrás una estela formidable de obras admirables y visionarias. Pero igualmente un saco de hechos lamentables, de anécdotas dolorosas, de relaciones rotas y valores mancillados. Serán autores efímeros o no, y originales (tremendamente, en algunos casos), a los que tentarán por igual el arte y el infierno. Crearán su mito a golpe de desafíos y desarrollarán temas referenciales para beneplácito de sus seguidores, que los reivindicarán, una y otra vez, hasta convertirlos en leyenda, si su obra los sostiene o en olvido si no.

Hablamos de genialidad, ejemplos de la incorrección y la corrosión sin ademán de arrepentimiento. Encarnaciones vitales desproporcionadas, con su ingrediente fáustico. Reales e infernales. Gandules que para mal emponzoñaron su vida con el abuso y la tragedia, marcaron por otra parte en gran medida el arte rockero universal.

Ese es el estigma de los seres malditos como rockeros.

VIDEO: The Doors – Love Me Two Times (Live in Europe 1968), YouTube (The Doors)

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REZA EL GLOSARIO: COMUNICACIÓN

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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«Común”, «comuna”, «comunidad”, son todas palabras de una misma familia. «Común” se dice de aquello en que tienen participación varias personas. El hombre no vive aislado, sino que lo hace junto a otros. Según Rousseau, el hombre no se habría sentido capaz de resolver por sí solo todos los problemas que se le planteaban, y decidió elaborar con sus semejantes un «contrato social», es decir, unos acuerdos que permitieran poseer varias cosas (fuerza, seguridad, etcétera) en común. Por medio de ese tácito contrato, el hombre se integraba en una «comunidad”.

La existencia de la comunidad exige la «comunicación” (palabra que viene del latín communis, que significa poner en común). Para que dos hombres formen una comunidad, es necesario que se hayan comunicado a través de cualquier sistema de comunicación, por simple que éste sea.

La comunidad posee siempre unas normas que la rigen; aunque puedan parecer muy débiles, existen necesariamente y establecen la relación entre los miembros. Para que un nuevo miembro conozca esas reglas es imprescindible comunicárselas. Por ello la comunicación cumple un papel fundamental en la constitución de la comunidad, pero no menos importante también para su continuidad.

El aprendizaje humano se puede llevar a cabo gracias a la comunicación. El aprendizaje no es sino recibir los conocimientos que han experimentado otros hombres. La comunicación asegura la transmisión de conocimientos, de la información y de la experiencia, permitiendo con ello la perpetuación de la comunidad. Además, permite la evolución comunitaria, ya que cada individuo no se ve necesitado de experimentar de nuevo cada hecho o concepto, y el trabajo creativo de cada generación parte siempre de un escalón superior al de la precedente.

En el plano histórico Aristóteles ubicó en su «Retórica” al estudio de la comunicación como la búsqueda de todos los medios posibles de persuasión. Organizó su trabajo en tres capítulos: 1) la persona que habla; 2) el discurso que pronuncia y 3) la persona que escucha. De esta manera surgió lo que podría llamarse el primer esquema del proceso comunicativo.

Al ser la comunicación una necesidad vital del hombre, como ya se vio, su estudio no podía ser relegado. Fueron los filósofos griegos, los primeros quizá en preocuparse por el conocimiento de los medios que emplea el hombre para comunicarse. Con ellos se inició una de las vertientes de pensamiento que habría de estudiar la comunicación.

La corriente «humanística» de la comunicación incluye no sólo análisis filosóficos, históricos y literarios, en la actualidad se extiende a aspectos políticos, sicológicos, lingüísticos, psicológicos, tecnológicos y semióticos (entendiendo por semiótica a la ciencia que estudia a todos los signos y que investiga cuáles son los rasgos comunes y las relaciones de los sistemas de signos) del proceso comunicativo.

Para Edward Sapir, por ejemplo, la comunicación constituye el aspecto diná- mico de las sociedades humanas. No hay sociedad sin una «red intrincada en extremo de comprensiones parciales o totales que se establecen entre los miembros de unidades organizadas de cualquier trama o complejidad».

La comunicación es un hecho omnipresente en el mundo actual. Es el denominador común de las diferentes actividades humanas. Dentro de su vida cotidiana, el hombre se encuentra inmerso en una gran cantidad de procesos comunicativos a través de la prensa, el cine, la televisión, la radio, los anuncios publicitarios y propagandísticos, la escultura, la pintura, la tecnología, las conversaciones, la fotografía, las redes sociales, etcétera.

El concepto de «comunicación” es extraordinariamente amplio y evolutivo. El problema de su definición y actualización es un problema que los comunicólogos deben aprender a conceptualizar a diario, para hacérselo comprensible a todos los demás.

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REZA EL GLOSARIO: GLOCAL

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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El hipermodernismo –la era en la que estamos viviendo– no tiene un arte de formas fijas, de estilos definidos, si no de inflexiones que se van produciendo a base de modelos remotos en el ámbito de las urbes excéntricas, principalmente.

Y sus músicos creadores tienen la ventaja de abrevar en fuentes de una larga tradición, dotada de caracteres propios que a ellos corresponde universalizar. Por eso en dicha era la música es glocal (global-local).

Son nuevas maneras de sentir y de pensar. En el caso de Centroamérica en criollo, en mulato, en mestizo, en lengua indígena o jerga negruna, asimilándose al habla o hablas (español, inglés) de razas que capitalmente contribuyeron a la formación –en este caso– de las culturas en el Nuevo Continente.

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La música glocal (el paso más allá de la World music y del World beat) de carácter latino y caribeño han ido invadiendo al mundo con sus ritmos, sus instrumentos típicos, sus ricos arsenales de percusión, sus modos de cantar o tañer los instrumentos, su lirismo venido de adentro.

Son músicas que ya se escuchan en todas partes y con los contextos de ejecución actualizada que son, en realidad, lo verdaderamente importante.

Por fortuna los músicos inscritos en esta órbita ya no se conforman con nacionalismos trasnochados, cursis o victimistas, sino que enfrentan tareas de búsqueda, de investigación, experimentación, y son los que en todo momento hacen avanzar el arte de sus propios sonidos abriendo nuevas veredas. Pero en tal tarea el profundo conocimiento del ámbito propio puede ser de suma utilidad.

El instrumento eléctrico o electrónico, adaptado por el género, no tiene ubicación geográfica, pero quien lo maneja lleva la suya en las manos.

VIDEO: Afro Celt Sound System, YouTube (Trad TG4)

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