LONTANANZA: ÁFRICA

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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UN CONTINENTE MUSICAL

Lo llaman el Continente Negro. Algunos estudiosos hasta apuestan que de ahí surgió el ser humano; otros muchos a ciencia cierta afirman que ahí nació el lenguaje, el baile, la sensibilidad que caracteriza al homo sapiens y, por si fuera poco, la música.

La música como manifestación de la especie en su interpretación del cosmos; la música como forma de ver la vida, la naturaleza y para relacionarse con ambas. Ese lugar es uno de los cinco continentes del mundo: África. Pero ¿qué es África?

África es un continente que mide más de 30 millones de kilómetros cuadrados, o sea, que equivale a 15 veces la superficie de la República Mexicana, por ejemplo.  Tiene una población aproximada de 1400 millones de habitantes divididos entre 54 países oficiales, y una docena en espera de serlo, hasta la fecha. Una geografía llena de cadenas montañosas, ríos, desiertos, lagos, cataratas, volcanes como el Kilimanjaro y cuencas enormes.

Su clima en general está determinado claramente por la línea ecuatorial y se distingue por su calor constante, lluvias continuas y densa vegetación. La zona desértica, en el Sahara y Kalahari, por el contrario: diferencias de temperatura y casi nula vegetación.

África ha sido mal conocida a lo largo de la historia, y de esa generalización sólo puede exceptuarse la parte septentrional, cuna de las viejas civilizaciones egipcia, cartaginesa y de la Mauritania, que comprendió los territorios de Marruecos, Argelia y Túnez. Todos ellos bajo el común denominador de la religión mahometana, mientras que el resto del continente seguía sometido a sus particulares emperadores negros.

A partir del siglo XVI, sobre todo, los países colonizadores europeos comenzaron las incursiones, atraídos por el infame mercado de esclavos. Cuestión que continuó hasta ya muy entrado el siglo XIX.

Principalmente como víctima de la esclavitud, el hijo de África no sólo ha brindado una contribución artística de singular magnitud en los territorios de lo folclórico y popular, sino que, si echamos un vistazo al panorama de la música universal para comprobarlo, tanto en Oriente como en Occidente encontraremos sus influencias manifiestas.

Y no sólo en la música el hombre africano ha dejado su huella cultural. También en los aspectos literarios ha mostrado su actitud y forma de ver las cosas. Leopold Sédar Sengher, por sólo mencionar un ejemplo, es uno de los más importantes poetas negros de nuestros días. Este escritor senegalés se ha postulado como defensor de la negritud a través de su poesía:

“¡Mujer desnuda, mujer negra/ Vestida de tu color que es vida, de tu forma que es belleza!/ Bajo tu sombra crecí, la dulzura de tus manos vendaba mis ojos/ Y resulta que en el corazón del estío y del mediodía te descubro/ tierra prometida, desde lo alto de un alto cuello calcinado/ y tu belleza me fulmina en pleno corazón como el centelleo de un águila…”

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El hombre negro, históricamente más que ningún otro, ha sufrido la discriminación. El continente africano, por siglos sometido a los lineamientos de los países colonizadores, ha permanecido inmerso en tan canalla actitud. Es quizá hasta el siglo XX que líderes políticos y religiosos lograron argumentar a nivel mundial por causa de la independencia, de la igualdad de derechos.

Muchas veces a costa de la libertad individual y del genocidio. Pero, como escribiera la laureada Premio Nobel de Literatura 1993, Toni Morrison, autora negra: «¿Cuánto se supone que soporta un negro? ¿Cuánto? y ¿Por qué? ¿por qué? ¿por qué?…»

El Tercero y Cuarto Mundos se descubren y se expresan a través de su voz. Ya se sabe que esto no es homogéneo y que todavía se encuentran dentro de ese mundo de pueblos sometidos otros que han adquirido una falsa independencia, algunos que luchan por conquistar su soberanía y otros más que viven bajo la amenaza constante de la agresión colonial o religiosa local.

En el continente americano, por demás ha sido generosa la aportación musical del negro. De modo que no constituye un hecho azaroso que haya ejercido una profunda, dilatada y benéfica influencia en la creación estética de todos los países americanos.

A medida que se penetra en los complicados vericuetos de la historia social, política y cultural del hombre africano, tanto en cualquier país de América como en distintas partes de Europa, surgen las figuras más insólitas. Porque no cabe duda de que el negro se hace presente a cada instante, de manera inesperada, en todos los terrenos de la actividad humana y en todas las épocas.

Los intérpretes de la música popular africana orientados hacia una diversidad estilística, de fines del siglo XX y proyectados hacia —por lo menos— las primeras décadas del XXI, han encontrado tres maneras de producir una forma artística contemporánea viable y en contacto con la población en general.

Esto ocurre por medio de la progresiva africanización, es decir, la dilución de las influencias externas en géneros que surgieron como imitación de los extranjeros; en segundo lugar, mediante el empleo creativo de la retroalimentación recibida de toda América en forma de música de baile; y, finalmente, al continuar la antigua tradición africana de la música de protesta.

Estas tres formas de recuperar la autonomía cultural, tamizadas por las sonoridades contemporáneas y de vanguardia, cobraron mayor importancia y se emplearon de manera más consciente en los años noventa, debido al ánimo de reforzamiento de lo cultural que inundó a las nuevas naciones africanas independientes, así como a la búsqueda de las «raíces» africanas, llevada a cabo por los artistas negros de América, principalmente por los afroamericanos de los Estados Unidos.

El proceso africano de transculturación del «Ciclo Atlántico» (ése que va incansable e ininterrumpidamente de África a América y de vuelta, y que se enriquece en ambos sentidos a través de la historia), además de verse acompañado por la creación de una música standard, también encierra la influencia catalítica ejercida por la cultura importada al engendrar una fértil escena musical en cada región.

Aquí también entra en juego el factor geográfico cuando en un país africano se desarrolla un género de música popular a partir de la asimilación cultural, la cual a la postre se extiende por otras naciones del continente, dando a luz a variantes locales secundarias.

Sin embargo, al crear estos géneros los africanos recuperan a su vez los recursos locales de los que ellos mismos disponen. Esto ha conducido a la explosión de gran número de estilos, los cuales a la postre viajan de nueva cuenta hacia los cuatro puntos cardinales para repercutir en otras formas de musicalizar diversos géneros por el mundo.

VIDEO: LES TÊTES BRULÉES DU CAMEROUN AVEC ZANZIBAR À LA GUITARE, YouTube (Multing Arts)

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JAZZ: JOHN COLTRANE (XII)

Por SERGIO MONSALVO C.

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JOHN COLTRANE

SUN SHIP

IMPULSE!

Sun Ship fue el último álbum de estudio del cuarteto clásico de John Coltrane, antes de que Pharoah Sanders se uniera al grupo en el tenor. En aquel momento, Coltrane utilizaba temas repetitivos muy breves como puntos de arranque para explosivas improvisaciones, centradas muchas veces alrededor de un acorde y un estado de ánimo espiritual muy específico («Sun Ship» y «Dearly Beloved»).

Tyner suena algo conservador en comparación, pero Jones le mantiene el paso a la pasión de Trane (de manera señalada en «Amen»). Incluso en las secciones más intensas (y gran parte de esta música es atonal, particularmente «Attaining» y «Ascent»), la ejecución de Coltrane muestra lógica y reflexión.

Personal: John Coltrane (sax tenor), McCoy Tyner (piano), Jimmy Garrison (bajo) y Elvin Jones (batería). Grabado originalmente el 26 de agosto de 1965 en Nueva York.

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JOHN COLTRANE

MY FAVORITE THINGS

ATLANTIC

Este CD fue muy influyente en el momento de su lanzamiento y se mantiene como un clásico definitivo. El primer álbum completo realizado por el cuarteto característico del saxofonista consiste en una apasionada versión de «Summertime», una interpretación lírica de «But Not for Me», la sentida balada para el sax soprano «Everytime We Say Goodbye» y la extensa «My Favorite Things», la selección más importante.

En esta última, el músico –quien el año anterior había utilizado un número al parecer infinito de acordes en Giant Steps— reduce los acordes al mínimo y toca con vehemencia por encima de una improvisación repetitiva, creando una asombrosa música nueva. Material esencial.

Personal: John Coltrane (sax tenor y soprano), McCoy Tyner (piano), Steve Davis (bajo) y Elvin Jones (batería). Grabado originalmente del 24 al 26 de octubre de 1960 en Nueva York.

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(POEMA)

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(a John Coltrane)

Por SERGIO MONSALVO C.

Cuando llegó el tren al espacio interestelar explotaron los tulipanes de van gogh. ¿quién rescató algún fragmento? ¿quién sucumbió? ¿quién aprehendió al nature boy? ¿quién fue el primero en pronunciar su nombre? sublime luchador. mago del alma. blue train. el portador de la clave. oniria. a la que lleva como estandarte en batalla de intimidad colectiva. la transporta con pasos agigantados en superficie de perla negra, hasta cerrar los ojos con la tersura. dedos colmados que vibran en cascadas de sonido astillado de fruición y zafiro. canto a noches conjuradas de imaginación. sax de sombras y esferas con visión de mundos mejores. beber y beber cavando hondo y más hondo. nubes sin aperturas blandiendo notas para tenderlas con aliento nocturno sobre tus sábanas. temas con rabia y esperanza que taladran las sienes y despiertan a la vida, al sueño. el deseo, las ideas: sus cosas favoritas. entusiasmo y elegancia en su ascensión al camino sagrado. el free. un amor supremo. toda alabanza sea para ti, quien sólo merece loor…palabras, sonidos, discursos, hombres, recuerdos, pensamientos, miedo, sentimientos, tiempo. todo. elevación. esperar de ti lo inesperado. el Tren.

VIDEO: John Coltrane Quartet My Favorite Things Live in…, YouTube (Vince Cho)

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LIBROS: CORRIENTES DE LO ALTERNO VOL. II

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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(COMPILACIÓN DE TEXTOS MUSICALES)

 

“El extenso conjunto de ensayos que conforman estos dos volúmenes (Corrientes de lo alterno Vols. 1 y 2) fue concebido para devolver a la palabra su importancia fundamental en beneficio del análisis musical cotidiano; reflejar la pasión por la búsqueda y el descubrimiento de los sonidos que componen diversas realidades, así como transmitir a la vanguardia la información sobre las expresiones artísticas que se originan en el underground, tras los límites o al margen de los canales más comerciales, y que representan otras elecciones estéticas”. (Contraportada)

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Ilustración de la portada: PELÁEZ

 

Corrientes de lo Alterno Vol. II

(Compilación)

Sergio Monsalvo C.

Editorial Ponciano Arriaga

Colección Ciencias Sociales

San Luis Potosí, México, 1998

 

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BLUES BLANCO: ROY BUCHANAN

Por SERGIO MONSALVO C.

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EL VIRTUOSO MELANCÓLICO

                                                                                                                   

Lo suyo era la técnica sublime y su imperturbable perfeccionismo hizo de él una leyenda aún en vida. La reservada y tranquila estrella de Roy Buchanan fue un gran ejemplo del hecho de que los mejores músicos no siempre son los que más éxito tienen, como se escribiera sobre él en sus mejores días o tras la publicación de cualquiera de sus discos.

No importaba en qué condiciones lo hiciera (a menudo en miserables juke joints a la orilla de las carreteras o en estudios faltos de recursos o sin productor), pero cuando tocaba se sumergía en un mundo, básicamente melancólico, que le susurraba sus cuitas y él con su guitarra le daba sonoridad a ello para que tuviera sentido. Pero además, con una impuesta obligación extra: imprimirle un valor estético, volverlo un sujeto u objeto de belleza. Era un artista.

La imaginación y la destreza para reunir y amalgamarlo todo fueron sus grandes artilugios, sus herramientas privilegiadas para emocionar y trasmitir ideas musicales, hecho que lo convirtió en el extraordinario solista que fue (además de precursor del sonido Telecaster). Le dio al blues contemporáneo una nueva opción, la de escuchar cómo lo esculpía con sus solos de fraseo natural.

Como parte del grupo Ronnie Hawkins & The Hawks (músicos, estos últimos,  que a la vuelta del tiempo se convertirían en The Band), Buchanan tuvo a bien brindarle sus primeras oportunidades y tips a Robbie Robertson, el guitarrista que lo sustituiría en aquella formación. En los sesenta, su estilo influyó sobre todo en músicos ingleses como Jeff Beck y Mick Taylor.

Sin embargo, sus propios discos, desde los iniciales Roy Buchanan  (de 1971) y el Second Album (1973) así como los siguientes, aparecieron más o menos con regularidad, pero no lograron hacer despegar su carrera. No le brindaron las  posibilidades del éxito. Obtuvo el reconocimiento de la crítica, eso sí,  pero tal hecho no se reflejó en las ventas de sus álbumes.

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Las fuentes informativas no coinciden con respecto a su fecha de nacimiento, que se cita ya sea el 22 de octubre de 1936 o el 23 de septiembre de 1939 (la más recurrente). Aunque lo que sí es seguro es que nació en Arkansas, como hijo de un predicador y aparcero pobre, y que se crió en Pixley, California, en un ambiente interracial, en el que se forjó su gran interés por el góspel y el blues, géneros en los que se inició en la música como parte de varios conjuntos locales, con uno de los cuales participó en películas como Rock Pretty Baby (de Richard Bartlett).

Debutó discográficamente, con la aportación de su solo, en la grabación  del sencillo “My Babe” de Dale Hawkins (1957) y luego aprovechó una oportunidad para viajar a Canadá y unirse al grupo de Ronnie Hawkins, al que acompañaría por tres años.

En los primeros años de la década de los sesenta llegó a colaborar asimismo con Johnny Otis, Fabian, Eddie Cochran, Freddy Cannon y Frankie Avalon. A continuación se concentró en el trabajo como músico sesionista, en la Costa Este de la Unión Americana, luciéndose en el acompañamiento con los Coasters, sin descuidar su vida en familia, entretanto de cuatro miembros, con la que vivía en Virginia.

Tiempo después, picado por el gusano de los escenarios, preparó su comeback en Blainesberg, Maryland, donde se presentó en numerosos clubes antes de integrar al grupo Snakestretchers. En 1969, Buchanan se convirtió en noticia mundial al rechazar la oferta de los Rolling Stones para sustituir al recién fallecido Brian Jones. A quienes lo escucharon en sus últimos años aseguró que nunca se había arrepentido de dicha decisión, su estilo no coincidía con el de ellos.

Este introvertido músico sacó a lo largo de su carrera una docena de álbumes de estudio y varios en vivo, y quienes colaboraron con él en las producciones han señalado que el guitarrista era un gran conocedor de la música de raíces de la Unión Americana. No obstante, tenía la costumbre de cambiar músicos y productores con cada disco y a su repertorio siempre le faltó alguna canción excepcional o voz distintiva. Buchanan la tenía bajita y poco clara, por lo que prácticamente hablaba en las grabaciones y por ello se limitó casi en exclusiva a desarrollar sus habilidades en la guitarra.

Sin embargo, el mundo especializado lo celebró siempre como descubrimiento para enterados, y una fiel y reducida comunidad de fans no le escatimó nunca las ovaciones en sus fascinantes conciertos. Buchanan fue fiel y constante en su estilo situado entre la melancolía bluesera y el candor del country.

Después de sacar a la luz A Street Called Straight (1976), el silencio se extendió por bastante tiempo en torno a este ermitaño barbudo, debido a sus problemas adictivos. Retornó, sin curarse del todo, en 1981 con el disco My Babe. Otro álbum que no tuvo impacto comercial, pero que recordaba la existencia de un influyente guitarrista que no se prestaba a la vida de las grandes tribunas.

Algunos meses después de haber lanzado su doceavo álbum, Hot Wires, fue detenido la noche del 14 de agosto de 1988 en estado de ebriedad extrema tras pelearse con su esposa, según el informe policiaco. Horas más tarde Roy Buchanan se ahorcaría colgándose con su propia camisa de los barrotes de su celda en Fairfax, Virginia.

VIDEO SUGERIDO: ROY BUCHANAN – SWEET DREAMS (LIVE 1976), YouTube (zztops003)

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BABEL XXI-712

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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“HEY HEY, MY MY”

(EL MANIFIESTO YOUNGIANO)

Programa Radiofónico de Sergio Monsalvo C.

https://www.babelxxi.com/712-hey-hey-my-my-el-manifiesto-youngiano/

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LA AGENDA DE DIÓGENES: LA CALLE MORGUE (XII)*

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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En Los crímenes de la calle Morgue, Edgar Allan Poe supuso una relación final entre la realidad y lo ideal. Para él un crimen es un impulso repentino y desconcertante de lo que se encuentra detrás de la tersa superficie de la existencia e irrumpe de pronto en lo que parecía realidad; ésta se desploma instantáneamente y, en sus fragmentos, sostiene o revela lo «ideal».

Un crimen es el rompimiento del orden aparente de las cosas (en las cuales el hombre ha puesto su esperanza) y es, por consiguiente, como descubrir por un momento lo ideal, la naturaleza verdadera de las cosas. «Una verdadera filosofía –escribió Poe– demuestra que una gran parte, quizás la mayor, de la verdad proviene de las cosas aparentemente carentes de importancia».

En ese momento el filósofo detective Charles Auguste Dupin ve la importancia total del ser y también del no ser, relaciona lo carente de importancia con el cálculo primordial de la relación que puede ser observada únicamente por la imaginación creadora. De esta forma, el hombre que resuelve un crimen es un poeta: es el nuevo creador de las cosas como éstas son en realidad, y no como parecen a los ojos de la gente común. Dupin leía la mente criminal reduciendo todas sus actividades a una simplicidad prístina y fundamental, porque de otro modo quedarían las irritaciones y fuentes de angustia que deforman irrealmente la imagen del mundo.

Poe fue un racionalista en el sentido cultural, se encontraba en una situación de defensa. Por eso concedía a la razón tanta importancia y la ponía sobre la intuición, que le ocasionaba estados alterados de pérdida de control.

Al comparar sus artículos de fe en la teoría poética («Filosofía de la composición») con los de S. T. Coleridge, lo anterior se muestra plenamente.  Coleridge escribió en su nota preliminar al poema Kubla Khan: «El autor se tumba a dormir unas tres horas en un sueño profundo que le priva al menos de sus sentidos exteriores. Pero en ese tiempo tuvo la viva seguridad de que pudo haber escrito de 200 a 300 versos, si efectivamente uno puede llamar a algo un poema, un sueño en el que todas las imágenes surgen ante sus ojos y al mismo tiempo se colocan las palabras correspondientes sin la sensación o conciencia de la creación. Al despertar le parece a uno como si aún tuviera un recuerdo exacto del conjunto, toma la pluma, tinta y papel y escribe inmediatamente con rapidez las líneas que se conservan».

Poe a su vez afirmó:  «Nada es más evidente que toda acción merecedora de ese nombre debe ser trabajada asiduamente hasta la resolución del nudo antes de coger la pluma. Sólo quien tiene en modo continuo la solución ante sus ojos puede proporcionar a la acción la impresión indispensable de lo casual y consecuente». Por eso él prefiere «comenzar con la elección del efecto». En esta decisión niega la participación a lo inconsciente en forma mayoritaria. De ahí la génesis del poema El cuervo y del relato de Los crímenes de la calle Morgue.

En un ensayo con respecto a este escritor, Julio Cortázar escribió lo siguiente:  (Para Poe) «la finalidad del poema es exaltar, elevar el alma del lector; un principio psicológico elemental demuestra que la exaltación no puede mantenerse por mucho tiempo. Hay, pues, que condicionar el poema o la capacidad de exaltación; el tema, la forma deben someterse a este principio…  Técnicamente, su teoría del cuento sigue de cerca la doctrina poética: también un cuento debe partir de la intención de lograr cierto efecto, para lo cual el autor `inventará los incidentes, combinándolos de la manera que mejor lo ayude a lograr el efecto preconcebido’».

No obstante, al descomponer su creación en una serie de actos de pensamiento, no se percata de que éstos son determinados por estructuras e impulsos inconscientes: «Dejemos de lado, como ajeno al poema per se, la circunstancia –o la necesidad– que en primer término hizo nacer la intención de escribir…»  Sencillamente, Poe quiso no darse cuenta de que su mente estaba influida por zonas de su personalidad que le infundían miedo.

En relación con la vida cotidiana está uno indefenso como él y como él se puede sentir el horror de la irrealización creciente del mundo, lo cual sin duda significa también una poetización dado que la poesía es un tono sublime y hostil que se presenta cuando desaparecen las garantías de seguridad y uno no puede ya juzgar confiadamente las cosas conocidas.

Como artista, Poe no sólo desconfía de las superficialidades que se intentan dar como verdad; no sólo desnuda lo amenazante y lo perverso. Busca lo poético, que contiene, pese a todo, el desentrañamiento del enigma. Urbano y solitario, íntegro observador y paseante empedernido, va detrás de lo vulgar que se encuentra cubierto por lo extraordinario.

«Si lo bello es naturalmente verdadero ‑‑escribió Cortázar– y puede enseñar algo, tanto mejor; pero el hecho de que pueda ser falso, es decir fantástico, imaginario, mitológico, no sólo no invalida la razón del texto, sino que, casi siempre, constituye la única belleza verdaderamente exaltadora». Éste es el punto preciso donde se descubren simultáneamente el detective y el artista. Lo normal para ambos aviva algo que está latente en su interior.

La palabra descubrimiento para los dos pretende hacer accesible las intenciones inhibidas y enmascaradas, porque de otro modo quedarían las irritaciones y fuentes de miedo que deforman irrealmente la imagen de su mundo ideal. Tal símbolo procede de la imagen o de un conjunto de imágenes y su elemento irreal es el enigma.

Éste es el símbolo, lo que la metáfora a la imagen. El enigma traslada la emoción a una atmósfera misteriosa y metafísica y se adhiere al pensamiento en lo ilimitado de su ahonde, por la vía sensible; y sólo por la vía sensible lo encuentran confundido con lo que intenta esconder.

Cuanto más fuerte sea la irritación sensible, más apremiantemente se ven motivados a restablecer, modificándolo, el mundo o el sector de la realidad en la que viven. Así, pues, la realidad se obtiene no de una vez y para siempre; las informaciones que la memoria almacena se desmoronan cuando no se adaptan una y otra vez a las nuevas.

La sensación del misterio escondido en el acto de la creación artística, henchido de significaciones complejas y sugestiones súbitas, llevan al poeta y al detective al hallazgo de estados recónditos, pertenecientes a ciertos momentos emocionales que cambian los objetos comunes y corrientes en valores del espíritu.

Es aquí donde para ambos entra en juego la imaginación, como una modalidad de la memoria, mezclada y modificada por lo que llamamos sensibilidad. De esta manera, la expresión artística, al parametrar y ahondar de atributos a las cosas, se convierte en razonamiento acerca del universo, comprobado como una presencia de algo que se presiente más allá de la realidad misma y que, cargado de emoción y transformado por la imaginación creadora, deviene elemento enigmático que es la base del idealismo simbolista de Poe.

Es entonces cuando entra en la elección de aquéllas recibir todos los materiales preparados ya por la ley poetiana de la asociación, medio indispensable para la nueva visión y el aguzamiento de las ideas.

De esta forma, el enigma será la lógica del poema. Se le denominará simbolista porque preponderará la acción de descubrir como procedimiento, y porque voluntariamente utilizará la expresión indirecta, o sea, la tendencia a trasmutar la realidad, como ya lo hemos visto, en complicaciones internas, sacrificando el valor puro del inconsciente supeditándolo a la lógica, que indirectamente contiene lo enigmático dentro de los valores de la imaginación.

Dicha circunstancia en Edgar Allan Poe se nutrirá de las meditaciones sobre la vida y será una consecuencia de su experiencia absoluta. Lo enigmático se revelará en cuanto se descubra la trasposición de los objetos, por razonamientos sensibles.

Como buen simbolista, Poe no trató de exteriorizar, de expandir la vida dejándola absorber por los movimientos conscientes, sino intentó cosechar los dones inmediatos de la existencia, convirtiéndolos en energía para el intelecto.  El misterio se encontró así en la transfiguración de la realidad, percibida sólo por medio de aquél. Lo misterioso para Poe será lo que iluminaba, lo que explicaba una mística natural, proveniente de un intelecto sensible y exaltado; era lo que personificó en todo momento y desde entonces Charles Auguste Dupin.

 

*Fragmento del ensayo “Edgar Allan Poe: La Poesía en el Crimen” del libro El Lugar del crimen, de la editorial Times Editores, cuyo contenido ha sido publicado de manera seriada en el blog Con los audífonos puestos.

 

PORTADA

El lugar del crimen

(Ensayos sobre la novela policiaca)

Sergio Monsalvo C.

Times Editores,

México, 1999

 

 

 

ÍNDICE

Introducción: La novela policiaca, vestida para matar

Edgar Allan Poe: La poesía en el crimen

Arthur Conan Doyle: Creador del cliché intacto

Raymond Chandler: Testimonio de una época

Mickey Spillane: Muerte al enemigo

Friedrich Dürrenmatt: El azar y el crimen cotidiano

Patricia Highsmith: El shock de la normalidad

Elmore Leonard: El discurso callejero

La literatura criminal: Una víctima de las circunstancias

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ARTE-FACTO: NOTICIAS DEL HYPERIUM (XII)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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SWEET WILLIAM

VOCES QUE NO MIENTEN

La muerte que nos amenaza y la vida que nos anima se sitúan más allá de sus mismos signos fisiológicos, regidos como están por combinaciones químicas que se hacen a mil leguas dentro de nuestra conciencia e incluso de nuestros sentidos. Esas combinaciones, esas reparaciones y esas pérdidas, más inmemoriales que las nuestras, Sweet William las encuentra en la historia agitada de los monólogos interiores.

 

These Monologues es la confesión que se ha vuelto una costumbre. Es un disco que de esta manera llega a la mística por la palabra de la conciencia. En el trabajo de Sweet William hay el efecto de dos actitudes a menudo presentes en el intelectual de tipo puramente racionalista, y tal vez sobre todo en Alemania: una, el temor casi supersticioso a la palabra “mística”, como si esa palabra significara algo más que adepto a unas doctrinas casi secretas o buscador de cosas que permanecen ocultas.

Y sin embargo, todos sabemos que cualquier pensamiento profundo permanece en parte secreto, a falta de palabras que lo expresen, y que todas las cosas tienen su aspecto oculto.

La otra actitud consiste en cierto desprecio de la palabra “monólogo”, ya que ésta ha sido considerada muy a menudo como la sustancia en estado bruto, situada en las antípodas de la palabra espíritu o alma o yo interior, como se quiera, no sólo –como suele creerse– por el pensamiento cristiano, sino también por Platón o Aristóteles.

A Sweet William me hubiera gustado recordarle que los presocráticos lo habían precedido en su camino, y también que, al otro lado del planeta, Chang-Zeu lo hubiera alabado por haber pasado con su Musik & Wörter de la inteligencia que discrimina a la inteligencia que engloba.

David de Dinant –permítaseme la referencia obligada– fue quemado en la hoguera en el siglo XII en Halles. A la postre, Giordano Bruno –otro que le siguió en la quemazón– lo alabó ampliamente, tanto en sus discursos como en sus escritos, “por haber elevado el monólogo, y sus consecuencias, a la dignidad de cosa divina”. El Corpus Hermeticum aconseja escuchar “la gran voz de las cosas profundas”.

No es extraño que Sweet William, un alquimista moderno de las voces interiores, haya escogido de preferencia estos temas para integrar su disco. Temas como “Colder”, “These Monologues” I y II, “Their Conscience” o “Nothing to Retain” son materia transmutada por el trato a las palabras, a los sonidos. Aquí habría que recordar que uno de los grandes místicos del medioevo, el maestro Eckhart, dijo lo siguiente: “La voz interior es Dios, pero no sabe que lo es, y es el hecho de no saberlo lo que la determina sólo como voz”.

 

These Monologues, la obra de Sweet William, a veces parece amar, mucho más que a la obsesiva y claustrofóbica música que lo acompaña, el bloque de esa mística antigua que grabó con voz distorsionada. El bloque lingüístico mismo, la piedra desmoronada por el tiempo, devorada por la vegetación de la palabrería insulsa, ésa que siempre será ignorante de los grandes pequeños acontecimientos humanos que la han marcado o sucedido a su alrededor.

Dejar al hombre jugar con las palabras y sus voces. Pensemos a propósito en los autores de los mitos y lo sagrado, en el antiguo Mitra, dios nacido de la palabra. Vaya una anécdota: Dag Hammarkjold, un hombre de Estado que fue no sólo admirador de Saint-John Perse –poeta igualmente que uno de los místicos más desgarradores de nuestro tiempo–, mandó instalar en el edificio neoyorkino de las Naciones Unidas un oratorio que sólo encerraba una poderosa masa de mineral de hierro, el hierro aún en su estado geológico, yacimiento y veta en el seno de la roca original.

Este Dag Hammarkjold, hombre agitado por los conflictos efímeros y recurrentes, ficticios y morales, según sus allegados, de la era del acero y de las armas atómicas, acudía, para recomponer dentro de sí un poco de silencio y de serenidad, ante aquel bloque inmemorial y lo llamaba su voz interior, su inocente voz interior.

Sweet William en These Monologues habla de esa voz y sus misterios, de que existen imposibles enigmas naturales que no han sido escritos ni por los hombres ni por los demonios, y que parecen prefigurar la pasión del hombre por significar y conservar hasta el final su razón de ser. Sobre ese alfabeto inconsciente canta William, sabiendo que una distancia inconmensurable lo separa de sus ecos y movimientos, esclavo de músculos, tendones y neuronas. A pesar de ello no se intimida y busca decirlo así, en su esbozo de crónica interior, la que no miente ni se engaña.

VIDEO: Sweet William と 青葉市子 – あまねき (Official Music Video), YouTube (Sweet William)

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TABERNÁCULOS: JIM EN PÉRE LACHAISE

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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Y LA MUERTE NO LE DIO FIN

                                                     (I)

 

Los encuentros se dan en momentos insospechados, ¿verdad, Jim?  El primero fue en aquel salón escolar, entre clase y clase, rodeado de espíritus adolescentes –y en plena punzada– que admirados escuchaban sin pronunciar palabra aquel «Light My Fire» en el tocadiscos portátil de uno de ellos.  Siluetas de nuevas criaturas acogiendo los sueños húmedos de ángeles enfangados.

Luego, en ese tiempo de hitos y mitos. La calle de Insurgentes en la Ciudad de México. Noche de nerviosa espera por tu arribo con los Doors. Las palabras haciéndose fuertes en aquel 1968: ellos tienen los rifles, pero nosotros tenemos el rock.  Ir y venir de voces, de paseos cortos, de risas. Congregación de oficiantes pránganas que sólo tienen la oportunidad de un breve vistazo al lagarto ebrio, entre el coche que te trajo y la puerta de ese Fórum. La ceremonia comenzó y nos quedamos ahí, en la calle, con los bolsillos vacíos, los oídos aguzados, la acera que se acurrucó a nuestros pies como un perro en busca de simpatía, con la magia.

Y ahora aquí, en Père Lachaise, París, donde la leyenda dice que reposas. Ella y yo penetramos en el camposanto donde las criaturas se encuentran con los viajeros hacia la eternidad.  Los signos (graffiti) en las lápidas conducen sin tropiezos: Morrison Hotel →. Y caminamos por los terriblemente bellos y sugerentes pasillos de este cementerio fresco y quieto que alberga a otros huéspedes ilustres: Colette, Marcel Proust, Oscar Wilde, muchos más que murmuran a nuestro paso. En una parte del sendero coincidimos con los discípulos de Allan Kardec que sombríos rodean su cripta misteriosa.

Los avisos no se equivocan y por fin desembocamos al espacio que te corresponde.  Los símbolos y las citas de las lápidas alrededor testifican el fluir constante de peregrinos que vigilan tus sueños de poeta. Unos interpretan música, depositan flores, otros beben vino, algunos dejan sus mensajes en una botella. Yo quiero hacerlo en la piedra. Nada como las largas frases de las tumbas circundantes. Algo breve, como la fugacidad de tu existencia: “Lo hizo todo, incluso renunciar a la resurrección”.

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(II)

La tumba de Jim Morrison en el cementerio Père Lachaise de París es lugar de peregri­nación. Comienza con la llegada a las puertas del inmueble, donde el guardia con un solo vistazo al visitante descubre el objetivo de su presencia. Le vende un mapa, EL MAPA, para lle­gar a ella. Está escondida, oculta entre otras de mayor ta­maño, pero aun sin tal orientación se pueden seguir las seña­les dejadas por peregrinos anteriores. Exvotos y milagrería que habla de religiosidad, de iluminaciones individuales.

Tal guía mística señala de esta manera los perfiles del poeta, del histrión rocanrolero. Sus inclinaciones por el blu­es —un personaje mítico no puede desligarse de sus raíces—: la mención del «Backdoor Man» en la piedra inmortal. Las afi­nidades selectivas, el teatro cabaretil alemán: Kurt Weil y la anunciación oportuna: «I Tell You, We Must Die…»

La epístola de la reunión de los apóstoles: Ray Manzarek, Robbie Krieger y John Densmore. El encendido del fuego en la eclosión: «Light My Fire». El desfile sublime, un Soft Parade del exceso y el desborde de la vida; un aviso de renta de cu­artos en el Morrison Hotel, anotado en la mismísima lápida de Oscar Wilde. La devota L.A Woman que ha llorado en la tumba.

Uno tras otro los signos para ser descifrados por el iniciado. Hasta llegar al lugar y descubrir a otros feligreses en ritos particulares, en ceremonias colectivas. Ése que lee, lee versos de An American Prayer, aquél que interpreta en la guitarra «Roadhouse Blues»: «I woke up this morning and I got myself for beer…». La poesía y el canto, la vida y la muerte. Un mito contemporáneo en plenitud de desarrollo.

PERE LACHAISE (FOTO 3)

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Su admiradora más talentosa, Patti Smith, realizó también un peregrinaje a esta tumba parisina en Père Lachaise. Pegó la foto Polaroid que tomó en uno de sus famosos cuadernos y escribió ahí mismo una sentencia aduladora: «Mira esta tumba. (¡Qué monumento tan visitado!) ¿Por qué los estadounidenses no honramos así a nuestros poetas? Mi mente se movió antes que mi boca. Finalizó el sueño. La piedra se desintegró y él se alejó volando. Limpié las plumas de mi impermeable y contesté a esa pregunta: ¿Por qué no miramos atrás?».

VIDEO: Père Lachaise/ Jim Morrison Grave (1943-1971) (A feast Of Friends), YouTube (Ozgur Ozturk)

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SIGNOS: ROCK AND ROLL: MITO Y ORIGEN (XI)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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A finales de la década, Chuck Berry (figura principal del show itinerante que producía Alan Freed, quien ya era sujeto de investigación por la payola) fue perseguido y enjuiciado por haber cruzado la frontera estatal acompañado por una menor de edad. Tuvo que cumplir una breve condena en prisión por cargos de inmoralidad.

Jerry Lee Lewis, el otro pianista influyente de la música, iba camino del estrellato, con éxitos en las listas y todo eso, cuando se casó con su prima Myra Brown. El asunto adquirió proporciones desmedidas al comenzar a publicitarse sobremanera que ella tenía 13 años de edad. Los defensores de la moral y las buenas costumbres lo atacaron con todo y lo expusieron ante la opinión pública. Tuvo que volver al terreno del country para forjarse una nueva reputación.

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Ritchie Valens

Richie Valens, rockero de ascendencia mexicana, a los 17 años ya había ganado un disco de oro por la canción «Donna», y se hallaba promocionando el tema «La Bamba» cuando una avioneta que los llevaba a él, a Buddy Holly y a Big Bopper a un concierto se estrelló debido al mal tiempo, muriendo todos sus ocupantes. Valens era la punta del iceberg chicano en el terreno del rock and roll.

Estas muertes, aunadas a la de Eddie Cochran, al reclutamiento de Elvis, a los accidentes de Gene Vincent y Carl Perkins, al encarcelamiento de Berry, al abandono de Little Richard y a la persecución social de Jerry Lee Lewis, tenían al rock and roll en la hoguera en el final de los años cincuenta. Sin embargo, el rock and roll, como el ave fénix, no muere, siempre resurge de entre sus cenizas con un nuevo plumaje.

VIDEO: JerryLee Lewis – Great Ball of Fire! (1957) 4K, YouTube (Classic Hits Studio)

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Jerry Lee Lewis

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