Por SERGIO MONSALVO C.
EL BEAT DE LA IDENTIDAD
(2011)
En el 2011, el vendedor callejero Mohamed Bouazizi se prendió fuego como protesta antigubernamental. Se inició con ello la llamada Primavera árabe.
Un temblor de magnitud 9.0 sacudió a Japón, con el consecuente tsunami, y entre ambos terminaron con la vida de cerca de 20 mil personas.
Tras el evento, se estimó que cerca de 2 mil millones de persona vieron por la TV la boda del Príncipe William con la modelo y actriz Kate Middleton en Londres. Mostrándose con ello lo que de verdad le interesa al mundo.
Mientras, en los Estados Unidos comienza el movimiento Occupy Wall Street para protestar por la desigualdad social en el planeta.
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En el conglomerado de prácticas sonoras que actualmente se hace llamar indie, existe una música que no encuentra acomodo más que en los intersticios entre géneros. Poco afecta a la luminosidad de los reflectores y a la masividad. Prefiere la intimidad y echa mano de la mezcla de raíces para expresarse. Uno de ellos es el Alt country o country alternativo, un movimiento que si bien se fundamenta en las tradiciones del country busca la relación de éste con otros estilos como el rock, el rockabilly, bluegrass, country blues y otros formatos alternativos o indie. Tal música reafirmó su lugar en la geografía musical con un grupo llamado Wilco.
En todos sus discos, hasta el reciente The Whole Love (2011), Wilco mezcló con talento y personalidad el mejor pop, el country urbano y moderno, el rock de The Band y la experimentación del indie más sensible. El resultado: canciones que nacen cada vez que alguien las oye. Y de todo ello se ha inferido que cuando se escucha a Wilco no importa a qué género pertenezca cada canción o con qué instrumentos fue creada. Porque se sabe que estos músicos son guiados por un hombre (Jeff Tweedy) cuyo estigma es enfrentarse con las preguntas obligadas sobre la vida. Y las respuestas siempre han resultado sinceras y tan cínicas como profundas, arropadas con música tersa y de exquisito desarrollo.
Fleet Foxes, el sexteto de Seattle, desde su debut se convirtió en tema obligado en toda conversación sobre la música contemporánea. Desde el 2008 a esta parte, con cada nueva obra apuntala su investidura de gran grupo aunada a su calificada manifestación sonora. Helplessness Blues, su segundo disco habla de la infinidad de referencias que le han proporcionado su particular estética.
El grupo se decanta, una y otra vez, por la exquisitez musical. Sus armonías evocan a Crosby, Stills & Nash. El uso de la flauta remite a una interpretación plástica de sus canciones y, su juego coral, generoso y prolífico, lleva a una imaginería que expande frente al escucha paisajes de naturaleza mística. Momentos verdaderamente impactantes. Pero con ellos siempre hay más, por fortuna para nosotros, está por ejemplo su melódica revisitación al rock progresivo, al folk-rock de las tierras de Albión (incluso en sus alusiones a épocas renacentistas) con su muestra de regalo de ese elixir llamado lisérgico.
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Cambiando de parámetros, si su álbum anterior, Brothers del 2010, vendió más de un millón de copias y ganó tres premios Grammy, con El camino, su séptimo disco, The Black Keys se convirtieron en una banda a ser considerada entre las grandes de las dos primeras décadas del siglo XXI. Un grupo que cuando nació, en los albores del mismo, como un dúo en Akron (Ohio), y que hacía un crudo rock de garage aderezado con bluesrock únicamente con guitarra, batería y voz, llegaría tan lejos. Como buen ejemplo surgido del indie intentaron mantener la actitud y no hacer demasiado caso de la celebridad recién adquirida.
Eso les sirvió como antídoto, ya que el hecho fue que musicalmente evolucionaron sin prisas, pero firmemente. Cada nuevo álbum era mejor que el anterior, y para ello el crecimiento natural de un grupo de rock auténtico les sirvió de preparación y soporte. Por eso, el disco se tituló El camino (lugar en el que se forjaron) y su portada fue una fotografía de su vieja camioneta. Una Dodge Caravan con la que recorrieron la Unión Americana, por carretera, en días y noches eternas. «No fue por nostalgia, fue una forma de recordar de dónde procedíamos”, explicaron.
VIDEO: The Black Keys – Lonely Boy (Zane Lowe Special), YouTube (BBC Radio 1)