DOCE CONEXIONES: A ASS POCKET OF WHISKY (R.L. BURNSIDE/JON SPENSER)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

 

La década de los noventa fue rica en entablar conexiones musicales y en propiciar un legado cultural muy importante. Una de estas conexiones fue entre el garage punk neoyorkino y el country blues de la zona montañosa del Mississippi. A ello contribuyó uno de esos hombres que trabajan incansables para rescatar las raíces de la música que les gusta, desde que se pudieron grabar las cosas in situ con los medios a su alcance.

 

Se trató de Robert Palmer, un compositor que enseñaba música en la Universidad de aquel estado. Dicho estudioso frecuentaba la escena local de los bluesmen veteranos de la región. Era asiduo de lugares como el Junior’s Place de la familia del músico Jim Kimbrough en Chulahoma, donde éste tocaba en compañía de R. L. Burnside.

 

Las actuaciones de ellos lo decidieron a llevar a cabo la realización en 1990 del documental Deep Blues, que daría cuenta de muchos nombres famosos en la comarca hacia fines de siglo, y en donde Burnside ocupaba un lugar destacado.

 

Este documental presentó las cosas reales, sin imágenes de archivo, que estaban sucediendo justo frente a las cámaras. La mayor parte de Deep Blues está filmada en la zona montañosa del norte de Mississippi, donde Fred McDowell era la figura representativa de la tradición local (a diferencia del Delta, donde Charlie Patton y Robert Johnson son las deidades).

 

Empobrecido y aislado, el blues vivía allí en una forma silvestre prácticamente apenas influenciada por el sonido de Chicago o el rock & roll. Debido a ello, Deep Blues se convirtió en una ventana a la era del blues original.

 

Y, como nota al margen interesante, el documental jugó un papel decisivo también en el lanzamiento de un sello discográfico (Fat Possum) que llevó a muchas de las estrellas del filme a un público mucho más amplio; R.L. Burnside en particular fue salvado así de la oscuridad.

 

Este bluesman había nacido en 1926 en Harmontown, la parte rural del condado de Lafayette, Mississippi, que a la postre sería cubierta por lo que hoy es el lago Sardis. Las siglas de su nombre pueden proceder del apodo “Rural” o de Robert Lee, nunca quiso aclararlo.

 

Primero aprendió a tocar la armónica y luego empezó a tocar la guitarra a los 16 años. Lo hizo por primera vez en público a los 21 o 22 años. La ejecución la había aprendido principalmente de Mississippi Fred McDowell, que había vivido cerca de Burnside cuando éste era niño. Lo escuchó a tocar a los 7 u 8 años y, con el paso del tiempo y el aprendizaje, se unió a sus conciertos para tocar en los últimos sets con él.

 

Asimismo, otros maestros locales fueron su tío Ranie Burnette el casi desconocido Henry Harden, Jesse Vortis y posiblemente Stonewall Mays. Burnside citó también como sus influencias primeras a los cantos gospel y,  ya adulto, a Muddy Waters, Lightnin’ Hopkins y John Lee Hooker.

 

A finales de los cuarenta la familia se mudó a Chicago buscando mejores condiciones de vida, donde trabajó en una fábrica de metal y vidrio. Pero a los Burnside se le torcieron ahí las cosas, cinco de sus miembros fueron asesinados en distintos momentos. Él, a su vez, mató en una reyerta a un hombre por un juego de dados y fue encarcelado.

 

Al salir libre trabajó manejando un tractor, en los condados de su estado natal, donde pasó las siguientes cuatro décadas como aparcero, pescador chofer de camión, y en sus tiempos libres tocando en sitios locales, fiestas familiares y eventos al aire libre.

 

Sus primeras grabaciones las hizo en 1967 para George Mitchell, que recababa sonidos del country blues por aquello lares. Esas canciones se publicarían hasta treinta años después, cuando Burnside ya tenía un nombre en la escena. Tocaba ahí las guitarras acústica y eléctrica. Luego de eso comenzó a viajar animado por algunos promotores del género.

 

 

  1. L. Burnside tenía una voz poderosa y expresiva, que no le falló con la vejez, sino que se hizo más rica. Tocaba las guitarras con y sin slide. Su estilo cargado era el más característico del blues de la zona montañosa. Al igual que otros músicos del género, no siempre se adhirió a patrones estrictos de blues de 12 o 16 compases, y a menudo añadió ritmos adicionales a un compás como mejor le parecía.

 

Fue a Canadá y estuvo 17 ocasiones en Europa durante las siguientes décadas. Alan Lomax lo grabó para el documental The Land Where the Blues Began, pero a la postre las partes donde aparecía fueron cortadas. Y así siguió su vida, sin protagonismo, entre locales pequeños, ferias, exposiciones, giras intermitentes y grabaciones informales, que no se distribuían de buena forma. Se unió al guitarrista Kimbrough para actuar en su restaurante y ahí lo conoció Robert Palmer, quien lo haría personaje de su Deep Blues.

 

Unos cuantos meses después, en un concierto en Nueva York en torno al estreno de este documental, llamó la atención del rockero Jon Spenser, el líder de la banda neoyorquina Blues Explosion, que lo invitó como abridor para sus presentaciones.

 

El punk blues con el que se había denominado a la música de Spencer había creado escuela y seguidores, ampliando la cultura del garage underground. Este power trio, que rompió con las normas del rock alternativo demostrando una devoción infinita por la música de raíces como el blues y el r&b básico.

 

Pero también la había por la experimentación independiente y enriquecedora con la electrónica o el garage-punk. El grupo se inclinaba entonces, por este último rubro y recopilaba algunos de sus temas más crudos, potentes y sudorosos, reforzados por su sonido estridente, sucio y distorsionado, por su canto vociferante, por su manufactura lo-fi, y por su rock and roll post punk lleno de adrenalina.

 

De tal manera, Burnside comenzó a hacer giras con este grupo en 1995, como telonero, ganando muchos nuevos fans. A Spencer se le ocurrió la idea de grabar un disco, y trasladó la banda a un lugar aislado en la zona rural de Mississippi con nada más que su equipo y una gran cantidad de alcohol.

 

No es difícil imaginar una escena más idílica: media docena de músicos jóvenes blancos en una cabaña de caza, bebiendo whisky, maldiciendo y hablando de mujeres y tocando ese tipo de blues crudo junto al bluesman al que le tenían admiración. El álbum llevaría por título A Ass Pocket of Whiskey.

 

Este disco de 1996 fue grabado en cinco breves horas en Holly Springs, Mississippi. Un blues como muchos lo habían olvidado a tocar: áspero y desafiante, casi sin 12 compases a la vista. Un enfrentamiento sonoro infernal de vida y muerte entre Burnside, su guitarrista Kenny Brown y la Blues Explosion de Jon Spencer, el cual provocó la saturación permanente de los amplificadores. A Burnside le gustaba mucho tocar fuerte, quedaba bien con su estilo. Y, por otra parte, no era por nada que a Jon Spencer le dijeran Blues Explosion. No tocaba el blues, sino que verdaderamente lo hacía explotar.

 

No hay duda de que A Ass Pocket of Whiskey tiene una buena cantidad de bagaje contextual. Sólo la idea de un grupo de rockeros independientes, en presencia de un intérprete veterano de un universo diferente animándolo a alcanzar las alturas que originalmente llevaron a los seguidores a su órbita, ya es bastante.

 

Todos ellos, se siente que se la están pasando genial. La banda está relajada pero se mueve según los mandatos, la producción es apropiadamente tosca  y la selección de canciones se basa en las favoritas de Burnside. Sólo basta escuchar la versión de «Shake ‘Em on Down» para conocer la amenaza de los acordes y la soltura de los tambores detrás del ritmo. Las guitarras se entrelazaron en un diálogo perfecto.

 

El álbum obtuvo elogios de la crítica y de gente como Iggy Pop. Las revistas especializadas escribieron que el disco «suena como ningún otro álbum de blues jamás realizado».

 

VIDEO: R.L. Burnside – Shake ‘Em on Down (Official Audio), YouTube (Fat Possum Records)

 

Jon Spenser Blues Explosion

 

 

 

BABEL XXI-738

Por SERGIO MONSALVO C.

 

COOL

LA FRESCURA GENÉRICA

 

 

 

 

 

 

Programa Radiofónico de Sergio Monsalvo C.

 

 

https://www.babelxxi.com/738-cool-la-frescura-generica/

 

 

 

 

TIEMPO DEL RÁPSODA: SÓLO LAS NOCHES (VI)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

 

(POEMARIO)*

 

 

“HICE BIEN”

 

Hice bien en decirle

lo que le dije,

para que aprendiera

la muy distante…

para que no se fuera

 

 

“CUARTO PISO”

 

Con la esperanza de no perderte

me acomodé

en el aparador del rito

cuarto piso

de esta tienda de moda

donde me has descubierto

antes de la hora de abrir

como un maniquí

desnudo por tu locura

 

 

*Textos extraídos del poemario Sólo las noches.

 

 

 

 

Sólo las noches

Sergio Monsalvo C.

Editorial Oasis

Colección “Los libros del fakir”

Núm. 63

México, 1984

 

 

 

Dibujo: Heraclio

 

 

 

LA AGENDA DE DIÓGENES: EMERSON, LAKE AND PALMER

Por SERGIO MONSALVO C.

 

 

Emerson Lake and Palmer fue el grupo quintaesencial de rock progresivo de los años setenta, combinando influencias de la música clásica con grandiosas ejecuciones teatrales.

 

Veterano del rhythm and blues inglés, el tecladista Keith Emerson fue el miembro clave de Nice, originalmente el grupo de acompañamiento de la ex Ikette P. P. Arnold. Aparecen en su éxito de 1967 «The First Cut Is the Deepest», de Cat Stevens. 

 

Después de dejar a Arnold, Nice desarrolló una intensa mezcla de brío e histrionismo: durante sus interpretaciones de «America» de Leonard Bernstein, por ejemplo, Emerson prendía fuego a la bandera estadounidense.  Como desquite, el compositor se aseguró de que la grabación hecha por Nice de su obra no se editara en la Unión Americana. 

 

Sus primeros álbumes exitosos en Inglaterra salieron bajo la etiqueta de Charisma e incluyeron Ars Longa Vita Brevis (1968) y Five Bridges Suite (1970), una serie de composiciones de Emerson inspirada en su ciudad natal de Newcastle-upon-Tyne.

 

Junto con el exbajista de King Crimson, Greg Lake, y el anterior baterista de Arthur Brown, Carl Palmer, Emerson fundó un nuevo grupo en 1970. Su primera presentación pública tuvo lugar en el festival de la isla de Wight del mismo año, con la versión creada por Emerson de Pictures at an Exhibition de Moussorgsky (con letras que incluían la frase «La muerte es vida»), obra que grabaron al año siguiente. 

 

Una vez contratados por Island y por la subsidiaria Cotillion de la Atlantic en los Estados Unidos, lograron dos hits menores en este último país, con las composiciones de Lake «Lucky Man» y «From the Beginning» (ambas de 1972). Estas piezas, aunadas a sus largas y vistosas giras convirtieron a los álbumes en bestsellers de ambos lados del Atlántico. 

 

El disco epónimo, su primero, fue seguido por Tarkus, Pictures y Trilogy (1972). Ese mismo año, ELP logró su único sencillo de éxito en Inglaterra con su versión de «Fanfare for the Common Man» de Aaron Copland.

 

En 1973, ELP fundaron su propia disquera, Manticore, para editar los álbumes del compañero de Lake en la composición y exmiembro de King Crimson, Pete Sinfield, del conjunto italiano PFM (Preminta Formeria Marconi) y su propio Brain Salad Surgery

 

La gira mundial de 1973-1974, con todo y espectáculo de láser y sistema de sonido cuadrafónico, atrajo a dos millones de espectadores. Fue plasmada en el álbum triple Welcome Back My Friends, to the Show That Never Ends (1974).

 

Sin embargo, el show sí había terminado. El grupo se dispersó y cada integrante se dedicó a sus propios proyectos. Emerson consiguió un hit en Inglaterra con el clásico del boogie-woogie «Honky Tonk Train Blues» (1976), en tanto que Lake se relacionó con Johnny Marks para componer una canción navideña que se haría clásica («I Believe in Father Christmas»). 

 

Además de obtener un gran éxito en 1975, fue uno menor en Inglaterra al reeditarse en 1982 y 1983. Al resurgir ELP con un álbum doble, Works Vol. I (1977), tres caras del mismo se dedicaban a esfuerzos solistas: el Concerto No. 1 de Emerson, Palmer con el exguitarrista de los Eagles, Joe Walsh, y Lake con sus propias canciones. Emprendieron otra gira gigantesca con una orquesta sinfónica completa.

 

No obstante, los tiempos habían cambiado y la respuesta fue desilusionante.  El grupo sacó Love Beach (1978), un álbum totalmente prescindible, según ellos mismos, hecho por exigencias contractuales. Realizaron una gira de despedida y un álbum en vivo en 1979 y se despidió. 

 

 

Emerson compuso soundtracks (Inferno, 1980, y Nighthawks, 1981), Lake grabó un álbum solista (Chrysalis, 1981) y Palmer sacó un álbum con PM (Ariola, 1980) antes de unirse al guitarrista de Yes, Steve Howe, para formar un nuevo supergrupo, Asia, cuyo primer álbum permaneció en el lugar número uno de las listas estadounidenses durante nueve semanas en 1982.

 

En 1986, Emerson y Lake reintegraron el grupo con el baterista Cozy Powell, excolaborador de Richie Blackmore, Jeff Beck y Michael Schenker. El nuevo ELP retomó la estafeta donde el viejo la había dejado:  Emerson, Lake and Powell (Polydor) incluyó una versión rockera de «Mars, the Bringer of War», de la Planets Suite de Gustav Holst. Con otro baterista más, Robert Berry, Emerson y Lake grabaron el álbum To the Power of Three (Geffen, 1988), que no fue muy bien recibido.

 

Aún tenía significación en 1992 la reencarnación del grupo. ¿Justificaban el virtuosismo, un pasado glorioso y tres músicos voluntariosos el regreso del rock sinfónico pesado?  Los primeros 20 minutos de Black Moon bastaron para que uno terminara sentado en el filo de la butaca, sorprendido por la introducción fresca, moderna y bien producida de la pieza del título; encantado por el bien desarrollado lenguaje rockero y los apasionados solos del Hammond en «Paper Blood»; conmovido por «Affairs of the Heart», lleno de alma al estilo de Bob Seger; divertido por el arreglo inteligente de «Romeo & Juliet» de Prokofiev (no lo pueden dejar). 

 

Significativo o no, después de once álbumes, 14 años de silencio y varios esfuerzos frustrados (como 3 y Emerson, Lake & Powell) ELP se desquitó con una primera mitad de notable fuerza. Después unos cuantos momentos débiles, pero incluso ahí se percibe el gusto que les causaba tocar en esta reunión.  ELP parecía estar lejos de la extinción.

 

En el periodo 1992 y 1993 estuvieron de gira y se instalaron en Los Ángeles para grabar su siguiente disco. Sin Embargo, Keith Emerson empezó a tener problemas con un nervio de su brazo derecho, circunstancia que lo obligó a entrar al quirófano. Esto afectó seriamente la calidad de In the Hot Seat que debió ser grabado por separado y luego armado en un estudio.

 

El estado de salud de Emerson obligó a suspender la gira que tenían planeada. Luego de dos años fuera de la escena musical volvieron en 1996 en una gira por todos los Estados Unidos. Esta gira fue de las más apreciadas por la crítica y de las más aplaudidas por el público durante ese verano. Y a pesar de que los tres miembros del grupo continuaban con sus propios proyectos la cálida recepción de la gente los consolidó como grupo nuevamente.

 

Sin embargo, cuando tenían planeado encarar el estudio de vuelta luego de una gira en 1998, la banda volvió a disolverse debido a tensiones entre los miembros. Los integrantes continuaron con sus proyectos solistas sin la idea de volverse a juntar tras haber pasado ya una década. Aunque a principios del 2009 hubo intenciones de reunir nuevamente al trío para algunos shows pero fueron canceladas debido a los inconvenientes físicos de Keith Emerson.

 

Al siguiente año Emerson y Lake se embarcaron en una gira por América del Norte, presentando un repertorio acústico de su trabajo. El 14 de mayo de 2010, Shout! Factory publicó A Time and a Place, una colección de 4 CD con temas en vivo.

 

Unos meses después, Emerson, Lake & Palmer realizaron un único concierto de 40 aniversario, siendo cabezas de cartel del evento High Voltage Festival, en Inglaterra. Todo el concierto fue lanzado más tarde en CD como High Voltage y como un DVD y Blu-ray con el título Welcome Back My Friends. 40th Anniversary Reunion Concert. High Voltage Festival – 25 July 2010. Junto a este DVD también se lanzó junto un documental definitivo de los 40 años de historia de la banda.

 

Todo parecía cobrar nueva vida. No obstante, el 11 de marzo de 2016, Keith Emerson se suicidó y nueve meses después, el 7 de diciembre, Greg Lake falleció a causa del cáncer, poniendo fin de facto a la historia del afamado grupo.

 

VIDEO: Emerson, Lake and Palmer – Fanfare For The Common Man (Live at Olympic Stadium, Montreal, 1977, YouTube (Emerson, Lake and Palmer)

 

 

 

 

ARTE-FACTO: EL ALBA MINIMAL (VI)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

 

 

Si bien Steve Reich y Philip Glass pusieron poco énfasis en la importancia del resultado auditivo, para La MonteYoung y Terry Riley era la única razón de ser de la música. Los procesos acumulativos de Riley supusieron una distinción fundamental entre el micronivel y el macronivel en el género. 

 

Se logró un cambio continuo mediante la introducción de nuevos elementos en la forma básica repetida, y el pulso desplazó la atención de los detalles de la forma al proceso general, de modo que las variaciones extremas en el micronivel paradójicamente llegaron a producir la impresión de inmovilidad. 

 

Los patrones muy rápidos usados por Riley produjeron movimientos lentos, que con todo se perciben como un “trance inmóvil en vibración”, el cual asemejó, un estado de ingravidez, precisamente el efecto que Riley pretendía lograr. 

 

 

De hecho, afirmó que en su opinión había fracasado su música si no era capaz de sacar al escucha de sí mismo. No obstante, el proceso opuesto también fue posible: La Monte Young utilizó la dimensión estática de la música como medio para producir en el escucha la sensación de movimiento.

 

No está muy claro en qué medida la adopción de una ideología mística representó una consecuencia inevitable del uso de la repetición, si bien el empleo de elementos musicales no europeos expuso a Riley y Young, ciertamente, a la influencia de ideologías orientales. De acuerdo con estos últimos, el propósito de la música era el de “enajenar” o bien, según lo expresara Young, “Si la gente no se siente transportada por mi música, ha sido un fracaso”.

 

VIDEO: Terry Riley – In C (1964), YouTube (Nivel Terciario)

 

 

 

LIBROS: EL LUGAR DEL CRIMEN

Por SERGIO MONSALVO C.

 

 

(ENSAYOS SOBRE LA NOVELA POLICIACA)

Cuando el crimen hace acto de presencia, la sociedad se atemoriza, los individuos se tornan falaces, contumaces, medrosos. Y un hombre entra en acción: el que está dispuesto a restablecer el orden, aclarar el enigma, hacer que el o los criminales paguen cara su osadía: la de haber puesto en jaque a una normalidad aborregada, hastiada, indolente.

“En los ensayos incluidos en El lugar del crimen, Sergio Monsalvo C. se ha dado a la tarea de dilucidar quién es quién en el proceso criminal que corroe el cuerpo social y que ha dado lugar a un género literario donde, con arte, se consignan los motivos del perseguidor y el perseguido para poner en jaque a la totalidad del hormiguero.

“En El oficio de vivir, Cesare Pavese expresa: ‘Todos los hombres tienen un cáncer que les roe, un excremento cotidiano, un mal a plazos: su insatisfacción; el punto de choque entre su ser real, esquelético, y la infinita complejidad de la vida’. En los ensayos que dan cuerpo a este libro, Sergio Monsalvo C. desentraña esa complejidad expresada por varios destacados autores del género negro o policiaco”.

Emiliano Pérez Cruz

(Contraportada)

El lugar del crimen

(Ensayos sobre la novela policiaca)

Sergio Monsalvo C.

Times Editores,

México, 1999

DISCOS EN VIVO: UNA LEYENDA (DIABLOS Y MARGARITAS)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

 

El corpus del rock está hecho de sus mitos y leyendas. He aquí una de ellas. Dícese que allá, en los lejanos tiempos de fin del siglo XX había un rockero veterano que mascullaba sus desgracias en lujosos cuartos de hotel y en sus casas palaciegas. Su grupo ya no hacía giras mundiales continuas, ya no grababa discos, él ya ni se reunía con ellos para nada hacía años, o sea que prácticamente ya no había grupo.

 

Su crédito como representante de aquel género ya se basaba tan sólo en el débito, con el que desfilaba orondo por el jet set internacional y sus alfombras rojas, pero era una entelequia más que otra cosa. Tal situación no era de su agrado. Si su voraz Ego aceptaba tan procaz alimento su espíritu de artista no, y frente a sí no veía salida alguna al callejón en el que él solo se había metido.

 

 

Ahora era habitué de una corte que en el pasado buscó por todos los medios refundirlo en la cárcel y dar un escarmiento generalizado a los de su estirpe. Masivamente el mundo artístico lo defendió y la sofocante persecución aflojó y sólo fue castigado con el látigo del desprecio. Sin embargo, con el paso de los años aquella misma corte lo atrajo como uno de los suyos (ya era famoso y millonario). Él ni pestañeó a la hora de aceptar el envite.

 

Se subió a esa hamaca y se meció sin reparar en su entorno hasta entonces cercano. La dejadez y el canto de las sirenas lo arrullaron y él se dejó llevar al espacio del Nunca Jamás. No obstante, ahora, sentado al filo de la cama, con la mujer en turno durmiendo detrás suyo, reconocía que algo le faltaba o le sobraba. Se levantó y abrió la ventana hacia la noche cálida y el olor del afuera le comenzó a masajear la memoria y recordó.

 

 

Viajó hasta aquellos años en que alcanzó el pináculo y estaba a punto de entrar en la mejor etapa artística de su carrera, cuando desarrollaría todas sus capacidades y crearía canciones importantes, representativas y tan evocadoras como trascendentes junto a sus compañeros de grupo. Otros tiempos.

 

Al oír suspirar entre sueños a la mujer de hoy recordó que ante las tribulaciones y dudas que tenía en aquel pasado la mujer de entonces lo abrazó y le susurró cariñosas palabras en apoyo, pero hubo más que eso: lo llevó a una librería y le compró tres libros: uno, el Fausto de Goethe y los dos tomos de El Maestro y Margarita de Mikhail Bulgakov.

 

 

Leyó aquellos volúmenes sin parar y de forma insaciable. Los comentó en noches enteras con esa compañera, con entusiasmo y admiración ante lo escrito por aquellos románticos autores. Y se inspiró. Se sentó en la cama junto a ella y comenzó a escribir el esbozo de una posible canción. Una que reflejaba la misma cuestión esencial. La relación del arte con el artista y las sombras y luces que éste veía en tal oficio. En lo que sería capaz de hacer, de mantener de sí, en una conversación diabólica semejante y lograr la malévola dádiva de crear o destruir algo a cambio de algo vital.

 

Se enfrentó a su realidad, luchó con el escrito, echó mano de su mejor lenguaje para construir las metáforas y los símbolos. Goethe y Bulgakov lo hicieron en cientos de páginas magistrales, eran escritores. Él lo tendría que hacer en minutos, era un compositor de canciones. Y lo hizo. De las dudas existenciales, del apoyo femenino, de la literatura y de su propio talento, surgió una pieza que se convertiría en emblemática.

 

 

Tanto que un cineasta quiso filmar su gestación y aprovecharla como vehículo para sus soflamas ideológicas, y lo filmó, pero aquel vehículo tenía sus propias reglas y una de ellas era no servir de soporte a propaganda alguna. La película sobrevivió como testimonio de una creación musical, artística,  y también como testigo para señalar lo que no era, ni podía ni debía ser: un panfleto.

 

La canción pasó a formar parte de un disco muy importante, sirvió para abrir ese álbum del grupo que sería a la larga la primera parte de una tetralogía magistral en la historia no únicamente del grupo, sino del rock en general. Un tema que condensaría orígenes y destinos, que contendría dramas y tragedias, que se usaría para remarcar la existencia del Mal y su relación con el hombre (la empatía con el primero) en otras canciones, en otros filmes, en sesudos ensayos, en referencia obligada para rememorar tiempos idos o en reflejos por venir, en tributos posteriores.

 

VIDEO: “Just Your Fool” – The Red Devils at the King King 1992, YouTube (nofightindotcom)

 

Ahora había pasado ya un cuarto de siglo. Estaba empantanado en dudas existenciales y artísticas como entonces, su grupo era un fantasma burlón y sus miembros estaban involucrados en proyectos individuales. Él estaba enredado en la alfombra roja que tanto lo seducía de manera voluntaria, pero el músico que era le pedía alimento para sobrevivir, agonizaba.

 

Ya no compartía sus cuestionamientos con una compañera como entonces, culta en todos los sentidos. No. Ahora estaba con una modelo, una top ten del medio, que como buen maniquí no contenía nada, ni tenía nada qué decir, sólo servirle como visutería para lucir en las fiestas y en las Discos de moda. Volteó a verla y se preguntó cómo ella podría apoyarlo. De ninguna manera. Era incapaz. Quizá nunca hubiera leído libro alguno, ni supiera quién era Margarita, ni de literatura alemana, menos rusa. Era sexy y punto. No le pedía nada más. Eso lo decidió.

 

 

Fue a otra habitación, tomó el teléfono y llamó a su antigua novia. Se disculpó por todo aquello que la había lastimado y separado de él, aceptó las palabras que ella le lanzó (cargadas de dosis de locura, excesos y deslealtades) y luego de la tormenta vino la calma. Entonces él pudo explayarse sobre su pasmo presente sin mencionarle aquella otra ocasión en el reino del pasado. Ella lo escuchó atentamente y le hizo preguntas.

 

Vino un silencio reflexivo y le sirvió entonces el viejo adagio del género: “Cuando no sepas hacia dónde moverte vuelve a las raíces”. “Eso es lo que debes hacer”, le dijo. “Ponte a hacer lo que más te gustaba cuando comenzaste con la música. Pregúntate ¿por qué lo hacías, qué te motivaba?

 

 

 Si eso no te saca del atolladero, por lo menos volverás a divertirte y, si tienes suerte, el tiempo invertido  probablemente te brinde la posibilidad de pensar en lo que quieres hacer de ti y de tu carrera, además de seguir seduciendo mujeres. Te mando un beso”, dijo y colgó. Él se quedó pensando en la conversación y supo que ella tenía razón. Ahora el asunto era otro. ¿Con quién podría llevar a cabo tal terapia, sin tener que estar peleando y sólo disfrutar de ello?

 

En sus inicios había sido junto a sus amigos y compañeros un misionero del blues, una música de culto minoritario y fuera del mainstream. En ese coto encontraron su plataforma de lanzamiento y realizaron proezas como introducir aquel material casi ignoto, por sus lares, en las listas de popularidad. Ahora debía hacer lo mismo, pero para su propia satisfacción.

 

 

Hacía ya tiempo que había finalizado la última gira con el grupo, sus desencuentros habían sido aireados por doquier y ahora a pesar de encontrarse en plena grabación de su siguiente álbum como solista, tenía serias dudas con respecto a la calidad de ello.

 

Llamó al productor con el que estaba trabajando y le expuso la idea de realizar de manera expedita una sesión de blues a la vieja usanza, directa y sin refinamientos, con él en la voz y la armónica. ¿Tenía músicos para la ocasión? Aquél le dijo que sí a todo.

 

 

Entre las recientes ocupaciones del productor estaba la de grabar en vivo a un grupo local de tal género. Le sugirió que se diera una vuelta por el club King King en el que esto se llevaría a cabo para, en caso de aprobarlo, hacer el procedimiento consecuente. Así lo hizo nuestro obnubilado personaje. Fue esa misma noche. Le gustó aquel quinteto que se hacía llamar Red Devils y hasta hizo con ellos una jam con “Who Do You Love”, de Bo Diddley.

 

Unos días después, a comienzos de mayo, se volvieron a reunir en un estudio de Los Ángeles. Él llevó los discos que más le gustaban para que productor y músicos escucharan lo que quería hacer. Interpretar piezas no manoseadas de tal música. No habría una segunda ocasión, les informó. Tras ello se dieron a la tarea de grabar varios temas.

 

 

Lo hicieron con el oficio y ardor necesarios. En trece horas de sesión grabaron una docena de títulos como en los viejos tiempos. “Blues With a Feeling” (de Rabon Tarrant) fue la canción insignia. Quedó tan satisfecho con el resultado que incluso se atrevió a hacer planes con dicho material. La terapia le había servido. Se sentía animado de nuevo.

 

No obstante, un demonio menor enviado por su Ego se dio a la tarea de susurrarle las inexistentes cualidades de su accionar individual. “El Mundo entero espera, no, reclama, tu obra solista”, le dijo. Las mieles del agazajo surtieron el efecto deseado. El material grabado aquella jornada no fue editado oficialmente.

 

 

Él se fue a terminar su segundo álbum como solista, mientras el productor y la banda se embarcaban en otra llamada igualmente sin una segunda oportunidad, ésta del Más Allá, con un vaquero camino del ocaso. La banda editó su propio King King y luego desaparecería en el desierto del ninguneo, el productor llegaría al Oasis y al Reino Lejano. Nuestro personaje volvería a las andadas, a las cuchilladas con su amigo y alma gemela, a las modelos, a las Discos y a las alfombras rojas. Pasaría otro cuarto de siglo antes de sentir la misma nostalgia.

 

El inédito material se inscribió como de culto y siguió su propio camino hacia la luz y la leyenda. Yo lo encontré publicado con el nombre de The Famous Blues Sessions, bajo el sello Rabbit Records, en el sótano de una tienda de discos de segunda mano llamada Ďábel, en Praga, República Checa.

 

VIDEO: Mick Jagger & The Red Devils – The Blues Sessions (June 1992), YouTube (Austir Curtis)

 

 

REZA EL GLOSARIO: PRIMERA VEZ

Por SERGIO MONSALVO C.

 

 

Lo lamentable de toda primera vez es que no hay repetición. El truco personal de buscar lo que ya se sabe, se ha hecho o visto u oído, siempre dará como resultado la recompensa por conocimiento. Haber visto el estreno de una película será algo sorprendente, verla en una segunda oportunidad, dará otra sensación, una lectura ampliada o distinta hacia ella, pero nunca la misma.

En este sentido, la primera proyección cinematográfica, por ejemplo, aquella del 28 de diciembre de 1895 en que los hermanos Lumière presentaron su cinematógrafo en el Salon Indien del Grand Café de París, en el sótano del Bulevar de los Capuchinos, fue una sesión histórica, ya que para las personas que asistieron a ella el acto consistió en su estreno como espectadores: hubo asombro, temor, curiosidad y hechizo. La segunda vez ya fue distinta.

Con el paso del tiempo se ha descubierto que la observación altera siempre el objeto observado y que la escritura modifica aquello que describe. Por lo mismo, es imposible no pensar, igualmente, en el significado de la palabra civilización cada vez que nos ponen ante un hecho como aquél.

De una manera idealista quienes se dedican al arte llevan siglos buscando siempre la sensación de la primera vez cuando inician una de sus creaciones. Una utopía definitivamente, porque de alguna manera toda primera vez posee algo seguro, lo irrepetible.

BABEL XXI-737

Por SERGIO MONSALVO C.

 

VIAJE ALREDEDOR DE MI HABITACIÓN

(XAVIER DE MAISTRE)

(LIBROS CANÓNICOS 50)

 

 

 

 

 

 

Programa Radiofónico de Sergio Monsalvo C.

 

 

https://e-radio.edu.mx/Babel-XXI/737-Viaje-alrededor-de-mi-habitacion-Xavier-de-Maistre-Libros-Canonicos-50