68 rpm/37

Por SERGIO MONSALVO C.

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A lo largo de la historia del rock muchos artistas han sentido la necesidad de medirse con «la madre de todos los instrumentos musicales», es decir: con la orquesta sinfónica. Esta fusión se ha saldado con resultados ambivalentes. Sin embargo, entre las agrupaciones que salieron airosas de dicha experiencia está The Moody Blues, la banda pionera que inició ese camino de intercambios musicales.

Y lo hizo con estupendos álbumes conceptuales de agradable escucha, sumados a la virtud de saber mantener un sonido peculiar e inconfundible, con toques de acidez, imaginería en progresión y lírica poética.

Los resultados de aquella alquimia proclamaron su éxito en 1968, tras el ejemplo de una obra maestra (Days of Future Passed) y con la continuada secuela In Search of the Lost Chord, en otro rubro de experimentación. Discos que con ingenio y elegancia abrieron los caminos para otras agrupaciones con tales inquietudes.

Esta idea estética forma parte de una novedosa rama en la música popular que nació a principios de los años sesenta del siglo XX: el pop barroco, iniciado por Burt Bacharach, Phil Spector y Brian Wilson, entre otros.

Luego fue desarrollado con diversos lineamientos en la Gran Bretaña, en donde adquirió el título de English baroque (pasando por piezas de los Beatles hasta la propuesta conceptual de The Moody Blues y luego las de los Zombies, Procol Harum o Deep Purple, por mencionar algunos ejemplos notables) con su infinidad de intérpretes y matices posteriores.

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IN SEARCH OF THE LAST CHORD

THE MOODY BLUES

(Decca)

El estilo sinfónico en este álbum incluyó elementos genéricos tradicionales (harpsicordio, oboes, flautas, violines, cellos, corno francés, piano, saxes y diversas percusiones, entre otros), de nuevo cuño (como el mellotron, introducido por este grupo británico y del que Mike Pinder se convirtió en maestro), y de reciente uso en el rock (como el sitár, la tabla o el timpani y otras percusiones de origen indio, así como el autoharp de origen asiático), además de las propias del género (guitarras acústicas y eléctricas, la de 12 cuerdas, pandero, bajo y batería) y la orquestación de la música medieval y clásica (periodo barroco y del consecuente romanticismo).

Si en Days of Future Passed Moody Blues entretejió con la orquesta sus intrincadas melodías, en In Search of the Lost Chord la elaboración musical tuvo a dos instrumentos protagonistas: la flauta (incluso antes de que lo hiciera Jethro Tull) y el mellotron (un instrumento electro-mecánico polifónico analógico de reciente aparición en aquella época, una especie de sampler primitivo, que permitía reproducir el sonido de los instrumentos de cuerda).

Con ellos el quinteto logró crear un espectro cosmogónico sonoro de amplios alcances que arropaba distintos vericuetos derivados de la experiencia psicodélica (“Ride My See-Saw”, “Legend of A Mind”, “The Best Way to Travel”), el misticismo oriental (“House of Four Doors” partes I y II, “Om”) y la progresión musical (“Dr. Livingston, I Presume”, “Voices in the Sky”).

Los cinco integrantes tocaron entre todos más de una treintena de instrumentos, en un cambio con respecto al LP anterior, en donde la orquesta llevó la batuta.

El disco rebosa sofisticación y opulencia en instrumentación, con hermosas texturas y melodías, múltiples y sorprendentes variaciones en tempos, voces ejemplares como solistas o en armonías que subrayan la emotividad de la narrativa, arreglos sensibles, gradaciones múltiples que van con tacto poético de la melancolía a la alegría, así como hipnóticos desarrollos de tipo lisérgico.

A partir de todo ello Moody Blues fijaría sus genes en la quintaesencia del rock progresivo de los años siguientes, combinando el rock con sus influencias de la música sinfónica a la par de grandiosas ejecuciones intrumentales.

El desarrollo sucesivo de su música se encontró estrechamente relacionado con la introducción y evolución de los teclados en la corriente. El uso abundante del Mellotron le otorgó un carácter mayor a las piezas. Con dichos elementos estos británicos hicieron furor.

Un quinteto entregado a la creación de atmósferas y panoramas fabulosos, tan maravillosos como la dulce música que destilaron. La hicieron hilvanando un sonido pleno que cortaba las respiraciones, con su épica de dioses y héroes, aventuras y protagonismos, ensalzamientos de valores y virtudes; epopeyas de nobleza, ideales próximos y remotos.

The Moody Blues fueron una piedra fundamental que ofreció mundos evolucionados con mitos e historias que formaron unidades indisolubles, reflejados además en sus fantásticas portadas.

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Personal: Justin Hayward, Mike Pinder, John Lodge, Ray Thomas, Graeme Edge. A excepción de la voz cantada y recitada sólo a cargo de Hayward, el resto de los instrumentos (33 en total) fueron tocados por todos los integrantes, quienes los intercambiaron con cada pieza y asistieron en todos los coros. Portada: Philip Travers.

[VIDEO SUGERIDO: The Moody Blues – Voices in the Sky, YouTube (Redbaron863)]

Graffiti: «Las paredes tienen orejas. Sus orejas tienen paredes«

68 rpm/36

Por SERGIO MONSALVO C.

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En el año 2012 Donovan fue inscrito en el Salón de la Fama del Rock. Una fecha tan reciente como tardía. Reciente para nosotros, tardía para él. De cualquier manera un acto apenas justo, porque nadie como este cantautor para representar lo mejor que tuvo la utopía del flower power.

Durante casi medio siglo Donovan ha encarnado el espíritu más puro e inocente de aquel periodo, sin traicionarse y trabajando para reforzarlo como estudioso del budismo zen y de la espiritualidad. Y lo ha hecho con poesía y con música, como los legendarios trovadores europeos, cofradía de la que forma parte por derecho propio.

Donovan ha pasado por infinidad de cambios dentro de su carrera musical, que en su caso es una auténtica forma de vida. Comenzó como intérprete del folk primitivo, al igual que su admirado Bob Dylan. Su primer single, “Catch the Wind”, y sus primeros álbumes fueron hechos bajo esa influencia. Hasta ahí el paralelismo.

Sin embargo, cuando los medios lo descubrieron explotaron esta única percepción y ya no hubo forma de modificarla. Ese fue el gran estigma de Donovan, quien como fino compositor y virtuoso guitarrista buscó diversas formas de apartarse de aquella etiqueta del “Dylan británico”.

A lo largo de las décadas su música ha transitado por múltiples estilos: de las canciones de protesta a los himnos sobre la luminosidad hippie; de la interpretación de poemas y cuentos infantiles al folk psicodélico; del canto antibelicista al rock celta; del glam rock a la música electrónica; del indispensable “Rubin” al misticismo oriental; del pop a los cantos de meditación, acompañado todo por bellas melodías y la más variada instrumentación. No obstante, la imaginería popular nunca le otorgó la visa para salir de los sesenta ni lo visitó tras ellos.

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THE HURDY GURDY MAN

DONOVAN

(Epic)

En la época en la que apareció este álbum, Donovan ya había hecho discos maravillosos y con éste continuó la historia. Fue un lapso de tiempo en el que escribió canciones sobre los sublimes estados de ánimo del alma juvenil frente a la magia de la naturaleza y del mundo.

Este bardo nacido en Glasgow, Escocia, en 1946, aprendió a tocar la guitarra y a moverse por los pueblos de la zona cantando en sus calles y plazas a los 14 años. A los 17 viajó a Londres, comenzó a cantar sus propias composiciones en los clubes de folk locales y grabó su primer demo con diez canciones, entre las que se encontraba “Catch the Wind”.

El productor del famoso programa de TV Ready Steady Go! lo escuchó e invitó a participar en él. Inició así su crecimiento artístico. Tenía 18 años de edad. Los discos Sunshine Superman (uno de los primeros proyectos de pop psicodélico), Mellow Yellow y A Gift from a Flower to a Garden señalaron las distancias musicales y conceptuales con el poeta de Duluth e inscribieron a Donovan como un gran autor de estilo personal.

En 1968 desbordaba de actividad y lo mismo se presentaba en los Estados Unidos que acompañaba a los Beatles en su viaje a la India. De esas experiencias saldrían, ese mismo año, el álbum de estudio The Hurdy Gurdy Man y el disco en vivo Donovan in Concert.

La atracción que el músico sentía por el misticismo orientalista fue lo que lo impulsó a viajar a la India, hacia un lugar llamado Rishikesh, en una tour junto a los Beatles así como las esposas, novias y amigos de éstos (Cynthia, Jane Asher, Patty Boyd y su hermana Jenny, la actriz Mia Farrow, su hermana Prudence y el Beach Boy Mike Love), para conocer al Maharishi Mahesh Yogi y sus enseñanzas sobre el pensamiento trascendental.

Durante su estadía aprendió algunos rudimentos de la música de aquel país, que luego incluiría en The Hurdy Gurdy Man en temas como «Peregrine», «The River Song» y «Tangier». Por otro lado, les enseñó a su vez a Lennon y a McCartney la pisada finger-picking en la guitarra, que éstos luego usarían en varias piezas del llamado White Album, como “Julia”, “Look at Me” y “Dear Prudence” (dedicada a la hermana de Mia Farrow), en el caso de Lennon, y “Blackbird” y “Mother’s Nature Son”, en el de Paul.

Tal peregrinaje indio enriqueció en mucho las dotes musicales de Donovan, un cantautor lisérgico, de estirpe hippie y espiritual, y un compositor de exquisito gusto para las melodías y ejecuciones de elevada expresividad emocional.

El disco incluyó dos piezas importantes: en primer lugar, la que da nombre al álbum, “The Hurdy Gurdy Man” (dedicada al Maharishi y una de las joyas de la psicodelia británica), entre cuyas características están la utilización de pedales armónicos y los pasajes pioneros de “folk metal” a cargo del guitarrista Alan Parker, así como el acompañamiento de músicos como Jimmy Page, John Paul Jones y John Bonham, futuros integrantes de Led Zeppelin, que en este tema tocaron juntos por primera vez como sesionistas.

La otra pieza fue “Jennifer Juniper”, una hermosa balada en clave celta dedicada a la cuñada de George Harrison. Todo ello conjuntó uno de sus mejores trabajos y quizá también de los más olvidados.

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Personal: Donovan, voz y guitarra; Alan Parker, guitarra, Clem Cattini, batería y muchos músicos sesionistas como los ya mencionados. Portada: Realizada por los artistas gráficos de la compañía discográfica.

[VIDEO: Donovan – Jennifer “Boyd” Juniper, YouTube (martisslandia)]

Graffiti: «Decreto el estado de felicidad permanente«

68 rpm/35

Por SERGIO MONSALVO C.

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Desde el comienzo —y desarrollo— de la música estadounidense, Nueva Orleáns ha desempeñado una parte importante en su evolución: prácticamente todas las expresiones populares en este sentido tuvieron ahí su acuñación y marca postrera: ragtime, blues, dixieland, jazz, rhythm and blues, rock, soul…

Dicha metrópoli fue el puerto más grande e importante de aquel país desde su fundación (hasta hace poco recibía en promedio cinco mil embarcaciones de todo el mundo al mes). Fue una ciudad en la que gente de diferentes ascendencias étnicas (nativos norteamericanos, franceses, españoles, alemanes, irlandeses, italianos, caribeños, latinoamericanos, además de la población de origen africano) se reunió y vivió con un patrón cultural muy diferente al resto del país.

Un crisol único que produjo una sonoridad propia, cuyo resultado se tradujo en diversos estilos musicales, con la negritud omnipresente y lugares y personajes definitivos al frente. Esos hombres tenían tras de sí una cauda infinita de sonoridades y universos varios cuya estela se extendía hasta tiempos recientes. Pero entonces llegó Katrina, un fenómeno natural que arrasó con la ciudad, sus testimonios históricos, libros, archivos, grabaciones, lugares…y ya nada fue igual.

Sin embargo, ni Katrina pudo borrar el hecho de que de este lugar surgieran nombres que llevaron las enseñanzas de tal metrópoli al resto del mundo, a las tierras regadas espiritualmente por el viejo y mítico río Mississippi. Uno de aquellos nombres es importante por el híbrido marco sonoro que le agregó a aquellas músicas seminales.

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GRIS GRIS

DR. JOHN

(Atco)

Dr. John, quien antes de graduarse en medicina vudú fuera Malcolm “Mac” John Rebennack Jr., nació en 1940 en Nueva Orleáns con el sonido de la música como fondo omnipresente: barrelhouse, junkie blues, funky butt, gut bucket y todo el jazz.

Así creció este buen galeno, de día y de noche por las calles y los subterráneos llenos de prostitutas, padrotes, ladrones y adictos, asimilando y consumiendo lo que aquel ambiente le ofrecía, hasta que la justicia lo atrapó y tuvo que pasar un tiempo en prisión, tras lo cual prefirió emigrar a California para evitar a la policía.

Las conexiones paternas lo habían introducido en la escena musical en la cual fue autodidacta, con la escuela callejera y tugurial como referente único. Ahí fue donde conoció, hacia los trece o catorce años, al Professor Longhair, un antiguo jugador profesional de cartas que fue el corazón y alma de Nueva Orleáns desde fines de los cuarenta y hasta los primeros años sesenta. Su música fue llamada de todo, desde rock y blues hasta calypso, jazz, funk y afrocubano, y era  todo eso. Pero ante todo era música festiva.

Longhair fue el rey supremo desde su piano. Cada canción era impulsada por el compás de ese ritmo contagioso que ha impregnado toda la auténtica música de Nueva Orleáns, desde King Oliver hasta The Meters, y que él enseñaba ganándose con ello su apodo. Dr. John se convirtió en el guitarrista de su grupo hasta que las adicciones lo enfrentaron a un tribunal, a la cárcel y al exilio territorial.

Resultó natural, por lo tanto, que su disco debut Gris Gris, grabado en Los Ángeles, con un productor y músicos también nativos de su puerto natal, sirviera para llevarnos a él y a nosotros, sus escuchas, de regreso a sus raíces, pero con el añadido en su realización de una fuerte carga psicodélica muy ad hoc con los tiempos aquellos. Misma de la que el músico se nutrió durante su estancia en California, centro de tal cultura.

En cierto sentido se trata de la historia condensada de sus comienzos, allá por los años cincuenta, para luego firmar esta obra clásica, Gris Gris, bajo el nombre de Dr. John The Night Tripper.

En este trabajo se puede encontrar algo exclusivo de aquella ciudad en cada una de las piezas (zydeco, rhythm and blues, blues, medicine shows, ritos vudú y el Mardi Gras, entre otros elementos), aderezado por los alcaloides lisérgicos y opiáceos que le proporcionarían nuevas rutas –interiores éstas– a una música ya de por sí viajera.

Es la misma que los pianistas primigenios de dicho puerto tocaban sin parar durante horas mientras cantaban de memoria, reinventando muchas veces las letras en el proceso. La música de Nueva Orleáns, tan sencilla como realista, se desarrolló así como la interpretó Dr. John en forma natural y gozosa en este álbum que se ha convertido en un clásico de todos los tiempos. Un documento importante, además de testimonial, en el contexto de 1968.

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Personal: Dr John, teclados, guitarra y voz; Harold Battiste, bajo, clarinete, percusión, arreglos y producción; Richard Washington, guitarra, mandolina y percusión; Plas Johnson, sax; Lonnie Boulden, flauta; Steve Mann, guitarra y banjo, Ernest McLean, mandolina y guitarra; Bob Frasier, bajo; Mo Pedido, tumbadoras; John Bourdeaux, batería, e infinidad de coristas. Portada: Diseño de Marvin Israel.

[VIDEO SUGERIDO: Dr John Mama Roux, YouTube (Iria On)]

Graffiti: «No es una revolución, majestad, es una mutacion”

 

68 rpm/34

Por SERGIO MONSALVO C.

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En el mundo de la música y del rock en particular, ser freak ha sido la normalidad, desde siempre. Así que ser el rey de los freaks dentro de ese medio es sorprendente, toda una hazaña. El personaje que la logró nació en la época justa en que debía aparecer un rey, porque era un tiempo en que todo era posible, como en los cuentos. Y este rey nació para contarlos y cantarlos. Pero vayamos por partes para saber de qué estamos hablando.

Primero, ¿qué es un freak? La palabra “freak” ha tenido a lo largo de su historia varias interpretaciones. Es un vocablo de origen inglés que comenzó significando “monstruo” (personas con malformaciones o anomalías físicas, como el hombre elefante o una mujer barbuda, por ejemplo).

En el siglo XVIII la palabra pasó a ser también  “fenómeno”. En el siguiente se le agregó lo “inusitado” (y se volvió materia de circo y espectáculo). En el segundo lustro de los años sesenta del XX, su definición adquirió connotaciones con un añadido alucinante: de sustantivo se transformó en calificativo y finalmente fue elevado a concepto existencial y de autodefinición.

En primera instancia fue contracultural y underground y definía a la gente que estaba al margen o en oposición al sistema del American way of life. Dicha acepción fue representada en la emergente artística del cómic (The Fabulous Freak Brothers, su mejor muestra).

La segunda tuvo en Frank Zappa su paradigma tanto político como estético (asentando su manifiesto en el disco Freak Out!) y la tercera llevó también un solo nombre…

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GOD BLESS TINY TIM

TINY TIM

(Reprise)

En 1968, la cultura sesentera definía lo freak como algo extraño, extravagante, estrafalario. Y era un término de uso común para referirse a una persona cuyas aficiones, comportamiento, fanatismo o vestuario eran inusuales. Tiny Tim fue la suma de todo eso y más.

Dicho cantante y compositor fue un auténtico bizarro que tomó su apelativo de uno de los personajes que aparece en la novela A Chistmas Carol de Charles Dickens. La leyenda apunta que sus primeras actuaciones fueron en un cabaret de lesbianas. Tuvo que tocar en numerosos clubes usando diferentes seudónimos antes de que le llegó el éxito con el de Tiny Tim.

Aquél se dio cuando empezó a actuar en programas televisivos populares de la Unión Americana. Habría que imaginar el shock que causó en los espectadores ver a un tipo de casi dos metros de estatura vestido con trajes y corbatas de colores chillantes, luciendo una larga melena de rizado permanente y entonando temas de la música popular estadounidense (de entre 1890 y 1930).

Todo esto acompañado de un inseparable y diminuto ukelele, instrumento del que hizo una verdadera reivindicación y que se tornó en uno de sus elementos distintivos. A la postre se convertiría en uno de los artistas más estrambóticos del panorama musical de aquella época: aprovechaba cualquier oportunidad para confesar su obsesión con la limpieza y el aseo personal y aseguraba que el sexo le parecía repugnante y que tenía conversaciones místicas con Cristo, entre otras cosas.

Este neoyorquino, cuyo verdadero nombre era Herbert Khaury, poseía una inusual voz de vibrante falsetto con la cual desarrolló una dilatada carrera en la que grabó interesantes, extraños, singulares o inauditos álbumes. Era un trovador tradicionalista tan conocido por su fealdad como por sus dotes artísticas, cuya excéntrica personalidad asombró al público desde su primer disco, God Bless Tiny Tim.

Éste salió en 1968 y contiene su gran hit “Tiptoe Thru the Tulips” (tema original del cantautor Nick Lucas). El álbum incluye también una versión del “I Got You Babe”, de Sonny & Cher, en la que hace un dúo consigo mismo alternando su voz habitual de falsete con la de barítono.

Asimismo, con dicho LP hizo gala de humor con la selección e interpretación de los temas así como de eclecticismo, al incluir en él un cuento para niños.

Otro de sus tracks es “Stay Down Here Where You Belong”, escrito por Irving Berlin en 1914 para protestar contra la Segunda Guerra Mundial, del que hace una versión muy teatral y ad hoc. En «The Coming Home Party» y «On the Old Front Porch» también usó el barítono y lo alternó con el falsetto, demostrando con ello los diversos registros que tenía su voz.

Otra curiosidad fue que el disco lo produjo Richard Perry, quien había hecho lo mismo con el debut del Captain Beefheart, Safe as Milk.

Su segundo disco, Tiny Tim’s 2nd Album, del mismo año, no fue tan exitoso pero incluyó otro elemento kitsch: en la portada aparece fotografiado con sus padres como “un hermoso homenaje a la familia”.

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Personal: Tiny Tim, voz y ukulele. Portada: Foto de Tiny Tim, sin referencia.

[VIDEO SUGERIDO: TINY TIM – “Tip-Toe Thru’ The Tulips With Me (HQ Television Performance On “Beat Club”) – © 1968, YouTube (Social Music Net)]

 Graffiti: «El arte ha muerto. Liberemos nuestra vida cotidiana«

68 rpm/33

Por SERGIO MONSALVO C.

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Entre aquel primer disco de Fleetwood Mac y éste, publicado hacia finales del mismo año, apareció el trackBlack Magic Woman” (de la autoría de Green) como sencillo, que los situaría popularmente.

La pieza, que ya había tenido un antecedente estilístico en “If I Loved Another Woman”, se convirtió en influencia grande para muchos músicos posteriores (Gary Moore, Billy Gibbons y Carlos Santana, por mencionar algunos).

El tema amplió los horizontes del blues-rock. Green utilizaba la técnica del open tuning de los maestros blueseros originales (Robert Johnson, Mississippi Fred McDowell y Son House), seis cuerdas que abiertas formaban un acorde de sol, el famoso estilo “slide” rural cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos y que se tocaba con la ayuda de un cuello de botella, un bottleneck, ensartado sobre el meñique para ejecutar glissandos.

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WONDERFUL

FLEETWOOD MAC

(Blue Horizon)

Este segundo disco fue grabado en vivo en los estudios de la CBS de Londres y, gracias a las distinciones obtenidas por el sencillo, la compañía les proporcionó mejores condiciones de grabación: un novedoso sistema de amplificación, a Mick Vernon como productor y la posibilidad de contar con instrumental de apoyo.

Y aunque Jeremy Spencer haya abusado del riff característico de Elmore James, el álbum es un testimonio de la aplicación de estos músicos en el aprendizaje del blues y sus vericuetos.

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Personal: Peter Green, guitarra, voz y armónica; Mick Fleetwood, batería; John McVie, bajo, Jeremy Spencer, voz, guitarra slide y piano. A ellos se agregó una sección de saxofones y los teclados de Christine Perfect. Portada: Foto y diseño de Terence Ibbott.

[VIDEO SUGERIDO: Stop Messing Around: Peter Green’s Fleetwood Mac. BBC Version, YouTube (eibhlin2)]

Graffiti: «Nuestra esperanza sólo puede venir de los desesperanzados«

68 rpm/32

Por SERGIO MONSALVO C.

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Es fantástica la cantidad de crudeza emocional que contiene el blues. Y es precisamente esa crudeza el factor que ha permitido que lo mejor de la música negra haya rebotado de manera productiva en las cámaras de eco de la cultura media mundial desde fines de los años cincuenta.

La música negra es en esencia la expresión de una actitud o un cúmulo de ellas acerca del mundo, y de manera secundaria acerca del modo en que la música se produce. El músico blanco de blues vino a entender dicha actitud como una forma de vivir y de hacer música, y la intensidad de su entendimiento produjo —y sigue produciendo— la gran marea de ellos.

El fin del blues, como toda forma artística, es hacer partícipes a todos de sus emociones, y las voces inglesas lo han hecho a la perfección desde su acercamiento al género. Para la juventud europea, en particular de la Gran Bretaña, el atractivo de dicho género iba ligado, con la individualización que permitía, al concepto muy en boga de la persona que se ha formado a sí misma.

Bajo las circunstancias en las que vivía aquella zona del planeta, el blues actuó entonces como un detonador, exaltando la pasión que vegetaba en los adolescentes británicos que habían existido hasta ese momento con la rigidez moral heredada de la época victoriana y acendrada por la guerra.

Asimismo, con un marcado decaimiento económico y una vida social constreñida por las restricciones que acarreaban los perjuicios duraderos de la sociedad inglesa. El origen social de algunos jóvenes británicos facilitó su orientación hacia el blues.

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FLEETWOOD MAC

FLEETWOOD MAC

(Blue Horizon)

A los ingleses les gustaba la música y cantar, pese a la situación del país. Lo hacían a la salida del trabajo, de las escuelas, en las repletas mesas de un pub. Tocaban y cantaban canciones tradicionales y también las que llegaban de la Unión Americana, que aparecían por ahí en algún lado gracias a las jukeboxes.

Así se aficionaron por esos sonidos, por esa vitalidad y energía. Descubrieron a Muddy Waters, a Howlin’ Wolf, lo mismo que a Elmore James: o sea, el blues eléctrico de Chicago. Pero también se dieron cuenta de que podían tocarlo y cantarlo.

Todas aquellas noches les sirvieron para autoinstruirse en los misterios del género y de su interpretación. Así fue que surgió el grupo Fleetwood Mac, reunido por el baterista del mismo nombre y el bajista John McVie. Una poderosa sección rítmica que se desempeñaba en la academia de los Bluesbreakers de John Mayall.

Y aunque ellos lo habían formado, el nuevo grupo se sustentaba en las artes de otro egresado de tal escuela: Peter Green (guitarrista que había sustituido sin contratiempos a Eric Clapton). Entre los cóvers de sus ídolos y piezas originales armaron en el temprano 1968 su primer disco, homónimo, en el que destacó su amor por el blues bajo la batuta de Green.

Un intérprete que sobresalía por sacar las notas prístinas, transparentes y con una virtuosa austeridad. “Tengo la corazonada de que el blues es mi único camino”, cantaba en “Looking for Somebody”. Y lo fue.

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Personal: Peter Green, guitarra, voz y armónica; Mick Fleetwood (batería); John McVie, bajo, Jeremy Spencer, voz, guitarra slide y piano. Portada: Realizada por los artistas gráficos de la compañía dicográfica.

[VIDEO SUGERIDO: Looking for Somebody – Peter Green’s Fleetwood Mac, YouTub (IceCubeJohnson)]

 Graffiti: «Todo el poder a las asambleas (un rabioso). Poco poder a los rabiosos (un asambleísta)«

68 rpm/31

Por SERGIO MONSALVO C.

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Álbum doble con el que The Animals cerraron un año intenso. Marcó igualmente la segunda disolución del grupo. A excepción de la original “I’m Dying (or am I?)”, el material se compuso de versiones como “Coloured Rain” de Traffic, “River Deep, Mountain High” de Phil Spector y “I’m an Animal” de Sly Stone, por ejemplo.

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LOVE IS

ERIC BURDON & THE ANIMALS

(MGM)

El lado D estuvo dedicado completamente al cóver de piezas del grupo Dantalian’s Chariot, del que procedían Zoot Money y Andy Summers (futuro miembro de Police).

Hay una colaboración especial en los coros de Robert Wyatt (Soft Machine), antes de su accidente. Una manera artística de cerrar un eslabón más en la carrera de The Animals.

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 Personal: Eric Burdon, voz y spoken word; Zoot Money, teclados y voz; Andy Summers, guitarra y coros; John Weider, guitarra; y Barry Jenkins, batería y percusiones. Portada: Hecha por los artistas gráficos de la compañía discográfica.

[VIDEO SUGERIDO: Eric Burdon & The Animals – I’m An Animal – 1968 45 rpm, YouTube (Sids60sSounds)]

Graffiti: «El acto instituye la conciencia«

68 rpm/30

Por SERGIO MONSALVO C.

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Segunda obra del tríptico sesentayochero de The Animals. Un buen álbum de blues psicodélico (salpimentado con otros géneros afroamericanos) y experimental (con la inserción de diálogos y spoken word) bajo la directriz de Burdon, pero con nuevos integrantes –como Zoot Money– y la salida de otros –Briggs y McCulloch–.

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EVERY ONE OF US

ERIC BURDON & THE ANIMALS

(MGM)

El disco marca la firme incursión de Burdon en el comentario político, la crítica social y la lucha por las libertades del pueblo negro en los Estados Unidos de aquel año, en largas piezas conceptuales como “White Houses”, “The Immigrant Land”, “New York 1963-America 1968” o “Year of the Guru” (donde incluso se anticipa en el tiempo al rapear).

Un trabajo sofisticado, profundo y bellamente instrumentado en muchas de sus partes. Por lo mismo, alejado del gusto masivo.

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 Personal: Eric Burdon, voz; Vic Briggs, bajo y guitarra; John Weider, guitarra y cuerdas; Danny McCulloch, bajo, guitarra de doce cuerdas; Barry Jenkins, batería y percusión; Andy Summers, guitarra; Zoot Money (con el seudónimo de George Bruno), teclados y voz. Portada: Collage realizado por los artistas gráficos de la compañía discográfica.

[VIDEO SUGERIDO: “New York 1963 – America 1968 Eric Burdon & The Animals, YouTube (Karina Ter-Gazarian)]

Graffiti: «El patriotismo es un egoísmo en masa«

68 rpm/29

Por SERGIO MONSALVO C.

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El nordeste de Inglaterra –Newcastle, para ser más preciso– aportó a la propagación del rhythm and blues y del blues en la Gran Bretaña a un grupo de duros jóvenes obreros que los vociferaban fuerte. Se llamaban Alan Price R&B Combo. Todos los miembros (Hilton Valentine, Chas Chandler, Alan Price y John Steel) se habían criado en el ambiente minero y las difíciles condiciones de vida de su lugar de procedencia.

Tras una presentación en el Down Beat Club de aquella localidad, Eric Burdon se integró como cantante, aportando intensidad, emoción y conocimientos genéricos. Esto sucedió en 1963. En dicho lugar, Graham Bond les sugirió cambiar el nombre a The Animals debido a su fuerza interpretativa.

El productor Giorgio Gomelsky los descubrió y envió a Londres para grabar y pronto comenzaron a aparecer en las listas de popularidad. Su primera grabación fue «Baby Let Me Take You Home», seguida de la hoy clásica «The House of the Rising Sun».

Los éxitos se acumularon entre 1964 y 1966 con infinidad de hits. A pesar de ello Price optó por abandonar al grupo e iniciar una carrera como solista. Con ello siguió una infinidad de cambios de personal. Burdon decidió renovarlos en 1967; los convirtió en The New Animals y luego en Eric Burdon and The Animals.

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THE TWAIN SHALL MEET

ERIC BURDON & THE ANIMALS

(MGM)

Tras diversos y apoteósicos recibimientos en la Unión Americana en los años anteriores, el grupo decidió permanecer una larga temporada ahí en 1968. Curso hiperactivo tanto en las grabaciones como en los conciertos. En los discos se despacharon con la realización de tres a lo largo del año.

Con The Twain Shall Meet mostraron el giro musical que habían dado. Coquetearon con la psicodelia y la experimentación. Las piezas «Monterey» y «Sky Pilot» fueron sus cartas de presentación. La primera era una crónica de su participación en el Festival Pop de dicho nombre y sus impresiones acerca de él.

La segunda, una canción antibelicista a propósito de la Guerra de Vietnam. El tema más arriesgado fue “All is One”, en el que hubo una inmersión total en la experimentación psicodélica y el rock progresivo. Incluyeron en ella cantidad de efectos especiales, mezclados con infinidad de instrumentos, lírica sinsentido, flujo mental, referencias musicales y ajustes al tempo. Una auténtica rareza.

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 Personal: Eric Burdon, voz; John Weider, guitarra y violín; Vic Briggs, guitarra; Danny McCulloch, bajo, y Barry Jenkins, batería. Portada: Collage realizado por los artistas gráficos de la compañía disquera.

[VIDEO SUGERIDO: Eric Burdon & The Animals – Sky Pilot – Long Version, YouTube (Moondog Mike)]

Graffiti: «Cuando la Cámara de Representantes se convierte en un teatro burgués, todos los teatros burgueses deben convertirse en Cámaras de Representantes«