Por SERGIO MONSALVO C.
En Crónica de los Wapshot de John Cheever se puede encontrar la sensación de pérdida y extravío de los personajes en el mundo urbano que no se deshace del cordón umbilical provinciano, también el realismo en coqueteo con otros géneros, la nostalgia y aflicción de sus personajes enfrentados a una realidad que no terminan por asumir.
Pero no sólo eso se puede encontrar en la literatura de John Cheever (1912-1982), sino igualmente la maestría narrativa que envuelve sus historias de la vida cotidiana estadounidense.
Confiando poco en los fatigosos diálogos tan comunes en buena parte de la ficción contemporánea, Cheever se concentró en sutiles variaciones de la voz del narrador.
Alteró la distancia con respecto a sus personajes mudos y desesperados dotándolos de una rara elocuencia. Sus pasiones y frustraciones surgen como si no fuera habitual que estuvieran ocultas.
Otro elemento de su obra es la prosa sutil y precisa que da gusto leer. Cheever conmueve también, porque les extendió a sus personajes la posibilidad de redimirse a través de la sensación de estar vivos.