Por SERGIO MONSALVO C.
II
Literariamente, el relato policiaco recibió diversas influencias que lo conformaron como un género único: el romance heroico, la novela caballeresca medieval, la novela gótica, el realismo de Balzac y las novelas decimonónicas de folletín, son algunos de los ingredientes del nuevo género, lo mismo que las “memorias policiacas” iniciadas por el detective y escritor francés Eugène-François Vidocq (177-1857) en 1828.
De igual modo, en el surgimiento de la literatura influyeron la famosa serie de «procesos célebres» y la literatura del hampa enfocadas a provocar la admiración por el ingenio o brutalidad del delincuente. Todo esto, aunado a las características propias de la época, condujeron a la concreción de los elementos esenciales de esta novelística: el misterio y los pasos para su descubrimiento.
Así, la fórmula de esta novela se convirtió desde sus inicios en una forma de interpretar al mundo a través de una ideología que buscaba ofrecer una solución ficticia a las contradicciones sociales. Hasta antes del surgimiento de esta literatura, las cuestiones misteriosas habían sido explicadas y resueltas mediante la religión, pero con la llegada del pensamiento racionalista se generó un enfrentamiento que resultó en cierta fabulación y mitología literaria más acordes con la sensibilidad del ciudadano de la era industrial.
La facultad para la resolución de dichos misterios se vio, desde la perspectiva de Edgar Allan Poe, «fortalecida por los estudios matemáticos, y especialmente por esa importantísima rama de ellos que, con ninguna propiedad y sólo teniendo en cuenta sus operaciones previas, ha sido llamada por excelencia análisis.”
Así, la investigación se convirtió en la aventura por antonomasia: la ciencia se hizo positivista y se esforzó por explicarlo todo; mientras con los métodos policiacos siguieron la misma ruta y desarrollaron los análisis de huellas, de fisonomías, de caracteres y de investigación ante los hechos criminales. La psicología, la sociología y la ciencia en general se pusieron a disposición de la seguridad pública.
El razonamiento tuvo, siempre y en todas partes, la última palabra. El analista, el investigador, se tornó en detective y colocó la pieza faltante en el cuadro del nacimiento de la novela policiaca. El manejo de la tensión y del problema planteado captaron la atención más exigente, y la emoción surgida de todo ello se convirtió en una nueva experiencia.
*Fragmento de la introducción al libro El Lugar del crimen, de la editorial Times Editores, cuyo contenido ha sido publicado de manera seriada en el blog Con los audífonos puestos.
El lugar del crimen
(Ensayos sobre la novela policiaca)
Sergio Monsalvo C.
Times Editores,
México, 1999
ÍNDICE
Introducción: La novela policiaca, vestida para matar
Edgar Allan Poe: La poesía en el crimen
Arthur Conan Doyle: Creador del cliché intacto
Raymond Chandler: Testimonio de una época
Mickey Spillane: Muerte al enemigo
Friedrich Dürrenmatt: El azar y el crimen cotidiano
Patricia Highsmith: El shock de la normalidad
Elmore Leonard: El discurso callejero
La literatura criminal: Una víctima de las circunstancias