Por SERGIO MONSALVO C.
EL BEAT DE LA IDENTIDAD
(2009)
El año 2009 celebró por todo lo alto el 200 aniversario del nacimiento del gran Edgar Allan Poe.
Asimismo, se llevó a cabo la inclusión de Eslovenia en la llamada Zona Euro, agregándose como el país número 16 en sumarse a la unión.
Es el año en que Barack Obama –un afroamericano– se convirtió en el presidente número 44 de los Estados Unidos.
Por otro lado, se lanzó el iPhone 3GS que presentaba sofisticaciones en su hardwere y la posibilidad de grabar videos, entre otras cosas.
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Justin Townes Earle, hijo de Steve Earle, continuaba en la senda musical de la dark americana que le marcó su padre. Encontró en ella su vía de expresión y sus mitos. Un estilo siempre latente desde los primeros días de Dylan, pero que encontró hasta el siglo XXI un nombre que lo designara.
Básicamente, el suyo en el disco Midnight at the Movies, es un country contemporáneo con el foco puesto, primero, en la autenticidad artística. Esa área donde la sinceridad del músico no es reticente ni se trata de compensar su falta exagerando las interpretaciones o las expresiones emotivas, en sus letras. Y, en segundo término, se canaliza hacia esa combinación de las raíces folk y country con otros elementos del rock como el rockabilly o el garage, parajes en donde en lugar de obtener lo que se quiere se tiene lo que se necesita. Suma que al final se ubica en el saco de lo alternativo o indie.
Por cierto, un gran ejemplo del indie de aquel año fue el álbum Veckatimest del grupo neoyorkino Grizzly Bear, cuyos miembros tornaron la experimentación anterior por un pop vocal que recordaba tiempos pasados, como los de la vestimenta con que aparecieron en el vídeo promocional. El estilo musical utilizado en esa ocasión (intelectual y lisérgico) tuvo una energía distinta y no menos poderosa. Por lo mismo cupo destacar la voz de barítono de Ed Droste, cuyo timbre vintage resaltó su lúcido falsete. A esta voz principal le añadieron los brillantes coros realizados por todo el grupo.
En cuanto a lo orquestal, fue remarcable la cuidada instrumentación del álbum. Potenciaron, en esa ocasión los sonidos de los teclados (sintetizador y piano eléctrico), en detrimento de las guitarras (el bajo se coció aparte). Los arreglos fueron muy pulidos y en ocasiones se acercaron peligrosamente al exceso. Sin embargo, la cantidad de detalles en la rítmica y percusión se saltaron lo tradicional y crearon una atmósfera dinámica, que no solía ser recurrente en el pop psicodélico que habían interpretado hasta ese momento. Un gran disco de un grupo que no ha dejado de experimentar.
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A su vez, los exitosos White Stripes llegaron a su fin, no por desacuerdos musicales sino que la verdadera causa fue que tras publicar el disco Icky thump, el dúo suspendió su gira por problemas de salud de Meg, la baterista. Ésta aseguró que no podía soportar “la ansiedad” que le provocaba tocar en vivo. Se estresaba demasiado ante tanta agitación de giras y presentaciones. Entonces ella desapareció de la luz pública mientras Jack White empezó una serie de novedosos grupos paralelos (The Dead Weather, The Raconteurs, etcétera), se convirtió en un reputado productor de estrellas venidas a menos, y se mudó a Nashville.
Ahí, Jack fundó a The Dead Weather, que se convirtió en el supergrupo de la nueva década. Su estilo se instaló en el blues rock á la british con Alison Mosshart (de Kills) en la voz, Dean Fertita (de Queens of the Stone Age) en la guitarra, él (batería) y Jack Lawrence (de Greenhornes) en las guitarras y otras voces. Su álbum debut, Horehound, apareció a mediados de ese año bajo el sello Third Man Records, del propio White, y en seguida se proyectó como uno de los discos del año, dada su calidad, energía y argumentos, tanto musicales como líricos.
VIDEO SUGERIDO: The Dead Weather – Treat Me Like Your Mother – Live at The Roxy, YouTube (TheDeadWeatherTV)