MIS ROCKEROS MUERTOS (ENERO-MARZO 2022)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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Las cosas eran muy distintas en los sesenta a como son ahora, diría Perogrullo. A veces parece que no hace tanto tiempo, pero lo fue. El rock abrazó con toda su fuerza en aquella época. Hubo luz y ganas siempre de emprender el viaje por la ruta de la vida con nuevas opciones, todo dependía de los jóvenes. Eran los conductores del periplo.

Unos rockeros señalaban el camino a otros y esos otros a otros, y así sucesivamente. Unos a otros. En ese camino aparecieron tempranamente las girly groups (con las Ronettes a la cabeza) y al final de la década quedó el Festival de Woodstock como testimonio de lo acaecido. Fue una ruta tan larga, y tan llena de cosas, que aún no le vemos el fin culturalmente. Tal vez, porque no lo tiene.

Sin embargo, para las personas sí lo hubo, como aquellos que representaron aquellas cosas. En el trimestre pasado, lamentablemente, me tocó poner varios discos para recordar y despedir a algunos de ellos. Pero también para reflexionar sobre su papel en la vida de muchos.

Ellos nos acompañaron en el camino y los ecos de su accionar, musical y social, nos siguen dando aliento, para sentir que respiramos en compañía. Es una nueva vida tras la muerte. El rock es ese árbol que descansa y crece sobre la misma tierra que acoge en sus raíces a los artistas que nos hicieron emocionar con su música y con su amor por ella.

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MICHAEL LANG

Michael Lang (nacido en Brooklyn en 1944), fue uno de esos personajes que mostraron su amor por la música. Fue un promotor de conciertos (además de representante de artistas), que en 1969 fijó un hito cultural para siempre. En aquel año, había ya demasiado contexto musical y social, demasiada ebullición alrededor como para no hacer nada. Así que con otros tres tipos tan insatisfechos como perspicaces, Artie Kornfeld, Joel Rosenman y John Roberts, acabaron armando un festejo que pasaría a la historia.

Esos cuatro promotores, de poco más de 20 años cada uno, concibieron originalmente el festival de Woodstock como «Tres días de amor, paz y música» al aire libre. Lo que hicieron fue fundar, por un fin de semana (del 15 al 17 de agosto de 1969), la tercera ciudad más populosa del estado de Nueva York. Pero también crearon, sin saberlo, una leyenda para toda la vida, que no se repetiría jamás (a pesar de los reiterados intentos de años después).

Lang y los otros tres promotores habían planeado un festival de rock que se realizaría durante tres días en un alfalfar alquilado de 600 acres al granjero Max Yasgur (fallecido en 1973), en donde recibirían a 60 mil espectadores que pagarían 18 dólares por asistir. Woodstock se encontraba en el bucólico pueblecito de Bethel, a unos 130 kilómetros de Nueva York. Contra todo lo previsto, al lugar llegaron procedentes de todas partes más de medio millón de jóvenes, cuyas edades iban de los 16 a los 30 años, atraídos por el rock, el espíritu de aventura y de hermandad generacional. Lo demás es historia pura.

Michael Lang falleció en Nueva York el sábado 8 de enero, a los 77 años, víctima de un linfoma. Su nombre estará indisolublemente unido a aquel legendario festival.

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RONNIE SPECTOR

Los miércoles tienen algo de cenizos. Y éste aún más, ese día (12 de enero) murió Ronnie Spector, la voz que te tomaba de la mano, abrazaba y hablaba al oído, que te acompañaba para arropar tus ansias y temores primigenios; la muchacha que te estremecía el cuerpo con sus movimientos y coreografías; la que sedujo con su talento y carisma a los Beatles (Harrison escribió una canción para ella), a los Rolling Stones (Richards hasta se apuntó en un riesgoso  affair), a Bruce Springsteen (que le prestó a la E Street para acompañarla en una grabación), y así a muchos otros.

Ella nació en 1943 como Veronica Bennett en Nueva York. A los 16 años comenzó a actuar al lado de su hermana Estelle, y de su prima, Nedra Talley, antes de terminar la prepartoria con el trío The Dolly Sisters. Había crecido en el Spanish Harlem, un ríspido barrio en el que tuvieron acceso a la exuberante estética y soltura de las puertorriqueñas y a la escucha de exponentes del doo-wop como Frankie Lymon & The Teenagers, lo cual inspiró a cantar a Ronnie, como le decían sus cercanos.

Cuatro años más tarde, ya como The Ronnettes, se convirtieron en el gran acontecimiento musical que lideró el movimiento de las girly groups al comienzo de los años sesenta. Ellas eran diferentes. Ronnie era diferente. Con su estilo ligeramente rasposo y sexy modificó, aunado al coro, el sonido de la época.

Para afinarlo, perfilarlo y conducirlo estuvo Phil Spector (en ambas caras de la moneda: la luminosa –musical–y la muy oscura –matrimonial). Spector les proporcionó y produjo “Be My Baby”, un tema suyo y de Ellie Greenwich y Jeff Barry (quizá la balada más bonita del rock), cuya base instrumental contaba con su sistema Wall of Sound en pleno. Las Ronettes sumaron las voces, y la combinación resultó un fenómeno estético.

No fue la única pieza: seguiría la cosecha con “Baby I Love You” y con “Walking in the Rain”, etcétera. Muestras que definieron el pop más sofisticado. Su obra, marcada por la exuberancia orquestal y el dramatismo sentimental, señaló un antes y un después en la música popular. Envolvía al escucha como en un sueño. De todo ello Ronnie fue la estrella.

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MEAT LOAF

Met Loaf (Marvin Lee Day, su verdadero nombre) fue uno de esos personajes que le aportaron originalidad al género rockero. Nació el 27 de septiembre de 1947 en Nueva York. Durante su vida se desarrolló como compositor, productor y cantante.

Con esto último realizó uno de los mayores discos clásicos de la historia del rock: Bat Out of Hell. Para empezar a hablar de tal grabación hay que contextualizar su aparición y la importancia que merece al haberlo hecho entre un buen número de álbumes importantes. El año fue 1977. Y, entre muchas más noticias, destacó por la muerte de Elvis Presley y de tres miembros del grupo Lynyrd Skynyrd en un accidente de avión, así como por la explosión del punk en Reino Unido.

Asimismo, la lista de las obras publicadas ese año estuvo conformada por los siguientes títulos: Talking Heads 77 (debut de los Talking Heads), The Clash (The Clash), Lust for Life (Iggy Pop), Marquee Moon (Television), Heroes (David Bowie), Trans Europe Express (Kraftwerk), Rocket to Rusia (Ramones), Never Mind the Bollocks (Sex Pistols), In The City (The Jam), Before and After Science (Brian Eno), entre otros.

Sin embargo, Bat Out of Hell se puede codear con todos ellos por sus aportaciones particulares a la cultura rockera. En él confluyeron los talentos del cantante Meat Loaf, la producción de Todd Rundgren y la composición de Jim Steinman, donde éste aprovechó para mostrar sus influencias de Wagner a Bruce Springsteen, pasando por Phil Spector.

Steinman y Met Loaf habían comenzado a colaborar juntos desde que se conocieron como parte del musical Neverland. De ahí surgió la columna vertebral del futuro álbum con tres canciones memorables: la que dio nombre al disco (la «canción acerca de un accidente más extrema de todos los tiempos», según el autor), “Heaven Can Wait” y la renombrada “All Revved Up With No Place to Go”.

A las que luego se añadiría la muy célebre “Paradise by the Dashboard Light” (una historia épica y con humor acerca de un romance adolescente y el sexo). Una pieza de miniópera donde Meat Loaf hace dúo con la cantante Ellen Foley, con el añadido (metafórico) de la voz en off de un comentarista de baseball.

 

Bat out of Hell es una obra redonda de 47 minutos de duración, que fueron paradójicamente el encumbramiento de Steinman y Meat Loaf (finado el 20 de enero) y, al mismo tiempo, su némesis. Jamás ninguno de ellos pudo superar lo hecho en tal álbum, con sus siete temas plagados de libido adolescente, problemática existencial, momentos épicos, desmesura emotiva y muy buena muestra de rock operístico. Resultado: un disco clásico y universal.

Todo ello arropado por una portada también atribuida a una idea de Steinman e ilustrada por Richard Corben, copiada desde entonces por cientos de grupos de heavy metal e inscrita entre las mejores de todos los tiempos.

Otros fallecidos en tal trimestre: Mark Lanegan (Screaming Trees, 22 de febrero), Taylor Hawkins (Foo Fighters, 25 marzo).

A todos ellos: ¡GRACIAS!

VIDEO SUGERIDO: Be My Baby – The Ronettes – 1963 – Stereo – Music Video, YouTube (namnoiz)

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