Por SERGIO MONSALVO C.

(EN LA CULTURA DEL ROCK)
A través de su historia, en el conglomerado de prácticas sonoras que se hace llamar rock y que forman parte de un enorme pastel cultural, existe una música que no encuentra acomodo más que en los intersticios entre géneros (jazz, world beat, electrónica, etcétera).
Es una música que no es muy afecta a la luminosidad de los reflectores ni a la masividad. Sin embargo, su influencia e incrustación dentro de la cultura del rock ha sido determinante y siempre enriquecedora.
Por lo general tal música ha echado mano de la mezcla, de la fusión, para expresarse. Algunos ejemplos de ello son las piezas que a continuación señalaré y que forman parte del andamiaje del género por sus aportaciones.

“SPANISH KEY”
En el año 2019 se cumplieron cincuenta de la aparición del disco Bitches Brew, una obra que cambió los parámetros de la música, los del rock y del jazz y dio inicio a una nueva época sonora.
Para hablar del jazz de fusión, hay que remontarse al término de la década de los sesenta. Algunos jazzistas se sentían atraídos artísticamente por el rock. Además, la presencia del género «nuevo», cada vez más popular, les estaba haciendo mucha competencia. Cuidadosamente empezaron a experimentar con él y luego, a implementarlo en sus interpretaciones.
El disco Bitches Brew de Miles Davis (así como la fundación del grupo Lifetime por Tony Williams), en 1969, por lo general se considera como el principio oficial de la fusión, que hasta comienzos de los ochenta aún se denominaba «jazz-rock». Escúchese la pieza “Spanish Key” como muestra de aquello nuevo.
Los músicos involucrados en el proyecto Bitches Brew pueden considerarse como la primera generación del nuevo estilo, en el que por cierto durante muchos años siguieron desempeñando un destacado papel. A comienzos de los años setenta, la fusión con el rock había adquirido una identidad propia aparte, como estilo creativo de jazz.

“WALK THIS WAY”
En la circunstancia de Aerosmith de los años setenta se había dado una transformación profunda en el trabajo para componer. Steven Tyler y Joe Perry ya no eran sólo la proyección de los adolescentes de New Hampshire, sino también unas solicitadas y experimentadas estrellas del rock que habían recorrido el mundo. Ambos se habían creado un entorno personal y desarrollado intereses específicos. Por lo tanto, eran cada vez más las canciones que producían cada uno por su lado. Rara vez se sentaban en a crear algo juntos.
En el álbum Night in the Ruts el dogma del entretenimiento puro que en él se manifiesta pareció convertirse en el credo aportado por Perry, mientras Tyler por su parte, se hundía cada vez más en el pantano de las drogas. No faltó mucho para que el grupo se desintegrara.
La falta de éxito del álbum Rock in a Hard Place, debido a las renuncias de Perry y de Whitford, quien grabó un disco con Derek St. Holmes, dio lugar a la pacificación y a la reunión de la alineación original en 1985, tras ser contratados por Geffen para grabar Done with Mirrors.
Tras ello el grupo tuvo un hit sorpresa al año siguiente, cuando los raperos de Run DMC resucitaron «Walk This Way»; donde Perry y Tyler participaron en la nueva versión. Esta canción fue compuesta por la dupla de Aerosmith para el disco Toys in the Attic de 1975, la cual llegó a los primeros lugares del Billboard.
Una década después la pieza fue versionada por los raperos de Run DMC para su álbum Raising Hell. El tema se convirtió en un éxito y actuó musicalmente de dos maneras. Por una parte, puso a flote la carrera de Aerosmith, minada por problemas de drogas y separaciones en el seno del grupo y, por otra parte, sirvió para popularizar el rap entre los seguidores del rock, muy reticentes en ese entonces a tal género.
La pieza se convirtió en una de las primeras colaboraciones entre grupos de ambas corrientes, y comúnmente citada como precedente de estilos que luego se darían en llamar como rapcore o rock de fusión.

“THE JEZEBEL SPIRIT”
La música de Brian Eno tiene mucha historia. Desde la ambient music hasta el techno, y sólo conoce una misma pasión: la música de los sueños. Cuando la electrónica quiere elevar el vuelo y planear adopta las vestiduras de la nueva era, heredadas de los lejanos años setenta.
Es posible crear una pieza para contar una historia, O para estimular la relajación del escucha. Por el Groove o para destacar una voz sublime. Del autor al compositor, del intérprete al arreglista, del realizador al mezclador, las tendencias y los estilos se suceden y se combinan desde la noche de los tiempos en la obra de Eno.
Hoy en día, la tecnología numérica facilita y promueve un enfoque específico, una visión de la música que está adquiriendo una importancia capital en la forjación del sonido del siglo XXI. Hace 40 años, Brian Eno llamó a esto música ambient, género cuyo fin principal era la creación de una «atmósfera» para luego jugar con ella.
En palabras del mismo creador «la música ambiental debe ser capaz de dar cabida a muchos niveles de atención de escucha sin imponer uno en particular, debe ser tan transparente como interesante».
Una tarea de considerable envergadura, la que corresponde a la mejor faceta de Eno, la de diseñador sonoro. Que se concretó en una obra magistral My Life in the Bush of Ghost, creada junto al genial David Byrne. Un disco fundamental para comprender el mestizaje entre la electrónica, los ritmos tribales, cantos orientales y el rock. Labor artística para convertir la música sampleada en materia de estilo, un nuevo estilo.

“SOLACE OF YOU”
El grupo Living Colour mezclaba su propio dialecto de acuerdo con el lema «¿Será pecado el robo?» No lo era, según ellos. Pese a que rara vez se había robado (en ese entonces) tan descaradamente las propiedades del sonido, hacía mucho que la música sustraída de esta manera no había sido integrada en forma tan fascinante a un sonido realmente independiente.
Vernon Reid, líder y guitarrista del grupo Living Colour, aprendió los secretos de las mezclas en apropiación como músico con Shannon Jackson y Defunkt. Así, su álbum Vivid (1988) llegó para llenar el hueco que molestaba feamente en el rock de hechura negra desde Mothers Finest.
Al considerar los créditos del disco se aprecian los alcances del cuarteto. Chuck D. y Flavor Flav de Public Enemy contribuyeron con un rap e incluso colaboró Mick Jagger, como productor de dos títulos, cantante de fondo y con la armónica en una canción.
De cualquier modo, nadie envidiaba a quien tuviera que entrar al estudio con esta banda. ¿Cómo disciplinar y canalizar, por una parte, la enorme energía de la agrupación, sin perder, por otra, la esencia de su sonido?
Sin embargo, alguien se atrevió y logró que el verdadero elixir de la vida del cuarteto mantuviera su identidad y además ser siempre diferente. Con su mezcla de metal, rock and roll y funk, la banda había hecho furor en todo el mundo. Así que, tranquilamente se podía jugar con los límites: los suyos propios, los del público y a veces también la música sin fronteras.
El guitarrista Vernon Reid no era entonces el único que buscara espacio como solista entre el blues, el metal y las melodías armónicas de John Coltrane; también el baterista William Calhoun practicaba alegremente la caída libre en su fortaleza percusionista y a veces todos juntos avanzaban fuera de control, hasta que una señal más o menos secreta los devolvía al sendero de la disciplina compacta.
Llegado a éste, los integrantes de Living Colour eran tan buenos, tan presentes, tan fascinantemente intensos como la mejor banda de rock and roll y metal, como se apreciaba en títulos como «Solace of You”, que se convirtió en su emblema.

“THE ISRAELITES”
El ska era una música rápida que había engendrado un estilo de baile vigoroso y extrovertido. Pero durante los primeros años de la década, ghettos como Trench Town, Greenwich Town y Riverton City, en Jamaica, estaban llenándose de jóvenes desempleados y sin oportunidades.
Esta juventud no compartía el optimismo general provocado por la independencia del país. Se sentía excluida y prefería un modo más frío de expresión. No bailaba el ska como todos los demás; sus movimientos eran más lentos y su postura más amenazadora, a pesar de la velocidad de la música.
En una sociedad que les negaba no sólo la identidad sino también la existencia, se refugiaban en el carácter grupal de los llamados a sí mismos Rude Boys (los “muchachos rudos»). Pertenecer a éstos era una forma de valer algo, aunque la sociedad en general insistiese en que no eran nadie.
Dichos jóvenes se relacionaron con el conocido «submundo”, un sector de la población que prácticamente vivía fuera de la ley y que siempre se ha sentido inclinado por la música de baile, que comenzó a denominarse reggae. De ese sector, muchos “muchachos rudos” establecidos en distintos ghettos de Kingston sintieron que dicha música los reconocía e incluso los celebraba. Desmond Dekker lanzó el tema “The Israelites”, que vino a representar todo aquello y, además, se convirtió en un éxito dentro y fuera de las fronteras jamaicanas.
VIDEO: Miles Davis – Miles Runs to Voodoo Down (1/2), YouTube (Alex Mohtashem)
