THE RACONTEURS

Por SERGIO MONSALVO C.

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 EL YUNQUE CONTADOR DE HISTORIAS

 La problemática de esta época hipermoderna es la incapacidad del hombre afectivo para vivir al mismo tiempo que el hombre cognitivo y viceversa. El éxito histórico del rock llamado indie (por independiente) tiene sus raíces en el hecho de ser la primera música que puede localizarse en esa ruptura de la armonía entre ambos sujetos.

Es la disciplina artística que vive de varios modos el resquebrajamiento de esa armonía. Es por esa razón que resulta complejo hablar de tal estilo en términos simples.

Bajo la bandera indie, la función de la música será siempre doble: expresar al mismo tiempo la alegría y la pena. Hacer lo primero con los medios de la segunda, es decir: llorar de alegría y reír de pena.

Uno de los personajes del género que representa mejor esta circunstancia existencial en la música es Jack White. Un músico hiperactivo, workaholic, esquizofrénico, neurótico y genial, que tras su guitarra y sus múltiples talentos ha creado una obra independiente, variopinta, supramoderna y luminar, de estallidos desengañados y profundos, sobre las expresiones del sonido manifestando las emociones más íntimas, en lugar de las románticas y tradicionales del pop sobre el sexo y el desenfado.

Así como en los noventa Oasis y Blur animaron la música indie con su alegre britpop, Jack White, pasando por todas sus mutaciones, desde los White Stripes, The Dead Weather, The Upholsterers, The Go, Goober and the Peas, hasta los Raconteurs, o como solista, devolvió al género en el siglo XXI a su estado natural, con mucha actitud épica, y lo hizo trascender.

El término indie surgió en la Gran Bretaña —y enseguida pasó a los Estados Unidos— hacia finales de los años setenta. Es una abreviatura que nació en la industria de la música y significó “sello discográfico independiente”, a diferencia de los llamados majors (grandes e institucionales).

El indie implica todo lo que no es mainstream, es decir, que se ubica fuera del gusto masivo, aunque ahora con el correr de los tiempos muy bien puede darse —en contradicción— con una compañía trasnacional.

Históricamente, el término es un subproducto de la ética punk del “hazlo tú mismo” y significó el crecimiento de los sellos independientes fundados por fans de la música —al margen de los gigantes como EMI, Sony, Universal, BMG, Warner, etcétera—, motivados por la pasión y no por el lucro.

Conceptualmente, su límite es aquello a partir de lo cual algo distinto empieza a manifestar su esencia. Nuevos sonidos, nuevas voces, diferentes lenguajes que están inscritos más allá. Ahí es de manera precisa donde surgen, trabajan y crean los «independientes», como White.

En el sentido musical de forma específica los independientes son aquellos que buscan, que exploran, que descubren nuevos modos, nuevas formas de la experiencia artística.

Es indiscutible que quienes han sacado mayor provecho de los públicos mayoritarios a través de las épocas han sido los músicos y las compañías populares y por completo comerciales del mainstream.

Sin embargo, esta misma historia comprueba que es a las figuras que provienen del terreno underground, de lo independiente, a quienes se debe la riqueza de ideas y propuestas que ensanchan los horizontes y proveen de sustento a los primeros.

Desde el comienzo del punk ha sucedido esto: las ideas, las personalidades, las imágenes, los sonidos y las técnicas surgidas de los independientes han visto traslapado su primordial objetivo artístico-cultural en beneficio exclusivo de lo comercial.

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Las músicas alternativas e independientes por sus aportaciones a través de las décadas exigen ser valoradas por sus significados, por sus palabras, sus relatos, transformaciones, testimonios, tecnologías, intenciones artísticas, consecuencias socioculturales, y no sólo por las fuerzas comerciales que desatan. No debe olvidarse que tales músicas, aunque sujetas a dichas fuerzas, no equivalen a ellas.

Dichas transformaciones significan la desestabilización de viejas formas musicales y de pensamiento, extinción de informaciones anticuadas o su reordenamiento en contacto con los nuevos saberes y tecnologías, que confluyen en nuevas agrupaciones y senderos.

Ahí es de manera precisa donde brotan los artistas independientes (como Jack White) y las compañías disqueras que canalizan sus expresiones al margen de lo comercial (como su sello Third Man Records).

Estas compañías, por su inherente razón de ser, se evaden de lo acostumbrado, de lo convencional; mantienen en forma constante la divulgación de las innovaciones y, tan pronto como estas innovaciones se vuelven comunes por el uso y el abuso del mercado comercial, se separan de ellas con nuevos distanciamientos y propuestas estéticas.

Al respaldar a artistas que las disqueras grandes habían pasado por alto, las indies comenzaron a infiltrar el mainstream con sus catálogos. No obstante, de manera paulatina y con el paso del tiempo, la palabra indie empezó a referirse menos a la industria que al estilo.

Empezaba el segundo lustro de los años cero del siglo XXI cuando Jack White y Brendan Benson (cantautor y multiinstrumentista) crearon The Raconteurs, otra ramificación de la personalidad del primero, en donde ha dado rienda suelta a lo que literalmente significa su nombre: contador de historias.

Dicha creación y significado son la clase de hechos que se ligan, y que se dan entre tipos como los mencionados condenados a entenderse, lo cual ha dado lugar a una tripleta de álbumes (los dos primeros son: Broken Boy Soldiers y Consolers of the Lonely) que han resultado ejercicios estilísticos con evocaciones de sólido, puro y poderoso metal rockero.

Dicho sonido, moldeado por White, ha ido ampliando su radio de acción en cuanto a ellos como grupo, lo cual hizo pensar que White había encontrado un nuevo destino, luego de su deambular (solitario y en colaboración) a través de varias épocas y décadas post White Stripes.

Así apareció en el año 2019 Help Us Stranger, un álbum en donde igualmente los participantes (acompañados de Jack Lawrence, en el bajo, y Patrick Keeler en la batería) invocan el espíritu del rock tumultuoso que el de la balada hard del rock.

También se lanzan a la liberación de la adrenalina rijosa de escalas posadolescentes o a los más explosivos solos superpuestos en los que encaja sin dificultad el grito de estadio. El resultado es un ejercicio terapéutico, genérico, de un sanador rescate espiritual (afectivo y cognitivo) para estos músicos indie para quienes la historia debe vivirse al mismo tiempo que se escribe, pero ya.

VIDEO SUGERIDO: The Raconteurs – “Sunday Driver” (Official Music Video), YouTube (The Raconteurs)

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