68 rpm/52

Por SERGIO MONSALVO C.

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El cineasta francés Jean-Luc Godard no era un aficionado al rock ni mucho menos, pero durante el movimiento a nivel mundial de 1968 se dio cuenta del eco que tenían las acciones y declaraciones de sus artistas más representativos. Muchos de ellos mantenían posturas extra musicales.

Siguió con detenimiento el hecho de que Mick Jagger se involucrara ese año en una enorme manifestación en el flemático Londres para protestar ante la embajada estadounidense por lo sucedido en Vietnam. Dicho evento   terminó en violencia callejera y con una dura represión policiaca.

Los Rolling Stones se encontraban en el centro del huracán polémico por el lanzamiento del sencillo “Street Fighting Man”, que recogía de alguna manera las experiencias que Jagger había sacado durante aquella revuelta.

El tema se había convertido en un himno a nivel global y cada movimiento, independientemente de su particular reclamo, lo usaba como estandarte sonoro: “¿Qué puede hacer un muchacho pobre/ excepto cantar en una banda de rock and roll?/ Porque en el aletargado Londres/ no hay lugar para un manifestante callejero”.

Participaban así, de manera directa, en el espíritu del momento. Tras ello los Stones daban los últimos toques a su nueva producción (Beggars Banquet) y debían entrar al estudio a grabar el remate: “Sympathy for the Devil”.

Godard vio entonces la posibilidad de apoyar su mensaje. Hizo las llamadas justas para poder filmar al grupo durante la hechura de la canción y tejer con aquellas imágenes su intrincado discurso político maoista. Como resultado: el filme One plus One.

El grupo, a su vez, quería enmendar la plana luego del decepcionante disco Their Satanic Majesties Request, que a nadie había dejado satisfecho; estaban en pleitos legales con su hasta entonces representante Andrew Loog Oldham, quien quería esquilmarles los derechos de todos sus discos anteriores; habían contratado a un nuevo productor para el álbum (Jimmy Miller) y en el seno de la agrupación había problemas con su guitarrista.

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 THE ROLLING STONES ROCK & ROLL CIRCUS

THE ROLLING STONES

(ABKCO)

Brian Jones ya estaba acabado, lo cual tenía sus motivos: el consumo bárbaro de alcohol y drogas y su forma de ser paranoica, complicada e hipersensible. Conforme perdía el control y la confianza en sí mismo se drogaba cada vez más.

Él había sido el primer Stone que se vistió de terciopelo y seda y que con su camisa de holanes, sombrero y alhajas de fantasía desarrolló una imagen tan glamurosa y andrógina como años después lo harían Marc Bolan o David Bowie. Había compuesto el soundtrack para un filme del vanguardista cine alemán (Mord und Totschlag de Schlöndorff).

Se codeaba con la aristocracia británica y bajo su estela todo el grupo fue partícipe del Swingin’ London (el centro de la música y la moda). Era cosmopolita y un músico dotado (multiinstrumentista).

Junto con su novia Anita Pallenberg y Keith Richards se fue de vacaciones a Marruecos en 1967 (para grabar a unos músicos locales), y ahí se produjo el choque final: Pallenberg lo dejó para quedarse con Richards. Jones, de por sí vulnerable, se desplomó. Inició un tratamiento psiquiátrico; a la postre se le detuvo por posesión y enfrentó un juicio formal.

Condenado a nueve meses de cárcel, el veredicto se cambió por tres años de libertad condicional. Había pasado el año en un estado de apatía total y así enfrentó la hechura y el lanzamiento del nuevo disco, la perspectiva de una gira y la participación en un proyecto de Jagger para promocionar el álbum: The Rolling Stones Rock and Roll Circus.

Éste fue un ambicioso proyecto circense-músico-televisivo ideado por Mick con el director Michael Lindsay-Hogg. La grabación se realizó en la madrugada entre el 11 y 12 de diciembre de 1968, para emitirse como programa especial en la televisión británica (la BBC).

Fue en vivo, con temática cirquera (con todo y sus artistas) y músicos invitados. Acudieron a la cita los Who, que hicieron una actuación explosiva con «A Quick One While He’s Away». Jethro Tull apareció con la coreografía en una sola pierna de Ian Anderson para tocar la flauta (en «Song For Jeffrey») y con el emergente Tommy Iommy en la guitarra (buscaban un sustituto para Mick Abrahams y Anderson lo llamó para cumplir con este compromiso). Taj Mahal, el único estadounidense del elenco, se recreó en el blues («Ain’t That a Lot of Love») y Marianne Faithfull –novia de Jagger en aquel entonces– paseó su voz («Something Better») y belleza por el escenario.

Asimismo se formó un impresionante supergrupo para la ocasión con John Lennon en la voz, Eric Clapton en la guitarra, Keith Richards en el bajo y Mitch Mitchell en la batería, bajo el nombre The Dirty Mac. Interpretaron un par de temas, uno de los cuales fue el “Yer Blues” del reciente Álbum Blanco de los Beatles.

Los Stones, a su vez, tocaron el exitoso sencillo “Jumpin’ Jack Flash”, aparecido a mediados de año, y cuatro temas del nuevo álbum (Beggars Banquet), lanzado una semana antes: “Parachute Woman”, “No Expectations”, “You Can’t Always Get What You Want” y “Sympathy for the Devil”. Fue la última vez que se vio a Brian Jones tocando con ellos.

El resultado no gustó al grupo, que se sintió cansado y sin chispa, y el programa finalmente no llegó a emitirse en su día sino casi 30 años después, en formato de DVD y CD.

El legado de este evento dejó grabada para la posteridad el testimonio de un momento irrepetible, fascinante, cuyos elementos dan una idea de cómo privaba la imaginación, la camaradería y el amor por la música entre esos gigantes que estaban haciendo crecer al rock.

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Personal: The Rolling Stones, The Who, Jethro Tull, Taj Mahal, Marianne Faithfull, The Dirty Mac (John Lennon, Eric Clapton, Mitch Mitchell, Keith Richards y Mick Jagger). Portada: Foto del cartel de presentación.

VIDEO SUGERIDO: Jumpin’ Jack Flash (The Rolling Stones – Introduced by John Lennon in sign language!), YouTube (Sandy Kristal)

Graffiti: «Todo es dadá«

68 rpm/51

Por SERGIO MONSALVO C.

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En la década de los sesenta, gracias al círculo cultural trasatlántico y a los grupos británicos, el blues desembarcó de nueva cuenta en la Unión Americana, donde arraigó entre los universitarios, los hipsters seguidores del folk, el público de los festivales y los rockeros.

Era tocado y cantado para los oídos de la emergente contracultura y para el tradicional público negro en los bares de blues, juke joints y teatros populares. Los comenzaron a catalogar, analizar, transcribir y evaluar los investigadores, coleccionistas y escritores de distintos rubros.

En una “década de causas” como la sesentera, en la Unión Americana el blues fue igualmente asumido como aliado y como soundtrack en las distintas luchas. Pero no sólo eso, también se convirtió en una causa en sí mismo.

Las publicaciones especializadas (revistas y libros), el trabajo de recopilación, grabación y catalogación profesional, así como el coleccionismo de álbumes y eventos dedicados a él, consolidaron su percepción como una legítima forma de arte y también como una expresión artística poseedora de una identidad distinta a la del folk, el jazz o el rock.

No obstante, dichos géneros jugaron un importante papel –si no es que determinante– para ganarle nuevos públicos durante la década mencionada. En la tierra del Tío Sam el público blanco, en su mayoría, se introdujo en el blues gracias a los intérpretes blancos.

Al inicio con el auge de la música folk –sobre todo la surgida del Greenwich Village neoyorkino– que comenzó a finales de los años cincuenta (curiosamente de forma paralela al skiffle en Inglaterra) y a la postre con la ola del british-blues en la segunda parte de la década, a la que se unieron muchos grupos estadounidenses, entre ellos la Paul Butterfield Blues Band.

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IN MY OWN DREAM

THE PAUL BUTTERFIELD BLUES BAND

(Elektra)

Su punto de arranque fue Chicago. Ese paraíso musical mítico se había  convertido en el centro de la forma urbana y electrificada del blues llegado del Mississippi bajo el nombre de rhythm & blues. Era música de pequeños grupos, con el ejemplo totémico de Muddy Waters.

Reflejaba el carácter de la ciudad industriosa y convulsa, en pleno desarrollo y con los fenómenos sociales acarreados por ello, incluyendo el de la migración negra. El estilo era agresivo, denso y cargado de tensión (existencial, sexual…), con la guitarra slide y la armónica amplificadas como sus características principales.

Esta materia prima la aprovechó Paul Butterfield para su propia naturalización. Integró su versión del blues con base en sus ideas particulares sobre él y su cotidianeidad. En ciertos aspectos, este joven blanco nacido en la ciudad en 1942 y atraído por la música del ghetto era un descendiente directo de aquellos músicos que habían electrificado al blues.

Frecuentaba incansablemente los bares negros para aprender in situ los misterios de aquel sonido. Con el tiempo resultó evidente que sus motivaciones no eran exclusivamente musicales, sino que también lo pusieron en contacto con la vida real de los bluseros negros en los que se inspiraba.

En este sentido se distinguió de sus congéneres británicos, más claramente limitados a un conocimiento indirecto del mundo negro. Sin lugar a dudas esta asimilación emprendida sobre el terreno fue la que le permitió a este adepto integrar la mejor formación del blues blanco de aquellos momentos en los Estados Unidos: The Paul Butterfield Blues Band.

Influenciado por la música negra aprendió a tocar impecablemente la armónica, después la guitarra rítmica, la flauta y el piano, tras lo cual decidió formar la banda junto a Elvin Bishop, el tecladista Mark Naftalin y los miembros de la sección rítmica de Howlin’ Wolf: Jerome Arnold (bajo) y Sam Lay (batería). A ellos se agregarían después Mike Bloomfield (guitarra) y David Sanborn (sax).

Tocaron en los bares y clubes de la zona negra de Chicago impulsados por algunos de los mejores bluesmen de la urbe (Muddy Waters, Taj Mahal, Willie Dixon, etcétera). La banda comenzó a cobrar fama. El productor Paul Rothschild de Elektra los contrató para su sello, con lo que en 1965 comenzó la carrera discográfica del grupo.

A mediados de los años sesenta, la banda se fogueó también como soporte de Bob Dylan durante su polémica presentación en el Newport Folk Festival y luego como invitada del histórico Festival Pop de Monterey.

Desde entonces y hasta que se disolvió el grupo (en 1972), la Paul Butterfield Blues Band fue el punto focal del blues moderno en la Unión Americana. Refugio de un progresismo anclado en la tradición, la banda se convirtió en el reflejo de la situación contemporánea del género. Siempre estuvo integrada por músicos blancos y negros, con la base rítmica de los últimos.

Al frente la armónica de Butterfield, que llegó a considerarse la mejor de la época. (Tocaba armónicas Hohner ‘Marine Band’ con la original característica de tocarlas al revés, con las notas graves a la derecha. Además, usaba un amplificador Fender, con el que podía igualar el volumen del resto de sus compañeros.)

 In My Own Dream (1968), el cuarto disco de los seis que grabó en total la banda, continuó en la estela que había iniciado con el anterior Resurrection of Pigboy Crabshaw (1967), donde incluyeron el soporte de una sección de metales, con el muy joven David Sanborn en los saxes.

En éste álbum se confirmó su deriva desde el blues eléctrico de raíces de los comienzos hasta un elegante sonido de soul contemporáneo. Asimismo, fue el último en el que actuaron Bishop y Naftalin, tras el cual se dedicaron a sus proyectos solistas.

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Personal: Paul Butterfield, voz, armónica y guitarra; Elvin Bishop, guitarra; Mark Naftalin, teclados; David Sanborn, saxes; Phil Wilson, batería y percusiones; Bugsy Maugh, bajo, más una sección de metales y órgano (Al Kooper). Portada: realizada por los artistas gráficos de la compañía Wounded Bird Records.

VIDEO SUGERIDO: Paul Butterfield – Blues Band (Walking Blues – Live 1968, YouTube (Blues and Jazz Channel)

Graffiti: “Si te quieren vender la felicidad, róbala

68 rpm/50

Por SERGIO MONSALVO C.

68 RPM 50 (FOTO 1)

Chester William «Chet» Powers, Jr. Tenía un solo talento: sabía hacer buenas canciones. Nació en la época correcta y en el momento correcto, pero bajo un signo equivocado (Escorpión). Su vida fue como la de un personaje del escritor Elmore Leonard, de esos que se creen más listos de lo que son en realidad; de esos que le tienen bien tomada la medida al pulso de los tiempos, pero que por tratar de estirar las limitaciones o aprovecharse de los intersticios de la realidad tuercen su destino.

Mal estudiante y mejor observador aprendió pronto a tocar la guitarra y a componer. Su arropada vida dentro del conservador estado de Massachusetts, en la Unión Americana, le brindó las posibilidades de una buena educación básica y los beneficios de haber estado en la Fuerza Aérea. Sin embargo, prefirió buscarse la vida como cantante folk y partió rumbo a Nueva York.

En el Village se codeó en los cafés con lo más granado de la emergente escena sesentera: Bob Dylan, Josh White y Karen Dalton, entre otros. Con el oficio de músico apenas sobrevivía, así que comenzó a traficar con marihuana y anfetaminas para ganar dinero. Quería tener lo suficiente para poder grabar y sostenerse como solista.

La policía le seguía la pista y tuvo que usar diferentes nombres (Dino Valente o Valenti, Jackie Powers o Jesse Oris Farrow) tanto para actuar en un escenario como para registrar una canción (dentro de sus andanzas intentó hacer pasar como suyo el tema “Hey Joe”, del que no era autor, cosa que se sabría a la postre).

No obstante, ante el acoso y la vigilancia prefirió cambiar de aires y de residencia por Los Ángeles, donde compuso una pieza que se volvería popular, “Get Together”. Luego se fue a San Francisco, donde la identidad no era importante y sí el amor, la paz y experimentaciones de todo tipo. Era su ambiente y rápido se relacionó con otros músicos que buscaban dar salida a sus manifestaciones artísticas.

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QUICKSILVER MESSENGER SERVICE

QUICKSILVER MESSENGER SERVICE

(Capitol)

El origen de este grupo es obra del cantautor Dino Valenti, quien junto a John Cipollina en la guitarra, Jim Murray en la voz y armónica, David Freiberg al bajo y Casey Sonoban en la batería (Skip Spence participó igualmente en la formación, pero estuvo poco tiempo) decidieron crear una banda.

Se reunieron, ensayaron con el costal de canciones de Dino y buscaron un nombre para presentarse en público. Lo encontraron en sus ascendentes astrológicos y signos planetarios. De esta manera intentaron abrirse paso en la escena rockera de aquella ciudad californiana, que ya era un hervidero de bandas en el año de 1965.

Sin embargo, “el largo brazo de la justicia” alcanzó a Valenti, que no había abandonado su otra fuente de recursos (lo detuvieron por posesión de marihuana y anfetaminas en gran cantidad), y fue enviado a la cárcel por varios años.

Ahí se encontraba cuando Johnny Cash realizó su legendario concierto en la prisión de Folsom. Quiso hacerle llegar al cantante un par de temas para su consideración, pero otro preso llamado Glen Sherley se le adelantó con una pieza que Cash haría famosa en la grabación del evento.

Los demás miembros de Quicksilver continuaron con el proyecto y afinando el estilo que no sólo los definiría a ellos sino al practicado en aquella zona de la Bahía: el acid rock. Sus actuaciones eran muy seguidas y aclamadas por los amantes del sonido lisérgico.

La banda fundamentó su reputación con grandes actuaciones en el Avalon y en el Fillmore, las grandes salas de San Francisco,  y por negarse a firmar con alguna compañía discográfica para mantener la independencia (fueron los últimos en hacerlo).

La solidez musical del grupo se potenció cuando entraron en él Gary Duncan, en la guitarra de acompañamiento, y Greg Elmore, para sustituir a Sonoban en la batería. El cantante Jim Murray también abandonó la banda en 1967, luego de una vibrante presentación en el Festival Pop de Monterey.

Habría que apuntar que el rock de San Francisco se había desarrollado a su aire, sin la tentación de los sellos discográficos ni sus ofrecimientos. Cuando aquél llamó la atención de la industria, en dicho Festival, ya se mostraba a plenitud: su estética tendía a las exploraciones instrumentales, hablaba de las inquietudes de su comunidad (hippie) y sus representantes tenían nombres estrambóticos como Jefferson Airplane, Grateful Dead, Big Brother & the Holding Company o Quicksilver Messenger Service. Anunciaban sus conciertos con fantásticos pósters (evocadores del art nouveau) y se vestían con un look muy Old Western.

Quicksilver destacó por varias razones: fueron los supremos arquitectos del rock de San Francisco por su impresionante frente de guitarras, que hicieron de la improvisación y el twang acuoso su marca registrada.

Intercambiaban notas y armonías en jam sessions largas y disfrutables donde los temas recibían un tratamiento experimental en el que se daban cita elementos de blues, jazz, rock psicodélico, música clásica y folk.

En los conciertos se agregaban la proyección de los famosos light shows y el espíritu participativo del público al que convocaba el grupo en sus viajes sonoros.

El disco homónimo, con el que debutaron en las grabaciones en 1968, contiene la esencia maravillosa de su mezcla y toda la brillantez interpretativa de la que eran capaces en el estudio, en piezas como “Pride of Man”, “”Light Your Windows”, “Gold and Silver”, “The Fool” y “Dino’s Song” (del malogrado fundador del grupo, quien por cierto se reuniría con ellos en 1970).

En cuanto a sus actuaciones en vivo, el testimonio quedó grabado en el álbum Happy Trails, donde hicieron epopéyicas versiones de piezas de una de sus grandes influencias: Bo Diddley.

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 Personal: John Cipollina, guitarra de seis cuerdas; Gary Duncan, guitarra y voz; David Freiberg, bajo, voz y viola; Greg Elmore, batería. Portada: Ilustración de Barry Olsen.

VIDEO SUGERIDO: Who Do You Love? (1973 B&W) – Quicksilver Messenger Service, YouTube (aurora1957A)

Graffiti: “Queremos tener el placer de vivir y nunca más el mal de vivir«

68 rpm/49

Por SERGIO MONSALVO C.

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The Who fue el totem del grupo británico Creation, sobre todo en su primera etapa de 1966 a 1968. Era una banda de singles que combinaba de excelente manera el rock de garage, la psicodelia y el Brill Building con el power pop, el beat y el rhythm and blues.

Hubiera quedado oculto de no haber sido por los fanáticos que tenía fuera de Inglaterra. Circunstancia que llevó al sello Planet a editar un álbum compilatorio (en 1968) de su material en dichos años, pero únicamente con distribución en Alemania y Suecia.

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OUR MUSIC IS RED – WITH PURPLE FLASHES

THE CREATION

(Planet Records)

Sólo así se supo que en aquel enorme bosque musical que era la Gran Bretaña no sólo existían los Gigantes (Beatles, Stones, Cream, Kinks) sino toda una población variopinta que realizaba muy buena música, con propuestas, raíces e influencias por doquier.

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Personal: Kenny Pickett, voz; Eddie Phillips, guitarra; Jack Jones, batería; Bob Garner, bajo (sería sustituido por su hermano Kim) y Ron Wood (sí, el de los Stones), en la guitarra. Portada: diseñada por la compañía.

VIDEO SUGERIDO: Creation – Painter Man 1967, YouTube (fritz51301)

Graffiti: «Graciosos señores de la política: ustedes ocultan detrás de sus vidriosas miradas un mundo en vías de destrucción

68 rpm/48

Por SERGIO MONSALVO C.

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La influencia beatle no solo dio margen para cóvers fuera del circuito anglosajón. En Brasil, por ejemplo, motivó la creatividad de un grupo de músicos y compositors, involucrados en la tarea de enganchar a su país al coche de la modernidad a través del movimiento Tropicalista: Os Mutantes.

La experimentación psicodélica se unió a la búsqueda de nuevas rutas para la música brasileña (paulista, para ser más preciso) con elementos de lo popular y clásico.

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OS MUTANTES

OS MUTANTES

(Polydor)

El resultado: un grupo señero e influyente, extrafronterizo y extratemporal (en la new wave, el neo barroco e indie, como muestras).

Con esta obra tal núcleo de artistas innovó también (en el sur americano) con el uso del acople, la distorsión y las posibilidades del estudio.

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Personal: Arnaldo Batista, bajo, teclados y voz; Rita Lee, voz, flauta dulce y percusiones; Sergio Dias, guitarra y voz. Portada: Diseñada por Perroy.

VIDEO SUGERIDO: Os Mutantes – Panis Circensis & Bat Macumba (complete French TV-1969), YouTube (slashgrass)]

Graffiti: «¡Viva la comunicación! ¡Abajo la incomunicación

68 rpm/47

Por SERGIO MONSALVO C.

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The Small Faces fue un grupo prototipo del mod británico. No obstante, los integrantes extendieron sus hechuras hacia horizontes mayores, como las que apuntaron en este disco, cuya segunda mitad es conceptual.

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OGDEN’S NUT GONE FLAKE

THE SMALL FACES

(Immediate)

El suyo es un temprano heavy rock con detalles psicodélicos, siempre referencial en cuanto a sus influencias –The Who, Troggs, et al—y apuntalado con el uso lírico del slang cockney londinense.

Mismo que emplea su personaje Happiness Stan para narrar una historia férrica y surrealista en la que se engloban los significados de la vida. Es un álbum complejo con sus particularidades técnicas incluidas.

El título del disco y de su presentación tuvieron como modelo un empaque de tabaco de fines del siglo XIX.

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Personal: Steve Marriott, voz y guitarra líder; Ronnie Lane, voz, bajo y coros; Kenney Jones, batería y percusiones; Ian McLagan, teclados, voz y coros. Portada: El arte fue realizado por Mick Swan, sobre una ilustración de P. Brown.

VIDEO SUGERIDO: The Small Faces – Song Of A Baker – “Colour Me Pop” (1968), YouTube (vinylsolution)

Graffiti: “La edad de oro era la edad en que el oro no reinaba”

68 rpm/46

Por SERGIO MONSALVO C.

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Rod Argent, líder indiscutible de The Zombies, dijo: «Tuve la intención de formar una banda cuyos músicos no sólo tuvieran dotes técnicas o ideas experimentales, sino que asimismo quisieran crear algo con entusiasmo y respeto mutuo».

La pieza «She’s Not There» fue su mayor éxito y Odessey & Oracle su mejor álbum, con “Time of the Season” como single destacado. El grupo tocaba un rock barroco clásico de Inglaterra: fluido y melódico (fundamentado en el famoso ritmo del Mersey Beat y el rhythm and blues), prístino y fuerte.

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ODESSEY & ORACLE

THE ZOMBIES

(CBS)

El grupo se concentró en el canto perfecto y agudo y monumentos de sonido con un claro dominio de los teclados. El equilibrio logrado en este disco posee por igual belleza mística, un aura etérea y una enorme fuerza de expresión musical.

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Personal: Rod Argent, órgano, piano, melotrón y voz; Colin Blunstone, voz; Paul Atkinson, guitarra y coros; Chris White, bajo y coros; Hugh Grundy, batería y coros. Portada: diseño de Carol McCleeve con ilustración de Tony Robert.

VIDEO SUGERIDO: Zombies – Time Of The Season HD, YouTube (andrew91118)

Graffiti: “Tienes veintitantos años, pero tus instituciones son del siglo pasado

68 rpm/45

Por SERGIO MONSALVO C.

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Hay muchas maneras de contar una historia y muchas maneras de aproximarse a la Historia. Recorrer la de las grabaciones aparecidas en 1968 siguiendo el rastro de sus ideas, de los conceptos y de los diversos campos que sembraron y cultivaron es una de ellas.

Es hablar sobre los grupos que iniciaron algo importante, lo llevaron a su pináculo y luego desaparecieron. Sin embargo, el hilo conductor en todos ellos no es el listado de nombres ni la duración que tuvieron, sino el campo sonoro que vislumbraron.

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THE NOTORIOUS BYRD BROTHERS

THE BYRDS

(Columbia)

Los Byrds tuvieron el acierto de inaugurar una nueva corriente rockera, el folk-rock, y se constituyeron en una incomparable agrupación bajo la influencia de Bob Dylan, el estilo de los Beatles, el country and western y el rhythm and blues, mezcla con la cual fueron también pioneros del llamado nuevo rock norteamericano.

Las novedosas armonías vocales, además de la distinguidísima guitarra de Roger McGuinn, les acarrearon el éxito inmediato. Sus experiencias alucinógenas y la experimentación musical produjeron resultados que se pueden paladear en todos sus discos (incluso con los cambios de formación). Como trío, editaron The Notorious Byrd Brothers y Sweetheart of the Rodeo ese mismo año.

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Personal: Roger McGuinn, voces, guitarras, sintetizador moog; David Crosby, voces, guitarra rítmica y bajo; Chris Hillman, voces, bajo, guitarra y mandolina; diversos músicos se alternaron en la batería. Portada: Diseño realizado por el Departamento de Arte de la compañía.

VIDEO SUGERIDO: Byrds – Space Oddyssey – The Notorious Byrd Brothers, YouTube (13fuji)

Graffiti: “El patrón te necesita, tú no necesitas al patrón

68 rpm/44

Por SERGIO MONSALVO C.

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La palabra “honestidad” en boca de un político tiene otro significado que el regular: suena a truco, a hipocresía, a ocultamiento y a opacidad. Huele a podrido. Tal circunstancia es producto del inapropiado uso y abuso que han hecho tan finas personas del vocablo (y del idioma en general). Algo semejante sucede con el término “democracia” en los discursos de dicha fauna.

La mayoría de los escuchas tiende a ignorar ambos conceptos, que son parte del obligado menú verborréico de los hombres públicos. Sabe que son tan falsos como los besos a los niños o las sonrisas desplegadas por esos individuos. Es el feedback del cinismo contemporáneo entre emisor y receptores en su camino de ida y vuelta. Ese es uno de los problemas asociados a la actual representación política unidimensional y sus muchas deficiencias.

En la música, otra de las múltiples manifestaciones humanas, las cosas son un tanto distintas. Son más transparentes. El escucha no es tan cínico en su apreciación, aunque el cantante o instrumentista lo sea. En tal disciplina es difícil engañarse a uno mismo. Entran en juego las emociones personales, los sentimientos, el bagaje vivencial, además de las sensaciones.

En un cantante, por ejemplo, es relativamente sencillo descubrirle su falta de honestidad al interpretar una pieza, aunque uno no sea crítico o estudioso de la música. Se nota que no siente o se involucra con lo que dice aunque cumpla con todos los lineamientos de lo escrito en el papel. La actuación resulta fría y mecánica o de trámite y rutinaria, sin poner en juego emociones reales, auténticas.

Eso es lo que hace diferentes a los entertainers de los artistas. Estos últimos siempre correrán el riesgo de exponerse, a pecho abierto; los otros echarán mano de los recursos del oficio y saldrán avante de la actuación, pero nunca entrarán en el corazón ni la memoria de sus oyentes.

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MUSIC FROM BIG PINK

THE BAND

(Capitol)

Este disco es una muestra contundente de honestidad y democracia musical (todos los integrantes del grupo intervinieron en el proceso de componer y orquestar los temas y sin una voz única), entre las otras muchas cualidades que lo han convertido en un clásico y en uno de los mejores de la historia del rock.

Existen en el género las especies de los que siempre buscan lo auténtico. The Band perteneció a ellas. Fue un errabundo grupo que deambuló entre las rudezas. Una, con Ronnie Hawkins, con la que se fueron forjando como músicos, en los rudimentos de la música y sus complementos, en la carretera, en los bares, en los clubes.

La otra, con la de un público hostil, purista y conservador, donde ejercieron de pretorianos de un poeta, de testigos y apoyo de lujo en el florecimiento de Bob Dylan, quien encontró en la ruta de la electrificación la vía contundente para dar a conocer sus imágenes e incendios. Errancia, pues, entre la geografía canadiense y los Apalaches estadounidenses; entre los tiempos que cambiaban y el nuevo uso de las palabras.

Al iniciar su propio camino protagónico, los miembros de la banda empezaron a compartir sus experiencias en el álbum debut Music from Big Pink (1968). The Band fue un grupo que siempre se mostró fascinado por la ontología musical norteamericana (rock de raíces, folk, country, gospel, soul y americana, principalmente) y su obra, a partir de aquí, relató las historias que encontró en el camino y las arropó con ella.

Este disco compuesto en una típica casa suburbial en la mágica zona de Woodstock, de nombre “Big Pink” (por el color con que estaba pintada), está impregnado de la esencia de todo ello y del espíritu artístico con el que se sentían comprometidos los integrantes, a contracorriente de los estilos que estaban en boga, lejos de la psicodelia, de lo progresivo y de cualquier atisbo pop.

Al contrario: inauguraron con su música un fresco emocionado y atemporal donde las raíces y la modernidad se daban la mano. La pieza “The Weight” fue su emblema. Aparece para abrirle la brecha a un enorme álbum y para hacer aflorar una mirada capaz de ver más allá de lo consensuado.

Su atingente lírica se convierte en una sorpresa que se le depara a aquellos que han llegado a ella buscando otra cosa y que terminan haciéndose testigos de las diversas existencias, de la imposibilidad de hacer el bien y de la complejidad de la vida.

La contenida en este disco es la sonoridad que abrió un nuevo espacio para el conocimiento de lo que se ha dado en llamar “los sentimientos”. No sólo románticos, sino existenciales, de estar en el mundo y frente a él.

El disco marcó un punto de inflexión en la forma de hacer música. Aportaba canciones sobrias y una imagen atemporal: «Era música plantada en la tierra, sin la ira o las alucinaciones de aquella época. Asimilamos unas tradiciones que hasta entonces no se solían apreciar. Las de una cultura musical que era más profunda y exótica de lo que parecía”, dijo al respecto Robbie Robertson, el cantante, compositor y guitarrista del grupo.

Por su parte, el músico Al Kooper –un tipo con muchos galones en el medio— resumió en su crítica la apreciación de la obra de la siguiente manera: “Este álbum fue hecho con una consigna: ‘La honestidad es la mejor táctica’. Cuando escuchas un disco que no lo es te sientes insultado o apagado en comparación. Aquí crees en cada verso de las canciones y eso eleva en mucho el placer de su escucha”.

Efectivamente, cuadros como los contados musical y líricamente por The Band en Music from Big Pink no nos alejan del mundo, sino que lo vuelven cercano y común y lo llenan de sentido. Son muestras de observación solitarias, la mayoría, pero con el sabor de lo insospechable, y hacen que el tiempo se detenga y comience su relato de nuevo, propiciando sensaciones  indelebles y recuerdos sin pertenencia reservada.

68 RPM 44 (FOTO 3)

Personal: Robbie Robertson, guitarras y voz; Richard Manuel, piano, órgano, batería y voz; Garth Hudson, órgano, piano, clavinet y sax; Levon Helm, batería, guitarra acústica, percusión y voz; Rick Danko, bajo, violín y voz; músico adicional: John Simon, sax tenor y piano, además de fungir como productor. Portada: Pintura realizada por Bob Dylan.

VIDEO SUGERIDO: The Band, The Weight, YouTube (Tskeshi Kawaguchi)

Graffiti: «Queremos las estructuras al servicio del hombre y no al hombre al servicio de las estructuras