LA AGENDA DE DIÓGENES

Por SERGIO MONSALVO C.

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MIKE JUDGE

(BEAVIS & BUTT-HEAD)

Beavis & Butt-Head, fue una serie de dibujos animados que se trasmitió entre 1992 y 1997 (con un fugaz retorno en el 2011). B&B eran un par de adolescentes estúpidos que se tomaban todas las libertades del mundo. Mike Judge la creó para que fuera trasmitida por la cadena MTV (la gran fábrica de/para idiotas). Este texano por adopción (de 57 años actualmente), se había pasado la vida dibujando.

Para crear a los personajes, de patológica rispidez, se basó en los jovencitos estadounidenses de su entorno urbano a quienes estudió en su propio ambiente (obsesos cautivos de la televisión, de los videos musicales, de la comida chatarra, del onanismo, de los refrescos, de los malls y del heavy metal, entre lo más destacado). La idea para dicho canal nació luego en el estudio de grabación (¿tendría algo que ver la aparición y popularidad de las películas Wayne’s World o Bill & Ted’s Bogus Journey?).

Antes de su éxito televisivo, Judge participó como bajista en varios grupos texanos de rock. Sólo dibujaba como pasatiempo, vendiendo de vez en cuando una tira en festivales de dibujos animados o en el canal de los cómics. Hasta que se le ocurrió ponerle a dos mocosos con patitas de pollo camisetas de AC/DC y de Metallica, Judge tomó el asunto más seriamente con tales parias mentales.

Si bien terminó la carrera de físico y trabajó un año como ingeniero en electrónica, no era lo suyo permanecer entre los chips de computadora y los manojos de cables.  Deseaba trabajar en forma creativa, y por ende tampoco le agradó la breve temporada en que trabajó como profesor de matemáticas. Beavis y Butt-Head, sus criaturas, trabajaban en McDonald’s, les gustaba el heavy metal y se sentían obligados a hacer comentarios acerca de todo y de todos, sin ningún sustento, ni bagaje, ni conocimiento para ello. Sólo abrir la boca y soltar un flujo inacabable de necedades.

Con B&B, el dibujante nacido en Ecuador (en 1962) y luego ciudadano estadounidense, admitió el poder que ellos le daban para “vengarse de las injusticias cotidianas que todos padecemos”, dijo.  Aparte de esto, no había mayor cosa.  Judge estaba casado, tenía una hija (hoy son tres) y le gustaba entonces adoptar una posición anónima, que lo dejaran tranquilo y que sus criaturas disfrutaran de toda la fama (actualmente es distinto luego de ganar premios con otras series televisivas y la hechura de películas populares donde sigue retratando la mediocridad y la estulticia colectivas).

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La historia del producto B&B (desde los gustos musicales hasta el pelo grasoso y los pies malolientes) se parecía a muchas otras, fue el reflejo de algunos viejos amigos. B&B en realidad fue una idea de momento, «cosa del instinto», según Judge. De no haber aparecido MTV, hubiera dibujado cuando mucho una o dos secuelas. Pero después fueron decenas. Y todos los días, para volver a otorgarle voz a esos freaks que perfila en dibujos o personas, se encierra y diseña nuevos temas para sus  muchas caricaturas.

Cuando MTV manifestó su interés en hacer un programa con esos personajes descerebrados, su primera reacción fue: “¿Y qué más voy a hacer con ellos?”, pero después de casi tres años de B&B a muchos no les molestó escucharle decir: “Se acabó. Son un problema, el público tiene demasiadas ideas negativas acerca de los personajes. El programa se terminó”.

Ello se debió a que hubo acusaciones de que B&B habían tenido la culpa de que en diversos lugares de la Unión Americana algunos niños jugaran con fuego e incendiaran sus casas (como hacían regularmente los personajes), con resultados fatales. Pero era absurdo echarle la culpa a dos monitos dibujados. Y no sólo me refiero a la actitud de los padres demandantes, sino a la de la prensa amarillista, que explotó el suceso al máximo, muy al estilo gringo.

A pesar del escándalo, Judge continuó con el asunto. Participó en la realización del CD The Beavis and Butt-Head Experience (Geffen/MTV), una antología comentada de grupo metaleros donde se retrata el espíritu de la caricatura; así como el guión de una película de tal pareja como protagonistas, B&B Do America (1996), donde además fungió como director de la aparatosa producción.

“Mi sueño es ganar dinero con las caricaturas, para filmar mi propia película verdadera, con una trama real –dijo en aquel momento–, quiero evolucionar, distanciarme del humor de baño público de estos adolescentes”. ¿Sería cierta tal declaración? Claro que no. Intentó el comeback en el 2011.

Por fortuna no funcionó. Sin embargo, prosiguió su labor como guionista de otras series y filmes con temática semejante (la saga Jackass, la de Spy Kids o King of the Hill, entre todo eso), que según dicen los expertos forjó la cultura adolescente estadounidense (y no sólo: Dumb & Dumber es prueba de su dudoso legado, lo mismo que muchos Reality Shows), de aquellos no tan lejanos años. Lo hizo con éxito y grandes taquillas. ¡Ah, el American Dream for Dummies!

VIDEO SUGERIDO: Beavis & Butthead – Scientific Stuff (Sub. Español), dailymotion (Veronicavavasour93)

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CIENCIA FICCIÓN

Por SERGIO MONSALVO C.

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 UNA MINUCIA MUY IMPORTANTE

La más importante herencia de la ciencia ficción al modo de vida en este siglo siempre ha tenido menos qué ver con la literatura que con un hábito de la mente a ver con escepticismo la alharaca que se hace en favor del progreso y la tecnología.

La ciencia ficción moderna es hija de pensadores utópicos quienes aseguraban hace casi cien años que las máquinas y la marcha a la igualdad social eran el orden del futuro y el camino a la felicidad humana de todo el orbe. Mientras esa causa se sostenía en innumerables manifiestos, surgió una nueva clase de novela, relatos científicos se les denominaba, algunos de los cuales sugerían que tal optimismo era un peligroso engaño.

H. G. Wells logró escribir exhortaciones al socialismo con una mano mientras con la otra creaba sombría ciencia ficción. «Un ataque a la autosatisfacción humana», dijo de La máquina del tiempo, su obsesionante historia de la degeneración final de la sociedad humana. Hubiera podido decir lo mismo de La isla del doctor Moreau, que dramatiza la tragedia en que se convierte la tecnología cuando un asunto aparentemente tan benigno es llevado a su extremo lógico.

Llevar las posibilidades a su extremo lógico es una importante labor de la ciencia ficción. «Es la única forma de literatura que tiene como premisa básica el hecho de que habrá cambio», dijo Isaac Asimov, y agregó: «El género puede ayudarnos a entender la necesidad de cambiar nuestras maneras si deseamos evitar la destrucción de la humanidad». No obstante, Asimov no contó con la televisión ni con Hollywood.

La ciencia ficción de la actualidad se puede dividir aproximadamente en cuatro categorías. Cada una tiene sus propios fanáticos que a menudo desdeñan los juegos que se establecen en los otros tres estadios. Dos de ellas, las categorías del dinero fuerte, son producidas por la televisión y por Hollywood. Las dos menos opulentas son literarias: una es la tradicional historia de los aparatos o espacial. La otra, más ingobernable, desea reconocimiento como arte.

Star Trek characters

Star Trek (Viaje a las estrellas) es más que una serie de televisión que murió y fue resucitada, es un modo de vida. Hoy, le va mejor en las secuelas que en su encarnación original: setenta y nueve episodios producidos entre 1966 y 1968.  En su autobiografía, el actor Leonard Nimoy admitió todas las dificultades que tuvo para disociarse del papel del imperturbable señor Spock que representó en la serie. Con respecto a ésta se han hecho convenciones y seminarios desde entonces en diversas partes del mundo. La empresa Paramount, que pensó en un fracaso para la misma, vendió y destruyó los decorados originales. Luego tuvo que reconstruirlos para las multimillonarias películas secuelas y la consiguiente reposición televisiva.

La serie se inició con cierto tono científico juguetón, pero a medida que los presupuestos y la imaginación se encogieron el montaje se tornó más «realista». En teoría, la nave espacial Enterprise se desliza por el universo con la misión de «ir osadamente adonde el hombre nunca fue antes». Era más fácil dividir un infinitivo que una infinidad. En todo caso, su misión más precisa era imponer normas de vida de mediados del siglo XX (léase democracia estadounidense) en las civilizaciones ajenas. En la ciencia ficción de la TV, a todo costo se debe evitar la innovación.

Los fanáticos alfabetizados de la ciencia ficción desdeñan el género televisivo y también saben que el dedo hollywoodense rara vez apunta al arte: apunta al dinero. La tendencia es la cosa: se le percibe, se le explota, se le deja arruinarse y se pasa a la siguiente. Son oleadas. La gente está interesada en toda clase de fantasías: meditación trascendental, Carlos Castaneda, literatura feminista, etcétera. Es como las cintas de horror. Siempre hay cierta demanda, y cuando les va bien se les produce en exceso.

Nadie en Hollywood parece dispuesto a defender a la ciencia ficción como una forma de arte, y sin duda tampoco el mismísimo George Lucas, que considera a su película La guerra de las galaxias como una historia del enfrentamiento de una pandilla juvenil contra opresores fascistas de la galaxia. Ni siquiera le importó llamarla ciencia ficción al principio: «Fue una película de acción con rayos láser –dijo–, una fantasía romántica casi tan seria como un spaghetti western«.

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VOX

Por SERGIO MONSALVO C.

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 (NICHOLSON BAKER)

Entre la pregunta «¿Qué traes puesto?», la propuesta última de masturbarse mutuamente o frente a frente y la palabra final, «Colgaron», el escritor estadounidense Nicholson Baker dejó que la imaginación hiciera su trabajo en medio de una plática picante en la novela Vox.

Una plática que celebró 25 años de haber sido (d)escrita y que hoy además uso de ejemplo para hablar de una filosofía sobre la comunicación que surgió hace cuatro décadas exactamente, entre sonadas polémicas, y que ha explotado en pleno en el siglo XXI con todas sus confirmaciones.

Hace 40 años comenzó su andanza por la validez un nuevo ideario lanzado por el profesor, erudito, intelectual y filósofo canadiense Marshall McLuhan, el cual daría sentido a lo que hacemos y cómo lo hacemos, debido al creciente protagonismo de los medios de comunicación en la existencia diaria.

Al situar el cuerpo y sus necesidades en el centro del universo vital, el ser humano inició una dinámica por la cual todos los aparatos y tecnologías utilizadas se vuelven meras extensiones de él, porque todas pueden traducirse en formas o sistemas de información.

La alta o baja definición de los datos trasmitidos a través de un medio, y el grado de participación tanto de emisores como de receptores para completar su función, son los criterios fundamentales que propuso McLuhan para distinguir entre  medios fríos y calientes.

Para él, la alta definición es la manera de estar bien abastecido de datos. En este sentido una fotografía es el mejor ejemplo de ella, mientras que una conversación telefónica no lo es, por la sencilla razón de que proporciona muy poca información visual.

El propio McLuhan lo explicó así: “El teléfono es un medio frío o de definición baja debido a que se da al oído muy poca cantidad de información. El habla a través de este medio ofrece muy poco y es mucho lo que el oyente tiene que completar (con su imaginación)”.

El caso de los libros o de las obras de teatro es semejante. A continuación daré dos muestras de ello, primero con un libro y después con una pieza teatral, cuyas historias sirven para lo expuesto por McLuhan y también su injerencia en el eros y thanatos del ser humano en su cotidianeidad.

Tanto en un libro como en una obra teatral se cuenta una historia. En estos casos lo hace la propia voz de sus protagonistas. El universo de la voz es muy amplio, tanto que nunca se acaba por abarcarlo. El proceso de aprendizaje se va topando con hallazgos diversos que dan forma a lo contado.

Así es cuando los diálogos (o monólogos) cobran su verdadero sentido. La voz va cubriendo todas las emociones y creando una dimensión mágica. El grano especial que lo dimensiona. Es cuando el que escucha siente que la esencia de la otra persona le brotara por la boca.

VIDEO SUGERIDO: Gare Du Nord Something In My Mouth Deejay Terry Remix, YouTube (HouseUK)

Estos hallazgos modifican la percepción que se tiene de quien habla. La voz humana revela a las personas. Por eso la suavidad, la aspereza, la vibración, la brillantez, el tono, corrigen a menudo la imagen que tenemos de sus dueños, y es que la voz no sólo revela, también delata.

Hasta el comienzo de los noventa no era conocida ninguna novela sobre el sexo a través del teléfono. Sin embargo, con el texto Vox de Nicholson Baker se suplió esa falta y el autor fue capaz, sin problema alguno, de llenar 150 páginas con un diálogo sicalíptico mantenido por la línea telefónica.

La novela comienza cuando por azares de las fallas tecnológicas una pareja, Jim y Abby, entran involuntariamente en contacto. Pero en lugar de cortar la comunicación, se muestran dispuestos a entablar una conversación «obscena», a llevar a cabo voluntariamente una experiencia sexual distinta.

Ambos personajes se sienten protegidos por el anonimato y el diálogo se va haciendo cada vez más íntimo en su sustancia lujuriosa, además de producirse de una forma muy natural y no como en uno de esos números telefónicos hot que comercializan tal acto. Un gran acierto del escritor.

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La certeza de que la charla, por íntima que resulte, pueda ser interrumpida en cualquier momento, sin sufrir consecuencia alguna, permite abandonar todas las reservas e inhibiciones normales. Vox se convierte así en la breve elaboración de la paradoja acerca del teléfono.

Un medio de comunicación frío, impersonal, que simultáneamente induce a conversaciones extremadamente personales, donde el contacto telefónico con un desconocido brinda posibilidades casi ilimitadas a la imaginación, la cual deberá ir llenando los espacios dejados por el otro. Pura erotización.

Los datos recibidos por el auricular forman la base y punto de partida para elaborar una imagen que en gran parte es creada por el escucha, como escribió McLuhan.  Por lo mismo, alguien que uno conoce sólo por teléfono se parece en mucho a un personaje novelístico.

Aunque se sepan detalles sobre su forma de ser personal, a uno le corresponderá dibujar con estos hechos a un ser humano vivo. Cada quien inventará su versión acerca de un desconocido en el otro extremo de la línea, del mismo modo en que todo mundo tiene su propia idea acerca de personajes sobre los que ha leído.

Vox se constituye así en una novela de ejercicio imaginativo a partir de un hecho muy concreto y cotidiano. Baker provee a sus personajes con tantos rasgos característicos y los hace figurar en su conversación con tal abundancia que el lector puede destilar de todo ello a dos individuos verosímiles.

 Vox es una novela que plantea el poder de la imaginación, pero no sólo eso.  El libro también trata de la capacidad humana para dejar a las fantasías ser fantasías. Internet, Skype u otro soporte semejante hoy lo hacen casi imposible, y si quieren conocer el desenlace tendrán que leer el libro.

Por el lado teatral existe una obra, una pieza de cámara llamada La voz humana, escrita por Jean Cocteau (en 1928) para que la interpretara Edith Piaf. El drama de una mujer con las emociones a flor de piel que usa el habla y el aparato telefónico como herramientas de conmoción y de conducción de aquellas.

Básicamente, esta “tragedia lírica en un acto”, es el monólogo de una mujer que sufre por la ruptura de una larga relación amorosa (él se ha ido con otra mujer) e intenta retener al amante a través de llamadas telefónicas. Se aferra obsesiva al aparato como su tabla de salvación.

El teléfono es el depositario de emociones tan fuertes como contenidas. Nunca se escucha al hombre al otro lado de la línea. Ese el primer gran reto para la protagonista: crear a ese interlocutor a base de lenguaje (con el habla emotiva y referencial) y, después, hacernos creer en él con la imaginación.

Ella trabaja con la tensión entre el argumento de sus palabras (la falsa calma que luego cede el paso al incontenible parloteo neurótico, al chantaje emocional, a la súplica) y lo que su cuerpo revela: temblor en la voz, risa forzada, intentos de frenar el llanto. Gestos que “él” no percibe pero el espectador sí.

Esta obra revela, como en un mecanismo de relojería, lo que afirmara McLuhan casi cuatro décadas después, acerca de la temperatura de los medios y con el ejemplo del teléfono en particular. La voz no basta para comprenderlo todo (“Hablo, y hablo, y hablo, y después me invade la verdad”, dice la protagonista).

Y como con el libro de Nicholson Baker, si quieren saber el desenlace de La voz humana tendrán que leer el texto de Cocteau o ver cualquiera de las versiones de éste que se han hecho en la ópera, el cine y el teatro. El cuerpo y el teléfono (la tecnología): una relación tan determinante como fría entre sujeto y objeto, que deja a la imaginación lo que revela o traiciona.

VIDEO SUGERIDO: Bugge Wesseltoft & Sidsel Erdresen 50 Ways To Leave Your Lover, YouTube (Sona Petrosyan)

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