CARTAPACIO: «LA NOCHE DE UN DÍA EXCITANTE»

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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(RELATO)

Se ajusta la corbata justo en el centro del cuello de aquella camisa blanca.  Echa una última mirada al espejo y aprueba la imagen, como todas las mañanas.  Va a la cocina, se atiborra la boca con un pan embadurnado de mantequilla y con grandes sorbos de dulcísimo café traga el atrabancado desayuno.

Corre al baño a lavarse los dientes, vuelve a ajustarse la corbata y luego a gritos se despide de su mujer. Sale de la casa, acomoda el saco en el asiento trasero del auto y calienta el motor por unos instantes. Se ve en el espejo de la visera sobre el parabrisas y arranca haciendo rechinar las llantas.

Del suburbio rápidamente llega a la vía periférica y se encuentra con el cotidiano tránsito lento y la larga fila de coches (¡Puta madre!) Golpea el volante y se acuerda de la radio. La enciende y busca una estación que le agrade. Deteniéndose, escucha en una de ellas una encuesta improvisada que se realiza en esos momentos.

Jugando a liberales, el locutor y sus compinches han lanzado la pregunta al auditorio: «¿Qué música escuchas para hacer el amor?» (¡¡¿Qué?!!!) Se pregunta sin dejar de mirar al frente y esboza un comienzo de sonrisa incrédula.

El conglomerado de autos avanza, lo mismo que el tono de la encuesta y por ende su excitación. Verdaderamente está sonriendo con las respuestas y los ejemplos musicales. Voltea hacia el teléfono que tiene en el asiento y a la mano, y sopesa llamar para darles su opinión y pieza favorita, para dejarlos callados a todos. No lo hace.

La imaginación carbura, lo mismo que su coche, pero con un combustible diferente. Sin sentirlo ha llegado de manera mecánica a la oficina. Estaciona el coche y con el saco puesto sobre los hombros hace una entrada triunfal.  Supone que con su arribo la totalidad del sector femenino ha dado un suspiro de alivio y comenzado a trabajar revitalizado.

En el corrillo del café mañanero, sintiéndose original, hace la misma pregunta de la radio en todas direcciones y así se la pasa el resto del día en esa oficina, con los chistes y comentarios que ha fabricado su mente febril en torno al tema.

Al fin de la tarde se dirige a su casa rumiando cada respuesta de los compañeros y superándola desde su propio punto de vista. Estaciona el coche, saluda al perro, a su mujer. Cena mientras ve la tele y lee ya metido en la cama lo que le faltó del periódico deportivo. Se duerme agotado, pensando que este día ha sido de lo más excitante.

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