Por SERGIO MONSALVO C.

AMAZONA DEL APOCALIPSIS
Diamanda Galás es una artista que nació el 29 de agosto de 1955 en San Diego, California, y creció en el seno de una familia que honraba los valores convencionales de su origen griego (machismo, materialismo, tradición). A pesar de su pronta inclinación por la voz, su represivo padre la canalizó hacia una carrera pianística —“sólo los idiotas y las putas son cantantes”—. Con él (profesor de mitología que también tocaba el bajo y el trombón) se inició en la música dentro del grupo estilo Nueva Orleáns que lideraba, así como en el folklor de sus ancestros.
Eso la llevó después a la Universidad de California a cursar las licenciaturas de música. Obtuvo la maestría en ellas. A los 14 años causó sensación en su debut como solista con la Orquesta Sinfónica de San Diego. Asimismo, se inició en las artes escénicas y en ciencias del comportamiento.
Tiempo después, en 1974, librada de la tutela paterna, mientras estudiaba inmunología e investigación de neuroquímica en el Scripps Research Centre de La Jolla, también en California, igualmente cantaba gospel en la calle con un grupo de travestis de Oakland. Entonces, su interés por el canto la llevó al scat de Ella Fitzgerald y Betty Carter y luego al free de Albert Ayler, Ornette Coleman y Cecil Taylor.
Con estas influencias interpretó melodías tradicionales en forma decididamente radical (su técnica en el teclado emplea desde entonces trazos amplios y violentos de jazz, gospel, música clásica, boogie‑woogie y blues).
Luego estudió canto (ópera) e interpretó obras de compositores como Arnold Schönberg, Iannis Xennakis y Vinko Blobokar. Trabajó con orquestas como la Filarmónica de Brooklyn, bajo la dirección de Lukas Foss, y con la Filarmónica de Nueva York.
A la postre, y debido a su encanto por la improvisación, Diamanda desarrolló las posibilidades expresivas de la voz (extended vocal techniques), instrumento por el que seguía fascinada; lo mismo que por las del cuerpo, su conductor (performance).
Algunos miembros del Living Theatre le sugirieron que se presentara en los manicomios de San Diego. Así lo hizo, para continuar luego su labor en galerías de arte y otros lugares que le eran propuestos por gente de la contracultura. En esos territorios, entre 1975 y 1977, fue donde desarrolló sus técnicas y experimentos de voz y actuación como respuesta visceral a la realidad.

Por sugerencia de su hermano mayor Philip Dimitri (libretista y productor teatral con el que estaba muy unida), se introdujo en el mundo del cabaret y en la obra de escritores como Nietzsche, Artaud, Nerval, Poe y los poetas malditos franceses. En un momento dado empezó a componer su propia música y performances, inspirada por esos maestros de la oscuridad. Creó así su propio teatro de la brutalidad terrena.
En 1979 llamó la atención del compositor yugoslavo Vinko Globakar. Éste llevaba varios años de buscar a una cantante dotada de un amplio alcance que ejecutara lo que a todos parecía imposible. Un requisito era ser capaz de iniciar la velada como soprano lírica y finalizarla con aullidos bestiales. El trabajo asimismo implicaba multifónía y otras técnicas vocales extremas, así como mucha improvisación.
Diamanda (dotada de una extensión de tres octavas y media y sonidos polifacéticos) fue la elegida y tuvo que aprender la obra de Globakar de memoria y presentarla en noches consecutivas en el afamado festival de Avignon.
El tema de la misma estaba basado en una historia verídica, publicada por Amnistía Internacional, sobre una mujer turca arrestada por espionaje y que murió torturada. La gira de promoción que incluyó países de Europa y América entre 1979 y 1981, fue el detonante que la dio a conocer a nivel mundial como una artista provocadora (arrestada en más de una ocasión por sus presentaciones) y comprometida con el arte y su circunstancia.
La temática de sus obras desde siempre ha tenido que ver con la observación y el conocimiento cercano de los males que permean la vida en el mundo (sin fantasías, pura realidad): sida, locura y otras enfermedades, plagas, intolerancia, asesinato, repulsión, dolor (traza recorridos angustiosos y exploratorios por los efectos de la tortura física y psíquica, así como por las manipulaciones químicas del cerebro) y, finalmente, la transición lacerante hacia la muerte y la nada.
El aullido que penetra lastimoso, las risas inquietantes y los ruidos guturales bajos que lanza en estos viajes difíciles y extraños son más que una firma sonora de la Galás: constituyen su seña inimitable.
Desde hace varias décadas y más de dos docenas de álbumes ha utilizado su extraordinario alcance vocal y el lenguaje corpóreo para dar voz a individuos o poblaciones silenciosas y a estados mentales existenciales, iluminando los peores mundos internos y externos posibles, los rincones impronunciables (pero infinitamente vociferables) de la condición humana, con el fin de hacer conciencia.
Con su presencia estremecedora, demoníaca y expresividad orgánica, amalgamada a una masa hirviente de poderío vocal (alaridos, jadeos, gemidos, suspiros, gruñidos, rugidos y susurros), acompañamientos electrónicos, melodías intergenéricas (de lo clásico al avant-garde, pasando por el rock industrial y el soul) y manejos de la luz, Diamanda Galás deja huella aterradora dondequiera que se presenta y con los discos que graba.
Discografía selecta: Litanies of Satan (Y Records, 82), Diamanda Galás (Metalanguage, 84), la trilogía Masque of the Red Death (2 CDs, 88), Plague Mass (91), The Singer (92), Vena Cava (93), The Sporting Life (Intercord, 94), Schrei X (96), Malediction & Prayer (98), La Serpenta canta (03), Defixiones, Will and Testament (03), Guilty Guilty Guilty (07), You’re my thrill (07), Broken Gargoyles (22). Los no señalados con Mute Records.
VIDEO: Diamanda Galás – Gloomy Sunday, YouTube (inthelown)

