Por SERGIO MONSALVO C.

CONDUCIENDO CON EL REY
Momento importante: Riding with the King, Un acercamiento discográfico que se afirmó en lo tradicional pero con intenciones de modernidad. El primero de sus intérpretes, B.B. King, pudo haber aprovechado esta oportunidad para redituar financieramente sus años crepusculares, pero habrá que señalarlo claramente, esta táctica nunca fue su estilo.
King siempre fue muy generoso, con propios y extraños, veteranos y noveles (le llegó a prestar a Lucille, su guitarra, a un jovencísimo Johnny Winter, debutante en escena) con un corazón abierto tanto al amor como al dolor, así que es natural que no girara en este álbum hacia la meditación o la interiorización, de One Kind Favor, por ejemplo, sino más bien, como un homenaje a la vida con sus altos y sus bajos, con algo de tristeza, pero también con mucha alegría compartida, que es lo que precisamente B.B. King transmitió siempre con su música.
La diversión ya se nota en la portada del disco. Eric Clapton en la limusina al volante y desplomado en la parte trasera, B.B. King. Esto no es sorprendente, porque en aquellos años de comienzos de siglo, se dieron cuenta de su antiguo deseo de grabar un álbum juntos.
En esta obra, ambos virtuosos de las cuerdas electrificadas logran llevarse mutuamente a alturas considerables. Creando con tal circunstancia una excelente pieza musical, para la colección de colaboraciones entre maestros y discípulos.
Por otro lado, habrá que recordar el dato histórico, de que cuando aparecieron las guitarras Fender Telecaster el blues se electrificó y con Jim Marshall y sus amplificadores nació el blues-rock en los sesenta de la mano de Eric Clapton y de Jimi Hendrix. La unión eléctrica más explosiva desde aquello años sesenta y héroes instrumentales.
Eric Clapton, el otro protagonista del disco, desde aquellos lejanos años sesenta, se sentía realmente ligado al blues. Con su refinado virtuosismo estilizó una buena cantidad de riffs heredados de los guitarristas negros. Aprendió a tocar la guitarra con los discos de Chuck Berry, para luego seguir el camino bluesero con Big Bill Broonzy, Robert Johnson, Skip James, Blind Boy Fuller.
Simplemente se zambulló de cabeza en aquel mundo nuevo para él. No obstante, a los 18 años se entusiasmó por B. B. King y desde entonces no ha cambiado su idea de que éste es el mejor guitarrista de blues del mundo.
Fue gracias a esta admiración que encontró el primer dogma de su carrera: «He abierto mi mente al hecho de que no se necesita tocar con arreglos previos y que se puede improvisar todo el tiempo. Y ése es el punto al que quiero llegar: ése en el que no tenga que tocar nada que no sea improvisación. Dentro de mí y de mi música hay más blues que cualquier otra cosa». Con el tiempo y bajo tal consigna mostró un gran rigor en la construcción de sus solos y se aplicó al manejo del pedal wah-wah.
Clapton se convirtió en un verdadero catalizador. Provocó que instrumentistas de su generación y de las siguientes se interesaran por los estilistas negros como Otis Rush, Freddie King y el ya mencionado B.B. King.
A la larga gozó de la misma estima que ellos en la mayoría de los ambientes musicales angloamericanos. La precisión y la perfección de su estilo fueron consecuencias sobre todo de un enorme trabajo técnico y personal. Se cuenta que pasaba días enteros intentando dominar uno o dos riffs de los que toman forma tantos blues.
Esa estima ha quedado manifiesta en el álbum Riding with the King, donde ese bluesero blanco de corazón negro, conecta antiguas y nuevas generaciones para dar su reconocimiento al legado de King, interpretando a su manera y al unísono temas de John Hiatt (“Riding With The King”), Big Bill Broonzy, Lowell Fulsom, algún standard del cancionero estadounidense (“Come Rain or Come Shine”) y una pieza del propio B.B.: “When My Heart Beats Like a Hammer”, entre otras.
Muchas han sido las oportunidades en que los maestros del blues y sus alumnos de primera generación protagonizan grabaciones conjuntas. Las London Sessions de Howlin’ Wolf y Muddy Waters son un ejemplo, lo mismo que el Hooker and Heat de John Lee Hooker, etcétera.

No obstante, hay una diferencia entre todas aquellas reuniones y la presente de King y Clapton. Y radica en que aquellas eran «clínicas» donde los noveles blueseros blancos ingleses y estadounidenses aprendían desde el rasgueo, las tonalidades y la intención de la música.
En el caso que nos ocupa hay varios elementos distintos a considerar, pues Clapton no es ningún novatito al que hubiera que enseñarle algo de la técnica. No. En este disco desde la portada se marca la diferencia. Eric Clapton —el máximo exponente de la guitarra blanca en el blues— y B.B. King —pionero eléctrico del instrumento, que basa su estilo en notas largas con un vibrato natural producido por los dedos, el cual crea uno de los sonidos más hermosos que se le haya extraído a la guitarra— ponen los acentos en la interpretación del blues que cada cultura tiene para expresarlo.
En la guitarra eléctrica King fue inigualable y mientras vivió no hubo quién se le acercara, por eso los mejores intercambios en el álbum se dan cuando Clapton toca la acústica.
Las concepciones están señaladas y Eric mismo lo asume con el título del disco y con el servicio de chofer que le brinda a su maestro en la portada. El blues blanco y el blues negro en una atinada y descriptiva fotografía.
El personal que grabó el disco tiene el siguiente listado: B.B. King (guitarra eléctrica y voz), Eric Clapton (guitarras acústica y eléctrica, voz), Nathan East (bajo), Steve Gadd (batería), Tim Carmon (órgano Hammond), Joe Sample (piano) et al.
La retroalimentación de la cultura bluesera se hace patente en este álbum, donde se escucha el camino que ha seguido el género desde sus orígenes rurales hasta las posmodernidades urbanas.
Un viaje pleno de sorpresas y de riquezas musicales, donde la negritud divulgada por Clapton le es devuelta con reconocimiento y aprecio por parte de uno de los máximos representantes de esa negritud.
«El blues es algo más que un género musical», explicaba Muddy Waters a los jóvenes músicos ingleses de los años sesenta. Clapton, heredero directo e in situ de aquella instrucción, lo ha confirmado: «El blues es una experiencia muy, muy solitaria. Mi guitarra es un intermediario por medio del cual entro en contacto conmigo mismo, y B.B. me ha señalado el camino».
Sí. Eric Clapton es un auténtico negro del corazón, con admiración y agradecimiento por sus mentores y guías: “Entrar juntos al estudio fue algo con lo que soñé toda mi vida”, dijo.
VIDEO: Eric Clapton and B.B. King – Let Me Love You (Official Audio), YouTube (Eric Clapton)

