RIZOMA: ELACTO DE REFLEXIONAR (III)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

(EL ROCK Y LOS BÁRBAROS)

Manteniéndose en la superficie de las cosas humanas, en su literatura, J.M. Coetze describe con minuciosidad los eventos contingentes, en marcos siempre sociales. El libro Esperando a los bárbaros es un gran ejemplo de ello: exponer la verdad. Los rockeros lo han hecho en la música.

 

Creo que la atracción por leer notas biográficas de los músicos importantes que admiramos es para comprobar la íntima relación entre su vida y su obra, coherencia cortada por un mismo patrón existencial en el que jamás se enhebra a través de anécdotas simplonas o chismes íntimos.

 

En dicho patrón caben las incidencias que los personajes mantienen con la cotidianeidad social que les ha tocado vivir, sus enfrentamientos con el gobierno, el poder o la ética y estéticas imperantes. Y regularmente salen bien librados, porque son tipos de una sola pieza.

 

 Cualquiera de ellos con tales actos muestra y habla sobre lo que le preocupa, y con ello su obra se hace extensiva también al resto de los mortales. Si no, ¿para qué iban a ser escuchados? Vayan algunos nombres: John Fogerty, Neil Young, Bob Dylan, Patti Smith, Lou Reed, Tom Waits, Bruce Springsteen…

 

En estos tiempos de simulación a rajatabla, el hecho de que nombres legendarios expongan sus mitos en aras de la coherencia es algo que se agradece ante tanta conducta cínica.

 

El asunto viene a colación por dos cosas ya sucedidas, pero no suficientemente cuestionadas: la presidencia de George W. Bush y los “protocolos” del ejército estadounidense en Guantánamo, los cuales hicieron uso de la música (más bien del volumen) como instrumento de tortura.

 

VIDEO: Bob Dylan – Masters of War, YouTube (nighthly moth)