Por SERGIO MONSALVO C.
(RELATOS)*
“CAT’S BLUES”
Habíamos decidido vivir una temporada en aquella ciudad. Pero dicha temporada se alargó y ya no se le veía un fin cierto. No había problema. Nos gustaba estar ahí y el departamento que ocupábamos tenía cerca todo lo que necesitábamos.
Cierto día me tocó ir al supermercado por los víveres. Fui caminando en vez de hacerlo en la bicicleta, era un sábado. Al volver crucé por un pequeño jardín y ahí estaba. Un gato asoleándose. Sucio, pero gustoso. Le di los buenos días y continué mi camino.
Al llegar al departamento me di cuenta de que el gato me había seguido, quizá por el olor de alguna de las cosas que había comprado. Debía tener hambre. Lo dejé pasar y en la cocina le serví una lata de sardinas y agua en un platito. Lo engulló todo rápidamente.
Mientras lo hacía yo me fui a mi despacho donde tenía una ventana que daba a la calle. Cuando terminó, el gato fue a donde yo estaba y se trepó al borde de la ventana, se puso a lamerse el pelaje y luego se durmió enroscado. Era un gato adulto.
El caso es que pasó el tiempo y el gato pasó a formar parte de la familia. Mi compañera lo aceptó de buena gana también y le puso el nombre de Paco. El cual no molestaba nunca.
Un día llegó a vivir al edificio un nuevo inquilino. Era músico, trabajaba por las noches y dormía durante el día. Antes de irse a trabajar, al caer la tarde, ponía en su aparato de sonido un disco de blues. Siempre el mismo. Nos dimos cuenta, luego de un tiempo, de que el gato en esos momentos se metía nuestra recámara y se subía a la otra ventana, que daba a un cubo de luz en el interior del inmueble.
Se sentaba con la mirada fija al frente y movía lentamente la cola. De vez en cuando se lamía una de las patas traseras como curándose una vieja herida. Al terminar una canción, la misma, se bajaba del alféizar y se iba al sillón de la sala. Se enroscaba y dormía durante horas.
Por curiosidad le pregunté al vecino qué disco era aquél. Me contestó que era uno de John Lee Hooker, del que era fan. Quise comprar un ejemplar en la tienda pero mi compañera dijo que no, que de ninguna manera. Dijo que el gato respondía a aquellos sonidos de esa forma. Era su propio ritual y había que respetarlo. Y así continuamos.
En un momento dado el músico se mudó a otra ciudad y nos regaló el disco cuando le contamos acerca del gato. Yo se lo ponía a diario y el gato siguió haciendo lo mismo al escucharlo. Una noche ella se fue, por causas que nunca entendí. Más adelante el gato murió de repente.
Después de eso y a través de los años seguí oyendo el disco a la misma hora y, como él, miraba a través de la ventana recordando algunas lejanas heridas y preguntándome cómo había podido sobrevivirlas.
*“Cat’s Blues” es uno de los textos que integran el volumen Éste era un gato…, publicado por la Editorial Doble A, y de manera seriada a través del blog Con los audífonos puestos.
Éste era un gato…
Sergio Monsalvo C.
Editorial Doble A
Colección “Textos”
The Netherlands, 2021
Contenido
Cat’s Blues
Demóstenes
Esperanzas
Éste era un gato…
Gato encerrado
Infatuación
Who Are You?