Por SERGIO MONSALVO C.

EL CREPÚSCULO DE LOS DIOSES
El tercer álbum del grupo se grabó al poco tiempo en los estudios Sunset Boulevard, de Los Ángeles, y salió en marzo de 1969, dos años después del primero. Como un regreso al punto de partida, sólo llevó el título The Velvet Underground (Polygram).
Resultó mucho más calmado que el anterior. En él se aprecia la tentativa lograda de parar la huida —la propia, la de los demás, la del tiempo— con un mínimo de luz (los párpados cerrados a la mitad), de gestos (tocar a partir de lo físico para controlar al espíritu) y de sonidos. La piedra blanca del minimalismo.
Son innumerables las vocaciones musicales que este disco desencadenaría también. Ofreció un clásico, la balada “Pale Blue Eyes” (que habría de convertirse en favorita de REM para finalizar sus conciertos) pero no vendió más que los anteriores a causa de una mala distribución y falta de promoción.
Pero por lo menos le valió unos cuantos conciertos en Nueva York a la agrupación. Es posible enterarse de cómo sonaban en ese momento en low-fi a partir de la grabación Live at Max’s Kansas City. En lugar de las ganas agresivas de experimentar dominan un suave optimismo y melodías más convencionales.
Mientras que en las piezas como “What Goes On” aún muestran el espíritu de los primeros dos álbumes, Lou Reed y sus compañeros logran producir un par de baladas primorosas, la mencionada “Pale Blue Eyes” y “Candy Says”.
El Velvet se presenta en los lugares más insólitos, como Texas y Oregon, y vuelve a California. De esos conciertos saldría, si bien hasta 1974, una verdadera maravilla: Lou Reed with The Velvet Underground: Live 1969, cuyo sonido estuvo mejor (104 minutos de ruido de lo mejor, tocado en vivo).

Se grabó en pequeños clubes ubicados desde Texas hasta California. Una rareza es la versión completa de “Sweet Jane”. La vieja magia volvió a asomar la cabeza, pero en conjunto resulta imposible pasar por alto que la banda se había domesticado bastante tras la salida de Cale, en una vuelta de 180 grados.
A la postre grabaron un cuarto álbum que MGM se negó a sacar, convirtiéndolo de golpe en una leyenda. Habría que aguardar a los años ochenta para conocer algunos extractos del mismo en V.U. (1984) y Another View (1986). Antologías con las que la disquera Verve quiso sacar beneficio de la carrera de Lou Reed como solista.
Por lo tanto, el cuarto álbum del Velvet no salió con MGM sino con Atlantic. Loaded, un disco de puro rock and roll y el más accesible del grupo (“nada de canciones sobre las drogas”, insistió la disquera), que debió haber reconciliado a todo mundo. Sin embargo, cuando salió, en septiembre de 1970, ya no quedaba nada del grupo.
Lou Reed se había separado del proyecto, cansado de la falta de éxito y de la actitud de un mánager, quien pretendía colocar a Doug Yule en primer término. No obstante, antes de irse dejó —a manera de última venganza— varias canciones clásicas. “Sweet Jane” Y “Rock’n’Roll”. Sus piezas más covereadas de la siguiente década (la versión ajena que más le gusta a Lou de la primera es la de los Cowboy Junkies). Sin tomar en cuenta “New Age”, “Who Loves the Sun”, “Oh Sweet Nothing”.
Maureen Tucker, a su vez, estaba embarazada e incluso se perdió los conciertos del Max’s Kansas City, aquellas presentaciones famosas de las que una fue grabada por Brigid Polk, un personaje cercano a Andy Warhol. Polk llevó su grabadora a un concierto de 1970 del cual derivó Live at Max’s Kansas City (1972), un disco pirata “oficial” con el cual se cerró el círculo y Atlantic pudo sacar con estas grabaciones su segundo álbum, y cuyo valor radica en el repertorio, aunque eso se oponga a la calidad mediocre del sonido.
VIDEO: The Velvet Underground – Candy Says, YouTube (tspersi)

